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Cine de vanguardia en Aragón


Alberto Sánchez Millán





1. Para tratar el tema de las vanguardias cinematográficas en España es obligatorio acercarse al terreno de la producción independiente y amateur, aun cuando ello suponga aceptar como creación vanguardista un gran número de trabajos que no eran sino un ejercicio de mimetismo e imitaciones de lo que se había hecho en otras partes, cuando no un juego pretencioso de unas personas que descansan en el cine de pequeño formato las frustraciones profesionales o el fracaso o ineptitud en otros medios de expresión artística. La cinematografía vanguardista apenas ha existido en la industria cinematográfica española, ni siquiera mediante una producción estatal.

Esta circunstancia obliga a contemplar este tema desde la perspectiva de ese cine de producción independiente y marginal, realizada casi siempre en formatos reducidos. De no aceptar esto no podemos hablar de vanguardia cinematográfica en Aragón, región en la que esta circunstancia es evidente. Mal puede existir una experiencia de vanguardia en un lugar en el que no ha existido una industria cinematográfica sólida y continuada, salvo las cortas aventuras personales de los pioneros (Eduardo Jimeno Peromorta y Eduardo Jimeno Correas, Ignacio Coyne o Antonio de Padua Tramullas), la anodina y poco investigada Zaragoza Films, dependiente de la exhibidora Quintana, a principios de la segunda década del siglo; el comienzo de otro intento a finales de los años veinte y principio de los treinta, cuyos promotores esenciales fueron F. Castán Palomar e Ismael Palacio; y otro, ya reciente, en los años sesenta (Moncayo Films), que surgió con gentes de diversos sectores, unos procedentes de la industria cinematográfica (como Víctor Monreal), otros procedentes de las letras (Emilio Alfaro), de la fotografía y del campo amateur (José Luis Pomarón y José Antonio Duce), de la radio (Julián Muro), de la crítica (Manuel Rotellar), del cineclubismo, etc.

Ninguno de ellos hizo nada que pudiera considerarse vanguardia en formato de 35 milímetros y desde la industria, ni siquiera los que ya lo habían hecho desde la independencia y el amateurismo. Y desde ese cine independiente y amateur solamente podemos contar con unos pocos casos que realizaron su trabajo con una mínima seriedad, a pesar de la falta de medios, la marginalidad, la poca difusión y la casi nula trascendencia cultural, condiciones esenciales estas últimas para que el trabajo artístico tenga una validez.

Considerando pues este cine de 16, 9'5, 8 y super-8 milímetros, podríamos contemplar algunos títulos de interés cuya difusión no superó las sesiones minoritarias del cineclubismo o su presencia en festivales.

Sus características podemos resumirlas así:

- Producción independiente y, casi siempre, personal.
- Uso de formatos reducidos.
- Planteamientos no profesionales.
- Limitada difusión y trascendencia.
- Imitación de otros cineístas foráneos.
- Consciencia de las limitaciones (incluso frustración profesional en algunos casos).
- Desinterés total por parte de los sectores de la industria, incluida la crítica.
- Limitaciones creativas y de medios.
- Ninguna vinculación temática aragonesa.

2. Al igual que sucede en el cine comercial, los pocos aragoneses que han realizado cine con una finalidad experimental o vanguardista lo han hecho fuera de Aragón, y sólo en un caso cumpliendo esta militancia antiacadémica y esa transgresión de los códigos estéticos que ha de caracterizarlo.

Sería un riesgo reivindicar como vanguardista a Segundo de Chomón, descubridor e inventor de trucos, original e imaginativo a la hora de resolver problemas técnicos y narrativos en un cine que estaba comenzando a desarrollarse, aunque utilizase a menudo el humor y el absurdo.

El caso paradigmático de Luis Buñuel cumple todas las condiciones como cineasta de vanguardia más representativo, autor de Un Chien Andalou (1929) y L'Age d'Or (1930), las dos obras cinematográficas surrealistas por excelencia. Estos primeros títulos de Buñuel, así como su activismo junto al grupo surrealista de París y su trabajo en el Cine-Club Español y en La Gaceta Literaria, estuvieron muy vinculados a las vanguardias europeas (especialmente francesa) de los años veinte. Pero si la producción y la financiación han de marcar la «patria» de un film, Un Chien Andalou se hizo con dinero familiar enviado desde Zaragoza. No caeré en el chauvinismo de reivindicar este film como «cine aragonés»...

Sí que interesa, sin embargo, hacer referencia a los abundantes paralelismos que algunos autores han encontrado entre algunas características vitales del sentir aragonés y el cine de Buñuel, Saura, Borau, Palacios, Forqué y otros cineastas nacidos en Aragón, paralelismos que más bien surgen de la vinculación de la familia Buñuel con Aragón, por algunas características personales de Buñuel y que están basados más en los aspectos temáticos que formales de su cine. Ese presunto aragonesismo de Buñuel y de los demás cineastas aragoneses siempre se ha sustentado en el recuerdo de Goya (vanguardista en su época) y en algunos temas de su pintura (grabados de los Desastres de la Guerra, la Tauromaquia, los Disparates o las Pinturas Negras); o en la literatura, en la que existen unas pocas obras que podríamos enlazar con el tema que nos ocupa, en especial el Pedro Saputo, de Braulio Foz (1844), basado en un personaje folklórico, y en algunos poetas recientes; o en las costumbres, la etnología o concepción de la vida, como el caso de los mitificados tambores del Bajo Aragón, de los que lo primero que se pregunta el visitante es sobre su verdadero sentido religioso.

El cine y la obra literaria de Buñuel es más bien la consecuencia del contraste entre sus experiencias y educación de su niñez y primera juventud, con la estancia en la Residencia de Estudiantes y de su enriquecimiento cultural con García Lorca, Dalí, Pepín Bello y otros.

Entre las características que algunos han apuntado para identificar a estos cineístas como aragoneses, están las siguientes:

- Empleo directo o soterrado de la ironía, el sarcasmo y el humor.
- Capacidad para reírse de sí mismo.
- Utilización y uso del absurdo.
- Contradicciones personales, ideológicas y en el aspecto creativo.
- Anarquía y alejamiento de las normas y códigos establecidos.
- Contradictoriamente, un cierto sentido de la lógica.
- Presencia directa o indirecta de la muerte.

3. Hay que partir de que, en Aragón, había un total desconocimiento de las vanguardias por parte del gran público, incluso de muchos sectores culturales y universitarios, hasta fechas recientes. Tan sólo se dieron algunas sesiones o proyecciones aisladas, como las programadas por el Cine-Club Español a finales de los años veinte y principio de los treinta, por medio de su «sucursal» zaragozana, organizadas por un grupo de personas vinculadas con la prensa: Fernando Costán Palomar, Andrés Ruiz del Castillo, Tomás Seral y Casas, Bonifacio Fernández Aldona y otros. En su primera sesión oficial, como Cine Club Zaragozano (27/4/1930), fueron proyectados La Dama de las Camelias, Historia de la Brujería y Un perro andaluz.

Habría que esperar a los años cincuenta y sesenta, y a las sesiones de Cine-Club de Zaragoza y del Club-Cine Mundo (Cine-Club Saracosta) para que en Zaragoza volviese a ser proyectado cine experimental y de vanguardia. Y de estas proyecciones surge un interés por parte de unos pocos cineístas amateurs vinculados al Club-Cine Mundo y a la organización del Festival Internacional de Cine Amateur de Zaragoza. Por aquellas fechas ya existía algún conocimiento de algunas vanguardias clásicas, como Hans Richter, Walter Ruttmonn, René Clair, etc., así como otros creadores más recientes, como Norman Mclaren.

Sí que existió un movimiento pictórico abstracto muy temprano en Aragón. Zaragoza fue la primera ciudad española en la que se organizó una exposición pública de estas características (1949). Los grupos Pórtico y Zaragoza (nombre con el que los bautizó Jean Casou) supusieron un detonante en los ambientes culturales y artísticos zaragozanos y españoles, antes que lo hicieran otros, como el grupo «El Paso». Y a partir de ellos surgieron otras iniciativas que apostaron por la abstracción y la vanguardia.

Los cineístas, no obstante, tardarían unos diez o doce años para decidirse por esas experiencias de vanguardia siguiendo las corrientes informalistas o figurativas. Y eran los cineístas aficionados los que podían hacerlo trabajando esencialmente con material barato de 8 mm. Ni un solo cineísta de procedencia aragonesa que trabajase en la industria apostó por este tipo de cine, ni siquiera de forma independiente o como simple prestigio personal. Dadas las posibilidades existentes en la época, en la que todavía algunos profesionales gustaban del riesgo, podemos deducir que el vanguardismo no interesó ni a la industria como negocio ni a los cineístas personalmente.

Algunas de las primeras experiencias que se hicieron en el cine amateur zaragozano tuvieron una relación directa con las mencionadas experiencias pictóricas, incluso las mismas pinturas sirvieron de soporte de imágenes de algunos films. La amistad entre pintores, fotógrafos y cineístas, su pertenencia a los mismos grupos o peñas entonces existentes, el conocimiento y la llegada de los trabajos que se habían comenzado a realizar fuera de Aragón, hicieron posible la aparición de un cine de vanguardia de características parecidas al que se hacía en otras partes, principalmente en Cataluña.

Es de señalar, que salvo excepciones, los cineístas que intervinieron en este movimiento de los años sesenta ni siquiera se plantearon que sus films (en 8 o en 16 milímetros y a menudo en blanco y negro) pudieran tener la más mínima trascendencia cultural. En realidad eran más realistas que algunos cineastas que trabajaban para la industria en otras partes, los cuales hacían unos trabajos tan pretenciosos como los de los amateurs, con la voluntad de que trascendiesen en la historia. Hoy sus films se hallan tan en el olvido como los de los aficionados. Unos y otros, profesionales y no profesionales, fueron representantes de una burguesía que utilizó el cine como divertimiento, antes que como acto creativo con la finalidad de incidir en la sociedad y de revolucionar las formas. Hubo excepciones, naturalmente.

El cine amateur vanguardista aragonés se produjo en Zaragoza con unos planteamientos poco ambiciosos y no logró ninguna trascendencia cultural importante fuera de los círculos y sectores ya interesados. Y en el terreno industrial, sólo los casos de Buñuel y Saura pueden ser considerados.

4. La única industria cinematográfica aragonesa que ha tenido una existencia real, sólida y continuada, ha sido el sector de la exhibición. Curiosamente, la presencia de la vanguardia ha estado presente en dicho sector a través de la arquitectura y de la construcción de las salas.

Siempre ha habido un afán renovador por parte de los arquitectos que diseñaban y construían las salas de proyección cinematográfica en Aragón. Tres ejemplos resultan evidentes:

  • El Cine de Coyne, abierto en 1905, primera sala estable en Zaragoza, se construyó con una decoración modernista, vistosa y atrevida, que se adelantó unos años a la llegada de un estilo que tardó bastante tiempo en imponerse en la ciudad.
  • El Cine Goyo, construido en los años treinta con un diseño racionalista en exteriores e interiores y una novedosa distribución de espacios y de elementos decorativos. Su arquitecto fue Pascual Bravo. Hoy ha sido convertido en cuatro salas, pero se ha respetado en buena parte su fachada e interiores, a excepción de las salas.
  • El Cine Dorado, en el que el pintor Santiago lagunas realizó una avanzada y arriesgada decoración de formas abstractas en techos y paredes, coincidiendo con la llegada del abstracto a través de los mencionados grupos Pórtico y Zaragoza, a los que él pertenecía.



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Principales cineístas aragoneses con algún film de vanguardia


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Antonio Artero

Director que surgió del cineclubismo y del cine en pequeños formatos. Sus experiencias más interesantes se localizan entre 1967 y 1970, con algunos montajes y organización de sesiones de provocación, mediante la proyección «sin-película»: colas de celuloide, uso de comienzos y finales de los rollos de las películas, etc. Este trabajo de carácter nihilista fue paralelo al Anti Cine de Javier Aguirre. Sus títulos fueron: Del 3 al 11 (sucesión de colas de comienzo pegadas, de duración abierta); Pantalla en blanco, pantalla en negro (proyección de la luz de la linterna del aparato proyector, abriendo y cerrando continuamente la tajadera de seguridad, también de duración variable y voluntaria); Blanco sobre Blanco (dejando el proyector abierto y sin película).

Monegros (1968) es uno de los documentales más interesantes de la década, en el que se planteaba el irrealismo del cine y sus limitaciones y mediaciones temáticas y formales condicionado por los materiales de trabajo. Fue la consecuencia de la Conversaciones de Sitges, en las que tomó parte activa.

Entre sus largometrajes se incluye como cine de vanguardia Yo creo que... (1977), análisis y disección materialista del cine siguiendo las teorías de Christian Metz, los constructivistas, etc., en el terreno de la significación y el lenguaje.

La proyección de una de sus «no-películas» en Zaragoza, en 1971, en el transcurso de las primeras sesiones de «Cine realizado por aragoneses» organizadas por el Cine-Club Saracosta y patrocinadas por organismos oficiales, con la presencia de autoridades de la época en la sala, supuso una de las experiencias de provocación político artística más recordadas que han tenido lugar en Aragón.




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Pedro Avellaned

Fue director del Grupo 29 de teatro en los años sesenta, época en la que paralelamente realizó algunos films en 8 milímetros. Entre sus títulos, el que podemos considerar más avanzado es Tiempo de metal (1972), amarga y desesperada exposición sobre la violencia, realizado en largos planos y con una concepción muy personal de la narración, basada en la interpretación y las sensaciones. Dejó el cine para dedicarse a la fotografía, siendo hoy uno de los fotógrafos no profesionales más considerados por su imaginación y creatividad.




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Luis Buñuel

Realizador de dos de las más importantes obras de la vanguardia cinematográfica: Un Chien Andalou y L'Age d'Or.




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Cine-club Saracosta

En el seno del Club-Cine Mundo tuvieron lugar dos etapas, en las que algunos de los socios y componentes de dicha entidad cultural zaragozana llevaron a cabo interesantes experiencias cinematográficas en formatos no profesionales.

La primera etapa corresponde a la primera mitad de los años sesenta, la época dorada del cine amateur en Zaragoza. Una gran parte de los films que allí se hicieron fueron de carácter experimental, los cuales eran presentados como films de «fantasía» en los festivales nacionales e internacionales.

Si consideramos que la vanguardia, para que cumpla realmente su función, ha de tener una incidencia cultural y social destacable y una voluntad y postura vital de rebeldía por parte de los creadores, he de admitir que la mayor parte de los cineístas del Cine-Club Saracosta de aquellos años se mantenía dentro de un espíritu amateur conformista tradicional. Aún así, el conjunto de sus films componen la filmografía más interesante del cine experimental y de vanguardia hecho en Aragón. Entre los cineístas que más cine de este tipo realizaron se encuentran José Luis Pomarón, Luis Pedro Pellejero, José María Sesé, Fernando Gracia, Pedro Marqueta...

Entre 1971 y 1976 apareció un grupo de jóvenes más concienciado social e ideológicamente con unas posturas más radicales ante el hecho cinematográfico. Lo más interesante de su trabajo fue un film inacabado en 16 milímetros (Lo visible y lo invisible) y The Girl, en el que se presentaba una masturbación femenina en clave de humor. Pertenecían a este grupo, trabajando casi siempre en equipo, Miguel Ángel Melero, Juan Burillo, Fernando Biel, Tirso Marzo, Ángel Gil Orrios, etc.




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Fernando Gracia / Pedro Marqueta

Médico psiquiatra el primero y arquitecto el segundo, realizaron en 1964 un film de un único rollo (unos 3 minutos de proyección), en el que no utilizaron tomavistas, tratando el celuloide con productos químicos, tintes y trabajo manual. Impacto fue un revulsivo contra el cine amateur tradicional.

Ambos pertenecieron luego al Grupo Eisenstein.




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Grupo Eisenstein

Unión de varios cineístas amateurs por José Luis Rodríguez Puértolas aproximadamente entre 1968 y 1971. De él formaron parte Mariano Baselga, Fernando Gracia, José Luis Alonso. Pedro Marqueta, Emiliano Puértolas, Joaquín Gozo,... hasta unas treinta personas, que pertenecían a grupos teatrales, prensa y radio, etc., dentro todos del ambiente universitario. Su variada filmografía tocó los géneros y temas más variados (el cómic, la política, el thriller, el musical, la psicología, etc.). Los dos títulos que podrían incluirse como vanguardia son Tiempo en gris (1967-1968) de J. L. Rodríguez Puértolas, de complicada estructura narrativa, y Por ejemplo, mudejar [sic]... (1969), realizado en equipo por Mariano Baselga, José Luis Alonso, Fernando Gracia y Pedro Marqueta, después de una escisión entre algunos componentes del grupo. Este último es un documental anárquico realizado con unos planteamientos impresionistas.

Con el ingreso en la Escuela Oficial de Cinematografía en Madrid de Rodríguez Puértolas y Baselga, aunque se llegó a realizar un film en Madrid, se disolvió el grupo y quedaron inacabados otros proyectos.




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José Antonio Maenza

Se trata de un personaje del que no ha quedado nada de su corta filmografía, convirtiéndose en un mito de una época en la que los jóvenes se nutrían demasiado de la esperanza. Entre 1968 y 1974 tuvo una actividad cinematográfica atípica y paralela a otras culturales y literarias en el seno de la universidad y de los ambientes ciudadanos.

Ácrata, poeta, gran fabulador, sus planteamientos ante el cine eran personales, comprometidos y bastante alejados de lo que entonces se hacía en Barcelona o Madrid, de los que sólo tomaba algunas influencias formales. No entendía nada de técnica cinematográfica, pero supo reunir y comprometer a un buen número de personas en un proyecto cultural y cinematográfico vivo. En realidad llegó a unificar su vida y el cine como nadie lo ha hecho nunca en Aragón. Pero chocó con la realidad, y sus utopías no fueron posibles.

Su principal trabajo fue un film-collage inacabado titulado El lobby contra el cordero, realizado en 16 milímetros, que no llegó a ser sonorizado, y con una gran parte de material inutilizable o, más tarde, secuestrado por la policía.

Luego se trasladó a Barcelona, donde comenzó el rodaje de un largometraje (Beance, 1970) que tampoco quedó concluido, a pesar de que en la producción estaban nombres como Pere Portabella o Pere Fages. Finalmente residió en Valencia.

Otros films de ese turolense, poeta, escritor, activista cultural e ideológico, fueron Orfeo herido en el campo de batalla (1973) y De la cábala 9 en 16 para 4 en 8 (1974), cuyos paraderos se desconocen.

Maenza, por todo lo anterior, se ha convertido en el caso más representativo del cine vanguardista e independiente en Aragón, es decir, de un cine frustrado, imposible e inexistente.




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Luis Pedro Pellejero

Arquitecto y profesor de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, sus films experimentales eran realizados utilizando como motivo formal materiales diversos (la arcilla, el barro, los papeles de celofán, las luces de colores, etc.), filmando fotograma a fotograma o con golpes de cuatro o cinco fotogramas. Se retiró del cine cuando apareció el super-8 milímetros, como protesta contra lo que consideró un ardid comercial.

Los films que nos interesan de su filmografía son: Euritmia (1962), sucesión de formas abstractas mediante la técnica del collage con un montaje rítmico; Plástika (1963), movimiento de una masa plástica utilizando las luces y el procedimiento de la animación, y Cromática (1963), realizado con papeles de celofán y movimiento de luces.




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José Luis Pomarón

Fotógrafo de profesión y pintor de afición, comenzó su dedicación al cine en 1954 y está considerado como el cineísta independiente y amateur más representativo de Aragón.

Junto con Emilio Alfaro, como guionista, y Manuel Rotellar, como actor, logró algunos de los films más valiosos del cine amateur zaragozano, algunos de los cuales fueron conscientemente vanguardistas.

En el terreno profesional formó parte de la productora Moncayo Films, junto a José Antonio Duce (fotógrafo), Víctor Monreal (director de fotografía), Julián Muro (director de Radio Zaragoza), Emilio Alfaro (escritor), etc.

En su filmografía no profesional pueden incluirse como trabajos de vanguardia los siguientes: Fluctuaciones, sobre pinturas de José Orús; Sic Semper (1961), film imaginativo, curioso y libre sobre la psicología de los colores; también algunos aspectos de El Rey, El corazón delator y El pisador de sombras.




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Carlos Saura

Director que ha realizado algunos de los films españoles más importantes de las últimas décadas. En ellos se incluyen abundantes apuntes surrealistas, una personal concepción de la manipulación del tiempo en el cine y citas e influencias de Buñuel.




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José María Sesé Marzo

Su primer film fue realizado a partir de obras pictóricas de Ricardo Santamaría, Juan José Vera y Ricardo Sahún, componentes del Grupo Zaragoza. En realidad, la vanguardia de Abstracción ritmo formal se hallaba más en las pinturas que en el film. Toda su filmografía posee una intencionalidad experimental, lo mismo que la pintura que ejecuta últimamente.

Entre los títulos más significativos se encuentran: Dinámica (1964), realizado mediante montaje de primeros planos de diversos materiales; Ondulante (1966), fotografiando reflejos en el agua; Fiesta con sangre (1966), montaje abstracto antitaurino; La guerra (1966), temas con una intencionalidad pacifista, y Ensayo espacial (1968), a partir de efectos de luz.




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Raúl Tartaj

Coleccionista y especulador de películas de todo tipo con las que ha conseguido reunir una filmoteca privada de interés, aunque heterogénea.

En 1961 y 1964 realizó un par de proyecciones con un variado material de montaje realizado con algunas de las copias que él poseía, mezclando escenas, planos, secuencias. El material resultante fue bautizado con el título de Variesfilmon (varios films montados). Más que un trabajo con intencionalidad vanguardista, fue un recreamiento lúdico a partir de la destrucción del trabajo de otros.

Por último, queda por mencionar la existencia de algunos grupos de aficionados más actuales (años ochenta) que han realizado alguna experiencia al margen de la narrativa tradicional. En Teruel (ciudad en la que ha surgido un importante movimiento cinematográfico y de vídeo en los últimos años) han aparecido dos grupos con una intencionalidad ensayística y abierta. Son la Estética Moderna, com puesto por Félix Serna y Ángel Gonzalvo, y San Gría Films, en el que han participado Tomás Pérez, Fermín Pérez y J. M. Feliz de Vargas.

Últimamente, Fermín Pérez ha fundado la productora Savijuc y ha filmado en 35 milímetros un documental sobre el arte mudéjar basado en el montaje, la imagen y la música. Y en Zaragoza se ha constituido el Grupo Alucine.








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Nota final

Como apunte final es de destacar que, a pesar de que en Aragón no se ha producido desde la industria del cine ni un solo film vanguardista y de que los intentos y trabajos del cine amateur tampoco han sido significativos, ha existido siempre en Zaragoza una aceptación de los movimientos vanguardistas plásticos (pintura y escultura), así como la existencia de escritores y especialistas que han estudiado el tema de las vanguardias, como José Francisco Aranda o Federico Torralba, y desde el periodismo y la crítica, es destacable la labor de Manuel Rotellar.

En cuanto a las entidades y asociaciones que han servido de plataforma para informar y dar a conocer el cine de vanguardia, se encuentran el mencionado Cine-Club Zaragozano (1930-9132), el Cine Club Zaragoza y el Club-Cine Mundo (Cine-Club Saracosta) en los años cincuenta, el Cine-Club Saracosta en los años sesenta y el Cine Club Gandaya a partir de 1978. Se han ofrecido sesiones también en al Instituto Alemán de Cultura y en el Instituto Francés de Zaragoza. En los últimos años es de resaltar la labor del Patronato Municipal Filmoteca de Zaragoza y, en lo que atañe al vídeo, la labor cultural de la Diputación Provincial de Zaragoza. Y en Huesca y Teruel, los festivales cinematográficos. En otras entidades o instituciones la inclusión del cine de vanguardia dentro de sus actividades ha sido nula o muy esporádica.






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