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Cervantes might also have had in mind Rodomonte's misogynist diatribe after Doralice's rejection, an attack more likely forthcoming from Cañizares as he becomes aware of Lorenza's attempted adultery: «Nélunga servitù, négrand'amore / che ti fu a mille prove manifesto, / ebbono forza di teneti il core / che non fossi a cangiarsi almen si presto. / Non perch'a Mandricardo inferiore io ti paressi, di te privo resto; / néso trovar cagione ai casi miei, / se non ques'una, che femina sei» (Canto XXVII.118). (N. from the A.)

 

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Debo el más vivo agradecimiento a José Ma Casasayas por haber puesto a mi disposición su biblioteca cervantina en febrero/marso de 1993, y facilitado documentos para preparar el presente trabajo. (N. del A.)

 

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Miguel de Cervantes Saavedra, El celoso extremeño, en Novelas ejemplares, Edición, Prólogo y Notas de Rodríguez Marín (Madrid: Espasa-Calpe 1969). Todas las referencias de página son a este texto. (N. del A.)

 

154

Nuevos deslindes cervantinos (Barcelonia: Ariel, 1975), pp. 67-69. (N. del A.)

 

155

«The Refracted Image: Porras and Cervantes», Cervantes 4 (1984): 139-53. (N. del A.)

 

156

Por Adolfo Bonilla, Amédée Mas, Agustín Amezúa y Mayo entre otros, según ya informaron A. F. Lambert en «The Two Versions of Cervantes' "El celoso extremeño": ideology and criticism», B H S 57 (1980): 219-31, especialmente 219-24, y Georges Güntert en «Contestando a Américo Castro: Cervantes no se nos deliza en 'El celoso extremeño'», Actas del I Encuentro Franco-Alemán de Hispanistas (Frankfurt am Main, 1991), p. 269. La principal consideración de estos cervantistas de distintas orientaciones ideológicas es que en la «refundición» el desenlace es solución poco realista y por tanto menos convincente que la del «borrador». (N. del A.)

 

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Américo Castro en «El celoso extremeño» publicado en Sur en 1947, recogido en Hacia Cervantes, 3a ed. (Madrid: Taurus, 1967), pp. 420-50, y reelaborado en «Cervantes se nos desliza en "El celoso extremeño"» (Papeles de Son Armadans [Febrero-Marzo, 1968]: 205-22), avanza unas hipótesis que han dirigido la crítica durante más de 20 años sobre lo que sucede, o mejor dicho, deja de suceder entre Loaysa y Leonora, así como sobre el sentido de la ejemplaridad de esta novela cervantina. (N. del A.)

 

158

Sentido y forma de las «Novelas Ejemplares» (Madrid: Gredos, 1962), pp. 175-76. Peter Dunn concibe la casa de Carrizales como la imagen del otro mundo, de un Edén estéril que se parece «al palacio de Plutón donde las sombras matan al tiempo por toda la eternidad» («Las "Novelas ejemplares"» en Suma Cervantina, ed. de J. B. Avalle-Arce y E. C. Riley [London: Tamesis Books Limited, 1973], p. 102). Este crítico estudia la personalidad de Carrizales en función del fondo sociológico que lo ha creado. (N. del A.)

 

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En Hacia Cervantes, Américo Castro diagnostica los celos de Carrizales como «de radical solipsismo» y «sin objeto de amor en que trascenderse», pp. 438-39. Ruth El Saffar comenta perspicazmente sobre el solipsismo de Carrizales y su superación antes de morir (Novel to Romance. A Study of Cervantes's «Novelas ejemplares» [Baltimore: John Hopkins Univ. Press, 1974], pp. 46-50). Alison Weber nos ofrece un minucioso estudio, respaldado por trabajos de psicólogos y psiquiatras desde Sigmund Freud y Ernest Jones, sobre la naturaleza de los celos de Carrizales («Tragic reparation in El celoso extremeño», Cervantes 4 [1984]: 35-51). Estos trabajos y los demás mencionados en este estudio nos hacen constatar, una vez más, que si Cervantes es hombre de su tiempo, lo trasciende al elevarse por encima de convenciones de época y contemplar al hombre como es y ha sido en todas las épocas, «héroe moderno, héroe del fracaso» como lo califica Francisco Ayala al reconocer en este personaje trágico el intemporal de la tragedia griega (Cervantes y Quevedo [Barcelona: Seix Barral, 1974], p. 133). (N. del A.)

 

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Julio Rodríguez-Luis comenta en Novedad y ejemplo de las novelas de Cervantes (Madrid: Ed. José Porrúa Turanzas, 1980) sobre «el particular cuidado» con el cual Cervantes «construye un proceso enteramente verosímil: movimientos excesivos para la edad del personaje, impacto de la impresión, cólera y proyecto de venganza [...] y finalmente el desmayo que hoy interpretaríamos como ataque cardíaco» (t. II, p. 24). (N. del A.)