Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice

Cuento

Geo Bogza

Traducción de Catalina Iliescu Gheorghiu

En los tiempos en los que Dios se paseaba con San Pedro por la tierra tomando la apariencia de unos viejos encorvados, con las sandalias desgastadas, que caminaban apoyándose en sus cayados, llamando a las puertas de la gente al anochecer, y no pocas veces los aldeanos los echaban de mala manera, ocurrió una vez que se les hizo de noche en el campo y, para empeorar las cosas, la lluvia les empapó los atuendos, llenándolos de barro de arriba abajo.

Tras deambular un buen rato en la oscuridad, por fin llegaron a las afueras de una aldea. Cavilaron unos instantes y luego decidieron llamar con su cayado a la primera puerta que vieron. Unos perros enormes se abalanzaron sobre ellos con intención de devorarlos, pero no tardó en oírse la voz de un hombre preguntando quién es, a lo que contestaron:

-¡Buena gente!

Entonces el hombre, acallando a los perros, los invitó adentro. La mujer y los hijos se despertaron. El hombre empezó a dar órdenes, pero con dulzura.

-¡María, pon algunas ramas más al fuego!

-Tudor, ¿por qué no te acercas al pozo y traes un cántaro de agua fresca?

-Ileana, ¿nos sirves una jarra de leche?

Les dieron lo necesario para lavarse y toallas blancas para secarse, les trajeron de comer y los acostaron en una habitación que olía a membrillo y a albahaca.

A la mañana siguiente les dieron de comer y les pusieron en la bolsa unas manzanas como no habían visto otras iguales y les desearon buen viaje. Apenas dejaron atrás la aldea, San Pedro empezó a suplicar a Dios:

-Señor, haz algo por esta gente que nos recibió tan bien.

-¿Y qué quieres que haga, Pedro? Ya has visto que no eran gente pobre...

-Señor, haz algo. Haz que vean su propia alma por una vez.

-¿Qué vean su propia alma, dices, Pedro?

-Sí, Señor, que puedan ver su alma tal como nosotros vemos ahora ese álamo de allí...

-Está bien, Pedro -respondió Dios, mirando pensativo hacia la aldea que quedaba lejos, en el valle. Y tras un tiempo, de aquella estirpe, nació Mihai Eminescu.

Indice