—[55]-59→ —[60]→ —[61]→
El señor Orozco y Berra en su Geografía de las lenguas de México (página 55) considera como dialectos del mexicano los siguientes:
I. Zacateco, hablado por los zacatecos y mazapiles en Zacatecas.
II. Chinarra por los chinarras o humas en Chihuahua.
III. Concha o concho por los conchos, conchas, etc., en Chihuahua.
IV. Ahualulco o agualulco por los ahualulcos o agualulcos en Tabasco.
V. Dialecto de Jalisco.
El objeto de este capítulo es demostrar: 1.º Que el zacateco no es dialecto del mexicano. 2.º Que el concho y el chinarra son un mismo idioma. 3.º Que deben considerarse como dialectos del mexicano el pipil de Guatemala, el niquira de Nicaragua, —62→ y el sinaloense que se habla en la costa sur de Sinaloa.
Para comprobar el
señor Orozco que el zacateco es dialecto mexicano dice:
«Conforme al sentir de los misioneros
que administraron a los indios de Zacatecas usaban éstos un
dialecto del mexicano; a los indios les decían zacatecos y
zacateco a su lenguaje. Beristain asegura que Fr. Pedro Espinareda escribió: Arte y
Vocabulario del idioma zacateco»
.
Resulta, pues, que las pruebas del señor Orozco son dos: Primera. El dicho de los misioneros. Segunda. La existencia de un arte y un vocabulario del idioma zacateco.
Esta última circunstancia no demuestra otra cosa sino que efectivamente existió un idioma llamado zacateco, como cualquier otro; pero la noticia bibliográfica a eso se reduce, sin añadir ni aun la más ligera indicación respecto al parentesco del zacateco y el mexicano. Ludewig en su obra The literature of American aboriginal languages ha repetido la noticia dada por Beristain, sin añadir indicación alguna respecto a la supuesta analogía del mexicano y el zacateco, circunstancia digna de tomarse en cuenta porque, como más adelante veremos, el bibliógrafo inglés tiene cuidado de llamar dialectos mexicanos a los que así considera.
Sin embargo de esto, la otra prueba aducida por el señor Orozco sería decisiva por sí sola, y todo lo aclararía siempre que hubiese citado las autoridades en que la fundaba, cosa que no hizo.
—63→Por mi parte, he
tratado de suplir esa omisión registrando las obras que
deben consultarse sobre el particular, siendo el resultado de mis
indagaciones que sólo en un autor encuentro noticias sobre
el idioma zacateco, y precisamente contrarios a la aserción
del señor Orozco. Me refiero a Hervás en su
Catálogo de las lenguas (volumen I, página
327) donde asienta: «Me parece que
tienen afinidad las lenguas Topia Acajee y Tepehuana, las cuales
como también la de Parras son dialectos de la
zacateca»
.
Esta relación de Hervás es un dato seguro de que podemos partir porque se refiere a algo que nos es conocido, el tepehuan, así es que averiguando la conexión de éste con el mexicano, conoceremos también la del zacateto.
Esto supuesto, diré que en la presente obra se demuestra, por medio de comparaciones filológicas, que el tepehuan pertenece a la familia sonorense u ópata-pima, y que la analogía de ésta con el mexicano existe; pero analogía de grupo, es decir, muy apartada respecto a lo que se entiende por dialecto. De todo lo dicho resulta uno de dos: o aceptamos la indicación de Hervás respecto al zacateco, o no. Si lo primero, esa idioma pertenece a la familia ópata-pima; si lo segundo no queda otra noticia sobre él sino que existió un idioma llamado zacateco, cuyas relaciones de parentesco han quedado ignoradas.
Añadiré que el señor Orozco ha tomado
infundadamente como sinónimo de zacateco el
mazapil, según consta de las palabras que siguen
(opere
citato): «Hervás asegura,
que al N. O. está la
nación mazapil, —64→
que según él conjetura hablaba también
un dialecto mexicano. En efecto, encontramos en aquella comarca el
mineral de Mazapil, y a los habitantes de la sierra se les
conocía por mazapiles; pero no hemos hallado que fuera tribu
diversa de la zacateca; con la cual se les confunde en las
costumbres y en el idioma; no creemos que hay lengua
mazapil»
.
Esa
confusión de mazapiles y zacatecos sólo existe como
consecuencia de haberse tomado el zacateco por dialecto mexicano.
Hervás distinguió bien el zacateco del mazapil, pues
ya hemos visto que juzgó al primero afín del
tepehuan, y al segundo es al que considera como dialecto mexicano,
y esto en tono dudoso, según consta de lo que voy a copiar
(opere citato,
página 311), en cuya virtud yo también pondré
en mi catálogo de lenguas indígenas al mazapil como
dialecto dudoso. «Al N. E. de la Zacateca está la nación
Mazapil cuyo
nombre es mexicano y proviene de mazatl, ciervo, y pil, partícula diminutiva, por
lo que mazapil significa cervatillo. Los misioneros de la
nación mazapil pertenecen a los P.
P. observantes, y porque éstos han unido los
mazapiles con los conchos, conjeturo que la
lengua mazapil sea dialecto de la mexicana, como lo es la
concha»
.
Pasando ahora a hablar de este dialecto, concha o concho, manifestaré en qué me fundo para creerle uno mismo que el chinarra.
La única
autoridad que tenemos sobre el asunto es la del repetido
Hervás, quien hace la explicación siguiente,
—65→
y con ella se prueba mi proposición. «Al Norte de la nación Concha está
la Chinarra, sobre la que D. Rafael
Palacios, su tercer misionero, me escribe en estos términos:
la nación Chinarra está 28 leguas más
septentrional que la Concha, y en su tiempo ya hablaba
español con el misionero; mas los chinarras entre ellos
hablan ocultamente otra lengua, y hallé ser la mexicana. Los
chinarras de mi misión me decían que los conchos eran
parientes suyos y que hablaban su lengua»
.
La existencia del
dialecto concho la encuentro posteriormente confirmada con la
siguiente noticia de Ludewig
(opere citato,
página 52): «Concho.
Dialecto del idioma mexicano: el Obispo Juan Espinoza, franciscano,
de la provincia de Zacatecas y obispo de Santiago de Chile
escribió según Arlegui y Souza (Beristain): Arte y
vocabulario completo del idioma Concho»
.
El señor Orozco propone que se llama concha al dialecto de Chihuahua para distinguirle del concho de California. Por mi parte, admito la idea en cuanto a la distinción de nombres, pero aplicaré el de19 conchos al idioma de Chihuahua porque su etimología parece encontrarse en el río llamado conchos; al idioma de California le llamaré concho, como generalmente se escribe y pronuncia.
La existencia del
pipil en Guatemala es un hecho que en manera alguna niega el
señor Orozco, pues dice (opere citato, página 11): «El Pipil se habla en Guatemala en los curatos
de Texacuango, Dolores Izalco, Asunción Izalco, Apanca y
Ateos»
.
Así, pues, si llamo la atención con referencia al señor Orozco es porque en su tabla de clasificación (página 55) aparece el pipil al lado del mexicano, y no como dialecto sino como un mismo idioma, sólo con distinto nombre.
Pues bien, Juarros
nos dice en su Historia de Guatemala: «Los pipiles eran de la plebe de los mexicanos,
y así hablan la lengua corrompida como la hablan
los niños, motivo porque se les llamó pipiles que
quiere decir muchachos»
.
La alteración de un idioma, sea por la mezcla con otros, sea por el curso del tiempo, o cualquier otro motivo, basta para formar un dialecto entendiendo por tal lo que entienden tres buenos diccionarios que paso a citar: uno español, otro francés y otro inglés, los cuales están conformes sustancialmente.
En el
Diccionario enciclopédico de la lengua
española se leen estas palabras: «Dialecto: forma particular que
presenta un idioma en las provincias de una misma nación, y
así decimos dialecto gallego, dialecto
valenciano»
.
Bescherelle, en su
Diccionario nacional de la lengua francesa se explica
así: «Dialecto: forma
particular que presenta la lengua nacional en una ciudad o
provincia. Se aplica especialmente a la lengua griega en la cual se
contaban cuatro dialectos, el ático, el dórico, el
jónico, y el eólico»
.
Webster en su Diccionario
de la lengua inglesa dice: «Dialecto: la forma de un idioma,
peculiar a una provincia, a un reino o un estado, consistiendo
principalmente en diferencias de ortografía o
pronunciación»
.
—67→
Del niquira o niquiran, como se llama al mexicano de Nicaragua, tengo que hacer al señor Orozco las mismas observaciones que sobre el pipil, y aun con otra prueba más, la comparación de algunas palabras recogidas por Squier entre los indios de la isla de Ometepec en la laguna de Nicaragua.
Niquiran | Mexicano | |
Dios | Teot | Teotl |
Nombre | Tlacat | Tlacatl |
Mujer | Ciuat | Cihuatl |
Cabeza | Tzonteco | Tzontecomatl |
Pie | Hixt | Icxitl |
Perro | Ixkuindi | Itzcuintli |
Venado | Mazat | Mazatl |
Conejo | Toste | Tochtli |
Fuego | Tlet | Tletl |
Agua | At | Atl |
Casa | Calli | Calli |
Maíz | Centl | Centli |
Lluvia | Quiavit | Quiahuitl |
Flor | Sochit | Xochitl |
Viento | Hecat | Ehecatl |
Serpiente | Coat | Coatl |
Águila | Oate | Quauhtli |
Pedernal | Topecat | Tecpatl |
Monte | Tepec | Tepetl |
Uno | Ce | Ce |
Dos | Ome | Ome |
—68→ | ||
Tres | Ye | Yei |
Cuatro | Nau | Nahui |
Cinco | Macuil | Macuilli |
Ludewig ha considerado el
niquira como un dialecto del mexicano diciendo (opere citato, página
134): «Los Niquiran son mexicanos
establecidos en Nicaragua entre el lago de este nombre y el
océano Pacífico. Hablan un dialecto del idioma
mexicano»
.
Antes de terminar lo relativo a los dialectos mexicanos en Centroamérica me parece conveniente hacer una aclaración sugerida por el siguiente pasaje del señor Buschmann en su obra Nombres de lugares aztecas (§ 46):
Voy ahora a apuntar aquí tres obras que recuerde haber visto donde consta la emigración de mexicanos a Centroamérica antes de la conquista, desde época muy antigua.
Toribio de
Benavente, conocido vulgarmente con el nombre mexicano de
Motolinía, y uno de los primeros doce predicadores del
Evangelio en México, dice en su Historia de Nueva
España (publicada por García Icazbalceta,
—69→
tomo 1.º) lo siguiente: «Sé que en tiempo de una grande
esterilidad compelidos muchos indios con necesidad, salieron de
esta Nueva España, y sospecho fue en aquel tiempo que hubo
cuatro años que no llovió en toda la tierra, porque
se sabe que en este propio tiempo por el mar del Sur fueron gran
número de canoas o barcas, las cuales aportaron y
desembarcaron en Nicaragua, que está de México
más de 350 leguas, y dieron guerra a los naturales que
allí tenían poblado, y los desbarataron y echaron de
su señorío, y ellos se quedaron y poblaron
allí aquellos nahuales; y aunque hoy no hay más de
cien años, poco más o menos, cuando los
españoles descubrieron aquella tierra de Nicaragua que fue
en el año de 1523, y fue descubierta por Gil González
de Ávila, juzgaron haber en la dicha provincia quinientos
mil ánimas. Después se edificó allí la
ciudad de León, que es cabeza de aquella provincia. Y porque
muchos se maravillan en ver que Nicaragua esté poblada de
nahuales, que son de la lengua de México, y no sabiendo
cuándo ni por quién fue poblado, pongo aquí la
manera porque apenas hay quien lo sepa en la Nueva
España»
.
La relación
del español Motolinía se encuentra confirmada por el
más antiguo y auténtico de nuestros historiadores
Ixtlilxochitl, tezcocano, descendiente por línea recta de
los reyes de Acolhuacan. Este noble indio, en su
Relación quinta (en Ternaux, volumen 12,
página, 20 nota), asegura que destruido el reino tolteco
«los toltecas que escaparon se
refugiaron en provincias lejanas como Guatemala, Tehuantepec,
Coatzacoalco, Campeche y Tecolotlan —70→
así como en las islas de los dos mares donde
después se multiplicaron»
.
Francisco López de Gomora, que escribió su Historia de las Indias por las relaciones que oyó de los conquistadores mismos y por los escritos de los primeros misioneros, confirma lo dicho por Motolinía e Ixtlilxochitl con las siguientes palabras (en Rivadeneyro):
«Hay en Nicaragua cinco lenguajes muy
diferentes, coribici que loan mucho; chortega que es la natural y
antigua [...] chondal es grosero y serrano; orotina; mexicano que
es principal, y aunque está a 350 leguas conforman mucho en
lenguaje, traje y religión; e decían que habiendo
grandes tiempos ha una general seca en Anáhuac, que llaman
Nueva España, se salieron infinitos mexicanos de su tierra y
vinieron por aquella mar austral a poblar a
Nicaragua»
.
Pasando ahora a
tratar del sinaloense diré que así llamo a un
dialecto mexicano que se habla en la costa sur de Sinaloa. Yo
tenía noticias de él desde que publiqué la
primera edición de esta obra, pues dije en el tomo primero,
página 211: «También en
Sinaloa presenta algunas variedades el idioma mexicano»
,
cuya noticia he confirmado después leyendo en Ludewig (opere citato, página
116) lo siguiente: «El P. Nicolás Mercado, Jesuita de México,
1700, vino como misionero a Sinaloa donde fue el primero en
descubrir que los indios de la costa sur hablan un dialecto del
mexicano, en consecuencia de lo cual escribió: Arte de la
lengua mexicana, según el dialecto que usan los indios de la
costa Sur de Sinaloa»
.
—71→
Respecto al dialecto de Tabasco llamado ahualulco o agualulco estoy enteramente de acuerdo con lo que dice el señor Orozco (opere citato, página 13):
«De los informes recibidos de Tabasco resulta
que el mexicano que allí se habla ha perdido su primitiva
pureza, y es más bien que una lengua, un dialecto
bárbaro mezclado con palabras castellanas y de los idiomas
de los pueblos consarcanos: los indios se llaman ahualulcos o
agualulcos, de cuyas voces se forma también el nombre del
dialecto que usan»
.
Tocante el dialecto mexicano que se usa en Jalisco comenzaré por repetir lo que dije en la primera edición de la presente obra.
La lengua mexicana
tiene un dialecto que se habla en el obispado de Guadalajara, sobre
el cual dice Cortés y Zedeño: «En este Obispado de Guadalajara está el
idioma mexicano muy viciado, y no con aquella puridad que conserva
aún en algunos lugares vecinos a México [...]. Esta
lengua falseada o adulterada, llámase
así por faltarle la pronunciación de la
legítima y mera mexicana, porque aunque articula sus
términos, no es con aquella naturaleza que el término
pide, aunque en la significación no falta, sino que va muy
conforme; v. g., en la legítima
mexicana dicen tlazoktla, y en la falseada o adulterada dicen
tazokta, sin
las eles, y en uno y otro término significa lo
mismo, que es amar»
.
El mismo autor
duda si tales variedades han sido ocasionadas por la
comunicación con los españoles, o si existían
desde antes; pero lo más cierto es que una y otra
—72→
circunstancia han ocurrido. Por una parte, no es
verosímil que sólo en una provincia se viciara el
lenguaje por el trato con extranjeros, y no sucediera lo mismo en
todas las que se hallaban en el mismo caso. Por otra parte, la
misma Gramática del autor nos da algunas pruebas de la
influencia del castellano, como lo demuestra, por ejemplo, la
lectura del siguiente párrafo: «Las oraciones que traen romance el,
la, lo, se responden por los tiempos de donde
hablaren, poniendo la partícula hual en lugar de el,
la, lo, porque esta partícula significa
qui,
quæ,
quod, e
ille,
illa,
illud, y
según el caso que señalare el, la,
lo, o qui, quæ, quod; en este caso se pone la persona que hace y
la que padece en acusativo. Ejemplos: Nominativo: el que llora,
hualochoka.
Genitivo: del que llora, de hualochoca. Dativo: para el que llora,
para
hualchoca. Acusativo: al que llora, hualochoka. Vocativo: o el
que llora, ohualchoca. Ablativo: con el que llora,
ika
hualchoka»
.
Hasta aquí lo explicado sobre el jaliscience en la primera edición. Ahora puedo agregar algunas noticias interesantes, según nuevos datos que he adquirido.
Desde luego debo advertir que el dialecto de que ha tratado Cortés y Zedeño no sólo corresponde al obispado de Guadalajara sino a parte de los de Guadiana (Durango) y Michoacán, según consta de un libro que ahora tengo a la vista intitulado: Arte de la lengua mexicana según lo acostumbran hablar los indios en todo el obispado de Guadalajara parte del de Guadiana y del de Michoacán por fray Juan Guerra (México, 1692).
—73→Valiéndome de este libro, muy raro y curioso, voy a indicar las diferencias más notables que presenta el jaliscience respecto al mexicano, excusando decir que he comenzado por purificar el jaliscience de las formas latinas con que el padre Guerra le desfiguró, según fue costumbre entre nuestros gramáticos, y de que nos dan idea los siguientes versos puestos al frente de la obra en loa del autor.
El posesivo mexicano amo, nuestro, es en jaliscience anmo. En mexicano i significa suyo, de él; in, im, de ellos, de modo que se distingue bien el singular del plural; en jaliscience no hay más que i para los dos números.
La final ke de plural se usa poco en el jaliscience, y en su lugar va generalmente me.
En la conjugación del verbo mexicano no hay prefijo para las terceras personas; en jaliscience se encuentra ki, de modo que, por esta parte, la conjugación es más perspicua en el dialecto. También lo es en que el mexicano sólo distingue el plural en presente y pretérito perfecto de —74→ indicativo, así como en subjuntivo, por el cambio de acento, mientras que el jaliscience usa la final lo.
En aquel idioma el gerundio se expresa de la manera explicada en el capítulo anterior, § 28; en jaliscience aparece mejor determinado el gerundio por medio de la final to y el prefijo correspondiente; verbi gratia, nitlazoltlato, amando yo, o a amar; titlalzoltlato, amando tú, etc.
Ka en mexicano significa ser, estar; pero en jaliscience no significa ser, cuyo significado tiene el verbo ie o ye, que también se traduce por estar y haber.
En jaliscience no se acostumbra como en mexicano la final e para expresar vocativo, ni la partícula in de varios usos.
Las preposiciones son menos en jaliscience que en mexicano.
Respecto a diferencias léxicas dan una idea las siguientes comparaciones.
Jaliscience | Mexicano | |
Hombre, persona, gente | Tlacatl | Tlacatl |
Mujer | Cihuatl | Cihuatl |
Cuerpo | Nacaio | Nacayo |
Cabeza | Tzonteco | Tzontecon |
Frente | Ixcuatl | Ixcuatl, ixcuaitl |
Ojo | Ixtololo | Ixtololotli |
Boca | Camatl | Camatl |
Lengua | Nenepel | Nenepilli |
—75→ | ||
Oreja | Nacaz | Nacaztli |
Mano | Mac | Maitl |
Pie | Ycxic | Icxitl |
Corazón | Iolo | Yolotl |
Sangre | Eztli | Eztli |
Cielo | Ilhuicac | Ilhuicatl |
Sol20 | Tonalli tonaian | Tonatiuh |
Luna | Metzti | Metztli |
Estrellas | Citlalli | Citlali |
Mundo | Tlaticpac | Tlalticpactli |
Tierra | Tlaili | Tlalli |
Agua | Atl | Atl |
Aire | Ehecatl | Ehecatl |
Venado | Mazatl | Mazatl |
Perro | Chichi | Chichi |
Conejo | Tocti | Tochtli |
Piojo | Atemitl | Atemitl |
Maíz | Taiolli | Tlaolli |
Árbol | Quahuitl | Quauitl |
Caña | Acatl | Acatl |
Flor | Xuchitl | Xuchitl |
Piedra | Tetl | Tetl |
Sal | Iztatl | Iztatl |
Arena | Xalli | Xalli |
Río | Atenco | Atoyatl |
Cerro | Tepetl | Tepetl |
Pan | Tlaxcalli | Tlaxcalli |
Miel de abeja | Necuhtli | Necutli |
Uno | ce | ce |
—76→ | ||
Dos | Ome | Ome |
Tres | Yei | Yey |
Cuatro | Naui | Naui |
Cinco | Macuile | Macuilli |
Seis | Chicuace | Chicuace |
Siete | Chicome | Chicome |
Ocho | Chiguei | Chicuey |
Nueve | Chiunaui | Chicunaui |
Diez | Matlactli | Matlactli |
Resumiendo todo lo que llevamos expuesto resulta que los dialectos mexicanos son los siguientes de norte a sur:
I. El conchos hablado por los conchos y chinarras en Chihuahua.
II. El sinaloense.
III. El mazapil de Zacatecas (dudoso).
IV. El jaliscience.
V. El ahualulco de Tabasco.
VI. El pipil de Guatemala.
VII. El niquiran de Nicaragua.
—[77]→
Entre multitud de obras antiguas y modernas que he leído o consultado sobre antigüedades mexicanas, sólo dos recuerdo que consideran el idioma náhuatl como distinto del mexicano, y son el Atlas etnográfico de Balbi, y la Geografía de las lenguas de México por don Manuel de Orozco21 y Berra.
Balbi, al hablar de las lenguas de Guatemala, cita el náhuatl con el nombre de náhuat (n.º 656), y más adelante, como idiomas diferentes el mexicano (n.º 701), y el pipil (702).
Ya hemos visto en el capítulo anterior que el pipil es un dialecto del mexicano, y ahora nos convenceremos fácilmente de que el náhuat de Balbi es el mismo pipil con sólo —78→ observar que el escritor francés al mencionar el náhuat, manifiesta que se usa en la vicaría de San Salvador, y refiriéndose al pipil asienta que se habla en el mismo lugar, sin más diferencia que usar la palabra distrito en lugar de vicaría. Por otra parte, es muy sabido que no sólo en Guatemala sino en Nicaragua a los dialectos mexicanos suelen llamar náhuatl. Consúltese, por ejemplo, a Squier en su Monografía y en su «Vocabulario del nagradan, chorotegan, niquira o náhuatl, etc.».
El señor
Orozco y Berra, por su parte, resueltamente sostiene la siguiente
proposición: «Náhuatl y
mexicano deben aparecer como dos individuos diferentes en
su familia»
(opere citato, página 10).
Tal opinión está fundada: 1.º En dos pasajes de Sahagún. 2.º En otro de Ixtlilxochitl. 3.º En un informe manuscrito enviado a Felipe II por el arzobispo Montúfar. Voy, pues, a examinar estos documentos.
El padre
Sahagún copiado a la letra por el señor Orozco dice:
«Los nahoas eran los que hablaban la
lengua mexicana aunque no la pronunciaban tan claro como los
perfectos mexicanos; y estos nahoas también se llamaban
Chichimecas, y decían proceder de la generación de
los toltecas»
.
El otro pasaje de
Sahagún copiado también por el señor Orozco es
el siguiente: «Dichos toltecas eran
ladinos en la lengua mexicana, aunque no la hablaban tan
perfectamente como ahora se usa [...]. Resta por decir otro
—79→
poco de los dichos Toltecas, y es que todos los que hablan
claro la lengua mexicana, que les llaman nahoas, son descendientes
de las Toltecas»
.
Analizando el
primer pasaje de Sahagún se ve que en lugar de decir este
autor que los nahoas no hablaran mexicano manifiesta
precisamente que era su idioma: «Los
nahoas eran los que hablaban la lengua mexicana»
son las
primeras palabras de Sahagún, quien luego agrega: «Aunque no la pronunciaban tan claro como los
perfectos mexicanos»
.
De este segundo
periodo lo más que puede sacarse es que los nahoas
tenían cierta diferencia para pronunciar respecto a los
mexicanos puros; pero obsérvese que esta aserción de
Sahagún, él mismo lo destruye por medio de una
contradicción manifiesta que consta en el segundo pasaje
transcrito, donde se lee: «Todos los que
hablan claro la lengua mexicana que les llaman nahoas»
.
La contradicción de Sahagún no puede disfrazarse; ya
dice que «los nahoas no pronunciaban
claro el mexicano»
, ya enseña que «los llamados nahoas son los que hablan
claro el mexicano»
. Una aserción queda
destruida con otra en buena lógica.
Ahora bien, como no puede caber en el juicio una contradicción tan grosera en un mismo autor, ocurre la idea de que en uno de los dos pasajes se distrajo Sahagún, se equivocó, o bien que ha habido una alteración de aquellas que los copistas o los impresores causan en los escritos. Esta sospecha tiene un modo sencillo de aclararse, y es consultar al mismo Sahagún en otros lugares —80→ de su obra. He aquí lo que resulta leyendo el tomo 3.º que es donde se ocupa en tratar de los nahoas. Página 129:
«De los Chichimecos unos había que [...]
hablaban algo la lengua de los Nahoas o
mexicanos»
. Página 132: «Algunos totonacos hablaban otomí, otros
lengua de los Nahoas o mexicanos»
.
Página 144: «Los mexicanos o
Nahoas prosiguieron su22
camino»
. Tercera vez que se considera unos mismos a los
mexicanos y nahoas. Página 147: «Las gentes Nahoas son los que entienden la
lengua mexicana»
.
Aun hay otros dos
lugares de Sahagún citados por el señor Orozco mismo,
a saber: «Los nahoas son los Tepaneques,
los Acolhuaques, los Chalcas, los Vexotcincos y los
Tlaxcaltecas»
. Todo el mundo sabe que estas tribus eran
de los llamados nahuas o nahuatlacas que hablaban mexicano.
«Los Tlahuicos son Nahoas, de la
lengua mexicana»
.
Aun podía yo copiar otros trozos; pero los transcritos son bastantes para probar que el historiador de que se trata entendió generalmente por náhuatl lo mismo que por mexicano.
Veamos ahora cuál era la verdadera opinión de Ixtlilxochitl respecto al punto que examinamos.
El pasaje de
Ixtlilxochitl copiado por el señor Orozco es el siguiente
refiriéndose a los mexicanos: «No
es su natural lengua la que hablan ahora, porque según
parece en la historia, su lengua era muy diferente la que ellos
trajeron de su naturaleza, y ésta que hablan ahora
—81→
es la que aprendieron en Tezcoco, aunque con todo eso no es
muy buena, porque hablan con soberbia y poca cortesía, y
así mismo todos los que hablan en lengua náhuatl cada
uno muy diferente, unos como llorando, otros como cantando, otros
como riñendo, al fin cada nación como la pudo
aprender la habla, como nosotros hablamos cada nación
diferente la lengua castellana, como son gallegos, vizcaynos,
portugueses, etc.»
.
La consecuencia
que inmediatamente saca el señor Orozco de lo dicho por
Ixtlilxochitl la explica así: «Esta opinión comprueba lo que en buena
lógica debiera haberse supuesto, es decir, que aunque las
diversas fracciones de la familia mexicana usasen todas del mismo
idioma, éste no debía ser exactamente el mismo en
todos ellos, sino que había de cambiar en muchos, más
o menos, en partes esenciales o no, según que cada uno
llevara mayor o menor tiempo de separado del tronco primitivo,
conforme a las relaciones tenidas con pueblos extraños,
climas que hubiera habitado23,
objetos que veía, etc.»
.
Hasta aquí
no me opongo a la consecuencia del señor Orozco, creo que el
mexicano primitivo se dividió en varios dialectos, y aun he
explicado los que conozco en el capítulo anterior; pero de
la relación de Ixtlilxochitl no se deduce precisamente lo
que se pretende, esto es, que uno de esos dialectos sea el
náhuatl y otro el mexicano. Lo cierto es que la verdadera
opinión de Ixtlilxochitl sobre el particular es enteramente
contraria, y lo pruebo con la obra más completa y correcta
del ilustre tezcocano, la Historia de los chichimecas. En
ella, capítulo 13, dice —82→
terminalmente hablando del chichimeco Techotlalla: «Fue el primero que habló la lengua
náhuatl llamada ahora
mexicana»
(En Ternaux, tomo 12, página
86). Náhuatl y mexicano, pues,
rigorosos sinónimos para Ixtlilxochitl.
Tratando de la
última prueba, alegada por el señor Orozco, que es el
manuscrito del arzobispo Montúfar manifestaré que
como pertenece a la colección de mi hermano político
don Joaquín García Icazbalceta me ha sido
fácil consultarle, y no encuentro en él otra cosa
sino lo que el señor Orozco ha encontrado varias veces en
Balbi y otros escritores, es decir, que por haberse dado nombres
diversos a una misma tribu o lengua de nuestro país se han
multiplicado sus nombres indebidamente, tomando los
sinónimos por palabras que expresan cosas distintas:
así sucede con náhuatl y mexicano. El padre
Nájera observó lo mismo respecto a las lenguas de
California en un opúsculo que publicó en idioma
francés en 1845 refutando un escrito de Duflot de Mofras,
quien confundió el huaxteco con el mexicano. He aquí
las palabras con que concluye Nájera sus observaciones:
«Si Horace
appelait bilingue une
population del'Italie, nous appellerons les Californiens
polynomes á cause de la
multitude de noms qu'on donne á chaque tribu et á
leur langues»
.
Pero aun suponiendo que pudiera encontrarse realmente un autor que diga ser el mexicano distinto del náhuatl, su opinión aparecería sin —83→ valor alguno por aislada y extraña, pues la generalidad asienta lo contrario. Fácil me sería probarlo con una larga serie de citas tomadas de autores antiguos y modernos; pero no creo necesaria tanta prolijidad, y este capítulo tomaría un tamaño desproporcionado al plan de la obra. Me contentaré, pues, con presentar, como ejemplo, algunos de los libros que tengo más a la mano.
El venerable
Motolinía, a quien cité en el capítulo
anterior dice: «Nicaragua estaba poblado
de Nahuales que son de la lengua de
México»
(opere citato, página 10).
Sahagún e Ixtlilxochitl, ya hemos visto en los párrafos anteriores que enteramente opinaban como Motolinía respecto a la cuestión que nos ocupa.
El padre García en su obra Origen de los indios, donde recapituló las noticias que sobre éstos existían, manifiesta en el libro último §§ 2 y 3 que los mexicanos pertenecían a los llamados nahuatlaques.
El cronista Herrera, calificado por Clavijero de autor sincero y juicioso, y que pudo disponer de muy buenos datos, dice que los mexicanos salieron para venir a Anáhuac de Nahuatlacan (Década 3.ª, libro 3.º, capítulo 10). Nahuatlacan es una voz compuesta de Náhuatl, y la postposición can que significa lugar de.
Mendieta,
principal guía del conocido historiador Torquemada, hablando
de las costumbres de los indios dice: «Los mexicanos o nahuales en
aquellos cuatro días, etc.»
(publicado por
García Icazbalceta, página 128).
Boturini, colector diligente de cuanto atañe a las antigüedades de México en su Idea de una historia de la —84→ América septentrional, considera, a cada paso, el mexicano y el náhuatl como un idioma. Bastará citar la página 146 donde hablando de un documento escrito en lengua mexicana dice náhuatl.
Clavijero, cuya Historia antigua de México ha sido calificada por uno de los sabios más eminentes de nuestra época de obra excelente, considera a los mexicanos como nahuales o nahuatlaques (libro 2.º, § 15).
Prescott y Humboldt se han adherido a la opinión de Clavijero, aquél en su Conquista de México, y éste en su Ensayo sobre la Nueva España y la Vista de las Cordilleras, no obstante que ambos, especialmente Prescott, pudieron con sus propios estudios haber modificado la opinión de Clavijero, si la hubiesen encontrado errónea. Digo lo mismo exactamente respecto al lingüista alemán Buschmann en sus obras De los nombres de lugares aztecas y a Vestigios de la lengua azteca en el Norte de México. Buschmann por sus conocimientos del mexicano y otras lenguas indígenas pudo juzgar por sí mismo.
Para no divagarme con más citas, sólo mencionaré dos bibliógrafos de lenguas americanas que por el conocimiento de las obras especiales sobre ellas han podido conocer, por sí mismos, si el mexicano y el náhuatl son o no un mismo idioma.
El erudito
Ludewig dice (página
111): «El idioma mexicano llamado
propiamente náhuatl»
.
Squier, el activo e inteligente escudriñador de la arqueología —85→ centroamericana, considera de tal modo náhuatl al mexicano que en el índice de su monografía con el primer nombre se refiere a todo lo relativo al segundo.
Con lo dicho hasta aquí me parece suficientemente probado que aplicando el criterio de autoridad, no es posible admitir que mexicano y náhuatl sean diferentes. Veamos ahora lo que resulta bajo el punto de vista filológico, y sobre todo de hecho.
Para esto conviene manifestar la manera con que el señor Orozco explica la transformación de náhuatl en mexicano. Oigámosle después de haber copiado los dos pasajes de Sahagún que hemos examinado.
«Sacamos de lo que va escrito que el nahoa es un
mexicano menos perfecto y puro que el mexicano propiamente dicho,
es decir, el nahoa es el mexicano antiguo, tosco, sin pulimento,
que después, y a medida que las naciones que le usaban
fueron adelantando en el camino de la civilización, se fue
perfeccionando hasta alcanzar la hermosura y pulidez que en la
actualidad presenta. Eran uno y otro, v. g., lo que el castellano del
romance del Cid, comparado con el lenguaje de los buenos hablistos
modernos. Y de la misma manera que, si en algún lugar de
España se hubiera conservado el antiguo modo de hablar y
ahora se le comparara con el actual, ambos modos serían
considerados como lengua castellana, aunque el uno y el otro no se
tuvieran como una misma cosa sino como dos muy distintas;
así nosotros podemos —86→
asegurar, que el nahoa y el mexicano siendo el propio
idioma, forman hoy dos lenguas en realidad muy
diferentes»
.
No comprendo absolutamente en qué datos seguros sea posible fundarse para asimilar los diferentes estados del castellano con los del azteca. Es cierto que los idiomas se trasforman con el tiempo; pero no es verdad que sea siempre de malo a bueno, de imperfecto a perfecto. El castellano actual es más pulido que el del tiempo del Cid; pero ¿qué diremos de ese mismo castellano actual respecto al latín de donde se deriva, y qué del latín respecto al sánscrito tronco común de las lenguas indoeuropeas?
Sánscrito quiere decir perfecto, y lo es efectivamente en cuanto puede serlo un idioma hablado por hombres; el latín ya no es más que un resto del sánscrito, y el castellano, comparado con las tres lenguas clásicas: sánscrito, latín y griego, ha sido calificado por los filólogos, a la par que las demás lenguas modernas, como jerigonza. Puede consultarse entre otros, el juicio que de los idiomas modernos ha hecho el distinguido helenista alemán Gotfried Müller.
Pues bien, las causas porque el castellano actual es mejor que el del tiempo del Cid, e inferior que el latín, es fácil apreciarlas por medio de la historia y de una literatura escrita; pero ¿existen esos mismos medios para comparar el mexicano moderno con el de hace centenares de años? ¿Todavía querremos alegar alguna noticia vaga y contradictoria como la de Sahagún?
—87→Por medio de la hipótesis, único camino que nos queda para juzgar del mexicano antiguo y el moderno, más bien debe creerse que aquél degeneró por las mismas causas que el castellano respecto al latín, esto es, porque ya desde la época de conquista y mucho antes no era un idioma primitivo, original, sino probablemente adulterado por otros.
Pero sobre todo,
lo que es absolutamente inadmisible en lingüística es
la suposición de suposición de que un idioma, en un
mismo país entre unos mismos habitantes y en circunstancias
análogas, pueda coexistir antiguo y moderno, perfecto e
imperfecto, como lo sostiene el señor Orozco cuando dice:
«El nahoa y el mexicano siendo el propio
idioma forman hoy dos lenguas en realidad muy
diferentes»
.
¿Cómo puede explicarse que sólo una parte de la nación azteca obedeció las leyes de la trasformación del lenguaje, y otra parte se sustrajo de ellas? Esto en lingüística sería un fenómeno tan sorprendente como en geología encontrar que hoy, al lado de los animales más perfectos, existiesen las especies de la época paleozoica.
Afortunadamente las últimas palabras del señor Orozco, ya citadas, colocan la cuestión bajo el punto de vista más fácil de resolver, pues dice terminantemente que aún existen ahora el náhuatl y el mexicano.
Efectivamente, no contento con poner el verbo formar en tiempo presente agregó el adverbio hoy para que no cupiese duda. Ahora bien, yo desafío a todos los lingüistas y a cualquier clase de personas que me enseñen un —88→ solo rincón de la República mexicana, en que se hable el venerable náhuatl al lado del joven mexicano. El señor Orozco en su Geografía de las lenguas de México expone minuciosamente todos los lugares donde se usan los idiomas indígenas, y ni uno solo señala para el náhuatl, porque tan difícil le sería hacerlo como designar un punto de España donde se conserve la lengua del Cid.
No teniendo más que añadir sobre el supuesto idioma náhuatl paso a tratar aquí del cuitlateco por la relación que parece tener con el mexicano, y porque siendo poco lo que sobre él puedo decir no hay necesidad de capítulo especial.
Clavijero considera a los cuitlatecos como una de las naciones de México respecto a cuyo origen y a la época en que vinieron a Anáhuac nada se sabe. Cuando llegaron los españoles estaban los cuitlatecos sujetos a Moctezuma, habitando un país que se extendía más de 200 millas de noroeste a sureste del reino de Michoacán hasta el mar Pacífico. Su capital era la grande y populosa ciudad de Mecaltepec, de que no queda más que el nombre.
Buschmann en su obra Nombres
de lenguas aztecas (§ 6) opinó que cuitlateco es adjetivo
nacional derivado de Cuitlatlan, lugar de lodo. Al traducirse
en mexicano la obra de Buschmann
se le hicieron algunas anotaciones por don Faustino Galicia
Chimalpopoca, indígena, práctico en la lengua azteca,
siendo una de ellas sobre la palabra que nos ocupa en estos
términos: «Podrá ser
nombre propio, —89→
o puede ser Cuicatecatl del país o de la descendencia
de cantores. Su derivado Cuicatl, canto, y éste del nombre
cuica
cantar, y de tacatl partícula que indica nacionalidad
equivalente al castellano de»
.
En mi concepto, el autor alemán se acercó más a la verdadera interpretación de la palabra que el mexicano, según consta de la siguiente explicación que presento. Cuitlat significa excremento, y así está reconocido por todos los que hablan mexicano, y por Molina en su Vocabulario; tlan es posposición que equivale a lugar de, así que Cuitlatlan significa «lugar de excremento».
De Cuitlatlan se deriva Cuitlatecatl: tecatl es una variedad eufónica, o una alteración por cualquier otra causa, de tlacatl, persona o gente, con que se marcan los nombres nacionales.
Cuica, como dice el señor Galicia, significa cantar; pero no hay motivo alguno para confundir esta palabra con cuitlat; al contrario cuicateco es nombre de un idioma que se habla en Oajaca, diferente del cuitlateco.
El espacio que ocupa hoy el Estado de Guerrero comprendía antes de la conquista tres provincias, la más occidental, la de Zacatula, seguía la de los cuitlatecos y luego la de los cohuixques. De esa comarca nos queda una descripción hecha por el alcalde mayor Hernando de Vascones en 1580, y por ella consta que el cuitlateco se hablaba entonces en 228 pueblos sin contar otros donde a más del cuitlateco se usaba el llamado tepuzteco. (Manuscrito de la colección citada de don Joaquín García Ycazbalceta). —90→ Hoy, según el Sr. Orozco, (opere citato) apenas quedan cuatro lugares de Guerrero donde se conserva el cuitlateco, y son Ajuchitlan, San Cristóbal, Poliutla y Atoyac.
No habiendo podido conseguir muestras del cuitlateco, por varias de tantas dificultades que indiqué en el Prólogo, recurrí al informe de personas que conocen el Estado de Guerrero, y una de ellas, digna de ser creída, me asegura que ese idioma se parece mucho al mexicano. Bajo este concepto me decido a incluirle en la familia azteca, como lengua hermana, aunque con el carácter de dudoso en su clasificación, mientras es posible hacer comparaciones filológicas.