| Dame otra vez tu cuerpo, sus racimos oscuros para que de ellos mane | | |
| la luz, deja que muerda tus estrellas, tus nubes olorosas, | | |
| único cielo que conozco, permíteme | | |
| recorrerte y tocarte como un nuevo David todas las cuerdas, | | |
| para que el mismo Dios vaya con mi semilla | | |
| como un latido múltiple por tus venas preciosas | | |
| y te estalle en los pechos de mármol y destruya | | |
| tu armónica cintura, mi cítara, y te baje a la belleza | | |
| de la vida mortal. | | |