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Cuentos y leyendas populares de la Argentina

Tomo V

Berta Elena Vidal de Battini



Portada



El cuento popular de la Argentina conserva, recrea y enriquece la herencia del cuento popular español y revive la tradición oral occidental, que asimiló elementos milenarios de la tradición oriental pero adquirió características propias que la singularizan.

Este corpus de narraciones tradicionales es el aporte argentino a la ciencia universal del cuento popular.



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ArribaAbajoCuentos maravillosos o de magia

En este tomo agrupamos los cuentos maravillosos del 972 al 1093 de nuestra colección.

Las variantes y versiones, en algunos cuentos muy numerosas, determinan la difusión del tema y las preferencias del pueblo. La transcripción fiel documenta el habla regional y comarcana. Las notas informan, con alguna frecuencia, sobre la fonética del habla y el texto da idea del estilo del narrador.

Repetimos que la colección es documental y una fuente para fines científicos, didácticos y artísticos. El conjunto certifica la variedad que ofrece la narrativa argentina como recreación; no faltan las creaciones populares. Los motivos esenciales de los cuentos conservan la unidad del cuento tradicional de Occidente, generalmente milenario; los motivos secundarios, comunes en nuestra narrativa, le dan características regionales, a veces nacionales.

Como en todos los cuentos extensos, podemos observar en éstos la interpolación de otros cuentos y de motivos de tipos diversos.

Entre los cuentos maravillosos aquí reunidos figuran algunos de los más hermosos y típicos de la tradición oral universal.





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ArribaAbajoLa novia sobrenatural. La sirena

3 versiones


Cuentos del 972 al 974


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972. El padre de los cincuenta hijos y la sirena

LA RIOJA

Un viejo que tenía cincuenta hijos, vivía sumamente pobre. Un día se fue a la orilla de una laguna que hoy ha desaparecido, casi tan grande como el mar. Tenía un perro, y un día cuando fue por la orilla de la laguna salió una sirena y le dice que le hacía un trato. Que ya que era tan pobre, para que pase más feliz la vida, que durante la semana llevaría todos los días, de la laguna, bolsas de plata, él y todos sus hijos, siempre que le diera lo primero que vaya a encontrarlo cuando regrese a la casa. El único que salía a encontrarlo era el perro y esta vez salió el hijo veintiséis, el más lindo y simpático de todos los muchachos. Y ya había dado la palabra. Tenía que cumplirla. Cuando llegó a la casa le avisó a la señora y ella encantada cedió. Vinieron a la oración cada uno con una bolsa. Cuando llegaron a la orilla de la laguna estaba un montón de plata. El viejo le dijo al hijo el trato que había hecho. Entonces el hijo le dijo que espere que el día lunes recién lo llevaría a las doce de la noche y que llegue y lo deje y que no lo entregue en la mano de la sirena, que dé la vuelta y que se venga y que no mire para atrás. El viejo así lo hizo.

El muchacho no se dejaba tocar con la sirena. La cansó y no lo pilló. Entonces la sirena le dijo que si iba por allí sería perseguido por ella. El muchacho se perdió. Después de tanto andar, los animales salvajes lo perseguían, hasta que encontró un árbol grande donde pasó las últimas horas de la noche. Esperó   —18→   que salga el sol para orientarse, pero no sabía dónde estaba. Había ido a dar sumamente lejos. Lo único que había alcanzado a mirar muy lejos eran dos hombres que venían a pie por una loma, y han sabido ser Manuel y Pedro1, quienes tenían el poder divino. El muchacho les gritaba que lo socorrieran; Manuel le dio una virtú, lo transformó en un halcón, el más poderoso, capaz y inteligente del mundo.

Inmediatamente el muchacho se transformó en halcón y siguió volando hasta que llegó a una ciudá que nunca había visto, maravillosa. Se asentó en la casa de un rico señor que tenía una hija muy linda y cuando ésta vio este lindo pájaro, mandó a unos peones para que lo pillaran. El halcón como estaba cansado no dio mucho trabajo. Entonces lo enjaularon y la muchacha lo cuidaba personalmente con mucho esmero, hasta que un día el halcón se transformó en el muchacho y habló a solas con ella. Pronto los dos se enamoraron. Cada día la niña se preocupaba más del halcón. Al poco tiempo el padre sospechó algo. Tomó un arma para matar al halcón, pero éste inmediatamente se volvió a transformar en persona y le quitó el arma al padre de la niña, diciéndole que estaba resuelto a casarse con ella, y así lo hizo. Al poco tiempo la muchacha lo invitó que fueran a pasar un día a la orilla de la laguna. Después de mucha insistencia, el joven aceptó, y una vez que estuvieron allí aparece la sirena y se lo lleva al fondo de la laguna.

La flamante señora regresó a la casa. Y siempre cuando se acordaba del marido frecuentaba ese lugar con la esperanza de encontrarlo, hasta que un día aparece un muchacho pelado y desnudo a la orilla de la laguna, y le pregunta el motivo por el cual lloraba ella. Le contó todo lo que le pasaba. El pelado le prometió ayuda, diciendolé que entre los dos lo iban a rescatar, que trajera cincuenta husos y él conseguiría el cáñamo para hilar a la orilla de la laguna, y como a la sirena le gustaba tanto el hilo, saldría a comprarlo. La señora así lo hizo y mientras hilaba apareció la sirena a comprarle el hilo. Entonces ella le hizo el trato que le entregue el esposo, pero la sirena no quería porque era esclavo de ella. La señora le dijo que para ver si era cierto que se lo haga ver aunque sea en el centro de la laguna, y apenas lo   —19→   sacó a flote el muchacho se transformó en halcón y voló directamente a la casa. La niña tomó los husos y todo, y corrió a unirse con el marido, y vivieron felices y contentos muchos años.

Justo Leiva, 42 años. Pagancillo. General Lavalle. La Rioja, 1950.

Buen narrador.



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973. La sirena de la mar

SAN LUIS

Resulta que había un matrimonio que no tenía más que un solo chico. Un día la señora le dice al marido:

-Andá al mar a ver si podimos cazar2 unas truchas, a ver si podimos pasar el día.

El hombre, que vivía de eso, de cazar en la mar. Y el hombre en tanto de ir a cazar, se le apareció la serena3 del mar. La serena es figurada de niña para arriba, y la otra mitada es bagre. Entonces le dijo a él:

-Ve, yo te guá dar las mejores truchas todos los días, si me dais la primera prenda que te salga a encontrar cuando lleguís a tu casa, pa que te mantengás mientra vivás.

Y él sabía tener un choquito regalón, que lo salía a encontrar todos los días cuando llegaba a la casa. Él pensó que ésa iba a ser la prenda, y le dice:

-¡Cómo no! ¡Se lo traigo no más!

Resulta que cuando jue a las casas, le salió el niñito. Y que él le dice:

-¡Bien haiga!, ¡bonito, m'hijito!... ¡Cómo se lo voy a llevar a la serena! ¡Yo no se lo llevo nada!

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Que la serena le dijo que se lo llevara cuando tenga catorce años. Cuando enteró catorce años, lo quiso llevar. Y el chico se huyó. Como el chico era dedicado a la serena, andaba mal con l'agua. Que no podía pasar ande 'tuviera hondito porque corría riejo de que l'hundiera la serena. Ni meno se podía allegar al mar.

Se jue por los campos, lejo. En eso qu'iba, sintió una bulla. Entonce cuando aguaitó, vio un tigre, un lión, un perro, un halcón y una hormiguita. Entonce lu alcanzó a ver uno y que dice:

-Ahi'tá uno aguaitando.

Entós que el tigre lu hizo llamar para que les sirva de juez porque ellos no se podían avenir. Que habían muerto un animal y no se podían repartir la carne sin peliar.

Vino el mozo. Les repartió la carne, y todos quedaron conformes. El mozo se jue. Entonce 'taban comiendo tan unidamente que le dijo el tigre al lión:

-Chey, andá llamalo a este hombre pa darle una virtú.

Entonce que el lión, el tigre y el perro le dieron un pelito, con esa virtú, diciendo: Dios y el tigre más feroz, se podía hacer tigre. Lo mesmo se podía transformar en los otros animales. El halcón le dio una plumita, y la hormiguita una patita.

Se jue y llegó a una estancia muy grande. Entós salió una niña a recebirlo. Le dijo que venía a buscar trabajo y ella jue a llamar a su tata. Vino el dueño de casa y lo conchabó pa que cuide una majada di ovejas. Él cuidaba muy bien las ovejas, pero un día volvió la majada sola.

Se jue la niña a ver. Subió a un alto y vio que el joven estaba peliando con un gigante. Y vio que si hacia tigre, lión, perro, y lo partía al gigante, y el gigante se juntaba otra vez. Entonce cuando ella vido esto, que se vino para la casa y le contó al tata.

Esa noche dejaron de peliar, pero al día siguiente le volvió a salir el gigante, y siguieron peliando. Al fin el gigante retrocedió y se jue. Entonce llegó a una playa4 y lo vido que se resumió abajo 'e tierra y no lo vido más. Él s'hizo un halcón. Se asentó en un monte, espiandoló al gigante, a ver si salía. Y ya vido la puerta por donde salía. Y ya entró él. Era un gran palacio.

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Pasó cinco puertas y encontró una niña encantada. Él iba hecho joven. Entonce ella le dijo:

-Joven, ¡cómo si ha metido acá! ¡No sabe ánde viene usté! Este palacio lo tiene encantado un gigante.

Y ya le contó el joven que lo conocía. Entonce le dijo que se escuenda, que ya 'tá por llegar el gigante. El joven si hizo una hormiguita y desapareció del lau de ella. Ella quedó comprometida de averiguar ánde tenía la vida.

Ya llegó el gigante y dice:

-¡Pus!... ¡Pus!... ¡Olor a carne humana!

-¡Pero no, m'hijo! ¿Quén querís que venga acá?

Entonce el gigante empezó a mirar por todos lados y como no vido a naide se tranquilizó. Entonce ella le dice:

-¡Ve, hijo!, yo quedo muy intranquila lo que vos salís. Temo que te vayan a matar y me dejís sola aquí.

Entonce él, pa que la niña no sufra le dice:

-Mirá, hija, te voy a decir, a mí nu hay quén me mate.

Entonce le preguntó ella que porque.

-Miró, allá ajuera hay una quebrada escura que se ve al salir de aquí. Áhi, en el fondo de esa quebrada tengo un toro negro, atáu. 'Tá echando juego por la boca y narices y por los cachos5. Nu hay quén se allegue, ni quén lo mate. Matando el toro, yo ya 'toy en la cama. Adentro 'el toro 'tá una gama. Y adentro e la gama 'tá una paloma. Y adentro 'e la paloma hay un güevo. Quebrado el güevo, yo ya me muero, áhi'tá la vida miña6. Cuando terminó de decirle eso, el gigante le pegó a la niña en el pecho y ya se olvidó de todo. Y el gigante le dijo:

-¿Qu'es lo que t'hi dicho?

Y ni supo ella lo que le dijo, pero el joven óiba todo. Entonce la niña se apensionó7 lo que si olvidó y no sabía qué cuento l'iba hacer al joven.

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Entonce el joven salió. Se jue a la quebrada y si hizo tigre. Lo pelió al toro y lo mató. A todo esto ya el gigante 'tá en la cama, enfermo. Cuando murió el toro, salió la gama. Él si hizo un perro galgo, y la sacó di atrás, corriendo. La alcanzó y la mató. Áhi salió la paloma. Si hizo un halcón, y como Dios li ayudó, la persiguió y la pilló. Entonce la abrió y le sacó el güevo y se jue ande 'staba la niña y el gigante. El gigante que 'staba medio muerto, ya.

Cuando dentró el joven, la niña le dijo:

-¡Aquí dentró mi prenda! -y se levantó y lo abrazó.

Entonce el gigante le dijo:

-¡Ah, ingrata!, allegate pa'cá, pa matarte. ¡Vení! ¡Vení ingrata! ¡Allegate! ¡Allegate! -le suplicaba porque creiba que ella li había dau el secreto al mozo.

Y entonce el gigante le rogaba al joven que le entregara el güevo. Entonce el joven le dice:

-Pasame las llaves del palacio, si querís el güevo.

Entonce el gigante, en agonía, le dio las llaves del palacio de adentro de la tierra, que tenía encantado.

Y entonce, con todas sus juerzas le pegó al gigante con el güevo en la frente, y se rompió el güevo, y lo despenó8 al gigante, y áhi boquió, y se murió.

Y ya jue el joven con la niña y abrieron todas las puertas y que salieron muchísima gente. Qu'este gigante había vivíu agarrando cristianos9.

Cuando ya vido la niña que salió libre ella y el joven, que le dice al joven:

-¡Güeno, m'hijo, agora llevame a la casa de mis padres!

Y entonce le preguntó el joven:

-¿Quén son tus padres?

Entonce ella le dice:

-Mi padre es el Rey di un pueblo que no mi acuerdo el nombre. Que hay que pasar la mar, pa llegar.

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-Güeno -le dice-, yo te guá condecender. Te llevaré, pero el mar yo no lo puedo pasar. Y le contó toda la historia que él había pasado con la serena.

Entonce le dice la niña:

-¿Y cómo hacimo, entonce?

-Di un modo u otro voy a ver si me puedo escapar.

Entonce pasaron en buque. Van en buque y el joven bien escondido adentro, pa que no lo vea la serena. Y en cuanto pasaron al otro lau, cuando se jue a bajar, salió la serena y lu abarajó, y se lo llevó.

Entonce la niña que lloraba y le decía a la serena, que ya vía que era de ella, pero le pedía un favor, que siquiera le sacara la cabeza del joven pa verla por última vez. Entonce la serena lo sacó. Y entonce la niña le dice:

-Mire, serena, le voy a pedir un gran favor, que me lo saque al joven aunque sea la mitada del cuerpo, aunque sea pa verlo, todos los días.

Y, ¡claro!, a la serena le dio lástima de esta niña tan linda y tan güena qui había sufríu tanto con el gigante. Entonce se convoyó10 la serena con la niña, y que todos los días lo sacaba la serena al joven, pa que lo viera la niña.

Áhi era el reino del Rey, padre de la niña. Y que todos los días venía la niña con el Rey y toda la familia. Y todos los días la niña le pedía a la serena que lo enseñara al joven hasta más abajo. Y la serena lo enseñaba hasta ande le decía la niña.

Güe... Que un día le dijo la niña a la serena:

-Enseñemeló todo, en la palma de la mano, en el aire. Yo ya no lo voy a venir a ver más, como última vez.

Entonce la serena, al otro día lo sacó y lo puso en la palma de la mano. Entonce él s'hizo paloma y se voló. Y si allegó a la niña y si abrazaron. Entonce que la serena le decía:

-Güeno, agora traimeló vos, traimeló vos tamién a la oría del agua pa verlo yo tamién.

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Pero, claro, la niña no le hizo caso a la serena y se jueron todos a los palacios, y que se empezó a preparar la boda de la hija del Rey y del mozo.

Y la niña lo tráiba todos los días al joven a la oría del mar paque lo viera la serena. Pero. ¡claro!, no si allegaban mucho.

Y güeno, áhi se define. S'hizo un gran baile en el casamiento del joven y la niña. Yo 'stuve tamién.

Y me despedí y me jui.

Y que me cuente otro usté a mí.

Valentín Vega, 76 años. Estancia Grande. La Capital. San Luis, 1943.

Campesino rústico, pero inteligente y gran narrador.



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974. Promesas cumplidas

CORRIENTES

Se cuenta que hace muchísimos años, en un país lejano que se llamaba Promesas Cumplidas y que quedaba a la orilla del mar, vivía un pescador con su mujer y ocho hijos. Todos los días el pescador sacaba una gran cantidá de pescados. Los hijos más grandecitos vendían el pescado en el pueblo y con eso se mantenía la familia.

Un día, el pescador volvió a la casa sin nada porque no había podido pescar. Esa noche se tuvieron que acostar sin comer. La madre les contaba cuento a los hijos para entretenerlos y para que no lloraran de hambre.

Al segundo día le pasó lo mismo al pescador y los hijos lloraban de hambre y él no sabía que hacer, desesperado.

Al tercer día tampoco sacaba nada. Entonces se acordó que su abuelita contaba que eso hacían las sirenas del mar cuando se querían casar, para que les llevaran un esposo. Entonces, desesperado, se puso a gritar:

-Sirenitas, sirenitas del mar, por la virtud que Dios te ha dado, dame pescados y te daré a mi hijo para que sea tu esposo.

Entonces oyó una voz que decía en el mar:

-Está bien, te daré pescados, pero si no cumples te morirás de hambre con tu familia.

En ese mismo momento se le llenaron las redes de pescados. Entonce le dijo a la sirena que dejaba clavado el machete adentro del agua y que mandaría al hijo a llevarlo, y que ahí ella podía aprovechar y entrarlo a su reino y casarse con él.

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Cuando volvió a la casa todos se pusieron contentísimos. Comieron pescados y vendieron una gran cantidá. El pescador estaba triste porque tenía que perder al hijo mayor que tenía diez y seis años.

A la noche la mujer le preguntó cómo había hecho para conseguir tanto pescado. El pescador le contó en secreto lo que había pasado y que al día siguiente tenía que entregar al hijo mayor. El hijo había oído todo y pensó cómo tratar de salvarse. Al día siguiente el pescador lo mandó al hijo que le sacara el machete.

El muchacho llegó a la orilla del mar, trató de agarrar el machete y unas oleadas trataron de envolverle. De un salto salió a la orilla. Cuando las olas volvieron adentro, de otro salto agarró el machete y salió corriendo. Y así se salvó. Entonce se sentó, lejo de la orilla, y se puso a pensar qué podía hacer porque, si volvía a su casa el padre en alguna forma le iba entregar a las sirenas. Entonce resolvió ir a correr mundo, y tomó su machete y se fue.

Caminó el muchacho todo el día y toda la noche. Al caer la tarde del día siguiente sintió mucho hambre. Se buscó en los bolsillos y sacó queso y pan que le había dado la madre, y comió. Sintió sé y vio que había agua en el hueco de una roca, y tomó.

Siguió el camino. Al rato vio unos animales que se peleaban por una res muerta. Cuando lo vieron al joven lo llamaron. Fue el perro y le pidió en nombre de todos que les hiciera una buena repartición. Los animales eran un tigre, un león, un águila y una hormiga. El joven fue y con su machete partió la res y le dio los cuartos al león, el pecho y las costillas al tigre, las dos espaldas al perro, los lomos al águila y el espinazo con la cabeza a la hormiga.

Entonce el tigre dijo que cada uno le iba a dar una virtud en agradecimiento. Entonce el tigre le dio unos pelos del lomo, el león también le dio unos pelos del lomo, el perro le dio unos pelos de la cola, el águila unas plumitas y la hormiga la punta de la patita. Con eso el joven se podía convertir en todos esos animales. Tenía que decir: Dios y tigre y se convertiría en tigre. Dios y águila y se convertía en águila, y así con todos. Después tenía que decir: Dios y gente, y se volvía hombre.

El joven siguió. En cuanto entró en el monte, probó, y se convirtió en todos esos animales, en cuanto decía esas palabras.

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Siguió el camino y vio a la distancia una gama. Entonce dijo: Dios y perro. Se convirtió en perro y cazó la gama. Entonce dijo: Dios y gente, y se convirtió persona. Carneó la gama y la asó. Comió y siguió el camino. Entonce dijo: Dios y águila. Se convirtió en águila y salió volando.

Anduvo por el mundo diez años. Anduvo por todos los pueblos y este joven se educó y aprendió mucho.

Un día que volaba hecho águila, divisó en el medio del mar un gran palacio y bajó. Entonce dijo: Dios y gente. Entonce tomó la forma de un joven. Que era un joven muy lindo. Entró al palacio y en un salón encontró a una niña muy hermosa. Entonce ella le dijo que cómo se atrevía a entrar ahí, que ése era el palacio de un gigante muy malo y que la tenía a ella prisionera porque la había robado del palacio de su padre, que era rey y ella era una princesa. Entonce él le dijo que la salvaría, y se pusieron a conversar. Pasó un rato largo y se oyó el ruido del gigante que llegaba. Entonce le dijo que le sacara en alguna forma el secreto de dónde tenía el alma, y dijo: Dios y hormiga. Se hizo una hormiga y se escondió entre los pliegues de la blusa de la Princesa.

Entró el gigante y empezó a buscar por todos los rincones diciendo que quién había venido porque sentía olor a carne humana. Entonce la niña lo calmó diciéndole que quién podía venir hasta ese rincón del mundo. Y se puso a llorar la niña. Entonce cambió y se recostó, y le pidió que lo espulgara mientras descansaba y dormitaba. Entonce se pusieron a conversar muy cariñosamente. La niña lo espulgaba y aprovechó para sacarle donde tenía el alma. Al principio no le quería decir, pero al fin le dijo:

-En el Monte Negro, en el medio de la selva, hay un tigre atado con una cadena muy fuerte. Adentro del tigre está el león, adentro del león hay una gama, adentro de la gama hay una paloma, adentro de la paloma hay un huevito, y ésa es mi alma. Entonce el gigante le pasó la mano por la frente de la Princesa porque tenía mucho poder, y en el mismo momento con eso le hizo olvidar todo lo que le había dicho.

El joven salió y se convirtió en águila y se fue a buscar el alma del gigante. Llegó al Monte Negro y se convirtió en tigre, y empezó a pelear con el tigre atado, que despedía fuego por los ojos. Al fin lo mató y con el machete le abrió la panza. Salió   —29→   entonces el león que era bravísimo. Se convirtió en león y empezó a pelear. Después de una lucha muy grande lo mató. Con el machete le abrió la panza y salió corriendo la gama. Se convirtió en perro y la persiguió hasta que la alcanzó y la mató. Le abrió la panza con el machete y salió volando la paloma. Se convirtió en águila y la persiguió a la paloma hasta que la pudo cazar y la mató. La abrió y le sacó el huevito. La paloma había volado para el lado del palacio del gigante, y a la entrada la mató el águila, y le sacó el huevito. Entonce se convirtió en persona y entró al palacio.

El gigante mientras esto pasaba se había enfermado y a cada muerte se ponía más grave. Ya 'taba adivinando todo y cuando el joven entró con el huevito al salón en donde estaba medio muerto le dijo:

-Dame mi alma y yo te daré todos los tesoros de mi palacio.

-Entregame todas las llaves -le dijo el joven.

El gigante se las dio y el joven le reventó el huevito en la frente y el gigante se murió.

Entonce los dos, el joven y la Princesa se abrazaron y prometieron casarse en cuanto llegaran al palacio del Rey.

El joven se transformó en águila y llegó al palacio de los padres de la Princesa, contó todo como había sido y pidió permiso para casarse con ella. Se lo dieron los padres que estaban contentísimos y en todo el reino hubo fiestas por la noticia.

El joven compró un barco y lo mandó al palacio del gigante y él voló en forma de águila y llegó y le contó todo a la Princesa. Él le dijo que ella iba a viajar en el barco, pero que él tenía que ir por tierra o por aire porque las sirenas lo iban a perseguir si iba por el mar. Él ya le había contado su historia. La Princesa dijo que no, que tenían que viajar juntos, que ella lo iba a cuidar. Tanto insistió hasta que el joven cedió.

Mandó a hacer una caja de vidrio, la Princesa, para el joven, y ella estaba cuidandoló noche y día, durante el viaje. Hicieron un viaje muy lindo. Cuando el barco estaba entrando en el puerto, todo el pueblo había venido a ver la llegada, y entonce el joven abrió la tapa de la caja y se asomó con la Princesa para saludar, creyendosé salvo. En ese instante, las sirenas   —30→   que los venían siguiendo, saltaron al barco y se llevaron al joven al fondo del mar. Todo el mundo gritaba enojado y la Princesa bajó como enloquecida de pena, llorando a mares.

Cayó enferma la Princesa, pero se fue componiendo con la esperanza de que lo iba a salvar a su prometido, que ya era su marido.

Un día que nadie la veía, se fue a la orilla de la mar y llevó una moneda de plata. En la orilla empezó a decir:

-Sirenitas, sirenitas de la mar, por la virtud que Dios te ha dado, mostrame a mi marido y te daré una moneda de plata.

-No es tu marido, mi marido es -contestó una de las sirenas-. ¿Desde dónde quieres verlo?

-Desde el cuello -dijo la Princesa.

-Tira la moneda si quieres verle.

La Princesa tiró la moneda y vio salir entre las olas la cabeza de su marido.

-¿Estás contenta, chiquilla? -le dijo la misma sirena.

-Sí -dijo la Princesa, y se fue llorando.

Al otro día volvió a salir la Princesa sin que la vieran y vino a la orilla del mar y empezó a rogar:

-Sirenitas, sirenitas de la mar, por la virtud que Dios te ha dado, mostrame a mi marido y te daré una moneda de plata.

-No es tu marido, mi marido es -dijo la sirena-. ¿Desde dónde quieres verlo?

-Desde la cintura, porque no lo reconozco.

-Tira la moneda si quieres verle.

Tiró la moneda y vio salir al joven de medio cuerpo.

-¿Estás contenta, chiquilla? -dijo la sirena.

-Sí -dijo la Princesa, y se fue llorando.

Al día siguiente volvió y dijo por tercera vez:

-Sirenitas, sirenitas de la mar, por la virtud que Dios te ha dado, mostrame a mi marido y te daré una moneda de oro.

-No es tu marido, mi marido es -dijo la sirena-. ¿Desde dónde quieres verlo?

-Desde la planta de los pies, porque no lo reconozco.

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-Tira la moneda y le verás.

Entonces apareció el joven de cuerpo entero entre las manos de las sirenas, y la sirena preguntó:

-¿Estás contenta, chiquilla?

En ese mismo momento el joven dijo Dios y el águila, y salió volando transformado en águila, y se fue y se asentó en tierra.

Ese mismo día se hizo la boda y al joven lo hizo Príncipe el Rey. Las fiestas duraron muchos días.

Después el Príncipe pidió permiso al Rey para traer su familia y hacerla vivir en el palacio.

Vino el pescador y su familia y se quedaron a vivir con el hijo, muy contentos porque ya las sirenas no lo iban a molestar más, porque se habían cumplido las promesas hechas a las sirenas.

Vivieron muy felices, y el Rey le entregó el reino al joven, que lo gobernó hasta el resto de sus días.


Y colorín colorado
este cuento se ha terminado.



Adrián Godoy, 45 años. San Cosme. Corrientes, 1952.

Director de Escuela. Aprendió el cuento de la abuela, Reyes C. de Solís, gran narradora.

Figuran en este cuento motivos de otros como el reparto de la presa entre animales, que le dan al héroe virtudes mágicas y el del alma externa del gigante.



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ArribaAbajoNota

Nuestro cuento desarrolla un tema que es conocido en la narrativa de Occidente. Tiene entre otros motivos:

A. La sirena promete, a un pobre pescador, abundante pesca o bolsas de plata en cambio de quien salga a recibirlo al llegar a su casa. El pescador lo promete pensando en que todos los días salía a recibirlo su perro, pero en esta oportunidad salió uno de sus hijos. En una variante, el padre promete su hijo a la sirena.

B. Llegado el término fijado el muchacho es llevado a la orilla del mar, pero huye de la sirena.

C. El joven corre aventuras, desencanta a una princesa y se casa con ella. Deben regresar a la casa de los reyes, pero el joven no puede acercarse al mar o laguna en donde habita la sirena. A pesar de las precauciones tomadas, la sirena lo rescata.

D. La esposa dolorida pide al joven, con gran insistencia, a la sirena. La sirena se apiada y va haciendo salir al joven poco a poco, hasta que éste puede huir y se reúne a su esposa.

Por sus motivos esenciales nuestro cuento pertenece al Tipo 400 de Aarne-Thompson.





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ArribaAbajoLa palomita. Las tres naranjas

21 versiones y variantes


Cuentos del 975 al 995


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975. La niña que se perdió y la negra

SALTA

Diz que había un matrimonio que tenía una hijita. Esta niñita vivía jugando en el monte -que la casa 'taba en el medio 'el monte-. Diz que esto era de cuanta11, del tiempo di ante.

Diz que un día vino un cuervo y le levó la muñeca 'i trapo, pero muy churita12. Diz que entonce la niña salió corriendo por atrás del cuervo. Iba llorando atrás del cuervo. El cuervo se asentó en un árbol. Diz que llegó la niña y le pidió su guagüita13. Y el cuervo volvió a volar. Diz que así siguió toda la noche. Y la niña corría y corría, y al fin, a la madrugada, el cuervo le dejó cair la muñequita. Y ella corrió y vio la muñequita que 'taba caida antarca14, en el suelo. Áhi la alzó y quiso volver a su casa, pero 'taba perdida.

Diz que la niña perdida ha andau todo el día en el monte, y nada, no encontraba a nadie. Y diz que ha dormido en el monte abrazada con su guagüita. Al otro día ha seguíu caminando y cerca de la hora de mediodía ha llegau a un ranchito. Diz que ha visto que había dos camas igualitas y dos sillitas. Ha ido a la cocinita y ha visto una ollita 'i locro. Y áhi qui había todo de dos: dos platos, dos cucharas, dos cuchillos, dos jarritos, dos banquitos.   —36→   Diz que ha barrido con la pichana15 el ranchito y ha echado leña en el juego y ha atendido l'ollita 'i locro.

Y diz que ha sentíu tropel de caballos y si ha escondido de miedo. Y diz que han llegau los dueños de casa, que eran dos hermanos.

Y diz que han visto que hay gente en la casa y han buscado, y han encontrau a la niña. Y la niña ha contau todo y ellos, que vivían solitos, li han pedíu que se quede con ellos como hermanita, porque ellos no han sabido di ánde era la niña. Estos hermanos trabajaban de piones en el palacio del Rey de ese lugar. El Rey era soltero y muy güen mozo.

Y diz que la niña si ha quedau y qui hacía todos los trabajos. Li han dicho los jóvenes que tenga mucho cuidau con un gato negro qui había en la casa, que no le pegue porque le va hacer mucho perjuicio.

Y diz que vivían muy contentos los tres. Un día diz que el gato le comía la comida y la niña le pegó. Áhi el gato ha ido y li ha orinado el juego y se lo ha apagado. La niña ha corríu a una casa que 'taba cerca y ha ido a pedir juego. Y ha visto que había una niña y li ha pedíu que corra, porque si la ve la madre, que es bruja, la iba a matar. Y la niña ha corríu. La ha visto la bruja y ha salido por atrás, pero la niña logró llegar y encerrarse en la casa. La bruja ha orinado atrás de la casa y ha nacido un gran cebollar. Y si ha ido.

Ha salido la niña y ha hecho juego otra vez. Y ha visto el cebollar y ha cortado y ha puesto en l'ollita. Y diz que decía:

-¿Cómo mis ñaños16 no mi han dicho que tenían estas cebollas tan lindas?

Y diz que han llegado los hermanos y ella les ha estado contando todo. Y diz que en ese momento ellos han probado la comida y áhi si han hecho güeyes. Claro, eso ha síu por las cebollas de la bruja. Y diz que el gato negro era también la bruja.

Y diz que la niña ha llorau todo el día. Y di áhi si ha dedicau a cuidar sus güeycitos. Y diz que los pastoriaba en el campo.   —37→   Y diz que un día el Rey ha salido del palacio, ha visto a esta niña tan linda, y si ha enamorado de ella. Y después ha vuelto y li ha dicho que se quiere casar con ella. Y ella ha dicho que se casaba pero con el conque de llevar sus güeyecitos y tenerlos muy cuidados.

Y diz que si ha casau la niña con el Rey y al año ha tenido un niñito muy bonito. Que estaban muy contentos.

Diz que había una negra esclava que era bruja y quería ella ser reina. Y qui andaba viendo cómo podía hacer pa que se vaya esta niña y le deje el lugar.

Diz que el Rey ha tenido que viajar y ha dejado a la negra que cuide a la Reina.

Diz que un día li ha dicho la negra que la va a espulgar para que pase un rato. Y la Reina ha dicho que sí.

Y áhi diz que la negra le ha clavado un alfiler embrujau en la cabeza. Diz que la Reina si ha hecho una urpilita17, una palomita, y si ha volado.

Diz que cuando ha vuelto el Rey la negra si ha hecho la que era la niña y ha dicho que la negra si ha ido y que del dijusto si ha puesto así. El Rey 'taba muy triste con este cambio, pero no podía hacer nada.

Diz que mandó a que hiciera trabajar a esos güeyes flojos y que al niño no lo cuidaban.

Diz que un día llegó la palomita al palacio y le empezó a hablar al hortelano. Y diz que él le ha contestado:

-Buen día, hortelano.

-Buen día, urpilita.

-¿Quí hace el Rey?

-Está acompañado con su mujer.

-¿Quí hacen los güeycitos?

-Tirando cal y piedra todo el día.

-¿Quí hace mi niño?

-Está sufriendo y siempre llora.

  —38→  

-Llora, llora niño de mis entrañas, que tu madre anda por las montañas.

Y áhi se volaba.

Y diz que ha venido tres días la palomita y ha dicho siempre lo mesmo. Y el hortelano diz que le ha avisado al Rey, todo lo que decía, y diz que el Rey ha ordenado que le ponga cera en el palo que si asentaba la urpilita y que se la lleve. Y el hortelano ha puesto la cera y li ha llevado la urpilita al Rey.

Diz que el Rey ha acariciado a la urpilita y ha sentido que tenía una alfiler clavado, y se la ha sacado, y áhi mesmo si ha vuelto en la niña que era.

Y diz que la niña ha abrazado al Rey y ha corrido ande 'taba el niño. Y ha hecho trair los güeycitos. Y claro, le ha avisado al Rey cómo ha hecho la negra esa brujería.

Y diz que entonce el Rey ha hecho trair cuatro potros de los más malos y ha hecho atar a la negra que la maten, que la descuarticen. Y así han hecho. Y así ha pagado su maldá esta negra.

Y los Reyes y el niño han quedado muy contentos y felices. Y estarán viviendo todavía con los dos güeycitos que volvieron a ser los güenos hermanos di antes.

Bernardino Zoto, 52 años. Obraje Las Hacheras. Anta. Salta, 1962.

Hachero de la selva salteña, de Anta. Muy buen narrador.



  —39→  
976. La palomita

JUJUY

Era una niña que tenía muchas muñecas y le gustaba ir a jugar al campo. La madre le había dicho de18 que en el campo corría muchos peligros, que nunca fuera ahí. Ella, desobediente, iba siempre, hasta que un día de ésos, vino un carancho y le llevó la mejor muñeca que tenía. Y ella corrió detrás del pájaro, y gritaba:

-¡Carancho19, entregame mi muñeca!

Ya muy lejos, el carancho le largó la muñeca. Pero la niña se perdió, 'taba completamente desorientada y empezó a caminar sin rumbo. Vio una casita y se llegó a ella. Llamó y nadie le respondió. Entonces decidió entrar. Y vio que había dos camas y que estaba todo desarreglado. Entonces arregló la casa, la limpió y puso todo bien en orden. Luego de poner todo en orden fue a la cocina y empezó a preparar la comida para dos personas que vio que ahí había.

Cuando eran las doce más o menos, sintió un tropel de caballos. La niña sintió miedo. Corrió a esconderse debajo de una batea20 que estaba boca abajo.

Llegaron. Habían sido dos hermanos los que vivían en la casa. Y al ver todo en orden, la comida hecha, la mesa puesta, se alegraron muchísimo y decían ellos que era el Señor21 quien les   —40→   mandó un ángel para que los atendiera. Y uno había visto que el vestido de la niña aparecía por debajo de la batea, y dijo que había una mujer ahí. Entonces dijeron que si era anciana iba a ser la madre de ellos y si era joven sería la esposa, dijo uno de ellos. Entonce el otro dijo que no, que sería la hermana de los dos. Entonces le dijeron que salga del escondite la que esté ahí, que nada le iba a pasar. Y la niña salió, y los dos corrieron y la abrazaron y le dijeron que sería una hermana, porque el cielo la había mandado. Y desde ese día fue una hermana.

Le enseñaron la casa y las costumbres de ellos. Y también le dijeron de que había un gato negro, y de que tenga mucho cuidado y que nunca lo trate mal.

Pasó un tiempo. Un día, la niña casi sin darse cuenta le pegó al gato. El gato fue entonces y le apagó el fuego. La niña desesperada no sabía qué hacer ni de dónde sacar fuego para hacer la comida. Entonces se subió arriba del techo, y muy lejos, alcanzó a ver un humo. Ella se bajó y salió disparando para pedir fuego. Al llegar a esa casa sale una negra a recibirla y le dice:

-Oh, niña hermosa, ¿qué te ha traído por acá? Mi madre es una bruja y acá nunca llega gente.

Entonces la niña le dice que se dé prisa y que le dé fuego. Y la negra saca y le da unas brasas y le dice que corra, y muy ligero, porque va a llegar pronto la bruja.

-Y si te da alcance te va hacer daño -le dice.

Y la niña salió disparando. En ese momento llega la bruja y le dice:

-¡Pus, pus, carne humana hiede! ¿Quién vino a nuestra casa?

-Nadie, madre -dice la negra-. Si aquí nunca sabe22 llegar un alma viviente.

Pero la bruja se dio cuenta de lo que había pasado, y montó en una escoba y salió a perseguir a la niña. La niña no tuvo más tiempo que tirar las brasas y cerrar la puerta y llegó la bruja. La niña cerró muy bien la puerta.

  —41→  

La bruja llamó, pero la niña no atendió. Entonces llamaba y le decía que salga, que no le iba hacer nada. Al final, le dijo que se iba y que le dejaba de regalo un hermoso almácigo de cilantro y cebollas.

Después de un buen rato, la niña abrió la puerta y vio que había un hermoso almácigo de cilantro y cebollas como le había dicho la bruja. Hizo fuego, preparó la comida y le echó de estas verduras.

Cuando vinieron los hermanos les sirvió la comida. Cuando los mozos probaron la comida quedaron convertidos en bueyes. Entonces la niña se desesperó llorando. Y desde ese día los comenzó a pastoriar a los bueyecitos. Que tenía un hermoso alfalfar y allí los llevaba ella, todos los días.

Un día de ésos las ovejas del Rey se pasaron al alfalfar.

Y entonce el pastor del Rey entró a sacarlas y vio la niña. Entonce fue y le contó al Rey que había visto una hermosa niña pastoriando unos bueyes.

Entonce el Rey dice que vuelva a pasar las ovejas y que vuelva a decirle qué hace esa niña. Entonce el pastor hace eso y ve a la niña llorando. Entonce va y le cuenta al Rey.

Y entonce al día siguiente va el Rey y al verla a la niña tan hermosa, se enamora y le pide que se case con él. La niña le responde que no, porque si ella se casaba los bueyes sufrirían. El Rey le dice de que va hacer un alfalfar frente al palacio y ahí estarán los bueyes para que ella pueda verlos todo el día. El Rey insiste tanto que la niña acepta.

Se casan y viven muy felices.

Al año de casados les llega un hermoso heredero.

La niña nunca se olvidaba de los bueyes y nunca los dejaba trabajar.

La bruja se entera de que la niña vivía muy feliz y era Reina; entonce le dice a la hija de que ella debía ser la Reina y que ella la va ayudar para que la niña desaparezca y ella pueda ir al palacio. Se van y llegan, justo cuando el Rey se había ausentado por un tiempo. Entonce le dice la bruja que ella, la Reina, necesitaba compañía y que le iba a dejar a la hija para que la acompañe y la ayude en todo. Como la negra iba arreglada para que no la conociera, no la conoció.

La Reina aceptó la compañía. Y la negra le ayudaba en todo. Un día le dice que había visto que ella tenía bichos,   —42→   piojos, en la cabeza y que la iba a espulgar. La Reina acepta y mientra la 'taba espulgando le clava en la cabeza un alfiler embrujado y la Reina se convierte en una paloma, y sale volando.

Cuando vuelve el Rey se encuentra con la negra, muy arreglada como si fuera la Reina, y le pregunta cómo ha cambiado tanto, y que por qué tenía los ojos tan colorados. Ella le dice que en su ausencia no dormía y había llorado mucho.

También vio que a los bueyes los habían puesto a trabajar.

Un día de ésos, el pastor del Rey, al pasar a traer las ovejas, oye que lo hablan, que lo saludan, y él contesta el saludo sin saber quién era. Entonce vio que en un árbol había asentada una palomita. Entonce hablan los dos:

-Buenos días, pastor.

-Buenos días.

-¿Qué hace el Rey?

-Jugando y chanceando con su mujer.

-¿Qué hacen los bueyecitos?

-Echando cal y arena.

-¡Pobres mis bueyecitos! ¿Y el niño?

-A ratos llora y a ratos calla.

-Llora, llora niño de mis entrañas, que así llora tu madre por las montañas.

Entonce el pastor se va y le cuenta al Rey. El Rey se 'taba dando cuenta de lo que estaba pasando. Entonce le dice que encole el árbol para poderla atrapar a esa palomita. Y al otro día que vaya a pasar con las ovejas. Y vuelve a venir la palomita.

-Buenos días, pastor.

-Buenos días.

-¿Qué hace el Rey?

-Jugando y chanceando con su mujer.

-¿Qué hacen los bueyecitos?

-Echando cal y arena.

-¡Pobres mis bueyecitos! ¿Y el niño?

-A ratos llora y a ratos calla.

-Llora, llora niño de mis entrañas, que así llora tu madre por las montañas.

Salió volando y dejó los zapatitos pegados en el árbol. El pastor se los lleva al Rey y el Rey reconoce que son zapatitos de su señora.

  —43→  

Y le ordena que encole más el árbol.

Y al día siguiente vuelve la palomita. Habla como todos los días y cuando quiere volar queda pegada. El Rey viene y la pone en una jaula de oro y la hace poner en un lugar del palacio.

Entonce la hija de la bruja le dice que para qué ha hecho poner ese bicho en el palacio, que eso traía mala suerte y que debía echarla, que por ella van a tener mala suerte. Y el Rey dice que no.

Un día le toca de23 salir al Rey. Al volver encuentra la jaula vacía, y la negra le dice que la palomita se había escapado.

Entonce la empiezan a buscar por todos lados, y al fin la encuentran en una tinaja de arrope. Y el Rey la sacó y la empezó a lavar para quitarle el arrope que tenía. En eso tropezó con una costrita en la cabecita y le sacó un alfiler, y en el mismo momento se paró la Reina. Entonce ella corrió a ver al niño, y después le dijo:

-¿No te decía que mis bueyecitos sufrirían si me casaba? Y la niña le cuenta que eran los hermanos de ella y que por la bruja se han convertido en bueyes, por la madre de esta negra. Ya se dio cuenta de todo.

Entonce el Rey inmediatamente la hace llamar a la vieja bruja y le ordena que si no los convierte en seres humanos como habían sido los bueyes las iba a quemar a las dos. Entonces la bruja los volvió a la forma que eran.

El Rey las mandó encerrar en una prisión a la bruja y a la hija hasta que se murieran.

Y ellos vivieron felices muchos años.

María Elsa Salas de Varela, 28 años. La Quiaca. Yavi. Jujuy, 1952.

Excelente narradora.

La narradora ha cursado los grados de la escuela primaria y se expresa con facilidad y corrección. Pronuncia bien la s en todas sus posiciones; hace diferencia en la pronunciación de y, ll, como lo hacen, en general, las personas cultas de La Quiaca y de la región limítrofe con Bolivia; la r es asibilada como en gran parte del país.



  —44→  
977. Las tres naranjas

TUCUMÁN

Diz que era un rey que tenía un hijo solo.

Diz que el Príncipe éste era muy valiente, y que le dice al padre que va hacer viaje a un reino que diz que 'taba muy lejo, y que se llamaba Las Tres Naranjas. Él quería ir de todas maneras a ese reino. Ya no dormía por pensar en Las Tres Naranjas.

Claro, el Rey que no quería que juera, y que le había dicho que hay muchos peligros en Las Tres Naranjas, que no viaje a tan lejas tierras y tan peligrosas.

Pero, diz qui ha porfiau el Príncipe y el Rey lu ha dejau ir.

Li ha preparau el avío, y diz que li ha ensillau la mejor mula. Diz que li había dau una mula porque era lugar de cerros ande tenía qui andar, y es mejor la mula que el caballo. Y li ha dau otra mula 'i tiro.

Cuando anduvo unos cuantos días de viaje, que andaba preguntando siempre por ese lugar de Las Tres Naranjas, que ha encontrau un caballito flaco a la orilla del camino, y que el caballito le ha hablau y li había dicho:

-Dejá tus mulas que 'stán cansadas. Ensillame a mí que yo te voy a llevar a Las Tres Naranjas.

El Príncipe no li hacía juicio24, pero como las mulas ya no podían caminar le ha atendido. Áhi ha bajado la montura y que ha ensillado el caballito ése. Al momento el caballito era como   —45→   si volara por el aire. Y diz que ha llegado a Las Tres Naranjas. Áhi había una planta de naranjo y tenía tres naranjas di oro. El caballito li ha dicho que las corte a las naranjas y las guarde, y salga ligerito porque si no corría peligro de muerte. El joven las cortó a las naranjas, las guardó en las alforjas y montó en el caballito. El caballito salió al galope en el aire.

Cuando llegó el Príncipe ande había dejado las mulas, las mulas 'taban áhi, lo 'taban esperando. Entonce dejó el caballito y siguió con las mulas.

Habían andau mucho y sintió sé y hambre. Si acordó de las naranjas. Sacó una y la partió. Cuando la ha partido, salió una niña como di un encanto, una niña preciosa, y que le dice:

-Príncipe valiente, si me da espejo para mirarme, tualla para secarme y peine para peinarme, no seré perdida.

El Príncipe, muy sosprendido25, li ha dicho:

-Nada tengo, niña preciosa, ¿qué otra cosa puedo hacer? Entonce la niña ha dehaparecido26.

Siguió el Príncipe el camino. Otra vez tuvo sé y hambre y sacó otra naranja. La ha partido y entonce salió de la naranja una niña más preciosa que la primera y diz que li ha dicho al joven:

-Príncipe valiente, si me da espejo para mirarme, tualla para secarme y peine para peinarme, no seré perdida.

El Príncipe, más sosprendido todavía, li ha dicho:

-Nada tengo, niña preciosa, ¿qué otra cosa puedo hacer?

Entonce otra vez la niña ha dehaparecido.

El Príncipe si ha quedado muy pensativo y cuando ha pasado por cerca di un pueblo ha ido y ha comprado un espejo, una tualla y un peine.

Ha vuelto a sentir sé y hambre y ha partido la tercera naranja. Entonce di adentro de la naranja salió una niña más bonita todavía y li ha dicho:

  —46→  

-Príncipe valiente, si me da espejo para mirarme, tualla para secarme y peine para peinarme, no seré perdida.

Entonce la niña tuvo eso y siguió con él. El Príncipe la alzó por delante y siguió. Cuando 'taban cerca del palacio, le dijo que la iba a dejar para ir a buscarle ropa. Y la dejó en un árbol. Este árbol estaba a la orilla de un arroyo de aguas cristalinas.

Después de un rato llegó una negra esclava del Rey a buscar agua al pie del árbol con unos cántaros.

Ha llegado la negra y ha mirado en el arroyo y ha visto una niña blanca y rubia en el agua. Y ha creído que era ella y lo que si ha visto tan linda, claro que era la niña que 'taba arriba del árbol, ha dicho:

-Yo, ¡tan bonita!, ¿acarriando agua?

Y áhi ha tirado lejo los cántaros y los ha roto y si ha vuelto al palacio. Y en el palacio si han réido de la negra y la han vuelto a mandar a buscar agua.

Ha llegado la negra a levantar agua del arroyo, al pie del árbol, y ha vuelto a ver esa carita tan bonita, y ha vuelto a decir:

-Yo, ¡tan bonita! ¿acarriando agua?

Y ha vuelto a tirar los cántaros y los ha roto. La negra 'taba crendo que era ella la que se vía en l'agua.

Y diz que la niña que 'taba mirando si ha puesto a reir a carcajadas. Y áhi si ha dau cuenta la negra de todo. Y ha hablau con la niña y ha sabido la historia de la niña y del Príncipe.

Diz que esta negra era bruja y ha queríu quedar en su lugar. Y li ha dicho a la niña pórque no se dejaba espulgar para entretenerse un rato. La niña ha dicho que sí. La negra ha subido al árbol, y diz que mientras la espulgaba li ha clavado un alfiler y la niña si ha hecho una palomita y si ha volado a las montañas.

Diz que la negra se quedó en el gajo esperando al Príncipe. Llegó el Príncipe y muy sosprendido le preguntó qué le pasó. Entonce ella le dijo que el sol la había quemado pero que ya se iba a componer. Entonce él la llevó al palacio. Entonce vivieron áhi.

Diz que la palomita ha comenzau a ir al palacio y áhi qui hacía su tantito que era tan triste, que el hortelano del palacio le jue a contar al Príncipe. El Príncipe la hizo pillar y la hizo   —47→   poner en una jaula muy linda. El Príncipe no sabía porque le tenía tanto cariño a la palomita y la negra se ponía enojadísima de ver eso.

Diz que el Príncipe tuvo que salir de viaje y dejó encargado que le cuiden la palomita.

Diz que en cuanto salió el Príncipe la negra la puso a la palomita en una olla 'i vinagre pa que se muera.

Diz que volvió el Príncipe y lo primero que hizo es preguntar por la palomita. La negra le dijo que si había volado, pero el Príncipe la empezó a buscar y la encontró en l'olla'i vinagre, ya casi muerta. Áhi le encontró el alfiler y se lo sacó, y se transformó en la niña blanca y rubia que era.

Entonce el Príncipe mandó que ataran la negra en cuatro potros chúcaros y los largaran. Diz que lo ataron y los potros han despedazado a la negra.

El Príncipe si ha casado con la niña de Las Tres Naranjas. Esas niñas de Las Tres Naranjas eran hijas di un Rey que los encantó en las naranjas para que se casaran con príncipes que jueran capaces de sacarlos del encanto. Y áhi jue este solo Príncipe que era el más valiente.

Diz que el Rey li ha entregado el reino al hijo y han vivido muchos años muy felices.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Gran narrador. Ha vivido siempre en esta zona de la Provincia.



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978. La palomita

SANTIAGO DEL ESTERO

Era una niña que estaba jugando con las muñecas. Y vino un pájaro y le arrebató la muñeca. Y se la llevó. Y ella salió corriendo por detrás de la muñeca, hasta que se internó en el bosque y se perdió.

Entonces el pájaro le largó la muñeca. Ella la levantó y al levantarla vio una casita. Y se va a la casita. Encuentra que parece que eran para dos habitantes. Porque tenían dos camitas. Y en todo veía ella que era para dos personas. Y se va a la cocina y hace la comida. Vuelve y oye ruidos. Cuando oye ruidos se esconde debajo de una batea, pero le queda un pedacito del vestido fuera de la batea.

Entonces llegan dos mozos. Los muchachos ven que ahí ha estado una persona. Hasta que ven ese trapito, levantan la batea y se dan con una chica muy linda. Y ella les cuenta lo que le ha pasado. Entonces ellos le dicen que se quede a vivir con ellos y que para ellos va a ser una hermanita.

Los mozos trabajaban en la casa del Rey. A la niña la dejan de dueña de casa. Cuando ellos se van le dicen que tenga mucho cuidado con el gato, que no le haga nada porque le va a apagar el fuego, porque la única casita cerca que había era la de una vieja mala que era una vieja bruja.

Entonce, una vez, el gato le quita la carne que está preparando para la comida y ella le pega. Entonces va el gato, le orina y le apaga el fuego. Entonces ella corre a la casita y pide fuego. La hija de la vieja le da unas brasitas y le dice que se vaya, que corra porque la va a perseguir la madre, que es muy mala. Y   —49→   la vieja va a la casa, se entera que le han dado fuego y se va por detrás. Entonces ella va y se encierra, cierra las puertas.

Entonces la bruja va y se orina atrás de la casa. Y áhi se cría un cebollar lo más lindo.

Más tarde se ocupa la chica en preparar la comida. Va y corta cebolla y le echa.

Y vienen los muchachos a comer. Comen y se transforman en bueyes.

Ella los cuidaba. Los trataba que eran hermanos.

Un día viene el Rey y se da con esta chica tan linda, y quiere casarse con ella. Y ella le dice que no, que no puede, que ella tiene que ir con los bueyes porque son sus hermanos.

Le dice el Rey que sí, que se los va llevar.

La lleva y se casa el Rey.

Al año, la Reina tiene un niñito. ¡Bonito el chiquito!

Tenía él una sirvienta, una esclava, una negra que le tenía envidia a la señora.

Un día que no estaba el Rey, la negra le dice:

-¡Señora, dice, tan lindo el cabello!

Y le acaricia la cabeza y le planta un alfiler. Entonce la señora se tranforma en una paloma y sale volando.

Ella, la negra, se viste con los trajes de la Reina. Y se arregla lo más bien. Se pinta.

Cuando viene el Rey se da con que no se parecía a la señora. Y entonces la negra le dice que estaba ella sola porque la sirvienta, la negra, ya se había ido y del dijusto se había puesto así. El Rey la veía y siempre la desconocía, pero se tenía que resignar no más.

La palomita siempre venía y lo hablaba al hortelano. Y le decía:

-¿Qué hace el Rey?

-Jugando y chanceando con su mujer.

-¿Qué hacen los bueycitos?

-Andan tirando cal y piedras en el monte.

-¿Qué hace el niño?

-El niño está llorando.

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-Calla niño de mis entrañas, que tu madre anda por las montañas.

Y la palomita se volaba.

Al hortelano le había llamado la atención porque todos los días venía la palomita y decía lo mismo. Y va y le cuenta al Rey. Entonce el Rey le dice que vea si la puede pescar. Y le enseña cómo la va agarrar y le trae una cosa para que se quede pegada en la rama que se asienta.

Y el hortelano le pone esa pasta pa que se quede pegada. Cuando vuelve la palomita y le dice todo al hortelano y se quiere volar, se queda pegada.

Entonce el hortelano le trae la palomita al Rey. Entonce la acaricia el Rey y le encuentra un coquito en la cabeza. Tira y le saca un alfiler. Al momento se transforma en la reina. Y ya tiene una alegría muy grande el Rey, y ella corre a ver al hijito. Y áhi viene y le cuenta lo que le pasó a ella. Y todos vuelven a ser los de antes.

Entonce la agarra a la negra y la hace atar con cuatro potros, claro, que la descuarticen. Y la matan.

Y fueron todos felices.

Y se terminó el cuento.

María Luisa Caamaño de Carrizo, 82 años. Estancia Balbuena. Ojo de Agua. Santiago del Estero, 1970.

La narradora oyó este cuento en Villa María, Córdoba, cuando era niña.



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979. La palomita

CATAMARCA

Se trata de una chica, ya era una señorita, que le gustaba mucho jugar con las muñecas. Y no dejaba de jugar. Ya 'taba siendo ya niña grande, pero siempre 'taba jugando con las muñecas. La madre le decía siempre:

-Mirá, hija, no juegues, ya, con las muñecas, ya no tienes edá para jugar con las muñecas. Pero a ella le gustaba. Seguía jugando. Y tenía muy arregladas las muñecas, muy bien vestidas. Porque cosía, les hacía ropita.

Un día 'taba jugando en el patio y vino un carancho y le levanta la muñeca más hermosa que tenía, y más bien vestida. Entonce ella se levanta corriendo.

-¡Traé! ¡Traé! -que corría tras del carancho-. ¡Traé! ¡Traé!...

Siempre corriendo, y el carancho se iba no más. Y ha ido al campo, a un desierto que ya no había nada. Y le ha soltado la muñeca ya destrozada la muñeca, porque la había roto. Y entonces ella lo levantó a la muñeca, pero cuando ha querido volver a la casa ya no había dado por donde. Ya si ha perdido. Andaba... y seguía andando. Y ya iba siendo oración. Y ya no podía dar por donde volver. Hasta que va y da con una casa vacía, con una casa que había en el campo. 'Taba sola la casa, pero estaba abierta la puerta de la cocina. Va y entra. Y encuentra todas las cosas listas para cocinar, todo. Y ella, claro, tenía hambre. Si había ido a la mañana y había andado toda la tarde, todo el día se puede decir. Entonce que dice, pensó:

  —52→  

-Voy a cocinar. Como y les dejo la comida. Deben ser algunos que van a trabajar y deben cocinar recién -pensó ella.

Si ha puesto a cocinar. Cocinó, comió ella, y dejó la comida lista. Y cuando ya sintió la voz de unos hombres que venían hablando, y entonces ella se escondió detrás de una batea quesque había parada ahí, en la cocina. Entonces, dice que llegaron los hombres, quesque eran dos hermanos, y dicen:

-Pero, ve, quien habrá cocinau. Ve, la comida 'tá lista y tan linda que parece.

-Comela no más -que le dice el otro.

-No -que le dice- vaya a tener veneno. Será alguno que ha venido pa envenarnos.

-Bueno, dale al perro, a ver; si no se muere el perro, ya podemos comer nosotros.

-No -que le dice-, le demos al gato primero porque el perro nos hace falta, es compañero.

Que siempre andaban con el perro, en cambio el gato quedaba en la casa. Bueno, le dieron al gato. Y el gato comió y no l'hizo nada, quedó muy bien el gato. Después le dieron al perro y lo mismo. Y comieron ellos. Se animaron a comer. Y la chica ésta, al entrar, al esconderse, le había quedado el vestido salido para afuera.

Y uno, que ha volcado comida, y dice:

-¡Ay!, voy a buscar un trapo para limpiar.

Se va a sacar el trapo. Era el vestido de la niña que se lo había recogido.

-Aquí hay alguien, che -que le dice.

-¿Por qué decís que hay alguien?

-Porque ese trapo que hi querido sacar se ha entrado para adentro.

Pero no se animaba de dar vuelta la batea para ver. Y entre los dos han venido, la han dado vuelta y sale ella. Muy asustada, claro, dice:

-¡Disculpen! Que yo m'hi perdido. Mi escondido. Hi cocinado porque tenía hambre. Y m'hi escondido. M'hi perdido en el campo.

  —53→  

Que le dicen:

-Bueno, ahora qué vamos hacer. Usté no sabe para dónde es su casa, y cómo se va ir, y nosotros tampoco. Entonce, ¿por qué no se queda con nosotros? La vamos a tratar como a hermana. Usté cocina, nos atiende la casa, nosotros tenemos que salir a trabajar.

-Bueno -que dice.

Y se quedó.

Y empezó a cocinar, a trabajar. Les lavaba la ropa, les cocinaba y estaba muy bien ahí, la atendían. Pero le dice uno:

-Ese gato es malo. Cuando le pida déle, déle porque si no le va orinar el fuego -tenía el fogón en la cocina-. Y hay que ir a buscar el fuego en la casa di una vieja bruja. Entonce le dieron un atado de ceniza, una aguja y un peine, por las dudas tenga que ir a la vieja, a pedile el fuego.

Y un día ella no le dio al gato de la carne que 'taba picando, porque tanto la molestaba a cada momento. Entonce el gato li orinó el fuego y se le apagó. Y entonce se fue ella a pedile el fuego a la vieja bruja. Se fue allá y no estaba la vieja, y ella levantó el fuego y se vino disparando. Y cuando ya venía, la vieja ya la vio a la chica, y entonce ya le empezó a gritar, que se pare, que se pare, que se pare. Entonce ella largó la ceniza -que ellos le explicaron lo que tenía que hacer. Y se hizo una neblina, una niebla grande. Y entonce ella logró de llevarle ventaja a la bruja. Y dice que la vieja es que gritaba:

-Por dónde voy, por dónde vengo. Por dónde voy, por dónde vengo -que venía en la neblina ésta, tan oscura.

Y dice que había tenido tiempo ella de lograr de disparar un poco. Y ya lo iba alcanzado otra vez la vieja y le largó la aguja, y s'hizo un pencanal con unas semejantes espinas. Y ya la vieja iba agatas por las espinas hasta que ella ya alcanzó a pasar un trecho más. Pero ya la volvía alcanzar y le largó el peine. S'hizo unas montañas. Una montaña que agatas subía la vieja y podía pasar un poco. Y en eso tuvo tiempo la chica de llegar a la casa, a la cocina, y encerrarse. Entonce la vieja llegó y empezó a golpearle, golpearle:

-Niña, abremé la puerta; niña, abremé la puerta.

Y ella nada, nada. Calladita no más. Hasta que se cansó la vieja y se fue. Pero ahí cerca no más había ido y si había puesto   —54→   a orinar. Había hecho un río de orines. Y en eso había salido un cebollar... Unas cebollas muy grandes. Si había hecho un cebollar, donde había orinado la bruja.

Ella no lu había visto. Ella ha seguío cocinando y les dio de comer a los hermanos. Cuando vinieron les contó de la vieja, de lo que le había pasado, y todo con el gato.

Después, otro día habían observado esto y dicen:

-¿Y esa cebolla, de dónde ha salido?

-No sé -que dice.

-¿Por qué no le echa a la comida? Es muy rica la cebolla verde para la comida.

Bueno, ella corta y le pone en la comida. Ella no comió, no sé por qué sería, pero los muchachos comieron, y se volvieron toritos, dos toritos. Entonce ella se puso muy triste, pero los empezó a cuidar. Los llevaba para el campo y los cuidaba para que coman y los volvía a traer a la casa.

Y ella era muy linda, la chica. Y en eso que andaba, todos los días, se iba al campo, volvía con los toritos. Los cuidaba para que coman, los volvía a traer. Un día había pasado un rey, un príncipe, por ahí. Y le dice:

-¡Qué andará haciendo esta niña! -que le dice-. ¿Qué andas haciendo?

Y le cuenta lo que le había pasado. 'Taba cuidando los toritos. Que le había pasado eso, que se le habían vuelto toros los hermanos porque habían comido la cebolla ésa.

-Bueno, vamos. Yo te llevo para mi casa -que le dice- y allá los vamos a cuidar a los toritos.

Dice ella:

-Que no me los hagan trabajar a los toritos porque son mis hermanos. Pero se han vuelto toros, son gente.

-Bueno -le dice el Rey- los vamos a cuidar.

Entonce se va. Allá el Príncipe si había casado con ella. Y al año tuvo un niñito muy hermoso. Y en ese tiempo 'taban en guerra con los moros, los cristianos con los moros. Y el Rey tenía que ir a la guerra. Entonce hizo hacer una torre alta y la dejó a ella. Para que no le pase nada, arriba la dejó, arriba a ella con el niño en la torre. Y entonce tenía una esclava, una negra. Una   —55→   negra muy motera27, que era ésa la que lo atendía. Bueno, la niña 'taba arriba, siempre, mirando cuando podría venir el esposo.

Bueno, un día llegó muy cansado el Rey. Tenía una negra. Una esclava que tenía, para que lo atendiera. Muy cansado, es que dice:

-No voy a verla a mi esposa, y al hijito. Primero me voy a lavar, me voy a bañar. Y 'toy con sé, también. Negra dame agua.

Entonce la negra levanta un cántaro. Y al pie de la torre, donde 'taba la niña, tenían un pozo de agua. Y había ido la negra a ver. Y la niña 'taba mirando para afuera. Y había sabido dar el reflejo en el pozo, ¿no? Se veía ahí. Viene la negra y se mira y dice:

-¡Ay!, ¡Tan bonita que había sido yo!, y llevándole agua para el Rey. Yo no me voy ocupare.

Y tira el cántaro para un lado y sale disparando.

-Negra ¿y el agua que te pedí?

-Me corrieron los moros. Me corrieron los moros.

-Pero, qué mentira, andá traeme el agua.

Y ya es que volvía a ir. Y la otra taba arriba siempre. Y volvía a mirarse ella:

-¡Pero tan bonita que habré sido yo! Pero yo no voy a 'tar llevando agua para el Rey. ¡No!

Y salía disparando otra vez. Y ella no pudo sufrir, porque sabía que el agua era para el Rey. Que le dice:

-Negra, llevale el agua para el Rey, que te está pidiendo, para tu amo.

Y dice:

-¡Ay! -dice-, la señorita había sido. Yo creía que era yo.

Y sale corriendo y le lleva el agua.

Y en seguida viene y sube arriba.

-Pero, niña, tan solita que 'tá aquí. Y que tal vé que tenía en la cabeza, tal vé le habían entrado bichos. Déme, yo la voy a peinar, le voy a sacar.

Y había llevado un alfiler preparada. Y en cuanto le había dejado la cabeza ya le ha plantado l'alfiler en la cabeza. Y la niña se ha hecho una paloma y ha volado. Llevaba sólo los zapatitos,   —56→   lo demás iba desnuda. Entonces ella se vistió con la ropa de la niña y se sentó, y se puso a esperarlo al Rey que sabía que iba ir a verla.

Y fue el Rey y se da con esta negra.

-Pero, mi esposa, ¿qué te pasa, por qué estás así?

-Pero, ¡tantos sores que he pasaro!28

-¡Tan negra!

-¡Tanto sores que he pasaro me puse negra!

-Y tuerta.

-Pero vino el gato y me sacó el ojo.

-Pero, estás así, que qué te ha pasado.

-No sé.

-Y estás motera, también.

-¡Por tanto sore que he pasaro!

Y entonce lo baja él y lo lleva, y lo empieza a jabonar para que se vuelva blanca. ¡Qué iba a volver blanca la negra ojala la jabonara! Y dice que la tenía cuidando, atendiendolá. Que le tenía lástima, en el estado que había quedado la pobre.

Y entonce tenía un jardinero, el Rey.

Que venía la palomita y se sentaba en una rama, en una parra, se sentaba y le decía:

-Hortelano del Rey,
¿qué hace el Rey con su reina mora?

-Ahí está, cuidandolá.

-¿Y el niño?

-A veces calla y a veces llora.

-¿Y los toritos?

-Están trabajando.

-¡Y yo triste en los campos
cautiva estoy!

Y se volaba, y se iba.

Y así como tres veces que había ido la paloma y había dicho lo mismo. Recién esque va y le cuenta al Rey lo que pasaba con la paloma. Y dice:

-Tomá, ponele esta pega -se sentaba en una sola parte siempre-. Ponele para que se pegue ahí. Cuando se pegue sacala y traemelá para acá.

  —57→  

Bueno, fue y le puso la pega y vino y se sentó áhi. Y volvió a decir lo mismo:

-Hortelano del Rey,
¿qué hace el Rey con su reina mora?

-Áhi está, cuidandolá, siempre.

-¿Y el niño?

-A veces calla y a veces llora.

-¿Y los toritos?

-Están trabajando.

-¡Y yo triste en los campos,
cautiva estoy!

Y se voló y dejó los zapatitos pegados.

Bueno, entonces le trae los zapatos, para el Rey.

Que le dice:

-Pero, mire qué raro, con los zapatos esta paloma -que dice el Rey-. Qué puede ser. Esto es un misterio.

Después que le dice:

-Volvele a poner pega.

Le puso otra vez. Y vino y vuelve a decir ella.

-Hortelano del Rey,
¿qué hace el Rey con su reina mora?

-Áhi está cuidandolá, no más.

-¿Y el niño?

-A veces calla y a veces llora.

-¿Y los toritos?

-Están trabajando.

-¡Ay! -dice-. ¡Y yo triste en los campos
cautiva estoy!

Y se vuela y deja las medias.

Y le lleva las medias al Rey.

-¡Um, bah! -que dice-. ¡Ésta es una cosa tan rara! Volvele a poner.

Le vuelve a poner y vuelve otra vez la palomita a asentarse y vuelve a decir lo mismo.

-Hortelano del Rey,
¿qué hace el Rey con su reina mora?

-Áhi está cuidandolá, mimandolá.

-¡Ay! -que dice-. ¡Y yo triste en los campos
cautiva estoy!

  —58→  

Y se quiere volar y ya no pudo porque ya se quedó pegadita ella. Ya 'taba descalza. Entonce empezó a aletiar. Corrió él y la sacó. La llevó.

-¡Ay! -dice la negra cuando la ha visto-. ¡La paloma! Dejá esos animales.

-¡Qué, mirá que bonita la palomita! -que le dice el Rey.

-¡Ay!, que esos animales, yo no los quiero, no los puedo ver. Lleven ese bicho para allá. Que no me vaya a picar. Esos son muy malos esos animales. Matelón. Matelón.

-No. ¡Qué lo voy a matar! Tan hermosa la palomita. Tan bonita.

-No. Esos bichos no me gustan a mí. Matalo. Matalo.

Y lo lleva el Rey y lo guarda. Lo guarda en una jaulita, lo tiene. Lo cuidaba, lo sobaba el Rey. Y cuando se ha descuidado éste, tenían una botija con miel, ha ido y lo ha tirado dentro de la vasija con miel a la paloma, la negra. Y el Rey, no sé qué buscando, siente que aleteaba. Que dice:

-¿Qué habrá caído aquí?

Va a ver... ¡la palomita!

-Pero, a la palomita no le habían puesto agua. Tendrá sé que se ha puesto a querer tomar agua y se ha caído aquí.

Y la saca y la empieza a lavar en una palangana con agua. Y lavar y lavar y va y le toca en la coronita.

-Pero, qué es esto. Una espina parece.

Y le tira el alfiler. Y se para la reina desnuda. Y la tapa con la capa, él. Y entonces que dice él:

-¿Qué pasa?

Y entonce que le cuenta ella todo. Y entonces que a la negra la agarran y la llevan, y la habían atado a unos caballos, para que la maten ahí. Y los habían hecho andar y si había muerto la negra. Pero como era bruja había vuelto a vivir. Y que al otro día esque andaba bailando arriba de la casa.

-¡Ay! -que dice el Rey-. ¡Pillelán a esta bruja y quemelán y avientelán la ceniza para que no vuelva!

La quemaron y entonce no volvió más. Y todos vivieron felices muchos años.

María Adela Oviedo de Nieva, 68 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.



  —59→  
980. La palomita

CATAMARCA

Era un rey casado. La señora del rey era muy envidiada. Sería, por supuesto, porque era muy bonita. Tenía una criada en la casa que había sido, parece, interesada del Rey. Y esta criada era una negra bruja.

La señora tenía un niñito. También tenía dos toritos qui habían sido sus hermanos y una bruja los había hecho que se hicieran animales.

Un día que el Rey si había ido de viaje, le dice la negra a la señora del Rey:

-Venga, mi amita, la voy a espulgar, le voy a sacar un piojito de la cabeza.

La señora confiada en la sirvienta, que era como ama de casa, si arrimó. Y ella la espulgó. Ya la estaba espulgando, y le colocó tres alfileres en la corona, y la señora se convirtió en una paloma y se voló. Se fue al campo la palomita a llorar.

Cuando volvió el Rey, la criada le dijo que la negra si había ido y que ella era su señora.

La negra era muy mala y no lu atendía al niño y los hacía trabajar a los toritos.

Venía todos los días la palomita, a llorar a la orilla de la casa, donde había un hortelano de huerta que cuidaba los jardines, y a ese hortelano le decía ella:

-¿Qué hacís hortelano?

-Cuidando el jardín. ¿Qué andás haciendo, palomita?

-Qué hace mi hijito.

-Áhi 'tá acarriando verdura para la ama del Rey.

  —60→  

-¡Pobre mi hijito! ¿Qué hacen mis toritos?

-Áhi 'tan trabajando. Áhi 'tan trabajando.

-Pobres mis toritos, ¿hasta cuándo trabajarán?

Y se iba ella llorando.

Venía al día siguiente a la misma parte. Y siempre venía llorando y siempre preguntaba lo mismo. Entonces el hortelano le contó al Rey y el Rey le dijo que tenía que cazar esa palomita de cualquier modo.

-Mañana le voy a traer una pelota de cera para hacerla pisar -le dice el hortelano.

Al día siguiente trajo una pelota de cera.

La palomita vino, llorando y preguntando lo mismo y cuando se voló le quedaron pegadas las medias y los zapatos de la señora del Rey.

Al otro día le pusieron otra cosa que pegaba más y se quedó pegada la palomita. El hortelano se la llevó al Rey. El Rey li acariciaba la cabecita y le descubrió los alfileres. Se los sacó y quedó la señora del Rey como era antes y fue a ver al hijito y los toritos volvieron al pesebre.

En eso, la sirvienta, la negra, dehapareció y hasta el presente no se supo más de ella.

Y otra vez volvieron a ser felices como eran anteriormente. Y otra vez la familia vivió feliz gracias al hortelano.

Rosario Pastrana de Gómez, 46 años. Fuerte Quemado. Santa María. Catamarca, 1968.

Mujer del pueblo que nunca ha salido de su región.

Al cuento tradicional le faltan motivos que ha olvidado la narradora.



  —61→  
981. La palomita

LA RIOJA

Había una vez tres hermanos huérfanos, una mujer y dos varones. Los hermanos que salían todos los días a trabajar y volvían a la hora de comer. La niña quedaba sola en la casa, pero que tenían unos perros muy bravos que la cuidaban.

Un día que había oído que los perros peliaban tras de la casa. Y se fue a separarlos y encontró una hortaliza con verduras muy lindas. Y cortó un poco de cilantro y le echó al locro.

Cuando vinieron los hermanos les sirvió la comida y les reclamó porque no le dijeron que tenían verdura.

Y ellos le contestaron que ellos no tenían ninguna verdura. Ella se asustó, y un momento más los hermanos comieron y se volvieron bueyes.

Después de un tiempo vino el Rey y le propuso que se casara con él. Ella no quería porque tenía que cuidar sus hermanos bueyes.

Sin embargo, se casaron y vivieron todos juntos.

Después de un tiempo la señora tuvo un chiquito varón. Y un día que ella se lavó la cabeza y estaba con el cabello suelto, vino de visita una vieja bruja, la misma que le transformó los hermanos en bueyes, y le pasó la mano por la cabeza diciendolé:

-¡Qué lindo cabello!

En ese momento la señora se hizo una paloma y salió volando. La vieja bruja se vistió con las ropas de la Reina y esperó que llegara el Rey. Ella taba muy contenta, pero el Rey 'taba muy   —62→   triste. El chiquito lloraba de hambre. Cuando estuvieron en la mesa, vino una palomita y se asentó en la fuente que había en el patio y cantaba:

-Hortelano del Rey, ¿qué hace el Rey?

-Jugando y chanciando con la Reina -dice el hortelano.

Y la palomita vuelve a decir:

-¿El niño?

-A ratos llora, a ratos calla.

-Llora niño de mis entrañas, que tu madre está volando por las montañas.

El Rey dejaba de comer y escuchaba atento este canto y ordenó que al otro día le pongan pega.

Al siguiente día volvió y cuando quiso volar, quedó pegada. Entonces el Rey corrió y la pilló. Y la comenzó a espulgar.

Entonces le encontró unas tachuelas, y en cada tachuela que le arrancaba daba un suspiro, y cuando le sacó la última, quedó tendida en sus brazos su esposa.

A la bruja la mandó quemar.

Zapatito roto que cuente otro.

Jovina de Vera, 60 años. La Serena. Gobernador Gordillo. La Rioja, 1950.

Lugareña. La narradora ha olvidado buena parte del cuento tradicional.



  —63→  
982. Caranchi, trái mi muñeca

LA RIOJA

Había una vez una mujer que tenía una hija que se pasaba todo el día jugando con las muñecas y no la ayudaba en nada. Un día estando jugando, vino un caranchi y le alzó una muñeca; entonces la chica lo salió corriendo, mirando la sombra del caranchi, y gritandolé:

-¡Caranchi, trái mi muñeca! ¡Caranchi, trái mi muñeca! -hasta que por fin el caranchi se asentó en un árbol y se metió en el nido.

La chica se subió al árbol, le quitó la muñeca, mató al caranchi y cuando se bajó no supo para dónde era su casa.

Caminó y caminó hasta que llegó a una casa. En ese momento no había gente. Vio una olla en el fuego y como tenía hambre, cocinó, comió y se escondió debajo de una batea.

A las doce vinieron los dueños de casa que eran dos hermanos muy unidos. Vieron que la comida estaba preparada y buscaron a ver quién la había hecho, hasta que vieron un pedazo del vestido de la niña que salía de la batea. La levantaron a la batea y encontraron a la niña. Ella les contó lo que le pasaba y ellos dispusieron cuidarla como una hermana. Ellos todos los días salían a trabajar y ella preparaba la comida, atendía la casa y todos vivían felices y contentos. En la casa tenían un gato y le dijeron a la niña que nunca le mezquine carne. Cuando cocinaba, el gato iba donde ella estaba y le daba carne para que se retire. Un día no le quiso dar. Entonces el gato fue a la   —64→   cocina y le meó el fuego. Como la niña no tenía con qué hacerlo prender tuvo que ir a una casa que estaba lejos y que era de una bruja. Pero cuando ella fue, la bruja no estaba y una hija de la bruja que era muy buena, le dio fuego y además un peine, un jabón y una aguja, para que le tire si la bruja la perseguía.

Cuando volvía vio que la bruja la iba alcanzando. Entonces le tiró con el peine y se hizo una montaña. La niña aprovechó y siguió su camino. Cuando quiso volver a alcanzarla le tiró con el jabón y se hizo una neblina muy grande. Cuando pudo pasar la neblina y ya la iba a alcanzar, la niña le tiró con la aguja y se hizo un pencal que no se podía pasar. Mientras tanto la niña alcanzó a llegar a la casa y se encerró adentro y cerró la puerta. Cuando llegó la bruja le pedía por favor que salga, que no le iba hacer nada, que la quería conocer. Pero la niña no salió y le echó los perros y éstos la mataron a la bruja.

La niña salió, cocinó y vio que detrás de la casa donde la bruja había meado, había un cebollar muy lindo. Entonces cortó y le echó a la olla.

Cuando vinieron los hermanos, ella nada les contó y todos comieron. Después que comieron los dos hermanos se hicieron una yunta de bueyes. La niña se quedó solita y muy triste. Cuidaba muy bien sus bueycitos, hasta que un día vino un rey, se enamoró de ella, se casaron y la llevó a su palacio junto con la yunta de bueyes. Ella le pidió que nunca los haga trabajar.

Vivían felices. Tuvieron un hijo. Un día estaba sentada junto a un estanque y fue una negra que tenían de sirvienta a trair agua. Se miró en el espejo del agua, y en lugar de verse su figura, vio la de la Reina, y entonces dijo la negra:

-¿Yo tan linda voy a ser sirvienta de una Reina tan fiera?

Cuando volvió se ofertó de espulgar a la Reina y mientras conversaba y la espulgaba, le clavó un alfiler en la cabeza. La Reina se hizo una paloma blanca y se voló. Cuando vino el Rey quedó sorprendido al verla, pues la negra pícara se había adornado y vestido con las ropas de la Reina, y le pregunta por qué estaba tan negra, y le contesta que por los soles, los vientos y los malos pagamientos.

  —65→  

Después le dice al Rey que esos bueyes ya han descansado mucho y que los haga trabajar. Entonces el Rey los hace atar al carro y acarriar cal y canto.

Un día, mientras el peón andaba trabajando con los bueyes, llega una palomita blanca y se asienta en un poste y le pregunta:

-¿Qué hace el Rey?

El peón le contesta:

-Charlando y chanciando con su mujer.

Después pregunta:

-¿Qué hacen los bueycitos?

Y el peón le contesta:

-Acarriando cal y canto para el Rey y su señora.

Después vuelve a preguntar:

-¿Qué hace el niño?

-A ratos llora y a ratos calla.

Entonces la palomita dice:

-Llora, llora, hijo de mis entrañas, que tu madre llora por las montañas.

Al decir esto se voló.

Al otro día vuelve la palomita, se asienta en el poste y le pregunta por el Rey, los bueycitos y el niño, y el peón le contesta lo mismo.

Cuando vuelve a comer le avisa al Rey lo que dice la palomita. Entonces el Rey manda a poner pega donde se asienta. Al otro día vuelve otra vez la palomita y pregunta lo mismo al peón, pero cuando quiere volar no puede porque está pegada. El peón la lleva donde está el Rey. La negra pícara decía que larguen o maten ese animal porque puede ser brujería. Pero el Rey la espulgaba y acariciaba hasta que le encontró un alfiler en la cabeza. Se lo sacó y la palomita se hizo la Reina que era antes y contó todo lo que le había pasado. Entonces el Rey muy enojado   —66→   con la negra, mandó a traer dos potros chúcaros y atar a la negra, y largarlos al campo a todo correr para que la maten. Desde entonces vivieron contentos y felices hasta que yo me vine y entré por un zapato roto para que usté me cuente otro.

Avelina de Luna, 80 años. Chulo. General Gordillo. La Rioja, 1950.

Figura en el cuento el motivo de la fuga mágica.



  —67→  
983. La palomita

LA RIOJA

Había una viejita que tenía una chica, y eran muy pobres. Cierto día le dice la chica a la viejita:

-Mamita, yo me voy a ir a rodar tierras. Ya ve, somos tan pobres...

La viejita le contestó:

-Qué vas a ir hijita, sos tan chica.

-Yo me voy -dijo la chica.

Al otro día bien temprano emprendió viaje29. Caminó todo el día. Al llegar la noche tuvo miedo y no hallaba qué hacer, si volver a la casa o no. Se acurrucó en un tronco de un árbol y se quedó dormida. Al otro día, al despertarse, se subió en el árbol para divisar a dónde podía dirigirse y vio un humito muy lejos. Resolvió dirigirse allá, y una vez que llegó encontró una casa en la que no había gente, pero sí había de todo. Entonces ella pensó hacer la limpieza, la comida... hasta que llegasen los dueños. Cuando ya estuvo todo listo oyó rumores de que venía gente; entonces ella se escondió debajo de una batea sin notar que había dejado a la vista un pedazo de su vestido.

Llegaron tres hermanos, que eran los que vivían en la casa. Se sorprendieron al ver que todo estaba limpio, la mesa puesta y la comida preparada. Dijo uno de ellos:

  —68→  

-¡Dios mío!... Es Dios quien nos ha mandado todo esto.

Y contestó uno de los hermanos:

-No, tiene que haber venido gente aquí.

Luego se pusieron a buscar por todos lados, y en la cocina, el menor de todos vio el pedazo de vestido y al levantar la batea se dio con la chica. Entonces expresó a sus hermanos que como él la había encontrado iba a ser su esposa, a lo que los hermanos contestaron que no, que la tratarían como a una hermanita para que ella los atienda y que ellos la iban a cuidar. Así pasaron felices mucho tiempo, y un día le dijeron los hermanos a la niña que se iban a ir al bosque a cortar madera y lo único que le encargaban era que no le mezquine la comida al gato porque sinó se vería en trabajos.

Cuando estuvo la niña cortando la carne, el gato le pedía, y la niña le dio bastante carne y como no se llenaba, fastidiada, le pegó al gato. Éste fue a la cocina y le orinó el fuego y se lo apagó. Afligida porque no tenía cómo cocinar se subió encima de la casa para ver a dónde podía ir a buscar fuego, porque no tenía fósforos. Entonces vio un humo muy lejos y resolvió ir allá. Se fue rápidamente. En partes corría, hasta que llegó a una casa. Golpió la puerta y salió una niña, quien al verla le dijo:

-¿A qué has venido a esta casa? Mi madre es bruja. Te va a comer, pero en este momento no está.

En seguida le dio el fuego, una tijera y un peine, encargandolé que se fuera rápido y le dijo:

-Porque mi madre te va a buscar. Cuando te vaya alcanzando, largale las tijeras, después el peine.

No tardó mucho que se fue la niña. Llegó la vieja bruja y olfatiando, dijo:

-¡Puf! ¡Puf!... ¡Carne humana huele! Aquí ha venido gente.

La hija le contestó:

-Aquí no ha venido nadie.

La bruja rastreó, y al ver pisadas, dijo:

-Por acá va.

Seguidamente subió en una chancha y la siguió a la niña.   —69→   Cuando la iba alcanzando, la niña le largó la tijera y se formó una serranía muy grande, que a gatas pasó la vieja.

Así la niña le sacó trecho y cuando la iba a alcanzar nuevamente le largó el peine, y se formó un abrojal muy grande. La bruja al pasarlo salió toda arañada por las espinas y la ropa hecha pedazos.

Mientras tanto, la niña llegó a la casa, entró a una pieza y se echó llave.

Al rato llegó la bruja y le decía:

-Niña linda, abrime la puerta que te quiero ver.

La niña le contesta que no y lo animaba al perro diciendolé:

-¡Agarrala Casero! ¡Agarrala Casero!

La vieja le dijo:

-Siquiera un rulito pasame par el ojo de la llave.

Viendo la bruja que nada podía conseguir de la niña, se fue para tras de la casa y orinó. Entonces se formó un cebollar muy lindo. Cuando la niña notó que ya se fue la bruja, salió a preparar la comida porque ya se acercaba la hora de que iban a volver sus hermanos. Salió para tras de la casa, vio el cebollar y exclamó:

-¡Qué cebollar más lindo habían tenido mis hermanos!

Luego cortó unas hojas y le echó a la comida. Al poco rato llegaron los hermanos y la niña les sirvió la comida. Cuando la probaron, se volvieron unos toritos.

La niña se afligió mucho y al verse sola, desesperada determinó arriar sus toritos y irse al reino vecino. Antes de llegar a la ciudá, había un ranchito donde estaba una viejita. Se acercó y le preguntó si sabía dónde podía encontrar pasto para sus toritos y la viejita le contesta que vaya a la casa del Rey, que él tenía mucho pasto y le iba arrendar.

Luego la niña se fue allí, llegó y pidió hablar con el Rey. Éste al verla tan bella, se enamoró locamente y la tomó por esposa. Pasó un año y entonces tuvieron un hermoso niño.

Como al Rey le gustaba mucho salir a cazar, un día dispuso una cacería acompañado de sus ministros y todos sus empleados.

  —70→  

La Reina quedó solamente con la negra sirviente. Un día estando peinando a la Reina, le dijo:

-Qué lindo pelo tiene mi teñorita -y al pasarle la mano por la cabeza le clavó un alfiler en la corona-. Inmediatamente la Reina se transformó en una palomita y se voló.

Entonces la negra queriendo ocupar el lugar de la Reina se lavaba, se fregaba para hacerse bella como su ama, pero como era tan negra no lo consiguió. Para engañar al Rey se vistió con la ropa de la Reina, y cuando llegó le dijo:

-¿Ves cómo estoy de negra y de quemada lo que estoy en la cocina? La negra sirvienta se fue y tuve que hacer todo el trabajo. El Rey le creyó.

Al otro día uno de los piones le dijo al Rey:

-¡Viera, Majestá!... Todas las mañanas viene una palomita y se asienta en el árbol del pozo. Canta muy lindo y dice así: ¡Pobre mi hijo! A veces canta y a veces llora. ¡Pobre de mí en los campos sola! ¡Y mis toritos? ¿Qué harán?

El Rey ordenó que le pusieran pega en el lugar donde se asentaba para que se pegue y poder así pillarla. Al otro día volvió la palomita, se asentó en el mismo lugar y cantó lo mismo. Al volarse quedá pegado un zapatito.

Al otro día volvió y se le pegó el otro zapatito.

Al tercer día el Rey ordenó que se ponga más pega para que se pegue la palomita.

Así se consiguió pillarla y el pión la llevó para el Rey.

El Rey la acariciaba al verla tan bonita y al pasarle la mano por la cabecita notó una dureza y creyó que era una espina. Entonces se la sacó, viendo que era un alfiler. La palomita se transformó de nuevo en Reina y le contó lo que le había hecho la negra. El Rey indinado mandó trair cuatro caballos de los más chúcaros. La ató de las manos y los pies a cada potro a la negra, y los corrió al campo para que la despedazaran. Y todo quedó como antes, los toritos se volvieron gente y el niño, la Reina y el Rey siguieron viviendo muy felices y yo me vine para mi casa.

Que este fulanito me cuente otro.

Josefa Páez, 52 años. Distrito Pueblo. Sarmiento. La Rioja, 1950.

La narradora ha olvidado algunos motivos del cuento tradicional.



  —71→  
984. La palomita

LA RIOJA

Ésta qu'era una chinita30 que estaba jugando con una muñeca y peliaba con otra.

Y vino un pájaro y lo quitó una.

Y la chinita iba gritando:

-Pájaro gola blanca, trái mi muñeca.

Y lejos le tiró sólo la cabeza de la muñeca, cerca di una casa.

Dentró la chica a la casa y unos hombres s'iban a trabajar, y le dijeron a la chinita, que carnie un cabrito y no le pegue al mischo31 porque l'iba a miar el juego. Y la chinita li ha pegau y el gato li ha orinau el juego, y se lu ha apagau. Y se jue a pedir a otra casa. Y era la casa di una bruja, pero no estaba la bruja. Y la hija le había dau el juego, una tijera, una auja y un carretel d'hilo blanco, pa que si la corría la bruja, le tire con eso.

Y la vieja jue a la casa y decía:

-¡Puj, puj, puj!, carne humana jiede...

Y ha visto el rastro y ha salíu di atrás. Y la iba alcanzando, que ya la pillaba la vieja bruja a la chinita. Entonce la chinita le tira la tijera y se le hace barrancas. Y la vieja decía:

-Ve los trabajos que me pone m'hija.

  —72→  

Después le tiró la auja y se le han hecho pencales. Y después el hilo y se le han hecho cerco d'espinas. Y cuando ha llegau a la casa se ha escondío. Y la bruja le decía siquiera un dedito que le saque. Y la vieja le mordió el dedo y se lo cortó y la chinita le gritaba a los perros:

-¡Corta cadena! ¡cadena di oro!

Y habían veníu los perros y l'han muerto. Y la sangre se había hecho un cebollar. Y de esa cebolla l'echó al locro y los hombres han comido y si han hecho tres toros. Y la chinita les daba de comer.

Y ha sabido el Rey. La mandó llevar y si ha casau con ella y ha teníu un niñito. Y otra chinita bruja d'envidia li ha puesto un clavo tras la nuca y si ha hecho paloma.

La paloma venía todos los días y el Rey la hizo cazar. Y la espulgó y le sacó el clavo y si ha vuelto hacer chinita, y ha quedau en la casa del Rey, de Reina, y a la bruja la han quemau.


Dentro por un zapato roto.
Agora contá vos otro.



Gala Díaz, 70 años. Agua Colorada. General Belgrano. La Rioja, 1950.

Campesina muy rústica.

El cuento está muy esquematizado.



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