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Convento de San Francisco

Juan Antolínez de Burgos

Pilar Vega Rodríguez (ed. lit.)

La iglesia de este convento del Señor San Francisco consta de una nave. En la capilla mayor se ven dos nichos: uno al lado del Evangelio y otro al de la Epístola, y ambos son de dos infantes, cuyos cuerpos allí yacen; el del Evangelio es del infante Don Enrique, hijo del rey Don Fernando el Santo, y era señor de las villas de Arcos, Lebrija, Atienza, Almazán, Catalañazor —253— Roa, Medellín, Dueñas, y de la ciudad de Écija, y señor de Vizcaya.

Libro pedía y no corta relación de las muchas inquietudes y varias fortunas que en el discurso de su larga vida se juntaron en este príncipe: trajo revueltos estos reinos, desavínose con el rey Don Alonso el Sabio su hermano, pasóse a Valencia con el rey Don Jaime el 1.º y de allí fue despedido porque el rey de Castilla sentía que el de Aragón le hubiese acogido; fuese a África, y fue tan bien visto en la corte del rey de Túnez, que temiendo el rey alguna novedad en sus reinos, le metió por engaño en un corral donde le acometieron dos leones, de que se defendió valerosamente; pasóse a Roma, donde la Santidad de Clemente 4.° le hizo senador, y en una batalla que tuvo con los de la Pulla le cautivaron y estuvo en la prisión 26 años, y muy viejo murió en la villa de Roa el 1304. Su muerte no fue sentida por ser hombre de genio inquieto y de condición áspera; antes fue del pueblo, si así se puede decir, aplaudida su muerte. Fueron muy pocos acompañando su entierro, y estos con tan mala voluntad que no cortaron las colas a los rocines, ceremonia con que los hijosdalgo demostraban el dolor de la falta de su dueño en aquella edad. Cuando entraron en la villa con el cuerpo, no llevaban velas encendidas, ni paño de oro, como convenía a tal príncipe. La reina Doña María, mujer del rey Don Sancho el Bravo, informada de este desaliño e indecencia, envió luego un paño rico de terliz o terlí con que se adornase y cubriese el —254— ataúd, que no reparó esta valerosa reina en cuanto la tenía desobligada este infante, y que la había hecho mil molestias y vejaciones en la ocasión de la tutoría de su hijo el rey Don Fernando el 4.° que llamaron El Emplazado.

FUENTE

Antolínez de Burgos, Juan, Historia de Valladolid, Hijos de Rodríguez, 1887, pp. 253-254.

Edición: Pilar Vega Rodríguez.