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León Klimovsky, que nació en Argentina en 1900 (-1996), tiene una biografía bastante peculiar. Era médico y ejerció durante diez años como dentista. Le gustaba el cine y se fue introduciendo en la profesión como guionista. Llegó a España en 1955 para trabajar como actor y adquirió la nacionalidad española aunque también trabajó en Argentina e Italia. Su filmografía reúne 58 títulos de lo más variopinto. De tan extenso trabajo se suelen destacar El jugador (1947), La guitarra de Gardel (1949), Marihuana (1950), Salto a la gloria (1959), La colina de los pequeños diablos (1964), La noche de Walpurgis (1970), El mariscal del infierno (1974), Trauma (1977), La doble historia del Dr. Valmy (1978) y los nueve largos para televisión que constituyeron la serie La barraca (1978/9). De la década de los 60, próximas a la adaptación de la radionovela, se contabilizan los veintitrés títulos, a una media de dos largos anuales. En esta década se dedicó con asiduidad al spaghetti western. (N. del A.)



 

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Pedro Barea, (2000): Teatro de los sonidos, sonidos del teatro. Teatro radio-teatro, ida y vuelta, Bilbao, Universidad del País Vasco, p. 75. (N. del A.)



 

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Barea, op. cit., pp. 83-84. (N. del A.)



 

103

Manejamos la edición de Ama Rosa de 1981, Barcelona, Bruguera, Colección Naranja, con prólogo de Francisco Umbral. (N. del A.)



 

104

Barea, op. cit., p. 80. (N. del A.)



 

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Sobre estructuras y características discursivas de la radionovela véase el capítulo correspondiente en V.Guarinos: Géneros ficcionales radiofónicos, op. cit. (N. del A.)



 

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Puede verse también una completa relación sobre el cine americano y el español en el artículo de Antonio Checa «Cine y radio. Una mutua benevolencia», en AA.VV., (1998): Cien años de cine. La fábrica y los sueños, Sevilla, Facultad de Ciencias de la Información, pp. 134-143. (N. del A.)



 

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No es fácil hablar de una fecha concreta para establecer el arranque de la comunicación televisiva. Los primeros balbuceos del nuevo medio fueron en 1925, en Gran Bretaña, con una definición de veinticinco líneas; en 1927 en Estados Unidos (cuarenta líneas) y en 1929 en Francia (cincuenta líneas). Pero habrá que esperar a la década de los cuarenta para hablar de retransmisiones regulares. Algunos investigadores toman como referencia el año 1952, año en que la Comisión Federal de Comunicaciones puso fin a la congelación de concesiones en los Estados Unidos. Ese año ya había más de veinte millones de receptores en América y más de un millón en Europa. (N. del A.)



 

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«En cierto modo la televisión se manifiesta como un pariente próximo del automóvil y del avión, sirviendo de transporte para el espíritu». ARNHEIM, Rudolf, (1980): «Televisión», en Estética radiofónica, Barcelona: Gustavo Gili, página 165.

«La televisión está emparentada con el automóvil y el avión: es un medio de transporte cultural. Claro está que es un mero instrumento de transmisión, que no ofrece nuevos medios para la interpretación artística de la realidad, como la radio y el cine». ARNHEIM, Rudolf, (1957): «Pronóstico de la televisión», en El cine como arte, Barcelona: Paidós, 1990, páginas 140-141. (N. del A.)



 

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DE LAS CASAS, Enrique, (1959): «La televisión española», en MAY, Renato: Cine y televisión, Madrid: Rialp, página 279. (N. del A.)



 
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