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61

Véanse las atinadas observaciones que a los manuscritos de Las quinas hace Juan A. Tamayo, en Revista de Bibliografía Nacional, 1942, págs. 38-63.

 

62

«Llegaron a la ciudad de Braga, en cuya Iglesia Arzobispal está sepultado el conde D. Enrique con su mujer Doña Teresa, que por sus obras fué digna de su dueño...». (Faria y Sousa, Epítome, pág. 346. Todas las citas del Epítome remiten a la edición de Madrid, 1628.)

 

63

Para lo relativo a estos primeros versos y la fundación de Santa Cruz de Coimbra, el Epítome dice: «De en medio del estruendo i fatiga de la guerra se hurtava a ratos para mostrar al mundo que peleava para Dios, i que peleava Dios por él, porque dió satisfacción con grandeza no imitable al voto hecho del Monasterio de Alcobaça, adonde havía mil religiosos en aquellos primeros tiempos... i fundó el otro de Santa Cruz, no menos insigne, de Canónigos Regulares de San Agustín en la ciudad de Coimbra, dotándolo con tanta liberalidad, que de sus rentas se dieron después a la Vniversidad...». También cita el Epítome las mismas ciudades reconquistadas que registra la comedia: «Las villas de Trancoso, Obidos, Alenquer, Serpa, Alcaçare do Sal, Elvas, Coruche, Cecimbra i otros lugares en la Extremadura, casi como una corriente de la fortuna, fueron avasalladas de nuestro príncipe» (pág. 357).

 

64

Hablando de los hijos ilegítimos, el Epítome dice: «Doña Teresa Alonso, muger de don Sancho Núñez, a quien la quitó su padre e la casó con don Fernando Martínez el Bravo, señor de Bragança: no tuvieron hijos. -Doña Urraca, muger de don Pedro Alonso Viegas, hijo de don Alonso Viegas, e de doña Aldara Pérez, i nieto de don Egas Moniz, ayo del Rey. Estas dos hijas fueron bastardas: llamóse su madre doña Elvira Gualtar» (pág. 364).

 

65

De vera regnum Portugaliae Genealogia liber, Lisboa, año 1585.

 

66

Se alude, además de a Pedro I de Portugal (1320-1367), a Pedro I de Castilla (1334-1369) y a Pedro IV de Aragón (1319-1387).

 

67

Véase Oliveira Martins, Os filhos de D. João I, Lisboa, 1891, y Cesáreo Fernández Duro, Viajes del infante D. Pedro de Portugal, Madrid, 1903.

 

68

Comp. «En la villa de Tomar / está [la reina viuda] juzgando después / que murió el rey Don Duarte / los días que no se parte / por siglos largos, y importa / pues es la jornada corta, / que sea luego». (Edic. citada, pág. 153.) -«Hay cortes en Santarén / que como murió en Tomar / el rey mi hermano y señor, / y se quiere ir a Castilla / la reina doña Leonor / sin que puedan persuadilla / mis ruegos, lealtad y amor / a que gobierne el Estado, / como lo dejó mandado / el Rey en su testamento, / llevando a cabo su intento, / en Santarén he llamado / a cortes, con intención / de que apruebe el Rey en ellas / aquesta renunciación». (Ibídem, pág. 149).

 

69

Pedro de Coimbra se recuerda en Doña Beatriz de Silva: «duque de Coimbra, espejo de la lealtad». (NBAE, IV, 490 b.)

 

70

Para los reiterados e intensos elogios que Toledo despertaba en los españoles del XVII, véase nuestra nota a Amor médico, págs. 20-21.