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ArribaAbajo El viejo y los animales visitantes

5 versiones y variantes


Cuentos del 626 al 630


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626. El hachero, el zorro, el león y el tigre

TUCUMÁN

Había una vez un viejito muy pobre que ganaba el sustento vendiendo leña en el pueblo vecino.

Un día fue como de costumbre a buscar leña en un carrito al monte y quedaba muy lejos de su casa. Como debía volver al anochecer, llevó consigo carne para hacer un asado. Llegó al monte, desató los bueyes y se puso a cortar leña.

Era pasado el mediodía, cuando se puso a encender el fuego para preparar el asado. En ese momento llegó el zorro y le preguntó:

-¿Qué hace viejito?

Éste le contestó:

-Aquí estoy, amigo Juan, preparando un churrasquito.

Y el zorro le dijo:

-¡Ah!... ¡Tan chiquito el fueguito!... Haga un fuego más grande, yo le voy a trair una gallina.

Inmediatamente se retiró y al rato llegó con una gallina en la boca. Al entregarle le dice:

-Hasta que esté preparada la gallina, voy a dormir un poco, porque anoche me desvelé.

-Está bien, amigo Juan -le contestó el viejito.

Mientras hacía el fuego más grande y preparaba la gallina, apareció un león. Le hizo la misma pregunta que el zorro, contestandolé el viejito:

-Aquí estoy preparando este asadito para comer con el amigo zorro.

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-¡Uy!... ¡Tan chiquito el fuego!... ¡Hagaló más grande! Yo le voy a trair una oveja.

Desapareció volviendo al rato con una oveja grande y gorda. Al entregarle le dijo:

-Yo también voy a dormir mientras usté haga el asado; me despierta cuando esté cocido.

Le contestó el viejito:

-Está bien amigo león.

Empezó el viejito a aumentarle más leña al fuego, cuando lo sorprendió la presencia de un tigre. Éste le preguntó:

-¿Qué está haciendo, viejito?

Y el viejito le contestó:

-Aquí estoy preparando este asado para comer con el amigo Juan y el amigo león.

-Hagaló más grande -le dijo el tigre- yo voy a trairle un ternero.

Desapareció en el monte, lo mismo que habían hecho el zorro y el león, y regresó en seguida con un hermoso ternero overo. Al entregarlo al viejito le dijo:

-Yo también voy a dormir un ratito. Cuando esté, me despierta.

Por temor a las fieras se apresuró a preparar el asado. Estaba listo ya y los dueños dormían. Temía despertarlos. No encontraba modo de llamarlos. Entonces pensó qué podía hacer para librarse de ellos. Tomó el hacha, y con el ojo le dio un tremendo golpe atrás de la oreja, al tigre. El tigre se levantó bambaleando y se perdió en el monte, se disparó.

Pasó a despertar al león. Llenó una pala con brasas y le echó en el anca. El león sosprendido disparó también al monte.

Hecho esto, y como al zorro no le temía, dijo:

-¡Uf!, a éste en seguida lo despierto.

Metió el asador al fuego y cuando estuvo rojo, se lo metió en el upite al zorro. Y el zorro salió gritando también pal monte.

Por temor a que volvieran el tigre y el león, apresuradamente uñó los bueyes, cargó el carro con la leña y los animales que había asado, y se volvió a su casa, con víveres para varios días.

Pasado un tiempo, se encontraron el tigre, el león y el zorro. Después de los saludos de práctica, recordaron de aquella vez que se encontraron con el viejito.

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El tigre dijo:

-¡Malo había sido el viejo! Me ha metido un seco114 tras la oreja que me ha dejado tonto. ¡Hasta ahora me duele!

-Y a mí -dijo el león- ¡me ha dado un mano abierta en el anca, que me ha pelado, y todavía me arde!

-Y pitador había sido este viejo de mierda. ¡A mí me ha metido el pucho del cigarro en el siete y tuavía me duele la quemadura! -dijo el zorro.


Pasó por un zapato roto,
para que usté me cuente otro.



Máximo Jacinto Lazo, 48 años. Taficillo. Tafi. Tucumán, 1953.

Ganadero. Buen narrador.



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627. El hombre, el zorro, el puma y el tigre

CATAMARCA

Éste que era un viejo y una vieja muy pobre y que tenían muchos hijos. No tenían qué darle a los hijos, y de verse tan abatidos por la pobreza, que el viejo alzó un día l'hacha, agarró la marca de marcar animales y una pala, y tomó sin rumbo pal campo.

Anduvo mucho. Por áhi lo que iba halla un árbol grueso y se puso a hacharlo. En eso llegó un zorro y le dijo:

-¿Qué 'tá haciendo, amigo?

-Aquí estoy hachando este árbol hasta que se me raje la panza di hambre, porque nu hi comíu nada en todo el día.

-No se le dé cuidau -le dice el zorro-, ya le voy a trair un cordero gordo para que comamos juntos. Haga juego y esperemé.

-Qué va a trair este zonzo -dice el viejo- y sigue hachando.

Al poco rato llegó el puma y le dice:

-¿Qué 'tá haciendo amigo?

-Estoy hachando este árbol hasta que se me parta la panza di hambre, porque mi hi comíu nada en todo el día.

-No se le dé cuidau -le dice el puma-. Haga mucho juego. Aurita le voy a trair un capón115 gordo para que comamos juntos.

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-Qué va a trair este zonzo -dice el viejo y sigue hachando.

Al poco rato llegó el tigre y le dice:

-¿Qué 'tá haciendo, amigo?

-Estoy hachando este árbol hasta que se me parta la panza di hambre, porque nu hi comíu nada en todo el día.

-No se le dé cuidau -le dice el tigre-. Aurita le voy a trair una tambera116 gorda para que comamos juntos. Haga mucho juego.

El hombre siguió hachando el árbol, lo voltió y le prendió juego. Ya tenía un gran juego y se sentó en un tronco al lau del juego.

Al poco rato llegó el zorro con el cordero. Después, ya llegó el puma con el capón. Y luego no más llegó el tigre con la tambera.

-Bueno, amigo, vamos a carniar -han dicho los animales.

Han carniado, y cuando han terminado de carniar, han colgado la carne. Entonce le dicen al viejo:

-Bueno, amigo, usté ase la carne, nosotros vamos a dormir un sueño. Cuando 'sté la carne asada nos dispierta.

Que el viejo no sabía cómo quitarles la carne, y de estar pensando, puso la espiga de la marca en el juego a que se caliente. Alzó con la pala una palada de rescoldo y se la echó en las verijas al zorro. Éste pegó un grito y salió disparando. El viejo corrió, alzó la marca y se la perdió en el trasero del puma. Corrió y alzó l'hacha y le pegó unos ojazos al tigre. Áhi salieron los dos animales bramando de dolor, y se botaron al campo.

Y áhi el viejo alzó toda la carne y se jue a las casas a dar de comer a los hijos. Y así los salvó.

Que por áhi si han juntao el zorro, el puma y el tigre, y que le pregunta el puma al zorro:

-¿Cómo ti ha ido?

-Cayate, ¡viejo más manos caliente, éste! Mi ha puesto las manos en las verijas y mi ha quemau. Tuavía ando lastimao.

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-Nada es eso -dice el lión-, a mí me ha puesto el dedo en el trasero y mi ha achucharrau la carne. ¡Qué viejo dedo caliente ha sabíu ser!

-Y a mí me ha dau unos guantones117 que agatas m' hi salvau.

Y así el viejo asustó a los animales y salvó a los hijos del hambre.

Elena Godoy, 20 años. Cañada Larga. Ancasti. Catamarca, 1954.



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628. El tigre, el zorro y el león

LA RIOJA

Si habían juntau el león, el tigre y el zorro. Y se van ande había una estancia di un viejo solo.

Bueno... Llegan áhi, y lu atemorizan al viejito. Vivía solo. Le dicen:

-¡Oh, qui hacís viejo aquí!

-Aquí 'tamos -dice.

Dice:

-Y si no los atiende bien lo matamos.

-No, no, todo lo que quieran.

El viejito tenía di un todo.

Bueno... Entonce viene, y dice:

-Qué quiere usté -que le dice al zorro.

-Yo quiero una gallina.

-¡Cómo no! ¿Y usté?

-Una oveja -dice el león.

-¿Y usté?

-Una tambera.

Bueno... Entonce va y les lleva, y va y les da todo.

-Y todo los vamos a servir.

Ya 'taban días sobre días áhi. Ya el viejito, todo les servía a ellos. Se iban al campo. Iban y volvían. Y volvían otra vez a la estancia del viejito. Bueno... Y entonce, un día, ya, que hacían que les hagan tortas, así, en la arena, calentada en la arena. Y bueno, y un día que dice el viejito:

-Qué hago con estos bichos gordos y yo solo.

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Viene el zorro y que le dice:

-¿Ya 'tá la cazuela?118

-Ya va 'tar -que le dice.

Se tira a dormir, así, cerca.

Viene el viejito, y tenía el montón di arena caliente y lo pone así. Tenía un alto, ¿no?, con mucho juego. Y dice:

-¿Qué hago con este bicho?

'Taba roncando, tranquilo.

Levanta un poco la ceniza con las brasas a un lau, y lu agarra y le echa, y lo larga.

¡Ah!...

Se manda a mudar.

Bueno... Llega el tigre. Bueno... Llega el tigre y dice:

-¿Ya 'tá la comida?

-Ya, ya va 'tar, ya.

Y áhi no más se tira a dormir tamién.

Y agarra un fierro qui asaba la carne, el asador, ¿no? Y lo pone al juego.

Y el bicho 'taba con la cola abierta, 'taba, todo.

Lo agarra y lo calienta bien al asador y que dice:

-¡Estos bichos que mi han comido todo! Y le mete en la cola.

-¡Madre!... Y salta y se manda a mudar.

Bueno... En seguida viene el león y dice:

-¿Ya 'tá la vaca?

-Ya va 'tar, ya. Dice:

-Bueno, mientras yo duermo, usté me prepara...

-¡Cómo no! -dice el viejito.

Se tira a dormir el león.

Y dice el hombre:

-Ya le guá dar.

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Tenía una maza grande. Que dice:

-¡Ya va ver!

Y le larga un mazazo y le pega en las caderas y sale el bicho abierto.

Bueno... Él se queda esperando áhi, ¿sabe? Se queda esperando áhi. No venían ya, ninguno.

Que dice:

-¿Qué hago ahora? Parece que ya se van a ir estos bichos.

Bue... Si ausentaron. El león había tomado para un lado, el tigre por otro, el zorro por el otro lau...

Al tiempo van y se juntan el león y el tigre. Flacos, claro, habían sufrido mucho... Y había una sola aguada. Que tenían que ir al agua áhi. Ya que iba el zorro, claro, lo que lu había quemau, se li había corríu el cuero para arriba y si iba riendo, se le vían los dientes por el cuero quemado.

Y que dice:

-Miralo, pues, al zorro. Miralo a Juan, se viene riendo de nosotros.

-Dejalo, cuanto venga aquí lo vamos a pillar y lo vamos a comer.

Ya cuando ha veníu cerca, dice:

-¡Ya vas a ver! -que le dice-. Reíte no más de nosotros.

-¡Oh!, si yo no me río -que dice.

-¿Y pórque 'tás así?

-Ando así como diez días. Ya les guá contar lo que mi ha pasau.

Se llega.

Bué...

-Y pórque 'tá tan flaco, tío tigre, tío león -que les dice.

-No sabís lo que los ha hecho allá el viejo -que dice.

-¡A mí lo que mi ha hecho!

-¿Qué t'hecho?

-¡Qué viejo más fortacho! -dice-. Mi agarrau así de las orejas y mi ha pegau un apretón. Del lau izquierdo hi quedau sordo. Como 'toy, no hi podíu sanar.

Bué...

-¿Y a ustedes qué les ha pasau?

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-Que esti hombre, dice, ha sabíu tener el dedo muy caliente -dice el tigre-. Mi ha metíu el dedo en el poto, dice, así. ¡Que mi ha quemau, dice, con el dedo! Hi salíu y agatas hi sanau.

-A mí, ¡nu es nada! -dice el león-. A mí mi ha pegau una piña en las caderas, dice, qui hi quedau mal, dice, así, con un sobregüeso, dice. Y vamos a ver, si no volvimos más, dice.

-Yo menos.

Y no volvieron más.

Eulogio Tejada, 68 años. Villa Unión. General Lavalle. La Rioja, 1968.

Variante del cuento tradicional.



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629. El viejito, la gallina, el zorro, el león y el tigre

SAN LUIS

Había una vez un viejito que vivía solo en un ranchito. Y un día recibió la visita de varios animales, y como les tenía desconfianza, trataba de defenderse. Era tiempo de invierno y era un día muy frío, y los animales salían del monte y se arrimaban a las casas. El viejito 'taba sentau en su cocinita y tenía un juego lindísimo.

Primero llegó la gallina y le dice:

-Buen día, tata viejo, vengo a saludarlo y a calentarme alrededor del fuego.

El viejito le dijo bueno y que pasara adelante.

'Taba conversando la gallina con el viejito cuando llegó el zorro. Llegó y saludó:

-Buen día, tata viejo, vengo a saludarlo y a calentarme un poquito alrededor del fuego.

El viejito le dijo que se podía quedar no más, que pasara adelante.

Después llegó el lión, y con voz más gruesa, claro, le dice lo mismo:

-Buen día, tata viejo, lo vengo a saludar y a que conversemos alrededor del fuego. Vengo a visitarlo.

Y pasó y se quedaron conversando todos con el viejito.

Cuando estaban áhi oyeron el bramido del tigre. Entonce se asustaron y se pusieron nerviosos. Entonce el lión dijo.

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-No si asusten. Debe ser mi compadre tigre que viene para acá.

Y, efectivamente, a los pocos minutos se hizo presente, y se trataba del tigre. También saludó y con voz muy enérgica dijo:

-Buen día, tata viejo, vengo a saludarlo y a conversar un rato cerca del fuego, en este día tan frío.

El viejo le dijo que pasara y empezaron a conversar todos mientras se acomodaban cerca del fuego. 'Taban conversando, cuando por iniciativa del zorro quedaron de reunirse el domingo siguiente y convinieron en hacer una fiestita para obsequiar al viejito, trayendo una cosa de comer dentro de las posibilidades de cada uno. Entonce dijo la gallina:

-Yo traeré una docena de huevos.

-Yo puedo traer un corderito o un chivito -dijo el zorro.

-Yo traeré o una oveja o un capón -dijo el lión.

Entonce dijo el tigre:

-Bueno, yo voy a traer un ternero gordo.

Lo único que le pidieron al viejito es que tuviera bastante fuego preparado como para poner todos esos asados para hacerlos al asador. El viejito dijo que con mucho gusto iba a juntar leña y iba a tener un fuego con muchas brasas.

Llegó el domingo y la primera que se hizo presente fue la gallina con su docena de huevos. Saludó y preguntó:

-¿No ha venido nadie todavía?

-No, usté es la primera -contestó el viejito.

El viejito guardó los huevos, y en cuantito la pilló descuidada a la gallina, le torció el cogote, la mató, la peló y la guardó.

Al rato no más llegó el zorro con un corderito gordo. Saludó al tata viejo y preguntó si no había venido nadie.

-No -le dice el tata viejo-, usté es el primero.

Entonce le dice el zorro:

-Prepareló, arreglelé, mientra yo descanso porque he trajinado mucho para conseguir este corderito tan gordo.

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Como había un lindo solcito se fue a dormir al sol. Se tiró de espalda y se quedó dormido. Cuando el viejo vio que el zorro 'taba dormidazo y 'taba roncando, tomó una pala de brasas y se la tiró en las verijas. El zorro dio un brinco y salió desesperado disparando y no paró hasta quién sabe dónde.

A los pocos minutos llegó el lión con un capón gordo. También saludó y dijo si no había llegado alguien antes que él.

-No, usté es el primero -le dijo el viejito.

Entonce el lión le dijo al viejito que venía muy cansado porque li había dado mucho trabajo conseguir el capón. Le dijo que lo carnie y que lo ase al capón y que él se iba a descansar aprovechando el sol. Y se acostó a dormir de costado al sol.

Entonce el viejito puso a calentar una plancha en el fuego. Cuando se puso bien colorada la plancha, fue despacito y se la asentó en la carretilla del lión que 'taba redormido. El animal, desesperado con la quemadura, salió corriendo y también desapareció en el campo. La quemadura de la plancha le dejó la carne viva, con una llaga tremenda.

Y por último llegó el tigre con mucho trabajo, trayendo el ternero prometido. Y también preguntó si no había venido nadie. Y el viejito muy tranquilo le dice:

-No, no ha venido nadie, usté es el primero.

Entonce le dice el tigre:

-Aquí tiene este ternero, carnieló, limpieló. Yo voy a descansar porque hi trabajado mucho para cazarlo y traerlo.

Entonce él se tiró a dormir, al sol. Y al ratito comenzó a roncar. Tenía un sueño muy pesado.

El viejito puso a calentar el asador de fierro en el fuego. Cuando lo vio dormido profundamente al tigre, que estaba tirado de espalda, sacó el viejito el asador colorado de caliente, le levantó despacito la cola al tigre y se lo enterró en el upite119 quién sabe hasta dónde. El tigre salió disparando, bramando de dolor, y se desapareció en el campo, desesperado, con el asador puesto.

En el campo se juntaron el zorro, el lión y el tigre y comenzaron a conversar. El tigre que 'taba echado en el suelo de dolor, preguntó por qué no habían ido a la casa del viejito. Contestaron   —216→   los dos, que casi no podían hablar también de dolor, que sí habían ido y que él, el tigre no había ido. Entonce empezaron a decir lo que les había pasado. Y entonce dijo el zorro:

-Yo estaba durmiendo de espalda, muy cansado, y muy redormido, y el viejo que debe ser brujo me pasó la mano por las verijas, y no sé con qué cosa que me quemó todo, que no puedo ni caminar.

Entonce dijo el lión:

-Yo estaba acostado de costado, también muy dormido porque había transnochado, y el viejo me pegó una cachetada en las carretillas que me ha deshecho la cara, que casi no puedo hablar. Tenemos que ir a ver qué clase de brujo es este hombre y tenemos que matarlo.

Y entonce dijo el tigre:

-A ustedes no les ha pasado nada, ni comparación con lo que me ha pasado a mí. Yo estaba acostado, profundamente dormido, y el viejo brujo me metió el de do en el trasero y para muestra acá lo tengo todavía. Y era un dedo tan caliente que me ha quemado hasta el alma. Vayan ustedes que no me puedo ni mover. Y seguro que a la gallina la ha muerto porque no se ve por ningún lado.

Y áhi estaba el tigre tirado que daba lástima, en el suelo, y los otros como pudieron salieron y se fueron a la casa del viejo. Llegaron a la casa de noche y muy despacito, para no meter ruido se acercaron. El zorro iba adelante y al llegar vio una lucecita y le dice al lión:

-Recién se acuesta, porque todavía está prendida la pavesa de la vela sobre la mesa.

Entonce se animaron y entraron. El zorro adelante. Pero resulta que no era la pavesa de la vela lo que había visto que brillaba, sino los ojos de un gato que tenía el viejo. El gato se tiró sobre el zorro y le clavó las uñas por todos lados y lo mordió. Y avanza el lión al lado del zorro, pero se encontró conque al lado de la puerta estaba un carnero que lo agarró a topetazos, que lo hacía saltar de un lado y otro de la paré.

Los dos, lastimados y golpiados vuelven a donde estaba el tigre, que los esperaba. Llegan y el tigre les dice:

-¿Lo mataron al viejo brujo?

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Entonce dice el zorro:

-No, como para matarlo. Tiene unos ayudantes que lo defienden y son capaces de matar a cualquiera. A mí me saltó, en la oscuridá, un jovencito que parecía zapatero, porque me clavó las aleznas por todos lados y me ha dejado muy herido.

Y entonce dice el lión:

-A mí me agarró un hombre con poncho grueso de lana, con una fuerza muy grande y me ha pegado cada trompada que me tiraba al suelo y me tiraba contra la paré, que me ha dejada el cuerpo molido y creo que me ha quebrado casi todas las costillas.

Y áhi estaban los tres más muertos que vivos y pensando que al viejo brujo no le podían hacer nada, con el poder que tenía.

Y así terminó el viaje de estos tres señores del campo que se quería aprovechar del pobre hombre viejo y solo.

Y pasé por un zapato roto para que usté me cuente otro.

Jorge Eberto Garro, 55 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1987.

El narrador es originario del lugar. Actualmente vive en la Capital. Aprendió el cuento de la abuela, también nativa del lugar.

La última parte del cuento repite motivos de los animales viajeros.



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630. El tigre, el león, el zorro y la gallina

SAN LUIS

Sucede que el tigre gobernaba a un lión, a un zorro y a una gallina.

Y en una noche, él mandó que se reunieran para ordenarles lo que iban a hacer. Entonce, le ordenó al lión:

-Usté se va a ir a trair una chiva.

Y al zorro le dice:

-Usté se va a trair una bolsa de choclos.

Y a la gallina:

-Usté se va a poner una docena de güevos, y los va a trair también.

En circunstancia que ya 'taban todos reunidos y ordenados, llega un viejito muy pobre, y pide permisio para quedarse esa noche áhi.

-Bueno -le dice el jefe-, quedesé, pero va hacer mucho juego y va a preparar la cena.

Bueno... La primera en venir jue la gallina con los güevos. Le dice la gallina al viejito:

-Guarde los güevos, yo voy a dormir un ratito, hasta que venga el jefe.

Entonce, cuando se durmió la gallina, el viejito le torció el cogote y la echó en una bolsa, y echó a los güevos, lo mesmo.

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Al poco rato llegó el zorro con los choclos, y también le dice que los guarde a los choclos, que él va a dormir un momento hasta que venga el jefe. Entonce, cuando se durmió, el viejo le puso un garrotazo al zorro, que casi lo mató. El viejo echó los choclos en la bolsa. El zorro echó a huir.

En seguida vino el lión con una chiva, y le dice:

-Carnielá, viejito, para que haga la cena, yo voy a dormir hasta que venga el jefe.

Cuando el lión se durmió, el viejo se sacó una ojota, alzó un poco de rescoldo en la ojota120, y le tiró en las costillas al lión. El lión se mandó a cambiar huyendo. El viejo cargó con la carne también.

En eso vino el jefe, con una vaquillona, y le dice:

-Güeno, viejo, carnie esa vaquillona para que la ponga al juego.

Y preguntó por los demás empleados, si habían venido.

Entonce el viejo contestó que no habían venido, y dijo entonce el tigre:

-Hay razón para que no vengan: la gallina no ha de poner tantos güevos, al lión no lo ha de haber dejau llegar el pastor121 a las cabras, y el zorro no ha de poder alzar la bolsa con choclos. Entonce, yo voy a dormir un poco. Usté haga la cena hasta que venga la demás gente.

Güeno... El viejo, entonce, puso una barreta al juego. Entonce, cuando ya 'stuvo colorada, se la dentró por el upite122 al tigre. Entonce, el tigre, loco de dolor entró a huir también. Entonce se jueron todos, y el viejito cargó con toda la proveduría.

Al otro día se juntaron los tres, bajando al agua. Los tres que ya no podían de enfermos y de doloridos. Y que se saludaron.

-¿Y cómo te ha ido? -le dice el lión al zorro.

-Pero, mal, tío. Yo nu hi visto viejo más mano pesada.   —220→   Me pegó un moquete, me ha dejau medio molíu, y vea, me ha bajau una oreja. Y a usté, ¿cómo le ha ido, tío?

-Pero, mal, sobrino. Yo nu hi visto un viejo más uñudo. Mi ha clavau las uñas, y me ha pelau todas las costías123, las tengo lastimadas, que no puedo más. Y a usté, tío tigre, ¿cómo le ha ido?

-Pero mal, sobrino. Yo nu hi visto viejo más dedo caliente. Me ha metíu el dedo en el upite, y me ha dejau ardiendo, lastimau, que no sé qué hacer de dolor. ¿Y la gallina?

-¡Ah, de ésa tiene que haber dau cuenta el viejo!

De miedo, ni se animaron más a allegarse a donde 'taba el viejo.

César Domínguez, 44 años. El Arenal. La Carolina. Pringles. San Luis, 1939.



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ArribaAbajoNota

El cuento que llamamos El viejo y los animales visitantes, en cierto modo está relacionado con el cuento de Los animales viajeros, y así lo trata Espinosa; como cuento independiente es de los menos documentados en la narrativa popular; sólo tenemos una versión de Curiel Merchán (242-244). Los motivos fundamentales de nuestras 5 versiones y variantes son, entre otros:

A. Un viejo pobre del campo está junto a su fuego y recibe la visita de varios animales; una gallina, un zorro, un león, un tigre, y le piden los reciba en compañía.

B. Los animales ofrecen traer víveres para comer juntos: huevos, gallinas, corderos, y se marchan a buscarlos.

C. Regresa la gallina, entrega los huevos y se va a dormir; el hombre la mata. Regresa el zorro, entrega las gallinas y se va a dormir; el hombre le echa rescoldo caliente y el zorro huye. Regresa el león, entrega un cordero y se va a dormir; el hombre le pega con el ojo del hacha un tremendo golpe detrás de la oreja y el león medio muerto huye. Regresa el tigre, entrega un ternero y se va a dormir; el hombre le mete en el trasero el asador enrojecido y el tigre desesperado huye. Los animales se reúnen con el tiempo y cuentan en forma fantaseada los castigos del viejo que así se libró de ellos.

Nuestros cuentos son sin duda de raíz hispana, pero más completos que la única versión española conocida de Curiel Merchan.





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ArribaAbajoLos animales se temen

El chivo, el tigre y otros animales


10 versiones y variantes


Cuentos del 631 al 640


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631. El chivo y el tigre

Los animales se temen


SALTA

Diz que un chivo se puso a hacer un desmonte. Y diz que hizo el rastrojo124, lo cercó a la vuelta y después jue con los güeyes y lo sembró. Y después de que sembró cerró la puerta. Y todas las tardes iba a mirar el rastrojo, si había dado125. Y una tarde encuentra las güellas que entraba un bicho. Hasta que al fin fue a rondearlo de noche. Y ya las chacras 'taban con choclos.

Una noche había juntau mucha leña para hacer juego. Y hizo un juego grande. Y 'taba tundeando áhi, y entonce lu encontró al tigre, que había síu el que le hacía daño. Y entonce el chivo le dijo al tigre que porque li andaba haciendo daño. Y entonce le contestó el tigre al chivo:

-Así te quise pillar.

Y bueno, entonce, el chivo dice:

-Yo también te quise pillar así.

Y entonce si han puesto junto al juego, uno de frente al otro. Y los dos esperaban el ataque del otro. Y áhi 'taban vigilando los dos. Y así han pasau toda la noche. Y ya a la madrugada que no podían de sueño y si han dormido parados los dos. Y áhi el chivo se caí al juego, planta los cuernos entre las brasas,   —226→   y salta y le da un tope al tigre, y lo tira antarca al tigre en el medio 'el juego.

Y áhi disparó el chivo, y dice el tigre:

-¡Ah! mi ha de saber avisar, no es güeno pegar en traición.

Y se levantó quemau el tigre y se jue huyendo y no volvió más.

Leucario Gallardo, 48 años. Las Víboras. Anta. Salta, 1952.

Hachero de la selva en el obraje del lugar.



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632. El zorro y el tigre

JUJUY

Una vez el zorro le dice al tigre:

-Yo te hago una apuesta, de que te gano a peliar.

-Qué me vas a ganar vos, si yo estoy hecho a matar toros y perros, y hasta la gente me tiene miedo -contestó el tigre.

-Bueno, vení mañana aquí y peliemos. Vas a ver que te gano.

El tigre se jue riendosé. Entonces el zorro se ha ido donde estaban durmiendo dos pumas y ha empezado a tirarles piedras. Entonces un puma le dice al otro:

-Vos no me dejás dormir apedriandomé.

Y el otro le dice:

Vos sos el que me tirás piedras a mí y te hacés el dormido.

Así han seguido discutiendo hasta que se han agarrado a peliar y los dos han quedado muertos. Al otro día cuando vino el tigre para la pelea con el zorro, lo ha encontrao al lado de los pumas muertos y le dice al zorro:

-¿Y estos pumas que están muertos?

Y el zorro le dice:

-Entre los dos me han querido matar y no hi tenido más remedio que matarlos a ellos, y igual te voy a hacer a vos.

Entonces el tigre se ha asustao y salió disparando y diciendo:

-No me matés, seamos más bien amigos.

Y el zorro corría detrás del tigre diciéndole:

-Parate, parate, peliemos si sos tan bravo como decís.

Y de rato en rato se reía y le tiraba piedras. Y el tigre más disparaba.

Silverio Alvarado, 69 años. Barrios. Yavi. Jujuy, 1953.

Comerciante. Hombre de cierta cultura en este lejano lugar de la Provincia.



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633. El tigre y el chivo

SANTIAGO DEL ESTERO

Un día el tigre andaba en un lugar de monte buscando comida, cuando de repente se encontró en un sitio muy lindo y pensó que podía sembrar y lograría buenas cosechas. Áhi no más empezó a cercar el lugar pensando que si no lo hacía podría venir otro y se adueñaría del lugar. Pero no alcanzó a terminar su obra y dejó para el día siguiente. Pero por razones que tenía que buscar comida no pudo ir al día siguiente.

Entonces resulta que el chivo andaba en lo mismo, en busca de alimento, y alcanzó a pasar por el mismo sitio que el tigre había elegido y pensó que era un lindo lugar para sembrar, y comenzó a cercar sin darse cuenta que el trabajo ya 'taba empezado. También hizo una parte y pensó que al día siguiente volvería para continuar. Pero, no fue así porque al día siguiente se dedicó a buscar comida. Y entonces ese día vino el tigre y encontró que su trabajo 'taba adelantado, y se dijo que Dios lo estaba ayudando por ser él tan bueno. Y al día siguiente tampoco pudo venir, pero en cambio vino el chivo. El chivo encontró todo cercado y se dijo que Dios lo estaba ayudando por ser él tan bueno. Y así, una vez uno y otra vez otro, empezaron a desmontar el sitio para sembrar, pero nunca se encontraban en ese lugar, y siempre pensaban que Dios los estaba ayudando. Hasta que sembraron maíz. Y ya tenían una chacra grande. Y entonces empezaron unas vacas a dañiniar de noche en la chacra, y decidieron hacer guardia para cuidar. Entonces fue cuando se encontraron y le dijo el tigre al chivo qué hacía en   —229→   ese lugar, a lo que éste le respondió:

-Vengo a cuidar mi sembrado.

Entonces el tigre furioso le respondió:

-El sembrado es mío.

Y así discutieron largo rato hasta que se pusieron de acuerdo y vieron que la chacra era de los dos. Entonces convinieron en cuidar los dos todas las noches el sembrado y buscar comida una noche cada uno. Pero los dos se tenían miedo y trataron de atemorizar al otro socio. Y así, cuando le tocaba al tigre, traía los chivos viejos más grandes que podía encontrar para hacerle tener miedo al chivo. Entonces el chivo por la parte baja decía: «éste es un bárbaro que si me agarra me mata». Cuando le tocaba al chivo buscar comida se traía los tigres viejos que encontraba muertos en el monte. Entonces el tigre pensaba: «éste es un animal malo que si me agarra con esas guampas tan grandes que tiene me destroza».

Y así pasaron varios días y los dos se temían. Hasta que llegó una noche que hacía mucho frío y resolvieron hacer una fogata para calentarse. Se pusieron uno frente al otro a la orilla del fuego. Como los dos estaban vencidos por el sueño porque de miedo no habían dormido antes, empezaron a cabeciar. En una de ésas el chivo se fue sobre el fuego, plantó una de las guampas en el rescoldo. Le hizo saltar rescoldo al tigre y él se quemó la barba. Áhi pegó un salto y largó un grito de dolor. El tigre que también estaba dormitando, cuando sintió el rescoldo que lo quemó y el grito del chivo salió disparando a toda carrera, pensando: «por poco no me agarra este bárbaro y me zampa entre las brasas». El chivo, medio dormido, también pensó: «este loco casi me da un zarpazo y me hace caer en el fuego y me mata a traición». Y áhi no más se las echó disparando.

Y así se terminó la sociedá del tigre y el chivo que no podían ser socios ni amigos.

Víctor Hugo Figueroa, 45 años. Las Flores. Capital. Santiago del Estero, 1976.



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634. El chivo y el tigre

SAN JUAN

Que había un bajo muy lindo. Que lo elogiaban el tigre y el chivo.

-¡Qué lindo para hacer una siembra acá! -que dice el chivo una vez.

-¡Qué lindo para hacer una buena sementera! -que dijo otra vez el tigre.

Bueno... Va el tigre y rozó. Después va el chivo y cerca. Después que va el tigre y dice:

-Dios me ayudará, sembrarí.

Y sembró maíz.

Ya 'staba la chacra muy linda. Vienen las catas126 a comer el maíz. Entonce que va el chivo gritando, a espantarlas:

-¡Ah, catas!

Y por otro lado sale gritando el tigre, también a las catas. Y áhi se encuentran los dos.

-¡Ah, vos rozastes el bajo! -que dice el chivo.

-Y vos lo cercastes -que dice el tigre.

-Y vos lo sembrastes -contesta el chivo- y la cuidamos los dos a la sementera.

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Ya se juntaron, se hicieron socios, y se fueron a vivir en el mismo lugar. Dormían juntos. Así cuidaban mejor la sementera.

Un día, que se va el tigre y trae un chivo más grande que el socio; lo había muerto por áhi. Tuvieron carne para unos días. El chivo quedó con mucho miedo. No sabía cómo hacer para hacerle ver al tigre que él era más fuerte todavía, porque cuando se acabó la carne el chivo dijo:

-Aquí me toca a mí.

Se fue el chivo al campo a ver si podía traerse un tigre. Ya fue y vio que al pie de un cerro 'staba un tigre durmiendo. Va, se sube al cerro, y le derrumba una piedra encima. Y lo mató con la piedra que le derrumbó. Después que lo mató, se ensangrentó bien las astas, y lo clavó al tigre y se lo llevó.

Llegó el chivo con el tigre casi a la rastra al rial, porque era tan grande que casi no lo podía levantar. Comenzaron a comer la carne del tigre. El tigre socio 'staba muy asustado y que dijo:

-¡Había sido muy malo este hombre!; no es para confiarse.

Esa noche no durmieron ninguno de los dos, porque se tenían miedo. Ya les parecía que el otro lo mataba.

Hacían juego, y pasaban la noche a la orilla del juego. No dormían. Pasaron tres días sin dormir. A la tercera noche 'staban muy sueñentos; ya no podían más. Y por áhi, vencidos por el sueño, que comenzaron las cabeciadas los dos. En eso el chivo clavó l'asta en el juego, y el tigre metió las manos en el rescoldo. Los dos se quemaron y como 'staban aturdidos, que no se daban cuenta qué les pasaba, salieron huyendo, porque pensaban cada uno que el socio lo había estropiao. Y botaron la sementera y disparó el tigre y el chivo por tras. Y así se quedó la sementera tan linda, y 'stará por secarse lo que nadie la cuida.

Felisa Cháves de Páez, 56 años. San Agustín. Valle Fértil. San Juan, 1945.

La narradora, excelente, diferencia con claridad y, ll; pronuncia la ll castiza del norte sanjuanino (Zona de Jáchal).



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635. El chivo y el tigre se temen

CÓRDOBA

Resulta que era en una casa quí había una majada. Y 'taban bastantes flacas las cabras y el chivo 'taba gordo. Entonce dicen los dueños 'e casa:

-Vamos a carniar el chivo porque no tenimos carne y es el único gordo quí áhi.

Y en ese tiempo los animales entendían cuando hablaban d'ellos, porque era en tiempos di antes. Y como oye eso el chivo dice:

-Éstos me 'tán por matar. Es mejor que yo me vaya.

Y esperó la noche, el chivo, y saltó el corral y se jue. Y marchó por un monte toda la noche, un monte muy espeso y muy feo. Y ya después de mucho andar, ya cansado s'echó a dormir. Por la mañana temprano andaba pastando, cuando se presentó un tigre. El tigre no lo conocía al chivo, pero el chivo sí lo conocía al tigre. Entonce dice el chivo:

-Acá 'toy perdido, este tigre me come. Lo que tengo qui hacer es no mostrarme cobarde.

Llega el tigre y le dice:

-Buenos días, amigo.

-Buen día -le contesta el chivo.

Y áhi el chivo pega unos saltos y unos estornudos como saben pegar los chivos. Y le dice al tigre:

-¿Quí anda haciendo usté, amigo?

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Y le contesta el tigre:

-Nada, amigo, hi salido a rodar tierra.

-¿Y usté? -le pregunta el tigre al chivo.

-Yo también -le dice el chivo- hi salido a rodar tierra.

Y entonce le dice el tigre:

-Así que podimos hacerlos compañeros y irlos juntos -con la intención, el tigre, de descuidarlo al chivo, matalo y comelo.

Entonce le contesta el chivo:

-Yo no necesito compañero, me basto solo, y para andar mal acompañado, como digo, voy solo.

Entonce le dice el tigre:

-No, amigo, usté sabe que entre dos buenos compañeros se anda mejor.

-Bueno -le dice el chivo-, si es usté capaz de acompañarme y se va a portar como hombre, vamos juntos.

Y siguieron viaje juntos. Esa tarde le dice el tigre al chivo:

Bueno, compañero, yo voy a carniar para que comamos.

Sale el tigre y al rato vuelve con una corzuela. Y le dice al chivo:

-Áhi tiene carne, compañero, coma si quiere.

Y entonce le contesta el chivo:

-No, coma no más usté, yo no quero carne.

Y siempre el chivo, los saltos y los estornudos para asustar al tigre. Esa noche acamparon en ese lugar. Hicieron juego para pasar la noche. El tigre se puso a un lado y el chivo al otro lado. El chivo no dormía porque le tenía miedo al tigre, cabeciaba y se enderezaba. Y el tigre por lo consiguiente. Se temían los dos. Al otro día emprendieron viaje. A la tarde le dice el tigre al chivo:

-Bueno, amigo, ahora le toca carniar a usté.

Áhi 'tá la parte más triste. Qu'iba a carniar el chivo. Áhi se l'iba a descubrir el asunto. Entonce sale el chivo muy triste pensando de fugarse, d'irse, y dejalo al compañero. Y por áhi iba pensando qu'iba a ser de la vida d'él, cuando viene la suerte y lu ayuda, s'encontrá un tigre muerto en el camino. Lo clavó con las aspas y lo llevó ande 'taba el compañero.

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-Áhi tiene carne, compañero. Coma si quiere, sinó dejelá.

Y le contesta el tigre:

-No, compañero, no tengo hambre, 'toy un poco embromau. Pasaron la noche áhi, temiendosé uno al otro. Al otro día emprendieron viaje. Andando, llegaron a una parte, ande como decía el tigre que había familiares d'él. Y le dice al chivo:

-Compañero, ¿no quere qui hagamos una partida? Yo voy a visitar a unos familiares míos y los puedo invitar a una riunión.

Entonce le contesta el chivo:

-Yo no soy hombre de fiestas, amigo.

-Pero, amigo, vamos a pasar un rato divertido, y después seguiremos viaje -le dice el tigre.

Entonce le contesta el chivo:

-Bueno, asigún como 'sté de cuerpo voy a recibir visitas.

Y sale, entonce, el tigre y se busca otros dos tigres más. Y se viene ande 'stá el compañero. Pero, antes, les dice a los otros dos tigres, que tiene un compañero muy malo, y que los lleva de visita a ver si lo pueden matar entre todos. Cuando llegan ande 'stá el chivo, sale éste a encontrarlos dando brincos, estornudos y balidos, diciendolés a los tigres que 'staba mal del cuerpo que no podía recibir visitas y que se retiraran inmediatamente. Y los otros tigres como sabían que era un hombre tan malo, le tuvieron miedo y se dieron vuelta y se retiraron. Entonce le dice el compañero:

-Pero, amigo, usté me ha hecho hacer un mal papelón. Me ha recebido mal mis familiares.

Entonce le dice el chivo de mala manera:

-Nu estoy para recibir visitas.

-¿Cuándo las podrá recibir?

-No sé compañero, eso será según como 'sté del cuerpo.

Esa noche acamparon áhi. Hicieron juego. Y como hacía dos noches que no dormían, porque se desconfiaban los dos, 'taban con mucho sueño. Se dormía uno, y al ratito no más se despertaba y avivaba el juego, y lo mismo hacía el otro. Hasta que por fin ya no aguantaron más y se durmieron los dos. Y el chivo no 'taba, de miedo, como para dormir echado, si había dormido parado no   —235→   más. Cuando lo venció el sueño, se cayó en el juego. Plantó las aspas en el medio del juego y le saltó todo el juego al tigre. Y pegó un balido y un salto y cayó sobre el tigre. Entonce el tigre se despertó asustado y con el dolor de la quemadura creyó lu había atacado el chivo. Y pega la güelta y dispara. Y el chivo, como también creyó que lu había atacado el tigre, también pegó la güelta y disparó. Y áhi s'hizo la separación de los dos compañeros.

Juan Muñoz, 59 años. El Pedacito (Cercanías de Villa General Mitre). Totoral. Córdoba, 1952.

Campesino. Muy buen narrador.



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636. El tigre y el carnero se temen

CÓRDOBA

El tigre tuvo una chacra y lo buscó de socio al carnero. Y como eran socios, el tigre hace juego para el asado y le dice que va a trair carne. Dispuso de trair carne y sale el tigre. Al rato vuelve y trajo la madre del carnero que la había muerto. La carniaron y la asaron al asador. Comieron. Y después se terminó la carne. Y le pidió el tigre al carnero que él busque comida.

Bueno... El carnero no sabía qué hácer, jue, la encontró descuidada a la madre del tigre y la mató a golpes, a topetazos. Y trajo la madre del tigre. Cuando vido esto el tigre no sabía quí hacer. Li agarró miedo al carnero. Y el carnero ya 'taba con miedo, que cuando le tocara trair carne al tigre le iba a trair otro de la familia d' él. Entonce el carnero no quiso saber más nada de la sociedá y dispuso matarlo al tigre.

Bueno... Entonce un día 'taba el tigre calentándose, abriendo las piernas en el juego y le daba l' espalda al carnero. Entonce el carnero muy calladito se retiró lejo y le pegó un tremendo golpe, un tope di atrás y lo tiró al medio del juego. Y áhi salió corriendo el tigre quemado por todas partes y el carnero di atrás. Le tiró un mochazo127 y siguió dandolé, dandolé, y lu hizo llegar a un río crecido. Lu hizo entrar y se lo llevó l' agua y áhi se terminó la sociedá.

Juan López. Las Juntas. Tulumba. Córdoba, 1952.

Campesino. Buen narrador.



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637. El tigre y el tigre se temen

CÓRDOBA

El tigre se 'bía puesto a desmontar un campo para sembrar, y el chivo vino y quebró montes con los cuernos y hizo el cerco. ¡Comedido el hombre! Y viene el tigre y lu encuentra que había hecho el cerco y dispusieron de sembrar en sociedá los dos.

Resulta que los dos se tenían miedo. Claro, el chivo decía que en cuantito se descuidara lu iba a comer el tigre. Y el tigre decía que cómo tendría de juerza el chivo que había arrancau los montes y había hecho el cerco.

Y resulta que cuando ya 'staba la cosecha se pusieron una noche a cuidar. Y el chivo va y junta leña y traiba los cuernos, las aspas llenas de leña. Y hicieron un juego grande. Y más miedo le tenía el tigre lo que veía que traiba el chivo estas cargas tan grande de leña. Y se 'bían puesto junto al juego, frente a frente. Y en eso se 'bían quedau dormidos. El tigre 'taba sentau. El chivo parau no más. El chivo parau como 'taba lo venció el sueño.

Y en lo que 'taba dormido, se cayó al juego, enterró los cuernos en el medio 'el juego, y saltó el juego y lo quemó al tigre. Y el tigre dormido sintió la quemadura y creyó qu'era el chivo que lo corniaba y entonce se disparó. Lo dejó dueño de la cosecha y no volvió más.

Ovidio Galván, 72 años. Las Cardas. Río Seco. Córdoba, 1952.

Campesino. Buen narrador.



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638. El tigre y el carnero

CORRIENTES

Dice que el tigre 'taba haciendo una casa. Trabajaba un día, y otro no trabajaba. Un día clavó los horcones. Al otro día vino un carnero y vio los horcones y puso las tijeras. Al otro día vino el tigre y dijo:

-Dios me está ayudando.

Puso otra parte del techo. Al otro día vino el carnero y puso otra parte. Y al otro día acabó de techar el tigre. Así, trabajando un día el tigre y otro día el carnero, la casa quedó hecha. Cuando estuvo hecha, los dos vinieron a vivir ahí. Los dos creían que era de él, y que él la había hecho con la ayuda de Dios. Vinieron y se encontraron los dos. Entonce, como ían128 a vivir juntos, se convidaron para traer de comer. Un día tenía que traer uno, y otro día tenía que traer otro.

El día que le tocó al tigre, se fue a buscar qué comer él. Fue y mató un carnero y trajo. Entonce el carnero quedó con mucho miedo.

Al otro día le tocó al carnero. Se fue a buscar qué comer y no sabía qué traer. Como tiene la cabeza tan dura, se fue a un dátil y le empezó a pegar golpes. Se ía129 lejo y de allá venía y le pegaba, le trompeaba130 con la cabeza. Y caían muchos frutos.   —239→   Y empezó a juntar. Y en eso que 'taba ahí cayó un tigre. Y entonce le preguntó cómo hacía para voltear tanta fruta. Y entonce él le mostró. Se fue lejo y de allá vino corriendo y trompeó con la cabeza el tronco del dátil. Y el tigre fue a hacer lo mismo. Y se fue lejo y vino a todo correr y pegó con la cabeza. Se partió la cabeza y cayó muerto. Y ahí agarró el carnero al tigre muerto y lo alzó al hombro. Lo llevó y le dijo al compadre:

-Aquí hay que comer.

Y se asustó el tigre. Lo vido y dijo:

-¡Caramba, viene llegando con un compañero muerto!

Y ahí quedaron. Uno se tenía miedo del otro. Y de noche se rondaban los dos. Los dos se tenían miedo de má131.

Después el carnero hizo el girao132 arriba de la casa para dormir, para 'tar más seguro. Y una noche soñó el carnero, y se movió de más, y se cayó un redepente133 al suelo.

El tigre vio que se cayó algo y oyó el ruido. Se asustó grande y salió disparando. El carnero aprovechó y lo corrió también. Así el carnero se salvó del tigre que lo quería comer y quedó dueño de la casa.

Verísimo Silva, 58 años. Santo Tomé. Corrientes, 1952.

Campesino de la región. Muy buen narrador.

Al cuento tradicional se ha agregado el motivo de los animales que hacen caer frutas de un árbol, que es un cuento independiente.



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639. El tigre y el chivo

ENTRE RÍOS

El tigre sale a rodar mundo con el chivo. El chivo es una presa del tigre... El chivo, claro, sale a rodar mundo con el tigre, pero con miedo ¿no?

Por áhi se quedan en un lugar, se acomodan.

Entonce el tigre carnea y le trae carne al chivo, pero el chivo no come. Hace que come, de miedo, y entonces pastea y está áhi.

Bueno... Se termina la carne y le toca carniar al chivo. El chivo sale y el tigre se queda esperando.

Cuando el chivo anda por áhi encuentra una oveja muerta y se la trae en las guampas, y le dice:

-Tome, coma compañero.

-No, no voy a poder comer porque esto 'tá crudo -le dice.

Entonce le dice el chivo:

-Espere, compañero dice, le voy hacer leña.

Y halla un paraíso hueco. Y entonce el chivo le pega una topada, le pega dos topadas a ese paraíso grande, hueco y entonce hace mucha estilla de viruta de leña ¿no?

Entonce le dice:

-Áhi tiene, compañero, haga fuego también.

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Entonce es adonde el tigre lo empieza a respetar, ¿no? Después, se dentran a separar otra vez porque uno viene a ser presa del otro y entonce de miedo se separan áhi cuando el tigre ve que el chivo ha podido escaparselé de sus manos, se separa de él. Ve que tiene mucha fuerza y tiene miedo que lo mate.

Edmundo Raúl Baldengo, 56 años. Estancia La Virgen del Desierto. Lucas Norte. Villaguay. Entre Ríos, 1970.



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640a. El mono y el carnero

Versión en guaraní134


CORRIENTES

Oicó ndayé un mono jha un carnero tuyá, jhá oye'ói jhicuáy ca'á bîre, jha upéi jhé'í iñîrúpe:

-Yapîtá yajhecá ya'ú arä.

El carnero opîtá oyatapî jha el mono catú ojhó ojhecá hoja, jha oyujhú un yaguareté pocué jha ogüerú omoï tatápe; jha upépe oguäjhé chupecuéra un yaguareté viejo colí jha oporandú mba'épa oyapó jhicuáy, jha jhé'í chupé el mono:

-Ropîtá royapó un asadito.

Oma'é el yaguareté tatápe jha ojhechá jhapichá pocué, jha okîjhîyé demá. Porque ojhechá que el carnero jhobá rasî. Osënte el yaguareté jha ojhó. Jha upéi jhé'í el mono iñîrúpe:

-Ya yupí îbaté porque agä oúbaerá ñandébe.

Jha upéi el mono oñejha'ä oyupí iñîrúpe porque el carnero ndicatúi oyupí, jha upéy jhasîpe oyupí un ramazón ári jha el mono oyupí alto, cogollo pe; jha upéi enseguídante oúma tres yaguareté viejo; oyeré tataipîre jha opoí uno gramido, jha el ovechá tuyá okîjhîyé demá, jha upéi sapîante jho'á ipîtépe cuera, jha amó ibatégui el mono o sapucái iñîrúpe:

  —243→  

-El colí viejo péa co che îrú, aníque pe'u.

Jha sobre upéa osë odispará los yaguareté oirno'á ogüeyî chupecuéra el carnero, mediante el mono, o salvá iñîrupe.

César Aguirre, 20 años. Colonia Madariaga. San Miguel. Corrientes, 1950.

El narrador, originario de la región, ha cursado los grados de la escuela primaria. Es bilingüe como todos los correntinos de esta región. Escribe cuidadosamente el texto guaraní.

Leído y corregido por la licenciada Carmen Vavá.



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640b. El mono y el carnero

Versión en español


CORRIENTES

Habían andado un mono y un carnero viejo. Y habían estado yendo por un monte. Y depué le dijo al compañero:

-Vamo a quedar a buscar qué comer.

Y el carnero quedó a hacer fuego. Y el mono fue en busca de hoja. Y encontró una mano de yaguareté. Y trajo a poner en el fuego. Y al poner en el fuego le llegaron un yaguareté viejo, colí135. Le preguntó si qué estaban haciendo. Y le dijo el mono:

-Quedamo a hacer un asadito.

Y entonce miró al fuego el yaguareté y vio la mano del yaguareté muerto y tuvo miedo de má y también porque vio al carnero muy serio. Salió no má y se fue el yaguareté.

Entonce le dijo el mono al compañero:

-Vamo a subir arriba porque ahora van a venir a nosotro.

Y despué el mono procuró a subir y alzar al compañero, porque el carnero no puede subir. Y despué, apena lo alzó en un árbol lleno de rama. Y el mono subió en un árbol alto, allá, en la corona, y al rato llegaron tres yaguareté viejo. Dieron   —245→   vuelta por el fogón y dio unos gramido136. Y el carnero tenía mucho miedo. Y al mismo tiempo, ¡zá! se cayó al suelo en medio de entre ello. Entonce, de allá arriba, le dio un grito el mono, al colí viejo, y le dijo:

-El colí viejo, ése es mi compañero. No lo vayan a comer.

Y salieron a disparar los yaguareté creyendo que se iba a bajar a ello el carnero. Mediante eso el mono salvó al compañero.

César Aguirre, 20 años. Colonia Madariaga. San Miguel. Corrientes, 1950.

El narrador traduce el texto guaraní por escrito, al español hablado en la región. La traducción abunda en errores ortográficos y figuran algunas eses y eres finales que no pronuncia.



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ArribaAbajoNota

Nuestros cuentos de Los animales se temen contienen elementos que los relacionan con los de Los animales viajeros y los de El viejo y los animales visitantes. Sus motivos fundamentales son:

A. El chivo o el carnero tiene que tratar con el tigre como socio o como compañero. En una variante el zorro se enfrenta con el tigre.

B. Ambos se temen. Las circunstancias ayudan al débil a aparentar fortaleza ante el tigre que huye.

A los tres temas damos la difusión geográfica en el mapa que corresponde a los animales viajeros.





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ArribaAbajoEl convite

El zorro, la cigüeña y otros animales


17 versiones y variantes


Cuentos del 641 al 657


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641. El convite del zorro y la chuña

SALTA

Diz que si habían hecho compagres el zorro y la chuña. Y el zorro se quería burlar de la chuña137, y la envitó a su casa. Al otro día ha llegado la chuña y el zorro li ha servido miel, que le gusta mucho a la chuña. Y este pícaro li ha servido en una piegra lisa y li ha dicho:

-Sirvasé, comagrita, sirvasé.

Y áhi la ha jodíu, porque la chuña picaba y picaba y nu alzaba nada. Y el zorro con la lengua lambía la piegra y si ha comíu toda la miel.

Pal siguiente domingo ha hecho el convite la chuña. Y ha llegáu el zorro. Y áhi la chuña li ha servíu tulpo138, qui al zorro le gusta mucho, en un yuro139. Y li ha dicho que se sirva por varias veces, pero el zorro lambía no más la boca 'el yuro y no sacaba nada. La chuña metía el pico y comía a su gusto. Y así lu ha comíu sola al tulpo. Y así si ha vengau del zorro, que al fin si ha despedido de la comagre y si ha ido.

Manuel Iseas, 90 años. Las Chacras. Las Víboras. Anta. Salta, 1952.



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642. El convite de la chuña

JUJUY

Resulta de que, un día, el zorro resuelve invitarla a la chuña a almorzar a su casa. Le dice:

-Mire, comadre, yo he hecho una mazamorra140 rica. La invito para que vaya a comer.

-Bueno, como no, compadre. Sí voy a ir.

Efectivamente, llegó la hora del almuerzo y se fue la chuña a comer a la casa del zorro. Y el zorro había preparado una piedra grande, enorme. Y cuando llegó la chuña le dice:

-Bueno, comadre -dice-, ya voy a servir la comida.

Agarró la olla y la vació en la piedra. Y claro, la pobre chuña comía de uno en uno los granitos. Y el zorro, de dos lengüetazos que le pasó a la piedra, la dejó vacía. Y la pobre chuña se quedó con hambre. Ya no había más caso porque ya si había terminau todo.

Y dice:

-Bueno, ya me voy a vengar yo de esta sinvergüenza, lo que me ha hecho. Así mi ha venido hacer pasar hambre -dice-. Ya lo voy a invitar, yo también.

Pasó el tiempo, y un día lo encuentra al zorro y le dice:

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-Compadre -dice-, yo lo invito a comer una mazamorra a mi casa, ahora. Yo también le voy a demostrar que la sé hacer bastante bien -dice-, si no es mejor que usté todavía.

-Cómo no, comadre -dice-, sí voy a ir.

Entonce la chuña preparó la mazamorra en unos yuros, con el pico bien altito. Y ella comía bien, áhi. Sacaba los granos y el pobre zorro, nada. Metía el hocico y la lengua y no podía. Sorbía la mazamorra y no salía. Y en una de esas había sacado la lengua tan grande que se le había hecho como ventosa, y el yuyo áhi se le ha pegado en la boca, y ha salíu el zorro dando de alaridos. Por eso dice que la boca la tiene tan grande, porque no se podía tragar el yuro.

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.



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643. El zorro y la chuña

JUJUY

Una vez que el zorro s' hizo compadre de la chuña bautizando un cachorrito del zorro. Y la invitó a un banquete su compadre zorro, un domingo. Y el zorro preparó muchos platos, pero en platos playos141. Entonce el zorro le dice:

-Sirvasé, comadre Chuña.

Y el zorro comenzó a comer lamiendo con su lengua. Y la chuña clavaba el pico y no levantaba nada. Y entonce viendo la chuña la burla que li había hecho su compadre, ella también lu invita a su casa el próximo domingo. Le sirvió la comida en una botijita de barro de cuello largo. Y no podía comer nada el zorro. Y la chuña con su pico se come toda la comida preparada.

Así, por más vivo y astuto que se cré un ser, hay otro que lo puede reventar.

Carlota Aparicio de Colombo, 75 años. Tilcara. Jujuy, 1953.



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644. El convite del zorro y la chuña

CATAMARCA

Dice que el zorro se hizo compadre de la chuña. Dice que la invitó a su casa, dice, a comer una mazamorra.

Llegó, dice, la chuña, a la casa del zorro. El zorro echó, dice, una olla de mazamorra sobre una gran piedra laja y le dice:

-Sirvasé, comadrita, sirvasé.

La chuña, dice, picaba en la piedra y apenas podía, dice, alzar algún granito. El zorro, dice, comía y comía y se puso panzón. La chuña, dice, se dio cuenta de la burla del zorro, dice. Con el pico muy dolorido, dice, se despidió y se fue.

A los pocos días, dice, la chuña lo invitó al compadre zorro a comer miel. Al zorro le gusta mucho la miel.

Llegó el zorro, dice, y la chuña trajo un frasco, dice, de pico largo, que había antes. Entonces la chuña, le dice al zorro:

-Sirvasé, compadre, sirvasé.

La chuña, dice, metía el pico y comía la miel que quería.

El zorro, dice, no podía comer nada. Daba vuelta y vuelta y sólo podía lamber, dice, en el cogote del frasco, alguna chorriadita de la miel que sacaba la chuña. Se cansó, dice, de dar vueltas y como vio la venganza de la chuña, dice, muy avergonzado se despidió y se fue.

Perfecto Bazán, 46 años. Belén. Catamarca, 1968.



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645. La garza y la zorra

El convite


SAN JUAN

Doña Garza142 la había envitado a la comadre Juana a un banquete en su casa. La noche del festín, doña Garza preparó mazamorra, pero la puso en una botija cuello largo y angosto, de manera que la zorra no podía sacar ni un granito. La garza le decía a la zorra:

-Sirvasé, comadre Juana. La mazamorra mi ha salido riquísima. Sirvasé sin cumplimiento. Sirvasé.

Y como una farsa la envitaba, mientras ella comía y comía. La zorra lambía la botija y se li hacía agua la boca, pero sólo sentía el olor de la mazamorra que 'taba muy rica.

La cuma143 Juana se despide muy agradecida de su comadre y la envita a comer, a la noche siguiente a su casa. Pero esta vez la zorra no jue zonza y se vengó de su cuma. También le sirvió mazamorra, pero la hizo muy jugosa y con los granos muy deshechos, y se la sirvió en una juente bien plana y ancha. Esta vez la qui hacía postura pa comer era la cuma garza, que no conseguía alzar nada, ni un granito con su pico largo. Esto causó un gran dijusto de la cuma, y la garza sin despedirse de la dueña de casa, levantó el vuelo y se jue, jurando vengarse.

Arcelio Contreras, 63 años. Villa Iglesia. Iglesia. San Juan, 1951.

Campesino rústico. Buen narrador.

En este cuento se cambia el orden del papel de los personajes.



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646. La zorra y el choique el convite

MENDOZA

La zorra quería comer al choique144 y no sabía cómo cazarseló. Y se juntaron un día en el campo. Y se hicieron compadres. Y lo convidó la zorra a una comilona145 en su casa. Y vino a la comida el choique.

La zorra lo esperó al choique con presas de gallina y mazamorra di harina.

Y llegó el compadre choique. Y puso las presas de gallina y echó la mazamorra di harina en una piedra. La comadre comía las presas de gallina y al compadre le dijo que comiera la mazamorra di harina. Y el compadre picaba y no podía comer nada. Y el choique 'taba muerto di hambre y se cansó tanto de picar en la piedra, que le dio sueño.

Entonce le dice la zorra:

-Duerma, compadre, un ratito, así descansa. Después vamos a comer otras cositas.

Y se quedó dormido el compadre choique.

Y entonce la comadre zorra llamó a todos sus parientes y lo rodearon al choique dormido. Y lo cazaron en ese momento y se lo comió al compadre, con sus parientes.

Filomena Flores de Pérez, 58 años. Uspallata. Las Heras. Mendoza, 1959.

Lugareña semiculta. Buena narradora.

Variante del cuento tradicional; la invitación es una treta para comerlo al avestruz.



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647. La bandurria y el zorro

SAN LUIS

La bandurria y el zorro que eran compadres. Una vez que le dijo el zorro:

-Comadre -que le dice-, vaya mañana, la voy invitá con una miel ¡rica!...

Bueno, fue.

Entonce agarró el zorro, tenía una piedra laja, grande, y volcó un poco de miel.

-Sirvasé, comadre.

Qué iba podé comé la pobre bandurria, tiene el pico largo. No podía alzá. Se saboriaba no más. Y él con la lengua, limpió la piedra.

-¡Tá muy linda! -que le dice la bandurria-, su miel. Me parece que la que tengo yo es más linda. Vaya mañana.

Puso la botea146 a la mitada147 de miel y le dijo:

-¡Sirvasé!, compadre.

Y ella metía el pico, la bandurria, y sacaba lleno 'e miel. Y el zorro se saboriaba y lambía la botea y no comía nada. Así que se la pagó.

Julián Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.



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648. La zorra y la bandurria

SAN LUIS

Una vez que la invitó la zorra a la bandurria148 a una fiesta. Y la zorra lo que hizo, fechó la comida en una piedra laja, que se volcaba toda. La zorra lambía y comía hasta hartarse, ¡pucha!, pero la bandurria no podía alzar ni un bocau.

Y entonce, después de unos días, la bandurria le hizo otro convite a la zorra. Hizo la comida, y pa que se joda la zorra, fechó en un porongo149 bien grande y de boca chiquita y angosta. Y así, cuando jue a comer la zorra, no podía sacar nada. Lambía por la oría150 del pico del porongo, no más. Entretanto la bandurria se comió toda la comida, hasta quedar panzona.

Prefiterio Heredia, 54 años. Las Cañas. San Francisco. San Luis, 1939.



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649. La bandurria y la zorra

SAN LUIS

La bandurria con la zorra que se habían hecho comadres. Entonce la envitó la comadre zorra, un domingo. Que iban a tener un gran almuerzo.

Un potaje que preparó la zorra jue un poco de leche espesada151. La sirvió en una piedra laja. Entonce, ¿qué hacía la bandurria? La bandurria tiene un pico como de medio metro de largo. Así que ella no podía comer nada sobre de aquella piedra laja, y se le mochaba el pico, tanto picotiar. Ella hacía el aparato no más, pero no podía comer nada. Así que el potaje lo comía la comadre zorra no más, porque ella iba lengüetiando no más.

Entonce, como la comadre bandurria quedó medio adolorida de la invitación, como le había servido la comida, ella quiso devolverle la mano y la envitó para el domingo siguiente. Y quedó la zorra muy comprometida de ir a la envitación.

Entonce la bandurria hizo la misma comida, leche espesada, y la sirvió en un porongo. Un porongo grande, que tenía, con pico largo. Y ya la envitó que se sirviera. La zorra no sabía cómo hacer para comer y lo lambía por los lados y daba güelta alrededor del porongo. Y la bandurria, como era de pico largo, lo devoró todo. ¡Que jue una güelta 'e mano, no más!...

Santos Gil, 72 años. Buena Esperanza. Gobernador Vicente Dupuy. San Luis, 1951.



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650. La bandurria y el zorro

SAN LUIS

Resulta que el zorro la invitó a la bandurria a una comilona. Que se trataba de comer una botea di arrope. Y le servió el arrope en una piedra laja de modo que él pudo comer perfectamente y la bandurria no podía.

Y después la bandurria se tuvo que vengar. Y le sirvió el arrope en una botea152, de modo que la bandurria pudo comer y el zorro no podía. Así que él 'tuvo lambiendo la botea no más por las orías y no comió nada. Se vengó con eso la bandurria.

Dídimo Arias, 60 años. Cumbre de los Comechingones. Puesto La Rubia. Chacabuco. San Luis, 1968.

Modesto ganadero de estas altiplanicies. Escasamente sabe leer y escribir, pero es inteligente. Conserva las costumbres patriarcales de los viejos criollos de la Provincia. Es un buen trenzador.



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651. La chuña y el zorro

CÓRDOBA

Eran compagres la chuña con el zorro.

Y el zorro la invitó a la comagre chuña a comer un potaje en su casa, una vez.

Que a la chuña le gusta mucho el arrope153. Y va el zorro, y le pone el arrope en una piegra lisa. Y que le dice:

-¡Venga, comagre! ¡Sirvasé! ¡Sirvasé!

Y va la chuña a comer y no podía alzar nada. Que picaba, picaba, y ¡nada! Y que le dolía el pico. Y picaba, picaba. Y ya cuando se ha lastimau el pico, que sale y dice:

-¡Qué, mi compagre, que me ha hecho quebrar el pico!

Y el zorro comía lo más lindo. Se acabó el arrope. Y la chuña salió meciendo la cabeza con el pico roto. Que le dolía mucho.

Al tiempo, que lo ha envitau la chuña al compagre zorro. Que le ha dicho que le iba a servir una cosa que a él le gusta mucho. Y que se ha ido el zorro a la casa de la comagre chuña. Y que va y que le pone una botea de miel sobre una piegra. Y que le dice:

-¡Venga, compagre! ¡Sírvase! ¡Sírvase!

¡Y qué iba a servirse! Que la lambía no más a la botea por el pico, por todos lados, y ¡nada! Y la chuña metía el pico y sacaba y comía.

Yasí se la pagó al compagre zorro. Es ardiloso el zorro, pero jue más ardilosa la chuña.

Susana O. de Romero, 76 años. Alta Córdoba. Capital. Córdoba, 1952.

Mujer de pueblo, rústica. Buena narradora.



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652. El zorro y la cigüeña

ENTRE RÍOS (Delta del Paraná)

El tigre nunca pudo con el zorro. De un modo, de una jorma154 u otra suerte, se le escapaba siempre cuando lo engromaba155, pero otros animales lo engromaban al zorro.

Una güelta156, el zorro la envitó a la cigüeña157 a comer y le sirvió la comida en un sartén. Y claro, el zorro comió todo y la cigüeña picaba y no sacaba nada.

Otra güelta, la cigüeña lo envitó al zorro. En un frasco puso aceitunas. La cigüeña es de pico largo, y claro, metía el pico en el frasco y sacaba las aceitunas. Ella comió todo y el zorro se desesperaba por comer y no podía. Y claro, lo engromó al zorro. Y en esa jorma se desquitó ella.

Alejandro Basaldúa, 56 años. Brazo Largo. Delta del Paraná. Entre Ríos, 1952.

Isleño muy rústico. Pescador y cazador. Analfabeto.



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653. El zorro y la cigüeña

ENTRE RÍOS

Éste era un zorro que envitó a la cigüeña para un gran banquete al otro día. Al otro día vino la cigüeña y el zorro pícaro si había alzáu un montón de garras158 secas y duras. Bueno... Cuando vino la cigüeña él trajo las garras a la mesa y las puso y le dijo:

-¡Sirvasé doña Cigüeña!

Y el zorro masticaba y comía las garras muy gustoso y la pobre cigüeña como no tiene dientes como pa masticá no hacía más que mirar y probar algunos requechitos159 que de la boca del zorro caían. Bueno... Después de haber terminado el banquete la cigüeña se iba ir, entonce le preguntó el zorro:

-¿Le gustó, doña Cigüeña? ¿'Taba rica la comida?

-Sí, sí, dijo la cigüeña -ni aunque d' esto ella ni había comido.

Y entonce le dijo al zorro:

-Bueno, don Juan Zorro, usté queda envitado para el domingo en mi casa. Vamo a hacer un mediodía.

Y entonce la cigüeña se jue por áhi y se consiguió do botella de miel. Y entonce llegó el domingo y vino el zorro. Y entonce   —263→   la cigüeña lo envitó que juese a la mesa. Y entonce puso la do botella de miel. Y le decía al zorro:

-¡Sirvasé, don Juan! ¡Sirvasé!

-Sí, sí -decía el zorro y miraba no más.

Y la cigüeña comía muy cómoda. Como tiene pico largo, metía el pico en la botella y comía. Y el zorro que nu hacía má que lamber alguna gotas que caían del pico 'e la cigüeña. Y bueno, despué de terminada la comida, el zorro se despidió de la cigüeña. Y la cigüeña le preguntó:

-¿Qué tal le pareció la comida de la fiesta?

-¡Linda! ¡Linda! ¡Todo, todo muy lindo!

Y anque el zorro no había comido nada.

Y entonce el zorro se fue de cabeza muy gacha. Vio que la cigüeña era un desquite que hacía.

Dora Passarella, 28 años. Villaguay. Entre Ríos, 1957.



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654. El zorro y la cigüeña

BUENOS AIRES

El zorro invitó a la amiga cigüeña a comer a su casa. Le preguntó qué comida deseaba comer. La cigüeña le dijo que le gustaba mucho la mazamorra. El zorro preparó una mazamorra muy deshecha, casi toda era jugo.

Llegó la cigüeña y le sirvió la comida en una piedra lisa. Él comía a más y mejor, pero la cigüeña sólo pudo levantar dos o tres granitos de mazamorra.

Después lo invitó la cigüeña. Preparó también una rica mazamorra. Y la sirvió en una botella.

La cigüeña comió hasta llenarse y el pobre zorro miraba, y de vez en cuando pasaba la lengua por donde se corría algún poquito de jugo, al sacar la comida la cigüeña.

En esa forma quedaron a mano y ninguno dijo nada.

Silvano Arístides Hernández, 61 años. Mar del Plata. Buenos Aires, 1958.

El narrador es Director de Escuela. Oyó este cuento desde niño a campesinos de la Provincia.



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655. El zorro y la cigüeña

BUENOS AIRES

Un día la envitó el zorro a la cigüeña a comer a su casa. El zorro hizo una especie de tortilla en un sartén grande, muy finita y deshecha. Entonce el zorro le decía:

-¡Sirvasé, comadre! ¡Sirvasé, comadre!

La cigüeña picaba con su pico largo y no levantaba nada. Pero el zorro, con la lengua y el hocico levantaba y comía bien. Después, claro, se separaron. Terminaron el almuerzo y cada cual se jue a su casa. Claro, el único qui había comido era el zorro.

Un día la cigüeña lo invitó al zorro a comer a su casa. Entonce preparó mazamorra con leche, de comida, y la puso adentro de una botella, y la sirvió así. Entoncé la cigüeña le decía al zorro:

-¡Sirvasé, compadre! ¡Sirvasé, compadre!

Y el zorro quería comer y no podía. Y lambía el pico de la botella y no podía comer. Y la cigüeña, como tiene el pico largo, metía el pico y sacaba y comía. Y así se vengó del zorro.

Antonino Tieri, 72 años. Azul. Buenos Aires, 1969.

El narrador, nativo de Azul, ha sido resero y puestero y conoce todos los trabajos del campo. Oyó el cuento en los fogones de reseros.



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656. El zorro y la chuña

NEUQUÉN

El zorro la invitó a la chuña160 para su cumpleaño, para una comida. El señor zorro la invitó con un manjar, una rica mazamorra161, y la sirvió en un plato playo162. Y claro, como la chuña es de pico largo y la mazamorra tenía mucho jugo, era toda como jugo, no podía comer. El zorro se servía solo el plato. Comió toda la mazamorra.

Al día siguiente lo invitó la chuña al zorro, que era el cumpliaño de ella. Le sirvió la comida en una vasija de cuello angosto, que ella podía meter el pico y comer. El zorro, como no podía comer nada, se conformaba con lamber la vasija de por fuera. Visto eso, el zorro quiso comer a la comadre chuña y le tiró unos agarrones a la comadre. Entonce la comadre, al ver las intenciones del compadre, que la quería comer, tomó el vuelo y se subió arriba di un árbol.

El zorro la convencía a la comadre que baje, que él hacía bromas no más, pero la comadre le tenía miedo.

Estando la chuña arriba del árbol, divisó que venía un campero con cinco perros, y comenzó a contar:

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco...

Y el zorro le pregunta:

-¿Qué cuenta, comadre?

-Cuento los deditos de la pata.

Y volvía a contar la chuña:

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco...

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-¿Qué cuenta, comadre? -le decía el zorro que 'taba sospechando de la comadre.

-Cuento las uñitas de la pata -decía la chuña.

Así lo tuvo entreteniendo la chuña al zorro. En eso, cuando quiso acordar el zorro, se vio encerrado por los perros y lo mataron, y se salvó la chuña. Al zorro lo embromó la chuña por la mala intención.

Sabino Cárdenas, 65 años. Junín de los Andes. Huiliches. Neuquén, 1960.

Ganadero. Buen narrador. Oyó el cuento a peones del campo.

Al cuento tradicional se agrega el motivo del zorro que quiere cazar por engaño a un ave.



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657. El zorro y la bandurria

RÍO NEGRO

El zorro y la bandurria eran compadres.

Un día, el zorro la invitó a almorzar a su casa, a la bandurria. Cuando llegó a la casa, le pone el zorro en un plato una sopa de arroz, espesa. La bandurria quería comer, le gustaba, le gustaba mucho, pero con el pico largo que tiene no podía alzar nada. Y resulta que el zorro comía, debe, y comía y comía, y se comió todo. Al fin al cabo se comió toda la comida él. Y el pajarraco los pisotones y no podía comer. Y no comió nada.

Entonce al otro día se quiso vengar. Lo invitó la bandurria a comer al zorro. El zorro se encontró que la bandurria le sirvió la comida en una botella.

-Bueno, sírvase, compadre -le dice.

El zorro quería comer y no podía. Le buscaba por todos lados, pero no había caso. La bandurria entraba el pico y comía. El caso es que comió toda la comida y el zorro se quedó lambiendo porque no podía comer. Y entonce le dice la bandurria:

-Qué le parece, compadre, quedamos a mano, ¿no?

Carmelo Crespo, 68 años. Villa Llanquín. Pilcaniyeu. Río Negro, 1971.

Peón de campo. Buen narrador.



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Nuestras 17 versiones del cuento que llamamos El convite conservan los motivos fundamentales de la antigua y difundida fábula esópica de la invitación del zorro a una ave a comer en forma que no puede hacerlo, y de la venganza del ave colocándolo al zorro en aprieto semejante. Las aves de nuestros cuentos son, además de la cigüeña, la chuña, la garza y la bandurria. En la variante de La zorra y el choique, los parientes de la zorra rodean al avestruz dormido, lo matan y lo comen. La fábula literaria se enseña en las escuelas, pero el cuento tiene gran difusión en la tradición oral con características regionales.





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