La firma del tratado de Bardo en 1881 permitió a Francia instalarse en Bizerta y lanzarse a la conquista de Túnez, territorio codiciado asimismo por Italia, abriéndose así una crisis en las relaciones franco-italianas que duró hasta 1896, cuando, a la caída de Crispi, ambos países firman un convenio (28-IX-1896); por éste, Italia renunciaba a alterar la situación creada en Túnez por Francia, mientras ésta garantizaba la protección de los intereses italianos en Túnez. Vid. F. Ponteil, op. cit., págs. 37-41 y 79-80.

Se refiere Castelar al apogeo librecambista que se produce en España durante el sexenio revolucionario y que tiene su expresión legal en la aprobación de la ley de bases de la ley para el arancel, publicada el 12 de julio de 1869. Los aranceles de 1869 -al margen de las afirmaciones del político republicano- presidieron la dilatada época librecambista, que se extiende hasta 1891 con la publicación del nuevo arancel.

España se adhiere el 6 de mayo de 1887 a la Triple Alianza mediante un pacto hispano-italiano redactado por Bismarck y de nulas garantías para los intereses españoles.

Entre 1879 y 1892 la mayoría de los países europeos continentales volverán al proteccionismo. El viraje definitivo de España se producirá con el ya citado arancel de 1891. Vid. P. Bairoch, Commerce extérieur, cit., págs. 48-50.

Vid. supra, n. 2.

A causa de las expediciones portuguesas en Angola y Mozambique, iniciadas en 1887 con objeto de afirmar el dominio de Portugal en África, y especialmente a causa de la de Serpa Pinto a fines de 1889, el Gobierno británico presidido por Salisbury lanzó un ultimátum a Portugal el 11 de enero de 1890 por el que le conminaba a que sus tropas abandonaran determinadas regiones de Mozambique (Chire y los países de los macololos y los machonas) so pena de interrumpir sus relaciones diplomáticas. El rey don Carlos I decidió ceder, provocándose así una profunda crisis política, que no remitiría siquiera tras la lectura en el Parlamento, el 15 de septiembre de ese año, del convenio anglo-portugués de 20 de agosto. Ese acuerdo dio un cierto respiro a Portugal frente a Gran Bretaña, si bien no se normalizó la situación entre los dos países y en el mismo Portugal hasta firmarse un nuevo tratado el 28 de mayo de 1891, Vid. M. Ferrandis y C. Beirao, Historia Contemporánea de España y Portugal, Barcelona, Labor, 1966, Págs. 765-67.

En 1890 el Gobierno Sagasta logró la aprobación de una nueva ley electoral, que consagraba el sufragio universal. Pese a las tasas de abstencionismo, que entre 1890 y 1907 se sitúan entre el 33 y el 40 por 100, la participación en las elecciones creció. pero la manipulación de las mismas desde «arriba» siguió su curso. Vid. M. Martínez Cuadrado, La burguesía conservadora (1874-1931), vol. VI de la Historia de España Alfaguara, Madrid, Alianza, 1973, págs. 399-401.

La crisis económica de 1882, el ascenso del antiparlamentarismo y la evolución del nacionalismo popularizaron la actuación del general Georges Boulanger en Francia al frente del Ministerio de la Guerra, de enero de 1886 a mayo de 1887. Ello dio lugar al boulangerismo, apoyado por monárquicos, conservadores y la «liga de patriotas». La elección del general Boulanger como diputado por París en 1889, tras su retirada del ejército, llevó a sus partidarios a pedirle que marchara sobre la capital bajo la consigna de «disolución y revisión»; el general se rehusó, pero el peligro cesarista siguió amenazando la República, a instancias nacionalistas, hasta que Constans, ministro del Interior en el segundo Gabinete Tirard (febrero 1889-marzo 1890) disolvió la liga de patriotas y puso fuera de la ley a los golpistas y al mismo Boulanger. Vid. el comentario que Castelar hace de éste, a propósito de su muerte, en C. I, octubre 1891, págs. 191-95.

Raoul Duval era un antiguo bonapartista, protestante, que en 1886, en plena crisis boulangerista, había formado un grupo de derecha republicana, con objeto de crear una República conservadora..

Jacques Piou, antiguo monárquico orleanista, fundó en 1890 un grupo parlamentario de «derecha constitucional», que aceptaba las instituciones «legalmente establecidas», con el fin de defender la sociedad amenazada. La principal preocupación de sus seguidores a la defensa del orden social.

Leon Say (1826-1896), economista y político francés, era nieto del economista Jean-Baptiste Say, uno de los maestros de la doctrina librecambista. Antiproteccionista y antisocialista, L. Say fue en varias ocasiones ministro de Hacienda de la III República.