Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —576→  
935. El Chiquín y el gigante

LA RIOJA

Había, en un lejano país cuyo nombre no recuerdo, un rey que quería hacer casar a su hija con el caballero más valiente. Varios intentaron, pero ninguno consiguió la prenda.

Una viejecita tenía un hijo que era muy vivo. Le decían Chiquín porque era un chico muy ardiloso. Un día se enteró de lo que había hecho decir el Rey y le dijo a la madre:

-Mama, yo güir263 pa verlo al Rey y decirle que me quero casar con su hija.

Entonce la madre le dijo:

-Pero, m'hijo, sos muy chico pa casarte, el Rey no te va acetar.

-No mama, dejemé que yo güir. Ya va a ver lo que guá hacer264.

Se fue el chico al palacio y pidió permiso para hablarlo al Rey. Le dijo al Rey sus intenciones. El Rey lo puso a prueba. Le dijo:

  —577→  

-Lo primero que tenís qui hacer es matar a un tigre que amenaza la ciudá.

El Chiquín le pidió al Rey un lazo y un cuchillo, y se fue.

Se escondió detrás de una piedra muy grande, esperando, como de costumbre, que el animal vaya al río a tomar agua. El tigre había olfatiado carne humana y daba fuertes rugidos. Cuando iba a una distancia más o menos prudente, le tiró el cuchillo y se lo clavó en el cuello. El tigre se dio vuelta tan rápido que dio con la cabeza en una piedra, y quedó sin moverse.

Al otro día volvió el Chiquín. Comprobó que estaba muerto. Le cortó la cabeza y se la llevó al Rey. El Rey si alegró muchísimo, y le hizo fiestas al Chiquín.

Pasaron unos días y el Rey le volvió a decir:

-Falta una prueba más. Es la de robar el loro adivino que tiene un gigante, que vive muy lejos.

El Chiquín preparó el viaje y se fue. Cuando fue llegando, el loro decía:

-¡Ya viene el Chiquín a robarme a mí! ¡Ya viene el Chiquín a robarme a mí!

El gigante salió a ver y no vio nada, porque el Chiquín se escondió. Creyendo que el loro mentía se acostó a dormir.

Entró el Chiquín. El loro gritaba:

-¡Ya viene el Chiquín! ¡Ya viene el Chiquín!

El Chiquín le decía:

-Callate, lorito, tomá pan con vino añejo.

En eso llegó el gigante y lo encontró al Chiquín. Lo pilló y lo ató en un palo. Preparó un tacho con agua hervida para cocinarlo. Le encargó a la giganta que lo cocine para que lo coman, y él se fue a buscar a los amigos para que vengan a comer con ellos.

  —578→  

La giganta se puso a hachar leña para hacer fuego y calentar el tacho con agua.

El Chiquín, que era muy pícaro, le dijo a la giganta engañandolá, que le desate una mano para ayudarle a partir la leña. Después la otra, y así... hasta que lo desató entero. Entonce le hachó la leña y le ayudó a calentar el tacho con agua. Ya 'taba hirviendo el agua y el Chiquín le pregunta:

-¿Dónde me van a echar a mí?

-Áhi -dijo la giganta y se agachó a señalar el tacho con agua hirviendo.

Aprovechó entonce el Chiquín esta oportunidá, le dio un empujón a la giganta y la hizo cair adentro del tacho. Le cortó el pelo, la ató a un palo y la puso en la cama. Robó el loro y se fue al palacio. Lo recibieron con grandes fiestas y toques de campanas.

Al volver el gigante se enojó muchísimo con lo que hizo el Chiquín.

El Rey le dio la última prueba: tenía que robar al gigante.

Preparó nuevamente el viaje. Como el gigante no tenía su loro adivino, no supo nada de lo que iba a pasar.

Llegó el Chiquín a la casa del gigante, y lo tomó de sorpresa. Lo enlazó al gigante y lo llevó a la embarcación en la que había venido, y lo encerró en una pieza de hierro construida especialmente para llevarlo al gigante.

Llegó al palacio el Chiquín con el gigante. Áhi lo recibieron con grandes fiestas, banquetes, celebrandosé al mismo tiempo la boda con la hija del Rey.


Y dentré por un zapatito roto,
pa que usté me cuente otro.



Ignacia Páez, 60 años. El Tajamar. Capital. La Rioja, 1950.

La narradora, nativa del lugar, es semiculta.



  —579→  
936. El Chiquillo

LA RIOJA

Había una vez una viejita y un viejo que tenían tres hijos y eran muy pobres.

Cierto día no tenían qué comer. Viene el hijo mayor y les dice:

-Madre y padre, echemén la bendición que voy a rodar tierras.

Luego viene el del medio:

-Padre y madre, echemén la bendición que voy con mi hermano.

Los viejitos le dicen:

-¡Qué te vas a ir! ¡Nos van a dejar solos!

Entonces él les dice:

-Me echen o no me echen la bendición, yo me voy con mi hermano.

Pasaron varios meses y no volvían. Entonces el shulco pensó lo mismo que los otros hermanos y les dice a sus padres:

-Padre y madre, echemén la bendición que voy a rodar tierras con mis hermanos.

  —580→  

Y los viejitos se enojaron mucho, pero al fin le dieron la bendición, y se fue.

Caminó varios días hasta que alcanzó a sus hermanos. Éstos al verlo se indignaron y le dijieron que se quede, que no los siga. Pensaron echarlo dentro del primer pozo que haiga, si los seguía.

El chico se quedó llorando hasta que se perdieron de vista y recién continuó su camino.

En el camino se le aparece una viejita. Él le dice:

-¿Qué anda haciendo, mama vieja?

-Aquí andamos, hijo; ¿por qué te vas? Tus hermanos van pensando en echarte en un pozo para que te mueras.

-Voy, mama vieja, en busca de alimento para mis viejos, que mueren ya de hambre.

-Ve -que le dice-, cuando tus hermanos te tiren adentro del pozo, vos tomás un pelito del conejito que se te aparecerá y él te va a salvar. Si no te llegás a escapar, morirás augado. Bueno, vaya m'hijo y tenga mucho cuidado.

Anduvo largo rato hasta que dio alcance, otra vez, a sus hermanos.

-¡Velo al sinvergüenza que se ha veníu! ¿No te hemos dicho que no nos sigás? Ahora te vamos a matar -le dijieron.

Lo llevaron a un pozo y lo echaron allí, y siguieron muy contentos su camino.

El shulco ya se iba augando, y apareció un conejito.

-Ve, tomate de un pelito mío, y te salvarás -le dijo, y así fue.

-¿Ahora, querís que te lleve conmigo? -le dijo al conejito. Lo levantó y lo besó.

  —581→  

-No -le dice el conejito-, se me cumple la licencia -y desapareció.

Muy triste el shulco sigue su camino. En el camino encuentra una viuda. Que le dice:

-¿Quí andás haciendo por acá, hijo? Tus hermanos van muy cerca, y van pensando en que si te salvás te harán otra picardía. Te tirarán dentro de un río que está pantano, y áhi te morirás de frío. Bueno, seguí, yo te voy a ayudar -y desapareció.

No caminó dos pasos y volió a ver a sus hermanos, quienes se lanzaron sobre él como perros bravos y lo alzaron y lo echaron al río, y sigues camino.

El shulco comenzó a llorar y gritar inútilmente porque sus hermanos no se sienten por él. Y en eso aparece una chiquita. Le da su mano, él la toma, y desaparece el pantano y la chiquita. Él da las gracias sin ver a nadies y continúa su camino.

Sus hermanos llegan a la ciudá. Llegan primero a la casa de una viejita y le dicen:

-Oiga, señora, ¿no sabe de alguien que necesite algún pión?

Y la viejita les dice:

-Sí, hijos, áhi en la casa del Rey, y creo que anda en busca de hombres que trabajen en el jardín.

Se arriman a la casa del Rey, golpian las manos y sale la sirvienta quien les pregunta, si qué desean. Éstos le contestan que van en busca del Rey para que les dé trabajo.

El Rey los hace pasar y los manda a trabajarle el jardín. Muy contentos le arreglan en la mejor forma el jardín.

El shulco, mientras tanto, había llegado ya a la casa de la viejita. Al verla le dice:

  —582→  

-¿Que hace, mama vieja? ¿Cómo le va?

Y la viejita le responde:

-Y usté, m'hijito, ¿qué anda haciendo?

-Ando en busca de trabajo, mama vieja -le dice.

-Ve, hijito, el Rey necesita un ayudante en sus trabajos. Andá y hablá con él.

Llega con miedo a la casa del Rey el chico, y el Rey lo quiere mucho y lo hace su ayudante.

Los hermanos envidiosos están pensando en otra picardía para hacerlo matar.

El Rey lo manda al Chiquillo a ver el trabajo y estos hermanos malos van y lo acusan ante el Rey:

-Mi Rey, este Chiquillo se ha dejau decir que es capaz de trair el loro de siete colores del negro Horcón.

El Chiquillo llora y se niega, pero el Rey le dice:

-Palabra de Rey no puede faltar. Usté irá a trair el loro dentro de tres días.

El Chiquillo sale muy triste y va a la casa de la viejita y le cuenta:

-¡Ay, m'hijo! -dice la viejita-, ese hombre te matará. Áhi nadies llega, pero yo te voy a dar un consejo; tomá, andá, comprá pan y vino y te vas a ir, pero con mucho cuidado. Cuando llegués allí le vas a ofertar al loro vino y pan. Éste, al verte va a gritar. Vos decile que le llevás pan y vino.

El Chiquillo así hizo. En cuanto llegó el Chiquillo, el loro comenzó a gritar:

-Mi amo, aquí anda uno, el Chiquillo.

Se escondió en el corral, y el negro no vio nada. Volvió a arrimarse el Chiquillo. Volvió a gritar el loro, y así varias   —583→   veces, hasta que el negro se enojó con el loro y lo amenazó de matarlo si volvía a gritar.

Entonces el loro dijo:

-No te avisaré nada.

El Chiquillo aprovechó para hacer emborrachar al loro, y se lo llevó. Antes de cruzar el río con agua gritó:

-Mi amo, ya me llevan.

Y salió el negro enojado. Llegó hasta el río, pero no pudo cruzarlo y se volvió. El Chiquillo muy contento llega y se lo entrega al Rey.

Más regalón es todavía del Rey, mientras los hermanos se mueren de envidia y están tramando otra picardía. Vuelven otra vez a acusarlo:

-Mi Rey, que el Chiquillo se ha dejau decir que va ir a trair la colcha de siete campanillas del negro.

El Rey lo llama y le pregunta:

-¿Cierto que te has dejau decir que vas a trair la colcha de siete campanillas del negro?

-No, mi Rey, yo no hi dicho nada.

-Bueno, haigás dicho u no, vas a ir a trairla. Palabra de Rey no puede faltar, si no la trais, plazo de tres días, te vuela la cabeza.

Sale llorando el Chiquillo y va a la casa de la viejita. La viejita al verlo le dice:

-¿Qué te pasa, hijo?

-Que mis hermanos mi han acusado con el Rey. Que li han dicho que m'hi dejan decir que soy capaz de ir a trair la colcha de siete campanillas del negro.

La viejita suspira y le dice:

-¡Ay! ¡Hijo! Difícil que te salvís, pero, te vas a ir, tomá esta pastilla. Cuando vas llegando, como todo está con   —584→   llave, vos vas a tomar esta pastilla. Inmediatamente te vas a convertir en una hormiguita y vas a poder entrar por el ojo de la llave de la puerta. Tirá la colcha y te metís en medio de ella.

Y así hizo. Entró por la cerradura, tiró la colcha y se escondió. El negro se levantó enojado, pero no vio nada. Volvió a tirar. El negro se volvió a levantar, pero tampoco vio nada. Entonce dijo el negro:

-Bueno, éstas son zonceras mías, no me levanto más.

Y así el Chiquillo pudo sacar la colcha. Llegó donde estaba el Rey y se la entregó. El Rey se puso muy contento y lo premió.

Más rabia le tenían los hermanos. Entonces resolvieron acusarlo por última vez.

-De esta vez no se escapa -pensaron.

Se presentan donde está el Rey y le dicen:

-Mi Rey, el Chiquillo se ha dejau decir que va ir a trairlo al negro -y ya lo llamó también el Rey.

-Que no, mi Rey, yo no hi dicho nada.

-Palabra de Rey no puede faltar; usté irá, y si no cumple, plazo de tres días, se le vuela la cabeza.

Llora más desesperadamente el niño y se va a la casa de la viejita. La viejita se pone también muy triste porque es difícil que vuelva, y le dice:

-Ve, hijo, es muy difícil, pero yo le voy a pedir al sacerdote toda la vestimenta y vas a hacer un cajón de dijunto con llave. Vos te vas a ir vestido de cura y le vas a decir que andás por hacer un cajón para las almas buenas, y como él es bueno, vos has pensado en él, primero.

Y así lo hizo.

  —585→  

Una vez que estuvo allí, hizo todo lo que le dijo la viejita. El negro, muy contento, se entró, se midió el cajón y le andaba bien. El Chiquillo le dice:

-A ver, vuelvasé a entrar otra ves, a ver si se echa llave.

Creyó el negro y se entró. Rápido le echa llave el Chiquillo. El negro grita furioso dentro del cajón. El Chiquillo se lo coloca a la espalda y llega adonde está el Rey y se lo tira encima, pegandolé con el cajón y le dio muerte. El Chiquillo queda dueño de todo y a sus hermanos los tiene de piones. Es muy feliz.


Zapatito roto,
que usté me cuente otro.



Agustina Valle, 85 años. Los Palacios. General Lavalle. La Rioja, 1950.

Buena narradora.



  —586→  
937. El Chiquillo

LA RIOJA

Había una vieja y un viejo que tenían tres hijos. Un día dispusieron de ir a buscar trabajo los dos hijos mayores. Y el menor, que lo llamaban Chiquillo, dijo:

-Si van ellos, yo también me voy.

Los padres ni los hermanos no querían que él se vaya. Bueno, quieran o no, él siguió viaje igual. Se despidió de sus padres y se fue por detrás de sus hermanos. Después de caminar una distancia, se dan vuelta para atrás y lo divisan al hermano.

-Allá viene el Chiquillo -dijieron, y siguieron.

Por fin les dio alcance. En cuanto llegó, lo empezaron a retar que se vuelva, que con ellos no iba a ir. Él les rogaba, pero ellos no querían saber nada. Pero él seguía por atrás. Llegaron a donde se separaban unos caminos, y le dijieron:

-Seguí vos éste, nosotros nos vamos por éste.

Él, muy pensativo, siguió, siempre por donde iban ellos. Caminaron hasta que llegaron a la casa de un rey, que tenía tres hijas y áhi se alojaron esa noche, en la casa del Rey Malo, que era brujo.

Después, a la hora de dormir, los hizo acostar a cada uno de los jóvenes, con cada una de sus hijas. Cada una de   —587→   las hijas tenía una gorra con franja de oro que se ponían al dormir. Eso era para que el Rey no se equivoque al intento que él tenía. En seguida esperaba un rato que se duerman todos. El Chiquillo se levantó, le saca la gorra a las niñas y se las puso a sus hermanos, y él hizo igual. Así que, una vez que el Rey se levantó para degollarlos a los jóvenes, se acercó a las camas y les tocaba la cabeza, a ver cual eran sus hijas, para no matarlas, y empezó a cortar cabezas. Las degolló a sus tres hijas, por degollar a los jóvenes, y se fue a su pieza a dormir tranquilo.

Una vez que el Rey se fue a dormir, el Chiquillo se levantó y los despertó a sus hermanos, y les dijo lo que pasaba, y siguieron viaje esa misma noche. Caminaron hasta que llegaron a la casa de otro Rey. Ahí buscaron trabajo y se quedaron. Un día los hermanos mayores, dijieron:

-Lo vamos hacer matar al Chiquillo.

-¿Y de qué forma?

-Le vamos a decir al Rey que él dijo que era capaz de ir a traerle la sobrecama del Rey Malo.

Así lo hicieron. Le dijieron al Rey. Entonces lo llama el Rey al Chiquillo y le dijo:

-¿Es verdad que vos dijiste esto?

-No, mi Rey, nunca dije.

-Bueno, hayás dicho o no, me vas a ir a trair la sobrecama.

Se fue el Chiquillo, llegó a la casa del Rey Malo y esperó que se haga la hora en que se duermen los dueños de casa. Una vez que se durmió el Rey, él se entró a la 'pieza. Empezó a tirarle la sobrecama, del lado que dormía la Reina y lo destapaba al Rey.

-¡Oh!, vieja, no me destapís -le decía, y se tapaba bien el Rey.

Y se quedó quieto para dormir. Al rato, ya le pegaba otro tirón de la sobrecama, el Chiquillo. Tanto embromó, que el Rey dijo a la vieja:

  —588→  

-Dejame dormir, vieja del diablo.

Por fin tanto se enojó el Rey, que se levantó, hizo un rollo la sobrecama y la tiró al patio.

-Ahora sí -se dijo el Chiquillo, y se fue, levantó la sobrecama y se fue muy contento a llevarselá al otro rey. Sus hermanos dijieron:

-Ahora le vamos a decir que es capaz de robarle el loro adivino.

Lo volvió a llamar el Rey y le dijo:

-¿Es cierto que dijiste que sos capaz de trair el loro adivino?

-No, mi Rey.

-Digás o no digás, te vas a ir y me lo traés.

Se fue el Chiquillo pensando cómo hacer para engañarlo al loro. Compró vino y pan para llevarle. Se fue y esperó que se duerma el Rey. Se arrimó a donde estaba el loro y le dijo:

-¿Quieres pan con vino?

-No quiero, yo también tengo -le contestó el loro.

Y le gritaba al Rey:

-Mi amito, aquí anda el Chiquillo por llevarme.

Ya se levantó el Rey a buscarlo al Chiquillo y no lo encontró. Se fue el Rey a dormir.

De un rato, ya le ofreció pan con vino al loro.

-No quiero, yo también tengo. Mi amito, aquí anda el Chiquillo por llevarme.

Volvió el Rey y no lo encontró y le dijo al loro:

-Si me hacís levantar y no lo encuentro al Chiquillo, te voy a cortar la cabeza.

  —589→  

Ya se enojó el loro. Se acerca de nuevo al loro el Chiquillo y le vuelve a ofrecer vino.

-Bueno, dame un chiquito. ¡Ay, que está rico! Dame otro poquito.

Le dio más.

Por fin se ha chupado un poco el loro, y ya lo convidó el Chiquillo. Y dijo, bueno, y se lo alzó al loro y se fue muy contento.

Se levantó el Rey Malo, nada de loro. Se fue a seguirlo al Chiquillo. Lo fue alcanzando y se largó al río.

El Rey le dijo:

-Ah, pícaro, me hiciste matar a mis tres hijas, me llevaste las gorras, la sobrecama y ahora me llevás al loro.

-A llevarte a vos también voy a volver -le contestó el Chiquillo.

Le llevó el loro y se puso muy contento el Rey. El Chiquillo pensaba que ya estaría libre.

Ya le dijieron al Rey que había dicho el Chiquillo que era capaz de llevarlo al Rey también.

-No he dicho, mi Rey -contestó.

-Haya dicho o no, lo vas a trair.

Se fue el Chiquillo. Compró un cajón de muerto muy seguro y con llave, y se disfrazó. Llevaba un carro en el que conducía el cajón. Andaba cerca de la casa del Rey Malo. Había un árbol muy hermoso y ahí se puso a descansar a la siesta. Ya lo vio la negra del Rey, se fue a contarle al Rey, que estaba un negro por hachar el árbol. Se levantó el Rey y se fue a correrlo y en lo que estuvo ahí, vio el cajón y le gustó. Le dijo, si lo tenía para venderlo. Él le contestó que sí, que lo había de vender.

-Bueno -le dice el Rey-, vendemeló.

  —590→  

-Pero primero tiene que probarseló si le es útil -le dice el negro.

Lo bajó al suelo al cajón. Lo revisa el Rey, ve que es lindo y se entra en el cajón, y se acuesta.

-¿Y que le parece? -le dice el negro.

-Está lindo, me queda muy bien.

Con esto, el Chiquillo le echó llave y le dijo:

-A ver, haga fuerza, a ver si es firme.

El Rey lo quería levantar al cajón con la fuerza, pero estaba bien asegurado. Y con esto le dijo el Chiquillo:

-Ahora, sí has visto, que a llevarte a vos también iba a volver. Y lo cargó en el carro. El Rey Malo se moría y volvía a vivir, y le clamaba que lo largue.

Se lo llevó al Rey y él lo quemó.

Al Chiquillo, por sus hazañas, lo felicitó y vio de verdá que los hermanos eran mal intencionados, y los mató. Al Chiquillo lo coronó de Rey y lo hizo casar con su hija y lo dejó en su bienestar.


Y dentré por un portillito
y se me cayó un cormillito;
y me dentré por otro
y se me cayó otro;
dentré por un zapato roto
para que usté me cuente otro.



Pedro Sergio Brizuela. Talva. General Belgrano. La Rioja, 1950.

El narrador es maestro de escuela. Ha oído el cuento a los campesinos del lugar.



  —591→  
938. El Chiquillo

SAN LUIS

Era una vieja y un viejo que tenían tres hijos. Un día, el día de San Ramón, dijo la vieja que ella iba a trabajar porque ya ella no iba a tener más hijos. San Ramón es el abogado de las que están por tener familia. Un día, a la vieja se le empezó a hinchar la rodilla. Se le hinchó muchísimo. El viejo, entonces, muy asustado, se la pinchó con una espina, y de la hinchazón saltó un negrito. Que era un niñito muy chiquito, pero muy lindo y vivo. Que se criaba muy bien y lo querían mucho todos los hermanitos. Le pusieron el nombre de Chiquío265.

Un día, dijieron los hijos más grandes que ellos se iban a buscar trabajo. Entonce el Chiquío decía:

-Yo también quiero ir.

Los hermanos no lo querían llevar, y el padre y la madre no querían que fuera, porque era tan chiquito, que algo le podía pasar por áhi. El Chiquío tenía un cabrito que le habían dau, y en él andaba a caballo.

Un día, los hermanos se aprontaron y se jueron. Lo dejaron al Chiquío. Cuando iban lejo ellos, devisaron una polvadera que iba atrás de ellos, que los seguía. Era el Chiquío   —592→   que los iba siguiendo para ir con ellos. Ya lo conocieron y lo esperaron. Le dijieron que se volviera, pero no se quería volver. Entonce le degollaron el cabrito para obligarlo a volverse a la casa.

El Chiquío se quedó en el medio del campo con su cabrito muerto. Ya cuando no se vean los hermanos, le tiró la cola al cabrito, y el cabrito vivió de nuevo, y montó en él, y los siguió di atrás a los hermanos.

Los hermanos, cuando ya iban muy lejo, devisaron una polvareda, otra vez, que iba atrás de ellos. Ya vieron que era el Chiquío. Cuando llegó le dijieron que se volviera, pero el Chiquío no quiso por nada entender. Entonce lo degollaron al Chiquío y lo dejaron muerto, y siguieron viaje. Cuando ya no se vieron los hermanos, el cabrito se acercó al Chiquío muerto, pegó tres patadas, y el niño volvió a vivir. Volvió a subir a caballo el Chiquío y los siguió de nuevo, a los hermanos.

Los hermanos iban lejo ya, cuando devisaron una polvareda. Esperaron, y uno de ellos dice:

-Pero, ¿que no es el Chiquío, el que viene?

Entonce lo esperaron, y era el Chiquío. Lo conversaron para que se volviera, pero como no lo convencieron, lo dejaron, al fin, que siguiera con ellos. Siguieron. Ya cuando jue de noche, no tenían dónde ir a dormir. Entonce, devisaron una luz, lejo. Se encaminaron para la casa. Cuando iban llegando, les dice el Chiquío que si se iban a quedar en esa casa, tenían que hacer todo lo que él les dijiera, porque sinó iban a ser perdidos.

Llegaron a la casa y pidieron permiso para quedarse a dormir. Les dijo la vieja dueña de casa que cómo no, pero con la condición de que tenían que hacer lo que ella les dijiera. Y ellos dijieron que güeno. Ésta era una vieja bruja. Entraron, y les puso cama. Les dijo que tenían que dormir con sus hijas, que la vieja tenía también tres hijas.

  —593→  

El Chiquío se despidió de los hermanos y les dijo, en un descuido, que en cuantito él los hablara se tenían que levantar, porque sinó corrían peligro.

Vinieron las hijas de la vieja y se acostaron con los mozos, y las tres tenían puesta una vincha. El Chiquío se acostó, pero se quedó despierto. Al rato, cuando todos dormían, el Chiquío fue muy despacito, les sacó las vinchas a las niñas, y se las puso a los hermanos. Él se quedó sin dormir, aguaitando a la vieja.

A eso de la media noche, ya sintió que venía la vieja. Entró a donde estaban los mozos y las niñas durmiendo, y tantiando, en la oscuridad, mató a los que no tenían vinchas, creendo que eran los jóvenes, y salió y se jue a dormir.

Cuando la vieja había comenzado a dormitarse, el Chiquío se subió al techo con el cabrito y comenzó a galopiar arriba de la casa. Se levantó la vieja y lo retó porque no dejaba dormir. Entonce le dijo el Chiquío que solamente de un modo la iba a dejar dormir, que le tirara un peine. Entonce le tiró el peine, la vieja, y se fue a dormir. Apenas se comenzó a dormitar la vieja, le comenzó a galopiar, el Chiquío, otra vez, en el techo. Se levantó la vieja, de nuevo, y lo retó, y le dijo que dejara dormir. Le dijo el Chiquío que si le tiraba un espejo, sólo la iba a dejar dormir. La vieja le tiró el espejo, y jue y se acostó. Al ratito no más, siguió otra vez galopiando el Chiquío. Ya se levantó la vieja, enojadísima, y lo retó al Chiquío porque no la dejaba dormir. El Chiquío le dijo que si le tiraba un paquete de áujas no iba a molestarla más. La vieja, de mal modo, le tiró el paquete de áujas y se jue a dormir.

Se bajó el Chiquío del techo. La vieja tenía una chancha que corría más ligero que el viento. El Chiquío jue y la desgarronó. Y áhi no más jue y despertó a los hermanos. Les dijo que se levantaran porque sinó la vieja los iba a degollar. Les hizo ver cómo los había salvado cambiandolé las vinchas de las niñas. Les dijo que la vieja era bruja y que en cuantito   —594→   pasara el primer sueño se iba a levantar y los iba a seguir, pero que él le había desgarronado la chancha, y que llevaba defensa para el camino. Agarraron los caballos y se jueron lo más pronto que pudieron.

Al rato no más se levantó la vieja, que 'taba adivinando que algo le pasaba, y jue, y encontró a las hijas degolladas, y que los mozos se habían ido. Jue a buscar a la chancha y la encontró desgarronada. Y ya se dio cuenta que eran cosas del Chiquío, y salió en la chancha, que iba a las renguiadas. La chancha daba cada tranco de una legua, pero como estaba lastimada, corría mucho menos, pero siempre andaba más ligero que los caballos de los mozos.

La vieja anduvo un buen rato y de lejo los divisó a los mozos. Entonce el Chiquío les dijo a los hermanos que se apuraran, que ya los venía alcanzando la vieja bruja. La chancha se iba mejorando de sus lastimaduras y corría cada vez más. Ya los alcanzó también, y entonce el Chiquío le tiró el espejo. En el mismo momento se hizo un río muy grande. La vieja comenzó a orillar y a orillar, y al fin se metió. La chancha casi se perdía en l'agua, y se volvía a la orilla. Al fin el río bajó algo, encaró la vieja, y pasó.

Los mozos iban lejo ya, pero la vieja los siguió. Después de andar bastante, los divisó. El Chiquío les dijo a sus hermanos que se apuraran, que los venía alcanzando la vieja bruja. Le pegaron, ellos, andando, pero la vieja iba más ligero. Ya los alcanzó también, y el Chiquío le tiró el peine. Se hizo, entonce, un monte espesísimo, de árboles muy juntitos, que no se podía pasar. Comenzó a orillar otra vez la vieja. Y ahi estuvo, y tanto porfió, que al fin encaró no más. Se hizo pedacito la ropa y se lastimó muchísimo, ella y la chancha, pero al fin pasó.

Siguió la vieja el rumbo de los jóvenes, y como la chancha 'taba mejor, corría cada vez más ligero. Anduvo bastante, hasta que al fin los devisó. El Chiquío les dijo entonce, a los hermanos, que se apuraran, que los venía alcanzando   —595→   la vieja. Y ya cuando los alcanzó, el Chiquío le tiró las áujas. Se hizo un espinal grandísimo, que abarcaba leguas. La vieja encaraba y tenía que retroceder porque a la chancha y a ella se le clavaban espinas, por todas partes. Estuvo porfiando días por pasar, pero no pudo. Entonce la vieja bruja no tuvo más remedio que darse por vencida y volverse. Y se volvía insultando y maldiciendo al Chiquío que había salvado a sus hermanos que ella tenía la intención de comer, porque esta bruja mataba y comía a todos los viajeros que andaban por esos lugares y paraban en su casa. Le había hecho degollar a sus hijas, y le había quitado su espejo, su peine y su paquete de áujas que eran de un gran poder, y que se los había hecho servir en contra de ella misma.

Entonce les dijo el Chiquío a los hermanos que ya no tenían peligro de ninguna cosa, que no tuvieran miedo a nada. Que la vieja bruja ya no los iba a perseguir más. Que él había venido para salvarlos, y que se volvieran a la casa de los viejitos y los atendieran como güenos hijos. Que él y el cabrito eran dos ángeles y que se tenían que volver. Se hicieron entonces dos palomitas y se volaron al cielo.

Delia Pereyra, 21 años. Alto Grande. San Martín. San Luis, 1939.

Campesina. Buena narradora.

Versión-variante del cuento tradicional. En el cuento figura el motivo de la fuga mágica.



  —596→  
939. El Chiquillo

CÓRDOBA

Era una viejita hachera. Era trabajadora en el campo. Un día 'taba hachando un árbol muy corpulento. En cada hachazo que pegaba oía que decían:

-¡Ay, mamita, no mi hachís!

Entonce rompió una parte del tronco y vio que había un güeco. Y entonce del güeco sacó un niñito. Y se jue para las casas con el niñito, contenta, la viejita. Ya lo crio al niñito. Lo hizo bautizar y le puso el nombre de Angelino, pero le decían Chiquillo.

El niño se crio. Áhi ayudaba a la viejita. Iba y le traiba leña a la viejita.

Un día encontró un cabrito de todos colores en la majada, y el niño le dice a la viejita:

-Lo quero para hacer mi cabaíto.

Entonce la viejita le dice:

-Ese cabrito es de mi compadre, no es mío.

Lloraba por el cabrito el niño.

Se jue la viejita a la casa del compadre y le cuenta que el niño lloraba por el cabrito, y él le dice:

-Lo hubieran agarrado no más, si es para mi ahijadito, que lo agarre no más.

  —597→  

La viejita le hizo riendas, y apero, y todo lo adecuado para que el chico ande en el cabrito. El chico montaba en el cabrito y le traiba cargas de leña a la viejita.

Un buen día encontró tres jóvenes en el campo, y como el niño ya era grande, éstos le dicen:

-¿Quere que vamos a un baile?

El chico les dice:

-No puedo, mi mamita se va enojar.

Se jue a la casa y le pidió permiso, y la viejita le dijo:

-Todavía sos chico para ir a bailes.

Entonce insistió el chico y la viejita le dice:

-Vaya y vuelva temprano.

Se fueron a un baile de una vieja bruja que era un azote en aquel lugar.

Mientra los mozos 'taban adentro, el chico se quedó por afuera, medio escondido, y oyó que la vieja preparaba todo para matar a los mozos.

El chico va y les dice a los compañeros:

-Mozos, vamos, que la vieja bruja los va a comer.

Entonce, la vieja lo oye, y le dice:

-Callate, chico zonzo, qué sabís lo que decís.

Y le dice:

-Déme un peine, me voy a callar.

Y se lo dio.

Más tarde vuelve a decir el chico:

-Mozos, vamos, la vieja bruja los va a comer.

Vuelve a decir ella que se calle, y él le dice:

-Déme un pan de jabón, y me callo.

  —598→  

Y ella se lo dio.

Y efectivamente, la vieja hacía acostar pal lau del rincón a los que quería comer y ella se acostaba para el lau de bajarse de la cama. Y a la noche los mataba y los comía.

Tenía un puñal grande la vieja pa matar la gente.

Entonce el niño les dice a los mozos que no si acuesten para el lau del rincón, sinó que la hicieran acostar a la vieja para ese lau. Y que ellos tenían que salir en cuanto se durmiera la vieja.

La vieja tenia una chancha, que era el caballo que ella tenía, en un chiquero. Era muy ligera esa chancha. Entonce el niño le robó el puñal a la vieja y le hizo pedacitos la chancha. Y los llamó a los mozos. Subieron los cuatro en un caballo que tenía la bruja, y se dispararon.

Da güelta uno de ellos, y dice:

-¡Ay, niño, cómo los salvamos! ¡Áhi viene la vieja! Había unido, la vieja, todos los pedazos de la chancha, y los venía corriendo en ella. Entonce el mozo sacó el peine y lo tiró al suelo. Se formó un pencal tremendo. Entonces ellos pasaron y la vieja quedó atrás.

Áhi quedó la vieja porfiando por pasar el pencal, y al fin lo pasó. Entonce uno dio güelta y la ve a la vieja que viene cerquita, y le dice:

-¡Ay niño, cómo los salvamos, áhi viene la vieja otra vez!

Entonce sacó el jabón y lo tiró al suelo. Y al tirarlo, se formó una niblina. La vieja no podía pasar la niblina, quedó confundida, y no pudo pasar. Al fin pasó.

Cuando la vieja pasó, ellos llegaron a un árbol muy alto, y se subieron todos arriba.

La vieja llevaba una bolsa.

  —599→  

El niño les dijo:

-Cuando la vieja les diga, ¡mozos a la bolsa!, ustedes miren arriba, sinó se van a cair y los va a embolsar.

Entonce llegó la vieja, se puso abajo del árbol y abrió la bolsa y dijo: ¡Mozos a la bolsa!

Los mozos si asustaron con la voz de la bruja, y los mozos no aguantaron y miraron abajo, y cayeron a la bolsa.

Cuando le tocó al niño, dijo él:

-¡Vieja, arriba!

Entonce la vieja subió y él bajó por otra parte del árbol. Los sacó a los mozos. Le prendieron juego al árbol y la quemaron viva a la vieja.

Entonce volvieron a la casa de la vieja ésta, le sacaron las prendas que tenía y se repartieron entre ellos.

Los mozos se jueron muy agradecidos del niño que les había salvado la vida. Él se jue a su casa.

Al llegar, la viejita le dijo:

-Hijo mío, ¿por qué te has demorado tanto?

Entonce le dijo él:

-Cumpliendo con mi deber de lo que Dios me mandó. Los hi salváu a esos mozos y también hi quemáu una bruja qui hacía mucho mal en este lugar.

Y le dice después:

-Mamita, ante que salga el sol, me darís un tarrito de café.

Y ella le dijo que sí.

Y al otro día, cuando el sol salió, lo encerró al sol en el tarrito, y lo tapó.

Era una alarma en el pueblo porque el sol no salía.

  —600→  

Supo el Rey de esto. Y mandó ofrecer una cantidá de plata a quen tuviera el sol encerrado y lo soltara, y Angelino dijo que él lo tenía. Lo llamó el Rey y le preguntó, y él dijo:

-Yo lo tengo. Si me da tres bolsas de oro yo lo suelto; yo lo tengo.

El Rey le mandó las tres bolsas de oro.

Y al largar el sol, todo el pueblo dispone una fiesta, porque también se enteraron que Angelino había salvado al pueblo de la bruja. Y la fiesta jue con música, acordiones, guitarras y cuetes. Y jueron Angelino y la viejita a la fiesta.

Y cuando salió la luna, hizo lo mismo Angelino. La encerró en un tarrito de café. Entonce el Rey le mandó decir por cuánto largaba la luna, y él le dijo:

-Señor, me conformo con una bolsa de oro.

El Rey le mandó la bolsa de oro y él largó la luna.

Entonce le dijo a la viejita:

-Mamita, yo me voy.

La viejita lloraba desesperadamente y le pregunta por qué se va. Entonce él le dice:

-Porque soy un ángel que Dios me mandó para que la salvara a usté y al lugar de la bruja, que era el azote del pueblo.

La dejó rica a la viejita, y el cabrito y él se convirtieron en palomitas y se volaron, y se jueron.

Rafael Amaya, 50 años. Tulumba. Córdoba, 1952.

El narrador es persona de cierta cultura.

En el cuento figura el motivo de la fuga mágica.



  —601→  
940. El Grimillín y la vieja bruja

CÓRDOBA

Que era una vieja y un viejo que tenían tres hijos. El mayor se llamaba Pedro, el segundo Juan y el tercero, el Shulca, se llamaba Grimillín.

Bué... Un día salieron a rodar tierra los tres.

Llegaron a la casa de una vieja que había sido bruja.

La vieja los recibió muy bien. Ella quería tenerlos y engordarlos para comerlos.

La vieja tenía tres hijas, y a cada uno de ellos lo hizo dormir con una hija. A los jóvenes les hizo poner una gorra para distinguirlos en la oscuridá.

Grimillín sabía que la vieja los iba a matar. Él la oyó que le decía a las hijas. Él se quedó despierto y cuando los sintió dormir les cambió los gorros y se los puso a las hijas. Entonce la vieja jue, tantió los que tenían gorros, y los degolló, y se jue a dormir. Y mató a las hijas.

Grimillín los habló a los hermanos y les dijo que se jueran, que la vieja bruja había degollau a las hijas por degollarlos a ellos.

Antes de irse le cortó las cuatro patas a la chancha que tenía de andar la vieja, que tenía un tranco de cuatro leguas, para que no los alcance.

  —602→  

Cuando la vieja se dispertó y vio que había muerto a las hijas, se dio cuenta lo que le había hecho Grimillín. Se jue a buscar a la chancha. La halló que li habían cortado las patas. La curó un poco y se jue en seguimiento de los mozos, a ver si los alcanzaba.

Bué... Cuando ella llegó a un río, que ya los otros habían pasado. Y ella se tuvo que volver porque la chancha todavía andaba enferma. Y se volvió jurando vengarse de Grimillín.

Por áhi llegaron los tres hermanos a la casa de un rey.

Bueno. Esta vieja tenía un loro que era adivino, una ovejita que la lana era de oro y una cobija que tenía las campanillas de oro.

Los hermanos de Grimillín le comenzaron a tener envidia y rabia y lo querían hacer matar.

Un día jueron y le dijieron al Rey que Grimillín se había dejado decir que era capaz de tráir la colcha de campanillas de oro de la vieja bruja.

El Rey lo llamó y le dijo, que él se había dejau decir que era capaz de tráir la colcha de campanillas de oro de la vieja bruja y que si no la traiba, palabra de Rey no puede faltar, le corta la cabeza.

Y muy triste se jue Grimillín. Llegó cuando la vieja y el loro adivino 'taban durmiendo la siesta. Entró en puntas de pie, sacó y dobló la colcha y se la llevó.

Cuando el loro se despertó y le avisó a la bruja que Grimillín li había llevado la colcha, se jue al alcance de Grimillín. Cuando ella llegó al río, él ya había pasado. Entonce ella le grita:

-Grimillín, pícaro, sinvergüenza, me hiciste matar mis hijas y me haz llevado la colcha de campanillas de oro, algún días has de cair en mis manos.

  —603→  

Y él le contesta:

-Algún día ti he de llevar a vos.

Bueno, llegó y le entregó al Rey la colcha de campanillas de oro.

Al poco tiempo los hermanos le dijieron al Rey que Grimillín se había dejado decir que era capaz de tráir la borrega lanas de oro que tenía la vieja bruja.

Entonce el Rey lo llama y le dice que él se ha dejado decir que es capaz de tráir la borrega lanas de oro de la vieja bruja, y que penaba la vida si no la tráiba.

Y Grimillín, muy triste, hizo viaje y se fue a la casa de la vieja bruja. Llegó también aprovechando que el loro adivino y la vieja dormían. Alzó la borrega y disparó. Se dispertó el loro y le dijo a la vieja que Grimillín le llevaba la borrega de lanas de oro.

Salió a perseguirlo la bruja, pero cuando ella llegó al río Grimillín ya había pasado. Entonce la vieja le grita:

-Grimillín, pícaro, sinvergüenza, que me hiciste matar mis hijas, me llevastes la colcha de campanillas de oro y la borrega de lanas de oro, algún día has de cáir en mis manos.

Y él le contesta:

-Algún día ti he de llevar a vos.

Grimillín llegó y le entregó al Rey la borrega de lana de oro. Y el Rey 'taba encantado con esta maravilla.

Al poco tiempo van los hermanos y le dicen al Rey que Grimillín se ha dejado decir que es capaz de tráir el loro adivino de la vieja bruja.

El Rey lo llama a Grimillín y le dice que él se ha dejado decir que es capaz de trair el loro adivino de la vieja bruja, y si no lo trái, pena la vida.

Más triste sale Grimillín porque sabe que es muy difícil tráir el loro. Se puso en viaje y llegó a la casa de la vieja   —604→   bruja. En cuanto lo vio el loro a Grimillín, le gritó a la vieja que Grimillín lo quería llevar. Grimillín trajo pan y vino y le ofertaba al loro. Y en eso lo agarró al loro y el loro gritaba a la vieja:

-Mi señora, Grimillín me lleva.

Y en eso se levantó la vieja y lo alcanzó a agarrar a Grimillín. Lo ató con una soga en un árbol, para comerlo. Y esta vieja tenía una negra sirvienta que se llamaba Jordiana.

Ella se jue a llamar un compadre que tenía para que viniera a comer un corderito gordo que tenía, y le dijo a la negra que afilara bien los cuchillos, y que pusiera los tachos al fuego a hervir agua.

Grimillín viendosé que estaba perdido le pidió a la Jordiana que lo viniera a rascar, que lo picaban los piojos. Y la negra 'taba afilando un cuchillo y jue a rascar a Grimillín, se puso el cuchillo en la boca para poderle dehatar una mano para que se pudiera rascar a gusto. Entonce él le manotió el cuchillo que tenía la negra, y se cortó las sogas. Y la degolló a la negra y le echó la cabeza en el tacho y al cuerpo lo puso acostado en la cama. Entonce le dice al loro:

-A vos te voy a hacer lo mismo que li hecho a la Jordiana.

Entonce el loro le dice:

-Llevame, llevame ante que venga la señora.

Y lo llevó al loro y se jue disparando.

Cuando volvió la vieja y vio lo que había pasado, salió corriendo a ver si lo alcanzaba a Grimillín. Llegó al río cuando él había pasado, y entonce le grita:

-¡Grimillín, pícaro, sinvergüenza, que me has hecho matar mis hijas, mi has llevado la colcha de campanillas de oro, la borrega de lanas de oro y el loro adivino, algún día has de cáir en mis manos!

  —605→  

Y él le contesta:

-Algún día ti he de llevar a vos.

Y va y le entrega al Rey el loro adivino.

Al poco tiempo los hermanos le dicen al Rey que Grimillín se ha dejado decir que es capaz de tráir la vieja bruja.

Entonce el Rey lo llama a Grimillín y le dice que él se ha dejado decir que es capaz de tráir la vieja bruja, y que pena la vida si no lo trái.

Más triste que nunca, Grimillín se puso a pensar cómo podía tráir la vieja bruja.

Hizo viaje y se jue. Se pintó de negro y se vino cerca de la vieja bruja y se puso a hachar un algarrobo grande. Al rato cayó la vieja y le preguntó que hacía. Él le dijo que 'taba hachando ese algarrobo para hacer un cajón para echarlo a Grimillín y quemarlo. Entonce le dijo que ella le iba ayudar a trabajar el cajón. Cuando ya 'taba hecho, él le dijo que se había olvidado de trair las medidas de Grimillín, que a lo mejor no iba a dentrar áhi.

-Es como de mi alto -le dice ella-. Yo me voy a dentrar para ver. Si anda bien para mí, anda bien para él.

Y cuando se dentró la vieja bruja y se acostó, Grimillín le echó la tapa y la clavó, y le dijo:

-Ahora yo te voy a quemar a vos.

Y se la llevó al Rey a la vieja bruja. Y la quemaron, y se acabó el mal que hacía.

Y también le prendieron juego a los hermanos que lo traicionaban.

Y a él lo hizo casar a Grimillín con su hija, y lo nombró Rey.

Ovidio Galván, 72 años. Las Cardas. Río Seco. Córdoba, 1952.

Nativo de la región. Buen narrador.



  —606→  
941. Los tres hermanos y la vieja bruja

CORRIENTES

Había un hombre que tenía tres hijos: Juan, Pedro y Antonio. Antonio era el más chico y era el más guapo. Tenían una chacra. Todas las noches le entraban tre caballo en la chacra y le comían todo: un zaino, un rosillo y un tordillo.

Y todas las noches le mandaba el padre a los dos hermanos más grandes a cuidar, que no le coman lo caballo.

Los hermano má grande se dormía y lo caballo le entraba y le comía la planta. Entonce le mandó a Antonio.

Entonce el menor le dijo que él iba, si le compraba una guitarra, un sillón y unos alfileres y un lazo, que él se animaba a cuidar. Y el padre le compró, y él jue a la noche a cuidar.

Se sentó el Antonio debajo del ombú que había por ahí. Y se puso alfilere y tocaba la guitarra cuando tenía sueño. Y así no se durmió.

Por ahí, a la madrugada, el tordillo que sale de un arroyo que viene hacia la chacra. Y él costeó el alambrado. Y cuando saltó el caballo él lo enlazó. Y le ató por el ombú. Y el caballo le pedía que le largue, que él le iba a dar un poder. Entonce él le largó y le dio una varita de virtú, y le dijo que con esa varita él conseguía todo lo que él quería.

  —607→  

Y después vino el zaino. Y él hizo lo mismo, y le enlazó y le ató por el ombú. Y el zaino le dijo que lo largara, que le va a dar otra varita. Y él le largó, y el zaino le dio otra varita de virtú.

Después vino el rosillo. Y le preguntó si vinieron los otros, y él le dijo que no. Él también le pidió que lo largue, le dio otra varita, y le dijo que al otro día iba a amanecer todo brotado, todo lo que habían comido los caballos en la chacra.

Y después, cuando venía clareando el día, él se jue a la casa, y le dijo:

-Che, vayen a mirar las plantas a ver cómo 'tan, en la chacra.

Entonce jueron a mirá y vio que 'taba todo brotado y con flor. Y se quedaron sosprendido. Y entonce el padre vino malo con los otro do hijo. Y lo echó de su casa. Que vayen a trabajar a otro lao. Y lo hermano se jueron. Y ello no le querían al menor. Y lo hermano se jueron, y quedó el Antonio.

Entonce el Antonio le robó el caballo al padre y le siguió a lo hermano.

Iban lejo. Y por ahí vieron Juan y Pedro que venía el Antonio. Y dijo Juan:

-Mirá quien viene allá, Antonio, este desgraciao. Vamo a matale.

Le dijo Pedro:

-No, para qué. Vamo a sacale lo ojo.

Entonce, cuando llegó, le agarraron y le sacaron lo ojos. Y él quedó perdido, por la mano la rienda del caballo de él. Y él se acordó que tenía el poder que le dio el caballo. Entonce él dijo:

-Por la varillita de virtú, quiero tener mi ojo.

  —608→  

En seguida vio que tenía lo ojo. Y él subió a caballo y le siguió a lo hermano. Y le alcanzó. Y ello vieron lo hermano, que venía el Antonio.

Y le dijo Pedro:

-Mirá quién viene allá. ¿Qué tendrá este desgraciao?

Entonce le dejaron que vaya con ellos. Y ello llegaron a una casa. Y dijeron que Antonio era el peón de ellos. Y ellos entraron a tomar mate. Y él quedó abajo de un árbol. Estaba lloviendo. Por ahí la vieja, la dueña de casa, le estaba por matar a Juan y a Pedro. Y Antonio estaba sabiendo todo lo que iba a pasar. El sabía con el poder que le dieron lo caballo.

Y entonce él le dijo a los hermanos:

-Mirá que la vieja está por matar a ustedes. Y vamos -les dijo.

Era una vieja bruja, ésa, que mataba a todo lo que iban ahí.

Entonce ello subieron a caballo y se fueron.

Después le siguió la vieja.

Cuando vio que la vieja bruja 'taba por llegar para matale, Antonio, con el poder que tenía, se hizo transformar lo caballo en montón de bosta. Ellos subieron a un árbol alto, que 'taba en el camino. Y Antonio le dijo a lo hermano que no vaye a mirar cuando la vieja le llame por el nombre, porque iban a caer, y la vieja le iba a matar.

La vieja llegó abajo del árbol y lo vio a lo tre. Iba con una bolsa y dijo:

-¡Pedro!

Y Pedro miró para abajo y se cayó en la bolsa.

-¡Juan!

Y Juan miró y se cayó también adentro de la bolsa.

  —609→  

Y le llamó a Antonio, y Antonio no miró. Y entonce la vieja le dijo:

-Mirá que subo a onde 'tas vos. Y él le dijo:

-Subí no más que yo no te tengo miedo.

La vieja subió y él se bajó por el otro lado. Y agarró la bolsa de la vieja y le dijo:

-Miró, vieja, cómo están éstos.

Y la vieja en descuido miró, y se cayó adentro de la bolsa.

Y ahí le ató la boca a la bolsa y le largó a lo hermano. Y le mandó a juntar leña y que hagan juego. Y le quemaron a la vieja. Y así se salvaron de la bruja por el poder que le dieron a Antonio, lo caballo, que eran ángeles.

Ramón Insaurralde, 18 años. Paso de los Libres. Corrientes, 1952.

Muchacho del pueblo. Buen narrador.



  —610→  
942. Juan Giles

CORRIENTES

Era una viejita muy pobre. Una vez estaba picando unas leñitas de un pedazo de poste y se estaba terminando el poste. Y le dio un gran hachazo al poste. Partió, y saltó un muchachito, y le dijo a la viejita que era su hijo y que se llamaba Juan Giles. La viejita le tomó para el hijo. El muchacho creció pronto y era muy vivo, como nadie había visto un gente266 más vivo.

Una vez había mucha seca y los animales del Rey se 'taban muriendo. Un buen día lo llamó el Rey a este chico y le ofreció una bolsa de plata si hacía llover.

En cuanto llegó Juan Giles a la casa del Rey empezó a llover y revivieron todos los animales. Entonce el Rey le hizo llamar para darle la bolsa de plata.

Y siguió lloviendo mucho y como era grande la lluvia ya no había ni pasto que comer. Entonce le hizo llamar a Juan Giles, el Rey, y le ofreció otra bolsa de plata pa que haga dejar de llover.

Juan Giles había comprado un carnero para caballo, porque era peticito, y se jue en el carnero a la casa del Rey.   —611→   Cuando llegó, ni las pezuñas se mojó el carnero. Al momento dejó de llover y bajaron todas las aguas. Entonce le pagó otra vez una bolsa de plata.

Una noche llegaron dos hombres en la casa de Juan Giles. Le preguntó adónde iban y le dijo los hombres, que iban a rodar mundo, que é salir de viaje largo. Entonce Juan Giles le dice a la madre:

-Yo también voy a ir a rodar mundo. Ya tiene mucha plata, ya no me necesita.

La madre le decía que no se fuera, que era tan chico, pero él decía que iba no más. Entonce le prepara la maleta con avíos, tortas, arrollado, queso.

Salieron lo tre. Los hombres le dijo que cómo iba en el carnero. Juan Giles se riyó. Al salir de la casa lleva un peine, un puñado de carbón y un puñado de ceniza. Y siguieron. Anduvieron todo el día.

De noche ya, llegan en una casita larga a pedir para pasar la noche. Le hace pasar, Juan Giles, a los dos compañeros y él queda fuera del fuerte267, cerca del alambrado.

Juan Giles no quiso pasar porque conocía que era la casa de la bruja que mataba a los hombres para comer la carne.

La bruja les hizo camas en el patio a los dos hombres, a los dos jóvenes. Se acuestan con los hombres las hijas de la bruja, con gorro colorado. La bruja duerme en la pieza con la puerta abierta.

Juan Giles, a eso de la medianoche, se levanta y les pone a los jóvenes los gorros y deja su saliva en un vaso de la mesa. Luego les despertó a los dos compañeros para seguir viaje. Les hizo ver el peligro que tenían y salieron ellos. Ensillaron sus caballos y se fueron.

  —612→  

Al rato la vieja llamó, y decía:

-¿Está Juan Giles?

Y le contestó la saliva:

-Sí, estoy durmiendo.

Así llamó tres veces la vieja y la saliva contestó tres veces. Llegó un momento que terminó la saliva y no contestó más. Entonce la vieja se levantó. En la oscuridá tocó los gorros y creyó que eran los jóvenes y los mató a las hijas. Cuando amaneció, vio lo que había hecho por Juan Giles y decidió matarlos a los tres.

Agarró, la vieja, tres bolsas y les siguió a los jóvenes.

Un redepente ve Juan Giles a la vieja. Ya casi les llega. Entonce echó el peine y se formó unas espinas que no podía pasar la vieja. Mientra ellos fueron muy lejo, la vieja consiguió pasar. Ya iba muy cerquita de ellos. Entonce echa el puñado de ceniza y se formó un cerrazón que la vieja no podía pasar. Ellos fueron muy lejo, pero al rato pasa y ya iba muy cerca de ellos, la bruja. Entonce Juan Giles echa el puñado de carbón y se formó un quemazón que hasta se quema los pieses la vieja. Estuvo mucho tiempo, pero otra vez les siguió. Cuando 'taba por pasar la quemazón, la vieja, Juan Giles y los compañeros fueron a quedar en un árbol grande, bien limpio abajo, y arriba había una especie de catre de palos cruzados. Cuando llegan suben al árbol y se ponen en esos palos. Entonce llegan unos indios y se ponen a jugar por plata y a cocinar comida para ellos.

Redepente dice uno de los compañeros de Juan Giles:

-Quiero orinar -y orinó por un indio.

El indio olió y dijo:

-Meada de pajarito -y siguieron jugando.

Al rato quiso hacer caca el otro y hizo caca por un indio, y el indio olió y dijo:

-Caca de pajarito -y siguieron jugando.

  —613→  

Siguieron jugando los indios y comiendo. En eso uno de los jóvenes miró hacia abajo, no se pudo agarrar, y cayó entre los indios. Los indios se asustaron creyendo que caía algo por castigo del cielo y dispararon, y dejaron la comida y toda la plata. Bajaron, comieron y volvieron a subir. Entonce les dice Juan Giles que al rato va a llegar la bruja, pero que no vayan a mirar para abajo porque se van a caer y los va a agarrar la bruja. Juan Giles empieza a tocar una guitarra que habían dejao los indios y se pusieron a cantar. En eso les llega la bruja que había andado perdida. Abre la bolsa y empieza a decir:

-Cae, cae chiripita. Cae, cae chiripita.

Uno de los jóvenes miró y cayó en la bolsa. Entonce la bruja le ató la boca a la bolsa y abrió la otra, y empezó a decir:

-Cae, cae chiripita. Cae, cae chiripita.

Miró el otro y también cayó en la bolsa. La vieja la ató a la boca. Abrió la otra bolsa y siguió diciendo para que cayera Juan Giles:

-Cae, cae chiripita. Cae, cae chiripita.

Pero él no le hizo caso. Entonce le subió la bruja. Entonce Juan Giles bajó ligero, agarró la bolsa y dijo varias veces:

-Cae, cae, vieja de mierda.

Y cayó la vieja y Juan Giles le ató la boca a la bolsa. Les desató a los compañeros y hicieron una gran fogata y la bruja, la vieja, se quemó.

Los jóvenes se hicieron ricos y volvieron a la casa de ellos con cargas de plata y vivieron muchos años muy felices.

Isabel Benítez, 55 años. Arroyo Marote. Curuzú Cuatiá. Corrientes, 1949.

Campesina. Su habla es típica de la región.

En el cuento figura el motivo de la huida mágica.



  —614→  

ArribaAbajoNota

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

El personaje central de estos cuentos es un niño, el Chiquillo. En una versión es llamado Grimillín y en otra Juan Giles. Tiene origen sobrenatural; en una versión es un ángel. Son motivos fundamentales en las diversas variantes:

A. El Chiquillo sigue a los dos hermanos mayores que no lo quieren y que lo castigan y hasta le dan muerte, cuando salen a rodar tierra. Resucita por medios mágicos y los salva en la casa de la bruja. La bruja hace   —615→   acostar a los jóvenes con las hijas a las que coloca gorros. El Chiquillo cambia los gorros y la bruja mata a las hijas. En dos variantes son compañeros de viaje a quienes salva.

B. La bruja los persigue y el Chiquillo arroja objetos que la atajan en la huida mágica; finalmente se suben a un árbol; la bruja consigue echar a los compañeros en su bolsa; el Chiquillo los salva, y queman a la bruja.

C. Intrigado por sus hermanos, el Chiquillo es obligado por el Rey con quien trabajan, a robar a la bruja o al gigante, la colcha de campanillas de oro, el loro adivino y otras cosas, y también a capturarlos. Todo lo hace el Chiquillo en aventuras con peligro de su vida. Los intrigantes son castigados y los ogros muertos.

D. En reconocimiento del bien que ha hecho el Chiquillo y por el valor que ha demostrado, el Rey lo casa con su hija. En una versión el Chiquillo, que es un ángel, se convierte en una palomita y se vuela al cielo.

El tema, con sus variantes, figura en la tradición de los pueblos europeos y latinoamericanos. Es el Tipo 328 de Aarne-Thompson y de Boggs. Ver el estudio de Pino Saavedra, I, pp. 386-387.