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ArribaAbajo El zorro y el quirquincho

El robo de pan


14 versiones y variantes


Cuentos del 1 al 14


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1. El zorro y el quirquincho

El robo de pan


SALTA

Una vez que andaba don Juan Zorro57 por un camino, y se da con don Agustín el quirquincho58, que estaba comiendo pan y empanadillas59. Al zorro le gustan mucho las empanadillas y li ha preguntado cómo ha hecho para conseguir esa comida. El quirquincho que estaba con miedo del zorro li ha dicho:

-Mire, compadre Juan, esta mañana han pasado las vendedoras que van a la fiesta de Sumalao60 con las bateas61 en la cabeza llenitas para vender. Yo m' hi puesto en el medio del camino echadito, como encogidito de frío. Han llegado las vendedoras y si han puesto contentas de verme. La que venía adelante mi ha levantado y ha dicho que esa noche me va a comer asadito y mi ha puesto en la batea, juntito al pan, a las tortillas62,   —50→   a las empanadas, a las empanadillas. Han seguido entretenidas conversando y yo hi empezado a tirar a la orilla del camino todo lo qu' hi podido, y a echar a los bolsillos. Cuando han pasado por abajo di un árbol63 muy grande, m' hi colgado de las ramas y después m' hi descolgado y m' hi venido comiendo mi cosecha.

-Mañana voy hacer lo que usté ha hecho hoy, compadre que li ha dicho al zorro -porque la fiesta dura varios días.

-Ha de tener cuidado, compadre, usté es más grande que yo, lo pueden descubrir -que li ha dicho el quirquincho.

-No tenga cuidado compadre, mañana vamos a tener empanadillas para varios días.

Como don Juan sabe que él es el más vivo de los animales del campo y todos piensan que el quirquincho es medio zonzo, ha pensado que él podía sacar mejor provecho.

Al día siguiente el zorro si ha puesto en el camino, en el mismo lugar que li ha avisado el quirquincho, hecho un ovillo como si estuviere duro de frío. Han llegado las vendedoras de empanadillas y cuando han visto al zorro han dicho:

-Este zorro parece medio muerto. Hay que terminar de matarlo ante que se vaya a hacer daño a los vecinos.

Y han buscado un palo y li han empezado a pegar, y el zorro ha salido los gritos, disparando.

Los quirquinchos sirven para comer y a veces se quedan duros de frío y se pueden llevar a las casas, pero el zorro no sirve para nada. Y áhi 'ta la diferencia. Y por eso las mujeres lo han echado a la canasta al quirquincho y al zorro lo han apaleado.

Y con esto no li ha quedado más ganas al zorro de hacerse el muerto para robar empanadillas.



Antenor Sánchez, 73 años. Chicoana. Valle de Lerma. Salta, 1954.

Excelente narrador. Posee un gran repertorio de cuentos. Cursó la escuela primaria y comenzó estudios secundarios, que abandonó para dedicarse a las más tradicionales tareas del campo. Es famoso como domador y como arriero. Cruzó muchas veces la Cordillera de los Andes, en viajes penosos, conduciendo tropas de ganados a Chile. Es el arriero protagonista del cuento de Juan Carlos Dávalos, El viento blanco. Se lo considera el prototipo de los gauchos salteños.



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2. El zorro, el quirquincho y la vendedora de pan

SALTA

Diz que de cuanta64 los animales hablaban y eran amistosos. Diz que después si han queríu comer unos a los otros. El más jodíu65 ha salíu el zorro. Comu es un bicho vivo quere joder a los otros. Y áhi le salen mal las cosas a veces.

Diz que el zorro si había hecho compagre66 del quirquincho. Si había hecho compagre pa jodelo porque el quirquincho parece medio opa67.

Diz que si han encontrau a la orilla di un camino los dos compagres, y si han saludau:

-Buen día, compagre, ¿cómo le va yendo? -ha dicho el quirquincho.

-Me va mal, compagre. Andoy68 sin comer. Ya mi han andau sonando las tripas -ha dicho el zorro.

¡Juna gran puta69! Se lu andaba por comer al compagre. El quirquincho si ha dau cuenta que el zorro lo quere comer y li ha dicho:

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-Yo le guá70 avisar, compagre, cómo vamos a conseguir güena comida. Ya va a pasar una vendedora de pan. Yo me guá hacer el muerto pa que mi alce en la batea del pan, y le guá tirar comida.

Al rato ha llegau la vendedora. Ha visto al quirquincho como helau en el camino, y ha dicho:

-¡Ah! ¡Un quirquincho helau con el frío 'i71 la noche! Y gordito 'tá. Lindo 'tá pa asarlo esta noche, en el juego.

Ha bajau la batea con pan. Que llevaba la batea en la cabeza.

Y lu ha puesto al quirquincho, con cuidau, en un ladito, al lau del pan. Áhi cerquita, el quirquincho ha empezau a comer pan y li ha ido tirando al zorro. El zorro que iba escondiéndose por l' orilla del camino. Y así han comíu todo. La vendedora de pan ha pasau por abajo di un árbol. El quirquincho si ha colgau de las ramas. Y después si ha juntau con el zorro.

Ha llegau la vendedora ande tenía que entregar el pan. Ha bajau la batea, ¿y qui ha pasau?, no tenía pan ni 'taba el quirquincho.

-¡Carajo! -que dice la vendedora-, ¡mi ha jodíu el quirquincho! ¡Mi ha comíu el pan!

Al otro día, el zorro dice que él s' iba a poner en el camino. El zorro si ha puesto como muerto, en el camino. Llega la vendedora de pan. Lo ha visto al zorro y ha dicho:

-¡Una gran puta! El daño72 acá. Lu han de haber dejau medio muerto los perro di algún puestero73. Yo lo guá terminar de matar.

Agarra un palo, la vendedora, y le da unos palos al zorro, y el zorro sale disparando, los gritos.

-Ha di andar de mala suerte -li ha dicho el quirquincho-. ¿Pórque no porfia otra vez, compagre, a ver si le va mejor?

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-Dejemé, compagre, no guá salir más al camino. La vendedora me va a joder.

Diz que si han ido a tierras lejas74 y el quirquincho si ha salvau del zorro.



Manuel Iseas, 80 años. Obraje Las Chacras. Las Víboras. Anta. Salta, 1952.

El narrador es un viejo campesino de Anta, la región de los gauchos salteños. Es analfabeto, pero inteligente y gran narrador. Ha pasado toda su vida en este lugar apartado de la selva subtropical, en donde a pesar de su edad trabaja como hachero.



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3. El zorro, el quirquincho y la tostadora de maíz

TUCUMÁN

Diz que el zorro y el quirquincho habían andao de compañeros. Habían andao buscando qué comer. Diz que iban cerca di un caminito y han visto que venía una vieja con una tipa75 en la cabeza llena di ancua76. La vieja qui había tostao como diez callanadas77 de máiz pa hacer cocho78, volvía de la casa de una comadre ande había ido a molela a la ancua. Y áhi que li ha dicho el quirquincho al zorro:

-Yo me guá hacer el muerto a ver si la vieja mi alza y me pone en la tipa 'i cocho, y como, y saco lo que puedo.

Y diz que si ha hecho el muerto en el caminito. Y qui ha llegao la vieja y ha dicho:

-¡Ve, mi suerte!, m' hi encontrao este quirquincho. Seguro que los perros lu han dejau medio muerto o 'tá helau. Con el quirquincho asao y la sopa 'i cocho se van a poner panzonas mis guaguas79.

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Y áhi que lu ha alzau y lu ha echao en la tipa. Y el quirquincho muy despacito si ha llenau los bolsillos 'i cocho, y cuando han pasao por debajo di un árbol bien bajo, si ha colgao de las ramas. Y áhi si ha largao y lu ha ido a buscar al zorro y lu ha convidau. Y áhi el zorro ha dicho que va hacer lo mismo él.

Cuando la vieja ha llegao a su casa si ha dau cuenta lo que le había hecho el quirquincho. Al otro día ha güelto a ir a moler ancua. Cuando ha 'tau viniendo ha visto un zorro áhi en el camino, tirao a lo largo. Y áhi ha dicho:

-Éste me va a pagar la que mi ha hecho el quirquincho.

Y ha buscao la vieja un palo bien grueso y li ha comenzao a dar garrotazos al zorro. Y ¡qué pucha!, áhi ha salíu disparando el zorro. Y lu ha ido a buscar muy enojao al quirquincho, que casi lu ha hecho matar.



Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

El narrador posee un repertorio muy rico de cuentos. Es un campesino iletrado, pero inteligente y muy buen narrador. Es natural de San Pedro de Colalao, pueblecito serrano.



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4. El quirquincho, el zorro y la rosquera

TUCUMÁN

Dice que una vez han ido juntos por un camino el quirquincho y el zorro. Y dice qui han visto que venía una viejita rosquera. Dice que la viejita rosquera ha traido una tipa llena 'i rosquetes. Dice que el quirquincho ha dicho que le va a comer los rosquetes a la viejita, y li ha dicho al zorro:

-Hagasé un lao del camino, compadre, y mire lo que yo vuá80 hacer.

Dice que el zorro si ha metío entre unas pajas y si ha puesto a mirar al compadre quirquincho. El quirquincho si ha puesto en el medio 'el camino, hecho un ovillito. Áhi, enterradito en un pocito, como si 'tuviera durmiendo ha 'tao. Dice qui ha llegao la viejita y lo ha alzao, y ha dicho:

-¡Pero, ve, un quirquincho! Y gordito ha 'stao. Esta noche lo vuá poner al juego y lo vuá comer asadito.

Y dice que lo ha puesto en la tipa, bien arregladito entre los rosquetes. Y ha seguío la viejita muy contenta con el piche que se va a comer asao. Y dice que el piche se ha comío todos los rosquetes y cuando ha pasao la viejita por abajo di una tusca81 si ha prendío de las ramas y ha quedao colgadito, y después se ha bajao y ha ido a buscar al zorro. Dice que el zorro ha dicho qui al otro día él va hacer lo mesmo.

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Bueno... Dice que la viejita ha llegao a una casa y había querío vender los rosquetes y di áhi dice qui había hallao las miguitas no más.

Dice que si ha enojao la viejita y ha dicho que si lo vuelve a encontrar al quirquincho lo va a matar áhi no más.

Dice que el zorro si ha puesto al otro día hecho un ovillito en el camino. Dice qui ha llegao la viejita con la tipa llena de rosquetes y cuando lo ha visto al zorro ha buscau un palo y le ha empezao a pegar palos. Y áhi ha salío corriendo el zorro, los gritos, y si ha quedao sin rosquetes.



Carmen López de Romano, 50 años. Vizcacheral. Leales. Tucumán, 1953.

Campesina de escasa cultura. No ha salido de este caserío alejado.



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5. El zorro y el quirquincho

TUCUMÁN

Resulta que el zorro y el quirquincho se habían armado una sociedá y se buscaban así para comé cosas.

Y había una señora que tenía que pasá por un monte y iba a vendé empanadillas.

El quirquincho iba y se tiraba en el caminito. La señora venía y decía:

-¡Ay!, ¡qué lindo el quirquincho! -y lo metía al canasto.

El quirquincho, entonce, comía, y sacaba do o tre empanadilla y se le bajaba otra vez. Y lo invitaba al zorro. Y le decía el zorro:

-¿Cómo hacé vo?

Entonce al siguiente día ha hecho la misma operación. Y despué le dice el zorro:

-Bueno, ahora vuá ir yo.

Porque creía que s' iba a llená una vez que va a la canasta.

Ya como li habían hecho do vece el cuento, la señora el tercer día ya había veníu con un palo. Entonce lo ve al zorro, áhi, en el caminito, y dice:

-¡Ah, qué lindo el zorrito! -dice.

Se arrimó no más y lu había pillau di una pata y le da una buena garrotiada.



Raúl Vera, 21 años. Ciudad de Tucumán, 1970. Muchacho campesino. Hace el servicio militar en la capital.



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6. El quirquincho, el zorro y la viejita que busca leña

SANTIAGO DEL ESTERO

Una viejita va a buscar leña. Ella había tostado maíz y hecho harina. Como ya era viejita, no podía comer otra cosa. Había puesto en la tipa y se fue al monte a buscar leña. Ella iba comiendo, y lo82 pone en el suelo, a la tipa, y sigue buscando leña. El quirquincho viene y ve esto. Y olfatia. Había sido harina lo que tenía en la tipa. Bueno. Y viene de allá la vieja y se escapa el quirquincho y se va. Y es que dice:

-Mañana voy a aprovechar la harina -que dice.

Vuelve la viejita a la leña, al otro día. Él ya se había colgado en un palo de esos secos, donde había mucha leña, se había colgau así, él. Juerza que ella lo halle y diga que era lachiguana.

La viejita llega, la ve y la voltia a la lachiguana, y la pone dentro la tipa. Y sigue juntando la leña. Y el quirquincho tiene, po, unos bolsillos, así. Había tacuchau83 bien los bolsillos de harina, y se fue. Y cuando viene la viejita halla que ya casi no había harina. Ni lo halla al quirquincho, a la lachiguana. Bueno... Que dice:

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-¿Qué es esto? ¿Qué será esto? -dice-. ¿Qué será el diablo? Si es un hallajo84.

Lo halla, lo encuentra al día siguiente al quirquincho, el zorro, comiendo la harina, y le dice:

-¡Hola, amigo! ¿Y qué va comiendo? -dice.

-¡Oh!, vos no sabes85 -dice-. Yo tengo allá de donde sacar. Yo lleno mis bolsillos de harina y vengo comiendo. Allá hay una viejita -dice- que viene a la leña y trae mucha harina en la tipa y yo lleno mis bolsillos.

-¿Y yo no puedo hacer así?

-¡Cómo no! -dice-. Vete86 y colgate en un palo. Entre muchos palos secos que haiga porque la viejita -dice- quiebra de áhi y lleva pal fuego. Colgate -le dice-, hacete bolita, y ella te va voltiar. Te va voltiar y te va poner en la tipa.

Y viene la vieja y halla esta colmena, bala87 grande, así. Agarra un palo y le da. Pa mejor por el cogote li había tocau y lo mata. Lo mata al zorro.

-Bueno -que dice-, bien digo yo que el diablo anda siguiendomé.

Y bueno, y no volvió, po, más la viejita, teniendo miedo, creyendo que era el diablo.



Rita Vera de Barrionuevo, 91 años. Santiago del Estero, 1970.

La narradora, semiculta, oyó este cuento en el norte de la provincia, en Copos. Posee una gran lucidez mental a pesar de su edad.



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7. El zorro, el quirquincho y la vendedora de empanadas

SANTIAGO DEL ESTERO

En un camino se encontraron el zorro y el quirquincho. Y de la conversación sale que lo encuentra al zorro, el quirquincho, bastante delgado.

-¿Y vos, por qué estás gordo? -le pregunta el zorro al quirquincho.

Y el quirquincho le dice:

-Yo tengo una treta para comer.

-Y bueno, ¿me cuentas cuál es?

-Es muy fácil -le dice-. Todos los días sábados, por este camino, pasan las vendedoras de empanadas. Llevan las empanadas en unas tipas, sobre la cabeza. Yo me adelanto a ellas, y me hago el muerto en el camino, y la empanadera, la vendedora de empanadas, me levanta para llevarme a casa, rescoldiarme, pelarme en el rescoldo, en la ceniza o ushpa88, y yo áhi como todas las empanadas que deseo. Y cuando paso por cerca de un árbol con las ramas sobre el camino, me cuelgo de allá y después me bajo. Ya he comido unas cuantas empanadas.

El zorro, al escuchar esto, pensó que también tenía comida asegurada, siguiendo la misma treta. Esperó hasta el sábado siguiente, y se tiró sobre el camino, haciendosé el muerto. Las   —62→   mujeres, al verlo al zorro, lo único que hicieron fue tomar un palo que encontraron a mano, y le dieron unos cuantos garrotazos al zorro. Y el zorro, maltrecho, dolorido, se escapó a los gritos. Y le fracasó la treta que tenía el quirquincho para comer.



Manuel José Victoria, 50 años. Santiago del Estero, 1970.

El narrador es un distinguido educador. Oyó este cuento hace muchos años en La Banda, de un viejo campesino.



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8. La vendedora de pan, el quirquincho y el zorro

SANTIAGO DEL ESTERO

Iba por el camino una vendedora de pan, con el canasto de pan en la cabeza. Había salido a vender el pan. Ella llevaba a vender. Y ha visto el quirquincho y si ha puesto junto al camino. Si ha hecho bolita, el quirquincho, como muerto. Entonces lo vio la panadera. Se alegró y lu alzó, qui había hallado un quirquincho que es rico pa comerlo. Lu echó en el canasto con pan.

Bueno... El quirquincho fue en el canasto y se comió el pan. Se llenó. Siguió viaje la señora. Cuando pasó por abajo di un árbol se ha colgado el quirquincho en un gajito y ha que dado áhi. Y bueno... Si ha bajado di áhi y ha seguido viaje. Y por áhi si ha dado con el zorro. Y el zorro lu ha visto comer y li ha preguntado cómo podría hacer él también para que haga lo mismo. Entonces el quirquincho li ha dicho que así y así haga.

Entonces, éste si ha puesto junto al camino a esperar la panadera para que lu alce. Pero, ¡qué!, la panadera cuando lu ha visto li ha dau un palo. Lu ha dejau áhi no más muerto. Así que el zorro perdió.



María Manuela Herrera de García, 70 años. Ancocha. Atamisqui. Santiago del Estero, 1970. Gran narradora de esta comarca alejada de la provincia.



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9. El quirquincho, el zorro y la vendedora de pan

SANTIAGO DEL ESTERO

Diz que el quirquincho y el zorro iban juntos por un camino. Y diz que han visto que venía una vendedora de pan con una tipa en la cabeza llenita de pan recién horniao. Y que ha dicho el pichi89:

-Mire, po, compadre, esa vendedora vende pan 'i mujer90. ¿Cómo haremos pa sacarle algún pancito de la tipa? ¡Ah, ya sé!

Y áhi si ha hecho el que 'taba duro de frío y si ha quedado en el camino como medio muerto, enroscadito. Y li ha dicho al zorro que se ponga cerca y que mire qué pasa. Y diz que ha llegao la vendedora y si ha puesto contenta, y es que dice:

-Con el frío di anoche este pichi si ha quedao tiritando, y ya 'tá casi muerto. Y me viene muy bien pa la cena, que 'toy sin carne en las casas. Al rescoldo lo guá asar. Y 'tá bien gordito.

Y diz que la vendedora lu ha alzao al quirquincho y lu ha puesto entre los panes calientitos, recién sacados del horno. Y áhi sin hacer ruido, el pichi ha ido comiendo. Y diz que el zorro lo seguía por la costa91 del camino. Y el pichi l'iba tirando pa que coma el compadre. Cuando ha comío casi todo el pan, ha pasau la vendedora por abajo di un árbol de muchos gajos y el   —65→   pichi si ha agarrau de los gajos. Después si ha bajao y si han juntao los dos compadres muy contentos. Y ha dicho el zorro qui al otro día a él le toca sacar el pan.

Diz que la pobre vendedora ha bajao la tipa pa entregar el pan ande lo vendía y si ha encontrau sin nada. Ahi si ha dao cuenta que el quirquincho es el que li ha comíu el pan. Y si ha ido muy triste a las casas y les ha avisao a los hijitos lo que li ha pasao.

Al otro día ha güelto con el pan, la vendedora, y los dos compadres 'taban en el mismo camino esperando. Ahi ha ido el zorro y si ha puesto como helado, po, hecho una bola. Y la vendedora cuando lu ha visto al zorro ha dicho:

-'Tá medio muerto este zorro de frío. Yo lo guá acabar de matar pa que nu haga tanto daño, como hace este bicho tan jodido.

Ahi ha buscau un palo y li ha empezao a darle unos tremendos garrotazos. Y áhi se li ha pasau el frío al zorro y ha salíu huyendo, casi muerto, los gritos: ¡Guac!... ¡Guac!...



Dominga Lescano, 48 años. Quimilar. Ojo de Agua. Santiago del Estero, 1951. Lugareña rústica, vendedora de pan y roscas. Es una buena narradora.



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10. El zorro y el quirquincho

El robo del maíz tostado


CATAMARCA

Que había una señora muy pobre que salía a trabajar todos los días y traía algo para los hijos. Que traía todo lo que conseguía de comida en una tipa. La tipa la ponía siempre en la cabeza y se dirigía a su casa. Siempre iba por el mismo camino y pasaba cercos y todo.

Entonce, un día, el quirquincho, de pícaro, si ha hecho el muerto a ver si lu alzaba la señora y lo ponía en la tipa para aprovecharse de lo que había en la tipa. Entonce la señora lo vio al quirquincho y lo levantó y como es tan rico para comerlo, se lo ha puesto en la tipa.

Bueno -dice-, éste lo llevo para comer.

Y se lo ha puesto en la tipa y después ha seguido el camino. Y el quirquincho se comió todo el maíz tostado. Y por ahí ha aprovechado el momento de pasar un cerco y ha saltado de la tipa. La señora no se ha dado cuenta.

Cuando la señora llega a la casa ha bajado la tipa, contenta, que tenía el quirquincho y que tenía el maíz tostado, y no tenía ni el quirquincho ni nada, y la tipa vacía.

El quirquincho li había contau al zorro cómo hacía para comer. Y bueno, el zorro ha querido hacer lo mismo. Al otro día, cuando la señora ha ido a pasar de nuevo con la tipa, también con maíz tostado que llevaba para la casa, el zorro si ha tirau como muerto en el camino. Entonce lo ve la señora y ha dicho:

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-¡Ya vas a ver, pícaro! Vos querís hacer como el quirquincho.

Y áhi no más lo sacó a garrotazos y no se lo vio más al zorro.



Juana Rueda, 52 años. Fuerte Quemado. Santa María. Catamarca, 1968.

Campesina, Pertenece a las familias más antiguas del lugar. Ha cursado todos los grados de la escuela primaria.



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11. El zorro y el quirquincho

CATAMARCA

Dice que andaban juntos el zorro y el quirquincho. Dice que andaban con hambre.

Dice que viene una señora que llevaba empanadas en una canasta en la cabeza.

Entonce el quirquincho le dice al zorro que él le va a robar empanadas a la señora. Entonce se va ligero, adelante, y si hace un ovillo en el medio del camino. Claro, parecía un ovillo de hilo del que hilan aquí las teleras.

Dice que llega la señora y se cre que es un ovillo de hilo hilado, y dice:

-Este ovillito mi hace falta pa la tela que tengo en el telar.

Entonce lo levanta y lo echa a la canasta. Entonce el quirquincho iba comiendo empanadas y l' iba tirando al zorro. El zorro iba por la costa del camino. Cuando ha pasado por abajo di un árbol, el quirquincho si ha colgado. Pero ya li había comido todas las empanadas a la señora. La señora iba a vender las empanadas qui hacía y pasaba todos los días por ese camino. Llega a la casa y no tenía nada de empanadas. Entonce la señora no sabía qué li había pasado.

Al día siguiente si hace un ovillo el zorro y se pone en el medio del camino. Llega la señora y ve este ovillo tan grande. Y lo empieza a mirar y lo descubre al zorro. Y agarra despacito un palo y lo92 empieza a dar palos. Y el zorro se dispara los gritos.



Nicolás Bazán, 15 años. Copacabana. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Muchacho con gran vocación de narrador. Cursa el último grado de la escuela primaria.



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12. La vendedora de empanadas, el quirquincho y el zorro

CATAMARCA

Una vendedora de empanadas pasaba todos los días por un camino llevando una batea con empanadas. La lleva en la cabeza a la batea como llevan las vendedoras de pan y de empanadas.

Entonces, un día pasó y golpeó a un quirquincho, que es un animalito que cruza los caminos, y le dio con el pie. Entonces el quirquincho se hizo el muerto. Y la señora dijo:

-Bueno, este quirquincho me lo voy a comer.

Y lo levantó y lo puso en la batea. Pero este quirquincho se había hecho el muerto, porque viendo tantas empanadas ricas empezó a comer un poco y luego a tirarlas. La señora, como no sentía el movimiento del quirquincho, porque la batea la llevaba en la cabeza, entonces no sabía lo que hacía el quirquincho. Cuando pasó por abajo de un árbol, se agarró de las ramas con las patitas y quedó ahí colgado.

Entonces, la señora llegó a la casa, y se encuentra sin el quirquincho. Pero se da cuenta del daño que le había hecho a las empanadas y de la cantidá de empanadas que le faltaba.

Bueno...

Entonces el quirquincho bajó del árbol y se fue a comer las empanadas. En eso llega su compadre, el zorro. Y le dice:

-¿Qué haces?

Y le dice que estaba comiendo una hermosa comida, pero que gracias a su ingenio de haberse hecho el muerto. Entonces   —70→   el zorro piensa hacer lo mismo, porque esta señora era vendedora de empanadas y pasaba todos los días con su batea con empanadas.

Al otro día pasa la señora con su mercancía y el zorro, al verla, también se hace el muerto. Pero la señora, como no le tenía mucha simpatía al zorro, tomó un palo y le dio una buena paliza. Entonces el pobre zorro no pudo comer las empanadas de la vendedora.



Elba Noemí Reinoso de Díaz, 41 años. Finca El Rincón. Tinogasta. Catamarca, 1970.

La narradora, maestra de escuela, dice que aprendió este cuento de niña. Lo oyó narrar muchas veces a los peones de la finca de su padre, donde ella nació y creció.



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13. El zorro y el quirquincho

CATAMARCA

Que el zorro y el quirquincho eran socios y han salido a buscar la vida.

Qui han visto que venía una mujer con una tipa con pan, en la cabeza. Que el quirquincho si ha puesto en el camino, por donde iba a pasar la mujer, y si ha quedau como muerto. Qui ha llegau la mujer, lu ha visto al quirquincho y lu alzó y se lo echó en la tipa que llevaba el pan. Qui ha dicho:

-Ve, un quirquincho helado con el frío de la noche. Me lo voy a comer asado.

El zorro que iba por la orilla del camino y que el quirquincho le voltiaba pan pa que coma. Cuando ha pasau la mujer por abajo di un árbol, si ha colgau el quirquincho de las ramas y si ha juntau después con el zorro.

Cuando la mujer ha llegau a las casas ha visto que no tenía nada en la tipa, qui ha dicho:

-¡Ah, éste es el quirquincho que mi ha comido el pan!

Al otro día el zorro si ha ofrecíu para hacer lo mesmo. Ha llegau la mujer con la tipa con pan, lu ha visto al zorro como muerto en el camino, ha buscau un palo y cuasi lu ha muerto a garrotazos al zorro. Claro, el zorro si alcanzó a levantar y salir huyendo, sinó, lo mata.



Mamerto Tula, 80 años. La Falda de Alpatanca. Valle Viejo. Catamarca, 1968.

El narrador es riojano. Oyó este cuento en La Rioja cuando él era joven.



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14. El quirquincho y el zorro

El robo de pan


LA RIOJA

Había una señora que s' iba a amasar de su domicilio a otro. Quedaba distante, ¿sabe?

Y el zorro con el quirquincho eran compañeros. Qui andaban robando juntos.

Bueno... Por áhi va y la ve el quirquincho a la señora qu' iba a la casa ande amasaba.

-Callate no más, ya cuando vuelva di allá, yo me guá hacer el muerto -dice el quirquincho-. Va a venir con el pan y me va echar al canasto y yo te guá comenzar a largar el pan pa atrás.

-Bueno... Hagamos -dice-. A ver.

Ya viene la señora de allá con una tipa con pan en la cabeza. Y áhi 'taba el quirquincho, muerto.

-¡Ah! -dice-, ¡mi armo con un quirquincho!... Lo voy alzar y lo llevo.

Y sigue el quirquincho, dele, y el zorro atrás. Y le iba largando pan, dele no más. Y el zorro dele, dele, dele, dele... El quirquincho le largaba y el zorro lo pillaba áhi. Bueno... se va ella. Claro, casi le terminan el pan, hasta que ella llega al domicilio de ella. Y áhi va el quirquincho. Y ya al pobre quirquincho lo baja ella de la tipa, ¿no?, con pan, y dispara el quirquincho y se esconde. Bueno...

-¡Ah! -que dice-. ¡Qué mal! ¡Mire lo que mi ha hecho! ¡Ya va ver lo que le va pasar!

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Bueno ... Sale el quirquincho di allá. Que le dice:

-Vea, señora. Esto no va ser perdíu -que le dice-. El zorro es dañino. Ya va ver.

Bueno... Que le dice:

-Agarresé usté -dice-, llevesé un perro galgo. Ateló arriba. Y güelvasé a amasar -dice-. Y me lleva a mí también y entonces yo le voy indicar adónde va salir mi compañero. En vez de largar el pan, le vamos a largar el perro -dice.

Se va...

La señora se iba a amasar al otro día.

Y sale con el quirquincho y el galgo en la tipa.

Ya había quedau con la señora el quirquincho, cómo iban hacer y todo.

-Él es el pícaro -le había dicho.

Viene y lu habla, en lo que venía de allá, y el quirquincho le decía al zorro:

-¡Arrimate! ¡Arrimate! ¡Arrimate!

Y le larga un galgo. Áhi lo saca... a todo escape. Ya lo pillaba. Ya lo tenía cerca 'e la cueva, ¿sabe? Y se entró en la cueva.

-¡Ay! -que dice-, que si nu es la cueva, me pilla el perro éste.

Bueno... Y lo que había disparau, si había pasau de hediondo, el zorro, por la cola. Y si ole, y que dice:

-¡Ah! Esta cola cobarde. Si ti había 'i sacar que te coma el perro, y yo me guá a quedar aquí.

Se sale reculando pa atrás. Y áhi 'ta el perro. Lo pilla el perro y lu ha liquidau en un ¡ay!

Bueno... Y vuelve el perro ensangrentau y dice el quirquincho:

-Ha visto, el zorro había síu el daño y ya lu aventajamos.

Y si acabó.



Eulogio Tejada, 68 años. Villa Unión. General Lavalle. La Rioja, 1968.

Peón de campo, iletrado, pero inteligente. Gran narrador. Variante del cuento tradicional argentino, con el agregado del último motivo, que se encuentra en otros cuentos y es muy antiguo: el zorro en la cueva.



  —74→  

ArribaAbajoNota

El cuento argentino que llamamos El robo de pan es recreación de un motivo de la cuentística universal -Tipo 1 de Aarne-Thompson-, El robo de pescado-. Sus acentuadas características del ambiente regional demuestran que su asimilación por nuestro pueblo es antigua, seguramente de la época de la conquista y la colonización española. Nuestras 14 versiones recogidas en las provincias del noroeste, las más conservadoras del país, mantienen una gran unidad de estructura y de contenido. Son sus motivos:

A. El quirquincho o peludo se hace el muerto para robar pan, empanadas, rosquetes o maíz tostado a las mujeres que pasan por un camino, quienes lo levantan y lo colocan en la batea o el cesto en los cuales llevan estos alimentos.

B. El zorro lo imita, es apaleado y huye (en tres versiones es muerto: 6, 8 y 14).

Los personajes de nuestro cuento son siempre el quirquincho y el zorro.

Encontramos esta misma estructura de cuento independiente en el elaborado por Juan Carlos Dávalos, «El zorro y el quirquincho ladrón de empanadas» (Los casos del zorro, páginas 63-67) y el reproducido por Susana Chertudi, «El quirquincho y el zorro» (Cuentos, I, páginas 50-52, encuesta, legajo 49); el primero de Salta y el segundo de Tucumán. Fuera de estas dos versiones no se han publicado otras en el país.

Nuestro cuento, en las versiones de otros países, se encuentra en combinaciones diversas con otros cuentos de animales. Sólo en una de las nuestras, la de La Rioja, encontramos como   —75→   final el motivo de la zorra que, refugiada en una cueva, intenta sacar la cola sucia y es atrapada por los perros que esperan su salida.

Espinosa le ha dedicado un estudio erudito y muy completo relacionado con otros cuentos de animales (III, página 253 y siguientes).

El motivo del zorro que se finge muerto para robar pescado y que invita al lobo a hacer lo mismo, tuvo gran popularidad en la Edad Media europea. Lo elaboró el Roman de Renard en el «Renard y las anguilas» (Branche III). La intención de nuestro cuento no es la más general, la del animal inteligente que burla al más fuerte, es la del humilde que está en su papel, el quirquincho, y burla al listo, el zorro, que cree que todo lo puede.

Nuestro cuento o uno de sus motivos figura en las versiones españolas de: Espinosa, 202-203, 207, 223; Curiel Merchán, 49-50 y 241-242; Espinosa, Castilla, 257-259. En ellas los personajes son el zorro y el lobo. Hay versiones españolas de Centroamérica. Se han documentado versiones entre los indios de Norteamérica y en África.

Su área de difusión geográfica en nuestro país comprende: Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y zonas de provincias vecinas.

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento





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ArribaAbajoLa paloma, el zorro y el ave amiga

El robo artero de los polluelos


17 versiones y variantes


Cuentos del 15 al 31


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15. El zorro, la urpilita y el chuschín

TUCUMÁN

Que una urpilita93 tenía nido en un árbol y ya había sacau pichones94. Que don Juan Zorro le quería comer los pichones y que viene y le dice:

-Tirame un pichoncito si no querís que suba y te coma con hijos y todo.

La urpilita se ha asustau muchísimo y li ha tirau un hijito. El zorro se lo ha comíu di un bocao.

La urpilita si ha puesto a llorar desconsoladamente. En eso ha veníu el tío Agustín, el chuschín95, y le ha dicho:

-¿Porque lloras urpilita?

La urpilita li ha contao y el tío Agustín li ha dicho:

-Sos inocente, urpila, ¿no vis que es de pícaro que te ha dicho esa mentira? Los zorros no pueden subir a los montes96. Mañana va a volver ese criminal y te va a pedir el otro hijito. Vos decile que suba que no le vas a tirar nada. Que vos sabís que él no puede subir a los montes.

Al otro día ha vuelto el zorro y la urpilita li ha dicho como le aconsejó el chuschín.

  —80→  

Entonce el zorro li ha dicho:

-¿Ah, sí? ¡Bueno! ¿A que eso ti ha dicho el chuschín?

-Sí -ha dicho la urpilita.

Áhi ha salido el zorro a buscar al chuschín. Lo ha pillau descuidado y lo ha cazao. Y lo ha llevao en la boca, mas97 áhi lu han visto los pájaros y los loros que andaban cerca y si han puesto a gritar:

-¡Don Juan si ha cazao al chuschín! ¡Don Juan lu ha cazau al chuschín! ¡Dejeló al pobre chuschín, don Juan Zorro!

Y áhi el chuschín de vivo li ha dicho que les diga a esos bochincheros:

-¡A ustedes qué les importa!

El zorro ha ido a decir, muy enojado, y en cuantito abrió la boca, ¡qué pucha!, se le voló el chuschín y se salvó.



Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Campesino inteligente. Conserva la hidalguía de los viejos criollos. Tiene fama de buen narrador en la comarca.



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16. El zorro y el hornillero

SANTIAGO DEL ESTERO

Diz que el zorro le quería comer los pichones a la urpila.

Diz que ha pasao y li ha dicho que va a venir a la mañana siguiente pa que le tire un pichoncito y que si no se lo tira, él va subir al árbol y lo va a comer a ella.

Diz que la urpilita se ha puesto a llorar y el hornillero98 qui ha venío y li ha preguntao pórque llora.

-Porque el zorro mi ha avisao que le tire un pichoncito y si no va a subir al árbol y me va a comer a mí y al otro hijito -li ha dicho.

-No le tires nada. El zorro ti ha mentío. No sabe subir a los árboles, pues -li ha dicho el hornillero.

Diz que ha venío el zorro y la urpila li ha avisao lo que li ha dicho el hornillero y áhi ha dicho el zorro que el hornillero le va pagar ésa. Y si ha ido a buscarlo, pues. Y lu ha encontrao y lu ha cazao. Y lo ha llevao en la boca pa hacerlo sufrir. Y áhi   —82→   lu han visto los otros pájaros y han empezao a gritar que aturdían al zorro y decían:

-¡El zorro lleva al hornillero! ¡El zorro ha cazao al hornillero! !El zorro va a comer al hornillero!

-Deciles a esos atrevidos que ¡qué les importa! -le dice el hornillero al zorro.

Como el zorro ha 'stao tan enojao con los pájaros, ha abierto la boca para decirles que ¡qué les importa! y el hornillero si ha volao a un árbol alto y así se salvó.



Trinidad Vega de Córdoba, 67 años. Villa de Río Hondo. Río Hondo. Santiago del Estero, 1957.

Lugareña rústica. Buena narradora.



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17. La paloma y el tío Agustín

CATAMARCA

Una vez la paloma99 había hecho nido en el suelo. Iba Juan el zorro pasando por ese lugar y la ve empollando, y le dice:

-Hola, doña Paloma, ¿pórque no me da un huevito? Tengo mucho hambre.

La paloma se llevó un gran susto y por salvar sus huevitos le dice al zorro:

-Vení en la otra semana. Ya voy a tener pichoncitos y así te los comís a ellos.

-Bueno hai100 ser -le dijo el zorro-. ¡Hasta la otra semana!

La paloma quedó muy triste y se puso a llorar.

Después viene el tío Agustín, el chuschín, y la ve a la paloma y le dice:

-¿Qué hacís áhi, empollando en el suelo? ¿Y si viene Juan y te come?

La paloma le contesta:

-Si ya ha andau y mi ha queríu comer los güevitos. Yo l'hi dicho que güelva l'otra semana que ya voy a tener pichones, y así comía mejor. Por eso 'toy llorando.

-Tonta -le dice el tío Agustín-, subite arriba d'ese árbol y hacé nido áhi. Juan no te va poder comer porque él no sabe trepar.

  —84→  

Entonce la paloma li ha hecho caso y li ha agradecido al tío Agustín, y se sube y hace nido en el árbol y lleva sus güevitos.

A la semana viene Juan y no la encuentra. Mira pa arriba y la ve a la paloma, y le dice:

-¿Quí hacís áhi? ¿Quén ti ha dicho que te subás?

Y la paloma le dice:

-Sí, tío Agustín mi ha dicho qui aquí me suba pa que vos no me comás.

Y dice Juan enojado:

-¡Ya va ver tío Agustín cuando lu encuentre! -y se va.

Cierto día lu halla el zorro a tío Agustín, distráido, pisando un barrito, y lo caza. Lu alza en la boca y lo llevaba por áhi, a la orilla di un camino. Por el camino han ido pasando unos arrieros y éstos llevaban perros. Y cuando lo ven a don Juan que llevaba una cosa en la boca si han puesto a réir y uno ha dicho:

-Velo a don Juan, va con tío Agustín en la boca. ¿No tendrá vergüenza ese canalla?

Entonce tío Agustín le dice al zorro:

-Deciles que ¡qué les importa a ellos!

Entonces Juan, enojado, les dice:

-Y a ustedes, ¿qué les importa? -y áhi abre la boca y se vuela a un árbol, tío Agustín, muy contento.

Y en ese momento vienen los perros de los arrieros que si habían quedao atrás y lo pillan al zorro y lo matan.


Y di áhi, dentró por un zapatito roto
y salió por otro,
pa que usté cuente otro.



Efigenia López, 62 años. Icaño. La Paz. Catamarca, 1952.

Lugareña de viejas familias comarcanas. Buena narradora.



  —85→  
18. La urpila y el zorro

CATAMARCA

La urpila estaba empollando en el suelo, abajo de un árbol. Y de estar, pasa por áhi el zorro y la encuentra. La mira y le dice:

-¡Aprontate pa comerte!

Y la urpila, temblando de miedo, le dice:

-No, don Juan, no me coma tuavía, dejemé pa después, ya entre dos u tres días vuá hacer reventar101, y ya puede comer más.

El zorro pensó un rato, vio que le convenía esperar, y le dice:

-'Tá güeno. Vuá volver pa entonce a comerlos.

La urpila quedó muy triste llorando. Y en eso pasa tío Agustín, el chuschín, que siempre anda en el suelo buscando comidita, y al verla llorar le dice:

-¿Qué te pasa que 'tás llorando, hija?

-¡Cómo no vuá llorar, si ha venío don Juan y me ha dicho que me va a comer con hijos y todo!

-¡Ah, urpila zonza! Subite y hacé nido arriba 'el árbol. Áhi no te va a alcanzar don Juan.

La urpila hizo lo que le dijo el tío Agustín. A los tres días volvió el zorro pa comerla a la urpila con los hijos, y no la halla, y se enoja, y dice:

-¡Ah, urpila pícara! ¡Ya me ha jodío, pero me la va a pagar!

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Empieza a olfatiar y la descubre arriba, y le dice:

-Bajate, te vuá comer.

Y le insistía que baje. La urpila no quería por nada bajar. Y el zorro al ver que era inútil le dice:

-¿Y quén te ha dicho que te subáis102 a arriba?

-Tío Agustín -dice la urpila.

-¡Ah, pícaro, ya me la pagará!

Y sale el zorro muy enojao, y de estar, lo ve a tío Agustín muy entretenido buscando gusanitos en el suelo. Se va despacito, lo gatia103 y le pega un salto, y lo agarra del lomo. Y ya se lo lleva pa comerlo. Lo llevaba a tío Agustín en la boca, y en eso pasan unos contrabandistas104 y empezaron a gritar:

-¡Velo a don Juan! ¡Lo lleva a tío Agustín pa comerlo! ¡Dejeló don Juan al tío Agustín!

Tío Agustín que iba temblando de miedo, que ya se vía muerto, viendo un lao pa salvarse, le dice al zorro:

-Digalés, ¡qué les importa!, a esos metidos.

Y el zorro abre la boca y les dice a los hombres:

-¡Qué les importa!...

Y cuando abre la boca, el zorro, tío Agustín sale volando, embromando105 otra vez al zorro.



Delfín Camaño, 77 años. Ampollas. Santa Rosa. Catamarca, 1946.

Campesino rústico. Muy buen narrador.



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19. El zorro con la paloma

LA RIOJA

Una vez había una palomita que había anidau en un bosque106. Áhi si hizo su nidito. Por cierto, después di un tiempo tenía sus pichoncitos, la cual estaba tan contenta. Pero, resulta que había un zorro que en ese tiempo se le decía Juan, y que a los animales se nombraba más por nombre.

'Taba la palomita ya con los pichoncitos grandecitos y don Juan la había andado mirando ya, más u menos calculando que ya tuviera los pichoncitos grandes, y comu es un bicho tan vivo, tan audaz, le dice:

-¡Oh, doña Paloma! ¿Qué hace ahí?

-Aquí estoy cuidando mis hijitos.

-¡Ah!, ¿y no sabe que el que quema y roza es dueño de posesión107?

-¡Ah, don Juan!, yo creo que aquí ande 'stoy me puede pertenecer, porque yo, como ave...

-¡Ah, no!, aquí hi quemau y hi rozáu. Yo soy dueño de posesión. Estos bosques son míos.

-¿Por qué me hace eso si yo estoy cuidando mis pichoncitos, mis hijos?

  —88→  

-¡Ah, no! Si no se va de inmediato me subo y la como a usté con sus hijos y todo.

-Pero, don Juan, no haga eso, cómo va hacer eso, me va dejar sin mis hijos.

-¡Oh, no! Usté me da uno de sus hijos o si no se va de inmediato. Si no me subo y la como con todo.

-Pero, no, don Juan. ¿Por qué me hace eso?

-No, así es, usté se va o me tira un hijo. Y si mañana vengo y usté sigue ahí me subo y la como a usté con su otro hijo.

Bueno, la paloma qué iba hacer, le tiró un hijo, y se quedó.

El zorro se fue muy contento. Ya por lo menos había saciado un poco su hambre.

Entonces, la palomita se puso a llorar:

-¡Juúu!... ¡Juúu!...

En eso viene don Agustín, que le decimos nosotros así, viene a ser el chuschín. Este animalito, que en vez de caminar, va saltando.

Bueno... Entonce le dice:

-¿Qué le pasa doña Paloma que 'ta llorando?

-Cómo no voy a llorar, ha venido don Juan, me ha hecho que le dé un hijo, y que si no me voy hoy, mañana vendrá y me comerá a mí con el otro hijo.

-Pero, doña Paloma, ¡cómo piensa eso! -que le dice.

-Dice que él ha quemado y ha rozado y es dueño de posesión.

-No puede ser, doña Paloma, ¿cómo se pone a crer eso? Don Juan podrá ser dueño de andar en la tierra, hacer daño, pero resulta que a las plantas él no puede subir. ¡Cómo va crer eso!

-Cómo no voy a crer, si es tan audaz y capaz de todo.

-Muy bien -que dice-. Mañana, cuando venga, usté digalé que ha quemau y ha rozau y que es dueña de posesión. Y qui áhi en el árbol ande ha anidado, es dueña, es la dueña usté.

Muy bien. Al otro día llega don Juan:

-Cómo, doña Paloma, ¿todavía aquí usté? Si no me tira el otro hijo me subo y la como a usté.

-Mire, don Juan, el que quema y roza es dueño de posesión. Yo aquí hi quemau y hi rozau y soy dueña de posesión. Y aquí, en el árbol, ande 'toy, soy la dueña.

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-¡Ah!, ¿quién le enseñó eso?

-Don Agustín.

-¡Ah, me la pagará, me la pagará!

Y se fue. Y este don Juan ya si había fijado que don Agustín se iba a una laguna donde se bañaba, que después salía y se revolcaba. Y se puso catiando108 de que viniera. Ha llegado don Agustín, se ha bañado. Se 'taba revolcando, cuando lo agarró don Juan y le dice:

-Te voy a llevar y te voy a comer allá delante de doña Paloma. Y la voy a comer a ella y al hijo también, para que vea que yo soy el que manda y que soy dueño de las posesiones aquí, de este bosque.

Y se iba yendo con don Agustín en la boca. Resulta que pasó la suerte que venían unos arrieros y empezaron a gritar:

-¡Velo a don Juan con don Agustín en la boca! ¡Velo a don Juan con don Agustín en la boca!...

-Deciles que ¡qué les importa! -le dice don Agustín de dentro 'e la boca 'el zorro.

Entonce vino a hablar:

-¡Qué les importa! -dice.

Y cuando fue a decir ¡qué les importa! se le voló don Agustín de la boca. Se le fue. Así que se quedó con las ganas, don Juan, de decirle a la paloma que iba a venir otra vez y de comerlo a don Agustín.



Isidro Segundo Páez, 53 años. Los Sarmientos. Chilecito. La Rioja, 1968.

Campesino afincado en la región. Excelente narrador.



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20. El zorro, la paloma y el chuschín

LA RIOJA

Una vez estaba una palomita haciendo un nidito arriba, en el palo de una parra y en eso viene don Juan el Zorro, y le dice:

-¿Qué está haciendo palomita? Ella miedosa le costestó:

-Estoy por hacer un nidito.

-¿Y por qué lo hace tan alto? No lo haga áhi. Uno, cuando pase, no le va poder dar los buenos días, siquiera. Hagaló más bajito.

Entonces, la palomita llorando, llorando, se puso a hacerlo más abajito, pensando que el zorro la andaba por comer.

Y en eso pasa don José Agustín, el chuschín, y al oírla llorar, le dice:

-¿Por qué está llorando, comadrita?

-Porque ha venido don Juan y me ha dicho que haga más abajito el nidito.

-No, comadre, eso le ha dicho, para que se la coma. No le haga caso, hagaló bien arriba.

La palomita obedeció al compadre y volvió a levantar el nidito.

Cuando pasó el zorro y la vio tan arriba, le preguntó:

-¿Por qué ha hecho tan alto su nido? ¿No quedó el otro día que lo iba hacer más bajito?

-Sí, pero mi compadre don José Agustín me ha dicho que lo haga aquí.

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El zorro se fue dijustado109 pensando que algún día se cobraría la deuda. No pasó mucho y se encontraron con el chuschín en unas basuritas, y fingiendo alegrarse, le dice:

-¡Hola, amigo, cómo le va! -y abrió los brazos como para abrazarlo, y se lo tragó entero.

Quedó el chuschín vivo en la panza del zorro y de allí oyó un cencerro, y le dijo:

-¿Pórque no les pregunta a esos arrieros si llevan queso? Pero fuerte, cosa que oigan. A usté que le gustan tanto los quesos, aproveche.

El zorro que deseaba verdaderamente comer queso, levantó la cabeza y dio un grito:

-Amigos... ¿no llevan que... sos?...

Y entonces aprovechó el chuschín para salirse por la boca del zorro y dejarlo nuevamente burlado.



María Luna de Nieto, 55 años. Carrizal. Famatina. La Rioja, 1950.

Nativa de la región. Ha cursado los grados de la escuela primaria. Buena narradora.



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21. La zorra, la palomita y el chuschín

SAN JUAN

Dicen que antiguamente los animales tenían nombre como los cristianos. La zorra se llamaba Juana y la paloma se llamaba Petrona. Era una paloma torcaza110.

Era el caso que doña Juana iba por un camino con mucho hambre. Que tenía la lengua pegada al paladar, y las verijas sumidas, y que la panza le silbaba de hambre. Que lo que caminaba, el viento le hacía hacer ruido: ¡Fita!... ¡Fita!... y la zorra se daba vuelta y decía:

-¿Quién me llama?

La zorra desesperada porque no hallaba qué comer, iba y venía por el campo. En eso divisó una paloma torcaza que estaba dando de comer a sus pichones, y inventó una mentira. Se allegó y le dijo:

-¿Cómo le va, doña Petrona?

-Y a usté, ¿cómo le va yendo, Juana?

La paloma le contestaba de miedo a la zorra, y la zorra le dice:

-Pero, a mí me va muy mal, porque ya me muero de hambre, y como usté es tan buena me va a tirar uno de sus pichoncitos para pasarlo mejor, y si no me tira uno, yo voy a subir y la voy a comer a usté y a todos sus hijitos.

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La paloma se puso a llorar, pero como era inocente, creyó que la zorra puede subir a los árboles y para que no los comiera a todos le tiró un pichoncito. La zorra, hambrienta como estaba, se lo comió con plumas y todo y se jue lamiendosé el hocico, muy contenta.

Doña Petrona quedó muy triste, llorando y llorando. En eso llegó a pasar por áhi el chuschín, que le llaman don Agustín. Iba cantando su cantito:


¿Sabís, sabís,
chingolito,
qu' hi visto a chuschín?
¡Pícaro, pícaro chuschín!111

La vio llorando a la palomita y dejó de cantar, y le preguntó:

-¿Por qué llora, doña Petrona?

-¡Cómo no voy a llorar, si doña Juana vino y me dijo que si no le tiraba uno de mis hijitos iba a subir al árbol y me iba a comer a mí y a todos mis pichoncitos, y le tiré uno!... ¡Qué iba a hacer!...

Y don Agustín le dice:

-Pero, doña Petrona, ¡tan inocente!, ¡si la zorra no puede subir a los árboles! Le ha mentido. Es que ha visto su inocencia. Ahora va a venir a pedirle otro pichoncito. Usté no le dé nada, y digalé que es una mentira.

La aconsejó que la insulte, que le dijiera de todo112 y que le dijiera que subiera no más al árbol.

Y así pasó. Que volvió la zorra y le pidió a la palomita un pichoncito, y la amenazó que iba a subir para comerla con los hijitos, si no se lo tiraba. Y la palomita siguió los consejos del chuschín, y la insultó, y le dijo que subiera no más, que ya sabía ella que los zorros no pueden subir a los árboles.

Y la zorra comprendió que la habían aconsejado a la palomita, y que no podía ser otro que el chuschín, y le dijo:

-¡Ah!, ya sé que el que ha venido a aconsejar es el chuschín, don Agustín. No puede ser otro, con lo pícaro que es.

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Más vale que yo no lo encuentre revolcandosé a la orilla del mortero113. ¡Me las va a pagar!

La palomita le dijo que sí, que era el chuschín, que era tan bueno.

Desde ese día la zorra empezó a buscar al chuschín, por todas partes, con la intriga de ver si lo encontraba. Y lo encontró un día, descuidado en un charquito.

Estaba mojado porque se había bañado, tomando agua, muy tranquilo, del charquito. La zorra, de un salto, lo agarró. Pero, no lo mató, lo tenía agarradito no más, disfrutando el gusto de haberse vengado y de que lo comería en seguida. El chuschín que se daba cuenta de todo, y que es tan pícaro, le comenzó a decir a la zorra:

-¡Oh!, ¡doña Juanita!, ¿cómo le va?, ¿qué anda haciendo por acá?

La zorra, que estaba muy enojada, no le decía nada. Y el chuschín, que ya se contaba muerto, le volvía a decir:

-Mire, doña Juanita, como usté es tan buena, llevemé no más así, despacito, en su hociquito tan lindo. Ya le voy a decir dónde puede encontrar unas presas muy lindas y gordas. Ya ve que yo soy tan chiquito y tan flaquito. Siga no más por la orilla de este camino.

La zorra, pensando que lo que el chuschín decía podía ser cierto, y que él era tan chiquito que no alcanzaba ni para un bocado, siguió al trotecito. En eso pasaron unos arrieros con unas cargas de queso en chiguas114, y como vieron que la zorra iba apretando el hocico, que gritaron:

-¿Qué lleva, doña Juanita, que va tan pulida115?

Y todos le preguntaban y se echaban a reír. Entonces el chuschín le dijo:

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-Contestelés que ¡qué les importa!, para que no sean curiosos y metidos116.

La zorra, para darles una mala contestación a los arrieros, les dijo:

-Y a ustedes, ¿qué les importa? -y abrió la boca, y el chuschín se disparó.

El chuschín se voló y se asentó en un árbol alto, y comenzó a cantar, haciendo burlas a la zorra que había sido tan zonza. La zorra siguió muy triste y muy enojada con la mala jugada que le había hecho el chuschín. Iba con mucho hambre. En el camino encontró una cáscara de queso y la agarró con los dientes. En eso encuentra al quirquincho, don Agapito, la ve y le dice:

-¿Qué lleva, comadre, entre los dientes?

Y la zorra, de miedo que se le volara también, apretando los dientes, le contestó muy débilmente:

-Un quisito.

Don Agapito, que sabía lo que le había pasado a doña Juana, se rió, y siguió al trotecito, como siempre anda él.

La zorra se comió la cáscara de queso del hambre que tenía y siguió muy enojada.


Y pasé por un caminito de polvo
para que usté me cuente otro.



Elvira A. de Videla, 55 años. Ciudad de San Juan. San Juan, 1945.

La narradora, nativa de San Juan, es semiculta. Posee un gran repertorio de cuentos.



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22. El zorro, la paloma y la caserita

SAN LUIS

Había una vez un zorro que ya se moría di hambre, y dijo:

-Voy al monte a buscar qué comer -y salió.

-Me comería con mucho gusto una palomita tierna. Para empezar no estaría mal.

Al rato encontró una palomita que daba de comer a sus pichones, y lamiendosé los bigotes se acercó al árbol, y dijo:

-Buenos días, señora Paloma.

-Buenos días -dijo la paloma llena de miedo al ver al zorro tan cerca del nido.

-Hi venido -dijo el zorro- a que me dé uno de sus pichoncitos para almorzar.

-No puedo darle un hijo, señor Zorro -dijo la paloma.

-¡Cómo!, si no me da uno subiré y me comeré los dos.

Entonces la paloma se puso a llorar, creyendo que el zorro se treparía al monte, pero en eso pasó una caserita que llevaba barro para hacer una casita, y al ver llorar a la paloma le pregunta lo que sucedía, y la paloma le dijo lo que le decía el zorro, que le comería los hijos.

-No se aflija -le dijo la caserita-, ese canalla no es trepador, y no subirá a su nido.

-¡Maldita entrometida! -dijo el zorro en voz baja-. ¡Ya me la pagarás!

La empezó a buscar a la caserita y al fin se fue a esconder cerca de donde sacaba el barro la caserita. La caserita no lo vio y en un descuido la cazó el zorro. La caserita se puso a gritar   —97→   lo más fuerte que pudo. Así se juntaron muchos pájaros y armaron una gritería de padre y señor mío. El zorro medio se sorprendió117 y se paró. Entonce aprovechó la caserita y le dijo:

-Vea, señor Zorro, digalé a esa gente que se retire, que nada tienen que ver con nuestros asuntos. Digalés ¡qué les importa, metidos!

Entonces el zorro la agarró con la mano para decirles lo que le decía la caserita, y entonces, cuando jue a hablar, abrió la boca, y la caserita se le escapó y se asentó muy arriba, en un monte alto.

-¡Maldita suerte la mía! -dijo el zorro que ya se moría de hambre.

Entonces todos los pájaros reían y cantaban de alegría de ver cómo la caserita que es tan buena y viva si había librado de este mal bicho que es el zorro.

Y el zorro siguió buscando su presa, tratando de engañar o sosprender a los animales débiles u indefensos.



Cleobulino E. Ojeda, 37 años. Los Tapiales. El Trapiche. Pringles. San Luis, 1948. Campesino nativo del lugar. Ha cursado la escuela primaria y tiene cierta cultura en su medio.



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23. El zorro, la paloma y el chingolo

SAN LUIS

Ésta era una paloma que tenía dos pichoncitos. El zorro le dijo:

-Dame un pichoncito, si no te mato.

Y la paloma, de miedo, le largó un pichoncito.

Y lloraba todo el día la paloma.

Y viene el compadre chingolo y le dice:

-¿Por qué llorás paloma?

-Porque el zorro me comió un hijito. Yo se lo tiré porque si no se lo daba m' iba a comer a mí y a mi otro hijito. Y ahora va a venir y me va a comer el otro.

-¡No siás zonza! -le dice el chingolo-, los zorros no se suben a los árboles.

La paloma lo encontró al zorro y le dijo:

-Mi ha dicho mi compadre chingolo que usté mi ha hecho zonza, que usté no se sube a los árboles.

-¿Quién te ha dicho que yo no me subo a los árboles?

-Mi compadre chingolo.

Y el zorro se fue a buscarlo. Lo encontró al chingolo, y en un descuido lo cazó. Lo llevaba en la boca, y lo vio la paloma, y le dijo:

-Éste no era mi compadre chingolo que me ha dicho que usté no se sube a los árboles.

Y el zorro, ¡nada! Y le vuelve a decir la paloma:

-Me han dicho que usté sabe cantar muy bonito. ¡Cante un cantito! ¡Cante un cantito!

  —99→  

Y el zorro se creyó y cantó:

-¡Guá!... ¡Guá!... ¡Guá!...

Y abrió la boca, y se voló el chingolo. Y así lo salvó la paloma.



Alfredo Barrera, 11 años. Beazley. La Capital. San Luis, 1948. El niño narrador, nativo del lugar, cursa el último año de la escuela primaria. Aprendió el cuento de la madre.