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ArribaAbajoEl esposo encantado. El esposo monstruo. El esposo lagarto. En busca del esposo perdido

10 versiones


Cuentos del 996 al 1005


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996. El rey Santos

JUJUY

Había una vez un gente81 que tenía tre hijas. Como se iba de viaje les preguntó a las mozas qué querían que les traiga. La mayor había encargau un vestido, la del medio un par de zapatos y la menor una rosa roja. El padre compró todos los encargos menos la rosa, porque no había encontrau. Por fin de tanto andar había visto en un jardín una rosa. Se había entrau no más. Cuando estaba cortando la rosa se le apareció un sapo tamañote y le dijo que le daría la rosa si la traía a su hija para que se case con él.

El hombre se jue muy triste pensando cómo su hija se iba a casar con un sapo, y cuando llegó a su casa y contó a sus hijas, las dos imillas82 mayores, como eran muy codiciosas, se alegraron, y la imilla menor se quedó triste. Había llegau el plazo, y la imilla menor se había ido a la casa del sapo. Ese mismo día se casaron y cuando estaban solas, el sapo se había transformau en un hermoso príncipe. La imilla estaba muy contenta. A los dos días se jue a visitar a su tata y hermanas. El Príncipe le había encargau que no avise a naide que era un príncipe, y que si avisaba cuando güelva ya no encontraría la casa ni a él, y que tenía que gastar cuatro pares de zapatos de plomo para encontrarlo. Y que tenía que preguntar por el Rey Santos.

Como la imilla les contó a sus hermanas, de güelta encontró la casa cambiada en un campo. Se puso unos zapatos de plomo   —126→   y se jue en busca del Rey Santos. Después de caminar mucho, divisó una casa que había síu del Sol. Cuando llegó salió su mama y le dijo:

-¡Ay, hija! ¿ A qué has viníu? Mi hijo te va a quemar.

-Hey viníu en busca del Rey Santos.

-Esperate que venga mi hijo.

Cuando llegó su hijo, le había dichu a la mama:

-Mama, tomo olor de carne humana.

-¡Ay, hijo!, ha viníu una imilla en busca del Rey Santos. Usté que anda por todas partes, ¿no lu ha visto?

-¡No!

Después había llegau a otra casa que era la de la luna y le había dicho igual que el sol.

La luna ha dicho que no lu había visto.

Luego llegó a la casa del viento. Tampoco tuvo noticias. Ya había gastáu tres pares de zapatos.

Después de mucho andar llegó por último a la casa de los animales. El cóndor lo había visto al Rey Santos. Se comprometió a llevarle con la condición que cada vez que se pare, le dé una oveja.

Salieron con el cóndor. Las tres veces que se paró li ha dau una oveja. Cuando se paró la última vez, era un campo solitario. Como la imilla no ha encontráu oveja li ha dau carne de su pierna. Con ésa el cóndor se había hecho una guitarra y cuando habían llegau, el cóndor li ha pedíu a la imilla el anillo de casamiento. Dejó a la imilla y se jue solo a donde estaba el Príncipe. El Príncipe si había estau casando con otra. Estaban en el convite, cuando el cóndor entró, se acercó al Príncipe y le preguntó:

-¿De quién es este anillo?

-Es de mi señora que tenía antes.

-Está aquí -le dijo el cóndor.

Entonce el Príncipe mandó a traerla después de despachar a la otra y se juntó con ella.

Y vivieron felices comiendo perdices.

A mí me invitaron pero yo no quise.

Teresa de Urzagasti, 54 años. Cara Cara. Yavi. Jujuy, 1952.

Nativa de la Puna. Pastora colla.



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997. El príncipe fiera

LA RIOJA

Éste que era un comerciante que tenía tres hijas y como en esos tiempos se traía de otras ciudades la mercadería a lomo de mula, un día hizo el viaje y antes de salir les dijo a las hijas que qué querían que les traiga. La mayor le encargó un rebozo negro de los que se usaban antes. Este... la segunda, un corte de tela, y la shulca dijo:

-Para mí traigamé una rosa.

Este, claro, que era una imprudencia trair una rosa, que llegue fresca.

-Veremos -le dijo el padre y se fue.

Llegó el padre a la ciudá, hizo la carga y regresó. Bueno, les compró los obsequios para las dos hijas y no se acordó de la rosa. Este... y en el camino había un trayecto desierto, más o menos como a la mitá del camino. Y cuando menos acordó vio una hermosa planta de rosa cubierta de flores, a cual más linda. Bueno, entonces se acordó del encargo de la shulca y se arrimó y desde la mula cortó una flor. Entonces sintió que como una uña le tiraba la ropa por la espalda. Éste sabía que era gente porque hablaba, pero qué bicho más fiero, no había visto nunca. Casi se cayó de la mula. Entonces la fiera le preguntó si quién le había dau esa rosa. Y le contó el encargue de la hija y que como no la traía vio esas rosas que las creía sin dueño y la cortó. Entonces la fiera le dijo:

-Te la llevarás, pero dentro de tres días después de llegar a tu casa, tenés que venir pa comerte o buscar alguna que quiera   —128→   morir por vos, y si así no lo hacís, te haré venir por intermedio di un arte y te devoraré.

Bueno, entonces de medio de las ropas sacó una foto y le dio para que la enseñe por quién iban a ser devoraus. Y se fue. Bueno, llegó a la casa, entregó a sus dos hijas los regalos y a la shulca la rosa, que si fue linda cuando estaba en la planta, llegó más fresca todavía.

Todos estaban muy contentos, pero el pobre padre andaba muy triste. Un día llamó a la hija mayor y le avisó lo que le pasaba y le enseñó la foto, y salió disparando. Y pedía, más antes que la maten de un tiro, antes que ser devorada por ese bicho. Bueno, para acortar el cuento, la segunda hizo lo mismo. Después llamó a la que en realidá debía sufrir las consecuencias y el padre le decía que por darle el gusto se veía peligrando la vida. Entonces la hija le contestó que ella iría. Bueno, con esto se enteró toda la familia y se sentía un solo llorisco y empezaron por hacer luto, porque creían que era un caso perdido.

Y como quedaba lejos, al siguiente día ya se prepararon y siguieron viaje el padre con la hija. Y como la fiera les prometió que ella los esperaría, empezaron a conversar en secreto cuando estuvieron cerca pa que la fiera no los sintiera. Cuando redepente miran y ven una hermosa casa y la planta de rosa al frente.

-Aquí es -le dijo el padre- porque está la planta de rosa. Cuando yo pasé no había casa.

Este... llegaron y salió a recibirlos la fiera llena de risa. La niña quedó casi muerta. Creía que ahí no más la comería, pero fue todo lo contrario. Se dirigió a ella y la bajó con toda decencia. El padre no se quiso bajar y tomó la mulita para regresar. Entonces la fiera le dijo que tenía que pasiar tres días, y tuvo que quedarse para que la fiera no se enoje y los coma. Pasaron a una pieza en la que había de todo. En fin, pasaron una tarde muy alegre, es decir, la fiera. Las visitas se daban unas ojiadas, y nada más, pero la fiera le dirigía más la palabra a la niña. Era una fiera muy ladina. Este... como ya se hacía noche, les dijo la fiera que la desculpen, que no podía dormir allí, pero a primera hora iba a volver.

-Ustedes quedan como en sus casas -les dijo y se fue.

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Bueno, pasaron tres días y la niña quedó sola, llorando. La fiera la tomó del brazo y la llevó a la casa. Cuando se hizo la noche volvió a quedar sola. Y así pasaron varios días. La fiera quería casarse con la niña, y entonces ella le dijo que sólo de un modo, que la dejara ir a la casa de ella por tres días, a lo que accedió la fiera. Bueno, esa noche se quedó la fiera y a la oración le puso en un cofre ropas y alhajas de lo mejor y le dijo que se sentara sobre el cofre. Y le dijo que cierre los ojos y los vuelva abrir y que lo mismo haga para regresar, y que si no volvía a los tres días la encontraría muerta.

Cuando llegó a la casa todos se alegraron y le decían que no la dejarían volver y así pasaron los tres días. Se durmieron muy tarde y cuando estaba soñando que la fiera se había muerto, se despertó asustada. Áhi no más preparó el cofre, cerró los ojos y se encontró en su casa. Buscó a la fiera y no la encontró. Tanto la buscó hasta que por fin la encontró en el jardín sobre unas violetas. Parecía que estaba muerta, y la niña asustada comenzó a llorar, y mientras la acariciaba le cayó una gota de lágrima en la cara de la fiera y entonces abrió los ojos y se levantó. Y en lo que iban a la casa la fiera comenzó a transformarse en un joven muy hermoso. Había sido un príncipe que vivía en una ciudá encantada, que se valía de esa manera para que alguien lo salvara de ser animal. Y así se desencantó y se desencantó la ciudá. Y se casó con el príncipe y fueron muy felices. La niña como era tan valiente y porque le había tomado cariño lo desencantó.

Domingo Corzo, 58 años. Punta de los Llanos. Vélez Sarsfield. La Rioja, 1950.



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998. La niña de la flor blanca

LA RIOJA

Éste que era un padre que tenía tres hijas. Un día, el padre dice a sus hijas que tenía que ir a un pueblo cercano, por arreglo de negocios, y les preguntó qué gustaban que les traiga a la vuelta. Cada una hace su encargue. Una dice:

-Yo quiero que me traiga un vestido.

La otra:

-Yo quiero que me traiga un par de zapatos.

Y la otra, la menor:

-Yo quiero que me traiga una flor blanca.

Bueno, sale el padre y se va.

Cuando llega al pueblo, hace sus diligencias y recuerda el encargo de sus hijas. Y compra el vestido y el par de zapatos, menos la flor, porque de balde la busca en todas las partes que puede comprarla, y no la halla.

Se va el padre y por el camino encuentra una casa linda, llena de luces, con puertas abiertas. Era un palacio. Y allí había un jardín muy lindo con muchas flores de todos colores y en el medio del jardín había una flor muy grande y blanca. Entonces el padre se llega a esta casa. Golpea las puertas y nadie lo atiende. Entonces va no más el padre y entra al jardín a cortar la flor. Cuando ya la quiere arrancar, sale una serpiente muy grande y lo habla diciendolé:

-¡Epa!, ¿para quién es la flor?

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Y el padre contesta:

-Para mi hija que me encarga que le lleve una flor blanca como ésta.

-Bueno -dice la serpiente-, se la lleva pero con una condición, que dentro de tres días debe traer usté a su hija para comerla. Si no la trae, usté morirá.

-Bueno -le dice el padre, y se va.

Llega a la casa y las tres hijas muy contentas esperando con ansias de ver los encargues. El padre les entrega los regalos y las niñas quedan contentas. Pero en el padre se notaba mucha pena. Andaba tristón, lloroso. Entonces las hijas le preguntan qué le pasaba, y el padre les cuenta cómo ha conseguido la flor blanca, y lo que tenía qué hacer con la que la ha pedíu.

-¡Uh, va! -le dice la niña-, eso no es nada, vamos no más.

Bueno, llega el día que tenían que irse y salen. Cuando llegan a la casa de la serpiente hablan con ella y le dice al padre que se vuelva y que la deje no más a la hija. Es claro, el padre lloraba y no quería dejar a la niña, pero qué iba a hacer, se va. Cuando llegó el padre a la casa sin la hija, lloró y se enfermó mucho. En cambio la hija quedó en esa casa tan linda, pero sola, solita, y con la única que conversaba era con la serpiente. Después de estar un rato la niña con la serpiente conversando, le dice que era hora de comer y la lleva a una mesa. Empiezan a servirle, pero en vez de personas que sirvan, eran sombras. Entonces le dice la serpiente:

-Tiremé los huesos, que eso como yo.

Y así hace la niña, tira que tira los huesos cuando come. Llega la hora de dormir y se acuesta en una cama linda que le pusieron, y así pasaba la vida esta niña.

Un día, conversando, la serpiente le avisa que en la casa de ella hay apuros. Le dice:

-Su padre está muy enfermo y usté tiene que ir a verlo. Yo la voy hacer ir pronto. Para eso se acuesta, y cuando se despierte, va a estar en su casa, con su padre y demás familia. Allá va a estar tres días, y cuando se cumpla este plazo, volverá a ponerse en cama, y cuando se despierte, ya estará aquí conmigo otra vez.

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Bueno, así hace la niña. Se acuesta, se duerme, se despierta al rato, y ya está en su casa. Conversa con su padre y sus hermanas y está tres días. Cuando pasó este tercer día se acuesta de nuevo y conversando con su familia les dice que ya se iba otra vez.

Y así pasó. Se durmió y al despertarse se halla en el palacio, lejos de su casa.

Vuelve a seguir la vida, sola, la pobre niña, pero echó de menos a la serpiente que no iba a comer los huesos. Y como ella sabía que vivía en el jardín se va a buscarla. La encuentra media muerta. Entonces la niña le da agua así: echa agua en su boca y le pasa esa misma agua a la boca de la serpiente. Le hace así dos o tres veces y sana ligerito el animal, y le dice a la niña que casi se muere porque se ha demorau un ratito más del permiso que tenía para ir a la casa. Y cuando estaba conversando, se desencanta la serpiente y se hace un joven donoso. Ya no era animal, era persona. Y ya no sólo había ese hombre en el palacio, sinó mucha, mucha gente. Se llenó de reyes, de príncipes y de reinas. Y este joven era príncipe, y le dice a la niña:

-Vamos por aquí, le haré conocer la casa -y la llevó por una pieza y por otra más.

Y anduvieron y la niña leía en todas partes unos letreros que decían «La niña de la flor blanca». Y preguntó la niña qué quería decir eso. Y el príncipe desencantado dice:

-Esa flor soy yo, que usté tanto la quería, y ahora yo me casaré con usté. Usté me ha desencantado, ha desencantado este reino porque ha sido valiente.

Y la niña hace traer a su padre y a sus hermanas y se hace la boda. Se casan, bailan y viven muy felices.


Y ahora pasó por un zapato roto
para que usté me cuente otro, ¿no?



Juana de Rivero, 52 años. Chamical. Gobernador Gordillo. La Rioja, 1950.



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999. El hombre oso

SAN LUIS

Una vez había un padre que tenía tres hijas. Las tres eran muy regalonas. El padre era Rey. Una vez salió a pasiar a la ciudá vecina. Entonce las tres hijas querían que les trajiera un regalo. Entonce les dijo a las niñas:

-Hijas mías, yo tengo que salir a la ciudá, ¿qué queréis que les traiga de regalo?

La mayor dijo:

-Traigamé un corte de seda.

La segunda dijo:

-Traigamé un par de zapatos.

Y la menor le dijo al oído:

-Papá, traigamé una ramita de nogal.

Entonce el padre partió por el camino de la ciudá, y llegando a los almacenes encontró el regalo de las dos hijas mayores, pero menos el regalo de la hija menor. El padre muy afligido, partió por el camino del bosque. Caminó y caminó unas cuantas leguas y llegó a un lugar montañoso83 y encontró el regalo de su hija menor. Se arrimó a un nogal y cortó un gajo, y en ese momento se le apareció un oso. Entonce lo amenazó como queriendoló comer. Y el padre le dijo:

-No me hagas daño, que me siento muy contento, porque he encontrado el regalo de mi hija menor.

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-Bueno, hagamos un trato -le dijo el oso-. Cuando llegues a tu casa, el primer ser viviente que te salga a recibir va a ser para mí.

-Bueno -dijo el padre.

El padre partió para su casa, pero no se afligía porque él sabía que el que salía primero era un perrito. Pero no fue así, la que salió primero fue la hija menor. Entonce el padre dio un grito de terror, y la ramita de nogal se convirtió en una nuez de oro. Entonce le dio el regalo a cada una de sus hijas, y le contó lo sucedido a su esposa. Entonce la esposa le contestó:

-No te aflijás, que eso se arregla muy fácil. Entre la majada que tenemos yo le regalo la cabra mejor y el oso va a estar muy contento.

Pasaron tres días; y se apareció el oso en un carro, y le dijo al padre:

-Vengo a llevar a una de tus hijas, la que salió primero.

-La que salió primero era una chiva muy gorda, y ésa te la daré -le dijo el padre.

-La recibo gustoso -dijo el oso, y se la llevó y no alcanzó a llegar a la media cuadra y de dos bocados se la comió.

Pasaron tres días y volvió el oso en un Chevrolet84 muy vistoso. Entonce le dijo el padré:

-¿No te he dado lo que ha salido primero cuando llegué? ¿Qué es lo que deseas?

Entonces le contestó el oso:

-La cabra me dijo al oído que salió primero tu hija menor y vengo a llevarla. Y se armó una pelea entre el padre y el oso. Pero resultó que el oso era un muchacho muy buen mozo encantado en la figura. Así terminó el encanto y entonce el padre gustoso le dio la hija para casarse.

Y se casaron y vivieron felices hasta el día de su muerte.

Rosa Azucena Brioletti, 10 años. Beasley. La Capital. San Luis, 1948.

La narradora concurre a la escuela primaria del pueblo. Aprendió el cuento de la abuela y lo cuenta en forma esquemática, como narran los niños.



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1000. Los tres picos de amores

El príncipe lagarto


SALTA

Que había un rey, que se casó muy joven con una reina. Este rey salió a pasiar por los campos. Entonces, cuando iban a caballo, ella iba en ancas del caballo. Y se cruzó un lagarto. Y la señora se cayó. Se ha caído la señora, entonce el Rey se enojó. Y le dijo que ella se había caído porque el lagarto había pasado. Entonce va el Rey a la casa. Después la Reina 'taba de encargue.

Y cuando la Reina ya se iba a enfermar, había señoras que la iban a atender. Y cuando ha nacido el niño era un lagarto. El Rey ha dicho que no era hijo de él. Entonce se le ha escapado a las señoras por medio de las manos el lagarto. Entonces, dice, que se ha botado a los campos. Y cuando se ha botado a los campos, después de cinco años, él ha vuelto. Que le golpeaba la puerta en la casa del Rey. Salió el Rey y lo atendió. Que le dijo:

-¿Quién es?

Dice:

-Soy yo, dice, su hijo lagarto, dice, al que lo negó tal año.

Entonces le dijo qué quería.

Y él le dijo:

-Quiero, dice, que me dé casa, comida y mujer para dormir.

Entonces ha ido él. Tenía tres sobrinas. Ha ido él. Ha buscado una sobrina, la mayor. Y al decirle que vaya para que   —136→   duerma con el lagarto, le dio un cuchillo. Con ese cuchillo tenía ella que matarlo al lagarto. Y cuando ella se iba a dormir, el lagarto vino y lo ha agarrado con el cuchillo y lo ha querido matar, y el lagarto ha sido más rápido y le clavó las uñas en la garganta y la ha muerto. Se ha botado otra vez a los campos.

Cuando ha vuelto de aquí cinco años, otra vez dice, ¿no?, le ha dicho al Rey lo mismo. Le volvía a golpiar la puerta.

-¡Tun! ¡Tun!

-¿Quién es? -dice que le dice, ¿no?

-Soy yo, dice, su hijo lagarto, al que lo negó tal año. Quiero que me dé casa, comida y mujer -que le dice, ¿no?

Bueno, se ha vuelto a ir a buscar la otra sobrina. Tamién le ha dado un cuchillo, dice, para que lo mate. Tampoco iu ha podido matar. Entonce, dice, que tamién el lagarto la ha matau a ella. Se ha vuelto a botar a los campos.

Y ha vuelto otra vez, de aquí los cinco años. Vuelta otra vez a golpear la casa. Le ha respondido el Rey, y le ha dicho que quería casa, comida y mujer, ¿no?

Entonce, dice que ha ido el Rey y la ha buscado a la hermana menor, ya la última. Que le dice que se lleve un cuchillo para que lo mate, a ver si es más rápida. Y dice que le ha dicho que no, que ella se va a casar con el lagarto, pero que no lo va matar. Que no quiere ninguna arma. Entonce ella se ha ido, dice, más decidida. Entonce el lagarto la ha agarrau y le ha dicho de que él estaba en encanto, pero que esperara dos años, que él iba a salir del encanto, ¿no? Entonce, este, ha agarrado ella, tenía una pieza grande, dice, la pieza ande él dormía, dice. Que de noche venía él, se sacaba la ropa. Dice que todo sonaba como una seda, y se acostaba, dice, pero en oscuro la pieza. Y cuando ya era de cerca 'el día, se volvía a poner la ropa y salía otra vez a los campos. No se dejaba ver.

La niña ésta tenía una negra, dice, que le dice:

-Pero, señora, mi amita, dice, ¿cómo no lo va poder ver a Lagarto?, dice.

-Hay una solución, una vela. Prenda una vela, dice, y cuando esté dormido, dice, lo ve.

Bueno... Han tráido una vela, dice, de esas de sebo. Y que han prendido. Dice que lo han visto. Dice que era un niño tan precioso, que ha agarrado, ella, se ha quedado embelesada, dice,   —137→   viendoló al niño tan bonito que era, y le ha cáido una gota de sebo en la cara. Entonce él se ha despertau, se ha enojau y le ha dicho de que por qué había hecho eso. Que por qué no había esperado los dos años que él le había dicho, que ahora ella está perdida, que él se vuelve a los campos. Y que le costará mucho para volver a llegar a verlo a él. Que esas noches que él venía a verla, le ha traído un vestido del sol, le ha traído otro vestido de la luna y uno de las estrellas, y un peine, que se peinaba, dice, y derramaba perlas de oro. Todos esos regalos, ¿no? Y le había tráido un anillo de virtú.

Y cuando la niña ésta, ya después se ha quedado, el lagarto ya se ha ido, entonce a ella tenía que costarle muchísimo para que llegue ande taba Lagarto. Le dijo que lo podría encontrar en Los Tres Picos de Amores. Y ahí se ha ido él, a Los Tres Picos de Amores.

Cuando la chica, dice, que ha salido a buscarlo, ¡uh!... dice que ha andado muchísimo. Dice que con el anillo de virtú comía y andaba. Que ha ido, dice, a consultar con la madre del viento. Que corría media legua el viento, de un tranco. Nu estaba en ese momento. Y la hizo esconder a la chica. Cuando entonce ha venido el viento, que le dice la madre, dice:

-Han venido, dice, a preguntar si no conocía Los Tres Picos de Amores.

Y lo ha hecho salir a la chica y el viento le dice:

-Mire, yo corro medio mundo, dice, pero nu hi sentíu decir Los Tres Picos de Amores, dice. Pueda ser mi hermano, dice, que pueda conocer.

Entonce se ha ido al hermano, al otro viento, la chica. El hermano, dice, que cuando ha llegado le dice si no conocía él Los Tres Picos de Amores. El otro viento, que corría más cantidá... Entonce le ha dicho que sí, que conocía Los Tres Picos de Amores, pero que le costará muchísimo para llegar.

Y en eso que se ha ido y ha caminau y ha llegau a la casa del rey de los pájaros. Y el rey de los pájaros ha llamau a todos los pájaros y li ha preguntau si conocen Los Tres Picos de Amores. Han dicho que no lo conocen. Faltaba una águila vieja y cuando ha llegau li han preguntau y ha dicho que de allá viene, que ha 'tau en la fiesta, en la boda di un Príncipe que se ha   —138→   casau con la Princesa de Los Tres Picos de Amores. Y la águila la ha llevau porque era la única que sabía ande era este reino, que era muy lejo.

Cuando ya ella ha llegado, se ha alojado al frente de la casa ande 'taba viviendo la Princesa casada con el Príncipe. Ya Lagarto 'taba casau.

Ya ella iba a misa el domingo y se puso el vestido de la luna. Y la señora lo miraba y que le decía:

-Che, ¿por qué no me comprás ese vestido de la luna tan bonito?

Que la mandaba a la negra. Que le dice:

-Negra, dice, andá decile si quiere venderme el vestido de la luna, dice, que le voy a pagar la plata que quiera.

Y se va y le dice que si quería vendele el vestido de la luna. Que la chica le dice que no, porque ese vestido no lo vende por ninguna plata. Que podía vendelo si la dejaban hablar esa noche con el Príncipe. La Princesa no quería, pero la negra li ha dicho que lo deje y que le dé algo al Príncipe pa que se duerma. Y entonce dice que ella ha aprontado un vino y le ha dicho que sí, que puede hablar con Lagarto.

Ha llevado el vestido de la luna y ha ido a hablar con Lagarto, la chica. Ella le decía:

-¿Te acordás cuando me has regalado este vestido de la luna -dice- en aquel tiempo cuando me casé con vos?

A Lagarto no le ha salido una palabra, dice. Que taba como dormido, que no se acordaba nada. Y era porque había tomado el vino que le dio la señora.

Al otro domingo se ha puesto la chica el vestido de las estrellas, y ha ido a misa. Y la negra le ha avisado a la Princesa. Y la Princesa se lo ha mandado a comprar. Y la chica ha dicho que no lo vende por ninguna plata. Que podía venderlo si la dejaban hablar esa noche con el Príncipe. Entonce dice que le han dado al Príncipe el vino y la han dejado a la chica que hable. Y la chica ha ido, y que le decía llorando:

-¿Te acordás cuando me has regalado este vestido de las estrellas?, dice, en aquel tiempo que vivimos juntos, en aquel tiempo cuando me casé con vos.

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Lagarto no ha dicho nada. No se daba cuenta, no se acordaba, porque había tomado el vino.

Al otro domingo la chica se pone el vestido del sol y sale al jardín de la casa y se peina con el peine que derramaba perlas de oro. La negra andaba mirando y se va corriendo y le dice a la Princesa, del vestido y del peine. La Princesa contenta la manda a la negra, que le venda el vestido y el peine, que le va a pagar toda la plata que quiera. La chica le dice que ella no vende nada por plata, que se lo vende si la dejan hablar, por última vez, con el Príncipe.

Lagarto dice que tenía un negro, tamién, que lo servía, y ese día dice que le dice:

-Amito, ¿qué pasa, que van dos noches que viene una niña muy bonita, con unos trajes nunca vistos, dice, y le habla, dice, y usté 'tá como dormido, no contesta nada? A mí me parece, dice, que le dan algo malo a usté. Y esta noche dice que viene.

Lagarto si ha dau cuenta que algo pasa y cuando la Princesa li ha dau el vino, él si hace el que lo toma, y lo echa al suelo, en un rincón.

Y ha llegado la chica, dice, más linda, con el traje del sol, y con el peine, y dice:

-¿Te acordás, Lagarto, cuando me has regalado este traje y este peine, en aquel tiempo que nos casamos, y yo de curiosa te miré con una vela, te eché una gota de sebo, antes de que se cumpliera el encanto, y me dijistes que te buscara en Los Tres Picos de Amores?

Áhi el Príncipe se ha acordado de todo, la ha abrazado a la chica, y ha llamado a todos y ha dicho:

-Ésta es mi señora verdadera. Ella me sacó de un encanto y ahora me ha sacado de Los Tres Picos de Amores. Yo me voy con ella a mis palacios y aquí se quedan todos.

Y han sido felices y han tenido muchos hijos.

Felipa Guaymás de Arroyo, 50 años. Chicoana. Salta, 1970.

La narradora aprendió el cuento de la madre, Antonia Salvá, nacida y criada en Chicoana, como ella, y que en la actualidad tiene 78 años.



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1001. Martín Gallito

Tres picos de amor


Era un matrimonio. La esposa se llamaba Blanca Nieve. El esposo se llamaba Martín Gallito.

Un día tuvieron un dijusto. Él dijo que se iba porque lo venían a llevar de su familia. Llegó a su casa un viento y lo arrastró hasta la puerta. Y la esposa lo agarró de los brazos y le decía:

-¡No te vas! ¡No te vas, Martín Gallito!

Y él, con el fuerte viento que ha venido se ha ido dejandolé un anillo di oro y un pañuelito de virtú, y le ha dicho que lo puede ir a buscar a un lugar que se llama Tres Picos de Amor, donde no corría frío ni calor, ni viento. Que áhi la esperaba porque él estaba en un encanto y ella no lo dejó que se librara.

La esposa, cuando si ha quedau sola le siguió. Salió en busca de él. Caminando durante un año llegó a un pueblito y le preguntó a la gente si de donde quedaba el lugar de Tres Picos de Amor. Y nadie sabía.

Y se encontró con un carpintero y se hizo hacer unas botas que volaban hacia el cielo.

Y caminó durante otro año. Llegó a otro pueblo. Se encontró con la mama del viento y le preguntó si adónde quedaba Tres Picos de Amor. Y le contestó que no sabía. Y le dijo:

-Solamente mis hijos sabrán y mi marido, porque ellos recorren todo el mundo. A la tarde van a venir y les voy a preguntar.

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Y s'hizo la tarde y la mama del viento le dijo a la chica que se escondiera bajo di un cántaro grande que tenía ella en la casa.

-Porque mis hijos son malos y no quieren que nadie venga por estos mundos -le ha dicho a la chica.

Y llegaron los vientos, los hijos de ella. Y le preguntaron si quién estaba escondido adentro la casa.

Ella les contestó diciendo que llegó una guascha guagua85 preguntando si adónde quedaba el lugar de los Tres Picos de Amor. Y le contestaron diciendo que ellos no conocían. Y ellos andaban todo el mundo. Y se fueron inmediatamente.

Y salió la chica debajo del cántaro. Se despidió de la mama del viento y siguió camino.

La chica caminó durante otro año. Llegó a otro pueblo. Y se encontró con la madre del nublado. Y le preguntó si adonde quedaba el lugar de Tres Picos de Amor. Y ella le dijo:

-Solamente mis hijos lo pueden conocer. 'Stán por llegar y son muy malos. Se tiene que esconder.

Y inmediatamente lo hizo esconder debajo di un virque86.

Inmediatamente llegaron las lluvias. La lluvias de toda clase, y enojadas le preguntaron a la mama si quién estaba escondido por ahí.

Y la madre respondió que llegó una chica solita, como perdida, preguntando si adonde quedaba el lugar Tres Picos de Amor. Y las lluvias, los hijos, le contestaron que no conocían en todo el mundo un lugar con ese nombre. Y se retiraron inmediatamente.

Y salió la chica de debajo del virque y la madre del nublado le dijo que a ese lugar no lo conocían sus hijos. Y la chica se despidió y se fue.

Y caminó nuevamente otro año. Llegó a otro pueblo donde se encontró con la luna. Y le preguntó si adonde quedaba el lugar Tres Picos de Amor. Y le contestó que no sabía, y le dijo:

-Solamente mis hijos pueden saberlo, pero son malos y se tiene que esconder porque 'stán por llegar.

Y la luna lo hizo esconder debajo de una olla87.

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Y llegaron las estrellas y le preguntaron si quien había escondido en la casa. Y la mama le contestó que llegó una chica preguntando si adonde quedaba el lugar Tres Picos de Amor. Y le contestaron:

-Nosotros recorremos todo el mundo y no conocemos ese lugar -y se retiraron inmediatamente.

Y salió la chica debajo de la olla y la luna le dijo que no conocían sus hijos ese lugar.

Y se despidió la chica y caminó otro año más. Y llegó a otro pueblito y se encontró con un anciano que era el sol. Y le preguntó si adonde quedaba el lugar Tres Picos de Amor. Y él le contestó diciendo:

-Yo, hija, recorro todo el mundo y no lo conozco. Ahora, andate al rey de las aves. Ése puede saber. Decile que yo te mando.

Y se despidió la chica y se fue a preguntar al rey de las aves, que era el águila. Llegó y le dijo que la mandaba el sol a preguntarle si conocía el lugar Tres Picos de Amor. Le dijo que no lo conocía pero que podía reunir a toda su gente para preguntarle. Y pegó unos silbidos y empezaron a llegar. Se reunieron todas las gentes de este rey que eran los pájaros; los caranchos, los halcones, los teros, los gorriones y la demás gente.

Y preguntó a todos ellos si conocían el lugar Tres Picos de Amor. Y ninguno conocía. Y preguntó a todos quién falta y echó de menos a una águila vieja, la más vieja de todas. Y pegó tres silbidos. Y llegó l'águila. Venía cansada porque venía de lejo. Y le preguntó si ella conocía el lugar Tres Picos de Amor, y le contestó que sí.

-Yo vengo de ese lugar por eso llego tarde, porque es muy lejo -le contestó l'águila.

Y la chica le preguntó a l'águila vieja si en ese lugar lo conocía a Martín Gallito. Y l'águila le contestó:

-Sí, lo conozco a Martín Gallito. Ahora dentro de tres días se va a casar por la iglesia con una moza de ese lugar.

Y la chica se puso triste y le dijo que la llevara. Y l'águila le dijo:

-Te llevo si me pagás bien.

Y la chica le dijo que le daba lo que ella le pidiera. Y l'águila le dijo que se ponga encima de ella. Y la chica se sentó   —143→   sobre las alas del águila y l'águila tomó vuelo. Y voló mucho, mucho, y llegó en un lugar, y bajó a descansar. Y le pidió qué comer. Y entonce la chica ha dicho a su pañuelito:

-Pañuelito de virtú, qui aparezcan tres corderos pa que coma la señora águila.

Y aparecieron los tres corderos que pidió la chica. L'águila se los comió a los tres corderos y luego tomó nuevamente el vuelo.

L'águila voló mucho, mucho, y bajó en otro lugar a descansar. Y le pidió nuevamente a la chica qué comer. Y en ese lugar ya no tenía el pañuelito de virtú. Y entonce la chica se sacó dos pedazos de blando de las piernas y se lo dio al águila para que pueda seguir. L'águila los comió y remontó nuevamente el vuelo. Y después de volar mucho llegaron a la madrugada al lugar Tres Picos de Amor. L'águila, cuando bajó, devolvió los dos pedazos de blando de las piernas de la chica que había comido, y se los colocó nuevamente. En seguida se le pegaron los pedazos y la chica quedó conforme era antes. La chica le agradeció mucho y l'águila remontó el vuelo y se volvió.

La chica si acercó al pueblo. Llegó a la iglesia. Y se quedó parada. Había mucha gente esperando los novios. Inmediatamente llegó Martín Gallito con la nueva novia. Con los padrinos dentraron a la iglesia. Y ella caminó por atrás. Y cuando empezó la ceremonia de matrimonio, ella lo habló:

-Martín Gallito, ¿ti acordás cuando tuvimos un dijusto y un fuerte viento mandado por tu familia ti arrastró y me dejastes?

Martín Gallito no contestó nada porque si había olvidado de todo. Entonces la chica le dijo:

-Martín Gallito, ¿ti acordás que cuando me dejastes me dijistes que te venga a buscar al lugar Tres Picos de Amor? Martín Gallito no contestó tampoco. Y la chica le volvió a decir:

-Martín Gallito, ¿ti acordás que me dejastes un pañuelito de virtú y un anillito di oro? Aquí los tengo -y sacó el pañuelito que era de virtú y se lo puso cerca de él.

  —144→  

Y Martín Gallito se dio vuelta, la vio a la chica, la reconoció, y dijo:

-Ésta es mi mujer, no esta otra.

Y se suspendió la ceremonia. Y salieron juntos los dos porque ya la chica había salvado a Martín Gallito del encanto. Y ella se puso las botas que volaban, y tomaron vuelo a su casa. Y se terminó el cuento.

Hilario Coria, 30 años. Abra Pampa. Cochinoca. Jujuy, 1968.

El narrador, pastor colla, ha trabajado también como minero. Nativo del lugar, ha cursado los grados de la escuela local. En las fiestas religiosas de la Virgen forma parte de los danzantes caracterizados de suris, llamados los plumudos.

El cuento es variante del cuento tradicional.



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1002. El príncipe iguano

TUCUMÁN

Diz que había un rey que no tenía hijos; tenía apenas la Reina. Y diz que la Reina ha salíu y li ha dicho:

-Che, yo había querido tener un hijo de este animal, ya que no tenimos nohotros -y que ese animal era un iguano88.

Y diz que jue a la casa y al poco tiempo se sintió gruesa. Y entonce, al tiempo que jue a tener familia. Y que había teníu un niño que era muy lindo, pero que tenía la cola de iguano.

Que sí, que era malo el niño. Que cuando tenía rabia que daba un solazo y mataba lo que haiga y s'iba. Hasta que hacía un tiempo recién volvía. Que la madre 'taba muy afligida.

Y qui un día le dijo a la madre que lo tenía que hacer casar, que si no, s'iba.

Y diz que había un duque que tenía tres hijas. Y diz que el duque era compagre de los Reyes.

Y diz que le pidieron al duque la hija mayor y que lo hicieron casar al hijo con la mayor.

Por áhi diz que le había dau rabia con la niña, que le había dau un solazo y diz que la mató. Y diz que se jue y volvió a los tiempos.

Y diz que le dijo un día a la madre:

-Magre, si no me da mujer me voy y no vuelvo.

Y entó que se había ido pal compagre, la Reina, y que le dice:

-Compagre, me ha de dar otra niña para que se case m'hijo.

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Y ya le dio otra, la del medio.

Se casó el Príncipe con ésa.

Después que se ha casau con ésa, se ha enojáu, le dio otro colazo y la mató. Y se mandó a ir otra vez. Y no volvió otro tiempo. Y a los tiempos volvió y que le dice a la Reina:

-Mi magre, si quiere verme aquí déme otra mujer.

Y la Reina le jue a pedir al Duque, al compagre, la otra niña, la shulca89. Y le dio la shulca ahora. No le ha quedau más.

Y si ha casáu el Príncipe con la shulca.

Y diz que un día le dice el Príncipe a la niña:

-Bueno, si vos querís estar conmigo, me vas hacer quemar este cuero, cuando yo esté dormido -porque él estaba siempre vestido en ese cuero d'iguano.

Y entó que le dice que lo haga quemar cuando no lo vaya a sentir él, porque si no va a hacer un estruendo muy juerte y lo va a despertar, y eso va a ser para mal de los dos. Que va a ser a la siesta que lo queme. Cuando él dormía se sacaba el cuero solamente.

Y en eso que la niña había buscau uno pa que lo quemara al cuero. Lo mandó quemar lejo, a un negro. Y el negro lo había quemau cerca no más, y hizo un estruendo muy grande, que lo despertó al Príncipe de dormido que estaba. Y entó que se había despertau y li había dicho a la niña:

-¡Ah!, ¡ingrata, no me volveréis a ver más!

Y que salió y se jue. Y si había ido no más.

Y entó que la niña lloraba mucho y le avisaba a la suedra y al pagre. Y ahora que dice que se iba ella a buscarlo, que tal vez lu encuentre.

Y ya diz que si había ido. Y diz que había ido muy lejo. Y entó, güeno, en lo que si había cansau qui había llegau la señora, lejito, y que había parau en la casa di una anciana. Y áhi 'taba hablando con la viejita y diz que le dice:

-¿Qué novedades corren por aquí, mama vieja?

Y ella le dice que no había más novedá que si había casau la Princesa de ese pueblo con un princeso que ha venido di otra parte.

Y entó le dice:

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-¿Me va a dar permisio pa pasiarme en su jardín?

-Tá bien -que le dice.

Que esta niña había alzáu de su pago tres mudas de ropa como no si habían visto en ninguna parte, de lindas que eran. Se vistió ella con un vestíu de esos y se pasió por el jardín de la casa.

Diz que había salíu la negra de la esposa que tenía ahora el Príncipe y que había visto a la niña con el vestido que daba almiración. Y diz que va y le dice:

-Ay, mi señorita, ha salíu una niña desconocida con un vestíu que usté con ser princesa no lo ha teníu nunca.

Y diz que le ha dicho la princesa:

-Andá decile que me lo venda, que a mí me dice más porque soy Princesa. Que por precio no vamos a parar, me cueste lo que me cueste.

Y entó que le dice la niña a la negra.

-Andá decile a tu señorita que si ella es Princesa yo soy Duquesa y a mí me dice más el vestido porque es mío. Decíle que si ella quiere que yo le dé mi vestíu que me deje hablar tres palabras con su marido, esta noche.

Y la negra ha veníu y li ha dicho todo. Y entó ha dicho ella:

-¡Qué más se quisiera esta pícara!

-¿Qué tiene, mi amita que la deje hablar? Le damos dormitorio90 a mi amito y así ella no lo va a poder hablar y usté va a tener el vestido que no tiene nadie.

Entó le dice:

-Bueno, andá decile que venga.

Y diz que le ha dau en una bebida un dormitorio al Príncipe y si ha quedáu dormido. Y áhi le han dejau entrar a la niña y ella ha dau el vestíu.

Y ha entrau la niña y di que le decía al Príncipe:

-¡Ay, ingrato, ahora te hacís el dormido! Desconocido, ya no te acordás de mí que vengo de tan lejos.

Y el Príncipe seguía durmiendo y ella se tenía que ir porque sólo podía decir tres palabras como ella si había comprometido.

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El negro que lo servía al Príncipe había visto eso en escondida y la había oido a la niña.

Diz que al otro día la niña se ha vestido con el otro traje que era mejor. Y ha venido la negra y la ha visto y ha ido corriendo a avisarle a la Princesa.

-Ay, mi amita, si el vestido que li ha dado ha sido lindo, ¡más lindo es éste que tiene ahora esa niña!

Y entó que le dice:

-Decile que me lo venda al vestido, que por precio no himos de pensar, que yo soy Princesa y a mí me dice más.

Y entó va la negra y le dice eso a la niña y dizque la niña le contesta:

-Andá decile a tu señorita que si ella es Princesa yo soy Duquesa y a mí me dice más el vestido porque es mío. Decile que si ella quiere que yo le dé mi vestíu me deje hablar tres palabras, esta noche, con su marido.

Y entó la negra le avisa el mensaje y le dice:

-Pero, ¿qué tiene, mi amita que ella hable si le damos dormitorio al amito y él no sabe nada?

-Bueno, andá decíle que venga -dizque le dice la Princesa.

Y ha venido la niña y ha entrado ande 'taba el Príncipe dormido y ha vuelto a decir:

-¡Ay, ingrato, desconocido, ahora ti hacís el dormido y yo que vengo de tan lejo a buscarte! Ya no ti acordás de mí y si ha salido la niña.

Al otro día el negro li ha dicho al Príncipe.

-Aquí viene una niña muy hermosa y le habla, le dice que ha veníu de lejo a buscarlo. A usté le dan dormitorio en una bebida. Mire, cuando le den la bebida, hagasé el que la toma y redamelá abajo 'e la cama. La niña llora y se ve que 'tá muy triste. Y el Príncipe 'taba muy intrigado y quería saber de este misterio.

Al otro día la niña si ha vestíu con el traje más lindo y cuando la ha visto la negra ha ido corriendo a decirle a la Princesa.

-¡Ay, mi amita, si los vestidos que li ha dau la niña eran lindos el que tiene ahora es mucho mejor! Usté tiene que tener ese vestíu, nu hay otro mejor en el mundo.

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Entó le dice la Princesa:

-Decile que me lo venda, que por el precio no himos de discutir, que yo soy Princesa y a mí me dice más.

La negra le dice a la niña y entó la niña le contesta:

-Decile a tu señorita que si ella es Princesa yo soy Duquesa y que el vestido me dice más a mí porque soy la dueña. Que yo le voy a dar el vestido si me deja decirle tres palabras a su marido esta noche.

Y la negra le avisa a la Princesa lo que dice la niña y le dice que la deje ir a decir las tres palabras al Príncipe, que total, si le dan dormitorio él nada sabe.

Y la Princesa le dice:

-Bueno, andá decíle que venga y que me traiga el vestido.

Entó el Príncipe no tomó la bebida y s'hizo el dormíu. Cuando llegó la niña y empezó a lamentarse s'hizo el que se recordó. Y áhi la conoció a su verdadera esposa, y que corrió y la abrazó. Y que le dijo:

-Andá adonde estáis parando, mañana te voy a hacer venir -y ella se jue.

Entonce le dice al negro:

-Ésa es mi señora. Yo hi síu casáu en mi pago. Ella me ha veníu al rastro. Ella me salvó de un encanto. Yo tengo que irme con ella.

Al día siguiente que el Príncipe hizo juntar a toda la gente, en el palacio. Y que hizo que viniera esa viejita adonde paraba la niña, y también la niña. Y que si habían juntáu todos. Y que él había llevado un candado y dos llaves y había puesto sobre la mesa. Y que le dice:

-Señores: No si ha dir ninguno sin darme una satisfación. Yo compré un candado que tenía una llave. Hi perdíu la llave y he compráu otra llave. Y después que hi compráu otra hi halláu la primera, ¿cuál de las dos es la dueña?

Y que todos han dicho:

-La primera es la dueña.

Y bueno, diz que le dijo:

-En mi pago mi hi casáu. Y hi venido aquí, que es muy lejo y me hi casado. ¿Cuál de las dos señoras es la dueña?

  —150→  

Y que todos habían golpiáu las manos y que li habían dicho que la primera era la dueña.

-Bueno, señora -le había dicho a la Princesa-, agora yo me voy con mi señora a mi casa y queda usté en su casa. Y él se jue con la esposa que lo había salvado.

Dentró por un zapato descosido y usté que contará otro parecido.

Nacioncena Sasso, 63 años. Los Zazos. Amaicha del Valle. Tucumán, 1951.

Buena narradora.



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1003. El viborón

SAN LUIS

Había un matrimonio que querían tener familia y no conseguían. Hacían promesas y más promesas, ¡y nada!, no conseguían tener familia. Por fin, después de tanto rogar, peru a los muchos años, la señora estuvo encinta. Y comu eran personas muy ricas, ellos estaban contentos qu'iban a tener chicos. Ya iba llegando el tiempo, y ya tenían la matrona en la casa no más ante di hora pa que protegiera a l'enferma. Y hasta que se llegó al cabo de que s'enfermó. Y tuvo un viborón d'hijo. Después, la matrona, cuando lo recibió se sosprendió, pero lo dejó no más. El viborón se jué abajo di un mueble y ella se calló no más. Ella l'atendió a la señora como si hubiera tenido un chico. Como la señora nu había tenido nunca chicos, no sabía si lloraban o no los chicos, y no preguntó nada. Cuando ya l'acomodó y la dejó, la matrona lu encontró al viborón arrolladito abajo 'el mueble, y lo sacó envuelto en una sábana. Después ella lo sacó afuera, que no lo viera la madre. Después la matrona le dijo al padre del viborón, que lo llevara adonde estaba el cura a ver qué decía.

El padre lo llevó al viborón al cura, y entonce el cura lo qu'hizo, jué y lo bautizó, y le dijo que lo criara y muy bien atendido, y le puso Juan, al viborón.

Depués, lo pusieron en una pieza que sólo entraba el padre a dale la leche, y la madre no sabía nada qu'él estaba criando al hijo, no le querían avisar hasta mientra que no sane bien. El padre li hacía todos los acomodos igual qui un niño. El viborón, cuando venía el padre, ya lu esperaba; qu'era muy entendido.   —152→   No tenía mes, pero conocía el padre. Ya cuando el viborón enteró como seis y siete meses, el padre no sabía qui hacer; si le decía o no a la señora. La piona lo sabía tamién, pero nu avisaba tampoco a nadie.

El viborón tenía cama, y si acomodaba en todo como una persona. Ya estaba grandecito, y comenzó a salir de noche; se les desaparecía. Hasta que si halló en el deber, el padre, de decile a la señora qui había tenido un viborón. Él le dijo a la señora que no se juera asustar, y le contó todo.

-¿Cómo no mi han dicho? -dijo la madre.

Ya se lo trajieron, y cuando lo vido se descompuso. Pero después se tranquilizó y comenzó a cuidarlo com'un hijo. Al último lu atendía ella no más, y el viborón los conocía a los dos padres.

Después, cuando ya enteró dos años, escasamente, cenaba, y s'iba de paseo. Se les desaparecía de la pieza.

Bueno... Después, ya los sacó estrechos que lu echen a la escuela, o de no, que l'enseñen todo lo qu'ellos sabían. El viborón hablaba igual que un cristiano. Qu'era tan blanco, como ver una tira de bramante.

Bueno... Ya le comenzaron enseñar y aprendió en pocas vueltas no más, de leutura y todo lo que l'enseñaban; aprendió en seguida no más.

Bueno... Ya cuando tuvo como quince años, ya los sacó estrechos que se quería casar, y que le busquen una novia. Los padres se desesperaban; ¡quién s'iba querer casar con un viborón!

Y qui había áhi cerca una familia vecina que tenía tres hijas. Y que dijieron qui allá iban ir a ver, y que dijo el viborón:

-Pero con el conque91, de que la niña que yo elija, ésa se tiene que casar conmigo.

Y que tamién dijo que si a él no le gustaba, áhi no más iba quedar. Había síu como basilisco, el viborón. Que l'encargaba al padre que no le trajiera zoncera, sino una niña muy linda. Ya le trajieron las tres niñas, qu'eran hijas di un hombre muy rico, y que ya al verlo al viborón tuvieron descompostura de muerte, y que se murieron no más.

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Y ya qu'el padre andaba enloquecido buscando una niña que le gustara al viborón. Que li había dicho qu'él no quería lujo ni riqueza, sinó una niña que se pudiera llamar niña. Iba el padre di un lau pal otro, cansáu di andar y vacilar. Al hijo nada le gustaba. Y tanto andar, que dio en las orillas del pueblo con una casa di una viuda que tenía una hija que no salía nunca, que sólo se preocupaba de la casa, de la madre, y qu'era muy güena. Y a ésa se dirigió el padre. Ya la señora y todo el pueblo sabía lo qui había pasau, y que no quería por nada darselá, y la niña menos.

Más bien yo me pongo un lazo al cuello -que decía, la niña-, si total me voy a morir.

Al fin que la consiguió que juera. Y ya jué la niña, y ésa jué la que le cayó en gracia al viborón, y ésa no se murió. Y se casó con el viborón. Como era tan rica la familia, podía hacer eso, de casar un hijo viborón con una niña tan linda.

Y qu'el viborón le dijo a la niña que si se casaba él, nu era de tanta precisión de vivir con mujer, sino que tenía que casarse pa que lo cuide, que ya los padres demasiáu habían guerriáu con él, y qu'él tenía mucho lujo y muchas pionas pa que lo cuiden, qu'él no daba mucho trabajo.

Ya cuando se casó que le tenía un miedo único, porque créiba qu'iba ir a su cama, y que dormía con luz no más. Pero que nu iba nada, y que ella comenzó a perder el miedo.

Un día, que s'está lavando las manos la niña, se saca los anillos y los pone arriba di una mesa, y en un descuido viene el viborón y se los roba. Que los anillos eran regalo d'él. Ella si asustó cuando no los encontró, pero no dijo nada. Qu'esa noche como a la una qu'entró un joven muy güen mozo y muy bien acomodáu, y qui apagó la luz como un remolino, y si acostó. Y que le dijo qu'él era el dueño 'e casa. Que venía chumáu92, y que se durmió. El viborón nu había vuelto, que salía todas las noches, qu'era muy tunante, y qu'ella no sabía qué pensar. No durmió nada. Li había dicho que lo despertara al amanecer y que no juera a encender luz. La niña si había amanecido sentada mirando al mozo y lo dispierta cuando viene el día. Él sale para   —154→   ajuera, y al momento no más ya vino como sabía venir siempre, como un viborón.

Bueno... Ya a la otra noche hizo lo mismo. Y ya vino fresco, y le dijo que no lo corra, qu'es su marido, pero que no tenía que decir a nadie, ni a los padres, porque si decía, él era perdido. Y que la niña se sosprendió muchísimo. Entonce él saca los anillos del bolsío y se los da, para que viera qu'él era su marido. Entonce le dice ella, que porque había síu que presentaba él ese aspeuto hecho víbora. Y él le dijo, qu'él sólo a ella se lu iba decir; qu'él había nacido en encanto, y que le faltaba tuavía un plazo que cumplir para ser persona ante los demás, y que l'encargó encarecidamente, que cuando él esté así, no vaya a encender luz, qu'era l'único que le pedía, porqu'iban a ser perdidos los dos.

Bueno... Éste comenzó a venir entre noches, como persona. Ya pasó com'un mes qu'éste venía así. Para mejor, la señora estaba encinta y 'taba como antojada de verle la cara. Ya qui una noche puso una caja de fósforos abajo 'e l'almuhada. Ya vino una noche, y se quedó dormido d'espalda. Que venía sumamente emprendado y lujoso. Y ya cuando lo vio muy dormido, que la señora raspa un fósforo, y lo mira a la cara. Qu'éra muy güen mozo. No le bastó un fósforo, y qu'encendió otro. Y el otro durmiendo no más. Y cuando encendió el último, que le cayó una chispita, y que se despertó, y le dice:

-Bueno, agora somos perdidos vos y yo. Yo nu hi acabau el plazo de mi encanto. Yo me voy.

Y le dijo, que pueda ser que cuando ella termine tres pares de zapatos de bronce, lo podría ver, alguna vez. Qu'ella tenía qui andar con el hijo sin nacer. Que cuando anduviera terminado el último par de zapatos, recién iba nacer la criatura. Y se jué.

Él no creó qu'ella s'iba arrojar al disierto, atrás d'él, no se soñó nunca.

Y le dijo también que no les dijiera a los padres ausolutamente nada, que les dijiera qu'él había salíu y nada más. Él le dejó para señas, por si lo volvía a ver, un reló, un pañuelo y un anillo, todo con nombre d'él.

  —155→  

Lo qu'hizo ella, cuando él salió, jué y lo miró para el lado que tomó. Tomó para el norte.

Cuando aclaró, salió y s'hizo trabajar para ese mismo día, los tres pares de zapatos de bronce. Y como le trajieron a la dentrada del sol los tres pares de zapatos, como s'escureció, salió al norte. S'hizo un atadito con lo qu'ella pudo llevar, y se mandó a cambiar. Así es que se perdieron los dos. Ni la madre de ella, ni los padres d'él supieron nada.

Y esta señora jue muy lejo. Y caminó y caminó, y se mantenía con raíces y con las frutas de los árboles, y tomaba agua ande encontraba. Ella seguía siempre al norte. Que ya no podía andar más con la criatura, qu'estaba gruesísima. Y ya había terminado dos pares de zapatos, y el otro que ya iba mal. Porque no más una noche se sintió mal. Ella llevaba todo lo necesario por si tenía el chico sola. Ella nu hizo más que juntar pasto, yuyitos, en el disierto, porque otra cosa nu había para hacer cama. Después, ya dio a luz. Dios la protegió porque no le pasó nada a ella ni a la criatura. El niñito lo llevaba en una ropita hecha pedazo. Y qu'ella iba lo más descalza; sólo le quedaban pedacitos del último par de zapatos. Ya qu'el chico caminaba, comu había nacido grande. Era un niño varón.

De tanto andar, que ya iba muy lejo. Y ya un día oye cantar gallos y toriar93 perros, y qu'estaba junto di un arroyo, que había un cienegal, y qu'hizo una cama de totoras al niñito. Dormidito, lu acostó y bajó a tomar agua al arroyo. Cuando allí estaba tomando agua, siente unos pasos. Que venían a llevar agua. Qui había síu nada menos que la sirvienta de los palacios del esposo que venía al agua. Se dispara ella porque andaba desnuda y la sirvienta le dice:

-No mi señorita, no se dispare, ¿di ánde es usté?

Que la niña era sumamente güena moza, y que la sirvienta era negra. Que la convidaba a ir a las casas y que la niña no si animaba a ir. Y ya le mostró el niño qu'era muy bonito.

-Güeno -que le dice la negra- dejesé estar, que yo le voy a traer ropa. Yo tengo también un niño.

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Y que la negra jue ligerito y le trae ropa para ella y le llevó una sábana para qu'envolviera al chico. Y ya los llevó al palacio y los escondió. Y que la negra andaba en los apuros de darles de comer.

Qu'el mozo la comenzó a ouservar a la negra. Que le llamaba l'atención lo qui hacía, pero que no veía a nadie. El mozo era millonario y al otro día s'iba a casar con otra niña.

El niño qu'era lindísimo, y que la negra dice:

-¡Qué tan parecíu este niño a mi patrón! ¡Es la misma cara! Ya vamos estar de banquete -que le dice- porque mañana se casa mi patrón.

Y cuando la vé el mozo que la negra andaba en idas y venidas y que juntaba la puerta, él se creó otra cosa. Formó curiosidá y se va a la cocina y le pregunta:

-¿Qué hacís negra que llevás agua caliente, brasas, comida, qué tenís en la pieza?

-¡Ah, patrón, no sabe usté lo que yo hi halláu!

-¿Quí has halláu?

-Yo hi halláu una niña, ¡de bonita!, con un niñito más bonito tuavía.

-¿Ande l'has halláu?

Ya le dijo qu'en l'orilla del arroyo. Y que le dijo qu'estaba desnuda y que tenía unos zapatos de bronce hechos pedazos. Y él que se quedó muy pensativo.

Y ya se jué él ande 'staba la niña, y entró. La niña casi se muere de vergüenza de verse casi desnuda, y qu'el niñito andaba jugando áhi, qu'era una masa de blanco y bonito. Y él tamién 'taba sosprendido, porque ya comprendió qu'era la mujer d'él. Entonce que ya le comenzó a preguntar de dónde venía, de dónde era, y cuántos años hacía. Y era la misma fecha qu'él había salido. Le zumbaba la cabeza y no sabía qui hacer. Y el niñito qui andaba con el atadito de las prendas que le dejó el mozo a la madre, jugando. En una d'esas se le desató y ya vio el mozo el reló, el anillo y el pañuelo, y ante qu'el niño las alce, ya corrió él y las alzó. Éste que lloraba como un desesperado. Y ya se dio a conocer, y le dijo qu'él era el marido   —157→   d'ella y el padre del niño. Y ya los abrazó y todos lloraban de contentos. Y la negra no sabía quí hacer de gusto. Y ya dijo el mozo que nu había casorio qui ahí 'taba su familia. Y en vez de ser los trajes para la novia, jueron para la señora propia y para el niño, para ir a la iglesia a hacerlo acristianar.

Y agora habían quedáu en fama ellos, y nosotros conversando aquí.

Marcelina Berón, 76 años. Quines, Ayacucho. San Luis, 1931.

Campesina rústica. Muy buena narradora.



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1004. El príncipe lagarto

CORRIENTES

Que había una vez un Rey que hacía diez años que era casao, y la señora tuvo un nene, pero bicho. Que era un lagarto. Le salió un lagarto. Pero ella se murió de sentimiento. Entonce ante ella de fallecer, ella le encargó al esposo que tratara de criar al hijo. Después al hijo le llamaban el Príncipe Lagarto. Bueno... Dice, después, que el padre, el Rey, empleó una ama. Ese ama se murió. No lo llegó a criá todo. Dos amas mató. Despué, la última que le crió, ella se puso pezone de hierro, y ésa le crió.

Despué, cuando pasó los año, él se quiso casar. Y un señor muy rico tenía tre hija. Y el Rey lo hizo casar con la mayor. Y ella se murió de miedo. Y lo hizo casar con la del medio y también murió de miedo. Y entonce se casó con la menor.

El Príncipe Lagarto era un lindo hombre encantao, y cuando se ía a acostar, se sacaba ese cuero, la capa de lagarto que tenía.

Y el Príncipe se acostaba siempre en la oscuridá y la señora no lo conocía en forma de hombre.

Despué, apareció una viejita hechicera y le dijo a la señora del Príncipe Lagarto que si ella quería conocer al marío, ella le ía a decir lo que ella tenía que hacer. Y la señora aceutó. Entonce le dijo que para descubrirle la belleza de él, ella tenía que pedir un fogón94 con brasa, como diciendo que ella tenía   —159→   frío. Que ella se hiciera la dormida. Cuando él se durmiera, que ella tenía que poner esa cáscara de lagarto en el juego. Pero tenía que ser lejo, que él no tomara el olor, pero la viejita no le dijo eso a la señora. La señora echó al juego el cuero de lagarto ahí cerca.

Y se quemó el cuero. Entonce, él se dispertó disfavorida de ese olor del cuero, y le dijo:

-¡Qué me hiciste, mi señora! ¡Que faltaba sólo treinta días para desencantarme!

Entonce le dijo que él se ía a una ciudá y que nunca más volvía, a la ciudá Que va y no vuelve -ése era el nombre. Y que era muy lejo. Y salió y se fue.

Entonces ella, al otro día, ella cerró el palacio y se fue atrá de él, en su busca.

Caminó mucho. Tanto andar se encontró en la casa del sol. Y salió la madre del sol a encontrarla. Y le dijo qué andaba haciendo. Y ella le dijo que andaba atrás del marido que se había ido a la ciudá Que va y no vuelve. Entonce la viejita le dijo que tal vez el hijo conociera esa ciudá, pero que el hijo era muy malo, que cuando llegara la ía a fundir a ella. Entonce ella le dijo que la escondiera en una parte que no le diera el sol.

Bueno... Llegó el sol, malo con la madre. La madre le dijo que se calmara, que debía de ser cansancio o hambre, o sé, porque se ponía malo. Era porque se daba cuenta que llegó alguien a la casa de él. Entonce él llegó malo, y lo agüenó la madrecita de él. La madre le cebó mate, se sentaron en la mesa y ella le sirvió comida. Y ya se abuenó el sol. Entonce ella le pregunta al hijo, qué él haría si se encontrara una persona extraña en la casa de él. Y él le contestó que la amaría como la amaba a ella. Entonce la viejita le sacó a la señora que le tenía escondida y le presentó al hijo, al sol. Entonce el sol le preguntó qué ella andaba haciendo. Entonce ella le contó que andaba en busca del esposo que se fue a la ciudá Que va y no vuelve.

Entonce el sol le contestó que él andaba en toda parte pero que no sabía esa ciudá. Que la que podía saber era la luna. Que él se encargaba de llevarle a la casa de la luna. Ante de salir le dio un regalo el sol, que era un traje muy hermoso, un traje de sol.

Llegó a la casa de la luna. La luna le dijo lo mismo, lo que le había dicho el sol, que no sabía. Y le dijo que el que podía   —160→   saber era el viento. Y la luna le regaló otro traje muy hermoso, un traje de luna. La luna le llevó y le dejó en casa del viento.

Llegó en la casa del viento. Salió una viejita, la madre del viento, a decirle que el hijo era muy malo, que cuando llegara se ía a enojar. Y ella le decía, que la escondiera. Y la viejita la escondió.

Y llegó el viento, y llegó malo. Y la tenía a la viejita para todos lados, mal. Y él sentía que había algún estraño en su casa. Hasta que lo conformó la madre y se quedó bueno. Entonce, despué que quedó bueno, le sacó a la señora de donde le tenía escondida. Entonce ella sale y le pregunta si él no sabía de la ciudá Que va y no vuelve.

El viento le contestó que él recién llegaba de esa ciudá. Entonce ella le pidió por favor que le llevara a esa ciudá. El viento le dijo que sí, que le llevaba. Y el viento le regaló un mortero de oro con una gallinita y unos pollitos de oro que hablaban. Él la puso en una sillita de oro y la tapó todo para que no le ahogara, y la levantó y la llevó en esa ciudá. La largó en un palacio donde ella iba a vivir.

El Príncipe vivía en frente, en otro palacio. Ya 'taba por casase con otra princesa. Él no sabía nada que ella era la que 'taba en ese palacio.

En la mañana ella se levantó, se puso el traje del sol, y se sienta en el balcón. Entonce vio la criada de la novia del Príncipe, esa niña que tenía un traje nunca visto. Entonce va y le cuenta a la novia y le dice que le compre al traje, que era muy lindo para cuando ella se case.

Entonce la novia del Príncipe le hizo tratear el traje, si quería vendele. Y la señora le contesta que ella no vende por ninguna plata. Que si ella le da permiso para hablar con el novio una noche, ella le regala no más el traje. Entonce la novia del Príncipe Lagarto le contesta a la criada que no faltaba más, que viniera hablar con el novio de ella. Entonce la criada le dice que eso no es nada, que la deje no más que vaya, que ella le va a dar anestesia en el café, él se duerme y no oye nada lo que ella le dice. Entonce la novia, por tener el vestido tan lindo le dijo que sí.

Entonce a la noche la criada le dio café con anestesia al Príncipe y se durmió. Vino la señora y le habló toda la noche. Le decía que él la perdonara, que ella le quemó el cuero del   —161→   lagarto por culpa de esa vieja mala que vino al palacio. Y le decía todo lo que había sufrido por buscarle. Toda la noche se pasó llorando sobre la cama de él, y él no se despertaba. Hasta que llegaba el día y ella tenía que retirarse de ahí.

Al otro día la señora vistió el traje de luna y se sentó en el balcón. El traje de luna era más hermoso que el traje de sol. Entonce la criada le vino a decir a la novia que esa señora tenía un traje tan hermoso, que se lo tenía que comprar para cuando se case.

Entonce la novia le hizo tratear el traje, por cualquier precio. Ella le contestó que no le vendía por plata. Que si ella le da permiso para hablar con el novio una noche, ella le regala. La novia no quería pero la criada le dijo que no era nada, que ella le vuelve a dar anestesia y el Príncipe no sabe nada. Y le dijo que sí. Y ella recibió el traje de luna.

Y esa noche fue la señora y volvió a decirle todo al Príncipe. Y lloró toda la noche, y el Príncipe no se despertó. A la madrugada se fue ella muy triste.

Al otro día la señora sacó la gallinita y los pollitos de oro y el mortero, y se sentó en el balcón. La gallinita y los pollitos hablaban y se movían de un lado para otro.

Entonce la criada de la novia le dijo que esa cosa tan preciosa la tiene que comprá para su casamiento. Y le tratearon a la señora y ella contestó lo mismo. Entonce la criada dijo otra vez que eso no era nada, que ella le ponía anestesia en el café y el Príncipe se dormía hasta el otro día y no oía nada. Y la novia dijo que sí por interés del mortero, de la gallinita y los pollitos de oro.

Entonce ya era la tercera noche. Y esa tarde la escolta del Príncipe le dijo si él no oía lo que decía esa señora, que venía a pasar la noche con él, que daba lástima como lloraba y lo que ella le decía y que él no contestaba nada. Y entonce el Príncipe se sorprendió y dijo que la quería ver. Y entonce la escolta le dijo que no tomara ese café que le traía la criada, que quién sabe si en ese café no le ponían anestesia.

A la noche, él no tomó el café. Él hizo que tomó, pero despué echó todo. Entonce llegó la señora y conversaron allí, y la reconoció, pero quedó como que ella no era nada de él.

Entonce al otro día hizo un banquete en la casa de la novia para casarse. Entonce la invitó a la señora.

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Entonce se sentaron en la mesa. Pusieron una frutera de toda clase de fruta. Y al que ía a ser su suegro nunca comía manzana porque no le asentaba. Entonce el Príncipe le preguntó que por qué no comía manzana. Y le contestó que él no comía manzana por que le ía hacer mal. Entonce el Príncipe Lagarto le dice:

-Si usté no come la manzana porque le hace mal, yo no puedo casarme con su hija porque acá la tengo a mi señora a mi lado.

Entonce, de sentimiento, se matan todo de la familia, y se quedan ellos dueños de todo. Él ya 'taba desencantado.

Y así ella tuvo premio porque anduvo mucho peligrando la vida.

Silveria Pérez, 42 años. Paso de los Libres. Corrientes, 1952.

Lugareña rústica y bilingüe guaraní-español. Buena narradora.



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1005. El pescador

La ciudad de los tres picos de amor


CORRIENTES

Era un viejo que tenía sólo una hija muchacha. La mujer de él era también vieja. Él, todos los días se iba a pescar.

Pasó un tiempo, no pudo sacar ni un pescado. Se puso a llorar porque no podía sacar el pescado.

Un día se le apareció un señor del río y le dice:

-Yo te daré mucho pescado, pero si usté me da primero lo que su ojo ve, cuando llegue a su casa.

El viejo como tenía esa hija y un perro, y siempre salía a encontrale el perro, él se imaginó que sería el perro que salía primero. Le dijo que bueno. Y él sacó mucho pescado.

Resultó que salió a encontrarle la hija, de contenta que traía tanto pescado. Se asustó porque salió la hija, y que tenía que entregale a ese hombre, que le pidió que tenía que entregale lo primero que su ojo vio cuando llegue a la casa.

El plazo de tres día el pueblo le pedía mucho pescado. Todo lo día él se iba y traía mucho pescado, pero taba triste porque pensaba que tenía que traer la hija.

Le preguntó la mujer:

-¿Y cómo sacás tanto pescado?

Llorando le dijo que prometió la hija a un hombre que le dio tanto pescado, a un hombre que vive en el fondo del río.

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La chica oyó que él dijo así a su mujer.

Y la mujer le dijo:

-Bueno, a los tré días llevesé la hija como quien va a pasear y a buscar pescado, y la entrega.

Ella oyó eso y ató unas cositas de ella porque sabía que la iba a entregar a ese hombre.

-Andate con tu papá a buscar pescado por la orilla del río le dice la madre a la muchacha.

Se despidió de la madre, le dio un abrazo, y se jue. Bueno... Llegaron a la orilla del río y sale el hombre que iba a llevar la chica. Bueno... Áhi dice que le dio un abrazo al padre y se jue con el hombre.

Y la chica le fue siguiendo al hombre. Y se abrieron las aguas. Le llevó a una casa linda en el fondo del mar95. Tenía de todo. No le faltaba nada. Pero no veía personas, sólo sombras. Le servían la comida. Tenía de todo. Nada le faltaba.

Ella lloraba, no se hallaba. Y oyó una voz que le decía:

-¿Querés ir a ver a tu papá y a tu mamá?

Le contestó que sí.

-Mañana te llevaré, pero no me vaye a traer nada, ni como lo negro de la uña, ni como la cabeza de un alfiler.

Le prometió que sí, y entonce una sombra la llevó. Se abrió la agua y ella volvió a su casa, pero con mucho dinero que le dio la sombra. Ésa era una persona encantada. Y cuando se arrimó a la costa del río, el padre siempre pescando, porque era pescador.

El viejo contento, lo que vio su hija, la abrazó. La trajo contento donde 'tá su madre.

La madre la recibió má contenta.

La sombra le dio plazo de tres día para buscarle.

La madre contentísima. Que ella le dijo:

-¿Qué ves por ahí?

  —165→  

-Sólo sombra veo. Yo vivo bien, no me falta nada. Estoy sola no más.

Entonce le dice la madre:

-¿Y con quién dormís?

-Sola, mamá. Después que me duermo viene uno y se acuesta al lado mío, pero no me da la cara nunca. No sé qué es. Y después se duerme y ronca.

Le dice la madre:

-Mire, lleve este fóforo. Y cuando esté roncando, prendé este fóforo y repará qué é ése que ronca.

Ella no le quería lleva. Pero tanto exigile, como era la madre, llevó.

Bien... Siguió así. Cuando llegó el plazo, se fue. Llegó al río. Se abrió el agua y ella siguió atrás de una sombra que la esperaba. Cuando iba la sombra le preguntó:

-¿No traés nada? ¿Ni como lo negro de la uña, ni como la cabeza de alfiler?

Ella contestó que no.

Pasó unos días. Ella curiosa por ver el que roncaba, como ya tenía ese fóforo, quiso ver.

Una noche vino la sombra. Cuando ya roncó fuerte, prendió el fóforo. Y vio una persona, un joven muy lindo, que 'taba durmiendo. Y de emocionada se le cae el fóforo en la cara del que 'taba durmiendo. El joven que 'taba roncando se levantó y le dijo:

-¡Qué traición me ha hecho! Qué te dije que no trajiera nada de la casa de su madre. Faltaba sólo quince días para salirme de este encanto y iba a casarme con vos. Pero ahora no me vas encontrar más. Si querés encontrame, busquemé en la Ciudá de los Tres Picos de Amor.

Porque quedó él en otro nuevo encanto por siete años má. Y se jue de ella.

Y quedó en un monte96 ella. Todo desapareció. Y quedó sola. Se le terminó ropa, se le terminó qué comer. Quedó una méndiga97 en el mundo.

  —166→  

Bueno... Ella pensaba en volver en la casa, pero no sabía cómo hacer. Y dice:

-Que me traicionó mi madre porque dentro de quince días yo iba a casame. Yo le voy a seguir a él a la Ciudá de los Tres Picos de Amor. Si Dios me ayuda yo he de llegar.

Caminó por el monte tres años. Llegó en una casa de una viejita, vieja, vieja. Bueno... Dice que salió la viejita y le dice:

-¡Oh, hija, carne humana por acá!

-Sí, madre, yo soy la pobre méndiga que busco la Ciudá de los Tres Picos de Amor. Usté, como es viejita, puede darme noticia.

-¡Ah, hija! -le dijo-, usté ve la edá que yo tengo y jamás he oído nombrar a esa Ciudá. Escuendasé un momentito porque yo soy la madre del viento sur. Le vamo a preguntá a él.

Dice que venía un viento muy juerte. Y dice que llegó un mozo lindo. Y que llegó y se sentó a comer.

La muchacha se fijaba en ese mozo pero no era el mozo que ella vio cuando alumbró con el fóforo. Y ella le preguntó:

-Joven, ¿usté no sabe dónde es la Ciudá de los Tres Picos de Amor?

Él le dijo a ella:

-Yo cuando soplo, mi fortaleza no va hasta allá. Pero si quiere le voy a llevar un poco.

Ella le atetó con tal de que le llevara má cerca.

La viejita sacó un anillo y le dio a la méndiga, a la muchacha, y le dijo:

-Cuando alguna vez que usté encuentre su novio, pidalé algo al anillo, que le ha de dar.

Porque la gurisa98 le contó que iba buscando su novio.

Áhi dice que ella se despidió de la viejita y el viento le hizo llegar hasta donde él iba y la bajó en un monte. Y ella   —167→   caminó otro año para encontrar otra casa. Y llegó, y 'taba otra viejita. Y ella le dijo:

-Bueno día, madre.

La viejita le dice:

-Bueno día, hijita. Nunca he visto carne humana por acá, y ya 'taba muriendo de vieja.

Bueno... Entonce que le dice:

-¿Usté comió algo, hija?

Y ella le dijo que no. Entonce le dio de comer a la muchacha. Estuvo un rato. Y ella le contó que era una muchacha que iba a la Ciudá de los Tres Picos de Amor.

-Pero yo nunca he oído nombrar -dijo.

Y ahí le dice que puede ser y le dice:

-Como mi hijo é el viento norte y sopla muy juerte, vamo a ver si conoce ese lugar.

Bueno... Entonce le dice a la muchacha que se escuenda un poco. Y llega, y le dice a la madre:

-Apurate, mamá, que vengo con hambre. ¡Y qué olor de carne humana!

-Es un pollito que maté para vos.

-¿Está preparado?

-Sí -le dice la vieja.

Y después se sentó y comió. Y en eso va y le trae la niña a presentale al hijo. El hijo quedó encantao en la niña y le preguntó a dónde iba.

-Voy a la Ciudá de los Tres Picos de Amor.

Él le dice:

-Pero, mire, niña, es muy lejo. Son tre celaje que se ve. Yo voy hasta cerquita pero nunca entré en la ciudá.

Ella le dice:

-¿No me quiere decir para qué lado queda?

Él le contesta:

-No tengo permiso de Dios, pero te voy a llevar hasta cerca, para hacer una caridá.

  —168→  

Entonce la viejita sacó una peineta con un pavito arriba, y le regaló a la niña. Y le dice:

-Cuando usté llegue a la Ciudá de los Tres Picos de Amor si necesita algo, pidalé que en algo te ha de servir.

Dice que la niña muy alegre le besó a la viejita y el viento le hizo volar. Y le bajó cerca, que ella distinguía los tres celajes de la ciudá donde ella tenía que seguir. Ella se jue de a pie, pero llevó tres años de viaje. Por fin que llegó a la ciudá, rotosa y descalza. Sólo llevaba el anillo y la peineta que le dio las viejitas.

Bueno... Llegó en la casa de una señora rica, que tenía tres hija muchacha. Linda muchacha. Una de ella era novia del novio que ella iba persiguiendo. Ya había terminado el encanto del novio, que era siete año.

En esa casa mismo ella jue a llegar. Pidió trabajo. Y la señora va y le pregunta a la hija si necesitaba mucama99. La que se estaba por casar le dice:

-Tengalé, mamá, lo que yo me case le voy a llevar para mi mucama.

Entonce le hicieron pasar. Le dieron ropa.

Trabajaba ella en esa casa. Llega el sábado. Estuvieron de grande apronte para esperá el novio. Y llegó el novio. Y ella conoció que era el que ella iba buscando. Ella se emocionó, pero no dijo nada.

Trató de velo adónde paraba el hombre ése.

Estaba en una pensión. Tenía un sirviente.

Ella jue y trató de velo. Ella pidió para hablar con el mozo. Le hizo pasar el sirviente.

Bueno... Le dijo si a ella le conocía. Él le dijo:

-Dejame pensar porque no recuerdo.

Bueno... Antonce llegó el sábado. Que lo novio iba a la Iglesia, que iba a seguir la amonestación, para ya casase.

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Él pensaba todo el día lo que le había dicho esa gurisa de la casa donde él tenía la novia.

Y jue a la iglesia con la novia.

Y la muchacha pidió para ir también.

Antonce dice la novia:

-No, mamá, no le voy a llevar. Está muy mal vestida.

Y todas las tre, dijo:

-A una méndiga no hay que tener con uno, porque puede ser para un compromiso.

Y ella era muy humilde y le dijo a la patrona:

-Pero, dejemé.

Y ella le dio lástima y le dice:

-Pero, llevale, que vaye ni que sea atrás de ustede.

Dice que antonce le dice:

-Mirá, che señora, yo voy a ir y me voy a vestir bien como sus hijas.

-De dónde vas a sacar para vestite como mi hija.

-No es nada -que dice ella-. Antonce, bueno... ya va a ver.

-Andá aprontate -le dijieron la otra.

Ella dentró adentro, desató el anillo y dice:

-Anillito, por la virtú que Dios te ha dado, déme ropa mejor que de las tre hermanas y de la novia.

Y ahí dice que dio como un relámpago y sacó ropa mejor que nadie, como no se vio nunca. Y salió mejor que las otra.

Y la novia lo que vio ese anillo, ella quería ese anillo.

Y bueno, dentraron a la Iglesia.

Y la niña tenía ese anillo tapado porque daba luce como un relámpago. El cura vio y preguntó quén tenía eso que daba luz como un relámpago.

-Una chica desconocida -le dijieron.

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Bueno. De ahí le dijieron que esa chica vivía en la casa de la novia. Antonce el cura la hizo llamar para preguntarle de dónde sacó esa alhaja. Y ella le contó todo al Padre.

Antonce el cura resolvió llamar al novio para darle un consejo con cuál se iba casar. Porque él tenía ese compromiso con la niña y por lo mal que ella pasó ya 'taba salvada. Le llamaron a lo padrino del casamiento y a mucha gente. La novia no 'staba. Antonce la chica lo hizo hablar al pavito de la peineta que le dio la madre del viento norte, que era de virtú. Y el pavito contó toda la vida de la niña. Contó como lo salvó del encanto al joven y como vino a buscalo.

Bueno... El novio antonce, cuando oyó al pavito y vio esa chica tan preparada con ese vestido tan lindo, reconoció a la niña que él dejó en el monte. Entonce le dice a todo:

-Mire, va ser una comparación. Yo tenía un candado y se me perdió la llave. Y he mandado hacer otra. Y ahora encontré la llave vieja. Ahora, ¿cuál de las dos llaves debo ocupar?

Todos les contestaron que debe ocupar la llave vieja porque fue hecha por la misma cerradura.

Antonce dice que él le dijo al cura y a los padrinos que él se había de casar con la méndiga, porque él dejó esa chica tirada en el monte y ella lo salvó del encanto. Y la abrazó a la niña.

La novia no sabía nada, pero 'taba interesada en el anillo. Llegó y le trateó a la niña el anillo. Antonce dice que le contesta:

-Mire, el anillo yo se lo voy a dar a cambio de su novio. Y la muchacha se enojó mucho y no quiso acetarlo. Y fue a hablarle al novio. Y todo la miraba. Y entonce se enojó tanto y quebró con el novio. Y el novio se casó con la méndiga y ella quedó brava.

Y la concurrencia sabía todo y dijieron que 'taba muy bien.

Y vivieron felice para toda la vida.

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Narcisa Ramírez de González, 48 años. Yapeyú. San Martín. Corrientes, 1952.

La narradora, semianalfabeta, es bilingüe guaraní-español.

Aprendió este cuento de la madre, que sabía muchos cuentos y murió en 1921. Es una gran narradora. Es, además, curandera y payesera100 de fama. Me narra este cuento en una piecita a media luz; frente al altarcito con velas prendidas, ante el cual hace las curaciones a sus enfermos. Afuera, bajo la enramada, espera turno un buen número de hombres y de mujeres que han venido a consultarla.

Yapeyú, pueblo de las antiguas misiones jesuíticas, cuna del general José de San Martín, es de los más tradicionales de la provincia.



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Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

Nuestros cuentos que pertenecen al tema del esposo o novio animal por haber nacido encantado, que es generalmente un príncipe, tiene gran difusión en Europa y en América. Nuestras versiones y variantes pueden dividirse en las dos redacciones que aconseja Kurt Ranke con todo acierto en su estudio especial: «a) Una forma simple, en la cual, después de que la joven ha sido prometida imprudentemente por el padre, el novio animal es desencantado por ella sin mayores complicaciones, ya sea besándolo, decapitándolo, quemándole la piel o durmiendo con él o algo parecido, y   —173→   b) una forma más extensa, en la cual la novia del animal, después de haber roto la prohibición y de haberlo así ahuyentado, tiene que ir en su busca por caminos largos y difíciles y además se encuentra generalmente con una segunda mujer» (Ranke II, p. 19, citada por Pino Saavedra, I, p. 396).

Por las complicaciones de sus variantes está clasificado nuestro cuento por Aarne-Thompson en los Tipos 425, 428, 432 y 433).