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51

J. Lara Garrido, «Columnas de cristal. Códigos y discursividades entre un soneto de Lope y un famoso romance anónimo», El cortejo de Afrodita. Ensayos sobre literatura hispánica y erotismo, ed. A. Cruz Casado, Málaga, Anejo XI de Analecta Malacitana, 1997, págs. 23-68 (pág. 42).

 

52

A. Martinengo, «La mitologia classica come repertorio stilistico dei concettisti ispanoamericani», Studi di Letteratura Hispano-Americana, 1, 1967, págs. 77-109, opina que «altre allusioni mitologiche vengono curiosamente trasfigurate (o sfigurate) dal malicioso spirito del poeta, trasportate cioè a quel livello di doppi sensi arditi o addiritura osceni di cui tante volte si è compiaciuto. Si veda il riferimento alle collone d'Ercole, su cui l'eroe aveva scritto non plus ultra, e che vengono trasposte a raffigurare una parte dell'anatomia di Galatea» (págs. 107-108).

 

53

El chiste sobre la identidad «mujer-ballena» tiene raíz conceptista. Véase L. Schwartz Lerner, Metáfora y sátira en la obra de Quevedo, Madrid, Taurus, 1983, pág. 37. El concepto «ballena», con una lectura textil, ya aparecía en la Fábula burlesca de Júpiter e Ío: «Por ser tan delgado el talle / nunca ballenas gastaba, / sino sardinas, porque una / sin mascar se la tragaba» (1681, vv. 57-60). Véase J. del Valle y Caviedes, Obra completa, pág. 582. Véase también el comentario de T. Barrera López, op. cit., pág. 25.

 

54

Sobre la «teatralidad» en la poesía de Caviedes, véase P. Lasarte, «La vieja y el Periquillo: una aproximación a la Lima de Juan del Valle y Caviedes», Esta, de nuestra América pupila: Estudios de poesía colonial, Calíope, IV, 1999, págs. 125-139 (pág. 129).

 

55

A. Higgins, «Subject and Carnivalesque in Colonial Satire: a Study of Juan del Valle y Caviedes's Coloquio entre una vieja y Periquillo a una procesión celebrada en esta ciudad», Calíope, III, 2, 1997, págs. 72-85, apunta que «the relaxation of women's sexual mores within the sphere of the carnival. Ostensibly, the logic informing the portrait of these women -presumably prostitutes- is that of grotesque realism, of a markedly material representation of female subjects and their sexual activities designed to bring down to earth the idealized image presented in the pastoral tradition» (pág. 81).

 

56

L. Schwartz Lerner, op. cit., pág. 63, juzga que «tarasca libera connotaciones grotescas. No sólo por la referencia implícita a la fiesta popular en la que se regocijaban con el monstruo; ya Covarrubias indica que la tarasca «espanta los muchachos» y por ello el lexema sugiere horror y espanto. Además, no dejaban de funcionar en la mente del receptor de la época otras connotaciones secundarias, ya que el monstruo era una «sierpe contrahecha» y la relación mujer-sierpe tiene una larga trayectoria satírica». Hay variantes en los manuscritos de la poesía de Caviedes que afectan a la dupla «gitanas / gigantas», «gigantilla / gitanilla», fruto, seguramente, de la paronimia interna: «gitanas gigantas», o viceversa.

 

57

F. de Quevedo, Obra poética, ed. J. M. Blecua, Madrid, Castalia, 1999, III, págs. 262-284: 1) Carta de Escarramán a la Méndez: «Ya está guardado en la trena / tu querido Escarramán, / que unos alfileres vivos / me prendieron sin pensar. / [...] / Como al ánima del sastre / suelen los diablos llevar, / iba en poder de corchetes / tu desdichado jayán. / [...] / A puras pencas se han vuelto / cardo mis espaldas ya; / por eso me hago de pencas / en el decir y el obrar. / Agridulce fue la mano; / hubo azote garrafal; / el asno era una tortuga, / no se podía menear» (vv. 1-76); 2) Respuesta de la Méndez a Escarramán: «Con un menino del padre / (tu mandil y mi avantal), / de la cámara del golpe, / pues que su llave la trae, / recibí en letra los ciento / que recibiste, jayán, / de contado, que se vían / uno al otro al asentar. / Por matar la sed te has muerto; / más valiera, Escarramán, / por no pasar esos tragos, / dejar otros pasar. / Borrachas son las pendencias, / pues tan derechas se van / a la bayuca, donde hallan, / besando los jarros, paz» (vv. 1-16); 3) Carta de la Perala a Lampuga, su bravo: «Todo se sabe, Lampuga; / que ha dado en chismoso el diablo, / y entre jayanes y marcas / nunca ha habido secretario. / Dios me entiende y yo me entiendo; / ya sé que te dan el pago / las señoras de alquiler, / las mancebitas de a cuatro» (vv. 1-8).

 

58

Según I. Arellano, Poesía satírico-burlesca de Quevedo, págs. 69-72, «la obsesión por el cornudo es un tema nuclear en la sátira de Quevedo. La lubricidad e infidelidad de la mujer pasa a segundo término para dar la preeminencia al tipo del marido consentidor». Sus palabras rigen para muchos de los textos de Caviedes.

 

59

J. P. Étienvre, «Juegos del hombre a lo político en tiempos de Carlos II», Márgenes literarios del juego, págs. 163-189 (págs. 165-167).

 

60

G. Bellini, Quevedo in America, 1974, pág. 27, ha relacionado este pasaje con el Sueño del Juicio Final de Quevedo.