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1

17-4. El texto: «nombrar». (N. del E.)1.1

 

1.1

[El aparato crítico del original aparece en Comedias y entremeses, tomo I, edición de R. Schevill y A. Bonilla, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez, 1915, páginas 359 a 364 (N. del E.)]

 

2

17-7. Don Manuel Ponce de León, que asistió a la toma de Granada por los Reyes Católicos, y de quien refieren los romances singulares proezas. Véase el Romancero general de Durán, II, núms. 1128 y siguientes. Compárese Gallardo, Zarco y Sancho, Ensayo de una Biblioteca, etc.; III, col. 1062. (N. del E.)

 

3

21-12. Luis Cabrera de Córdoba (Historia de Felipe II; Madrid, 1876; I, 143), tratando de cómo el conde de Alcaudete se confederó con el xarife y los meliones para conquistar a Mostagán, habla de los alárabes habitantes «hacia Libia, en el desierto de Tegararín, que son meliones o galanes de Meliona, ciudad doce leguas de Argel a su poniente, o de Meliona, provincia suya sin dependencia de señor». (N. del E.)

 

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26-2. El texto: «salgre». (N. del E.)

 

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26-25. Parece dar a entender Cervantes que el apellido Cebrián, en árabe, significa lacayo o mozo de caballos; pero no hallamos tal vocablo ni tal acepción en los diccionarios de aquella lengua. No por eso juzgamos que Cervantes se equivocó, porque suele acertar en las interpretaciones que de esos vocablos hace. Cebra, según el Diccionario académico, es «voz etiópica»; pero en el Fuero de Plasencia (edición Benavides, caps. DCLIV a DCLVIII) hallamos como nombres de animales azebra y ezebra, con la probable equivalencia del onagrus o asno salvaje. (Compárense: Fuero de Zorita de los Canes, edición Ureña, caps. DCCXXXVI a DCCXLIV; Forum Conche, edición Allen, cap. XXXV, núms. 1, 3, 4, 7 y 11.) En árabe,

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(chábron) significa esclavo. Lo probable, acerca de todo esto, es que hubiese alguna confusión en la mente de Cervantes. Cebrián, como es sabido, es forma arcaica de Cipriano, nombre que llevan varios santos de la Iglesia católica, entre ellos el que fue obispo de Cartago, cuya festividad se celebra el 16 de setiembre. (Consúltese al P. Rivadeneyra, Flos Sanctorum de las Vidas de los Santos, etc.; Barcelona, 1790; III, págs. 41 y siguientes.) Probablemente alude a este santo el famoso romance viejo (núm. 24 de la Primavera de Wolf-Hofmann), fundado en el segundo cantar de los infantes de Lara:


    «Pártese el moro Alicante
víspera de sant Cebrian;
ocho cabezas llevaba,
todas de hombres de alta sangre.»



El vocablo arábigo a que se refiere Cervantes debe de ser

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(sabiyon), que Dozy traduce «page», y que, según Kazimirski, significa «enfant mâle, garçon», y por extensión, «homme au service de quelqu'un». (N. del E.)

 

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35-16. El texto: «Anellaneda». (N. del E.)

 

7

37-4. El texto: «has». (N. del E.)

 

8

37-23. Puesto que olear no tiene otras acepciones que las de dar la Extremaunción y aceitar o echar aceite, y orillo es «el extremo del paño, que se hace de lana basta y grosera» (Covarrubias), resulta ininteligible la frase que anotamos. Parece lógico pensar que haya errata en la edición de 1615, y, en tal supuesto, no vemos inconveniente en admitir la conjetura del señor Puyol y Alonso, para el cual diría el original: «Entra... Buytrago, vn soldado, con la espada sin bayna, o liada con vn orillo, ...» Mateo Alemán (Guzman de Alfarache, I, 3, 3.º), escribe: «metiamos las piernas en vendos, que colgaban del cuello, o los brazos en orillos». Si los brazos se metían en orillos, también podían meterse las espadas, haciendo el orillo las veces de vaina. También pudiera ponerse una coma después de «oleada», vocablo con el cual daría a entender Cervantes que la espada no servía para nada. Según el Diccionario de Autoridades, estar oleado significa «no tener ya remedio alguna cosa, y assí se dice: este negocio está oleado». El orillo podría ser entonces la materia del cinturón o ceñidor que Buitrago llevaba.

La lección o liada puede justificarse con los dos siguientes textos:

«SEMPRONIO.- Mejor estó yo, que tengo liado el broquel e el espada con las correas, porque no se me caygan al correr.» (La Celestina, edición Cejador, II, página 95, aucto dozeno.)

«Un soldadillo leonés ... trahia ... una espada del cornadillo en una vayna de orillos.» (La pícara Justina, tomo II, pág. 149, edición Puyol y Alonso.)8.1 (N. del E.)

 

8.1

[«La lección... Alonso.)» añadido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

9

38-7. El Santinuflo o Santenuflo de La Tía fingida (véase la edición Bonilla; Madrid, 1911; págs. 33 y 139), que para unos fue «un ermitaño célebre de aquel tiempo», y para otros, San Onofre. Covarrubias trae la equivalencia Nufla = Nofre = Jofre = Onofre = Onufrius. Lo probable, en efecto, es que se trate de un ermitaño. Tirso, en la comedia Desde Toledo a Madrid (II, 12), pone en boca del cochero Medrano las palabras «¡Voto a San Nuflo!» Si Nuflo es Onofre, Santenuflo y Santinuflo pueden también ser San Onofre. (N. del E.)

 

10

44-2. El texto: «traxo». (N. del E.)