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Cuatro grandes opinan sobre «El techo»

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Como es sabido Vittorio de Sica ha estado recientemente en España rodando una película cuyo título es La mujer que vino del mar, probablemente una más de muchas que él interpreta para reunir dinero y producir sus cintas como director, esas cintas neorrealistas, valientes y anticonformistas que suelen ser pésimos negocios en la taquilla, por lo que sólo su autor se atreve a producirlas. Precisamente durante su estancia en España ha presentado la última de estas películas, El techo, Premio de la Oficina Católica Internacional del Cine en el último festival de Cannes, que De Sica ha traído de Italia con el fin de que la viesen los escritores cinematográficos. Aprovechando esta coyuntura, el I.I.E.C. ha proyectado la película para los alumnos y profesores. Nosotros reservamos nuestra crítica extensa para el día en que se estrene para el público en general y traemos aquí cuatro valiosísimas opiniones recogidas en conversaciones telefónicas, a veces en el tono de simple comentario para conseguir un tono de mayor naturalidad en lugar de un estudio pensado de cada una de las personas consultadas, como se ve por las respuestas, unas llamadas están hechas desde teléfono público (tres minutos) y otras desde la redacción, sin limitación de tiempo:





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ArribaAbajoJosé María García Escudero

-¿Qué te ha parecido El techo?

-Digna sucesora de Ladrón de bicicletas y Milagro de Milán con la ventaja de que aquí se nos muestra una mayor solidaridad entre los mismos humildes y aun una comparación por parte de otras clases, de las que los guardias pueden ser representantes.

-¿Entonces tú no crees que la obra es conformista?

-En absoluto. No creo que haya concesión alguna. Es una obra en que la bondad humana juega un papel positivo. Es una película social de enorme trascendencia y creo que los que la tachan de conformista se refieren al hecho de que al final no derriben la chabola del matrimonio protagonista; ese habría sido un final tendencioso, pero aquí se ha preferido, y me parece importante en Zavattini y De Sica, ese gesto final de los policías. El que crea que el problema de los jóvenes matrimonios sin hogar se resuelve con que los guardias hagan la vista gorda es que no tiene dos dedos de cabeza; lo importante es que estos hombres hayan rematado de forma tan positiva, acercándose a una línea fundamentalmente cristiana, su película. No veo por qué toda cinta neorrealista tiene que tener un final amargo, como sucedía en Ladrón de bicicletas, para merecer ese calificativo.

-¿Crees que la película es superior o inferior a Ladrón de bicicletas?

-Me parece inferior a Ladrón de bicicletas y a Milagro en Milán. Estoy convencido, sin embargo, de que la obra cumbre de Zavattini-De Sica es Milagro en Milán. Dentro de veinticinco años, cuando ya poca gente se acuerde de Ladrón de bicicletas, quedarán los valores de Milagro en Milán. El éxito de Ladrón de bicicletas es ser el prototipo de una serie de films, mientras que Milagro en Milán quizá sea más universal, más portadora de lo que De Sica y Zavattini representan en el cine.




ArribaAbajoManuel Villegas López

-¿Su opinión sobre El techo?

-Una obra realmente importante.

-¿Tan interesante como Ladrón de bicicletas?

-No. Ladrón de bicicletas es una obra iniguable. El techo me parece una obra dividida en dos partes y bastante desiguales entre sí.

-¿Qué le parece el personaje de Luisa?

-El personaje y la interpretación son muy buenas. En general los tipos son muy buenos. Hay esa ternura maravillosa del cine de Zavattini y De Sica y esa observación de los pequeños detalles que enriquecen de forma prodigiosa un relato neorrealista.




ArribaAbajoLuis García Berlanga

-¿Qué impresión te ha producido El techo?

-Es una de las obras que más me han conmovido en el cine. Quizás marque una fase del neorrealismo más elaborado pero es realmente una obra excepcional.

-¿Tan importante como Ladrón de bicicletas?

Para mí, sí. Lo que sucede es que Ladrón de bicicletas marca un momento trascendental y sorprendió mucho; El techo viene tras unos años de excelentes películas neorrealistas y no se la valora debidamente. Si El techo hubiese sido hecha en 1948 habría tenido la importancia de Ladrón de bicicletas.

-¿Qué te han parecido los intérpretes?

-Gabriella Pallotta excepcional. Tiene una dulzura y un encanto maravillosos. Sin embargo, él no niega nada. Creo que De Sica se equivocó en la elección y además tampoco ha actuado bien. No representa un «tipo» como Lamberto Maggiorani en Ladrón de bicicletas o Carlo Battisti en Umberto D.

-Se ha dicho que la música era muy almibarada, que no iba a la historia.

-Estoy de acuerdo. A mí tampoco me gusta. Creo que Cicognini está bajando.




ArribaFélix de Landáburu

-¿Qué importancia concede usted a El techo en la obra de Zavattini-De Sica?

-Una importancia capital. Y no porque marque una cumbre superior, ni siquiera igual a su Ladrón de bicicletas o Milagro en Milán, sino porque supone un nuevo hito en el proceso ascensional ideológico de los autores. Tras un neorrealismo objetivo -escueto girón de la realidad sorprendido en su profundo sustrato poético-, y otro crítico -con inquisición en las causas íntimas de esa realidad-, hay en El techo un claro asomarse el neorrealismo constructivo, abierto a soluciones positivas de atisbo cristiano.

-¿En qué encuentra usted este atisbo cristiano?

-En su abertura hacia esa virtud espléndida que se llama «esperanza». Un amor puro, esencialmente luminoso, que por una vez encuentra un clima trasparente de solidaridad humana, y comprensión, incluso donde nunca la hubo en la obra de Zavattini-De Sica. Si aún no es la esperanza teologal, es ya un avance hacia ella.

-Se ha dicho que la película, lejos de defender a los pobres, explota la pobreza como tema. ¿Qué piensa usted sobre esto?

-No creo que pueda acusárseles a los autores de este fraude. Pienso que en toda su obra hay un meridiano situarse cordial y auténtico de parte de los que sufren. En esta postura ha estribado siempre lo más grande y trascendental en la obra de Zavattini y De Sica.





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