Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoRasgo poético a los habitantes de Buenos-Ayres en obsequio del valor y lealtad con que expelieron a los ingleses de la América Meridional El 5 de Julio de 1807

Miguel de Belgrano


Con licencia. Reimpreso en Buenos-Ayres: En la Real Imprenta de los Niños Expósitos, año de 1808.


Amados compatriotas, cuyas sienes
Orlan guirnaldas de laurel eterno,
¿Qué podré yo decir que digno sea
Del valor y lealtad de vuestros pechos?
¿Cómo podré expresar, los ingeniosos
Medios de que os valísteis, careciendo
De municiones, armas y soldados,
Para hollar doce mil ingleses fieros?
¿Qué expresiones habrá que al vivo pinten
El ardor, la constancia y el denuedo
Con que los niños, jóvenes y acianos
Al bravo Whitelocke sometieron?
A vuestra voluntad se rinden todos,
Víctimas siendo del enojo vuestro,
Y si la vida salvan unos pocos,
A costa es de volver lo que cogieron.
Levanta la cerviz ¡oh! ¡Maldonado!
Alzate tú también, Montevideo,
Y con tus campos todos ¡oh! ¡Colonia!
Himnos cantad al Dios de los Ejércitos:
Al Dios con cuyo auxilio Buenos Aires
Su yugo sacudió, y el yugo vuestro,
Haciendo que el gran Carlos y Luisa
Volviesen a sentar allí su imperio:
En vano Beresford el insidioso,
Quebrantando la ley del juramento,
Prodigó las ofertas que acostumbra,
Para formar partidos, su gobierno;
En vano fulminaron amenazas
Contra vuestra ciudad y vuestro pueblo
Los caudillos britanos, que juzgaban
Vuestra fidelidad de poco precio.
Todo en su daño fue; porque constantes
Acreditar supisteis con los hechos
Que el ser de valerosos y leales
Por sangre os viene de ínclitos abuelos:
De aquellos esforzados campeones,
Que colmando a la Iberia de trofeos,
Sus vidas expusieron conquistando
Las tierras, que después poblaron ellos;
De aquéllos que valientes dieron nombre
De la Matanza al Pago, destruyendo
Los bravos Querandís; de los que a Candish
Con su hueste acabar también supieron;
De los que la Holanda y Dinamarca,
Y de la Lusitania los intentos
Hostiles estorbaron cuantas veces
Se dirigieron contra vuestro suelo;
Y de aquéllos, en fin, que de la escuadra
Triunfando de Fontain el Caballero,
Llegaron a eclipsar las altas glorias
De Luis XIV de la Francia dueño.
¡Oh! ¡dignos hijos de tan dignos padres!
Conservará la historia para ejemplo
En sus anales las proezas todas
Que el valor y lealtad os sugirieron.
España se gloria, el Soberano
Lágrimas vierte de contento lleno;
Las naciones se pasman, y os tributan
Su justa admiración y su respeto.
La santa religión reconocida
Os cubre con su manto; Los guerreros
De la feroz Albión, encadenados,
A su pesar elogian vuestros hechos;
Gime la Gran Bretaña pesarosa,
De Popham los intentos maldiciendo;
Os llama inexpugnables, y sus huestes
Jura no exponer más a vuestro esfuerzo.
¿Qué mayor gloria, pues? habéis vencido
al mismo vencedor en vuestro suelo,
de sus impíos brazos arrancando
los pueblos, que tiranos poseyeron.
A Carlos y a Luisa, nuestros reyes,
Sublimes pruebas disteis del afecto
Que todo americano les profesa
En pago del amor que les debemos.
Continuad, compatriotas, siendo dignos
Vasallos de monarcas tan excelsos,
Sus glorias aumentad, y sus dominios
Defended siempre con igual denuedo.
De vuestra heroicidad émulos todos
Seremos a porfía, dirigiendo
Las acciones de modo que acrediten,
Que en valor y lealtad no somos menos.
Y mientras que la fama por el orbe
El pormenor publica del suceso,
Dignaos a admitir la enhorabuena,
Que mi cariño expresa en estos versos.