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Curiosidades protohistóricas

Juan Vilanova y Piera





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Habiendo recibido de sus autores dos folletos muy importantes, el uno por darse en él cuenta detallada de las circunstancias que concurren en una localidad belga, clásica y de justo renombre por los objetos en ella encontrados, llamada Spiennes, y el otro por referirse al período del cobre en sus relaciones con la civilización indo-germana, me ha parecido que estaba en el deber de enterar á la Academia de estos asuntos tanto por el interés que ambos escritos entrañan, cuanto por el valioso apoyo que en uno y otro escrito se da á ideas por mí repetidas veces sustentadas.

Débese el folleto relativo á los objetos protohistóricos de Spiennes   —114→   á los señores Van Overloop, presidente de la Sociedad Antropológica de Bruselas, y de Panw, diligente conservador de las colecciones del Museo de aquella capital, quienes se proponen demostrar con datos en dicha localidad recogidos, que hay motivos suficientes para establecer una división en dos períodos de la época neolítica, á semejanza de lo que ya se hizo con los objetos de altos y bajos niveles, característicos de la primitiva edad de piedra llamada arqueo ó paleolítica.

Fúndanse para ello los mencionados arqueólogos en las circunstancias que concurren en Spiennes, localidad ya conocida por los instrumentos en ella encontrados y en los caracteres que estos ofrecen. Parece que allí existen dos depósitos, como si dijéramos dos talleres de utensilios de la época neolítica labrados en pedernal, lo mismo que ocurre en Escandinavia por la abundancia de la mencionada piedra en ambos países, y la escasez de las rocas anfibólicas que ordinariamente se emplearon en España y en casi toda Europa para las hachas pulimentadas. De los dos yacimientos, el inferior, sin conservar relación alguna de continuidad con el diluvium, hállase separado de otro posterior por un depósito moderno que hubo de necesitar mucho tiempo para formarse, á juzgar por el espesor que alcanza, y sin interrumpirlo el hombre, como parece acreditarlo la presencia entre sus materiales de muchas conchas terrestres cuyo moluscos hubieron de vivir en dicho punto durante un período muy largo.

No pueden, de consiguiente, confundirse ambos talleres, desde el momento en que se interpuso el citado depósito moderno con las conchas que acreditan su edad entre el inferior y el superior, haciendo las veces como la capa estalacmítica en las cavernas, de especie de losa sepulcral cubriendo al de abajo, determinando su antigüedad y sirviendo de base al de arriba; siendo de notar la ausencia del hombre durante el tiempo en que se depositaron por los agentes exteriores los materiales intercalados, así como la vuelta del mismo después, como lo acreditan los restos de su industria allí abandonados.

Determinadas con precisión las verdaderas condiciones de yacimiento de los talleres de Spiennes en una depresión del terreno cretácico y reconocida la época á que deben referirse los objetos   —115→   en uno y otro encontrados, todos ellos neolíticos, el Sr. de Pauw indica en el texto y confirma en la lámina que ilustra su Memoria, que los procedentes del horizonte inferior difieren por carecer del pulimento que distingue á los superiores, de donde fácil es inferir que la operación de tallar y pulir los utensilios y sobre todo las hachas neolíticas, no es carácter que distingue á los objetos de dicha edad, pues se ve que solo estuvo en práctica hacia el final de la misma.

Confirma en parte este hecho la observación por mí recogida en Argecilla (Guadalajara), y consignada ya en la obra que sobre el origen, naturaleza y antigüedad del hombre publiqué años atrás, pues también en la estación neolítica alcarreña se encontraron todos los tránsitos apetecibles para demostrar el desarrollo de la mencionada industria desde meros ensayos y esbozos de hachas de diorita sin pulimentar, hasta las más acabadas y perfectas. La diferencia entre Spiennes y Argecilla consiste en que en esta no se advierte la menor interrupción.

Pero no era esta circunstancia, según De Pauw la única que distinguía los objetos de ambos talleres, pues difieren unos de otros por el tamaño, la forma y por otros detalles no menos curiosos y que acreditan su gran espiritu observador. Entre los utensilios del piso inferior encontró algunos martillos, varios cacharros toscos de barro sin preparar y tres picos de asta de ciervo, los cuales hubieron de ser para los primitivos habitantes de aquella comarca los instrumentos, con que abrieron la galería que en Spiennes existe, hecho con el intento de buscar en el terreno cretácico la piedra silícea de que se servían para labrar sus utensilios. En tiempos posteriores hubieron de apelar aquellos al sistema de pozos para procurarse el pedernal, agotados como estaban ya los criaderos superficiales de esta piedra; y con efecto, quedan restos en dicha localidad de semejante procedimiento llevado á cabo con habilidad suma, ya que alrededor de cada pozo vense irradiando diferentes galerías como las que existen hoy en la mayor parte de las minas, con la particularidad de encontrarse aún en ellos los instrumentos de que hubieron de valerse.

El espacio de tiempo que entre el antiguo y el moderno yacimiento transcurrió hubo de ser bastante largo, sin haber sufrido,   —116→   según queda dicho, alteración alguna producida por aquellos aborígenes que más tarde volvieron al mismo sitio. Dos razones abonan esta idea, y son el espesor que alcanza el depósito que entre los dos se interpuso, y la circunstancia de haber vivido en la superficie gran número de caracoles llamados Hélices y otros, de los cuales el Sr. De Pauw señala las especies siguientes: H. hispida, H. unifasciata, H. obvoluta, H. nemoralis, Zonites cellarines, Z. nitidulus, Cyclostoma elegan?

En cuanto á la cerámica allí encontrada, ha servido para confirmar la duda que á Overloop, lo mismo que á su colaborador De Pauw, les sugiriera la comparación de los utensilios en silex de Spiennes y los de las célebres cavernas belgas consideradas por Dupont y la mayor parte de los arqueólogos del país como pertenecientes al período arqueolítico, pero que aquellos suponen ser más modernas, pues al parecer la notoria afinidad que existe entre todos los mencionados yacimientos los coloca en la categoría de los neolíticos. Dejando, empero, al celo y ulteriores investigaciones de los belgas el dilucidar este problema, que entraña no pocas incógnitas referentes á los primeros pobladores del país ó sean á los Kimris, y al rumbo que siguieron en su marcha ulterior, merece llamar la, atención uno de los objetos encontrados en el taller de Spiennes por las circunstancias que en él concurren, pues se reduce á una hacha rota que al desecharla el operario por no adaptarse quizá á sus necesidades, la arrojó de manera que sus dos fragmentos no cayeron del mismo lado, de donde resulta que la patina que ambas llevan ofrece un aspecto distinto, como consecuencia natural de haberse hallado en contacto de la atmósfera, cuya acción es más eficaz, la cara superior, y en relación la otra con el suelo de cuya naturaleza caliza participa. Este detalle bastaría por sí solo, si otras razones no abogaran en igual sentido, para acreditar que las tales hachas no eran para nuestros antepasados meros objetos de adorno ó de lujo, sino que servían á menudo para satisfacer determinadas necesidades.

Discurriendo el Sr. Overloop acerca de los utensilios de pedernal por él encontrados en otra localidad belga llamada Mendonck, advierte la gran semejanza que ofrecen con los del período del   —117→   reno de un lado y con los de Spiennes de otro, siquiera se observe que, aquellos son más finos y diminutos, lo cual puede relacionarse con varias y desconocidas circunstancias. Y por cierto que esto del exiguo tamaño de los pedernales belgas, trae á la memoria filos casos análogos, á saber: el de los pretendidos objetos terciarios de Tenay en la Turena, cuyos usos apenas se alcanzan, como discretamente dice Cotteau en el informe que leyó en la Asamblea de la Asociación francesa para el progreso de las ciencias, reunida en Blois y muchos de los descubiertos por los hermanos Siret en los famosos enterramientos de Almería, pertenecientes también al período neolítico y al de tránsito al del cobre. Y á propósito de tan inestimables tesoros, que conozco por haberlos visto en Cuevas de Vera y ea la última Exposición de París, habrá de permitirme la Academia que confirme el concepto que de su notoria significación para la historia patria tengo formado, con la lectura de las cartas que me han dirigido algunas de las primeras eminencias arqueológicas de Europa, asistentes á la última Asamblea antropológica celebrada en la capital de Francia, donde se trató extensamente del asunto.

Las cartas son del insigne arqueólogo Mr. Evans, de Londres, de M. de Cartailhac, de Tolosa y de M. Víctor Jaques, de Bruselas, los cuales á más de confirmar la importancia de dichas colecciones y lo conveniente que sería que nuestro Gobierno las adquiriera, declaran de la manera más terminante ser auténticos todos aquellos tesoros.

La otra Memoria á que antes me refería, titulada Período ó tiempo del cobre, y sus relaciones con la civilización indo-germana, se debe al Dr. Much de Viena, quien ofrece al final, y por vía de apéndice, las siguientes conclusiones á cuya lectura me limito, por no abusar de la benevolencia de la Academia:

1.ª De todos los metales el cobre fué el primero que empleó la población de Europa, incluyendo en ella las islas griegas y la costa asiática del Helesponto, extendiéndose su uso casi por todo el continente: á esta primera conclusión nada hay que objetar por ser exacta.

La 2.ª ya no es tan verdadera, pues tiende á hacer ver que el empleo de este metal no solo siguió durante mucho tiempo á la   —118→   piedra pulimentada, sino que data desde casi su origen, en lo cual hay algo de exageración, pues son muchas las estaciones neolíticas que pueden considerarse como puras por cuanto no se ve en ellas el menor vestigio de cobre; en nuestro territorio, Argecilla, la cueva de Roca y muchos dólmenes, se encargan de atenuar, ya que no desmientan en absoluto, semejante aserto.

3.ª Que el metal indicado se destinaba á fabricar utensilios, armas y objetos de adorno, adoptando las formas de las hachas pulimentadas, perfeccionándose con el tiempo de un modo paulatino, lo cual es sin la menor duda exacto.

4.ª Que los objetos encontrados en Europa no son resultado del comercio con pueblos extraños, sino que son indígenas; procediendo el metal de criaderos propios y de la fusión de diferentes especies mineralógicas, tampoco hay nada que objetar á esta proposición.

5.ª Que dan por lo menos una cierta verosimilitud al hecho varios testimonios lingüísticos, en el supuesto de ser cosa averiguada el que pertenecieran aquellas gentes á la raza aria, como pretende el Sr. Much.

6.ª Que sin alcanzar la importancia del cobre, también fué contemporáneo el uso del oro para labrar objetos de adorno, sin ser por esto tan general en todo el territorio, ni encontrarse en todos los puntos donde aparece aquel.

7.ª Aun antes de abandonar por completo los objetos de piedra, llegó el hombre á servirse del bronce para reproducir, aunque por escaso tiempo, las formas de aquellos, adoptando pronto las más perfectas de cobre, y ostentando, por último, un verdadero progreso en variedad de aspectos y hechuras.

8.ª Que la expresión, edad ó período del cobre no debe entenderse en el concepto de haber excluido este el uso de toda, otra materia para labrar los utensilios, sino tan solo en el de ser dicho metal el dominante, precedido y acompañado de la piedra pulimentada y seguido del bronce: esto puede darse como axiomático.

9.ª Que es conveniente consignar en la protohistoria el período del cobre, por lo importante que resulta el hecho de haber comenzado por él el uso de los metales; lo mismo he manifestado yo en varias Asambleas científicas.

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10.ª Que las indagaciones de filología comparada atestiguan la gran antigüedad del uso del cobre, y su conocimiento por todas las ramas de los arios, cuando aún formaban estos un pueblo y hablaban un idioma.

11.ª Que encontrándose en los palafitos suizos antiguos objetos de cobre, aunque siempre en corta cantidad, quizás por destinarse algunos á la preparación del bronce, puede inferirse que en Europa no hubo una edad neolítica pura. Paréceme sobrado deficiente el razonamiento en que se funda esta conclusión.

12.ª Que las gentes de dicho período, poseyendo ya un gran tesoro de civilización, no procedían de las contemporáneas del Mammuth y del Reno, por faltar los eslabones intermedios de población y los hechos que permitieran sospechar que se hubieran apropiado en el centro de Europa semejante estado de progreso. Aquellos hombres eran pastores y agricultores; echaban mano para el cultivo de los utensilios de piedra pulimentada, fabricaban ya y se servían para sus escasas necesidades de la tosca cerámica, y por último, algunos pocos animales habíanse sometido á su dominio; pero estos ó la mayor parte de ellos, del propio modo que los cereales que comenzaban á cultivar, eran exóticos ó de origen extra-europeo. En concepto de Much, la población neolítica hubo de alcanzar semejante grado de progreso y hasta adquirir el arte de hilar y tejer, en otro continente, desde el cual inmigró, trayendo consigo todo este caudal de preciosas conquistas. Algo aventurada, por no decir inexacta, paréceme esta conclusión, la cual está lejos de armonizar con el tránsito insensible que, sobre todo, en la Península se advierte, entre el período arqueolítico y el neolítico, cuyo gran desarrollo precisamente en las tierras más apartadas del continente asiático, diríase ser un hecho contradictorio á la tesis sentada. Yo soy de parecer que tan indígena es la piedra pulimentada como el cobre, y que tiene la culpa de estas divergencias y contradicciones quien por primera vez emitió la idea de la existencia del hiatus ó laguna entre los dos períodos de la piedra, principio sustentado por Mortillet padre, pero rechazado por el hijo, y que poco á poco va desapareciendo d el campo de la Arqueología, cabiéndome la satisfacción de haber contribuido con los datos aportados de nuestro   —120→   suelo al restablecimiento de la verdad, como tuve el honor de exponer en el Congreso antropológico celebrado en París en 1878 y en el discurso de recepción en esta Academia, y confirmó con su autorizada palabra nuestro respetable Director.

13.ª y última conclusión. Que perteneciendo las gentes neolíticas y del período del cobre á la raza aria, podrá, si se quiere, considerarse la Europa central como una nueva patria de los arios, pero en manera alguna como su verdadera y primitiva cuna.

Tal es, en resumen, la síntesis del interesante estudio hecho por el insigne arqueólogo vienés acerca del período del cobre en sus relaciones con la cultura indo-germánica, que me ha parecido digno del conocimiento de la Academia, más bien por lo que en sí vale y significa, que por la pueril vanidad de ver confirmada por modo tan brillante la, tesis por mí sostenida en el Congreso de Lisboa y de día en día más generalizada.

Madrid 16, de Mayo de 1890.





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