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Engendradora del romano pueblo, |
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Placer de hombres y dioses, alma Venus: |
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Debajo de la bóveda del cielo, |
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Por do miran los astros resbalando, |
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Haces poblado el mar, que lleva naves, |
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Y las tierras fructíferas fecundas; |
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Por ti todo animal es concebido |
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Y a la lumbre del sol abre sus ojos; |
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De ti, diosa, de ti los vientos huyen; |
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Cuando tú llegas, huyen los nublados; |
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Te da suaves flores varia tierra; |
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Las llanuras del mar contigo ríen, |
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Y brilla en larga luz el claro cielo. |
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Al punto que galana primavera |
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La faz descubre, y su fecundo aliento |
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Robustece Favonio desatado, |
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Primero las ligeras aves cantan |
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Tu bienvenida, diosa, porque al punto |
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Con el amor sus pechos traspasaste: |
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En el momento por alegres prados |
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Retozan los ganados encendidos, |
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Y atraviesan la rápida corriente: |
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Prendidos del hechizo de tus gracias |
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Mueren todos los seres por seguirte |
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Hacia do quieres, diosa, conducirlos; |
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Por último, en los mares y en las sierras, |
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Y en los bosques frondosos de las aves, |
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Y en medio de los ríos desbordados, |
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Y en medio de los campos que verdecen, |
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El blando amor metiendo por sus pechos, |
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Haces que las especies se propaguen. |
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Pues como seas tú la soberana |
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De la naturaleza, y por ti sola |
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Todos los seres ven la luz del día, |
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Y no hay sin ti contento ni belleza, |
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Vivamente deseo me acompañes |
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En el poema que escribir intento |
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De la naturaleza de las cosas, |
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Y dedicarle a mi querido Memmio, |
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A quien tú, diosa, engalanar quisiste |
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En todo tiempo con sublimes prendas: |
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Da gracia eterna, diosa, a mis acentos. |
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Haz que entretanto el bélico tumulto |
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Y las fatigas de espantosa guerra |
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Se suspendan por tierras y por mares; |
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Porque puedes tú sola a los humanos |
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Hacer que gusten de la paz tranquila; |
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Puesto que las batallas y combates |
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Dirige Marte, poderoso en armas, |
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Que arrojado en tu seno placentero, |
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Consumido con llaga perdurable, |
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La vista en ti clavada, se reclina, |
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Con la boca entreabierta, recreando |
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Sus ojos de amor ciegos en ti, diosa, |
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Sin respirar, colgado de tus labios. |
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Ya que descansa en tu sagrado cuerpo, |
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Inclinándote un poco hacia su boca, |
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Infúndele tú, diosa, blando acento: |
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Ínclita medianera de las paces, |
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Pídesela en favor de los romanos; |
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Porque no puedo consagrarme al canto |
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Entre las guerras de la patria mía, |
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ni puedo yo sufrir que el noble Memmio |
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Su defensa abandone por oírme. |
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Óyeme, Memmio, tú con libre oído, |
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Y sin cuidados al saber te entrega: |
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No desprecies mis dones, trabajados |
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En honra tuya con sincero afecto, |
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Sin penetrar primero en lo que digo: |
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Porque serán materia de mi canto |
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La mansión celestial, sus moradores; |
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De qué principios la naturaleza |
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Forma todos los seres, cómo crecen, |
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Cómo los alimenta y los deshace |
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Después de haber perdido su existencia: |
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Los elementos que en mi obra llamo |
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La materia y los cuerpos genitales, |
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Y las semillas, los primeros cuerpos, |
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Porque todas las cosas nacen de ellas. |
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Pues la naturaleza de los dioses |
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Debe gozar por sí con paz profunda |
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De la inmortalidad: muy apartados |
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De los tumultos de la vida humana, |
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Sin dolor, sin peligro, enriquecidos |
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Por sí mismos, en nada dependientes |
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De nosotros; ni acciones virtuosas |
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Ni el enojo y la cólera les mueven. |
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Cuando la humana vida a nuestros ojos |
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Oprimida yacía con infamia |
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En la tierra por grave fanatismo, |
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Que desde las mansiones celestiales |
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Alzaba la cabeza amenazando |
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A los mortales con horrible aspecto, |
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Al punto un varón griego osó el primero |
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Levantar hacia él mortales ojos |
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Y abiertamente declararle guerra: |
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No intimidó a este hombre señalado |
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La fama de los dioses, ni sus rayos, |
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Ni del cielo el colérico murmullo. |
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El valor extremado de su alma |
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Se irrita más y más con la codicia |
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De romper el primero los recintos |
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Y de Natura las ferradas puertas. |
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La fuerza vigorosa de su ingenio |
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Triunfa y se lanza más allá los muros |
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Inflamados del mundo, y con su mente |
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Corrió la inmensidad, pues victorioso |
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Nos dice cuáles cosas nacer pueden, |
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Cuáles no pueden, cómo cada cuerpo |
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Es limitado por su misma esencia: |
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Por lo que el fanatismo envilecido |
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A su voz es hallado con desprecio; |
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¡Nos iguala a los dioses la victoria! |
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Mas temo mucho en esto que te digo |
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Pienses acaso no te dé lecciones |
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De impiedad, enseñándote el camino |
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De la maldad: por el contrario, ¡oh Memmio! |
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De acciones execrables y malvadas |
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Fue causa el fanatismo muchas veces: |
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A la manera que en Aulide un tiempo |
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El altar de Diana amancillaron |
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Torpemente en la sangre de Ifigenia |
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La flor de los caudillos de los griegos, |
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Los héroes más famosos de la tierra: |
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Después que rodearon la cabeza |
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De la doncella con fatales cintas, |
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Que por ambas mejillas la colgaban: |
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Cuando vio que su padre entristecido |
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Estaba en pie del lado de las aras, |
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Y junto a él tapando los ministros |
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El cuchillo, y que el pueblo derramaba |
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En su presencia lágrimas a mares; |
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Muda de espanto, la rodilla en tierra |
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Como una suplicante desgraciada, |
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No la valía en tan fatal momento |
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Haber dado al monarca la primera |
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De padre el nombre; porque arrebatada |
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Por varoniles manos, y temblando, |
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Fue llevada al altar, no como hubiera |
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En himeneo ilustre acompañada |
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Ido a las aras con solemne rito; |
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Antes, doncella, en el instante mismo |
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De sus bodas cayese degollada |
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A manos de su padre impuramente, |
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Como infelice víctima inmolada |
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Para dar a la escuadra buen suceso: |
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¡Tanta maldad persuade el fanatismo! |
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De aterradores cuentos fatigado |
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Referidos por todos los poetas, |
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Quizá huirás de mí también tú, Memmio, |
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Juzgándome inventor de sueños vanos |
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Que sin cesar toda tu vida agiten, |
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Y el temor emponzoñe tu ventura. |
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Y con razón; pues si los hombres viesen |
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Que cierto fin tenían sus desdichas, |
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En alguna manera se armarían, |
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Resistirían contra el fanatismo |
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Y amenazas terribles de poetas: |
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Pero no hay medio alguno de hacer frente, |
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Porque se han de temer eternas penas |
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Más allá de la muerte; no sabemos |
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Cuál es del alma la secreta esencia: |
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Si nace, o si al contrario, se insinúa |
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Al nacer en el cuerpo, y juntamente |
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Muere ella con nosotros; si del Orco |
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Corre vastas lagunas tenebrosas; |
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Si por orden divina va pasando |
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De cuerpo en cuerpo de los otros brutos, |
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Como cantó nuestro Ennio, que el primero |
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De las cumbres amenas de Elicona |
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Trajo guirnalda de verdor perenne |
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Que las gentes latinas ensalzaron: |
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A pesar de que en versos inmortales |
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Ennio afirmó los infernales templos, |
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En los que ni los cuerpos, ni las almas, |
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Sino unos macilentos simulacros |
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De figura espantable sólo habitan: |
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Dice que allí del inmortal Homero |
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La sombra vio, que se deshizo en llanto, |
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Y los arcanos del saber le expuso. |
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Por lo que antes que entremos en disputa |
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De las cosas de arriba, y expliquemos |
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Del sol y de la luna la carrera; |
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Cómo en la tierra se produce todo; |
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Principalmente con sagaz ingenio |
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Del ánimo y del alma los principios |
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Constitutivos es bien indaguemos: |
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Y por qué los objetos que hemos visto |
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En la dolencia asustan, y en el sueño, |
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De modo que parece contemplamos |
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Y hablamos cara a cara con los muertos, |
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Abrazando la tierra ya sus huesos. |
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No se me oculta que en latinas voces |
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Es difícil empresa el explicarte |
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Los inventos obscuros de los griegos, |
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Principalmente cuando la pobreza |
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De nuestra lengua, y novedad de objeto |
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Harán que forme yo vocablos nuevos: |
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Pero tu virtud, Memmio, sin embargo, |
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Y el placer cierto de amistad suave |
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Me inducen a sufrir cualquier trabajo |
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Y a velar en la calma de las noches, |
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Buscando de qué modo y de qué verso |
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Pueda en tu mente derramar las luces |
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Que todos los secretos te descubran. |
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Preciso es que nosotros desterremos |
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Estas tinieblas y estos sobresaltos, |
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No con los rayos de la luz del día, |
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Sino pensando en la naturaleza. |
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Por un principio suyo empezaremos: |
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Ninguna cosa nace de la nada; |
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No puede hacerlo la divina esencia: |
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Aunque reprime a todos los mortales |
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El miedo de manera que se inclinan |
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A creer producidas por los dioses |
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Muchas cosas del cielo y de la tierra, |
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Por no llegar a comprender sus causas. |
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Por lo que cuando hubiéremos probado |
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Que de la nada nada puede hacerse, |
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Entonces quedaremos convencidos |
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Del origen que tiene cada cosa; |
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Y sin la ayuda de los inmortales |
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De qué modo los seres son formados. |
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Porque si de la nada fuesen hechos, |
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Podría todo género formarse |
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De toda cosa sin semilla alguna. |
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Los hombres de la mar nacer podrían, |
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De la tierra los peces y las aves, |
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Lanzáranse del cielo los ganados, |
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Y las bestias feroces como hijos |
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De la casualidad habitarían |
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Los lugares desiertos y poblados: |
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Los mismos frutos no daría el árbol, |
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Antes bien diferentes los daría: |
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Todos los cuerpos produjeran frutos; |
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Pues careciendo de principios ciertos, |
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A las cosas ¿qué madre señalamos? |
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Pero es porque los seres son formados |
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De unas ciertas semillas de que nacen |
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Y salen a la luz; en donde se hallan |
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Sus elementos y primeros cuerpos: |
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Por lo que esta energía circunscribe |
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La generación propia a cada especie. |
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Además, ¿por qué causa en primavera |
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Vemos nacer la rosa, y en estío |
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Los frutos sazonados, y las viñas |
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En los días hermosos del otoño? |
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Sino porque a su tiempo las semillas |
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Determinadamente se reúnen; |
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Sale la creación si ayuda el tiempo; |
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La tierra vigorosa con certeza |
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Da a luz sus tiernos hijos: si naciesen |
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De la nada, saldrían al momento, |
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En tiempo incierto y estación contraria: |
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Pues que carecerían de principios |
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Cuya unión el mal tiempo no impidiera. |
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Ni para su incremento cualquier cuerpo |
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De tiempo y conjunción de las semillas |
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Necesitara, si crecer pudiese |
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De la nada: pues jóvenes se harían |
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En un instante los pequeños niños; |
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Y apenas los arbustos asomasen, |
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De repente a las nubes se alzarían: |
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Y vemos que sucede lo contrario, |
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Puesto que poco a poco van creciendo, |
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Imprimiendo un carácter cierto y fijo |
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Con su propio crecer a cada especie. |
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Venir puedes de aquí en conocimiento |
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Que cada cuerpo crece y se sustenta |
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De su materia propia y de su jugo. |
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Además, que la tierra no daría |
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Sin ciertas lluvias sus alegres frutos; |
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Ni el animal privado de alimento |
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Su especie propagara, ni podría |
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Conservarse a sí mismo: antes diremos |
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Que muchos elementos son comunes |
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A muchos individuos, así como |
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Las letras a los nombres: pues sentemos |
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Que sin principios nada existir puede. |
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¿Qué impidió, en fin, a la naturaleza |
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Para que hombres tamaños nos hiciese |
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Que vadear pudiésemos los mares, |
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Arrancar con las manos las montañas, |
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Y vencer muchos siglos con la vida, |
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Sino porque ha fijado los principios |
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Para las creaciones de los seres? |
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Nada, pues, de la nada puede hacerse, |
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Puesto que necesita de semilla |
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Cualquiera cosa para ser criada, |
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Y del aire salir al aura tierna. |
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Porque vemos, en fin, aventajarse |
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A los eriales las labradas tierras |
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Y mejorar la tierra con cultivo, |
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Inferimos de aquí existir en ella |
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Partes elementales que nosotros |
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Hacemos producir, con el arado, |
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Los fecundos terrones revolviendo, |
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Y sujetando el suelo de la tierra: |
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Luego si estos principios no existiesen, |
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La perfección de suyo adquirirían. |
300 |
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A esto se junta que naturaleza |
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Nada aniquila, sino que reduce |
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Cada cosa a sus cuerpos primitivos; |
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Si los principios fueran destructibles, |
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De nuestra vista luego arrebatado |
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Cada ser pereciera en el momento; |
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Inútil, pues, sería toda fuerza |
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Que turbase la unión de los principios, |
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Y rompiese sus lazos: pero ahora, |
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Porque los elementos son eternos, |
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Sufrir no puede la naturaleza |
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Ponerlos a la vista destruidos, |
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Sino cuando una fuerza extraordinaria |
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El cuerpo hirió, le penetró y deshizo. |
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Además, que si el tiempo aniquilase |
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Todo lo que arrebata a nuestros ojos, |
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Acabando con toda la materia, |
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¿De dónde Venus a sacar volviera |
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Todos los seres a la luz de vida? |
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¿Cómo reproducidos la alma tierra |
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Los alimenta, cómo da incremento, |
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En general los pastos repartiendo? |
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¿Cómo los ríos y las fuentes bellas |
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De tan lejos al mar tributarían? |
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¿Cómo el éter sustenta las estrellas? |
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Pues si los elementos son mortales, |
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|
Tantos siglos y días deberían |
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Haber todas las cosas consumido: |
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Luego son inmortales los principios, |
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Si la naturaleza los obliga |
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A las reproducciones de los seres: |
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Ninguna cosa puede aniquilarse. |
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La misma fuerza y causa últimamente |
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Acabaría con los cuerpos todos |
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Si la materia eterna no tuviera |
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Estos entre sí unidos y enlazados: |
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El tacto sólo les daría muerte, |
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Porque no siendo eternos sus principios, |
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Cualquiera fuerza a aniquilarlos basta. |
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Mas como el nexo de sus elementos |
340 |
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Diferencia los cuerpos unos de otros, |
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|
Y como es la materia indestructible, |
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Cada cuerpo subsiste ileso en tanto |
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No reciba algún choque, que desuna |
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La textura y unión de sus principios: |
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Luego no se aniquila cosa alguna; |
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Antes bien, destruido cualquier cuerpo, |
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|
Se vuelve a sus primeros elementos. |
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En fin, ¿perecen las copiosas lluvias |
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Cuando las precipita el padre éter |
350 |
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En el regazo de la madre tierra? |
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No: pues hermosos frutos se levantan, |
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|
Los ramos de los árboles verdean, |
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Crecen y se desgajan con el fruto. |
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Sustentan a los hombres y alimañas, |
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|
De alegres niños pueblan las ciudades, |
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|
Por cualquier parte en las frondosas selvas |
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|
Se oyen los cantos de las aves nuevas, |
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Y los rebaños de pacer cansados |
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Tienden sus cuerpos por risueños pastos, |
360 |
|
Y sale de sus ubres retestadas |
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Copiosa y blanca leche; sus hijuelos |
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|
De pocas fuerzas por la tierna hierba |
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|
Lascivos juguetean, conmovidos |
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|
Del placer de mamar la pura leche: |
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|
Luego ningunos cuerpos se aniquilan; |
|
|
Pues la naturaleza los rehace, |
|
|
Y con la muerte de unos otro engendra. |
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|
Puesto que te he enseñado que los seres |
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No pueden engendrarse de la nada, |
370 |
|
Ni pueden a la nada reducirse; |
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|
No mires con recelo mi enseñanza, |
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|
Al ver que con los ojos no podemos |
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|
Descubrir los principios de las cosas; |
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Sin embargo es preciso que confieses |
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|
Que hay cuerpos que los ojos no perciben. |
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|
La fuerza enfurecida de los vientos |
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Revuelve el mar, y las soberbias naves |
|
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Derriba, y desbarata los nublados; |
|
|
Con torbellino rápido corriendo |
380 |
|
Los campos a la vez, saca de cuajo |
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|
Los corpulentos árboles, sacude |
|
|
Con soplo destructor los altos montes; |
|
|
El ponto se enfurece con bramidos, |
|
|
Y con murmullo aterrador se ensaña. |
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|
De aquí seguramente inferiremos |
|
|
Que los vientos son cuerpos invisibles, |
|
|
Que barren tierra, mar, y en fin el cielo, |
|
|
Y esparcen por el aire los destrozos: |
|
|
No de otro modo corren y destrozan, |
390 |
|
Que cuando un río de tranquilas aguas |
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|
De repente sus márgenes ensancha |
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|
Enriquecido de copiosas lluvias |
|
|
Que de los montes a torrentes bajan |
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|
Amontonando troncos y malezas: |
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|
Ni los robustos puentes la avenida |
|
|
Impetuosa sufren de las aguas; |
|
|
En larga lluvia rebosando el río, |
|
|
Con ímpetu estrellándose en los diques, |
|
|
Con horroroso estruendo los arranca, |
400 |
|
Y revuelve en sus ondas los peñascos, |
|
|
Con furor arrollando todo osbtáculo; |
|
|
Del mismo modo los furiosos vientos |
|
|
Semejantes a un río impetuoso |
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|
Se arrojan sobre un cuerpo, y le sacuden, |
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|
Y lo llevan delante con gran fuerza, |
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|
En remolino a veces le arrebatan; |
|
|
Mil vueltas le hacen dar a la redonda. |
|
|
Diré y repetiré yo que los vientos |
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|
Son cuerpos invisibles: sus efectos |
410 |
|
Y su naturaleza nos lo muestran, |
|
|
Puesto que emulan a los grandes ríos. |
|
|
Sentimos, además, varios olores, |
|
|
Y en la nariz tocando no los vemos; |
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|
Ni el calor percibimos, ni los fríos, |
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|
Ni las voces tampoco ver solemos |
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|
Que la naturaleza de los cuerpos |
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|
Es preciso que tenga, porque pueden |
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|
Impeler los sentidos: nada puede |
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Tocar y ser tocado sino el cuerpo. |
420 |
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Por último; en las playas resonantes |
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|
Los vestidos colgados se humedecen, |
|
|
Y tendidos al sol se enjugan luego: |
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Ni cómo se empaparon ver podemos |
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Ni cómo se enjugaron con la lumbre: |
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|
En partículas tenues se divide |
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|
El agua de manera que no pueden |
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|
Verse de modo alguno con los ojos. |
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|
Después de cierto número de soles |
|
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El anillo se gasta en vuestro dedo, |
430 |
|
El gotear la piedra agujerea, |
|
|
La reja del arado ocultamente |
|
|
En los surcos se gasta, y con los pasos |
|
|
Los empedrados desgastarse vemos; |
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|
En las puertas también las manos diestras |
|
|
De cobreñas estatuas se adelgazan |
|
|
Con los besos continuos de unos y otros; |
|
|
Pues que gastadas vemos se atenúan: |
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|
Pero no quiso la naturaleza |
|
|
Descubrirnos su pérdida instantánea, |
440 |
|
Celosa de que viesen nuestros ojos |
|
|
El lento crecimiento con que obliga |
|
|
A aumentarse los cuerpos cada día, |
|
|
Ni cómo se envejecen con el tiempo, |
|
|
Ni qué pérdidas tienen los peñascos |
|
|
De sales roedoras carcomidos, |
|
|
Que a los mares dominan y amenazan: |
|
|
Luego sólo obra la naturaleza |
|
|
De imperceptibles cuerpos ayudada. |
|
|
No está ocupado todo por los cuerpos, |
450 |
|
Porque se da vacío entre las cosas: |
|
|
Al entenderlo cogerás el fruto, |
|
|
Ni andarás entre dudas vacilante, |
|
|
Ni de continuo buscarás la esencia, |
|
|
Ni desconfiarás de mis escritos. |
|
|
Un espacio se da desocupado, |
|
|
Impalpable, vacío: el movimiento |
|
|
Sin este espacio no concebirías; |
|
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Porque propiedad siendo de los cuerpos |
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La resistencia, nunca cesarían |
460 |
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De andar entrechocándose unos y otros: |
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Imposible sería el movimiento, |
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Pues ningún cuerpo se separaría: |
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Por los mares ahora y por las tierras |
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Y por los altos cielos, con los ojos |
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Vemos mil movimientos diferentes: |
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Y sin vacío no tan solamente |
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De agitación continua carecieran |
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Los cuerpos, mas también, ni aun engendrados |
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Hubieran sido; porque la materia |
470 |
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Quieta se hubiera estado eternamente. |
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Aunque creamos sólidos los cuerpos, |
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Los vemos penetrables: por las rocas |
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Copiosas gotas por doquier chorrean; |
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Por todo el animal corre el sustento; |
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Los árboles crecidos dan el fruto |
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En tiempo señalado a manos llenas, |
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Porque la savia desde las raíces |
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Por troncos y por ramas se difunde; |
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Y las voces penetran las paredes, |
480 |
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Recorren los secretos de las casas; |
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Hasta los huesos nos penetra el frío; |
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Sin vacío los cuerpos no pudieran |
|
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Trasladarse a otro punto en modo alguno. |
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En fin ¿cómo unas cosas se aventajan |
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A las otras en peso, y no en figura? |
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Pues si un vellón de lana pesa tanto |
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Como un cuerpo de plomo, en equilibrio |
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Debe estar la balanza; la materia |
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Hace peso hacia abajo; luego queda |
490 |
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Sin pesadez por su naturaleza |
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|
El vacío: pues si me das dos cuerpos |
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|
En una superficie comprendidos, |
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|
El más ligero es el de más vacío, |
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|
El más denso será de mayor peso; |
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|
La razón nos demuestra claramente |
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Un vacío existir diseminado. |
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Mas porque nadie pueda seducirte, |
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|
Me adelanto a ponerte de antemano |
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De algunos el capcioso raciocinio. |
500 |
|
Sostienen que a los peces relucientes |
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Les abre el agua líquidos caminos, |
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Que después el espacio abandonado |
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Se ocupa por la onda retirada: |
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Pueden moverse así y mudar de sitio |
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|
Todos los demás cuerpos sin vacío. |
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En razón falsa estriba el argumento; |
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|
¿Cómo podrán los peces menearse |
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|
Si las aguas no dan lugar vacío. |
|
|
¿Cómo refluirán las aguas mismas |
510 |
|
Cuando los peces no darán un paso? |
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O los cuerpos privar de movimiento |
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|
O el espacio vacío confesemos |
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|
Que principia a mover todos los cuerpos. |
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|
Con rapidez separa tú dos cuerpos |
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Planos y que entre sí estén bien unidos, |
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|
Verás cómo se forma allí un vacío |
|
|
Que no puede a la vez llenar el aire: |
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|
Le va ocupando todo poco a poco. |
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|
Si por fortuna alguno presumiera |
520 |
|
Que de dos superficies separadas |
|
|
El espacio intermedio es ocupado |
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|
Del aire condensado anteriormente, |
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|
Se engaña; pues se forma allí un vacío |
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|
Entonces que no hubo antes, y se llena |
|
|
El vacío existente: de este modo |
|
|
El aire ya no puede condensarse; |
|
|
Y aun dado que pudiese, como dicen, |
|
|
No podría a mi juicio sin vacío |
|
|
Sus partes recoger y reducirlas |
530 |
|
A volumen menos; para escaparte |
|
|
Cualquier dificultad que me objetares, |
|
|
Es preciso confieses el vacío. |
|
|
Yo podría traerte muchas pruebas |
|
|
Que mis razones más acreditasen: |
|
|
A tu penetración estos ensayos |
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|
Son suficientes, si indagando sigues, |
|
|
Porque así como muy frecuentemente |
|
|
Rastrean las querencias enramadas |
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|
De las fieras monteses y los canes, |
540 |
|
Cuando dieron por fin con rastro cierto, |
|
|
Así de consecuencia en consecuencia |
|
|
Darás en general con los arcanos |
|
|
De la naturaleza, y de sus senos |
|
|
Sacarás la verdad. No te empereces. |
|
|
Si te apartares algo de mi objeto, |
|
|
Me atrevo, Memmio, a hacerte esta promesa. |
|
|
Se agotarán los grandes manantiales |
|
|
Donde he bebido yo largas noticias, |
|
|
Mi rico pecho dejará primero |
550 |
|
De derramarlas con suave labio, |
|
|
Y a paso lento la vejez tardía |
|
|
Habrá ocupado todos nuestros miembros, |
|
|
Y el principio vital habrá disuelto, |
|
|
Primero que por medio de mis versos |
|
|
Haya agotado esta materia inmensa. |
|
|
A nuestros raciocinios ya volvamos: |
|
|
Estriba, pues, toda naturaleza, |
|
|
En dos principios: cuerpos y vacío |
|
|
En donde aquéllos nadan y se mueven: |
560 |
|
Que existen cuerpos, el común sentido |
|
|
Lo demuestra; principio irresistible |
|
|
Sin el cual la razón abandonada |
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|
De errores en errores se perdiera. |
|
|
Si no existiera, pues, aquel espacio |
|
|
Que llamamos vacío, no estarían |
|
|
Los cuerpos asentados, ni moverse |
|
|
Podrían, como acabo de decirte. |
|
|
Además del espacio y el vacío, |
|
|
No conocemos en naturaleza |
570 |
|
Una clase tercera independiente |
|
|
De los principios dichos: lo que existe |
|
|
Es necesariamente de pequeña |
|
|
O de grande extensión: si lo sintiere |
|
|
El tacto aunque ligera y levemente, |
|
|
Debemos colocarlo entre los cuerpos, |
|
|
Y al todo seguirá. Pero si fuere |
|
|
Impalpable, y ninguno de sus puntos |
|
|
A la penetración resistir puede, |
|
|
Este espacio y lugar llamo vacío. |
580 |
|
En general los seres son activos; |
|
|
O bien a la acción de otros se sujetan, |
|
|
O bien el movimiento proporcionan, |
|
|
Y la existencia, pues los cuerpos solos |
|
|
Pueden ser o activos o pasivos: |
|
|
Sólo el vacío puede darles sitio: |
|
|
Luego no existe en la naturaleza |
|
|
Más que los cuerpos dichos, y el vacío: |
|
|
No pueden alcanzarlo los sentidos, |
|
|
Ni el espíritu humano comprenderlo. |
590 |
|
Lo que no sea materia ni vacío, |
|
|
Propiedad o accidente es de uno o de otro. |
|
|
Las propiedades son inseparables |
|
|
Del sujeto; tan solamente cesan |
|
|
Cuando éste es destruido; así en la piedra |
|
|
Tal es la pesadez, tal en el fuego |
|
|
Es el calor, fluidez tal en el agua, |
|
|
La tangibilidad tal en los cuerpos |
|
|
Y tal su privación en el vacío. |
|
|
Los que llamar solemos accidentes, |
600 |
|
Como la libertad y servidumbre, |
|
|
La pobreza y caudales desmedidos, |
|
|
La paz y guerra, sólo son maneras |
|
|
De ser, que con su ausencia o su presencia |
|
|
Lo esencial no trastornan del sujeto. |
|
|
El tiempo no subsiste por sí mismo: |
|
|
La existencia continua de los cuerpos |
|
|
Nos hace que distingan los sentidos |
|
|
Lo pasado, presente, y lo futuro;. |
|
|
Ninguno siente el tiempo por si mismo, |
610 |
|
Libre de movimiento y de reposo. |
|
|
En fin, cuando nos dicen haber sido |
|
|
Robada Elena y las troyanas gentes |
|
|
Haber sido con guerra sujetadas, |
|
|
Nadie nos fuerce a confesar que pueden |
|
|
Existir por sí mismos estos hechos, |
|
|
Después que el tiempo irrevocable hubo |
|
|
Los siglos y sucesos engullido; |
|
|
Porque en diversos tiempos y regiones |
|
|
Cuantas cosas pasaron, pasar pueden, |
620 |
|
Mas sin materia, ni lugar ni espacio, |
|
|
Todo acontecimiento es imposible. |
|
|
Sin materia, por fin, y sin vacío, |
|
|
La hermosura de Elena nunca hubiera |
|
|
Los célebres combates encendido |
|
|
De una guerra cruel que fomentaba |
|
|
El pecho ardiente de Alejandro frigio: |
|
|
No incendiara el caballo de madera |
|
|
De Pérgamo las torres sublimadas |
|
|
Con el parto nocturno de los griegos. |
630 |
|
Ya puedes ver que todos los sucesos |
|
|
Que agitan y revuelven nuestro globo |
|
|
No existen en verdad como los cuerpos, |
|
|
Ni son como el vacío, sino simples |
|
|
Cambios de los principios; accidentes |
|
|
Que al espacio o los cuerpos se refieren. |
|
|
Llamamos cuerpos a los elementos |
|
|
Y a los compuestos que resultan de ellos: |
|
|
Los elementos son indestructibles, |
|
|
Porque su solidez triunfa de todo. |
640 |
|
Te costará trabajo persuadirte |
|
|
Que existen cuerpos sólidos: el rayo |
|
|
Atraviesa los muros, así como |
|
|
Las voces y los gritos: se caldea |
|
|
El hierro si le metes en la fragua; |
|
|
Peñas ardiendo arrojan los volcanes; |
|
|
El oro se liquida en los crisoles; |
|
|
El cobre se derrite como el hielo; |
|
|
El frío y el calor de los licores |
|
|
Sentimos en los vasos que bebemos: |
650 |
|
De solidez perfecta no tenemos |
|
|
Idea cierta y experiencia clara. |
|
|
Mas la razón y la naturaleza |
|
|
Esta verdad nos hacen que entendamos: |
|
|
óyeme en pocos versos: los principios |
|
|
Que componen el gran todo criado |
|
|
Tienen un cuerpo sólido y eterno. |
|
|
Después, como los cuerpos y el espacio |
|
|
Por su naturaleza son opuestos, |
|
|
Es preciso que existan uno y otro |
660 |
|
Enteramente puros por sí mismos: |
|
|
El vacío repugna todo cuerpo, |
|
|
La materia al vacío de sí aleja: |
|
|
Luego sólidos son y sin vacío |
|
|
Los elementos, los primeros cuerpos. |
|
|
Pues que se da en los cuerpos el vacío, |
|
|
Deben de partes sólidas cercados |
|
|
Estar estos vacíos. Repugnante |
|
|
En los cuerpos sería dar vacío, |
|
|
Si a las paredes que rodean éste |
670 |
|
La solidez quitamos. Las paredes |
|
|
El agregado son de la materia: |
|
|
Luego como los cuerpos se destruyan, |
|
|
Es la materia sólida y eterna. |
|
|
Sólido fuera el todo sin vacío: |
|
|
Y sin cuerpos que ocupen el espacio, |
|
|
Vacío inmenso fuera el universo, |
|
|
Por el contrario. El cuerpo y el espacio |
|
|
Son respectivamente muy distintos, |
|
|
Pues que no existe lleno ni vacío |
680 |
|
Perfecto: los principios y elementos |
|
|
Diferencian el lleno del vacío. |
|
|
No puede disolverlos choque externo, |
|
|
Ni puede penetrar extraña fuerza |
|
|
A su tejido: ni de acción extraña |
|
|
Pueden recibir daño, como he dicho. |
|
|
Mas cómo pueda un cuerpo sin vacío |
|
|
Ser roto, dividido o descompuesto, |
|
|
Seguramente yo no lo concibo: |
|
|
Él es a la humedad inaccesible, |
690 |
|
Al frío y al calor, que son las causas |
|
|
Destructoras de todo: así observamos |
|
|
Que cuanto más los cuerpos son sujetos |
|
|
A estas causas que van menoscabando, |
|
|
Encierran más vacío en su tejido: |
|
|
Luego si constan los primeros cuerpos |
|
|
De solidez, y no tienen vacío, |
|
|
Eternos han de ser forzosamente. |
|
|
Si no fuesen eternos, a la nada |
|
|
Todo el mundo se hubiera reducido: |
700 |
|
Pero como la nada no produce |
|
|
Ni aniquila los seres, es preciso |
|
|
Que eternos sean los primeros cuerpos, |
|
|
Pues los destruyen y los reproducen |
|
|
Todos los seres: luego los principios |
|
|
La simplicidad sólida contienen, |
|
|
Porque sin ella no hubieran podido |
|
|
Durante tantos siglos conservarse, |
|
|
Ni reparar los seres de continuo. |
|
|
En fin, si hubiera la naturaleza |
710 |
|
A límites precisos reducido |
|
|
La divisibilidad de la materia, |
|
|
Los elementos del gran todo hubieran |
|
|
En la revolución de tantos siglos |
|
|
Llegado luego a tal acabamiento, |
|
|
Que de su unión los cuerpos producidos |
|
|
Alcanzar no pudieran su incremento. |
|
|
Como un cuerpo más pronto se destruya |
|
|
Que lo que tarda el mismo en rehacerse, |
|
|
Las pérdidas que hubiera padecido |
720 |
|
En la edad precedente, irreparables |
|
|
Fueran sin duda alguna en las siguientes: |
|
|
Pero constantemente se reparan |
|
|
De su menoscabar todos los cuerpos, |
|
|
Y los vemos llegar a plazos fijos |
|
|
A aquella perfección que les compete, |
|
|
La división de la materia tiene |
|
|
Límites invariables y precisos. |
|
|
Solidísimos son los elementos: |
|
|
Mas como en todo cuerpo haya vacío, |
730 |
|
Pueden hacerse blandos como el agua, |
|
|
El aire, tierra y fuego; y al contrario, |
|
|
Si damos que son muelles los principios, |
|
|
El pedernal, el hierro, como puedan |
|
|
Consistencia tomar no explicaremos. |
|
|
Porque en sus obras la naturaleza |
|
|
Sobre sólidas bases no estribara. |
|
|
Sólidos son y simples los principios, |
|
|
Pues su unión más o menos apretada |
|
|
Resistencia y dureza da a los cuerpos. |
740 |
|
La duración, por fin, y el crecimiento |
|
|
De los cuerpos ha la naturaleza |
|
|
Determinado y su poder medido. |
|
|
No padecen mudanza las especies, |
|
|
Ni las generaciones se varían, |
|
|
Como las clases diferentes de aves |
|
|
Están de ciertas manchas salpicadas; |
|
|
Porque son inmutables las especies. |
|
|
Si admitimos mudanza en los principios |
|
|
No sabremos qué pueda producirse |
750 |
|
Y qué no pueda, y cómo se limitan |
|
|
Los cuerpos, cómo pueden traer los siglos |
|
|
Naturaleza, vida, movimiento, |
|
|
Y las mismas costumbres de los padres. |
|
|
La extremidad de un átomo es un punto |
|
|
Tan pequeño, que escapa a los sentidos; |
|
|
Debe sin duda carecer de partes: |
|
|
Él es el más pequeño de los cuerpos, |
|
|
Ni estuvo ni estará jamás aislado; |
|
|
Es una parte extrema, que juntada |
760 |
|
Con otras y otras partes semejantes, |
|
|
Forman así del átomo la esencia. |
|
|
Si del átomo, pues, los elementos. |
|
|
De existencia carecen separados, |
|
|
Será su unión tan íntima y estrecha, |
|
|
Que no hay fuerza capaz de separarlos. |
|
|
De simple solidez los elementos |
|
|
Y partes muy delgadas se componen; |
|
|
Su unión no es un compuesto heterogéneo, |
|
|
Sino simplicidad eterna. Quiere |
770 |
|
De este modo formar naturaleza |
|
|
Los cuerpos, sin que alguna de sus partes |
|
|
Separación o menoscabo sufra. |
|
|
Además, si nosotros no admitimos |
|
|
De división un término preciso, |
|
|
Se compondrán los cuerpos más pequeños |
|
|
De infinidad de partes, caminando |
|
|
De mitad en mitad al infinito. |
|
|
¿Qué diferencia habrá de un cuerpo grande |
|
|
Al cuerpo más pequeño? Suponiendo |
780 |
|
Que el todo es infinito, sin embargo, |
|
|
De partes infinitas igualmente |
|
|
Se compondrán los átomos más breves: |
|
|
Mas como la razón no lo comprenda, |
|
|
Convencido es preciso que confieses |
|
|
Que los simples corpúsculos terminan |
|
|
La división y solidez eterna. |
|
|
Si la naturaleza creadora |
|
|
No acostumbrase a reducir los seres |
|
|
A sus mínimas partes, no podría |
790 |
|
Rehacer unos de otros, destruídos: |
|
|
Pues siendo todavía divisibles, |
|
|
No podría enlazarse la materia, |
|
|
Ni tener pesadez, ni ser chocada, |
|
|
Ni encontrarse con otro ni moverse, |
|
|
Causas engendradoras de los seres. |
|
|
Si divisibles fueran los principios |
|
|
Al infinito, es fuerza que existieran |
|
|
Desde la eternidad cuerpos intactos: |
|
|
Mas como sean frágiles, no pueden |
800 |
|
Haber por tantos siglos resistido |
|
|
A innumerables choques de continuo. |
|
|
Y por esta razón los que creyeron |
|
|
Que el fuego era el origen de las cosas, |
|
|
En un error grosero han incurrido. |
|
|
Esta opinión Heráclito defiende |
|
|
Como primer caudillo, celebrado |
|
|
Por su obscuro lenguaje entre los griegos |
|
|
Superficiales, más que por los sabios |
|
|
Que buscan la verdad: porque los necios |
810 |
|
Aman y admiran más lo que está envuelto |
|
|
En misteriosos términos; su oreja |
|
|
Suavemente puede ser herida |
|
|
Y embelesada con gracioso ruido: |
|
|
Y el dulce halago a la verdad prefieren. |
|
|
A Heráclito pregunto: ¿de qué modo |
|
|
Podrían existir tan varias cosas |
|
|
Si del fuego purísimo nacieran? |
|
|
Rarificar o condensar el fuego |
|
|
De nada serviría, si sus partes |
820 |
|
Se compusiesen de la misma esencia |
|
|
Que tiene todo el fuego: reunidos |
|
|
Los elementos, fuego más activo |
|
|
Tendremos, y más flojo separados: |
|
|
Bien condensemos o rarifiquemos |
|
|
El fuego, como habemos ya probado, |
|
|
No se pueden formar cuerpos distintos. |
|
|
Y si éstos reconocen el vacío, |
|
|
Enrarecer y condensar el fuego |
|
|
Podrán; pero se quedan en silencio |
830 |
|
Viendo se contradicen a sí mismos, |
|
|
Y evitan admitir puro vacío; |
|
|
Y mientras huyen las dificultades |
|
|
Se apartan del camino verdadero. |
|
|
El vacío quitado, no reparan |
|
|
Que debe condensarse todo cuerpo, |
|
|
Y no formar más que uno, cuyas partes |
|
|
Condensadas no pueden escaparse |
|
|
Como el calor y luz que arroja el fuego: |
|
|
Luego de partes densas no se forman. |
840 |
|
Porque si en defender ellos se obstinan |
|
|
Que las partes del fuego recogidas |
|
|
Se apagan y se mudan, a la nada |
|
|
El fuego elementar reducirían, |
|
|
Y todo nacería de la nada; |
|
|
No puede un cuerpo transmutar su esencia |
|
|
Sin que deje de ser lo que antes era. |
|
|
Deben, pues, conservar los elementos |
|
|
Del fuego aquella su naturaleza, |
|
|
Para que ni los cuerpos se aniquilen |
850 |
|
Ni el gran todo renazca de la nada. |
|
|
Mas aunque existen en naturaleza |
|
|
Algunos cuerpos de inmutable esencia, |
|
|
Que con aumentos o disminuciones |
|
|
Y con combinaciones diferentes |
|
|
Hacen cambiar la esencia de los cuerpos, |
|
|
No son éstos corpúsculos de fuego. |
|
|
Añadir o quitar no importaría, |
|
|
Ni cambiarles el orden, pues de fuego |
|
|
Tendrían todos la naturaleza, |
860 |
|
Y del fuego los cuerpos se engendraran. |
|
|
Así es como yo pienso que se forman: |
|
|
Existen ciertos cuerpos, cuyo encuentro, |
|
|
Figura, situación y movimiento |
|
|
Y orden forman el fuego; trastornados, |
|
|
Su esencia mudan. Estos elementos |
|
|
Ni son de fuego, ni otra cosa alguna |
|
|
Que pueda enviar cuerpos al sentido, |
|
|
Y palparlos el tacto si se arriman. |
|
|
Decir que todo lo compone el fuego, |
870 |
|
Y que éste es el principio de las cosas, |
|
|
Que es lo mismo que Heráclito establece, |
|
|
Me parece locura consumada. |
|
|
Ataca los sentidos por sí mismos, |
|
|
Los destruye y nos roba la creencia |
|
|
Que pende de los mismos por los cuales |
|
|
El fuego conoció; pues se persuade |
|
|
Que conocen el fuego los sentidos, |
|
|
Y lo demás no cree que es tan claro: |
|
|
Muy necio y delirante me parece. |
880 |
|
¿Adónde la verdad encontraremos? |
|
|
¿Quién mejor que el sentido puede hacernos |
|
|
Lo falso distinguir y verdadero? |
|
|
¿Por qué, pues, quitará alguno los cuerpos, |
|
|
Dejando por principio sólo el fuego, |
|
|
O quitándole a éste su existencia, |
|
|
Los demás cuerpos dejará tan sólo? |
|
|
Uno y otro parece igual delirio. |
|
|
Aquéllos que creyeron ser el fuego |
|
|
La materia y la suma de los cuerpos; |
890 |
|
Y los que por principio establecieron |
|
|
El aire creador, los que pensaron |
|
|
El agua misma hacer por sí los cuerpos, |
|
|
Y que la tierra lo criaba todo, |
|
|
Y que en cualquiera cuerpo se mudaba, |
|
|
En errores grandísimos cayeron. |
|
|
Añadamos también los que duplican |
|
|
Los elementos, cuando al fuego juntan |
|
|
Con el aire, y la tierra con el agua; |
|
|
Los que aire, tierra, lluvia y fuego tienen |
900 |
|
Por creadores de los cuerpos todos. |
|
|
Empédocles, el hijo de Agrigento, |
|
|
Va a su frente, nacido en las orillas |
|
|
Triangulares de la isla celebrada |
|
|
Por las ondas azules del mar Jonio |
|
|
Que la baña y rodea con mil vueltas, |
|
|
Y que con altas encrespadas olas |
|
|
Por un angosto estrecho la divide |
|
|
De las playas y términos de Italia. |
|
|
Aquí habita Caribdis anchurosa, |
910 |
|
Aquí etnéos murmullos amenazan |
|
|
De llamas recoger nuevos furores, |
|
|
Vomitar un volcán por sus gargantas, |
|
|
Y de nuevo lanzar a las estrellas |
|
|
Relámpagos de fuego: ciertamente |
|
|
Esta región que admiran las naciones, |
|
|
Óptima en bienes, prodigiosa grande, |
|
|
De valerosos héroes guarnecida, |
|
|
No tuvo en si varón más señalado, |
|
|
Más asombroso, caro y respetable; |
920 |
|
De su divino pecho las canciones |
|
|
Pregonan sus inventos peregrinos, |
|
|
Dejándonos en duda si fue humano, |
|
|
O de inmortal estirpe descendiente. |
|
|
Este sabio inmortal, y los nombrados |
|
|
Inferiores a él, menos ilustres, |
|
|
Divinos inventores de las cosas, |
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Sacaron de sus íntimas entrañas |
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Oráculos más ciertos y sagrados |
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Que la Pitia en la trípode de Apolo |
930 |
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Los diera con laureles coronada; |
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Mas cual hombres al fin, aunque tan grandes, |
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Erraron los principios de las cosas, |
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De errores en errores resbalando. |
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Establecen primero el movimiento, |
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Y dejan a los cuerpos sin vacío: |
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Cuerpos blandos y raros reconocen |
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Tal como el aire, el sol, le tierra, el fuego, |
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Animal, vegetal, pero no quieren |
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Admitir en sus cuerpos el vacío. |
940 |
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Dividen la materia al infinito, |
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La sección de los cuerpos no limitan |
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Ni en ellos partes mínimas conocen. |
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Viendo que de los cuerpos el extremo |
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Lo mínimo es que llega a los sentidos, |
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Hay que conjeturar que aquel extremo |
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Que en el extremo mismo no podemos |
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Distinguir, es el mínimo en los cuerpos. |
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Establecen también principios blandos, |
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Que nacen y perecen como vemos. |
950 |
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Ya se hubiera el gran todo aniquilado, |
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Los cuerpos renacieran da la nada: |
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¡Ya ves cuán grande error y qué delirio! |
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Enemigos, por fin, son los principios, |
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Y de muchas maneras se destruyen; |
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Chocándose entre sí se aniquilaran, |
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O se disiparían cual los rayos, |
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Lluvias y vientos por las tempestades. |
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Si todo se hace de estas cuatro cosas, |
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Y todo en ellas mismas se resuelve, |
960 |
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¿Por qué aquéllas tendremos por principios |
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Mejor que no a los cuerpos? pues que mudan |
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De esencia y forma y de naturaleza. |
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Mas si al contrario, acaso presumieres |
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Que se reúne el agua, el fuego, el aire |
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Y tierra sin mudarse en modo alguno |
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Su misma esencia, de ellos no podría |
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Crearse cosa alguna, ya animada, |
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Ya inanimada sea como el árbol. |
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Una mezcla confusa encontraremos |
970 |
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De aire, agua, tierra y fuego: nunca pueden |
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Estas substancias concebirse unidas; |
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Su propiedad cada una desplegara. |
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Es necesario que obren los principios |
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De un modo clandestino e invisible; |
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No sea que dominando demasiado |
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Impidan a los cuerpos que se formen |
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Conservar su específico carácter. |
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Su primer elemento hacen al fuego, |
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Que emana según ellos de los cielos; |
980 |
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De éste se engendra el aire, de aquí el agua, |
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Y la tierra del agua es engendrada. |
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Retrogradando nacen de la tierra |
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Los demás elementos: antes la agua, |
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Después el aire; el fuego últimamente; |
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Estas transformaciones nunca cesan, |
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Bajan desde los cielos a la tierra, |
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Desde la tierra hasta los cielos suben: |
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No deben hacer esto los principios; |
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Es preciso que sean inmutables, |
990 |
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Porque no se aniquile el universo; |
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No puede cuerpo alguno de su esencia |
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Los límites pasar sin que al momento |
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Deje de ser lo que era; por lo tanto, |
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Si se transforman estos elementos |
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De continuo, como hemos dicho arriba, |
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Es preciso que de otros inmutables |
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Se compongan; no sea que a la nada |
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Se vea reducido el universo. |
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Establece más bien algunos cuerpos, |
1000 |
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De tal naturaleza revestidos, |
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Que si el fuego criasen, hacer pueden |
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Estos mismos el fluido del aire, |
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Y así los demás seres, aumentando |
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O bien disminuyendo, los principios, |
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Cambiando situación y movimiento. |
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Pero es claro, me dices, que los cuerpos |
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Crecen y se sustentan de la tierra: |
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Si la estación al aire no le presta |
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Una temperatura favorable, |
1010 |
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Y si con frescas lluvias no se mueven |
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Las copas de los árboles, ni ayuda |
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Con sus rayos el Sol las producciones; |
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Ni sembrados, ni arbustos, ni animales |
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Jamás podrán llegar a crecimiento. |
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Sin duda es cierto; y si a nosotros mismos |
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No nos sustenta un sólido alimento |
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Y bebida suave, nuestros miembros |
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Su brío perderán, y el sentimiento |
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Se acabara del todo en nuestros huesos: |
1020 |
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Porque nos alimentan ciertos cuerpos |
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Como a las demás cosas, pues mezclados |
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Los principios están, y son comunes |
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De muchos modos a otros muchos cuerpos. |
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De aquí la variedad en el sustento: |
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Mucho importa saber de los principios |
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La mezcla, situación y movimientos |
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Recíprocos; los mismos constituyen |
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El cielo, el mar, la tierra, sol y ríos, |
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Los árboles, los frutos y animales: |
1030 |
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En cada verso de estos mismos cantos |
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Verás que son comunes muchas letras |
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De muchas voces: debes, sin embargo, |
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Confesar que los versos y palabras |
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Difieren entre sí, ya en la substancia, |
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Ya en el mismo sonido que sentimos: |
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Tanto pueden las letras variadas. |
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Pero de la materia los principios |
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De otros mil modos combinar se pueden |
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Para criarse variedad de cosas. |
1040 |
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La Homeomeria también profundicemos |
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De Anaxágoras, que es así llamada |
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Entre los griegos, y en la lengua patria |
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No permite nombrarla su pobreza; |
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Pero es fácil decirlo con rodeos |
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Y explicar la Homeomeria en su principio. |
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Los huesos, a saber, de huesecitos; |
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Las entrañas se forman de entrañitas; |
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Muchas gotas de sangre congregadas |
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Crían la sangre; y piensa que se forma |
l050 |
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De moléculas de oro el oro mismo; |
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Que se forma la tierra, el fuego, el agua |
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De sus pequeñas partes respectivas, |
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Y que todos los cuerpos son formados |
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De la unión de principios similares. |
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Él no admite vacío en parte alguna, |
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Y los cuerpos divide al infinito: |
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Y yerra en ambas cosas, como aquellos |
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Que antes de él los principios indagaron. |
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Establece muy frágiles principios, |
1060 |
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Si el nombre de principios puede darse |
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A los que son lo mismo que los cuerpos |
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Endebles, se destruyen y perecen. |
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En un ataque tan violento y fuerte, |
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¿Quién permanecerá? ¿quién de la muerte |
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Cogido, escapará de entre sus garras? |
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¿El fuego? ¿el agua? ¿el aire? ¿sangre o huesos? |
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Ninguno de estos cuerpos, según juzgo; |
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Pues son perecederos como aquéllos |
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Que vemos perecer a nuestros ojos: |
1070 |
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Nada puede a la nada reducirse, |
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¡Ni alguna cosa hacerse de la nada, |
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Confirman mis probados argumentos. |
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Por otra parte, como el alimento |
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El cuerpo sustentado le engrandece, |
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Se sigue que las venas y la sangre, |
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Y los huesos y nervios se componen |
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De heterogéneas partes: o substancias |
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Mezcladas dirán ser los alimentos, |
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Y que abrazan en si pequeños nervios, |
l080 |
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Y unas partes de sangre, y huesos, venas: |
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Entonces los sustentos y bebidas |
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De heterogéneas partes se componen. |
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Si los cuerpos que nacen de la tierra |
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Los contiene además ella en su seno, |
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Debe constar de tan diversas partes |
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Cuanto sus producciones son diversas: |
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De los demás compuestos raciocino |
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Del mismo modo; si la llama y humo |
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Y ceniza están dentro en los leños, |
1090 |
|
Los leños deben ser heterogéneos. |
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|
Un solo medio de defensa tiene |
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La opinión vacilante de Anaxágoras: |
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Dél se vale, y pretende que los cuerpos |
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Encierran en sí mismos los principios |
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De todos los demás; pero que aquéllos |
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Solamente divisan nuestros ojos |
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Que están en mayor número mezclados, |
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Y ocupan la primera superficie: |
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|
La razón desaprueba este discurso; |
ll00 |
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Porque fuera forzoso que los granos |
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Cuando son quebrantados con la piedra |
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Diesen muestras de sangre, o bien de partes |
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Que alimentan el cuerpo; manaría |
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Sangre, si se frotaran dos guijarros: |
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Las hierbas destilaran igualmente |
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Dulces gotas de leche tan sabrosa |
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Como las ubres de lechera oveja: |
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Destripando terrones, muchas veces |
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Yerbas encontraríamos y granos |
1110 |
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Y árboles pequeñitos escondidos: |
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Hendiendo la madera, en fin, se vieran |
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Llamas pequeñas, y ceniza, y humo: |
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Mas como la experiencia contradiga |
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Estar así revueltos los principios, |
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Deben comunes ser a todo cuerpo, |
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Y estar diversamente colocados |
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En los diversos cuerpos de los seres. |
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Pero dirás que en montes empinados |
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Las copas de los árboles robustos |
1120 |
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Del austro proceloso sacudidas |
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Se entrechocan y arrojan vivas llamas: |
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|
Es cierto, sí; mas no contienen fuego: |
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Una porción de partes inflamables |
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Por el frote en un punto reunidas |
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El incendio originan de los bosques; |
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Si tanto fuego en ellos se escondiera, |
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No podría un momento refrenarse, |
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Consumiera las selvas de continuo, |
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Reduciendo a cenizas todo arbusto. |
1130 |
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Ya ves que importa mucho, como dije, |
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El mixto conocer de los principios, |
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Saber su movimiento y posiciones |
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Recíprocos, porque los elementos |
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|
Cambiados entre sí ligeramente |
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Sacarían el fuego de los leños, |
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|
Como si estas palabras ligna et ignes |
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Si que sus letras alteremos mucho |
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Con distinto sonido pronunciamos. |
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|
Si crees que no pueden explicarse |
1140 |
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Ya, por fin, los fenómenos del mundo |
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Sin que atribuyas a los elementos |
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|
Naturaleza igual a la del cuerpo, |
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|
Perecen los principios de las cosas; |
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De modo que den grandes carcajadas |
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De una trémula risa conmovidos, |
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Y el semblante y mejillas humedezcan |
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Llenándolos de lágrimas amargas. |
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Escucha las verdades que me falta |
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Hacerte conocer por modo claro. |
1150 |
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Bien conozco que son bastante obscuras; |
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Pero mi corazón ha sacudido |
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Con fuerte tirso la esperanza grande |
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De gloria, y juntamente ha derramado |
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Suave amor de las musas en mi pecho; |
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Del que agitado con briosa mente |
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Recorro los lugares apartados, |
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De las Piérides antes nunca hollados: |
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Agrádame acercarme a fuentes puras, |
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Y agotarlas bebiendo, y nuevas flores |
1160 |
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Agrádame coger para guirnalda |
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Insigne con que ciña mi cabeza |
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|
De un modo que las musas a ninguno |
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Hayan antes las sienes adornado: |
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Primero, porque enseño grandes cosas, |
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De la superstición rompo los lazos |
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Anudados que el ánimo oprimían; |
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Después, porque compongo versos claros |
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Sobre una cosa obscura, realzando |
|
|
Con poética gracia mis escritos. |
1170 |
|
De la razón en esto no me aparto. |
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|
Así, cuando los médicos intentan |
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Hacer beber a un niño amargo ajenjo, |
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Los bordes de la copa untan primero |
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Con el licor de miel dulce y dorado, |
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|
Para que, seduciendo y engañando |
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La impróvida niñez, hasta los labios |
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|
El amargo brebaje apure en tanto |
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Y engañado no muera, sino que antes |
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Convaleciendo así se restablezca; |
1180 |
|
Del mismo modo, porque las más veces |
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|
Parece trato yo de asuntos tristes |
|
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Para aquéllos que no han jamás pensado, |
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Y que al vulgo disgustan de los hombres, |
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|
Con el suave canto de las musas. |
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|
Quise explicarte mi sistema todo |
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Y enmelarte con música pieria, |
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|
Por si acaso pudiera de este modo |
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|
Tenerte seducido con mis versos, |
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|
Hasta que entera y fiel Naturaleza |
1190 |
|
Sin velo ante tus ojos se presente. |
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Mas porque te he enseñado que los cuerpos |
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|
De la materia sólidos y eternos |
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Giran perpetuamente indestructibles, |
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|
Examinemos hora si la suma |
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|
De éstos es infinita, o limitada; |
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|
Si también el vacío establecido, |
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|
Este lugar y espacio en que los cuerpos |
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|
Se mueven además es limitado, |
|
|
O si es profundo, inmenso e infinito. |
1200 |
|
Es infinito, pues, de suyo el todo, |
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|
Pues aunque extremidad tener debía, |
|
|
Como cuerpo ninguno se concibe |
|
|
Sin que a él otro cuerpo le termine, |
|
|
De modo que la vista claramente |
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|
Más allá de este cuerpo no se extienda, |
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|
Confesemos por fuerza que no hay nada |
|
|
Más allá de la suma, pues no tiene |
|
|
Extremidad, de límites carece. |
|
|
El sitio que tu ocupas nada importa, |
1210 |
|
Pues que por todas partes un espacio |
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|
Te falta que correr ilimitado. |
|
|
Si además el espacio es limitado |
|
|
Y alguno se coloca en el extremo |
|
|
Y tira alguna flecha voladora, |
|
|
¿Deseas que tirada con gran fuerza |
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|
Vuele ligera por llegar al blanco, |
|
|
O piensas que la impide algún estorbo |
|
|
Su vuelo y no la deja ir adelante? |
|
|
Uno u otro es preciso que confieses. |
1220 |
|
Cualquiera que tú elijas, a la fuerza |
|
|
Debes quitar los límites al todo: |
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Porque bien sea obstáculo el que impida |
|
|
Y estorbe que la flecha llegue al blanco, |
|
|
O bien le pase, aquí no se da extremo: |
|
|
En donde pongas límites, yo al punto |
|
|
Preguntaré qué ha sido de la flecha: |
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|
Jamás encontrarás así el extremo; |
|
|
Siempre su inmensidad deja un espacio |
|
|
Que recorra la flecha fugitiva. |
1230 |
|
Además, que si la naturaleza |
|
|
Hubiera puesto límites al todo, |
|
|
Ya la materia con su mismo peso |
|
|
Se juntara en los sitios más profundos; |
|
|
Debajo de la bóveda del cielo |
|
|
Ninguna cosa se produciría, |
|
|
Ni el cielo ni la luz del Sol naciera; |
|
|
Como que la materia toda hundida |
|
|
Desde la eternidad amontonada |
|
|
Inerte yacería; pero ahora |
1240 |
|
De cierto no reposan los principios, |
|
|
Porque ningún lugar profundo existe |
|
|
En donde puedan como reunirse |
|
|
Y colocar su asiento permanente; |
|
|
Y siempre un continuado movimiento |
|
|
Cría por todas partes nuevos seres, |
|
|
Y el infinito suministra siempre |
|
|
De una materia activa eterna copia. |
|
|
Que unos cuerpos, en fin, a otros limitan |
|
|
Claramente lo vemos: las montañas |
1250 |
|
El aire circunscribe, a éste los montes; |
|
|
A los mares da límites la tierra, |
|
|
Y los mares limitan a las tierras; |
|
|
Nada hay que ponga límites al todo: |
|
|
Porque es de los lugares y el espacio |
|
|
Tal la naturaleza, que los ríos |
|
|
Clarísimos corriendo eternamente |
|
|
Alcanzar con su curso no podrían |
|
|
Los límites del mundo en parte alguna; |
|
|
Nada habrían andado: el universo, |
1260 |
|
No conociendo límites, por todas |
|
|
Partes al infinito se dilata. |
|
|
Seguramente la naturaleza |
|
|
Impide que la suma de las cosas |
|
|
Pueda circunscribirse ella a si misma; |
|
|
Porque ha hecho que el vacío limitase |
|
|
Al cuerpo, éste al vacío; de este modo |
|
|
Ha dispuesto su obra ilimitada. |
|
|
Si el vacío tan sólo ilimitara, |
|
|
O hiciese limitada la materia, |
1270 |
|
Ni la tierra, ni el mar, ni de los cielos |
|
|
Las bóvedas lucientes, ni los hombres, |
|
|
Ni de los dioses los sagrados cuerpos |
|
|
De existencia gozaran un instante: |
|
|
Pues la materia, sacudiendo el yugo, |
|
|
Se derramara por vacío inmenso, |
|
|
O más bien ella nunca concretada |
|
|
Ni un sólo cuerpo hubiera producido, |
|
|
Por no poderse unir diseminada. |
|
|
Porque seguramente los principios |
1280 |
|
De la materia no se han colocado |
|
|
Con orden, con razón ni inteligencia, |
|
|
Ni han pactado entre sí sus movimientos; |
|
|
Antes diversamente combinados, |
|
|
Desde la eternidad por el espacio |
|
|
Agitados con choques diferentes, |
|
|
Juntas y movimientos van probando, |
|
|
Hasta que se colocan de manera |
|
|
Que esta suma criada se mantiene; |
|
|
La cual por muchos siglos conservada, |
1290 |
|
Y puesta en conveniente movimiento, |
|
|
Hace con largas ondas que los ríos |
|
|
Abastezcan los mares insaciables; |
|
|
Que la tierra sus frutos reproduzca |
|
|
Con los rayos del Sol alimentada; |
|
|
Y que reproducidas las especies |
|
|
De los brutos florezcan, y que vivan |
|
|
Los fuegos celestiales resbalando: |
|
|
No sucediera si infinita copia |
|
|
De los principios no estuviera siempre |
1300 |
|
Reparando las pérdidas continuas: |
|
|
Así como los brutos sin sustento |
|
|
Se van aniquilando, y por fin mueren; |
|
|
De la misma manera el todo debe |
|
|
Perecer al momento que materia |
|
|
De su recto camino extraviada |
|
|
No suministre pábulo a los cuerpos. |
|
|
No podrían los átomos externos |
|
|
Conservar a la suma congregada; |
|
|
Porque pueden con golpes repetidos |
1310 |
|
Impedir que una parte se destina, |
|
|
Y dar tiempo a los átomos que lleguen |
|
|
A completar la suma; algunas veces, |
|
|
A rebotar no obstante precisados |
|
|
Espacio y tiempo, dan a los principios |
|
|
Para que se desunan libremente: |
|
|
Sin cesar es preciso se sucedan |
|
|
Los átomos; materia ilimitada |
|
|
Supone, pues esta presión eterna. |
|
|
Guárdate de creer en esto, Memmio, |
1320 |
|
Lo que dicen algunos: que los cuerpos |
|
|
Se dirigen al centro de la suma, |
|
|
Y que del mundo la naturaleza |
|
|
No es detenida por eternos choques, |
|
|
Ni a parte alguna pueden escaparse |
|
|
El uno u otro extremo, porque todo |
|
|
Al centro se dirige. Si creyeres |
|
|
Que un ser puede en sí mismo sustentarse: |
|
|
Que los cuerpos pesados que tenemos |
|
|
Bajo los pies, gravitan hacia arriba: |
1330 |
|
Que en dirección contraria son llevados, |
|
|
Como la imagen que en el agua vemos; |
|
|
Defiende con razones semejantes |
|
|
Que debajo vaguean animales, |
|
|
Que no pueden caerse de la tierra |
|
|
En las regiones ínfimas, del modo |
|
|
Que no pueden al cielo remontarse |
|
|
De suyo nuestros cuerpos; y que cuando |
|
|
Aquéllos ven el sol, nosotros vemos |
|
|
De noche las estrellas, y alternando |
1340 |
|
Parten las estaciones con nosotros; |
|
|
Y que igualan sus días a los nuestros, |
|
|
Y a las suyas igualan nuestras noches. |
|
|
En ficciones groseras han caído |
|
|
Y en errores estúpidos los necios, |
|
|
Porque en principios falsos se apoyaron: |
|
|
Pues en una extensión ilimitada |
|
|
No entienden que no puede darse un centro, |
|
|
Y aun cuando supongamos que existiera, |
|
|
No se vieran los cuerpos obligados |
1350 |
|
A pararse más bien aquí que en otra |
|
|
Cualquiera parte o sitio del espacio; |
|
|
Pues la naturaleza del vacío |
|
|
Cede a los cuerpos graves, hacia el centro |
|
|
Se dirijan, o no; porque no hay sitio |
|
|
En que los cuerpos una vez llegados |
|
|
Pierdan su pesadez, y se detengan; |
|
|
El vacío a los cuerpos dará paso; |
|
|
Así lo exige su naturaleza: |
|
|
No impedirá la desunión del todo |
1360 |
|
Este deseo que los lleva al centro. |
|
|
También además fingen que hacia el centro |
|
|
No es común la tendencia a todo cuerpo; |
|
|
Los que de tierra o agua se componen |
|
|
Se dirigen a él, como los mares, |
|
|
Y las que salen de soberbios montes |
|
|
Y lo que encierra en sí cuerpo terrestre: |
|
|
Pero del aire las sutiles auras |
|
|
Y las llamas ligeras se retiran |
|
|
Del centro: que por eso centellea |
1370 |
|
Todo el éter con fuegos y se nutre |
|
|
Del Sol la antorcha en azulado cielo; |
|
|
Porque el calor del centro fugitivo |
|
|
Recoge allí sus fuegos (no pudiera |
|
|
Los animales sustentar la tierra |
|
|
Ni del árbol las ramas hojecieran |
|
|
Si el jugo alimenticio no les diese |
|
|
Colocan más allá de las estrellas |
|
|
El firmamento, para que los fuegos |
|
|
Del cielo, libres, y del centro huyendo |
1380 |
|
A la manera de voraces llamas, |
|
|
No traspasen los límites del mundo |
|
|
Y desordenen la naturaleza, |
|
|
Ni el cielo se desplome con sus rayos, |
|
|
Ni se abra la tierra de repente |
|
|
Debajo de los pies, y nuestros cuerpos |
|
|
Caigan en el abismo sepultados, |
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Descompuestos, envueltos en ruinas |
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De tierra y cielo; así que en un instante |
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Más que soledad vasta no quedara, |
1390 |
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Y principios sin fuerza: en cualquier parte |
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Que empieces, pues, a disolver los cuerpos |
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Te hallarás una puerta siempre franca |
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De destrucción, por donde la materia |
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Amontonada escapará volando. |
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Si estos conocimientos que te ofrece |
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Mi humilde musa, hubieres comprendido, |
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Porque con una cosa otra se ilustra, |
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No te robará el paso obscura noche |
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Sin que penetres los secretos hondos |
1400 |
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De la naturaleza: de este modo |
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Unas verdades esclarecen otras. |
1402 |