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Pasemos ahora a la descripción y examen del Monasterio, principiando por la iglesia.

La iglesia es de tres naves. Las proporciones de su planta, lo mismo que el abovedamiento de su nave principal y las nervaturas de la bóveda del coro, indican que fue trazada para levantarla a la manera gótica. La nave central es alta y recibe su luz de las doce ventanas abiertas en los arcos elípticos apuntados que, graciosamente sustituyen a los ojivos en esta iglesia. Cuando Gaudí, el genial arquitecto catalán contemporáneo, construyó aquel ventanal   —76→   de tres huecos con tres vanos altísimos elípticos, que parecen los tres dedos centrales de una inmensa mano, no inventó nada nuevo; pues, ya el arquitecto de San Agustín de Quito, aprovechó el arco elíptico alargado para resolver con él el abovedamiento de la iglesia con bóveda de nervios. La nave se reparte en tramos rectangulares, de manera que los arcos fajones, resultan de medio punto, peraltados los elípticos y rebajados los diagonales. Se diría más bien que el abovedamiento de la nave central es de cañón, cortada de trecho en trecho por bóvedas elípticas con lunetos. Es una bóveda encamonada.

Los muros son de ladrillo y mampostería con aparejo irregular, aprovechando piedra de todos los tamaños; sólo se ha usado sillarejo bien despiezado en el zócalo y, finamente labrado en la fachada y la torre.

La nave central se apoya sobre gruesos pilares de piedra, en los que van enjarjadas semipilastras, sobre cuyas impostas se levantan los arcos fajones. Y para neutralizar el empuje de la cubierta, las naves laterales están divididas en capillas de planta cuadrada por medio de arcos de herradura, sobre gruesos pilares que sirven de descargo a las pilastras de la nave central. Entre las pilastras hay cinco pares de arcos de medio punto que separan las naves laterales a la nave central, desde el presbiterio hasta el narthex.

Para sostener el coro, se ha creado un narthex con cuatro arcos rebajados sobre gruesos machones y dos arcos grandes muy rebajados, con abovedamiento de crucería, siguiendo la tradición romana, con arista semielíptica; pues, la bóveda semielíptica es la que se presta mejor para sostener una cubierta plana; por lo que en la arquitectura cristiana es un elemento obligado en las criptas.

Las cúpulas laterales se cierran con casquetas esféricas que forman una bóveda baída de crucería simple con cuatro arcos de testa: dos formeros, uno de ellos encastrado en el muro, dos fajones y dos diagonales.

Los dos últimos tramos de la planta corresponden al coro y al narthex, y se les ha unido con un solo abovedamiento, haciendo de los dos tramos rectangulares, uno sólo cuadrado, cosa muy usada en lo gótico, para cubrir la nave central y facilitar así la tarea de enriquecer la bóveda con nervios terceletes y ligaduras multiplicados para exornarla con estrellas y rosetones: práctica iniciada en España desde el siglo XIV, generalizada luego en el XV y que se acrecienta con una tendencia barroco-flameante, a fines del XVI y en el XVII. Lo original en la bóveda agustiniana de Quito, es que las nervaturas góticas se han trazado para una bóveda de cañón, cosa rara en la arquitectura ojival por más que la forma del arco apuntado no sea de la esencia del gótico. Quizás con esas nervaturas, trazó Becerra todo el abovedamiento de la nave principal de la iglesia. Y más aún, con ellas estaba adornada toda su bóveda, caída o deteriorada en los grandes terremotos del siglo pasado, que echó abajo la torre, parte de los claustros altos del convento y el cimborio que cubría la capilla mayor, decorado con inmensos cuadros alusivos a la vida de San Agustín, ejecutados por Luis Cadena y Juan Manosalvas. En realidad de verdad, contemplando detalladamente la organización de este templo, se diría que parece un edificio de composición romana, pero construida con ciertos recursos del arte ojival.

La actual fachada de la iglesia, se compone de dos partes que conviene distinguir: la del centro, íntegramente de piedra, que data de 1669 y la de los lados, de 1617. Esta segunda es la que   —[Lámina XXV]→     —77→   correspondió tal vez a la iglesia en el momento de su terminación y que destruida su parte central, sea por obra del tiempo o de los hombres, para ser sustituida por la que ahora vemos, quedó aquella, más o menos en la forma que hoy tiene, en sus lineamientos generales, ya que hace unos pocos años se la arregló en uno de esos afanes de los religiosos por restaurar su iglesia y renovarla aún con detrimento del buen sentido artístico.

Convento de San Agustín.- Sala capitular

Convento de San Agustín.- Sala capitular

[Lámina XXV]

La parte central de la fachada es verdaderamente un trozo de arquitectura clásica renacentista con detalles impecables. Tiene una sola calle con dos cuerpos superpuestos y un remate en la clave. El cuerpo inferior se compone de una gran puerta central de arco semicircular con moldura, apeado sobre las impostas de unas jambas y dotado de un alfiz que, consecuentemente, forma con el arco dos enjutas, que han sido decoradas con figuras de ángeles. A los flancos de esa puerta se han colocado dos pares de hermosas columnas toscanas sobre un sencillo basamento, en planos diferentes, y una semipilastra de fuste decorado simbólicamente con corazones entre arabescos. Como se ve, a veces, en la arquitectura italiana del Renacimiento, tanto las columnas como las semipilastras llevan sobremontado un entablamento individual de puro orden dórico romano y una grande y bien volada cornisa que, en la parte central, encima del nicho de la puerta principal, se halla sostenida por seis preciosas ménsulas separadas entre sí por mascarones.

El cuerpo superior corresponde, en su organización, al anterior; pero, habiéndose en él adoptado el orden jónico, aparece menos severo en su conjunto como en sus detalles. El basamento no es sencillo, sino adornado con paneles de muy ricas molduras; el campo sobre el que se destaca la solemne ventana central, se halla totalmente almohadillado y las mismas aletas que sustituyen a las pilastras del primer cuerpo cobran mayor importancia por el mascarón con que principian y la elegante espiral con que terminan. Sobre este segundo cuerpo corre un entablamento y sobre su cornisa, un frontón interrumpido por un hermoso nicho en que se aloja la imagen de San Agustín. Cinco acróteras con remate de bolas coronan esta fachada, repartidas las cuatro sobre los ejes de las columnas y la quinta sobre el frontón triangular que cubre el nicho.

Encima de la puerta y formando parte del segundo cuerpo, se halla una gran lápida de piedra con la siguiente inscripción:

AÑO DE 1660. A 27 DE OCTVBRE REBENTO EL VOLCAN PICHINCHA A LAS 9 DEL DIA.

AÑO DE 1662 A 28 DE NOVIEMBRE SUCEDIO EL TERREMOTO.

ESTA PORTADA MANDO HACER EL PADRE MAESTRO FRAY BASILIO DE RIBERA SIENDO PROVINCIAL. COMENZOSE AÑO DE 1659 Y SE ACABO AÑO DE 1665.



A los lados de este admirable conjunto de piedra labrada, se hallan las puertas que dan acceso a las naves laterales, son más pequeñas que la puerta central, de arco semicircular, con su trasdós bien acusado por una moldura y decorado con hojas de acanto. Encima de cada puerta hay un nicho de arco trasdosado de medio punto y dentro de cada nicho la estatua de Santa Rita y de   —78→   Santa Mónica. Tanto el arco de este nicho como el de la puerta descansan sobre importas, enjarjadas en los muros que son íntegramente almohadillados en la sección correspondiente a los nichos, y ricamente decorados con florones y follaje serpeante, en la de las puertas: decoración esta última extraña en lo quiteño y que tal vez sea una reminiscencia de lo peruano.

Como remate de todo este conjunto hay un frontón circular interrumpido, dentro de cuyo tímpano adornado con hojarasca, hay dos escudos de la Orden Agustiniana que llevan las siguientes inscripciones: el de la derecha:

AVGVSTINVS - LVX - DOCTORVM. AÑO 1617.



y el de la izquierda:

EL MAESTRO FRAY ALFONSO DE LA FVENTE -+ PROVINCIAL - EL MAESTRO FRAY FRANCISCO DE LA FVENTE -+ PRIOR.



Encima del frontón corre un entablamento, cuya cornisa está apeada sobre ménsulas.

Para qué decir que toda esta parte de la fachada no guarda relación con la central y, al contrario, la daña. Además, como fue restaurada hace pocos años, no sabríamos decir hasta qué punto se respetó la tradición: ¡tantas son las anomalías de su misma decoración!

Desligada de la composición de la fachada pero formando parte de ella, se encuentra a un lado la torre de tipo castellano, es decir, prismática rectangular, cuyo primer cuerpo que le sirve de base está íntegramente cubierto de piedra sillar labrada; pues, la torre tiene aparejo de mampostería y de ladrillo menos su remate que es de piedra pómez. Este primer cuerpo comprende en su interior una gran habitación con bóveda baída, que antes era la portería del convento y formaba antesala a un gran cuarto de recibo y, luego, a otra habitación (la que hoy sirve de portería), todas igualmente abovedadas.

Se desprende la torre con un estilobato de grande y solemne moldura. En uno de sus dos frentes, en el que da al atrio, se encuentra la gran puerta de la antigua portería, adintelada, con sus jambas que simulan pilastras molduradas sobre bases apaneladas, aunque aparezcan totalmente desligadas las bases de los fustes. La moldura de estas pilastras se quiebra en ángulo recto a la altura de la puerta para formar una moldura en el dintel y otra más arriba, limitando así algo como una tarjeta sobre la puerta, entre los capiteles de las pilastras, encima de los cuales se ha colocado el escudo de la Orden agustiniana con un adorno almohadillado al canto, y no lejos de ese, en la misma línea, otro escudo con las armas del obispo de la Peña y Montenegro, entre idéntico adorno almohadillado. Luego viene encima un gran friso almohadillado con su cornisa interrumpida por un panel con las armas reales de España.

No cabe duda que la composición actual de este frente no es la primitiva. Es probable que el revestimiento de piedra sufrió alguna calamidad que obligó a rehacerlo; pero entonces, en la reconstrucción, no hubo mente hábil que la dirigiera y se dejó al buen entender de algún albañil la tarea, que la realizó con grave detrimento de la composición arquitectónica, que aparece tan lucida en la otra cara o frente de esta sección de la torre. A nuestro parecer, la puerta de entrada, debió estar en el centro y eje de la   —79→   torre, flanqueada por las dos pilastras y encima del entablamento, a los lados, los escudos de la Orden y del obispo de Quito, dentro de paneles adornados con tiras o listones almohadillas y entre ellas, pero arriba, en el lugar en que se encuentra, el escudo de España.

Nuestra sospecha cobra cuerpo cuando se examinan los detalles de la composición, e imaginativamente, se colocan las piedras en las que se encuentran tallados, en los sitios que, a nuestro juicio, debieran estar. Mas aún, la mala colocación de las piedras se nota en la manera como se hallan las que forman el mismo dintel de la puerta, en un desquiciamiento total y puestas como al desgaire, sin el menor y elemental cuidado de que coincidan al menos en sus junturas: descuidos que contrastan con lo atildado de la composición del otro frente, que pasamos a describirlo.

Sobre el estilobato se han puesto dos ventanas de reja con solemnes molduras y, en sus dinteles, bajada la dovela de la clave como curioso adorno. Abajo y arriba de las ventanas, grandes molduras de corte triangular, colocadas a manera de cornisas ornamentales, formando juego con otras exactamente iguales, colocadas verticalmente a los flancos del grupo de las ventanas. Encima de estas y como un ornamento muy notable, un gran modillón de tres baquetones, que recuerda a los modillones asturianos del siglo XII. Luego viene una gran moldura y un entablamento curioso sobre cinco molduras largas a manera de repisas: tres que se sobreponen a las grandes molduras verticales que flanquean a las ventanas y a las que las divide, y dos más largas, a las ventanas. Sobre estas, siete paneles almohadillados como los que decoran los escudos en el frente de la torre que da hacia el atrio y luego un gran friso igualmente almohadillado y una cornisa: friso y cornisa que ciñen completamente todo el cuerpo de la torre, que está expuesto a la vista y que, en su trayectoria sigue los resaltos marcados por las ventanas, las molduras y el eje central de aquella que se lo ha relevado como adorno.

El segundo cuerpo es muy sencillo de composición: una gran masa con sólo dos ventanas hacia el atrio y otra hacia la calle, y limitando este cuerpo un hermoso entablamento con friso decorado, sobre el cual se levanta el tercer cuerpo, que disminuido en sus dimensiones de anchura, está rodeado de un corredor en su contorno con su antepecho de balaustres vidriados. En esta sección de la torre se halla el cuerpo de campanas. Su masa cúbica no tiene igual número de vanos en sus cuatro caras; pues, si en la que da hacia el atrio tiene sólo uno, en los otros tiene dos, de los cuales uno cerrado u obturado en la cara que cae hacia el convento. Los vanos están flanqueados por grupos de semipilastras encastradas en los muros: una ancha al medio de dos delgadas; pero en la cara en la cual hay un sólo vano, este curioso ornamento se ha distribuido en grupos de cinco semipilastras por lado: tres angostas y dos anchas. Los arcos de los vanos son semicirculares apeados sobre ménsulas salientes de las jambas del vano. Sobre las pilastras se apoya un espléndido entablamento de volada cornisa, encima de la cual corre una hermosa balaustrada adornada, en sus cuatro esquinas, con cuatro remates esféricos igual exactamente a la balaustrada del cuerpo inferior. Sobre el tercer cuerpo se levanta un tambor sobre pechinas, con cuatro ventanas de arco de medio punto, flanqueadas por fajas a manera de semipilastras: tambor que recibe un gran remate campaniforme con cuatro óculos para reloj, hoy cegados y fuertes nervaturas en contorno. Corona al conjunto una estatua de San Agustín.

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Antiguamente la iglesia ocupaba el espacio actual más el de la sacristía, que queda al fondo. Precisamente, donde hoy está la sacristía, quedaba el presbiterio coronado por una cubierta cupular octogenal, ornamentada con inmensos cuadros de Cadena y Manosalvas, alusivos a la vida de San Agustín. El terremoto del año 1868 derrumbó la iglesia y parte de claustro, y al restaurar aquella, se trazó el presbiterio actual, cuyo retablo estaba hasta hace poco tiempo (unos 24 años) un poco más adelante del lugar en donde hoy está. Luego, cuando se pintó la iglesia, y se la restauró en la forma en que hoy se la ve, en 1948, se lo retiró hasta la pared del fondo, que antes estaba ocupada por el gran cuadro de La Regla, de Miguel de Santiago. Entonces se hizo la actual sacristía sobre los escombros del antiguo presbiterio destruido por el ya nombrado terremoto, con la bóveda cupular que lo cubría.

Hasta 1868, la nave principal o central, se hallaba cubierta con bóveda de cañón nervadura gótica, como la del coro; la fuerza de sus arcos fajones, descargaba sobre pilastras adornadas o enjarjadas en los machones cúbicos que separan las tres naves, formando contrafuertes sobre los cuales se apoyaba uno de los extremos de los arcos, que descargaban el empuje sobre los muros exteriores de la iglesia. Estos arcos eran de herradura, hoy mermada un tanto en su forma, porque en la restauración del templo, los albañiles indios que la hicieron, pretendieron sin duda, por ignorancia, corregirlos creyendo un error la forma extraña de ellos, sin que nadie cayera en cuenta de tamaño desacato y, rebanando los salmeres de los arcos para darles la forma de medio punto, los mutilaron sin conseguir su objeto; pues, quedaron siempre con un peralte recogido hacia adentro en la línea de las impostas que, a poco de observarlo, delata su prístina forma de herradura. Estos arcos tienen su trasdós moldurado con descentramiento de la arquivolta, como en el arco califal. La moldura del arco de herradura, así como los nervios de la bóveda de crucería que cubre cada una de las capillas laterales, convergen y descargan sobre ménsulas esquineras enjarjadas en los ángulos de encuentro de los cuatro muros que forman las capillas susodichas. Aún más, casi podríamos decir que esa moldura de los arcos de herradura, es un nuevo arco de descarga para aliviar el peso a aquellos, cuya factura debió de infundir temores a los albañiles indígenas que los ejecutaron.

No cabe la menor duda que aquellos arcos fueron de herradura, porque aún hasta ahora lo son, a pesar de la mutilación, y porque hay señales de que los salmeres se hallaban casi incorporados a la línea extrema superior de las impostas, como se practicó en los edificios cordobeses del siglo IX y se ve en muchos de la arquitectura mozárabe del X y XI.

Todas estas formas arquitectónicas de la arcada de las naves laterales, echadas a perder por el deseo tonto de los incomprensivos autores de la restauración de la iglesia, que quisieron enderezar los arcos en la curvatura inferior de los salmeres, han sido más estropeados por la decoración pictórica ejecutada sobre ellas en 1914, cuyas líneas abigarradas y mal hechas distraen la vista   —[Lámina XXVI]→     —[Lámina XXVII]→     —81→   del observador impidiendo apreciar algo siquiera de lo poco que ha quedado de las antiguas formas de los arcos. Todo esto es verdaderamente lastimoso, porque quizás esta organización agarena de las naves laterales de la iglesia de San Agustín de Quito, era única en América. No sabemos que en otras partes hubiese siquiera habido algo semejante, sino sólo algún rastro ligero del arte mudéjar español, sobre todo en la decoración y en los artesonados.

Convento de San Agustín.- Retablo de la Sala Capitular

Convento de San Agustín.- Retablo de la Sala Capitular

[Lámina XXVI]

Convento de San Agustín.- Galería alta del claustro principal

Convento de San Agustín.- Galería alta del claustro principal

[Lámina XXVII]

Dan luz a la nave central seis grandes ventanas rectangulares, abiertas en tres de los espacios formados por un par de arcos a partir del narthex hacia el presbiterio. Las naves laterales se iluminan por las dos ventanas abiertas en cada una de sus capillas. El coro, por la ventana de la fachada.

Como el coro ocupa todo el ancho de la iglesia, las naves laterales, rebajan de altura junto al narthex: y sus espacios entre los arcos, se cubren con bóveda baída en los primeros, y con techo plano, los últimos, junto ya a las puertas de entrada. El coro, con su jube de hermoso lazo morisco, prolonga su presencia en las naves laterales por medio de arcos semicirculares muy peraltados, abiertos encima de los de medio punto y muestran también su antepecho igual al jube.

Examinemos ahora sus retablos, principiando desde los de las capillas laterales. Son seis: tres a cada lado. Los del lado del evangelio, son consagrados al Corazón de Jesús, a las Almas del Purgatorio, a la Santa Faz y a la Virgen del Buen Consejo; y los del lado de la Epístola, a San José, Santa Rita, San Antonio y el Calvario. Comencemos por esta.

El retablo del Calvario es de un nicho central flanqueado de cuatro columnas, de fuste rico y profusamente decorado y con capitel corintio. Reposa sobre cuatro basas cilíndricas decoradas, como el tercio inferior de las columnas, con unos querubines enmedio de vástagos y flores estilizadas. La decoración de las columnas, en su mayor parte es lineal con uvas. Sobre las columnas se levantan cimacios y un gran arco rebajado, decorado con cabecitas de querubines, y flanqueado por dos remates piramidales colocados encima de las columnas extremas, corona el retablo. El grupo escultórico del Calvario moderno, obra comercial de Barcelona, melosa, sin sentido alguno estético, aparece extraña al retablo.

El retablo de San Antonio tiene un nicho central de arco semicircular que aloja la estatua del Santo, y dos paneles en los intercolumnios formados por la separación conveniente de las dos parejas de columnas salomónicas que flanquean el nicho, columnas cortas, corolíticas, colocadas sobre basas cúbicas y un estilobato con ménsulas. Domina este conjunto un entablamento con conchas y pirámides como remates. En los paneles, las estatuas de la Magdalena y Santo Tomás de Villanueva.

El retablo de Santa Rita se compone también de un nicho sobre base de planta piramidal, con dos columnas a cada lado, sobre ricas basas con un curioso adorno de volutas en su cara principal. Las columnas son muy raras por su fuste, compuesto de diversos elementos sobrepuestos y adornados abigarradamente con gallones, volutas, canastos con flores y frutas, un querubín en la mitad y serpeantes por todos lados. Llevan capitel corintio y soportan una gran cornisa que voltea sobre el nicho, formando un arco carpanel y se adorna con un gran querubín bajo el arco y un remate en su clave.

El retablo de San José se compone de un nicho de arco mixtilíneo adintelado sobre dos columnas salomónicas cortas, cuyo tercio inferior de su fuste está ornamentado con un florero. El   —82→   arco lleva un querubín en la clave. A los cantos, otras dos columnas salomónicas, con su tercio inferior cilíndrico, adornado con la cabeza de un querubín entre uvas. Todo esto se levanta de unas basas cúbicas y termina en una cornisa recta coronada de un remate circular con florón en su centro.

Ahora, veamos los retablos del lado del Evangelio.

El de la Virgen del Buen Consejo, es nuevo y compuesto con cuatro columnas corintias que lo dividen en tres paneles, ocupando el del centro el cuadro de la Virgen, dentro de preciosa moldura y terminando en un tímpano curvo con dos remates a sus flancos.

El de la Santa Faz, es un hermoso retablo con nicho central semicircular, dentro del cual se ha colocado una lámina grabada de la Santa Faz, en estupenda moldura calada como encaje. Se levanta este retablo de un gran estilobato. Su nicho se halla entre dos pares de columnas salomónicas corolíticas colocadas en dos planos. A los extremos del retablo y en nichos pequeños de fondo apanelado y con copete de concha, se hallan las imágenes de San Miguel y San Rafael: éste, más pequeño, está sobre una basa decorada y aquél, directamente sobre el estilobato. De los cimacios se desprende una cornisa que con un remate calado sobre un tímpano de tres lóbulos, corona el retablo.

Luego viene el retablo consagrado a las Almas del Purgatorio, muy semejante en sus formas al de Santa Rita que se halla frente a este, en la otra nave lateral, con ligeras diferencias, entre las que se puede anotar la forma del arco del nicho, que en este retablo es casi adintelado y no se asienta sobre los capiteles de las columnas directamente, sino mediante dos pequeñas basas a manera de cimacios. Se diría más bien que el arco es mixtilíneo, compuesto de dos pequeñas líneas rectas verticales unidas por una curvilínea horizontal. Sobre las columnas corre un entablamento que en su parte central toma la forma del arco del nicho y se corona de un gran remate calado con una tarjeta en la clave. Dentro del nicho, San Nicolás con las Almas.

El siguiente retablo consagrado al Corazón de Jesús, tiene un precioso nicho de arco adintelado sobre dos columnas salomónicas corolíticas, cuyo tercio inferior de su fuste está decorado con un pequeño jarrón con flores y vástagos. Este nicho se cubre con un gran arco que se desprende de dos pares de columnas salomónicas semejantes a las del nicho del retablo de la Santa Faz, pero mucho más altas, formando un tímpano dentro del cual se destaca una hermosa concha. La cornisa de este arco lleva un remate de ramas y serpeantes. El retablo descansa en un estilobato dividido en tres secciones: la del centro ocupada por un sagrario y las de los costados, por dos grandes volutas colocadas a modo de repisas o modillones. Encima del nicho central se ha colocado una hermosa estatua del Ángel de la Guarda, compañera sin duda de los dos Arcángeles del retablo de la Santa Faz y que, seguramente, ocuparon todos los tres nichos del retablo: el central, el Arcángel San Rafael encima de la repisa, y los laterales, el Arcángel San Miguel y el Ángel de la Guarda.