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ArribaAbajo Miguel de Cervantes Saavedra. Novelas ejemplares. Edición, bibliografía y notas de Frances Luttikhuizen. Introducción de Alberto Blecua

Barcelona: Editorial Planeta, 1994. xxxvi + 677 pp.


Helena Percas de Ponseti



Richards Professor Emerita
Grinnell College

Lo primero que debe decirse de esta edición de las Novelas ejemplares es que se trata de un trabajo ejemplar a la altura del sujeto. Está hecha con el minucioso y desapasionado cuidado de una investigadora incansable, atenta al dato y al detalle de la edición príncipe impresa por Juan de la Cuesta en Madrid en 1613. Como explica la autora en su «Criterio de esta edición», preciso y escueto (xx-xxiv), existen diferencias de texto entre los varios ejemplares de la edición de Cuesta conservados en bibliotecas de Madrid, Barcelona, Nueva York, Londres, Berlín. Esto es debido a que a medida que se componían las hojas, «proceso que se hacía a mano» -y por más de un compositor, añade la reseñadora- se iban corrigiendo las erratas detectadas sin proceder consistentemente. Así, por ejemplo, entre el texto del ejemplar que se guarda en la Biblioteca Nacional de Madrid, modelo del facsímil realizado por la Real Academia Española en 1917 y el conservado en la Biblioteca Bonsoms de Barcelona utilizado por la autora, se encuentran «una veintena de variantes (consistentes en su mayor parte en correcciones de erratas)». Luttikhuizen ha escogido el ejemplar de la Bonsoms «por estimarse que se trata de un texto más depurado» (xxi).

El repaso verdaderamente detectivesco de la historia editorial de las Novelas ejemplares llevado a cabo por Frances Luttikhuizen pone de manifiesto el desorden de criterios seguidos por los editores desde Cuesta, según el modelo o modelos de que derivan y el tipo de enmiendas y cambios efectuados, lo cual también va por los textos impresos por algunas editoriales prestigiosas. Esto ha dado origen a errores y enmiendas equivocadas en traducciones extranjeras. Toda esta confusa historia editorial de las Novelas ejemplares proviene no sólo de la utilización arbitraria de las fuentes sino también del hecho que «los editores de finales del siglo XIX no habían visto todavía un ejemplar de la editio princeps (xxvii) ya que la primera facsímil se editó en 1917». Así y todo, la edición   —97→   «facsímil no tuvo toda la trascendencia que hubiera podido esperarse» y sólo en «estudios recientes de las Novelas ejemplares, se observa ya una creciente preocupación por la recuperación del genuino texto cervantino» (xxviii).

Esta recuperación nos la ofrece Frances Luttikhuizen en la presente edición. Se trata de un trabajo impresionante llevado a cabo durante más de diez años de intenso estudio. La autora hace un minucioso cotejo entre las ediciones de las Novelas ejemplares desde la de Cuesta de 1613 hasta la de Castalia de 1982 (la de Avalle-Arce), 43 en total, ilustrando en forma de árbol genealógico (xxx) la paternidad, maternidad o incesto -discúlpeseme la imagen- de las varias ediciones consideradas fidedignas. Tras cuidadosa consulta de todas las ediciones que han precedido a la suya (véanse «Bibliografía selecta», «Ediciones modernas principales», «Obras completas», «Obras sueltas», xxiv-xxxi) pero siempre en función de la Bonsoms, la autora nos ofrece abundantes y certeras anotaciones cuyo intento es «resolver problemas de edición, de significado, de alusiones y de referencias históricas» (xxi). Se apoya, además, en la literatura crítica y léxica (véanse «Estudios», «Diccionarios y glosarios», xxxi-xxxvi) de manera que esta edición nos ensancha el horizonte del pensar cervantino. Por lo que a mayúsculas, acentos ortografía y puntuación se refiere, Frances Luttikhuizen sigue el criterio habitual en las modernas ediciones de los textos clásicos. Pero muy acertadamente ha respetado «las peculiaridades lingüísticas y los vocablos típicos de la época: vacilaciones vocálicas (recebir, escuro, sotil) fusión de preposición y pronombre (dello, dél, dese) y otras variantes de formas habituales, (ponellas, obedecellos, ahora / agora / aora, ansí / así, felice, la color, letura, efeto, priesa, trujo, lición, grita, etc.; xxi), además de formas rústicas (güerta), malapropismos de habla inculta (facinoroso, malino, envesado, gancia, repolido), algunos maliciosos («dares y tomares» por 'dimes y diretes'», 428 n. 113); -todo lo cual contribuye a sumergir al lector moderno en una época de mayor riqueza en matices lingüísticos que la nuestra y a dejarle oir voces y tonos que pudieran pasar desapercibidos al modernizar el léxico.

Dado que la lengua del Siglo de Oro no ha evolucionado tanto como la anglosajona (leer un texto de Shakespeare requiere estudiarlo), al lector de habla hispana le es posible navegar con facilidad por el lenguaje original de las Novelas ejemplares en esta nueva edición y saborearlo plenamente. Pero las dudas que le queden sobre el sentido de una frase o de una palabra, se las disipan al momento las excelentes notas al pie de página.

En las notas, la autora llama la atención sobre equívocos («de tan poco momento» importancia, corto tiempo) y juegos de palabras («estribo / estribillo», 409 n. 25); aporta explicaciones de nombres que tienen más de un sentido ('filipo', 360 n. 14); anota barbarismos («permafoy» = 'par ma foi', por mi fe, 325 n. 186), alusiones cultas, literarias, bíblicas, y a personajes de la época; indica imágenes alusivas al refranero; descuidos de Cervantes o del compositor (un nombre propio por otro), juegos de palabras («virote», galán ocioso por 'birrete', gorro de magistrado, 327 n. 196); da numerosas explicaciones cultas de pasajes ambiguos o comenta sobre correcciones injustificadas (como «no conviene» en vez de «me conviene», según dice el texto original, 519 n. 80). Al mantener intactas las supuestas erratas del texto príncipe (alguna como «acababa» por alababa, 243   —98→   n. 56, no deja lugar a dudas ni es controversial) da ocasión a que el lector se enfrente directamente con el texto original de modo que si en lugar de error se trata de un doble sentido, malicia o gracia significativos le sea dado captarlos sin menoscabo del sentido anotado. Estas notas tienen, por tanto, la virtud educativa de invitar al lector a dialogar con la anotadora, aprobar o divergir de ella y así contribuir a ampliar y enriquecer el texto.

Por todo ello, la presente edición de Frances Luttikhuizen es la que más se aproxima hasta hoy al auténtico texto cervantino. Aunque la autor dice modestamente que su trabajo tiene «en cuenta las necesidades del lector medio», nos da una edición que será de consulta obligada para el cervantista que quiera ahondar en el mundo de las Novelas ejemplares.