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1

«Carta de Martín González, clérigo al Emperador don Carlos...», Asunción, 25 de junio de 1556, cit. por Salas, ib., pág. 189. De Gandía (1950, 370), define a este clérigo como «auténtico padre Las Casas del Paraguay, forjador de la leyenda negra del Paraguay».

 

2

«Otro si, que ninguna persona pueda tener ni tenga en su casa ni fuera de ella dos hermanas, ni madre e hija, ni primas hermanas, por el peligro de las conciencias de las personas que las tubieran, las aparten e quiten de sus casas y conversación dentro de seis días cumplidos de la publicación de estos bandos» (Salas, 1960, 191).

 

3

«Las enérgicas medidas de Álvar Núñez, su actitud general de censura y vigilancia [...] así como su negativa a conducir desde el Puerto de los Reyes hasta Asunción a las indias que los conquistadores habían recogido, en su afán insaciable, fueron elementos de importancia decisiva en su fracaso final» (Salas, 1960, 192).

 

4

«Estaba entre ellos concertado una noche matar los hijos a sus padres durmiendo, y los demás a los otros» Carta inédita. Fray Juan de Rivadeneyra; cit. por De Gandía, 1950, pág. 314. De Gandía agrega: «Y confirma el Padre Bartolomé González: "procuraron de querer matar a sus padres [...] y después acá han querido alzarse con la tierra dos o tres veces [...] Su intento era el de juntarse estos mestizos con los naturales que son sus tíos y parientes"».

Cfr. también Rodríguez Molas, 1982, págs. 39/43 y Busaniche, 1969, págs. 106 y ss.

 

5

A la edición crítica realizada por Paul Groussac (1912, Tomo IX), deben agregarse las tres que estuvieron a cargo de Enrique De Gandía, el historiador argentino que más intensamente se ha ocupado de La Argentina y de su autor (Edit. Estrada, 1943; Espasa Calpe, 1944, Edit. Huemul, 1974). Las citas corresponden a esta última edición.

 

6

Irala dio a sus hijas mestizas nombres de heroínas de novelas de caballería: Ginebra, Isabel, Ana, María, Úrsula, Marina. Cuando en 1552 se descubre la conspiración de los capitanes Ortiz de Vergara y Alonso Riquelme de Guzmán, Irala los hace Prisioneros y los condena a muerte. Pero en vísperas de la ejecución, mientras esperan el alba, los condenados reciben de labios de un clérigo, una propuesta: el gobernador les ofrece salvar sus vidas y el completo perdón si acceden a tomar por esposas a Marina y Úrsula, que por entonces tienen entre doce y trece años.

 

7

El episodio de la Maldonada (Ib., págs. 110-111 y 116-117) merece, sin duda, un análisis específico. Sólo apuntaremos que la historia de la mujer española que huye por hambre hacia los indios señala un mismo sentido en el desplazamiento que en Lucía Miranda: desde adentro (fuerte) hacia afuera (los indios) aunque la Maldonada elija voluntariamente el lado de esa frágil frontera que le permita conservar la vida.

 

8

Guerra, Rosa, Lucia Miranda. Dep. Educativo de la Universidad de Buenos Aires, 1956, vol. XIV de la colección «Orígenes de la novela», dirigida por José María Monner Sans; García de Mansilla, Lucía Miranda. Buenos Aires, J. C. Rovira Editor, Alsina 1882 y Buenos Aires. Biblioteca La Tradición Argentina, 1933.

 

9

Groussac, 1912, Tomo IX; De Gandía, 1950; Madero, 1939.

 

10

Charlevoix, 1756; Guevara, 1836; Lozano, 1873-1874; Techo, 1897.