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Memorial de Fr. Bartolomé de las Casas, obispo que fue de Chiapa, en favor de los indios de Nueva España.

     Muy poderoso Señor: -El obispo que fue de Chiapa beso las manos de V. A. y suplico plega saber, cómo por aviso que tengo de la Nueva España por cartas, todos los indios della padecen nuevas opresiones, vejaciones y angustias por las nuevas calumnias e invenciones de los comenderos que no se hartan de chupallos la sangre; y si V. A. no les van a la mano, ellos los acabarán, como han hecho tan grandes y luengas tierras, y así me lo escriben diversos religiosos y personas seglares, a quien se debe dar crédito. Y las mismas angustias y más recias padecen los indios que están en cabeza de S. M., y andamos acá muriendo porque se pongan en su real cabeza, y no medran, mas antes tienen peor estado, por ser los oficiales no de más estrechas conciencias que los demás, según muestran por el poco consuelo y favor y descanso que dellos los indios reciben. Ellos y los comenderos han inventado que se tornen a visitar los pueblos y contar los indios dellos, alegando que cuando los visitadores pasados los visitaron, se escondieron muchos dellos por no tributar, y que aquello se les debe como si fueran bienes de las viñas de sus padres, o de rentas muy bien ganadas, o de esclavos de Berbería, que por sus lanzas ovieran captivado. El audiencia que está bien aparejada para favorecer y hacer ricos a los españoles, más que para sobrellevar y adelgazar las intolerables cargas angarias y perangarias(56)

que padecen los ya desollados, e infinitos que con esta vida del todo los cueros con perdella les han quitado, lo han mandado como se lo pidieron ejecutar; y a esto ha ayudado la cédula que V. A. mandó, por las informaciones falsas que acá se escribieron, despachar. De donde ha sucedido que se les han quitado lo poco que tenían o les quedaba para tener en sus comunidades para suplir muchas necesidades, como para obras públicas, y salarios de gobernadores y otros oficiales, y cosas cultu divino, y mantenimiento de los religiosos y otros gastos tales, por manera que ninguna cosa les queda sino que todo lo que al alcanzan, y todo el ser que tienen ha de ser para cumplir los tributos de los comenderos que se están en México pompeándose; y de los primeros que han sido más agraviados son los pueblos de Guaxocingo y Tepeaca que están en la cabeza real, los cuales han clamado y claman que los desagravien; pero hales aprovechado nada, y así están y estarán, porque se da la voz al fiscal, y porque trabaja de mostrar que sirve a S. M., en el cual servicio plega a Dios que yo no tenga parte, antes me la dé Dios en las lágrimas y angustias del indio desventurado, que ni sabe ni osa quejarse, ni pedir su justicia, y ya que la pida y ose pedirla, no se le hace.

     Allégase a sus trabajos y probeza, que muchos de los indios macehuales no tienen tierras en que labrar, y alquilan tierras que son de los indios principales proprias, por las cuales pagan otro tributo, y así son cargados y vejados con dos cargas de tributos, y sabe Dios lo que se les sigue de angustias más por estas causas.

     Asimismo padecen los indios de aquella Nueva España otra vejación e injusticia gravísima, que viniendo los años trabajosos y estériles por falta de aguas, o por la mucha langosta que nace, o por enfermedades y muertes de la gente, vienen de sus provincias y tierras con los trabajos que se pueden considerar a referir sus angustias y pedir relajación de los tributos: el remedio que hallan en el audiencia es que mandan citar al fiscal, si los indios están en cabeza del rey, o al comendero, y envían personas que vayan a averiguar si aquello es verdad; y traída la averiguación mandan dar treslado al fiscal o al comendero, y así hácenlo pleito ordinario, y los indios que vienen de treinta y cuarenta y cincuenta leguas, con lo que han de comer en México a cuestas, qué remedio ternan, y qué han de pagar al procurador y al letrado. El remedio desto es que V. A. mande que el visorey o el audiencia mande de su oficio por fieles personas que se averigüe la verdad cuando vinieren tales quejas, y determinen según derechos lo que en ello les pareciere, y aquello valga sin que haya pleito, ni se dé lugar a suplicación ni haya dilación alguna, con la cual agentes (sic) padecen grandes injusticias y agravios. Padecen otros grandes daños comúnmente con la dilación de todos los pleitos, que se gastan, y por esperar el fin del pleito, allí se mueren fácilmente, o por venir de tierra caliente o de fría &c. Conviene que al menos cuando estuvieren los pleitos conclusos, sean a todos preferidos. Suplico a V. A. los mande remediar con justicia.

     En el sobre: «Del obispo de Chiapa que fue. Que se proveerá lo que convenga».

     (Original).

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