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P. Laín Entralgo, Las generaciones en la historia, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1945. El capítulo VI está dedicado a la historia del concepto «generación». Allí puede encontrar el lector un rápido y excelente resumen de las teorías de la generación: Ranke, Dilthey, Ottokar Lorenz, Ortega, Petersen, Pinder, Wechsler, Drerup, etc. Por su parte, Laín Entralgo añade unas cuantas consideraciones que matizan atinadamente el concepto.

 

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La teoría de Ortega está, en verdad, falta de un estudio sistemático y amplio por parte de su autor. La primera vez que Ortega y Gasset expuso su idea de las generaciones fue en El tema de nuestro tiempo, Madrid, 1921. Posteriormente, en 1933 -es el año de mi llegada a la Universidad- pronunció en la cátedra Valdecilla unas lecciones -«En torno a Galileo»-. El principio del curso estuvo consagrado a la teoría de las generaciones. Precisamente esta lección es la que falta en la edición del curso Esquema de las crisis, publicado en 1942. Unos artículos sobre el tema aparecieron en La Nación de Buenos Aires, en 1943. No he podido consultar más que uno de ellos. Un resumen puede verse en el repetido libro de Laín Entralgo, pág. 229, nota, y en el sugestivo trabajo de María Luisa Caturla, Arte de épocas inciertas, Madrid, Revista de Occidente, 1944 (pág. 151).

 

3

El tema de nuestro tiempo, pág. 11. (Buenos Aires, Austral, 1939).

 

4

Obra citada, pág. 13.

 

5

Obra citada, pág. 14.

 

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«Ha habido generaciones que sintieron una suficiente homogeneidad entre lo recibido y lo propio. Entonces se vive en épocas cumulativas. Otras veces han sentido una profunda heterogeneidad entre ambos elementos, y sobrevinieron épocas eliminatorias y polémicas, generaciones de combate. En las primeras, los nuevos jóvenes, solidarizados con los viejos se supeditan a ellos: en la política, en la ciencia, en las artes, siguen dirigiendo los ancianos. Son tiempos de viejos. En las segundas, como no se trata de conservar y acumular, sino de arrumbar y sustituir, los viejos quedan barridos por los mozos. Son tiempos de jóvenes, edades de iniciación y beligerancia constructiva». Ob. cit., pág. 16.

 

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El lector español puede encontrar en el repetido libro de Laín Entralgo, la evolución del concepto de Petersen, su bibliografía y su contenido. Petersen estudia la generación en su ensayo Die literatischen Generationen, Berlín, 1930, y en Die Wissenschaft von der Dichtung, Berlín, 1939.

 

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La lista se podría ampliar asombrosamente. En el período citado nace, además de los señalados arriba, una larga serie de artistas, si bien no sean tan destacados: Bernardino Luini (1475), el Sodoma (1477), Dosso Dossi (1479?), Palma el Viejo, Lorenzo Lotto, Pordenone, Savoldo (1480), Garofalo, Mazzolino, Peruzzi (1481). A muy poca distancia nacen A. del Sarto (1486) y Sebastián del Piombo (1485).

 

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Es muy necesario tener presente que lo que se exige para reconocer la existencia de una generación operante es la identidad de problemas, la misma angustiosa presencia de análogas inquietudes, pero nunca una identidad de resultados. Una misma circunstancia puede motivar diversidad de reacciones. Recuérdese a qué distancia -literariamente hablando- están Bécquer, de Núñez de Arce; Unamuno, de Azorín. Esta cualidad ya la hace notar Pedro Salinas, en El concepto de generación literaria aplicado a la del 98. Revista de Occidente, CL, diciembre, 1935.

 

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«Dentro de ese marco de identidad pueden ser los individuos del más diverso temple, hasta el punto de que, habiendo de vivir los unos junto a los otros, a fuer de contemporáneos, se sienten a veces como antagonistas. Pero, bajo la más violenta contraposición de los pro y los anti descubre fácilmente la mirada una común filigrana. Unos y otros son hombres de su tiempo, y por mucho que se diferencien, se parecen más todavía. El reaccionario y el revolucionario del siglo XIX son mucho más afines entre sí que cualquiera de ellos con cualquiera de nosotros. Y es que, blancos o negros, pertenecen a una misma especie, y, en nosotros, negros o blancos, se inicia otra distinta». Ob. cit., pág. 13.

A este propósito Laín Entralgo recuerda el ejemplo palpable de la existencia en una misma generación de dos hechos políticos tan dispares como fascismo y comunismo. El ejemplo, que está en la mente de todos, aclara suficientemente esa diversidad de resultados a que aludo en la nota anterior.