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ArribaAbajo El zorro y el avestruz

Las botas de potro


14 versiones y variantes


Cuentos del 330 al 343


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330. El zorro y el suri

Las botas del potro


SALTA

Antiguamente el gaucho salteño ha usado botas de potro. Eran un lujo. Había que matar un potro para prepararlas y en Salta no había en ese entonces tantos baguales como en el sur, en la pampa.

El zorro se lo andaba por comer al suri121 y no sabía cómo hacer, y como es tan ardiloso, le inventó una mentira. Ha ido y li ha dicho:

-Vea, compadre, lo vengo a invitar a una fiesta muy grande.

Contento si ha puesto el suri.

-Pero, vea, compadre, usté nu ha de poder ir pata pila122, como anda. Yo me comprometo a tráirle unas botas 'i potro.

El suri no sabía cómo agradecerle al compadre.

Ha ido el Juan y ha remojado unos cueros y cuando han estado bien blanditos ha venido y se los ha cosido en las patas del suri. Y lo ha puesto al sol. El zorro si ha ido y ha quedado de venir a buscarlo para que vayan a la fiesta.

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Cuando se le ha ido secando el cuero al suri ha comenzado a gritarlo al compadre, porque se moría de dolor. Ha intentado pararse y se ha dado un golpazo. Tantos golpes se dio el pobre suri que al fin se ha muerto. Entonce don Juan apareció y se dio un banquete que le duró varios días.

Antenor Sánchez, 73 años. Chicoana. Valle de Lerma. Salta, 1954.



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331. La perdiz, el avestruz y el zorro

Las botas del potro


TUCUMÁN

Iban a armar la fiesta que le llaman la fiesta de Sumalao123. Que iba a durar tres días la fiesta. Y la perdiz124 era una señorita muy coqueta y muy linda. Y que habían dos jóvenes que la querían pretender en la fiesta. Uno era don Juan, que era el zorro, y el otro joven era el avestruz125, que se llamaba José.

Y güeno, ya se aprosimaba pronto el día de la fiesta. Cada uno tenía que prepará su traje de baile, que ya llegaba la fiesta.

Y güeno, y que faltando un día ya, que había ido Juan a la casa de José, que era el avestruz, a preguntá si ya había preparáu su traje para el baile. La chica les había dicho que pa que bailen   —184→   con ella tenía que ser de traje de gaucho126. Y Juan decía que ya tenía las botas, el cinto, las bombachas, el pañuelo y las espuelas, y entonce el José quedó sorprendido, que no tenía las botas, las bombachas y las espuelas. Y entonce que le dice José, cómo podría hacé para hacerse las botas. Entonce que le dice Juan que él era máistro127 para hacé botas, que él se las podía hacé. Entonce él dijo que güeno. Y Juan li ha dicho que tiene que buscá un cuero 'i vaca o un cuero 'i potro para las botas. Y ya han buscau y han puesto a remojá el cuero 'i potro.

Al otro día ha veníu tempranito Juan a la casa de José a hacele las botas. Y güeno, y llegó Juan y ha sacau el cuero remojau y ya li ha cortau las dos botas y se puso a cosela Juan. Y las botas eran que pasaban más arriba de la rodilla. De pícaro, éste ya lu había estudiau pa que no vaya a la fiesta José. Y ya le puso las botas con el cuero fresquito. Y le dijo que pusiera las piernas al sol, que se tenían que secá las botas. Y al secase las botas ya no iba ni a podé parase el otro.

Ya cuando se le empezaron a secá las botas, José empezó a gritá y a pedí socorro. Y ya se cayó. Y áhi 'taba estirau. Y se moría y gritaba, gritaba, estirau en el suelo.

Y así Juan pudo ir solo a la fiesta. Y se presentó muy elegante, y bailaba, y zapatiaba y escobillaba que daba gusto. Y todos querían, que baile y le hacían barra. Y más bailaba Juan de contento lo que José se iba a morí y él iba a tener qué morfar128. Y ha salíu ganador de bailes.

Y después que terminó la fiesta si había ido y lo encontró a José muerto y lo morfó.

Ventura Camila Quipildor, 16 años. San Pedro de Colalao. Trancas. Tucumán, 1961.

La narradora dice que aprendió el cuento de la abuela, Carmen González, ya fallecida, que sabía muchos cuentos.



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332. El zorro y el suri

TUCUMÁN

Diz que el zorro había andáu por cazar al suri, y ¡claro!, no podía. El suri es tan ligero y grande, y con tanta juerza como tiene, no era para que el zorro se atreviera así no más a cazarlo. Y diz que el zorro andaba pensando no más cómo lo podía vencer al suri. Diz que al fin un día se ha hecho compadre del suri, y que siempre se encontraban y se ponían a conversar. Por áhi que un día le dice el zorro:

-Compadre, a usté le han de quedar muy bien las botas 'i potro.

Diz que al suri le gustaban mucho las botas 'i potro, ¡pero, claro!, no había pensau que él podía ponerse botas con las piernas largas, que tiene.

Y diz que el zorro le ha alabado tanto las piernas al suri, y cómo le iban a quedar las botas 'i potro, que al fin el suri consintió en dejarse hacer unas botas. El zorro le ha dicho que las botas de cuero fresco eran las que se amoldaban mejor a las piernas, y que quedaban más lindas. Y di áhi el zorro lo hizo echar al suri, y que le ha puesto unas botas de un cuero muy mojado que tenía. Y diz que le cosió bien las botas fresquitas, y que le ha dicho que espere para que se sequen. Y diz que cuando se secaron bien, el cuero se le apretó a las piernas del suri, y que el suri se ha querido parar, y no ha podido. Y diz que áhi el zorro aprovechó y lo comió al suri.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Un gran narrador.



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333. El zorro y el suri

CATAMARCA

Que habían ido a una reunión, a la casa de la perdiz, todos los animales. Y el zorro que no pierde tiempo, que tenía gana de comerlo al suri. Que se lamía lo que lo veía tan grandote y gordo.

-Aquí tengo como para tres días de comida -que decía.

Y entonce dice que le dice:

-¡Ay!, cómo quedará mi tío suri de bizarro con unas botas de potro bien paradas y un calzón bombacho129.

Y dice que le dice el suri:

-¿Adónde puedo conseguir esas botas?

-Yo puedo fabricarle las botas bien altas -que le dice:

-Y bueno, si me la puedes fabricar, mejor.

-De una canilla de potro que tengo allá, en mi casa, le voy a fabricar las botas.

Y jue y trajo el cuero de las patas del potro, que ya 'taba duro y lo echó al agua. Y mientras tanto se había traído una alezna130 y un tientito131 fino para hacer una costura. Y ya iba el zorro y lo sacaba al cuero y lo miraba, y lo estiraba al cuero.   —187→   Y ya cuanto 'tuvo blandito le pudo hacer las botas al suri. Y ya le puso al haz de las canillas, le cortó a la medida las botas y las cosió bien ajustado. Y cuando tenía las botas puestas, lo puso al sol. Y claro, ya se iba secando el cuero de las botas y el suri ya no se pudo parar más. Y áhi que le decía el zorro:

-¡A ver, tío, po, salga a bailar!

Y qué iba a poder salir si no se podía ni mover.

Y áhi se lo comió el zorro al avestruz sin trabajo ninguno, lo tomó mansito.

Rosa Villagrán de Sánchez, 65 años. Santa María. Catamarca.

La narradora es una lugareña de cierta cultura.



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334. Las botas del churi

SAN JUAN

La zorra si había hecho compagre del churi132 y andaba viendo cómo lo podía comer. Y entonce lo envita un día a pasar las Pascuas y comer las bodas133 en el cielo. Conversando con el compagre le dijo que no podía ir a esa fiesta tan grande sin unas lindas botas nuevas, porque si iban a réir cuando le vieran las rajetiaduras de las patas. El churi le preguntó qué podía hacer. Entonce le dijo:

-Güeno, compagre, yo le guá hacer un regalo. Yo le guá buscar unos cueros y le guá preparar unas botas 'e potros de lo mejor.

-Li agradezco, comagre, pero ¿diande va sacar cueros como pa botas 'e potro?

-Yo le viá buscar, no se priocupe.

La zorra, cuando lo vido confiado al churi jue y buscó unos cueros, los remojó bien y vino y le cosió unas botas bien altas al churi. Y entonce le dijo:

-Pongasé al solcito, compagre, pa que se sequen pronto, y no perdamos las fiestas.

El pobre churi se puso al sol y cuando se le jueron secando las botas no se podía mover. Ya no podía ni tomar agua ni comer, hasta que cayó al suelo y se murió.

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Cuando lo vio cáido, la zorra se puso a bailar de contenta, y cuando se murió lo agarró del cogote y se lo llevó a su casa ande se dio un gran banquete. El churi 'taba gordo y le duró mucho tiempo la carne.

Juana Vedia, 76 años. Villa Iglesias. San Juan, 1951.

Campesina rústica. Buena narradora.



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335. El zorro y el avestruz

Las botas del potro


MENDOZA

Había una vez un zorro que se encontró con el avestruz. El zorro hacía unos cuantos días que andaba sin comer y entonce se encontró con el avestruz y no sabía cómo hacer para comerlo. Y el avestruz andaba un poco despiado134. Y se encuentran, y le dice el zorro:

-¿Qué anda haciendo por acá?

-Acá ando buscando qué ponerme en las patas. Ando despiado, ando sin poder caminar -le dice el avestruz.

Áhi no más se la pensó el zorro y le dice:

-No se aflija, yo le voy hacer unas botas de potro. Ya va a ver cómo va correr de lo lindo.

Y echaron andar juntos, los dos. El avestruz no se confiaba mucho del zorro, pero como le había prometido unas botas, seguía con él. El zorro pensaba cómo podía conseguir el cuero de las patas de un potro para hacer las botas, pero en el camino tuvo la suerte de encontrar un pedazo de cuero y pensó que se iba arreglar con eso. Y entonce dice el zorro:

-Vamos a ir a aquel charquito de agua y áhi voy a poner a remojar el cuero para hacerle las botas.

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Y puso a remojar el cuero. Cuando el cuero estuvo bien blandito le empezó a hacer las botas. Y en eso había terminado, y le dice:

-Ponete las botas, hermano.

Y el avestruz se puso las botas. Que el zorro le ayudó a ponerse, bien calzadas, las botas, y le dice:

-Bueno, movéte, hermano. Pegále unas disparadas para acá y para allá.

Y entonce el avestruz pegó unas carreras y contento dice:

-¡Tan lindas las botas! ¡Han quedáu bien!

Eso era por la mañana. Y entonce le dice el zorro:

-Después que andés un rato, hermano, poné las patitas al sol. Yo me voy a quedar aquí no más -y el zorro se quedó en el charquito di agua.

A eso de la siesta se puso el avestruz abajo de una jarilla grande con las patas al sol. Y se le empezaron a encoger las patas lo que se le secaba el cuero. Y se le encogieron tanto que le quedaron las patas redondas. Y áhi se cayó también el avestruz al suelo.

Al rato llegó el zorro. El avestruz 'taba las patadas y no se podía parar. El zorro se vino por el rastro del avestruz hasta que lo alcanzó, y dijo:

-¡Ésta es la mía! -y se lo comió.

Juan Crisóstomo Sosa, 36 años. Uspallata. Mendoza, 1959.

El narrador es Sargento 19 de la Sección Baquianos del Regimiento 16 de Infantería de Montaña.



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336. El zorro y el avestruz

MENDOZA

El zorro no se lo podía comer de ninguna manera al choique135. Al fin lo convenció de que se pusiera unas botas 'e potro qu'él l'iba hacer. Y le buscó de muchas layas para que se las pusiera: qu'eran muy lujosas para paseo, qu'iba correr más ligero, que todos l'iban a tener envidia. Y le dijo:

-Con eso vos te vas a defender muy bien.

Y al fin el avestruz consintió, y l'hizo unas botas de potro, y se las puso fresquitas al choique. Y lo puso al sol. Y se le comenzaron a churrascar136, y al fin se le secaron las botas en las canillas. Y el choique no pudo levantarse más. Y cuando ya 'stuvo seco el cuero 'e las botas, le dice:

-Chey137, ¿y quén gana la apuesta ahora? Sos mío. Ahora vas a ver la fiesta que me voy a dar con vos.

Y áhi se lo comió al choique el zorro.

Máximo Reyes, 68 años. Las Cuevas. Tupungato. Mendoza, 1951.

Campesino originario del lugar. Muy buen narrador.



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337. Las botas del potro

SAN LUIS

El zorro andaba por comerlo al avestruz, pero no podía porque éste es un animal grande y ligero. Con ese motivo lo andaba conversando. Una vez, el avestruz le preguntó cómo había hecho para tener él una patita tan chiquita.

Y el zorro, como es tan pícaro, aprovecha la ocasión y le dice:

-¡Ah!, a mí me pusieron zapatos desde chiquito. Yo me crié con zapatos, por eso tengo la patita chica. Los que se crían descalzos son siempre patones, y eso es muy feo.

Entonce dice el avestruz:

-¿Y cómo puedo hacer yo ahora para achicar mis pies?

-¡Ah!, yo le puedo hacer el favor de hacerle unos lindos zapatos -le dice el zorro.

Entonce el avestruz le dijo al zorro que le iba a agradecer mucho que le hiciera ese favor. Y el zorro dijo que se ponía en seguida a la obra.

Fue el zorro y se robó en una casa un cuero de potro y lo puso a remojar. Cuando el cuero quedó bien remojado y blandito, lo cortó y preparó unas bolsitas chiquitas como especie de zapatos, y se las puso en los dedos de las patas del avestruz. Claro, el cuero fresco andaba muy bien. Le dijo que se pusiera al aire y al sol para que se le moldearan bien y quedaran unos zapatos muy elegantes. Que se estuviera todo el tiempo que fuera necesario quieto, que él se iba y que volvería más tarde para ver el resultado.

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El avestruz, al rato no más, empezó a sentir que el cuero le iba ajustando los dedos y hasta que al fin le agarró un gran dolor. Pero ya no se podía sacar los zapatos porque estaban pegados y duros. Al fin ya no pudo dar ni un paso y se cayó al suelo. Bueno, al rato no más volvió el zorro y cuando lo vio al avestruz tirado y lamentándose de lo mal que le andaban los zapatos, el zorro, muy campante, le dice:

-Bueno, ahora ya te puedo comer -y lo comió.

Jorge Eberto Garro, 55 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1967.

El narrador, nativo del lugar, oyó este cuento desde niño. Vive en la ciudad de San Luis.



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338. El zorro y el avestruz

Las botas del potro


SAN LUIS

Andaban pasiando un avestruz con un zorro. El zorro andaba interesado en comerlo al avestruz, pero claro, no podía. Un día le dice el zorro al compañero:

-¡Cómo te quedarían de lindo las botas de potro con el calzoncillo tan blanco que tenís! Yo que vos mi hacía hacer unas lindas botas pa las fiestas.

El avestruz se consintió con lo que le dijo el zorro y le dice:

-¿Y ánde puedo mandá a hacer unas lindas botas de potro?

-Y, yo no más te las puedo hacer -le dice el zorro.

Entonces el avestruz le pidió al zorro que l'hiciera las botas 'e potro.

El zorro se buscó un cuero y lo puso a remojar. Cuando 'tuvo bien blandito, hizo las botas y se las puso fresquitas al avestruz. Entonce le dijo que se ponga al sol. El avestruz se puso al sol y lo que se le endureció el cuero de las botas, no pudo caminar más y se cayó al suelo. Áhi 'taba el pobre avestruz las patadas y clamando al compañero que le saque las botas. Pero qué se las iba a sacar. Áhi aprovechó y se lo comió. Tuvo varios días de comido y también envitó a unos compadres d'él.

Gabriela Romero, 64 años. El Sauce. Chacabuco. San Luis, 1950.

Campesina, buena narradora.



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339. El zorro y el avestruz

SAN LUIS

Resulta que el zorro s'hizo compañero con un avestruz. Pero el zorro tan pícaro, tenía mala intención, se quería comer el avestruz, pero no sabía cómo hacer para comerse el avestruz.

Un día el zorro le dice al avestruz:

-Con esa pata tan grande, no te van a querer las niñas, tenís que achicartelá.

-Cierto -dice el avestruz, y lo miraba al zorro que tenía un pie tan chiquito y bonito.

Y ya el avestruz l'entró por achicarse el pie, y le vivía preguntando al zorro que cómo haría. Ya no hacía otra cosa que mirarse la pataza tan fiera y le daba vergüenza.

-Bueno -le dice el zorro-, yo te voy a hacer ese servicio. Yo te voy a preparar una botas de potro pa que tengás un pie chiquito, vos tenís qui ayudarme.

Entonce ya se puso a hacer unos lazos, el zorro, que era trenzador.

-Vos vas a enlazar -le dice el zorro al avestruz- y yo voy a hacer pie.

Ya le dio el lazo al avestruz pa que enlazara, y él si ató la punta de la mitá del cuerpo, y se ganó a una cueva, pa poder hacer pie que había oído decir que al quirquincho nadie lo mueve de la cueva.

Ya venían llegando unas yeguas, y tiró el lazo el avestruz y en la primera vuelta no más enlazó una yegua. Y ya le gritó   —197→   el avestruz al zorro y le dejó el lazo, y ya s'estiró el lazo y le tocó al zorro hacer fuerza. En la primera estirada lo sacó la yegua al zorro en el aire. Y ya comenzó a correr el avestruz pa ayudar al amigo, y como era tan ligero, consiguió sacarle el lazo a la yegua, y salvar al amigo que quedó casi muerto.

Ya pasó un tiempo y el zorro se mejoró. Ya después empezó otra vez a decirle al avestruz que l'iba hacer unas botas de potro. Y el avestruz se miraba las patas tan grandes y le miraba el pie tan chiquito y tan bonito al zorro.

Bueno, ya convinieron en enlazar otra yegua, pero esta vez el zorro no quiso saber nada de ayudar, y ataron la punta del lazo en un monte138. Ya vinieron unas yeguas, y enlazó el avestruz una y la yegua pegó una estirada y se descogotó.

Ya el zorro le sacó el cuero 'e las patas. Preparó las botas, y l'hizo poner las botas frescas al avestruz. Era de mañana muy temprano. Cerca 'e las doce, se comenzó a secar el cuero, y se comenzaron a achicar las patas del avestruz, y el avestruz decía:

-¡Tan bonito y tan chiquito que tengo el pie! ¡Cómo me van a mirar las niñas!

Pero el cuero se secaba cada vez más y le comenzó a apretar las patas al avestruz, y ya el avestruz no podía más. El cuero cada vez más duro y seco. Y le pedía al zorro que se las sacara a las botas, y ya se tiró al suelo que no se podía ni mover.

Se allegó el zorro como para sacarle las botas, y él aprovechó lo que él quería. Y se lo comió no más.

Guillermo Benítez, 73 años. Piedra Blanca. Junín. San Luis, 1951.

Nativo del lugar. Muy buen narrador. Con cierta cultura en su medio.

Al cuento común se le agrega el motivo del cuento de los enlazadores.



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340. El zorro y el avestruz

SAN LUIS

Quesque el zorro encontró, andando por áhi, un potro que había carniau la tigra. Y áhi que se puso a cueriar y le sacó el cuero 'e las patas, como pa botas, de media pierna hasta el vaso. Las arregló bien, y la remojó y se jue.

Por áhi, en lo que anda, que halla al avestruz y que dice:

-Vaya -que dice-, le voy a vender estas botas nuevecitas, compadre suri. Y entonce el avestruz que le dice que pa qué las quería. Y que el zorro le decía que le iban a quedar muy bien, muy elegante, y que todos l'iban a tener envidia de que lo vieran tan paquete. Y tanto lo instó el zorro que al fin, a las cansadas, le compró el avestruz las botas de potro al zorro. Ya se las puso y que le estaban sobregrandes, y, ¡claro!, porque 'taban tuavía fresquitas.

-Dejelás, no más, que le dice el zorro, ya se le van a ir ajustando hasta que le van a quedar justitas. Pero, ¡vaya que le quedan bien!

Bueno, que le dejó las botas puestas y se jue el avestruz contento, ¡claro! de que iba paquete. Ya eran como las doce y el zorro se acostó a dormir la siesta. A la tarde se acordó del suri, y le empezó a cair al rastro. Y ya lo encontró en un bajo, cerca di un pozo. Que 'taba cáido el avestruz. ¡Claro!, cuando se le habían secau las botas, que ya no podía dar ni paso, y que se había caido el avestruz.

Cuando lo vida al zorro que le dice:

-Vení, Juan, te voy a entregar tus botas.

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Y Juan que se allega, le pone el bozal, que andaba con todas las prevenciones139 que había hecho con el cuero 'el potro que había muerto, y lo lleva al pozo, y le pone las patas en remojo, y lo ató en un árbol, hasta que se le remojaran las botas. Y ya cuando se le remojaron las botas, que lo ensilló, y lo montó, y salió al galope. Que se había puesto espuelas de palo 'e jarilla y que le peló el pecho espueliándolo al avestruz. Entonce que él iba pensando que no lo podían agarrar porque iba muy bien montau.

La tigra que lo andaba haciendo buscar siempre, pa matalo, y que le habían descubierto ande bajaba al agua.

Áhi, que le habían puesto, desimulada, una tinaja con pega para agarralo.

Y ya a la noche, que bajó el zorro al agua; que el avestruz iba asustándose.

Que le encajó unos chicotazos y que lu hizo encarar, y áhi se quedó pegáu el avestruz en la tinaja de pega.

El zorro se desmontó pal agua, bebió y se jue. Cuando jueron los que lo perseguían encontraron al avestruz con botas de potro, pegado.

Y de áhi, cuando el zorro perdió el caballo y quedó desmontau, quedó a andar a pie, no más, pal resto de su vida.

Prefiterio Heredia, 54 años. Las Cañas. Los Corrales. Ayacucho. San Luis, 1951.

Variante del cuento tradicional con los motivos del zorro que jinetea a otro animal y el del zorro que bebe mientras lo acecha el tigre.



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341. Las botas del avestruz

ENTRE RÍOS

Una vez, el zorro lo quiere comer al avestruz. Y le dijo, que con las botas de potro iba a correr más. Y le dijo al avestruz que él se las iba a dar, que él tenía unas recién hechas.

Y el avestruz creyó. Se puso sus botas 'e cuero fresco, pero una vez que las botas se secaron claro, ¿no?, quedó el avestruz como engrillado, ¿no? Entonce se aprovechó el zorro y lo comió.

Amílcar Aniceto Zapata, 79 años. Estancia Rincón del Vizcaíno. Don Cristóbal. Nogoyá. Entre Ríos, 1970.

Ganadero. Muy buen narrador.



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342. La carrera del avestruz y el zorro

RÍO NEGRO

Se juntaron el zorro y el avestruz. Eran compadres. El zorro tenía hambre y se quería comer al avestruz. Y le dice:

-Vea, compadre, corramos una carrera y le juego que yo soy más ligero que usté.

-Qué me va ganar usté -le dice el avestruz-, compadre. Usté no me gana nunca a mí. Yo soy de lo más ligero de acá.

-No, compadre, vamos a ver si hacemos una carrera. Yo soy más ligero que usté.

-Bueno, ¿cuándo la vamos hacer?

-Mañana.

-¿A qué hora?

-Más o menos a medio día.

-Bueno.

-Comemos y después corremos.

-Perfecto.

-Entonces, el avestruz come y se pone a dormir la siesta. Eso era lo que quería el zorro que se durmiera el avestruz. Va y le pone unos cueros mojados, como botas, algo parecido.

Y le ata un cuero mojado, bien mojado en las canillas. Bueno. Duerme la siesta el avestruz, mientras tanto el cuero se iba secando en las canillas. Y al rato lo recuerda.

-Y ¿qué tal, compadre, cómo va? Y, ¿hacemos la carrera?

-Ya no má lo vamo hacer. ¿Cuántos metros?

-Y, quinientos metros vamos hacer.

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Larga la carrera. Bueno. Y corrieron, claro.

El avestruz salió, pero má allá le iban doliendo las patas. Y cuando quiso acordar, el zorro lo alcanzó. Y se cayó el avestruz.

-Vea, compadre.

-¿Qué te pasa compadre? Yo te voy ayudar a levantarte.

Y cuando dijo así, le empezó a clavar los dientes.

-¡Qué lástima, compadre, que no puede seguir!

Se le terminó el compadre. Le ganó la carrera porque se lo comió.

Hasta áhi llegó el cuentito.

Se acabó porque es cortito.

Carmelo Crespo, 68 años. Villa Llanquín. Pilcaniyén. Río Negro, 1971.

Campesino dedicado a las tareas ganaderas. Antiguo arriero. Pertenece a las primeras familias que se establecieron en estas regiones. Buen narrador.

Este cuento es una variante con motivos de las botas de potro y la carrera.



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343. El zorro le pone las botas de potro al avestruz

CHUBUT

El zorro lo quería comer al avestruz y no podía. Como el avestruz tiene tanta juerza y es ligero, el zorro no podía hacer nada.

Como es un bicho tan pícaro lo convenció al avestruz que se ponga botas de potro, que iba a quedar muy elegante. Y el avestruz acetó. Entonce el zorro le preparó unas botas de potro y se las hizo calzar con el cuero fresquito. Y cuando el cuero se le secó en las piernas el avestruz cayó al suelo, que no se podía ni moverse. Y áhi se aprovechó el zorro y ricién lo pudo comer al avestruz indefenso.

Francisco Arbe, 56 años. Esquel. Chubut, 1954.

Antiguo tropero radicado en el lugar desde hace muchos años, venido del sur de la Provincia de Buenos Aires. Buen narrador.



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ArribaAbajoNota

El cuento de Las botas de potro es una creación de nuestro pueblo y es antiguo en la tradición oral del país. Sus motivos esenciales son:

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

A. El zorro intenta comer al avestruz, pero le es imposible por ser el avestruz tan corpulento y ligero. Inventa entonces un ardid: le ofrece hacerle unas botas de potro, que le serán tan útiles para andar como para concurrir a las fiestas.

B. El avestruz acepta gustoso y el zorro le calza unas simuladas botas de cuero crudo y fresco. Cuando el cuero de las botas se seca, el avestruz queda inmovilizado, cae al suelo y el zorro lo come.

Las botas de potro, llamadas así porque se sacaron originariamente de las patas traseras de un potro, figuraron entre las prendas más típicas y también lujosas   —205→   del gaucho del siglo pasado; en la actualidad aún las usan algunos domadores de caballos. Estas botas son esmeradamente sobadas; la picardía del zorro está en habérselas puesto al avestruz de cuero crudo y mojado que, al secarse, oprime con la rigidez de un instrumento de tortura. Estas botas de cuero de nuestra tradición popular tienen una historia milenaria, las usaron los pueblos más antiguos del mundo.

No encontramos antecedentes de nuestro cuento ni en la narrativa española ni en la occidental. No figura en ninguna clasificación científica fuera de la de Hansen, *'* 24, que la ha tomado de cuentos argentinos. En el país han publicado versiones Chertudi, I, N. º 14, Di Lullo 265-266, entre otros. Su difusión es general; nuestras 14 versiones han sido documentadas en las Provincias de: Salta, Tucumán, Catamarca, San Juan, Mendoza, San Luis, Entre Ríos, Río Negro y Chubut.