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En la guerra del Peloponeso, Esparta procuró por todos los medios
imaginables sustituir los gobiernos demócratas por los aristócratas; sus
guarniciones preponderaban en las ciudades; la pobreza, prescrita por
Licurgo, desapareció a consecuencia de los tesoros proporcionados por la
guerra. Ejercía sobre los vencidos su poder brutal, y se alió con los Persas.
Estos, después de la batalla de Eurimedonte y de Chipre, encontráronse
excluidos de Europa, sin contar con que los tenían ocupados las revueltas
de Bactriana y del Egipto. Concluida la dinastía legítima, la nueva de
Darío Noto, es decir bastardo, tuvo muchas contrariedades; alteró luego la
constitución del imperio, confiando muchas provincias a un solo jefe, a
quien confería además la autoridad militar; todo lo cual daba campo a
revueltas. Los Persas fueron expulsados de Egipto, y hubieran corrido
peligro de ser vencidos por los Griegos, si éstos no hubiesen estado
ocupados en la guerra del Peloponeso, donde los Persas, corrompiendo
con el oro y favoreciendo con las armas, alimentaban a las facciones.
Lisandro se captó la voluntad de Ciro, hijo menor de Darío Noto,
dedicado al trabajo, a las ciencias y la probidad. Inspirado Ciro por la
ambición de su madre Parisatis, aspiró al trono, en perjuicio de su
hermano mayor Artajerjes Memnón; habiéndose conquistado el concurso
de los pueblos de su provincia, pidió socorros a los de Esparta, y obtuvo
de ella 800 guerreros, la flota y la autoridad de asalariar a cuantos súbditos
de Esparta quisiese. Procediendo de este modo, llegó hasta Cunaxa, cerca
de Babilonia, y estaban venciendo los suyos cuando cayó mortalmente
herido. Habiendo desaparecido la ocasión misma de la guerra, tanto los
Jonios como los Griegos, no podían pensar más que en la retirada. |
423 |
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414 |
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401 |
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Los Persas no se atrevían a atacarlos, sino que, por el contrario, les
ofrecieron víveres, a fin de que no causaran daños al país; aunque
envueltos muchas veces por los canales, que abundaban en Babilonia, y a
pesar de haber sido asesinados Clearco y otros cuatro generales,
continuaron la retirada dirigidos por Querisofo y Jenofonte discípulo de
Sócrates, quien nos dejó una bellísima descripción de aquella empresa. A
consecuencia de los sufrimientos, de las privaciones y de las traiciones
experimentadas, los diez mil combatientes quedaron reducidos a seis mil
al volver a su patria. |
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Tisafernes acudió a castigar a los Griegos por el auxilio que habían
prestado a Ciro; renovose, pues, la guerra. Esparta fue ayudada por
Lisandro y Agesilao. |
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Disgustado Lisandro de la tosca vida de los suyos, trató de civilizarlos,
les procuró riquezas, comercio y flota; esperaba también hacerse rey
después de la muerte de Agis, pero el oráculo hizo preferir a Agesilao,
hermano de Agis, de aspecto mezquino, y cojo, pero de grandeza de
ánimo, venerador de los éforos y del senado. Puesto al frente de la flota
armada contra los Persas, quiso 30 senadores como consejeros, entre los
cuales se hallaba Lisandro, amado de los tiranuelos del Asia, y
representante de la parte progresista, mientras que Agesilao era
conservador. Tisafernes fue derrotado a orillas del Pactolo y matado por
los suyos; Agesilao, seducido por promesas, se alió con el rey de Egipto,
impidió los armamentos que Artajerjes pensaba sacar de la Fenicia y de la
Cilicia, y viendo que los sátrapas se le sometían fácilmente, se propuso
conquistar la misma Persia. Pero los Persas compraron con dinero a los
facciosos, que acusaron a Esparta de tiranía, y obligaron a que se
coaligaran contra ella Corinto, Tebas, Argos, la Tesalia y Atenas. Lisandro
acudió a reprimirlos, pero quedó muerto en Aliarte de Beocia, no siendo
llorado por los suyos, que le acusaban de ambicionar la dignidad suprema. |
400 |
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Agesilao |
395 |
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395 |
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394 |
Agesilao tuvo que desistir de sus vastos proyectos para volver a su
patria, y venció a los coaligados en Coronea; pero al mismo tiempo fue
deshecha su flota en Cnido por el ilustre almirante Conón, quien se repuso
del combate de Egospótamos, quitando a Esparta la primacía del mar;
después de otras victorias entró triunfante en el Pireo, y reedificó los
muros de Atenas. |
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Esparta quedó irritada; Antálcidas, émulo de Agesilao, fue al rey de
Persia para indisponerlo contra Conón, y concluyó la paz que lleva su
nombre, en virtud de la cual, las ciudades griegas del Asia Menor, Chipre
y Clazómenas (92) quedaron bajo el dominio de los Persas; conservó Atenas
sus jurisdicción sobre Lemnos, Imbros y Esciros (93); y quedó la Grecia
dueña de gobernarse a su antojo. Se convino que Esparta haría la guerra a
quien pretendiese romper estos pactos. |
Paz de
Antálcidas |
Aquella paz tendió a poner la Grecia al arbitrio de los Persas, y reducir
a la esclavitud los Estados por cuya libertad se había prodigado tanto
valor; a trasladar el poderío del mar a la tierra. En virtud de esto,
prevaleció Esparta, que como guardadora de aquella paz, había de ser
socorrida por el rey, ocasionando su orgullo ocho años de guerra contra
Atenas y nuevos desastres después. |
Beocia |
La Beocia, de triste renombre por su aire grosero e ingenios obtusos,
había tenido leyes dictadas por el corintio Filolao. Gobernábase por
Estados confederados, y a las religiosas reuniones pambeóticas concurrían
Platea, Queronea, Coronea, Tespia, Tanagra, Orcómeno, Livadia, Aliarte y
Tebas, que prevaleció sobre las otras. |
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Esparta, so pretexto de custodiar la paz, pretendió que muchas
ciudades habían de derribar sus muros y dispersarse los habitantes; en
aquella ejecución, Gébidas ocupó a traición la fortaleza de Tebas;
destituyéronla los Espartanos, pero conservaron la ciudadela, y
favorecieron a los oligarcas, que tiranizaron al país durante cinco años. |
382 |
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Cuatrocientos Tebanos emigrados, tornaron por jefe a Pelópidas e
invadieron a Tebas, matando a los tiranos y libertando a la patria.
Necesitaban activar la defensa, para la cual, se les agregó Epaminondas,
uno de los héroes más grandes de la antigüedad. Instruido, generoso y
probo, no quiso participar en la conjuración, pero apenas concluida la
batalla civil, tomó el mando de las fuerzas y se alió con Atenas. Los
Espartanos se vieron por primera vez derrotados, en Tegira (94), por fuerzas
iguales. Epaminondas distribuía equitativamente el rescate de todas las
ciudades; pero todas se unieron a Esparta, dejando sola a Tebas en el
conflicto. Epaminondas contaba sus victorias por sus batallas, supliendo al
número con el genio, e introdujo el orden oblicuo en el ataque. En
Leuctra, venció con 6400 Tebanos a 25600 Espartanos, matando al rey
Cleombroto, con 1400 ciudadanos. Epaminondas fue el primero en
introducir un ejército en el Peloponeso, y dio la libertad a los Mesenios:
sus conciudadanos, a pesar de todo, le quitaron el mando; y él, sin
irritarse, peleó como simple agregado. |
Epaminondas |
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371 |
8 de julio |
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Contra la Beocia se aliaron Esparta y Atenas, pidieron socorros a
Dionisio, rey de Siracusa, y al rey persa; pero Pelópidas alcanzaba nuevas
victorias y procuraba difundir la libertad, hasta que murió en el acto de
matar a Alejandro, tirano de Feres. Vuelto a llamar al mando,
Epaminondas se dirigió nuevamente al Peloponeso, entró en Esparta, y
perdió la vida en la victoria de Mantinea. Los Beocios, excitados por él, se
habían portado como héroes; muerto él, volvieron ellos a caer en la
abyección. |
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363 |
27 de junio |
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La Grecia, cansada de tanta guerra, aspiraba a la paz y la confió al
arbitrio del rey de Persia, quien ordenó que todas las ciudades quedasen
independientes. Esparta no quiso dejar libres a los Mesenios, y a fin de
contrariar a la Persia, envió a Agesilao para que sostuviera a Taco, rey de
Egipto. Agesilao volvió vencedor, murió y fue considerado como el
Espartano más grande después de Licurgo. |
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361 |
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Esparta y Atenas habíanse extenuado en la guerra, y solo por este
motivo cesaron de batirse. Atenas era viciada por los demagogos,
enemigos de toda superioridad y de todo mérito señalado. Cares, robusto
de cuerpo y enérgico de palabra, llegó a constituirse jefe del ejército, con
el cual proyectaba saquear a los aliados. Pero estos se sublevaron,
destruyeron la flota mandada por el valeroso Cabrias, y nada podían
Ifierates y Timoteo contra aquel intrigante, que los hizo condenar;
mientras que Mausolo, rey de Caria, sojuzgaba a Cos y a Mileto, y los
Persas imponían a Atenas una paz por la cual debían quedar libres las
provincias sublevadas. |
|
Más allá de la Grecia septentrional está situada la Macedonia, dividida
en los territorios de Pieria (95), Pangeo y la Península Calcídica; sus montes
principales son el Emo y el Atos; comprendía 150 ciudades, entre ellas
Estagira, patria de Hiparco y de Aristóteles; Filipos, célebre por la derrota
de los últimos republicanos de Roma; Tesalónica, y Pella, que fue capital
después de serlo Edesa. Los golfos Termaico y Estrimonio, y los senos
Torónico y Singítico, favorecían la navegación; y en Dirraquio fondeaban
las naves procedentes de Italia. Los montes que hacían rígido el clima,
abundaban en metales preciosos; la población pertenecía a la estirpe
dórica, pero se establecieron entre ella otras colonias. De Argos vino una
que dio origen a los reyes, cuyo poder se hallaba limitado por los derechos
feudales de los grandes, y por lo tanto, no tenía más pompa que la de las
armas. Los Persas, al invadir la Grecia, encontraron desde luego a los
Macedonios, quienes les fueron tributarios, pudiendo recobrar su
independencia solo a fuerza de victorias. Los molestaron luego los
Tracios, que formaban el poderoso imperio de los Odrisios; como también
los Atenienses, que avasallaron a las colonias de aquel litoral. |
|
Entonces empezaron los Macedonios a mezclarse en los negocios de
los Griegos, por los cuales habían sido considerados hasta entonces como
extranjeros; y entrando en participación de bienes, tan pronto con Atenas
como con Esparta, adquirieron importancia, principalmente en calidad de
buenos combatientes. El rey Arquelao, astuto político, cultivó el país y
favoreció las artes de la Grecia, como un medio de insinuarse en ésta,
después de lo cual, los reyes solicitaban ser considerados como
ciudadanos de Atenas por servicios prestados, o participar en los Juegos
Olímpicos como descendientes de Hércules. |
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Hacemos caso omiso de lo que pasaba entre los reyes y entre estos y
los grandes señores, para decir que, muerto Amintas, obtuvo la corona
Alejandro, ayudado por el tebano Pelópidas, a quien dio en rehenes a su
hermano Filipo. Este fue educado en su casa, con el ejemplo del gran
Epaminondas. Su otro hermano Pérdicas, ayudado por los Atenienses,
usurpó la corona; pero le fue disputada, y al cabo de medio siglo de
guerras intestinas, la Macedonia parecía próxima a la ruina, y fue en
efecto sometida a tributo por los Ilirios, combatiendo contra los cuales
murió Pérdicas. |
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Sabedor de esto, Filipo huye de Tebas, se abroga el gobierno, se
defiende contra los pretendientes, apacigua a los enemigos y constituye un
reino fuerte. Conforme a las lecciones de Epaminondas, organiza la
falange, cuerpo de siete mil hombres, de diez y seis de fondo y armados de
largas picas, con las cuales oponían una barrera impenetrable al enemigo;
forma oportunísima contra las hordas innumerables e inertes de los
Asiáticos. Pronto dilató Filipo su dominio hasta los confines de la Tracia y
el lago Licnitos. Sofocó hábilmente los celos de los Atenienses y de las
colonias griegas, mientras él ocupaba todas las ciudades griegas del país;
utilizó las minas de oro del Pangeo; la Pitonisa le había dicho: Combate
con el oro. |
La falange |
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Las discordias civiles de la Grecia le daban tentaciones de dominarla.
La antigua división de los Dorios del Peloponeso, y de los Jonios del
Ática y de las islas, habían concluido con la guerra del Peloponeso, por
cuyo motivo luchaban aristócratas con demócratas en cada ciudad,
alejando cada vez más la esperanza de la unidad nacional o de asociación
civil superior a la ciudad o al pequeño Estado. Atenas había perdido sus
grandes hombres, y Esparta sus severas costumbres; Tebas había caído en
la nada; sobrados jóvenes se habían acostumbrado a las armas y a vender
sus brazos a capitanes aventureros, que se ofrecían a quien les pagase. |
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Con estos Jasón, tirano de Feres, sometió a la Tesalia, país de muchos
señores dedicados a las armas, a los riesgos y a los placeres; creyó hacerse
jefe de toda la Grecia, y hasta conquistar a Babilonia; pero al ser muerto
él, volvió todo al desorden, por lo que los usurpadores llamaron a Filipo
macedonio, quien se alegraba de intervenir como libertador. Expulsó en
efecto a los tiranos; pero inventó pretextos para convertirse en señor, y
redujo el país a provincia macedonia adoptando la política de Jasón.
Enfrenó a la nobleza de Macedonia y de Tesalia, escogiendo entre ella una
guardia que le servía de rehenes. |
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Ayudole a adquirir para él y su Estado el carácter de helénicos la guerra
santa de los diez años, guerra cruenta que tuvo por teatro la Fócido, tierra
santificada por el templo de Delfos, y favoreciole también la condena que
los Anfictiones habían pronunciado contra algunos violadores de terreno
sagrado. En esta guerra, los victoriosos adquirían cuantiosas riquezas,
saqueando los templos; Failo recogió cuatro mil talentos (veintiún
millones de pesetas) además de seis mil en estatuas de plata, y con estas
riquezas obtuvo el auxilio de los Atenienses y de los Lacedemonios;
mientras que a Filipo macedonio se le unían los Tebanos, los Dorios y los
Locrenses, y cuantos profesaban devoción al Dios ofendido. También
trató Filipo de penetrar en la Grecia, pero en las Termópilas encontró
resistencia; después de haber tomado a Olinto, celebró la fiesta de las
Musas, invitando a todos los Griegos, amigos o no, e imitando sus
solemnidades. Mientras los Atenienses vacilan, porque el dinero
macedonio ha ganado a los jefes del pueblo, Filipo se apresura, expulsa a
los Atenienses de la Eubea (96), y habiéndose abierto las Termópilas por
medio del oro, invade la Fócide y concluye la guerra santa; hace decretar
por los Anfictiones la demolición de las fortalezas de los Focidenses,
excluyéndolos de las dos naciones helénicas coaligadas, y sustituyéndolos
por los Macedonios; a los Corintios, que habían favorecido a éstos, les es
quitada la presidencia de los Juegos Pitios, dándose a Filipo. Este, con
disimulada política, ya fingiéndose absorbido por los vicios, ya
lanzándose audazmente, confiando siempre en el dinero, corrompía cada
vez mas las repúblicas griegas. |
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346 |
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Atenas podía oponerle aún parte de la flota y dos grandes hombres,
Foción y Demóstenes. Este, hábil político y estupendo orador, evocando
continuamente el esplendor de pasados tiempos y confiando en el
patriotismo de los suyos, aunque deplorase su depravación, hacía resonar
en la tribuna las palabras de gloria, libertad y bien público. Foción,
desengañado y desconfiado, servía a la patria como un médico que cura a
un moribundo; hablaba poco, no conmovía al pueblo y oponía razones
positivas a la elocuencia. Ambos veían las intenciones de los Macedonios
y presentían que Filipo destruiría la libertad griega; Demóstenes, como
otros oradores demagogos, excitaba a la guerra, si bien él era incapaz de
pelear; Foción hablaba en contra, aunque había asumido cuarenta y cinco
veces el cargo de capitán, y decía: Es necesario ser o los más fuertes o los
amigos de los más fuertes. |
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Filipo, como si no se ocupase de la Grecia, hostigó a la Tracia, a la
Iliria y al Quersoneso engrandeciendo su reino hasta el Danubio y el
Adriático y procurándose una excelente caballería ligera; quejándose
luego de que los Atenienses habían pactado con sus enemigos, ocupó
parte de la Eubea, pudiendo sitiar por hambre a Atenas. Demóstenes
excitó a los Atenienses a que se armasen, y se procuró la alianza del rey de
Persia. Foción rechazó a Filipo, pero éste agitaba a la Grecia con sus
emisarios, entre ellos el gran orador Esquines, que contrariaba a
Demóstenes. En la batalla de Queronea, Atenas y sus aliados quedaron
vencidos; Demóstenes tiró el escudo y huyó. Foción, que había sido
excluido del mando, calmó la desesperación general. Sin embargo
Demóstenes, que aconsejaba continuamente el armamento, fue propuesto
para la reedificación de las murallas de Atenas, y obtuvo una corona de
oro, que le fue vivamente disputada por Esquines, en premio a los
discursos más famosos de la antigüedad. |
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Demóstenes |
340 |
338 |
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Filipo pensó adquirir el mando de todos los Helenos, renovando las
empresas contra la Persia y exterminando del todo a este enemigo, que
con armas o intrigas molestaba a la Grecia. Pero mientras hacía los
preparativos fue muerto, después de 47 años de vida y 24 de reinado. |
Alejandro |
A Filipo sucedió Alejandro, a quien conservó la posteridad el título de
Grande, y quien al par de un semi-dios, aunque en tiempos históricos,
llenó los poemas y las fábulas de la India y de nuestra Edad Media.
Instruido en las ciencias por Aristóteles y en la política por su padre, leía
continuamente la Ilíada, inspirándose en el heroísmo y en las empresas
guerreras. Cautivó a la aristocracia macedonia, absolviéndola de los
impuestos y dándole los primeros cargos en el ejército; apaciguó a los
países revueltos y se lanzó luego sobre la Grecia, agitada por los enemigos
comunes y por las declamaciones de los oradores. Los Anfictiones le
confirmaron el mando de la Grecia y fue proclamado, en la asamblea de
Corinto, jefe de la expedición contra la Persia. Dedicose efectivamente a
ésta y confió a Antípatro el gobierno de los Macedonios. Celebrada la
solemnidad de las Musas, y armados 32 mil soldados escogidos, bajo
expertos capitanes, con 70 talentos (385 mil pesetas) y víveres para 40
días, dirigiose Alejandro, a la edad de 22 años, a la mayor empresa que
hubiesen intentado los Europeos. |
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334 |
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Al pasar por Sesto (97), honró la tumba de Aquiles, mientras su amigo
Efestión prestaba honores a Patroclo. La Persia había sido corrompida por
las conquistas; el ejército se componía de tropas recogidas en diversos
países; los Sátrapas de lejanas regiones podían a su antojo tiranizar al país
o sublevarse; vencidos y amenazados acechaban la ocasión de oprimir a
los opresores. Entre revoluciones palaciegas y asesinatos, llegó a ser rey
Darío Codomano, quien presentaba intenciones y capacidad para restaurar
el imperio, pero sorprendiolo Alejandro. Habiendo pasado el Gránico, da
éste la independencia al Asia Menor; se atrae a la Grecia mostrándose
digno de mandarla; envía a Atenas los despojos de los templos y los
trofeos que le habían sido quitados por los Persas, y remite a Aristóteles
los libros y las curiosidades; lleva consigo a sabios, artistas e ingenieros, y
dirige las marchas y las empresas obedeciendo a cálculos. |
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Darío |
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333 |
Vencido Darío en Iso (98), Alejandro tenía ya un vastísimo imperio; mas
no por eso desiste de apropiarse el Alta Asia, y piensa asegurarse las
provincias marítimas; destruye a Tiro, aliada natural de los reyes Persas;
igual suerte reservaba a Jerusalén, pero conmoviole la majestad del gran
sacerdote Jado; manda degollar a los ciudadanos de Gaza, capital de los
Filisteos, subleva el Egipto y funda a Alejandría en el punto más oportuno
para el comercio, entre el Mediterráneo y el Mar Rojo. Vuelto al Asia, y
pasando el Éufrates y el Tigris, vence, cerca de Arbelas, al inmenso
ejército de Darío, quien muere en la pelea. Babilonia, Susa y Ecbatana
caen en poder de Alejandro, el cual ebrio de gloria y de vino, incendia a
Persépolis; somete a la Bactriana y a la Sogdiana; funda en Yaxartes otra
Alejandría y diferentes ciudades griegas, cuya oportunidad demuestra el
estado floreciente que aún conservan. |
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330 |
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320 |
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Los placeres, el lujo, los festines y las mujeres empañan la gloria de
Alejandro, sobre cuya generosidad disienten los historiadores. Dejábase
llamar Dios y se enfurecía brutalmente contra todo el que no le
reverenciase, sin exceptuar a su amigo Clito, ni al filósofo Calístenes, ni al
valiente Casandro. Permitía que sus ministros oprimiesen a las provincias
vencidas. |
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Pensaba también llegar a la fuente de las riquezas y del comercio
conquistando la India, pero entró en ella por la parte septentrional,
habitada por valientes, que le opusieron viva resistencia. Sin embargo,
favorecido por las discordias de los magnates, atravesó el Indo y llegó a
Hidaspes; pero al aproximarse al Ifasis, los Macedonios se negaron a
seguirle más allá, por cuyo motivo tuvo que volver a Hidaspes donde
embarcó a la mayor parte de los suyos, a fin de que bajasen por el Indo
hasta el mar. |
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Aunque no conquistó la India, quedaron abiertas entre esta y Europa
las comunicaciones que siempre continuaron después, merced a las
ciudades y colonias que Alejandro había establecido en su camino,
mientras la flota reconocía el Behat, el Elmund, el Zerrah, la costa de la
embocadura del Tigris y la del Indo. En la descripción que de aquel país
dieron los del séquito de Alejandro se reconoce la verdad, aunque no
entendiesen una civilización y constituciones tan diferentes. |
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De vuelta Alejandro por los desiertos de la Gedrovia y la Caramania,
perdió el botín y los bagajes, hasta que llegó a Pura, cuando la flota de
Nearco entraba en el golfo Pérsico, después de un viaje de cuatrocientas
leguas. |
326 |
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Oíase en Grecia la narración de estos triunfos, comparados a los de
Sesostris, Semíramis, Hércules y Baco Después de la batalla de Arbela,
mandó Alejandro que todas las ciudades griegas se rigiesen por sus leyes
particulares. No le faltaban adversarios y envidiosos: Esparta sublevó
contra él al Peloponeso; Harpalo, gobernador de Babilonia, por no rendir
cuentas, se fue a poner en revolución a Atenas; la Macedonia temía
convertirse de señora en provincia, por cuanto Alejandro parecía dispuesto
a hacer capital a Babilonia. Trató de igualar las clases sociales,
confiriendo mandos a la gente del país, adaptándose a sus costumbres,
conservando su constitución, y casando a sus Macedonios con 10000 hijas
de Persia; sacaba partido de las religiones, fundaba ciudades, exploraba
nuevos países, levantaba templos y edificios; encauzó el Tigris y el
Eúfrates, regularizó el riego y activó el comercio. Pero quería ser
obedecido, aún cuando sus mandatos eran absurdos; contraía las
costumbres despóticas del Asia; abandonábase a las voluptuosidades, y
murió entregado a ellas en Babilonia, a la edad en que más grandes
empresas podía haber realizado. De su expedición, que cierra el ciclo
poético de la Grecia representado por Homero, Platón, Aristóteles y el
mismo Alejandro, se resienten aún los frutos; además de aumentar las
comunicaciones entre los pueblos, activó la civilización común, que la
espada de Roma favoreció juntamente con la cruz de Cristo. |
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23 |
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Aquel tiempo fue también el más glorioso de la Grecia por las ciencias
y las artes, que la hicieron admiración y modelo insuperable de la
posteridad. Después de los poetas sagrados, como Lino, Orfeo, Anfión,
Oleno, Museo y los dos Eumolpos, maestros de cosas sagradas,
pertenecientes aún a los tiempos fabulosos, vinieron poetas gnómicos o
morales, cuyos versos cantábanse en las solemnidades y en los festines,
como los Versos Áureos, atribuidos a Pitágoras, y los de Teognis (99), de
Jenofonte y de Solón, que poetizaban la moral y la política, mientras que
Esopo las reducía a apólogos y fábulas. |
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Otros celebran las empresas de los héroes en episodios épicos, reunidos
luego por Homero, que los hizo olvidar a todos. Hesíodo cantó la
genealogía de los dioses (100) y los trabajos de los agricultores (101). |
Poetas |
Ninguno superó a estos dos, pero se refinó la forma. Estesícoro (102) fijó
la distribución de la Oda en estrofas, anti-estrofas y epodos; Calino y
Tirteo con sus poemas excitaron al valor; Arquíloco manejó la sátira;
Terpandro cantó las bellas artes; Arión inventó el ditirambo; Alceo,
Mimnerno, Alemano y Anacreonte excitaban a los goces de la pasajera
vida; entre las poetisas sobresalían Safo y Corina. Quérilo de Samos (103)
celebró los hechos de la guerra médica. Más grande que todos fue el
tebano Píndaro, quien, con la frase concisa y el predominio de los
sentimientos aristocráticos, reveló su origen dórico; cantando a los
vencedores de los juegos, recuerda a los antiguos héroes de la Grecia y de
la Sicilia, que amenizaban la paz con fiestas, y daban animación a los
festines con alegres cantos. |
Arte dramático |
Parte de las fiestas de espectáculo consistía en representaciones
teatrales. Los cantos y diálogos que se dedicaban a la vendimia,
sacrificando el cabrito a Baco, y quizá los cantos y los coros que
acompañaban a los sacrificios, dieron origen al arte dramático. Tespis fue
el primero en sujetarlo a ciertas reglas; Frínico puso mujeres en escena;
Esquilo rayó en lo sublime con la religión y el amor patrio, y adoptó el
escenario, los trajes y la maquinaria, en armonía con un pueblo tan culto
como el ateniense. En el teatro de Esquilo, el hombre presenta gigantescas
proporciones, como Prometeo y Capaneo; en los Persas puso en escena
los peligros y les triunfos de la Grecia, y fue constantemente grandioso en
las ideas, si no siempre refinado en el estilo. |
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525 |
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495 |
Más talento artístico demostró Sófocles, adaptando la tragedia a la
dulzura de su carácter y a la índole delicadísima de los contemporáneos de
Pericles. Apenas nos quedan siete dramas de los 130 atribuidos a esta
abeja ática, que reviste de dignidad a los personajes y quiere ordenar la
libertad. |
400 |
Eurípides estudió la elegancia y el efecto teatral, en detrimento de la
dignidad y de la verdad; hizo mover a los hombres por impulsos menos
nobles, con mezquinos artificios y con sofísticas máximas. Sin embargo,
los Atenienses hicieron depositar sus obras en los archivos públicos,
juntamente con las de Esquilo y Sófocles; tan grande era la importancia
que se daba a las tragedias. La parte esencial de estas era el coro, que
había de expresar la impresión de aquellas acciones en el pueblo, y la
moralidad que de ellas había de deducirse. |
|
La democracia dominaba más en la comedia, que se instalaba en carros
ambulantes, hasta que le dieron mejor forma Crates en Grecia, y Epicarmo
en Sicilia. Referíase siempre a hechos recientes, y trataba cuestiones de
actualidad. El prototipo de los autores cómicos fue Aristófanes, ateniense,
quien convirtió el escenario en una verdadera tribuna, censurando a las
personas, poniendo en ridículo a los demagogos, burlándose de los Dioses
y de la virtud, con fáciles argucias e ingeniosas fábulas, y poniendo
siempre en contraste el buen tiempo antiguo con la corrupción moderna.
En las Nubes critica la educación afeminada y parlanchina que se daba a la
juventud, y personifica a los sofistas que pretenden saberlo todo y
enseñarlo todo, como Sócrates, innovador de la moral y del culto; de
modo que por medio del ridículo ayudó a que persiguieran al gran
filósofo. |
450 |
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Cohibida la libertad en el teatro, la comedia pasó de la vida política a la
vida privada, y se llamó entonces comedia media, a la cual siguió la
nueva, basada en las pasiones, en las intrigas y en los temas filosóficos. El
autor más notable en este género fue Menandro, que creó los caracteres,
trasladados más tarde por Terencio y Plauto a la escena romana. De
muchos centenares de comedias antiguas, solo algunos fragmentos (104) nos
quedan. |
Historiadores |
Puede decirse que la ciencia de la historia no empieza hasta Hecateo de
Mileto, quien describe todos los países conocidos en su Periegesis; pero
el primer historiador verdadero es Heródoto de Halicarnaso, quien lee sus
libros al pueblo reunido en las fiestas Panatenaicas y Olímpicas. Elige por
asunto unos pocos Helenos oponiéndose a millares de Persas; lucha
poética entre el Oriente y el Occidente, entre la confusión y el orden, el
pasado y el porvenir, expuesta con sencillez, buena fe y amor a la libertad.
Viajó mucho, observando, interrogando, describiendo los pueblos y el
curso de los ríos, dando por visto lo que ve, pero con poco criterio lo que
oye, sin comprender bien las civilizaciones extranjeras; y quiere justificar
la Providencia, mostrando el castigo de las malas obras. |
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484 |
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471 |
Enteramente humano es el ateniense Tucídides, quien refirió la guerra
entre Atenas y Esparta, condoliéndose de las desgracias y pintando con
austeridad las maldades de los hombres irremisiblemente corrompidos, sin
poesía, sin halagar al vulgo, sin artificio ni escuela. |
445 |
Desde el vigésimo año de la guerra peloponesia hasta la batalla de
Mantinea, escribió Jenofonte la historia de estos mismos hechos en sus
Helénicos; en la Ciropedia describió las virtudes posibles de un rey
absoluto; en la Retirada demostró el mérito de la disciplina; en los
Memorables expuso las doctrinas de Sócrates; y en el Económico dejó la
investigación de las ventajas prácticas. |
Retóricos |
En las agitaciones públicas se elevó a gran altura la elocuencia, y
Pericles la adoptó el primero con arte y efecto, captándose la voluntad de
su auditorio. En seguida se halló gente que pretendía enseñar el arte de
conmover y de persuadir en lo falso como en lo verdadero, de tal modo
que la elocuencia llegó a ser un nuevo poder en la política y en las armas.
Algunos retóricos presentábanse dispuestos a tratar asuntos en pro o en
contra; otros empleaban todo un arte en disculpar a los reos; tal defendía
la libertad, y tal otro se vendía a los enemigos de esta. Antifonte (105) de
Corinto había escrito en la puerta de su despacho: Aquí se consuela a los
desgraciados, porque se da ingenio al que no lo tiene. Lisias compuso
230 arengas generosas y sencillas. Isócrates perfeccionó las reglas de la
elocuencia, redondeando los períodos, y empleó diez años en escribir y
retocar su Panegírico. A todos ellos superó Demóstenes, quien venció con
su perseverancia los defectos de su palabra y de su carácter, y combatió a
los demagogos, que favorecían a los Macedonios; se manifiesta hombre de
negocios; no busca artificios retóricos ni emplea frases patéticas, sino que
con atrevida vehemencia y fineza de consideraciones hace pensar y raya
en lo sublime. |
387 |
Su solo y digno émulo fue Esquines, quien le disputó una corona que le
destinaban sus conciudadanos; es elocuente y lógico; ambos conocieron a
fondo no solo la constitución patria, sí que también las teorías generales
del gobierno. |
|
Con estos termina el breve pero glorioso período de la elocuencia
griega. Fue favorecida por una lengua riquísima, la más armoniosa de
cuantas hablaban los hombres. Los cuatro dialectos en que se subdividía,
eran el eólico, el dórico, el jónico y el ático, los cuales aparecen
mezclados todavía en Homero. Después, cada escritor eligió (106) el que más
se adaptaba a la materia sobre que escribía. Hesíodo, Alceo, Safo y Corina
escribieron en eólico; en jónico Heródoto e Hipócrates; en el antiguo ático
Tucídides, los trágicos y los primeros cómicos, y en el nuevo Platón;
Píndaro, aún siendo eolio, prefirió el dórico, como Pitágoras y Teócrito. |
Arte |
Con los monumentos insuperables de la literatura, florecen los del arte
griego. Este abandonó los símbolos de los orientales, para ceñirse a lo
verdadero y a lo natural, añadiendo la regla y la medida a la noble
sencillez. Los primeros trabajos fueron tal vez pelasgos y tuvieron algo del
arte asiático, como la Diana de Éfeso, con la mitad del cuerpo envuelto en
bandas, y mucho pecho; la Venus barbuda de Amatunta, el Jano de cuatro
fuentes, los Titanes centímanos y el Can de tres fauces. Pero prevaleció el
sentimiento estético, gracias al cual se veneraban hombres y mujeres tanto
por su belleza como por su virtud, se abrían concursos, y en los juegos se
presentaban desnudos haciendo alarde de sus bellas formas. La literatura
era objeto de admiración; todo un pueblo aplaudía la lectura de Heródoto,
y los poemas de Píndaro y Corina. Los Siracusanos perdonaron la vida a
los prisioneros atenienses que supieron recitar versos de Eurípides. La
religión presentaba a los dioses con la semejanza y las pasiones humanas.
Si se añade a todo esto la libertad popular, se comprenderá cuánto debía
engrandecerse el arte. Pronto se quiso que éste, no solo embelleciera los
templos, donde estaban acumuladas las obras maestras, sino que también
la ciudad, las plazas públicas y las casas. Rodas poseía tres mil estatuas;
Pausanias, al describir la Grecia, se limita casi a la descripción de las
estatuas; mil quinientas salieron en un año de un solo taller. |
Arquitectura |
En la Grecia asiática se inventaron los órdenes arquitectónicos jónico y
dórico; gracioso el primero, y severo y típico el otro. La fábula de Dédalo
indica que éste aprendió de los Egipcios a fabricar estatuas; a él se
atribuye la invención de la sierra, del taladro, del hacha, de las velas y de
la plomada. Las antiquísimas construcciones se llaman ciclópicas, como
las murallas de Tirinto, la puerta de los leones de Micenas, y antes que
estas la ciudad de Argos, 170 años después de Abraham. Las obras
pelásgicas son notables por el volumen de los materiales. Célebres
escuelas hubo en Egina, en Sicione y Corinto, donde fue inventado el
orden corintio, el más elegante y hermoso. Ninguno de los grandiosos
monumentos descritos por los antiguos, nos queda entero; muchos
fragmentos fueron transportados, ya por los Romanos en la antigüedad, ya
por los cruzados, más tarde, ya por los venecianos y por los sabios
modernos de todos los países, que adornaron con ellos los museos de
Mónaco, Londres, París e Italia. |
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La arquitectura no operaba solo en honor de la divinidad; en Atenas
embellecía el Pritaneo, donde se custodiaban las leyes de Solón; el pórtico
Pécilo, donde se conservaba la memoria de los héroes de la guerra
Médica; el Pnix, lugar de las asambleas populares; los teatros, uno de los
cuales tenía la forma de la tienda de Darío, y había sido construido con las
antenas quitadas a los navíos persas. Los grandes artistas, aunque se
sujetaban al orden, usaban de libertad, por lo cual no se encontraban dos
edificios enteramente iguales, ni dos estatuas de idénticas proporciones.
Estas eran a menudo pintadas de varios colores, y los arquitectos
describían sus propios edificios. |
Escultura |
La escultura es dividida en cuatro épocas. Hasta Fidias, tiene todavía
algo de oriental, como en algunas imágenes sagradas, el arca de Cipselo,
hecha de cedro, con figuras de marfil y de oro, las efigies de madera
dedicadas a los vencedores de los juegos Olímpicos, y los bajo-relieves de
Egina. |
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Fidias, Policleto, Escopas (107), Alcámenes y Mirón copian la naturaleza,
embelleciéndola con libertades que parecen durezas al vulgo. |
n. 478 |
Famoso es el Júpiter Olímpico de Fidias, en oro y marfil, sentado en un
trono con corona de olivo, y teniendo por adornos estatuas menores y
bajo-relieves. Los poetas cantaban que Fidias había estado en el cielo para
ver realmente la majestad de aquel Dios. El Doríforo de Alcámenes sirvió
de norma para las proporciones. Mirón trabajó principalmente en bronce,
y fue muy ponderada una ternera debida a su cincel, a la cual acudían los
becerrillos. |
n. 360 |
Praxíteles empezó la tercera época que puede llamarse del género
gracioso a que pertenecen la Venus de Cnido y muchísimas obras que
causaron la admiración de los Atenienses. |
Pintura |
La pintura procede del Egipto o de Corinto, se limitó en un principio a
los contornos de un solo color, y llegó a gran altura en los tiempos de
Pericles. Paneno, hermano de Fidias, juntamente con Polignoto y Micón,
se valieron de ella como coadjutora de la historia, para inmortalizar los
hechos patrios. Timantes fue célebre por su invención. Parrasio disputó la
primacía a Zeuxis, quien escribió al pie de su Atleta: «Serás criticado,
pero no igualado.» Apeles llevó a un grado sublime la gracia, que es flor
de la belleza. Por él solo quiso ser retratado Carlo Magno (108), como no
quiso que nadie esculpiese su busto más que Lisipo, ni lo grabase en
piedras preciosas más que Pirgóteles. Lisipo estudió atentamente la
anatomía, y fundió seiscientas obras en bronce, de las cuales ninguna ha
llegado a nuestros días. Cares de Lindo fue el autor del Coloso de Rodas.
El grupo del Laoconte, tan admirado, es ya indicio de la decadencia por
los efectos rebuscados, como el grupo del Toro farnesio, que causa más
asombro que satisfacción. |
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n. 420 |
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n. 430 |
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Música |
En la música, los Griegos inventaron los tres estilos: el dórico
majestuoso, el alegre jónico y el patético eolio; tomaron de los Frigios el
de las ceremonias religiosas, y de los Lidios el de la tristeza. Atribúyese a
Pitágoras la invención de las proporciones musicales y la manera de
determinar la gravedad de los sonidos, mediante la mayor o menor rapidez
de las vibraciones. Aristóxenes, discípulo de Aristóteles, sustituyó el
método de cálculo riguroso por uno empírico, en mayor relación con la
organización humana y con el sentimiento. Pero la música no fue
considerada más que como una acentuación de la poesía, y es probable
que los instrumentos se hacían oír raras veces entre las declamaciones del
cantor. Dícese que Terpandro inventó las notas, marcando los sonidos con
letras del alfabeto. Gran importancia daban los Griegos a la música, no
solo como parte considerable de la educación, sino que también como arte
nacional. |
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Los Indios tenían una filosofía teórica, de la cual y de la egipcia tomó
origen la de los Griegos, adquiriendo originalidad y reglas, con la libertad
y la duda, la oposición, la vida y los caracteres de la ciencia europea.
Orfeo, Museo, Homero y Hesíodo expresaban ya en verso las
concepciones cosmogónicas y los misterios, dándoles una moral civil
independiente de la religión. Aquí también la variedad de estirpes
introdujo la diversidad de doctrinas: mientras eran conservadores los
Dorios, eran muy republicanos y sensuales los Jonios, quienes atendían
más a los fenómenos naturales que a la moral, y aplicaban la experiencia y
la reflexión a la materia de las sensaciones. |
n. 639 |
Tales de Mileto buscó el origen del mundo en el agua y en el espíritu
motor, sustituyendo las opiniones con el examen. Heráclito estableció el
fuego como principio universal; Anaxímenes el aire; Euclides la
combinación de los cuatro elementos; Anaximandro el infinito; y todos
consideraban como causa de la forma una fuerza inherente a la materia,
cuya fuerza era Dios, esparcido por el universo y a menudo identificado
con éste. |
Pitágoras |
Pitágoras, autor de la escuela itálica, es más bien una entidad mítica,
sobre la cual se acumulan las invenciones más extrañas y las doctrinas
más diversas. Parece que nació en Samos, viajó por el Oriente, y fundó
una escuela en Cretona, perfeccionando los sentimientos religiosos y
morales. Partía del principio de que la idea es la única que hace posible la
ciencia. Su escuela tomaba origen, no en la materia, sino en Dios, y quería
sustituir poco a poco las vulgares opiniones por ideas elevadas. Atribuíase
en el fondo un fin político; predicaba la equidad, que es una armonía entre
las acciones del hombre y el universo, y preconizaba la fuerza de
asociación. En su escuela, no se llegaba a lo sublime de la ciencia, sino
después de largas pruebas y grandes privaciones, encaminadas a vigorizar
el cuerpo y acostumbrar el alma a la meditación; estaba en uso la
comunidad de bienes; cumplíase fielmente la palabra empeñada; se
socorría al que experimentaba vicisitudes de fortuna; la amistad era tan
apasionada como la de Damón y Pitias, y se odiaba a la tiranía. |
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584 |
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441 |
Ilustraron aquella insigne historia itálica Empédocles de Agrigento, y
Alcmeón, crotoniata. Chilón, famoso por sus riquezas, solicitó entrar en
aquella sociedad y fue desechada su pretensión; por lo cual suscitó una
persecución, donde fueron muertos o dispersados los de la escuela de
Pitágoras. |
Eleáticos |
Sobre la escuela pitagórica se fundó la de Elea, ciudad italiana, que fue
enteramente dialéctica; descuidaba lo sensible por lo supersensible,
declaró puros fenómenos las cosas, e identificó la naturaleza con Dios;
Jenófanes sentó el principio de que de la nada, nada se hace, que todo era
una sola cosa, inmutable y eterna, que el mundo era Dios, y que la
humanidad no podía hacer más que conjeturar. Parménides y Zenón
precisaron aún más el idealismo. Leusipo proclamó los átomos elementos
de la realidad. Esta infinita pluralidad fue sostenida por Heráclito, el
llorón, con el cual contrastaba Demócrito el burlón, suponiendo a la
naturaleza regulada por la necesidad. No habiendo más que átomos en el
mundo, desaparece toda noción absoluta de lo justo y de lo santo. |
Sofistas |
Con la reflexión sobre la naturaleza del pensamiento y de la
instrucción, se dejó sentir la necesidad de la lógica, y a ésta acudieron
principalmente los Sofistas, que la encaminaron en demasía a suprimir
toda diferencia entre el error y la verdad. Gorgias de Leontio sostuvo que
no existía nada real, y que, aunque existiera, era imposible conocerlo.
Protágoras de Abdera decía que las cosas solo subsistían cuando las
discernía el hombre; otros negaban toda diferencia entre el bien y el mal; y
no faltaba quien afirmase que el único derecho era el del más fuerte. A
éstos se opuso Sócrates, quien quiso volver a encaminar la filosofía hacia
un objeto alto y práctico, y consolidar las ideas de lo bello, de lo justo, de
lo bueno y de lo noble, apelando al sentido moral. Decía que un demonio
le sugería lo que había de decir; pero no afirmaba cosa alguna, confesando
que lo único que sabía, era que no sabía nada. No quiso con esto profesar
el escepticismo, sino oponerse a la arrogancia de los Sofistas, que hacían
alarde de saberlo todo y enseñarlo todo, mientras que él no enseñaba
ninguna ciencia, sino el buen sentido; según él, la filosofía, la virtud, la
felicidad, consistían en la posesión de la verdad. Tendía, pues, a un
movimiento general científico, más bien que al parcial de algún ramo de la
filosofía, al libre arbitrio sin limitarse a ningún sistema. Por lo mismo,
algunos de sus discípulos se dedicaron por completo a la moral, como
Jenofonte, Cebes, Critón, Esquines y Simón; otros a la ciencia, como
Antístenes, fundador de la escuela cínica; Aristipo, fundador de la escuela
cirenaica, y Pirrón de la escéptica; otros, en fin, como Euclides, Fedón y
Menedemo, se dedicaron a las teorías. Platón abrazó por completo el
pensamiento de Sócrates. |
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Sócrates |
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Los Cínicos basaban la virtud en la abstinencia, despreciando las
conveniencias sociales; de esto se originaron las exageraciones de Crates y
Diógenes. |
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Los Cirenaicos, por el contrario, fundaban la virtud en la armónica
satisfacción de todas las inclinaciones, para obtener la mayor felicidad
posible. |
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Pirrón defendió la inutilidad y hasta la imposibilidad de la ciencia. La
escuela fundada en Mégara por Euclides, consideró el ser absoluto como
absoluto bien. |
Platón |
Platón de Egina adquirió el mayor renombre; inclinándose como
Sócrates a la parte moral, comprendió la importancia de la filosofía
especulativa, la cual investiga lo supersensible, y distingue claramente las
facultades del saber, del sentir y del querer. Se aplicó también a la
política, ciencia que une a los hombres en sociedad bajo la vigilancia de la
moral, como lo expuso en las Gorgias, en las Leyes y en la República,
proclamando siempre una justicia superior y eterna. Se valió
principalmente del diálogo; se aprovechó de las tradiciones buscando lo
que en el fondo tenían de verdad, y se opuso a las tradiciones vulgares;
rico en arte y poesía, con tropos, fábulas e incomparable armonía, rayó a
gran altura. |
422 |
348 |
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Aristóteles |
Aristóteles de Estagira fue discípulo y antagonista de Platón. Su
discípulo Alejandro le proporcionó inmensos medios de estudio, en virtud
de lo cual escribió sobre cuanto se puede saber. Admitió que nada está en
la inteligencia sin haber estado antes en el sentimiento; y sentó que la
naturaleza no se puede concebir sino por la experiencia; pero aceptaba la
necesidad de alguna idea absoluta, y no se sabe de cierto si combinó el
idealismo con el sensualismo. Convierte la ley moral, cuyo último fin es la
felicidad, en fundamento de la ética. Distinguió las virtudes intelectuales y
las morales; y solo admitió como moralmente buena la vida social. |
384 |
322 |
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Platón había sido un genio iniciador; Aristóteles fue ordenador, y
siendo enciclopédico tuvo inmensa eficacia sobre el porvenir. Estos dos
quedaron como jefes de las dos grandes corrientes del estudio del
pensamiento, y hasta hoy se clasifican los filósofos en aristotélicos y
platónicos. Uno y otro tenían más en cuenta la sociedad que el hombre;
por cuyo motivo, el bien social constituya la medida de la moralidad,
vacilando el hombre entre el instinto del placer y la ley del deber. Epicuro
y Zenón quisieron desterrar aquella vacilación; el primero buscando la
felicidad en los goces, moderados por la prudencia, y sin temor a los
dioses ni esperanza de póstuma recompensa; y queriendo el otro la
perfección humana, creyendo que el hombre puede alcanzarla por sus
propias fuerzas, absteniéndose y sosteniéndose, y permanecer insensible a
los padecimientos. Los Epicúreos (109) sirvieron para destruir muchas
supersticiones; los Estoicos, despreciadores e inhumanos, resistieron a la
corrupción y al despotismo. |
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Estoicos |
Epicúreos |
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Nueva academia |
En estas cuatro escuelas: la académica, la peripatética, la epicúrea y la
estoica, desarrollábase la filosofía griega, prevaleciendo la platónica, a la
cual dio nueva forma Arcesilao, quien la llevó al escepticismo,
encerrándose en lo probable y en lo verosímil. La desarrolló Carnéades,
que sostenía el pro y el contra, haciendo a lo justo y lo injusto sinónimos
de útil y perjudicial. |
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Los Griegos cultivaron las ciencias positivas. La medicina fue reducida de
su primer empirismo a verdadera ciencia, y tuvo por jefe a Esculapio,
contemporáneo des los Argonautas, y divinizado en templos colocados en
parajes saludables, cerca de las fuentes y de las oráculos, servidos por los
Asclepiades. Atribúyense a Pitágoras muchos conocimientos fisiológicos y
una doctrina higiénica. |
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Los Pitagóricos, después haberse desparramado, fueron curando enfermos
por todas partes, y publicando métodos y recetas que convertían en misterios
los Asclepíades. De éstos salió Hipócrates, quien fue el primero que examinó
la medicina bajo su verdadero aspecto, estudió los fenómenos y describió
atentamente las enfermedades, apreciando sobre todo la higiene. Sus obras
nos han llegado mutiladas y alteradas, pero no hay duda que excitó el espíritu
de observación, que ha subsistido siempre. |
460 |
360 |
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Las matemáticas estaban adelantadas. Si Pitágoras conoció la estabilidad
del sol, Leucipo la rotación de la tierra, y Empédocles la atracción, Platón
sentó la demostración de las revoluciones celestes por un movimiento circular
uniforme. Los Pitagóricos unieron la física a las matemáticas; se atribuyen
muchos teoremas geométricos a Pitágoras y a Tales, y a Anaximandro los
mapas geográficos. Platón fijó la atención no solo en las circunferencias, sino
que también en las secciones cónicas. Los Elementos de Euclides gozan aún
de gran reputación. |
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Aristóteles fue verdadero enciclopédico, quien coordinó las conexiones en
un método no rechazado aún por la posteridad. Conoció todos los libros de
sus predecesores y se aprovechó de ellos, como también de las rarezas que le
remitió Alejandro. En la Retórica redujo la elocuencia a una metódica
aplicación de las observaciones sobre el corazón humano, y a nociones
precisas sobre lo justo y lo bueno. La Poética nos llegó mutilada y confusa,
ocupándose casi sólo de la dramática. Demostró cuán útiles eran a todo
hombre de Estado las matemáticas aplicadas; y maravillaban sus grandes
conocimientos sobre la óptica, la estática y la mecánica. A la historia natural,
ampliada por los viajes y las conquistas de su tiempo, poco o nada supieron
añadir los Árabes y los sabios de la Edad Media; y Buffon consideró la
historia de los animales de Aristóteles como la mejor en su género. La
anatomía comparada puede decirse que fue creación suya. En los Admirables
y en los Problemas, cometió muchos errores, pero intentó y llegó tal vez a
sentar atrevidas verdades, hasta concebir la unidad de la composición
orgánica. |
|
De este modo, la filosofía era trasladada del cielo a la tierra; y la ciencia,
que salió de los santuarios para entrar a discutir en las escuelas, marchaba
libremente a pasos agigantados. Sobresalían los artistas más perfectos y los
más grandes literatos. Inventáronse las teorías de las bellas artes. Hiciéronse,
extendiéronse o aplicáronse importantes descubrimientos. Desarrolláronse los
conocimientos del hombre interno, más que los del cuerpo y de la naturaleza.
Eleváronse, en fin, a maravillosa altura la inteligencia y la razón. |
|
Los progresos no permanecían ya aislados, puesto que los Macedonios y
los Romanos, mediante las guerras, los propagaban por los pueblos, haciendo
desaparecer la absoluta diversidad de las formas políticas. |
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La Grecia había creído que era para ella causa de debilidad el hallarse
dividida en tantos Estados, y que para vencer definitivamente a los Persas,
era necesaria la unidad. Por esto se coaligó con los Macedonios; pero
veremos como, por el contrario, esta unión facilitó su esclavitud. Alejandro
pudo decir con verdad: «Dejo el cetro al más fuerte.» Inmediatamente
acudieron en tropel sus generales. Pérdicas (110), amigo suyo, parecía
destinado a sucederle, hasta que Roxana (111) pariese un heredero. Otros
propusieron una Regencia. Y la falange proclamó regente a Arideo,
hermano bastardo de Alejandro. Pero los generales pensaban exterminar la
familia de Aridea, compuesta de ambiciosos e intrigantes. |
|
Pérdicas: se hizo fuerte por el temor, y repartió los Estados del modo
siguiente: dio a Tolomeo el Egipto; a Leonardo la Misia; a Antípatro y a
Cratero las posesiones de Europa; a Antígono la Frigia, la Licia (112) y la
Panfilia; a Lisímaco la Tracia; a Eumenes la Capadocia y la Paflagonia; y
a Pitón la Media. Pérdicas, en apariencia, no se guardaba nada para sí, pero
quedose con el ejército y la regencia del niño Alejandro. Los celos de los
capitanes destruyeron pronto la grandiosa obra de Alejandro. |
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Los Griegos se quejaban ya de las lejanas expediciones, donde se vertía
su sangre; así fue que, a la muerte de Alejandro, se sublevaron en Asia, y
replegándose querían volver a su país; pero los sometió Pérdicas, quien
redobló su despotismo. En Europa, los Atenienses y los Etolios se
sublevaron contra Antípatro, e incitados también por Hipérides (113) y
Demóstenes, expulsaron a las guarniciones. Pero las antiguas virtudes
habían decaído, al influjo de la corrupción introducida por los Macedonios
y por los sofistas. La flota, terror de los Persas, hacía a menudo piraterías;
la expedición de Alejandro había destruido el comercio del Pireo; ya no se
iba a las escuelas de Atenas, sino que se acudía a las de Rodas y de
Alejandría: los artistas ya no servían al pueblo, sino a los reyes, y más que
la elocuencia y la poesía se cultivaban la música y el baile; las armas eran
entregadas a soldados extranjeros; la guerra, la adulación y los donativos
habían improvisado muchas fortunas, y los ricos querían gozar de ellas. En
vano trataba Demóstenes de hacer revivir la antigua concordia; sus
esfuerzos se estrellaron contra grandes disentimientos, y la guerra de Lamia
desorganizó al país. Las caballerosas ciudades de la Tesalia sucumbieron
una en pos de otra bajo el dominio de la Macedonia. Los Atenienses
solicitaron de Antípatro la formación de un convenio y éste consintió en la
paz con la condición de que una guarnición suya ocupase el país sometido,
se entregase a Hipérides y a Demóstenes, que fueron muertos, y se dejase
trasladar a los ciudadanos pobres, a fin de que el arbitrio quedase a favor de
los ricos. |
324 |
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Guerra lámica (114) |
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322 |
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Eumenes, secretario de Filipo y luego general de Alejandro, puso su
habilidad y su valor al servicio de Pérdicas, tutor de Alejandro Ego, hijo
póstumo del grande, quien siendo dueño de cuanto se halla comprendido
entre el Egipto y el mar, excitó el celo de Tolomeo y Antípatro, hasta que
fue muerto a traición. |
321 |
Eumenes levantose en armas para vengarlo; pero los últimos generales
de Alejandro se aliaron contra él, y excluyéndole, hicieron un nuevo reparto
del grande imperio. Diose a Poro y a Tásilo la India; a Tolomeo el Egipto;
a Pitón el Candaar; a Antígono la Frigia y el mando del ejército que había
atacado a Eumenes, que adquirió en la resistencia la reputación de gran
capitán. Combatiolo Antígono, que pensaba excluir del todo a la familia
real; pero Eumenes, el mejor sostén de esta, penetró en el alta Asia, y se alió
con los sátrapas rebeldes, hasta que, alcanzado por Antígono, fue
condenado a muerte. |
313 |
Las querellas y los delitos continuaron en la familia de Alejandro;
Polispercón había obtenido el cargo de tutor de Alejandro, y se amistó con
Olimpia, madre del Magno, la cual, después de haber dado muerte a
muchos, fue muerta a su vez. Polispercón aspiraba al poder con el título de
protector de Alejandro póstumo y favorecía a la aristocracia griega; pero
prevalecieron en Atenas los demócratas, quienes quitaron a Foción el
mando que ejercía por la 45ª vez, y lo condenaron a muerte por unanimidad;
poco después le levantaron una estatua. La oligarquía fue muy pronto
restablecida en Atenas, siendo jefe un epimeleto por tiempo indeterminado,
cargo que recayó en la persona de Demetrio Falereo, quien lo conservó
durante diez años, procurando el bien del país. |
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317 |
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313 |
Habiéndose librado de los émulos, en el Asia, y sostenido por el hijo de
Demetrio Poliorcetes, Antígono se apoderó de los tesoros de Susa, invadió
a Tiro, sorprendió a Petra en la Arabia, y quitó mucho betún del lago
Asfáltico. Atacó vanamente al Egipto, por cuyo motivo pensó cerrar todos
los puertos a las naves egipcias. Contra él se habían aliado Seleuco,
Tolomeo, Lisímaco y Casandro. |
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Sirvió de pretexto para una nueva guerra el querer devolver la libertad
a la Grecia, que la había perdido hacía ya mucho tiempo, como también a
la Beocia, a la Lócride y a la Elida. Tal empresa asumió Demetrio
Poliorcetes, a quien creyeron y aplaudieron los Griegos, principalmente
Atenas, esclava de las mujeres hermosas y de intrigantes como Demetrio
Falereo, quien era todo lisonja y sofistería; aspiraba a hacerse notable
favoreciendo vulgares instintos, y tuvo en calma a la ciudad durante 10
años, hasta que fue suplantado por Poliorcetes, que halagó al pueblo con
donativos y espectáculos. Este continuó combatiendo a la aristocracia; pero
tuvo que acudir contra Tolomeo de Egipto, que había sojuzgado a Chipre
y quedó vencido en el combate naval más sangriento que la antigüedad
recuerda, batiéndose Demetrio con 180 navíos, y con 150 Tolomeo, sin
contar los buques de carga. Antígono fue luego proclamado rey, título
reservado hasta entonces a los descendientes de Alejandro, y adoptado
luego por Demetrio, Seleuco, Tolomeo y Lisímaco. |
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Demetrio
Falereo (115) |
Demetrio
Poliorcetes |
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307 |
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Sobresalía por su comercio la isla de Rodas, que merced a los productos
de sus aduanas, adornábase con espléndidos edificios, favorecía las ciencias
y las artes, y ejercía con el tráfico una actividad política encaminada a estar
en paz con todo el mundo. Pero habiéndose negado a armarse, ni a favor de
Tolomeo ni a favor de Antígono, éste mandó a Demetrio que la atacara con
200 navíos; la isla puso una tenaz resistencia y obtuvo convenios. |
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Demetrio debía correr a Grecia, a salvar a los Estados aún libres, contra
Casandro y Polispercón; fue recibido como libertador en Atenas, donde se
tributaban honores divinos, a él, a su padre y a sus meretrices. Tanto había
decaído la ciudad, que castigó a su embajador por haber rendido homenajes
orientales al rey de Persia. Demetrio dio pábulo a la corrupción; y los
historiadores, o mejor dicho los cronistas, se ocupaban, no ya de los grandes
hechos, sino de las pequeñeces de los cortesanos y de su jefe. Pero alternaba
todo esto con victorias por él alcanzadas, de modo que su padre pidió que
fuese reconocido como único heredero de Alejandro, reduciendo a vasallos
a todos los demás; pero estos se juntaron, levantándose en armas contra
Antígono, a quien derrotaron y mataron cerca de Ipso en la Frigia. |
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Lisímaco y Seleuco, que fueron los vencedores, dividiéronse el imperio,
quedándose el primero con el Asia hasta el Tauro, y el segundo con lo
restante hasta el Indo. Tolomeo adquirió la Cele-Siria; Tiro y Sidón
quedáronse a favor de Demetrio, quien fue rechazado de aquella Atenas que
tanto le había querido antes, y quien conquistó a la Macedonia,
desorganizada por los delitos de los hijos de Casandro. Pero su fasto
disgustaba a los generosos Macedonios, los cuales favorecían a Pirro,
romántico rey del Epiro, quien habiendo obtenido también el trono de la
Macedonia, mostrose digno de suceder al Magno, mayormente después de
la muerte de Demetrio Poliorcetes. Irritaba a los Macedonios el ser
reducidos a provincia del Epiro, ellos que habían sido antes dominadores
del mundo, y rechazaron a Pirro.
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Entonces la monarquía macedonia fue otra vez dividida en tres: la Siria
bajo los Seléucidas (116); el Egipto con los Tolomeos, y la Macedonia; y
además los reinos de Capadocia, Ponto, Armenia, Galacia, Pérgamo, Partia
y los lejanos imperios de la India y de la Bactriana. Faltaba una robusta
voluntad para dirigirlos a todos; cruzábanse perpetuas ambiciones
soldadescas; fundábanse nuevas ciudades; difundíase entre los pueblos
orientales la civilización, la elocuencia y las leyes griegas, mientras que el
lujo, las doctrinas y las supersticiones asiáticas bajaban a Europa,
debilitando el sentimiento de la nacionalidad, a favor del poderoso
extranjero que fuese a atacarlos, como hicieron los Romanos. |
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Aunque la Grecia y la Macedonia formasen un Estado más pequeño,
eran consideradas como el corazón de la desmembrada monarquía de
Alejandro, hasta que fue destruida toda la familia de éste. Entonces los
monarcas tuvieron que luchar contra los grandes señores de la
Macedonia, mientras que la Grecia, aunque caída en la esclavitud,
siempre le comunicaba algún brillo de su antiguo esplendor. |
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Lisímaco asegurose el reino de la Macedonia, al cual unió la Tesalia y
por algún tiempo el Asia Anterior, y venció a los valientes Tracios.
Muerto en la batalla en Ciropedión, le sucedió Seleuco; pero Tolomeo
Cerauno le quitó el trono y la vida. Entonces los Galos devastaron el país
y la Grecia; aunque al fin perecieron casi todos. |
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Antígono Gónatas, hijo de Demetrio Poliorcetes, restablecía la
Macedonia, cuando Pirro, rey del Epiro, de regreso de una expedición a
Italia, lo desposeyó. Pirro se parece a los guerrilleros de nuestra Edad
Media, puesto que entonces se formaban partidas de soldados, comprados
entre los mercenarios o entre los Galos; por lo que los Estados andaban
siempre revueltos, y solo aspiraban a reunir dinero para comprar
soldados; había mercados especiales de gentes de armas, a quienes se
confiaba el arte de la guerra, de las máquinas y de las galeras. Pirro sitió a
Esparta, pero fue rechazado, y en la toma de Argos, murió de una pedrada
que le tiró una mujer. Concluida la estirpe de los Eacidas, el Epiro se
gobernó democráticamente, hasta que cayó bajo el yugo romano. |
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Liga Aquea |
Antígono Gónatas asegurose el trono macedónico y pensó subyugar a
toda la Grecia; pero despertose el antiguo patriotismo griego, dando lugar
a la Liga Aquea. Tima, Patra y Faro, al grito de libertad, se coaligaron,
agregándose luego otras ciudades, con cuyo apoyo lograron rechazar a los
tiranos, y concluyeron por solidificar un pacto federal, con la igualdad
política de todos los confederados, conservando empero cada ciudad en
gobierno propio, con leyes comunes, pesos y mondas iguales, y congresos
generales dos veces al año, primero en Egío y luego en Corinto.
Redobladas así las fuerzas con la unión, el más insignificante de los
pueblos griegos prevaleció sobre la tiránica Esparta, la demagógica Argos
y la locuaz Atenas, y recogió el último suspiro de la libertad. |
Arato |
Juntáronse otras ciudades, entre ellas Sición (123), patria de Arato (124),
quien le aseguró la libertad, gracias al auxilio de los Aqueos, y fue el
alma de aquella liga; fue generalísimo a los 26 años, y pudo agregar a la
liga a Corinto, Mégara, Trezenas, Epidauro, la Élide, todo el Peloponeso,
exceptuando a Esparta, y por último Atenas. |
Liga etolia |
Otra liga opusieron a ésta los Etolios, hermanándose con los de la
Lócride, de la Fócida, de la Tesalia meridional, de la Acarnania
meridional y de muchas islas. Etolios y los federados tenían iguales
derechos; se reunían en el Panetolio de Termo, donde se elegía a un
estratégico que proponía sin deliberar, y ejecutaba. Solo entre los Griegos
tenían una fuerza nacional. |
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Con ellos se alió Antígono Gónatas (125), para deprimir a los Aqueos,
pero bajo su hijo Demetrio, unos y otros se coaligaron. A los Aqueos se
opuso Esparta, la cual, demasiado degenerada por las austeridades de
Licurgo, y falta de elementos reformadores, conservaba las formas
antiguas con los peores vicios modernos. Gemían los buenos, los que no
veían esperanza alguna más que en volver a la primitiva constitución,
vigorizando al rey para debilitar a los éforos, y aliviará los pobres con
leyes agrarias y la abolición de las deudas. Así pensaba regenerar a la
patria el rey Agis III (126). Vestía y comía a lo antiguo, y seguíale la
juventud; igualmente pensaba realizar la comunidad de bienes y la quema
de los recibos. Logró su intento al principio, pero engañado luego por los
malvados, fue procesado y muerto. |
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Agis |
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Su esposa Agiátides, obligada a casarse con Cleomenes (127), rival de su
marido, no tomó más venganza que la de transformarlo en un héroe, el
cual pensó realizar los designios de Agis con más madurez. Vencido
Arato, que lo amenazaba al frente de los Aqueos, rechazó a los oligarcas
y obligó a repartir los terrenos; con sus ejemplo fomentó la práctica
austeridad. Pero Arato excitó contra él a Antígono Dosón, quien a pesar
de todo el valor que desplegó, fue derrotado, y habiéndose refugiado en
Egipto, le sorprendió la muerte. Esparta fue decayendo cada vez más
hasta que un Nabi cambió la constitución y quitó la libertad. |
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Filipo III, valeroso y elocuente, se portó muy bien en la guerra
suscitada entre las dos ligas Aquea y Etolia; de modo que la Macedonia
adquirió nuevamente el predominio del mar. Preparábase también contra
él una trama en Italia, hacia la cual debían converger todas las miradas. |