21
«La metáfora permite romper las fronteras
del lenguaje y decir lo indecible. Por medio de la metáfora
los místicos expresan lo indecible y traducen al lenguaje lo
que excede al lenguaje... superar con el lenguaje lo que puede
decir el lenguaje de la más sencilla información
lógica, para intentar dar una información de tipo
superior, es lo que en poesía y dentro del lenguaje amoroso
y religioso, procura una de las motivaciones más apremiantes
al proceso metafórico»
(M. Le Guern, «Las
motivaciones de la metáfora», en La
metáfora y la metonimia, Madrid, Cátedra, 1976,
pp. 82-83).
22
San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, Prólogo, 2.
23
«Et dès lors, il
n'y aurait plus traduction, par un symbole, d'une
expérience; il y aurait, au sens strict du
mot, expérience symbolique»
(J.
Baruzi, Op. cit., p. 335).
24
«Los dichos de amor es mejor declararlos en
su anchura, para que cada uno de ellos aproveche según
su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a
que no se acomode todo paladar»
(San Juan de la Cruz.
Cántico Espiritual, Prólogo, 2).
25
M. Eliade: «Le symbolisme des ténèbres dans les religions archaïques», Polarité du symbole, Études Carmélitaines, 1960, p. 8.
26
Ch. Baudouin, Psychanalyse du symbole religieux, Paris, Artème Fayard, 1958, p. 252.
27
«En ese estado paradójico de
contracción y dilatación máximas, la
expresión de la experiencia mística ha llevado el
lenguaje a sus formas más puras en muchas tradiciones. La
nuestra sería impensable sin pasar por Teresa de
Ávila y Juan de la Cruz»
(J. A. Valente:
«Ensayo sobre Miguel de Molinos», en Miguel de
Molinos. Guía espiritual. Defensa de la
contemplación, Barral Editores, 1974, p. 12). [El subrayado es nuestro].
28
Cántico Espiritual, Prólogo, 2.
29
«San Juan de la Cruz, poeta contemporáneo», Teoría de la expresión poética, 6.ª ed. Madrid, Gredos, 1976, p. 383.
30
«Porque la sabiduría mística (la
cual es por amor, de que las presentes canciones tratan) no ha
menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y
afición en el alma, porque es a modo de la fe, en la
cual amamos a Dios sin entenderle»
(Cántico
Espiritual, Prólogo, 2).