Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

11

Además de os, oris, con el valor de «boca», ostium tiene ya en latín el significado de «puerta, entrada», usado tanto para casa como para puerto.

 

12

La coincidencia alegórica se refuerza desde la situación final (y narrativa) del pícaro, embarcado en galeras y desterrado del mundo. Véase, para otros aspectos, José F. Montesinos, «Gracián o la picaresca pura», en Estudios de literatura española, Madrid, Revista de Occidente, 1970, pp. 141-158.

 

13

Para la relación con el discurso gracianesco considero relevante la representación de la muerte situada en un puerto propio de una isla y empuñando él espejo del desengaño, así como la referencia mitológica al olvido como río, que actualiza la imagen del Leteo, con sus negras aguas, sustituidas en El Criticón por la negrura de la tinta. Apunté un comentario más amplio de esta «metáfora barroca» en las páginas finales de «Silva barroca (con una ciudad al fondo). Literatura 1599-1660», en La Sevilla de Velázquez, dir. Francisco Javier Rodríguez Barberán, Sevilla, Diario de Sevilla, 1999, pp. 80-115.

 

14

Véase M.ª Teresa Cacho, «Misoginia y Barroco: Baltasar Gracián», en Literatura y vida cotidiana, Madrid, Universidad Autónoma, 1987, pp. 173-186; y, específicamente para Felisinda, el citado artículo de F. Perugini, en el que se apoyan algunas de las observaciones siguientes.

 

15

Su sentido edénico se ve reforzado por la expulsión que de él sufre Critilo con la pérdida de Felisinda, marcados por un pecado original del que nace Andrenio y la vida de peregrinación.

 

16

«Advertid -les decía- que por una de cuatro cosas llega un hombre a saber mucho: o por haber vivido mucho, o por haber caminado muchas tierras, o por haber leído muchos o buenos libros, que es más fácil, o por haber conversado con amigos sabios y discretos, que es más gustoso». Destaca este párrafo María Casas de Faunce, «El concepto de felicidad en El Criticón», en Philologica Hispaniensia in honorem Manuel Alvar, III, Madrid, Gredos, 1986, pp. 61-73, aunque sus observaciones se sitúan en una perspectiva distinta a la de estas páginas.

 

17

El origen del drama barroco alemán, Madrid, Taurus, 1990.

 

18

Entrevista en El País, 2-III-2002; cursivas mías.