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Comedia nueva de Si el amor excede al arte, ni amor ni arte a la prudencia

Eusebio Vela



 
TELÉMACO,   galán.
IDOMENEO.
NARBAL.
MENTOR,   barba.
RANACUAJO,   1er. gracioso.
TRIFÓN,   2º. gracioso.
PLUTÓN.
CALIPSO,   dama.
ÉUCARIS,   dama.
SIRINGA.
LEUCOTOE.
MINERVA.
CUPIDO.
LAS FURIAS.
NINFAS,   acompañamiento.
MÚSICA.





ArribaAbajoJornada primera

 

Estará el teatro de selva; y sale CALIPSO.

 
CALIPSO:
En aquesta espesura,
cuya crespa maraña que el mar riega,
al que verle procura
tal vez se le concede, y tal se niega,
¡en acecho de Ulises, con enojos5
sus ondas mirarán mis tristes ojos!
¿Por dónde Ulises fiero
huyó de mis halagos amorosos?
Mas, ¡ay!, ¡que en vano espero
alivio en mis tormentos lastimosos! 10
Si tirana, infeliz mi triste suerte,
inmortal me hizo por dolor más fuerte,
¿de qué me sirve (¡ay, triste!)
que mi deidad domine con violencia
en todo cuanto insiste15
y que alcance el imperio de mi ciencia
mover los montes y parar los ríos,
cuando mover no puede sus desvíos?
¡Oh, qué bien «cauteloso
Ulises» te apellidan las naciones, 20
puesto que, cariñoso,
cubriste tus tiranas intenciones,
y al buscarte mi amor, de halagos llena
no te encontró mi fe, para más pena!
¡Oh, tú, encarnada rosa25
que suspirando exhalas la fragancia,
porque la impetuosa
saña del noto y rígida arrogancia,
de aquel clavel el vástago ha tronchado,
y tirano le aparta de tu lado! 30
¡Oh, tú, yedra que el lazo
aprietas en el tronco de aquel olmo,
y ya, no por abrazo,
sí porque el viento en el frondoso colmo
con ráfagas luchando, cruel porfía35
en quitarte tu amada compañía!
¡Y tú, tórtola amante,
que llorando la ausencia de tu esposo,
siempre estás más constante,
negándote del nido al fiel reposo! 40
¡Aunque todas sentís lo que yo siento,
no podréis igualarme en el tormento!
¿Cómo, Jove tonante
pues te toca mi agravio, no me vengas?
Ingrato, infiel amante,45
de Neptuno arrojado, roto vengas
otra vez a esta isla, y mi deidad
escuche que decís:
VOCES:

 (Dentro.) 

Dioses, ¡piedad!
CALIPSO:
¡Pero, qué oigo y veo, cielos!
Una nave combatida 50
de las dos contrarias fuerzas
de agua y viento allí se mira,
las gavias y entenas rotas,
sin timón que la corrija,
que entre embates fluctuando55
a cada vaivén la quilla
descubre desbaratada,
y de la aviada impelida,
en aquellos arrecifes
viene a dar. Si es que movidas 60
las deidades de mi agravio,
la venganza me encaminan.
¿Y es el cauteloso Ulises?
Mas si no miente la vista,
o mi deseo, el que viene65
en la popa, entre fatigas,
clamando a los dioses, es;
acercaréme a la orilla
para enterarme mejor.

 (Vase.) 

 

Ábrese el foro; y se ve una nave fluctuando, medio desbaratada, y en ella, TELÉMACO, MENTOR, RANACUAJO y MARINEROS.

 
TELÉMACO:
¡Piedad, dioses!
1º Y 2º MARINEROS:
Cía, vira;
70
no demos en esa roca.
TELÉMACO:
¿En qué está de mí ofendida
vuestra deidad, sacro Jove,
para examinar tus iras?
MENTOR:
No desmayes, Telémaco,75
que en las dichas y desdichas
debe el gran hijo de Ulises
estar igual.
RANACUAJO:
¡Madre mía,
ya tu hijo Ranacuajo
será racional sardina! 80

 Sale CALIPSO

CALIPSO:
Desde esta parte mejor
los míseros se divisan;
pero él es: supremos dioses,
suspéndase vuestra ira;
llore yo su ingratitud,85
y Ulises dichoso viva.
VOCES:

 (Los MARINEROS.) 

¡Ya da la quilla en las peñas!
TODOS:
Vuestra piedad nos asista,
sacro Jove.

 Despedázase en cuarteles la nave. 

RANACUAJO:
¡Ay de mí!
¡Que se hunde!, ¡que se empina!, 90
¡que se hiende!, ¡que se raja!,
¡se parte!, ¡se descuartiza!,
¡se trastorna!
CALIPSO:
Ya en cuarteles
la nave está dividida;
mas no importa, si a mi arbitrio95
están los monstruos que habitan
las alcobas de Neptuno.
¡Ah, olas, entrañas frías
del mar, oíd!
MÚSICA:
¿Qué nos mandas?
 

Puéblase el mar de sirenas y de monstruos marinos; y se pondrán encima TELÉMACO, MENTOR y RANACUAJO, a su tiempo.

 
CALIPSO:
Que falúas sensitivas 100
siendo de esos infelices,
los conduzcáis a la orilla.
MÚSICA:
Naufragantes dichosos,
pues Calipso divina
de vosotros se apiada,105
llegad adonde os sirvan
nereidas y tritones
de carrozas marinas.
 

(Suben en los monstruos.)

 
TELÉMACO:
Sin duda los altos dioses
de nosotros se lastiman. 110
RANACUAJO:
¡Sin duda que éste es milagro
de la bruja de mi tía!
MENTOR:
Para ocultar mi deidad,
fuerza es que su amparo admita.
CALIPSO:
Conducidle hasta mis brazos,115
donde admire mis caricias.

 (Andan.) 

RANACUAJO:
Poco a poco, por las piedras,
¡que los golpes me lastiman!
 

Van pasando con ellos mientras cantan.

 
MÚSICA:
Surcad, surcad, tritones,
nereidas, a la orilla, 120
siendo timón las colas
de escamas guarnecidas;
virad, virad, a tierra,
y las voces repitan,
sirviendo de clarines:125
¡viva Calipso, viva!

 (Ocúltanse.) 

CALIPSO:
Ya hasta tierra le han sacado
con otros dos (¡alma, albricias!);
nunca mis encantos fueron
para mí de más delicia; 130
ninfas, sátiros y faunos,
conducidlos a mi vista.
 

Salen TELÉMACO, MENTOR y RANACUAJO.

 
MÚSICA:
Venid, navegantes,
a ver la divina
Calipso; venid,135
corred, llegad aprisa.
MENTOR:

 (Aparte.) 

¡Ay, Telémaco, de ti!,
¡qué de riesgos se conspiran
a perturbar tu constancia,
y tu inquietud solicitan! 140
TELÉMACO:

 (Aparte.) 

¡Cielos, cuanto miro dudo
si es verdad, o es fantasía!
RANACUAJO:

 (Aparte.) 

¡Si se me ha quitado el lobo,
o le tengo todavía!
CALIPSO:
Llegad; mas, ¿qué es lo que veo?145
Mintióme la aprensión de mi deseo
si es que advierto, en tan claros desengaños,
siendo mi pena más, menos sus años.
TELÉMACO:
Emulación hermosa de Dïana,
si eres quien nos libró de la tiran 150
suerte que nos destina
la cólera del mar; si eres divina
ocasión que el naufragio hizo propicio,
a tus pies, en humilde sacrificio,
ya postrados nos tienes.155
 

(Arrodíllanse los tres.)

 
CALIPSO:
Hombre mortal que a perturbarme vienes,
di si acaso has venido
a aumentarle la guerra a mi sentido,
¿quién eres?, que se admira
mi duda tanto más cuanto te mira. 160
TELÉMACO:
¿Luego haberme del riesgo defendido
fue porque por otro me has tenido?
CALIPSO:
Es sin duda. ( Aparte.  ¡Mi pecho un hielo fragua!)
RANACUAJO:

 (Aparte.) 

¿Cuánto va que nos vuelve a echar al agua?
MENTOR:

 (Aparte.) 

Como él es de su padre viva copia,165
se confunde en sus señas ella propia.
TELÉMACO:
¡De que soy infeliz me desengaño,
pues si alcancé piedad fue por engaño!
CALIPSO:
Di, ¿quién eres?, que el verte más me ofusca,
y a quién encuentro en ti, mi duda busca.170
TELÉMACO:
Yo soy, deidad divina, el desdichado
hijo del sabio Ulises, que acosado
de la adversa fortuna, a tus pies llega.
CALIPSO:
¿Hijo de Ulises?
TELÉMACO:
Sí, que nunca niega
el ser que le ha debido generoso175
mi noble fe.
CALIPSO:
( Aparte.  ¡Oh, ingrato cauteloso!)
¿Pues qué suceso ha sido
el que a surcar el mar os ha traído?
TELÉMACO:
Si atenta me escucháis, creo merezca180
de mis adversidades se enternezca
vuestra deidad.
CALIPSO:
Decid, que ya os escucho.
( Aparte . Con nuevo afecto (¡ay, infelice! lucho.)
TELÉMACO:
Hermosísima deidad,185
que deidad es bien que crea
a quien desdice de humana
tan divina gentileza:
Yo soy Telémaco, hijo
de Ulises, en quien se prueba190
de la fortuna inconstante
lo instable aun en ser adversa,
pues en medio de un naufragio
hizo que a tus plantas venga.
Ítaca es mi patria, adonde195
nací; sin duda, a que fuera
roca expuesta a los embates,
sin que desquiciarla puedan
tantas olas de desdichas,
ni piélagos de influencias.200
Penélope, que es mi madre,
que llora la amarga ausencia
de mi padre, sin saber
(desde la ruina funesta
de Troya) si es vivo o muerto,205
que salga en su busca ordena,
sin dejar reino, provincia,
isla, ciudad, villa, aldea,
monte, valle, puerto y playa,
por el mar y por la tierra,210
que el rumbo no le penetre,
y la noticia no inquiera,
hasta llegar a alcanzar
la segura inteligencia,
si vive, de su fortuna,215
si es muerto, de su tragedia.
Salí aboyando a ese monstruo
la cerviz de espuma crespa,
en un bajel prevenido
de los náuticos que sepan220
los más ignorados climas,
las regiones más opuestas.
Navegaba confiado
de aquella confusa ciencia,
que sus aciertos dependen225
de observación de una estrella
(¡qué difícil será el arte
que para acertar es fuerza
medir las distancias que hay
desde el cielo hasta la tierra!),230
y bien se vio, pues perdiendo
el rumbo que nos gobierna,
anduvimos tan a tiempo
que ya el bastimento apenas
nos podía mantener235
dos días, de tal manera
que echamos suertes porque
al que la suerte cupiera
fuera infelice por suerte
y vïanda humana fuera240
de la cruel necesidad
de otros humanos. ¡Qué adversa
esta hora! ¡Oh, qué trance
tan amargo es el que fuerza
a que para que unos vivan245
es forzoso que otros mueran!
Y cuando ya por instantes
la hora esperaba postrera
un infeliz, que la suerte
cayó en él, una desierta250
isla inhabitada vimos,
y para poder en ella
hacer aguada arribamos,
y al desembarcar, las fieras
hambrientas nos aguardaban255
para cebar su braveza.
Considere tu deidad
en confusión como aquesta:
¿qué haría quien esperaba
el ser de su especie mesma260
pasto infeliz en el mar,
o ser pasto en la ribera
de los brutos? Aunque es cierto
que más bruta es la perversa
necesidad, pues obliga265
a hacer cosas que no hicieran
los brutos e irracionales,
ni las indómitas fieras.
En aquesta confusión
vimos bajar de un sierra270
un hombre, según la forma
que confusa ver se deja,
a quien las fieras postradas,
sin ninguna resistencia,
al ímpetu de su voz275
le rindieron la obediencia.
Mandóles que se apartasen
de aquel paraje, a que ellas
con obedecerle mansas
le volvieron la respuesta,280
y acercándose a la orilla
dijo, en voz, de esta manera:
«Infelices navegantes,
a quien la fortuna opuesta
persigue, si acaso vais285
sin bastimento, y es esa
la ocasión que a aquesta isla
os conduce, en hora buena
vengáis, llegad, y hallaréis,
con voluntad lo que en ella290
hubiere.» Y aunque confusos,
admitimos las ofertas,
porque la ocasión no daba
lugar a pensar quién fuera.
Saltamos, pues, en la playa,295
y en palabras halagüeñas
me preguntó (con la causa
de aquel arribo) quién era.
Díjeselo, con mi intento;
y él con los brazos promesa300
me hizo (al oír mi designio)
de acompañarme; éste era
Mentor, que es el que miráis,
que como padre me cela,
como amigo me acompaña305
y como maestro me enseña,
a quien mi cariño ama,
mi veneración respeta
como padre, maestro, amigo,
pues no sé qué oculta ciencia310
a este respeto me mueve
y a este cariño me fuerza.
Lo que a seguirme le obliga,
según me ha dicho en diversas
ocasiones, es que un hijo315
de tal padre, a quien vocea
(por todo el orbe) la fama,
el sabio Ulises, no pierda
aqueste renombre, y él
aconsejarme protesta320
por estorbar que mi oído
a las voces se adormezca
de engañosos cocodrilos
y de halagüeñas sirenas;
pues son en las cortes siempre,325
por turbar a quien gobierna,
sirenas y cocodrilos
los lisonjeros que fuerzan
a los príncipes a que
se dejen llevar de aquellas330
cadencias de la lisonja
que matan aunque deleitan,
y ensordecen el oído
a la verdad, que no suena
bien la realidad a quien335
los oídos paladea
con adulaciones dulces;
porque amarga la aspereza
de la verdad al que siempre
de lisonjas se alimenta,340
y, como manjar extraño,
ni le gusta ni le asienta.
Después que en aquella isla
nos proveímos de frescas
frutas y delgadas aguas345
y unas raíces que eran
muy tiernas y substanciales,
con que la falta suplieran
de pan o bizcocho, dimos
al aire hinchadas las velas,350
engolfándonos alegres,
fïados, en la inclemencia
del aire y agua. ¿Qué bruto
hay, que de su centro quiera
salir? El pez surca el agua,355
el ave el aire navega,
la salamandra en el fuego,
y aun los brutos en la tierra,
como a su madre piadosa,
habitan, y no la dejan.360
Y el hombre, con más sentido,
deja su centro y se entrega
en manos de sus opuestos.
Pues, ¡qué buen suceso espera
quien se expone de la mar365
al riesgo de si se altera,
a la cólera del noto
si sopla irritado o llega
a calmar, pues de ambas suertes,
si es que se irrita le anega,370
si calma no le conduce
a aquel puerto que desea!
¡Oh, viveza del discurso,
y cuántas desgracias cuestas!
Bien lo experimenté (¡ay, triste!)375
en la pasada tormenta,
pues apenas mar tranquilo
navegábamos, apenas
pasamos de un huracán
a ser de su saña empresa;380
pues aunque el piloto al ver
una nube muy pequeña
(como práctico en el mar)
hizo amainasen las velas
y calar los masteleros,385
no pudo ser tan apriesa
que antes no viéramos todos
que aquella nube cubriera
el horizonte de luto,
y todo el cielo de nieblas.390
Ya las ráfagas del aire
venían publicando guerra,
siendo clarín los bramidos
del huracán que amedrenta;
las cajas eran los truenos,395
las espumas las banderas,
los montes de agua, las tropas,
y las armas las centellas.
Huía acosada la nave
(aunque en vano), que la cercan400
por una y por otra parte
vientos contrarios y opuestas
olas; y cüal pelota
los vientos con ella juegan;
uno la saca, otro vuelve,405
y nadie hace falta en ella.
Perseguida, en fin, de todos,
quiere ampararse de aquesta
isla, y hasta ella contraria
con indignación le espera,410
pues por puerto que la ampare
halla arrecifes y peñas
que la destrocen; no es mucho,
que es elemento la tierra
poderoso, y viene huyendo415
de dos poderosas fuerzas,
y es mísera y desvalida,
¡y no siempre un pobre encuentra
asilo en un poderoso,
si de otro el temor le ahuyenta!420
Pero las deidades son
quien los libra de su fiera
indignación, y así vos
fuisteis el iris que templa
el ceño adusto del cielo425
cuando irritado se muestra;
la calma feliz que al mar
lo precipitado enfrena;
el puerto dichoso que
de los naufragios alberga;430
si piadosa a mis sucesos
el ser de deidad ostentas,
porque divina os admire,
para que por diosa os tenga,
y postrado a aquesas plantas435
vuestra piedad agradezca.

 (Arrodíllase.) 

CALIPSO:
Telémaco, alzad del suelo,
y pues que llegáis a esta
isla, no fue muy adverso
el hado en vuestra tragedia.440
Yo soy Calipso, señora
de todo cuanto se encierra
en aqueste circuïto,
y a quien rinden obediencia
sátiros, faunos y ninfas;445
y hasta lo insensible alienta
al conjuro de mi acento;
ya habéis visto la experiencia
cuando a la orilla os sacaron
los tritones y nereidas,450
al imperio de mi voz,
que en la tierra y mar impera.
A esta isla vuestro padre
llegó arrojado, y en ella
le di amoroso hospedaje,455
y aun pretendía que fuera
conmigo inmortal; mas él
lo despreció; de esta ofensa
es preciso no acordarme
si habéis de hallarme halagüeña460
vos. ( Aparte.  Con esta amenaza
le obligaré a que no sea,
como su padre, tan falso;
¡que en su gallarda presencia
mi amorosa fantasía465
a Ulises me representa!)
MENTOR:

 (Aparte.) 

Con fingidas amenazas
le provoca y amedrenta.
¡Prevente, gallardo joven,
a la batalla que espera!470
TELÉMACO:
¿Mi padre Ulises (¡qué dices!)
estuvo aquí?
CALIPSO:
¿Qué recelas?
A mí me debió su amparo.
TELÉMACO:
¿Y sabes dónde estar pueda?
CALIPSO:
No he pretendido inquirirlo,475
aunque es fácil a mi ciencia,
mas como tú a mi cariño
desconocido no seas,
no habrá cosa que desees
que no examines y veas.480
MENTOR:

 (Aparte.) 

¡Oh, cómo astuta pretende
atraerle con promesas!
RANACUAJO:

 (Aparte.) 

A buen puerto hemos llegado,
donde nada se desea.
TELÉMACO:
( Aparte.  Más fuerte peligro es éste485
que el de la saña violenta
del mar, mas aquí es preciso
valerse de la cautela.)
Nunca podré ser ingrato
a vuestra deidad, que fuera490
ser a vos desconocido,
la más extraña vileza
que pudiera cometer.
CALIPSO:
Aquestas razones mesmas
vuestro padre me decía,495
y aun muchas más; no quisiera
que vos fuerais tan ingrato.
RANACUAJO:
Vuestra deidad no lo crea,
porque es tan agradecido,
que sacándole una muela500
una persona, que él
estimaba (cosa es cierta),
de un mojicón que le dio
le echó tres o cuatro fuera.
CALIPSO:
Fineza fue.
RANACUAJO:
¡Y muy extraña!
505
TELÉMACO:
No haga caso tu belleza,
que es loco.
RANACUAJO:
¿Cómo que loco?;
más loco es el que lo piensa,
aunque por varios caminos
no hay nadie que no lo sea.510
TELÉMACO:
Basta ya.
RANACUAJO:
No basta. ¿Hay hombre
que para engañar no tenga
habilidad a una ninfa,
aunque deidad le parezca?;
¡porque también las deidades,515
si son deidades terrenas,
con cualquiera carantoña
un hombre las embelesa!
TELÉMACO:
El tiempo os descubrirá
si es lo que he dicho evidencia.520
CALIPSO:
Y así hallaréis en mi afecto
cuanto el deseo apetezca.
MENTOR:

 (Aparte.) 

Aunque Telémaco quiere
fingir mentidas finezas,
mucho temo no le atraiga525
con hechizos, que si llega
solo el encanto amoroso
a perturbar la más cuerda
condición, ¿qué hará ayudado
de hechizos y sutilezas?530
CALIPSO:

 (Aparte.) 

No sé qué en este Mentor
adivina el alma atenta,
que vergonzosa le mira
y postrada le venera.
MENTOR:
( Aparte.  Confusamente me mira;535
yo haré que el recelo pierda.)
El no haber llegado antes,
señora, a las plantas vuestras,
ha sido por no estorbaros
oír la relación cierta540
de Telémaco.

 (Arrodíllase.) 

CALIPSO:
No, anciano
venerable, así en la tierra
os postréis.
MENTOR:
Si vos la holláis,
no es tierra ésta, que es esfera.
RANACUAJO:

 (Aparte.) 

Mira a Mentor, ¡cómo sabe545
enganar con angulemas!
Aquesto es saber vivir;
¡mas no hay viejo que no sea
marrullero!
CALIPSO:
Venid donde
en olorosas hogueras550
de cedro y de cinamomo
os enjuguéis y trasciendan
olores sabeos que
os perfumen.
TELÉMACO:
Tu belleza
nos guíe, que obedecer555
toca a quien servir desea.
CALIPSO:
Pues porque este breve trecho
que hasta mi habitación resta
lo paséis con mayor gusto,
sátiros de la maleza,560
ninfas de aquesas campañas
SÁTIROS:

 (Dentro.) 

Di. ¿Qué mandas?
MÚSICA:

 (Dentro.) 

¿Qué ordenas?
CALIPSO:
Que formando de olorosos
ramos y flores diversas
gustosa sombra, que al sol565
le embaracéis, que no ofenda.
Con música y bailes, todo
sea solaz, júbilo y fiesta.
 

Salen sátiros y ninfas con ramos de flores, y quedando en medio los que están fuera, irán formando lazos y diversas labores, haciéndoles sombra, y cantan.

 
MÚSICA:
Ya de olorosas flores
vamos compuestas;570
pabellones frondosos
tejió la primavera.
RANACUAJO:
¡Yo creo que estoy soñando!
CALIPSO:
Al compás de cadencias
formad en varios lazos575
sombras que nos guarezcan.
TELÉMACO:
¡Absorto estoy!
RANACUAJO:
¿No parece
aquesto cuento de viejas?
 

(Éntranse todos.)

 
 

Danzan; y al acabar los van acompañando, haciéndoles sombra; y baja CUPIDO en una mariposa muy adornada, y canta.

 
CUPIDO:

 (Canta.) 

Vuela, vuela, mariposa,
baja a la tierra, baja,580
corta, corta los vientos
con los cuchillos de tus bellas alas,
Busca, busca el incendio,
ronda, ronda la llama,
anhela, anhela al fuego,585
pues aspiras, ansiosa, a lo que abrasa.

 (Se apea.) 

 (Recitado.) 

Y pues ya en esta isla deliciosa
estoy, en donde prenda la amorosa
llama que me ilumina,
otra vez en la esfera te avecina.590

 (Vuela la mariposa.) 

 (Aria.) 

El volcán ansioso
su incendio vomite
porque se precipite
Telémaco, engañoso;
perturbe su reposo,595
pues mi culto no admite.

 (Representa.) 

Y pues endurecido
sacude el yugo fiero
de mi imperio severo
que la cerviz más rígida ha oprimido,600
yo haré que mis arpones
logren la fiera herida
de nadie resistida,
pues niega a mi deidad las oblaciones.
Para esto, disfrazado605
de tierno pastorcillo
vendré por conseguillo,
si puede Amor estar disimulado
tiemblen de mi asechanza.
TRIFÓN:
Pues que los amos se obsequian,610
cortejémonos los criados.
RANACUAJO:
Para hablar con el respeto
que merece vuestro estado,
¿quién sois?
TRIFÓN:
El grande Trifón,
señor de tantos y cuantos615
por el mar y por la tierra,
¿Y vos?
RANACUAJO:
El gran Ranacuajo,
señor de traque barraque
en la corte y en el campo.
TRIFÓN:
Bien me lo dijo esa traza.620
RANACUAJO:
Bien lo declaraba el garbo.
TRIFÓN:
Pues los brazos os dedico.
RANACUAJO:
Serán lacayunos lazos.
CALIPSO:
Deshechos de un temporal,
a esta isla, derrotados,625
arribaron con Éucaris,
que admitiendo los tratados
del rey de Fenicia que
pretende con firmes lazos
la unión de Chipre afianzar,630
logrando su bella mano,
para llevarla a su reino
vino Narbal, que es hermano
del grande rey de Fenicia,
y la iba acompañando635
el heroico Idomeneo,
rey de Chipre soberano,
por ser su hermana querida.
ÉUCARIS:
Y fue piadoso el naufragio,
pues nos arrojó a esta isla640
donde hallamos vuestro amparo.
NARBAL:

 (Aparte.) 

Feliz fue, pues que por él
mi muerte se ha dilatado,
estorbando que no seas
de mi hermano. Influjo infausto,645
¿pudiste ser más adverso,
ni influir más villano?
IDOMENEO:
Sólo por tan feliz huésped
pudimos lograr miraros
más sereno vuestro cielo.650
CALIPSO:
No os admire, que en faltando
el sol se entristece el cielo,
y aunque uno se había ausentado,
otro heredando sus luces
es de todas mayorazgo,655
y da luz a este hemisferio.
IDOMENEO:

 (Aparte.) 

A espacio, celos, a espacio.
MENTOR:

 (Aparte.) 

Poderoso es el peligro,
mas mientras yo le acompaño
no hay peligros que lo sean,660
que la prudencia traslado.
TELÉMACO:

 (Aparte.) 

¡Oh!, no permitan los dioses
que me venzan sus halagos,
por más que el amor pretenda
entrarse disimulado,665
diciendo:
CUPIDO:

 (Dentro.) 

Por más que huyas
te han de alcanzar de mi arco
las flechas.
TELÉMACO:
¡Válgame el cielo!
CALIPSO:
¿Qué es eso?
LEUCOTOE:
Un zagal bizarro
670
que ya en el redil recoge
los corderos, que guardando
está por ser ya la hora
en que el sol va declinando,
a uno, que rebelde estaba675
para no entrar porfïando,
sin persuadirle el chasquido
de la honda ni el cayado
con un arquillo que tiene,
una flecha le ha tirado,680
y le traspasó con ella.
CALIPSO:
Llamadle.
LEUCOTOE:
¡Ah, zagal!
CUPIDO:

 (Dentro.) 

¿Quién llama?
RANACUAJO:
Venga a saberlo.
CUPIDO:

 (Dentro.) 

¿No ve que estoy ocupado?
SIRINGA:
¡La bella Calipso os llama!685
CUPIDO:

 (Dentro.) 

A ese nombre iré volando.
LEUCOTOE:
Ya de peña en peña viene,
cual cervatillo saltando.
 

Sale CUPIDO, con pellico de armiños, y arco y flechas.

 
CUPIDO:
Ya a tu obediencia me tienes.
 

Con estos versos van llegando todos, y le manosean.

 
LEUCOTOE:
¡Ay, zagal más aseado!690
SIRINGA:
¡Ay, pastorcillo más cuco!
LEUCOTOE:
¡Ay, chiquillo más donoso!
TRIFÓN:
¡Ay, rapaz más sazonado!
RANACUAJO:
¡Ay, más gracioso muchacho!
IDOMENEO:
¡Qué bello es!
NARBAL:
¡Y qué precioso!
695
TELÉMACO:
¿Cómo, si andas en el campo,
no estás tostado del sol?
CUPIDO:
Como siempre con él ando,
me conoce y no me ofende,
porque con él me levanto700
y me recojo con él.
CALIPSO:
Pues que tanto os ha gustado
y ya la noche apacible
ha tendido el negro manto,
divirtiéndonos con él705
lograremos este rato.
CUPIDO:
¿Que quieren jugar conmigo?;
pues alerta y con cuidado,
porque a todos cuantos quieren
conmigo jugar, los hago710
luego caer en la trampa.
RANACUAJO:
No valen trampas, hermano;
eso sí, juguemos limpio;
eso será a los muchachos.
CUPIDO:
Y aun a veces a los viejos715
si se descuidan.
TODOS:
Veamos.
CUPIDO:
Pues yo el juego dispondré.
Traigan un cordero manso
del redil.
TRIFÓN:
Yo voy por él.

 (Vase.) 

ÉUCARIS:
¿Para qué?
CUPIDO:
Luego sabránlo.
720
RANACUAJO:
Mas, que yo no caigo nunca.
CUPIDO:
Allá se verá.
SIRINGA:
Deseando
estoy que comience el juego.
MENTOR:

 (Aparte. 

¡Oh, intruso rapaz, de cuántos
ardides que te previenes725
para introducir tu daño!)
¡Telémaco!
TELÉMACO:
¿Qué me mandas?
MENTOR:
No entres en el juego.
TELÉMACO:
¡Cuando
por divertirme Calipso
lo dispone, fuera extraño730
desaire!
MENTOR:
Pues, ¡ay de ti!
TELÉMACO:
¿Pues qué riesgo?
TRIFÓN:

 (Sale.) 

Maniatado

 (Saca un cordero maniatado.) 

está ya aquí el pobrecito.
CUPIDO:
Ponle aquí en medio.
TRIFÓN:
Ya lo hago.
MENTOR:
Pues no es posible evitar735
ya el introducido daño,
me retiro, que no es bien,
en juegos desordenados,
que los mire la prudencia
cuando no puede evitarlos.740

 (Vase.) 

CUPIDO:
Ellos propios han de herirse,
porque Amor no es necesario
que hiera a quien hace el riesgo
diversión de sus cuidados.
ÉUCARIS:
Empieza a explicar el juego.745
CUPIDO:
Pues es, que todos vendados
los ojos, con varias flechas
(de las que en el carcaj traigo)
han de procurar herir
al cordero, y el que errando750
el golpe, no le acertare,
queda a la pena obligado
que yo le diese.
CALIPSO:
Pues dadles
cintas de vuestros tocados
para que los vende a todos.755
LAS NINFAS:
Aquí están.
RANACUAJO:
¡Famoso rato!
CUPIDO:
Llegad vos, que me parece
que os preciáis del más mirado.
TELÉMACO:
Aquí estoy; mas ¿por qué dices
eso de mí?
CUPIDO:
Porque hallo
760
en vuestro semblante que
jamás os habéis dejado
vendar los ojos.
TELÉMACO:
Es cierto.

 Hace que se quiere destapar. 

CUPIDO:
Pues no estorbes con la mano,
ya que consientes vendarte,765
porque ella, ¿no es embarazo?
TELÉMACO:
Me lastimas a los ojos.
CUPIDO:
Pues quien pretende aplicando
la mano sanar los ojos,
es quien más breve ha cegado.770
Vaya, Calipso divina,
a otro vendando, entretanto
que yo vendo a aqueste joven.
CALIPSO:
Llega, Idomeneo.
IDOMENEO:
No extraño
que vos seáis quien me vende,775
cuando ya me habéis cegado.
CALIPSO:
No entiendo lo que decís.
IDOMENEO:
Mas sabéis ejecutarlo.
CALIPSO:
Pues ahora a Narbal también
vende Éucaris.
NARBAL:
Excusado
780
es que me cubras los ojos,
si con ellos destapados
no he reparado el despeño.
ÉUCARIS:
Pues de la razón guiaos,
y veréis mejor con ella.785
NARBAL:
Es tarde.
SIRINGA:
Ven, Ranacuajo,
te vendaré.
RANACUAJO:
Vaya en gracia.
LEUCOTOE:
Yo, a Trifón.
TRIFÓN:
Así me llamo.
SIRINGA:
Ya están los hombres cubiertos.
RANACUAJO:
Ya ésta el ojo me ha tapado.790
CUPIDO:
Para cegar a los hombres
basta la hermosura, cuando
ellos se dejan cegar;
ahora yo soy necesario
para cegar la hermosura.795

 Va vendando a las ninfas. 

RANACUAJO:
Pues tápalas bien, muchacho,
no hagan burla de nosotros.
CUPIDO:
No harán, pues un ciego, es claro,
no puede ver el defecto
del otro, y pues de mi mano800
quedan vendadas, tomad
todos flechas.

 (Dales las flechas.) 

TRIFÓN:
Pues veamos.
LEUCOTOE:
¿Cómo has de ver si estás ciego?
TRIFÓN:
El tiento ahora es el reparo.
CALIPSO:
Pues mientras todos, confusos,805
pretenden dar en el blanco,
vuestras voces los animen
con armoniosos aplausos.
 

Mientras cantan, se van mezclando como a tiento, de suerte que al fin se encuentran TELÉMACO y ÉUCARIS, y hacen como que se hieren.

 
MÚSICA:
A la empresa, al triunfo
que está destinado810
al que acierte a ciegas
y vea cegando.
TELÉMACO:
Hacia aquí está.
ÉUCARIS:
Por aquí.

 (Hiérense.) 

TELÉMACO:
Pero, ¿quién es, quién errado
me ha herido?
ÉUCARIS:
¡Ay de mí!,
815
¿quién me hiere? ¿Telémaco?

 (Descúbrense.) 

TELÉMACO:
¡Éucaris!
ÉUCARIS:
¡Tú me has herido!
TELÉMACO:
¡Y tú a mí!
ÉUCARIS:
¡Cómo, tirano!
TELÉMACO:
¿Cómo, ingrata?
ÉUCARIS:
Mas, ¡qué digo!
TELÉMACO:
Pero, ay infeliz, ¿qué hago?820
ÉUCARIS:
Pues la herida me deleita.
TELÉMACO:
Pues me recrea el agravio.
ÉUCARIS:
Al ver por quién la padezco...
TELÉMACO:
Al mirar por quién le paso...
ÉUCARIS:
Vuelve a teñir en mi sangre825
la flecha.
TELÉMACO:
Vuelva tu mano
a lisonjearme en herirme.
ÉUCARIS:
¿Yo, cuando ciega te amo,
había de herirte, cómo?830
TELÉMACO:
¿Yo, que fino te idolatro,
te he de agraviar? ¿De qué suerte?
ÉUCARIS:
¿Pues me quieres?
TELÉMACO:
Excusado
es que lo diga la lengua,
cuando los ojos más claro835
lo publican; ¿y te obligo
con quererte?
ÉUCARIS:
Si con sabio
idioma los ojos hablan,
¿de qué me sirve negarlo?
TELÉMACO:
¿Pero yo, de amor vencido?840
ÉUCARIS:
¿Yo me rindo al tirano?
 

Salen LEUCOTOE, TRIFÓN, RANACUAJO y SIRINGA.

 
LEUCOTOE:
Aquí está.

 (Hiérense los dos.) 

RANACUAJO:
No, sino aquí.
TRIFÓN:
¿Qué haces, ninfa?
LEUCOTOE:
Mentecato,
¿qué haces?
RANACUAJO:
¡Ay, que me han herido!
SIRINGA:
Y tú, a mí también, menguado845

 (Descúbrense.) 

RANACUAJO:
¡Mas qué miro!
SIRINGA:
¡Mas qué veo!
TRIFÓN:
¡Ay, qué gusto!
LEUCOTOE:
¡Qué regalo!
RANACUAJO:
¡Qué consuelo!
SIRINGA:
¡Qué contento!
LOS DOS:
¡En el dolor he encontrado!
TRIFÓN:
¡Que pica, como que duele!850
LEUCOTOE:
¡Que duele como picando!
RANACUAJO:
¡Que es un pesar que es contento!
SIRINGA:
¡Que es una risa que rabio!
CUPIDO:
Ya de mis flechas heridos
están los que he procurado,855
arda en incendio amoroso
esta isla

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