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Revolviendo los vientos las llanuras |
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Del mar, es deleitable desde tierra |
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Contemplar el trabajo grande de otro; |
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No porque dé contento y alegría |
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Ver a otro trabajado, mas es grato |
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Considerar los males que no tienes: |
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Suave también es sin riesgo tuyo |
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Mirar grandes ejércitos de guerra |
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En batalla ordenados por los campos: |
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Pero nada hay más grato que ser dueño |
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De los templos excelsos guarnecidos |
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Por el saber tranquilo de los sabios, |
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Desde do puedas distinguir a otros |
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Y ver cómo confusos se extravían |
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Y buscan el camino de la vida |
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Vagabundos, debaten por nobleza, |
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Se disputan la palma del ingenio, |
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Y de noche y de día no sosiegan |
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Por oro amontonar y ser tiranos. |
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¡Oh míseros humanos pensamientos! |
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¡Oh pechos ciegos! ¡Entre qué tinieblas |
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Y a qué peligros exponéis la vida; |
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Tan rápida, tan tenue! ¿Por ventura |
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No oís el grito de naturaleza, |
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Que alejando del cuerpo los dolores, |
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De grata sensación el alma cerca, |
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Librándola de miedo y de cuidado? |
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Vemos cuán pocas cosas son precisas |
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Para ahuyentar del cuerpo los dolores, |
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Y bañarle en delicias abundantes, |
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Que la naturaleza economiza. |
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Si no se ven magníficas estatuas, |
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De cuyas diestras juveniles cuelguen |
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Lámparas encendidas por las salas |
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Que nocturnos banquetes iluminan, |
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Ni el palacio con plata resplandece, |
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Ni reluce con oro, ni retumba |
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El artesón dorado con las liras; |
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Se desquitan, no obstante, allá tendidos |
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En tierna grama, cerca de un arroyo, |
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De algún árbol copudo sombreados, |
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A cuyo pie disfrutan los placeres |
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Que cuestan poco; señaladamente |
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Si el tiempo ríe y primavera esparce |
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Flores en la verdura de los campos: |
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Maligna fiebre no saldrá del cuerpo |
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Si en púrpura y bordados te revuelves |
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Con más celeridad que si encamares |
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Entre plebeyas mantas y sayales. |
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Porque si la fortuna, el nacimiento, |
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El esplendor del trono hacer no pueden |
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A nuestro cuerpo bienaventurado, |
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Presumimos que al ánimo tampoco; |
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Si no es que acaso cuando tus legiones |
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Veas que hierven por los anchos valles |
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En simulacro y ademán de guerra; |
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Cuando veas que el mar tus velas cubren, |
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Y que le hacen gemir por todas partes, |
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Te figures con esto que aterrada |
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La superstición huye con espanto |
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Del ánimo, y el miedo de la muerte |
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Deja entonces el pecho descuidado. |
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Pues si vemos que son ridiculeces |
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Y vanidades estas cosas todas; |
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Y a la verdad los miedos de los hombres |
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Y los cuidados que les van siguiendo |
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No temen el estruendo de las armas |
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Si las crueles lanzas; audazmente |
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Se sientan con los reyes y señores: |
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Ni sus fulgentes púrpuras respetan, |
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Ni sus diademas de oro; único fruto |
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De la ignorancia dudarás que es todo, |
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Nuestra vida en tinieblas sepultada. |
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Así como los niños temerosos |
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Se recelan de todo por la noche, |
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Así nosotros, tímidos de día |
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Nos asustamos de lo mismo a veces |
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Que despavorir suele a los muchachos: |
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Preciso es que nosotros desterremos |
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Estas tinieblas y estos sobresaltos, |
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No con los rayos de la luz del día, |
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Sino pensando en la naturaleza. |
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Sígueme siempre tú, y escucha ahora |
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Cuál es el movimiento con que engendran |
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Y a los cuerpos destruyen los principios |
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De la materia, y cuál es el impulso |
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Y cuál la rapidez que hace que vuelen |
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Por el espacio inmenso sin descanso. |
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Porque seguramente la materia |
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No es una masa inmóvil, pues que vemos |
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Disminuirse un cuerpo, y de continuo |
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Manando, se consumen a la larga |
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Y el tiempo nos los roba de la vista; |
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Se conserva sin pérdidas la suma: |
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Empobreciendo un cuerpo, los principios |
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Van a enriquecer otro, y envejecen |
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Los unos para que otros reflorezcan; |
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Ni en un sitio se paran; de este modo |
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El universo se renueva siempre, |
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Y se prestan la vida los mortales; |
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Crecen unas especies y se acaban: |
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Y en poco tiempo las generaciones |
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Se mudan y la antorcha de la vida |
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Cual ágiles cursores se transmiten. |
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Si piensas tú que los principios pueden |
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Cesar, y que cesando engendran nuevos |
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Impulsos, la verdad de ti se aleja: |
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Pues movidos en medio del vacío |
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Los principios, es fuerza que obedezcan |
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O a su gravedad misma, o al impulso |
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Quizá de causa externa; desde arriba |
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Precipitados, pues, encuentran otros, |
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Que a un lado los apartan de repente; |
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No es maravilla, porque son pesados, |
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Durísimos y sólidos, y nada |
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Les pone estorbo alguno por su espalda. |
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Y para que del todo te convenzas |
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De que generalmente los principios |
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Están en movimiento, ten presente |
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No darse lugar ínfimo en el todo, |
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Donde se paren los primeros cuerpos, |
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Porque inmenso, infinito es el espacio. |
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No reposan jamás en el vacío |
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Los principios: por su naturaleza |
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En movimiento siempre variado |
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Unos a gran distancia son lanzados, |
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Otros se apartan menos, y se enlazan |
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En el choque. Si es breve su distancia, |
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Y se repelen poco, y su tejido |
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Se liga íntimamente, constituyen |
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Las rocas solidísimas, y el hierro, |
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Y una corta porción de otras substancias |
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De esta naturaleza: si, al contrario, |
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El choque los rechaza y los dispersa, |
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Y los hace vagar por el espacio, |
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En largos intervalos, nos ofrecen |
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Del Sol la luz brillante y aire raso. |
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Y vagan además por el vacío |
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Muchos que están privados de juntarse, |
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O que jamás pudieron agregados |
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Entrar en el concorde movimiento; |
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De lo cual una imagen y figura |
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Continuamente hiere nuestros ojos, |
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Cuando del Sol los rayos se insinúan |
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De través por las piezas tenebrosas. |
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Si reparas, veras cómo se agitan |
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Átomos infinitos de mil modos |
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Por el vacío en el luciente rayo: |
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Y en escuadrones, en combate eterno |
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Se dan crudas batallas y peleas, |
150 |
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Y no paran jamás: ya se dividen, |
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Y ya continuamente se repliegan. |
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De aquí puedes sacar que en el vacío |
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Eternamente los principios giran: |
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Un efecto vulgar puede servirnos |
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De modelo y de guía en cosas grandes. |
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En los rayos del Sol rápidamente |
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Movidos estos cuerpos, fijar deben |
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Nuestra atención, pues su girar eterno |
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Prueba un choque secreto y clandestino |
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De los átomos: muchos se extravían, |
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Como verás, a un golpe imperceptible; |
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Retroceden, y aquí y allí se lanzan |
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En toda dirección por todas partes: |
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Los principios se mueven por sí mismos |
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Y dan el movimiento a aquellos cuerpos |
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Que se componen de una masa fina |
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Y análoga a sus débiles esfuerzos; |
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Los últimos atacan a los cuerpos |
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Un poco más groseros; de este modo |
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De los principios nace el movimiento, |
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Y llega a los sentidos de seguida, |
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Hasta que los corpúsculos se mueven |
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Que en los rayos del Sol vemos nosotros, |
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Sin que podamos ver quién los agita. |
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Y la movilidad que la materia |
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Comunica a los cuerpos, oye, ¡oh Memmio! |
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Cuán asombrosa es: cuando derrama |
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Primeramente nueva luz la aurora |
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Por las tierras, y cuando revolando |
180 |
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En bosques retirados varias aves |
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Llenan la soledad y el aire tierno |
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De voces armoniosas, ¡cuán de pronto |
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El sol nacido suele en este tiempo, |
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Esparciendo sus rayos abundantes, |
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Adornar con su luz naturaleza! |
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Todos lo vemos y nos es muy claro: |
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No obstante, estos corpúsculos lucientes |
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Que el Sol nos manda, por vacío espacio |
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No atraviesan; su marcha se retarda |
190 |
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Dividiendo los fluidos del aire: |
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Y como no son átomos aislados, |
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Sino especie de masas y hacecillos, |
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Encuentran en sí mismos y por fuera |
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Causas que los detengan en su marcha. |
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Al contrario, son sólidos y simples |
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Los átomos que cruzan el vacío |
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Sin peligro de obstáculos externos. |
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Forman ellos un solo y mismo todo, |
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Y juntando el esfuerzo de sus partes |
200 |
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Hacia el único blanco de su impulso, |
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Deben aventajar en ligereza, |
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|
Y con mayor presteza ser movidos, |
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|
Que los rayos del Sol, y en igual tiempo |
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Deben correr mucho mayor espacio |
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|
Que cuando el Sol se lanza por el cielo. |
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Pues nadie supondrá que los principios |
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Pudieran por sí mismos detenerse |
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Ni entre sí calcular el movimiento |
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Y concertar un plan perfecto y sabio. |
210 |
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En vano algunos necios imaginan |
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Que sin la ciencia y numen de los dioses, |
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Tantos efectos producir no puede |
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La materia arreglados y precisos, |
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Ni las vicisitudes de estaciones |
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Y los varios productos de la tierra: |
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Ni el suave impulso del amor que mueve |
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Por medio del deleite a los mortales, |
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Ni el divino placer que da la vida, |
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Y a propagar les lleva las especies |
220 |
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Porque el género humano no se extinga. |
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Fingen ellos ser obra de los dioses |
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Y producción divina todo esto: |
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Muy engañados van en su sistema. |
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Aunque ignoraran la naturaleza |
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De los principios, sin embargo, osara |
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Con la vista del cielo comprobarte |
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Y con otros fenómenos que el mundo |
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No ha sido por los dioses fabricado, |
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Pues es tan deficiente e imperfecto; |
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Yo te lo aclararé más adelante: |
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Explicaremos al presente, Memmio, |
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Lo que resta decir del movimiento. |
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Presumo ya ser tiempo de probarte |
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Que no puede subir con fuerza propia |
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Ningún cuerpo hacia arriba: no te engañen |
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Las llamas, pues que suben aumentadas; |
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Y los frutos hermosos de los campos |
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Y los árboles crecen hacia arriba, |
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Cuanto pueden hacer los cuerpos graves |
240 |
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Por dirigirse abajo. No de suyo, |
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Por una fuerza externa sí, los fuegos |
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Saltan a las techumbres de las casas |
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Y devoran las vigas y tirantes |
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Rápidamente; como nuestra sangre, |
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Saliendo de las venas, salta lejos |
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Y de púrpura un chorro al aire esparce |
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¿No ves también con cuanta fuerza el agua |
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Despide los maderos y las vigas? |
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Pues aunque muchos y robustos brazos |
250 |
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Por hundirlos derechos se revienten, |
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El agua con más ímpetu los echa, |
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Y hacia arriba los lanza, y por de fuera |
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La mayor parte asoma y sobresale; |
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No dudamos que todos estos cuerpos |
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Bajan por el vacío cuanto pueden. |
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Así también deben subir las llamas |
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Por una fuerza extraña, aunque su peso |
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Las haga que desciendan cuanto pueden. |
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¿No ves que los nocturnos meteoros |
260 |
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Largos surcos de fuego van trazando |
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Hacia cualquiera parte do les abre |
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Naturaleza misma algún sendero? |
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¿Qué estrellas y luceros caen en tierra? |
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El mismo Sol desde los altos cielos |
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Derrama su calor por todas partes, |
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Y sus rayos esparce por los campos: |
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Luego abajo se inclinan sus ardores. |
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Por medio de las nubes vuela el rayo; |
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Con ímpetu se arroja desprendido |
270 |
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Unas veces aquí, y acullá otras; |
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Y el rayo sin cesar hiere la tierra. |
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Y has de entender también, ínclito Memmio, |
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Que aun cuando en el vacío se dirijan |
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Perpendicularmente los principios |
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Hacia abajo, no obstante, se desvían |
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De línea recta en indeterminados |
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Tiempos y espacios; pero son tan leves |
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Estas declinaciones, que no deben |
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Apellidarse casi de este modo. |
280 |
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Pues si no declinaran los principios, |
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En el vacío, paralelamente, |
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Cayeran como gotas de la lluvia; |
|
|
Si no tuvieran su reencuentro y choque, |
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Nada criara la naturaleza. |
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Y si alguno creyere por ventura |
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|
Que los cuerpos más graves, cuanto tienen |
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Mayor velocidad de movimiento, |
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Tanto mejor en línea recta pueden |
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Caer sobre los cuerpos más ligeros, |
290 |
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Y engendrar con su choque movimientos |
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Creadores de seres, se extravía |
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De todos los principios racionales. |
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Es verdad que en el aire o en el agua |
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Aceleran los cuerpos su caída |
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Según su pesadez, porque las aguas |
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Y el fluido del aire a todo cuerpo |
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No pueden resistir del mismo modo; |
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Ceden más fácilmente a los más graves, |
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Mas no sucede así con el vacío; |
300 |
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Ninguna resistencia opone al cuerpo; |
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A todos igualmente les da paso: |
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Por lo que los principios, desiguales |
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En sus masas, moverse en el vacío |
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Deberán todos con igual presteza. |
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No pueden, pues, los cuerpos más pesados |
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Caer encima de los más ligeros, |
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Ni por sí engendrar choques que varíen |
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Sus movimientos, para que por ellos |
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Forme los seres la naturaleza. |
310 |
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Por lo cual, yo repito ser preciso |
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Que declinen los átomos un poco, |
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Para que no parezca introducimos |
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Movimientos oblicuos, que reprueba |
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La razón verdadera; es evidente, |
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Y ven los ojos, que los cuerpos graves |
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Seguir no pueden dirección oblicua |
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En su caída; pero ¿qué ojo agudo |
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Verá que no se apartan de la recta? |
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En fin, si siempre todo movimiento |
320 |
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Se encadena y en orden necesario |
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Hace siempre que nazcan unos de otros; |
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Si la declinación de los principios |
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Un movimiento nuevo no produce |
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Que rompa la cadena de los hados, |
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De las causas motrices trastornando |
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La sucesión eterna, ¿de do viene |
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El que los animales todos gocen |
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De aquesta libertad? ¿De dónde digo, |
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Esta voluntad nace que arrancada, |
330 |
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A los hados nos mueve presurosa |
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Do el deleite conduce a cada uno? |
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Además de que nuestros movimientos |
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Ni a tiempos ni a lugares se sujetan |
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Determinadamente; su principio |
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Es nuestra voluntad; de allí se extienden |
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Por los miembros. ¿No ves que en el momento |
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Que se abre la barrera, los caballos, |
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Ansiosos de volar en la carrera, |
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No lo pueden hacer tan prontamente |
340 |
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Como su ardiente espíritu codicia? |
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Las moléculas todas esparcidas |
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|
Por los miembros es fuerza que se junten |
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|
Y se agiten por todo nuestro cuerpo, |
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|
Si han de seguir del alma los deseos. |
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|
Ya ves que el movimiento su principio |
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|
Tiene en el corazón, y que procede |
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|
De la voluntad misma: de aquí gira |
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|
Por todo el cuerpo y miembros ciertamente. |
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No sucede lo mismo cuando andamos |
350 |
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Impelidos de alguna fuerza extraña |
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|
Y superior; que entonces nuestra masa |
|
|
Es arrastrada contra nuestro gusto, |
|
|
Hasta que por los miembros reprimiere |
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|
La voluntad extraños movimientos. |
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|
Ya ves también, que aunque una fuerza extraña |
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|
Obligue a andar a muchos mal su grado; |
|
|
En nuestro pecho, sin embargo, queda |
|
|
Un poder que combate y hace frente, |
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A cuyo arbitrio muda la materia |
360 |
|
De dirección, sus ímpetus refrena, |
|
|
Y la hace que por fuerza retroceda. |
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|
Esta verdad te obliga a que confieses |
|
|
En los principios diferente causa |
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|
De pesadez y choque: de ésta nace |
|
|
La libertad, porque nosotros vemos |
|
|
Que nada puede hacerse de la nada. |
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|
La pesadez impide ciertamente |
|
|
Que todo movimiento sea efecto |
|
|
Como de fuerza extraña: mas si el alma |
370 |
|
En todas sus acciones no es movida |
|
|
Por interior necesidad, y si ella |
|
|
Como vencida llega a ser substancia |
|
|
Meramente pasiva, esto es efecto |
|
|
De declinar los átomos un poco |
|
|
Ni en tiempo cierto, ni en lugar preciso. |
|
|
Jamás la suma de los elementos |
|
|
Más densa fue o más rara que al presente, |
|
|
Pues ni se aumenta ni se disminuye: |
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|
Por lo que el movimiento que ahora tienen, |
380 |
|
En los pasados siglos le tuvieron, |
|
|
Y siempre le tendrán en adelante: |
|
|
Y los cuerpos que suelen producirse, |
|
|
Producidos serán del mismo modo, |
|
|
Y existirán y crecerán robustos, |
|
|
Y tendrán cualidades convenientes |
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|
A su naturaleza. Es imposible |
|
|
Que a la suma trastorne fuerza alguna, |
|
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Ni se da puerta por la cual se huyan |
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Y escapen de la masa los principios; |
390 |
|
Ni con incursión súbita en el todo |
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|
Penetrar pueden átomos extraños, |
|
|
Que, trastornando la naturaleza, |
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|
Todos los movimientos extravíen. |
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|
No es de maravillar que los principios |
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|
Estando en continuado movimiento, |
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|
Parezca estarse quieto el Universo, |
|
|
A excepción de los cuerpos que le tienen |
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|
De suyo propio; pues sentidos nuestros |
|
|
No pueden percibir los elementos; |
400 |
|
Por lo que si su masa es invisible, |
|
|
Debe serlo más bien su movimiento, |
|
|
Puesto que la distancia nos oculta |
|
|
La agitación de cuerpos más sensibles: |
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|
Porque frecuentemente las ovejas |
|
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Paciendo alegres pastos por los cerros, |
|
|
Trepan por do las llaman y convidan |
|
|
Las frescas hierbas, quo el rocío esmalta, |
|
|
Mientras que los corderos hartos juegan |
|
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Y topan blandamente; lo cual todo |
410 |
|
Vemos confusamente desde lejos: |
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Parece la verdura del collado |
|
|
Contrastar la blancura del ganado. |
|
|
Y cuando desplegadas las legiones, |
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|
Numerosas también, cubren los llanos |
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|
Haciendo simulacros de batallas, |
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|
Y en torno dan carreras los corceles, |
|
|
Y sacudiendo con esfuerzo y brío |
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Traspasan de repente inmensos campos; |
|
|
El brillo de las armas sube al cielo, |
420 |
|
Reluce con el bronce todo el suelo, |
|
|
Y resuena la tierra con los pasos |
|
|
De soldados valientes, y los montes, |
|
|
Heridos del clamor, lanzan los gritos |
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|
Las estrellas: sin embargo, inmóvil |
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|
Parece estar aquella muchedumbre |
|
|
Mirada de la cumbre de algún monte, |
|
|
Y ser el brillo propio de la tierra. |
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|
Ora procede que tu mente indague |
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|
Las cualidades de los elementos, |
430 |
|
Cuán diferentes sean en sus formas |
|
|
Y cuál la variedad de sus figuras: |
|
|
No porque haya un gran número que sea |
|
|
De formas diferentes; mas los seres |
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|
Que ellos componen nunca se asemejan: |
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|
Tampoco esto es extraño, pues he dicho |
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|
Ser su número inmenso, ilimitado; |
|
|
No deben, pues, tener las mismas formas |
|
|
Exactamente con igual contorno. |
|
|
Considera además la raza humana |
440 |
|
Y mudos nadadores escamosos, |
|
|
Y los hermosos árboles, y fieras, |
|
|
Y variedad de aves que frecuentan |
|
|
Los sitios deleitosos de las aguas, |
|
|
Las riberas y fuentes y lagunas, |
|
|
Y las que corren bosques solitarios |
|
|
Con raudo vuelo; en general compara |
|
|
Los individuos de cualquier especie, |
|
|
Y encontrarás en ellos diferencia: |
|
|
El hijo no podría de otro modo |
450 |
|
Conocer a la madre, ni ésta al hijo; |
|
|
Vemos que se conocen mutuamente, |
|
|
Como el hombre conoce sus hijuelos. |
|
|
Porque frecuentemente degollado |
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|
En los hermosos templos de los dioses |
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|
Cae el becerro al lado de las aras |
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|
Turicremas, brotando de su pecho |
|
|
La sangre un río ardiente: deshijada |
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|
La madre, empero, aquí y allí corriendo |
|
|
Por verdes bosques, va estampando en tierra |
460 |
|
Las hendidas pezuñas, registrando |
|
|
Con ojo ansioso todos los parajes, |
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Por si en alguno a su perdido hijo |
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Puede topar; parándose a menudo, |
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Llena de quejas el frondoso bosque |
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Y el establo revee continuamente, |
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Clavada con la pérdida del hijo. |
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Ni las hierbas lozanas con rocío, |
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Ni tiernos sauces, ni la orilla amena |
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De ríos espaciosos la deleitan, |
470 |
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Ni la infunden olvido de su pena: |
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Ni por risueños pastos el aspecto |
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De los demás becerros a otra parte |
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La distraen y la alivian del cuidado: |
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¡Tan propio y conocido es lo que busca! |
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Conocen además los tiernos chotos |
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Con voz temblosa a las cornudas madres |
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Y balantes corderos topadores: |
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Y así, guiados por naturaleza, |
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A mamar corren las lecheras ubres. |
480 |
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Por fin, el trigo, aunque parece el mismo, |
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Alguna diferencia hay en sus formas; |
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Del mismo modo, vemos que las conchas |
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Hermosean el seno de la tierra |
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Por donde el mar la embebedora arena |
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De corva playa alisa con las ondas |
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Suaves. Luego deben los principios |
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Andar bajo de formas diferentes |
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En el vacío por naturaleza, |
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Puesto que ellos no han sido fabricados |
490 |
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Por el arte con formas peculiares. |
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Ya nos es fácil explicar la causa |
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De insinuarse mejor fulmíneo fuego |
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Que el nuestro producido de las teas: |
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Porque puedes decir que se componen |
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Los fuegos celestiales de los rayos |
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De átomos más sutiles, que se cuelan |
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Por poros que no puede entrar el fuego |
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Que hacemos, de las leñas y las teas. |
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¿Por qué, en fin, a la luz da paso el cuerno |
500 |
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Y se la niega al agua? ¿No se forma |
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La luz, acaso, de átomos más finos |
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Que los que forman a las aguas bellas? |
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Se cuela en un instante por el filtro |
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El vino, y el aceite gota a gota; |
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Porque éste se compone de principios |
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Más densos, más unidos y enlazados, |
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Con tanta prontitud no se separa, |
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Pasando lentamente por el filtro. |
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La miel y leche deliciosamente |
510 |
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Por otra parte el paladar recrean; |
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Pero el amargo ajenjo y la centaura |
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Silvestre punzan con sabor ingrato: |
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De modo que conoces fácilmente |
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Que son lisos y esféricos los cuerpos |
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Que nos causan sabores agradables; |
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Que la amargura y aspereza nacen |
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Del conjunto de átomos torcidos |
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Que, fuertemente unidos, acostumbran |
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Abrirse paso al paladar, rompiendo |
520 |
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Los órganos del gusto con su entrada. |
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El placer y el dolor, últimamente, |
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Que los cuerpos excitan en nosotros |
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Nacen de la figura diferente |
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De sus principios; ni el rechino ingrato |
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De la estridente sierra te figures |
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Que elementos le engendran y producen |
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Tan finos como son las consonancias |
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De cítara armoniosa, que despiertan |
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Los dedos de los músicos expertos. |
530 |
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Tampoco debes dar la misma forma |
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A los átomos fétidos que vienen |
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De un cadáver quemado, a los que exhalan |
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En el teatro aromas de Cilicia, |
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Y los olores del pancreo, ungüento |
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Que embalsama los templos de los dioses. |
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Ni los bellos colores se componen |
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De los mismos principios, si recrean |
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La vista, o si la punzan de manera |
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Que nos hacen llorar, o la torcemos, |
540 |
|
Por ser horribles y de hedionda forma: |
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Luego todos los cuerpos que recrean |
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Y halagan los sentidos son formados |
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De los átomos finos; y al contrario, |
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Los cuerpos que son ásperos, molestos, |
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De elementos más rudos o imperfectos. |
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Hay principios también que no son lisos |
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Perfectamente, ni del todo corvos, |
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Sino erizados de salientes puntas |
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Que regalar más bien que dañar pueden |
550 |
|
Los sentidos: se cuenta en esta clase |
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La fécula y la ínola gustosa. |
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Y últimamente, las ardientes llamas |
|
|
Y los hielos de invierno a los sentidos |
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Punzan con aguijones diferentes; |
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|
Esta verdad el tacto nos demuestra: |
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|
El tacto, el tacto, sí: ¡deidades santas! |
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|
Del cuerpo este sentido se declara, |
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Ya cuando se insinúa un cuerpo extraño, |
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Ya cuando nos molesta causa externa: |
560 |
|
Cuando recrea Venus enviando |
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|
Semilla creadora, o cuando el choque |
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|
Nos inquieta turbando la armonía, |
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|
Y confunde el sentido; como puedes |
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|
Hacer tú la experiencia, si una parte |
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Hirieres de tu cuerpo con la mano: |
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|
Luego las diferentes impresiones |
|
|
De los objetos deben explicarse |
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Por las distintas formas de los átomos. |
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Deben los cuerpos duros y compactos |
570 |
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Tener unos principios más corvados, |
|
|
Más unidos, ramosos y enlazados, |
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|
Cuales son, entre otros, los diamantes, |
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|
Que se burlan de golpes repetidos, |
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|
El duro pedernal y el fuerte hierro, |
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Y bronces rechinantes de los quicios. |
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|
Empero aquellos líquidos formados |
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De cuerpo fluido deben componerse |
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|
De partes alisadas y redondas, |
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Puesto que no pudiendo entrelazarse |
580 |
|
Glóbulos de esta clase, también ruedan |
|
|
En un plano inclinado fácilmente. |
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|
Los fluidos que ves en un instante |
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|
Disiparse fugaces como el humo, |
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Las nieblas y las llamas, no se forman |
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De lisos y redondos elementos, |
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Puesto que el cuerpo hieren y se punzan, |
|
|
Y penetrando los peñascos, deben |
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|
Agudos ser, no corvos sus principios, |
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|
Y les daremos puntas más que ganchos. |
590 |
|
No debes admirarte cuando veas |
|
|
Cuerpos a un tiempo fluidos y amargos, |
|
|
Como el agua del mar, pues se componen |
|
|
De unos átomos lisos y redondos |
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|
Los fluidos, mezclándose con ellos |
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|
Punzantes elementos, causadores |
|
|
De dolor: sin embargo, no es preciso |
|
|
Sujetarlos por medio de corchetes; |
|
|
Basta que sean redondos y escabrosos, |
|
|
Que a un mismo tiempo hacia adelante pueden |
600 |
|
Rodar y causar daño a los sentidos. |
|
|
Para que te convenzas de la mezcla |
|
|
De los principios lisos y angulosos, |
|
|
Que causan la amargura de Neptuno, |
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|
Contemplemos sus partes separadas: |
|
|
Filtrándose en el seno de la tierra, |
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|
Endúlzanse las aguas, y se cuelan |
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|
En depósitos dulces: sus principios |
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|
De mayor aspereza se detienen |
|
|
En los conductos por donde han pasado. |
610 |
|
A esta verdad juntemos también otra |
|
|
Que está unida con ella y lo comprueba: |
|
|
Y es, que son limitadas las figuras |
|
|
De los principios; sin lo cual debieran |
|
|
Los átomos tener una grandeza |
|
|
Ilimitada, pues tan chicos cuerpos |
|
|
Pueden variar poco sus figuras: |
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|
Tú debes contemplarlos divididos |
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|
En tres, o bien en más mínimas partes: |
|
|
Tal vez cuando las hayas colocado |
620 |
|
De cuantos modos puedas de alto a bajo, |
|
|
Pasa las de la izquierda a la derecha; |
|
|
Cuando, por fin, hubieres acabado |
|
|
De combinar del modo que gustares, |
|
|
Si variar quisieres las figuras, |
|
|
Es preciso que añadas partes nuevas |
|
|
Y otras del mismo modo al infinito. |
|
|
Las formas de los átomos no puedes |
|
|
Multiplicar sin que el volumen crezca, |
|
|
Ni atribuirles formas infinitas |
630 |
|
Sin que les des grandeza ilimitada: |
|
|
Todo lo cual probé ser imposible. |
|
|
Ya las telas riquísimas de Oriente, |
|
|
La púrpura brillante Melibea |
|
|
Teñida con las conchas de Thesalia, |
|
|
Y el pomposo espectáculo que ofrece, |
|
|
De los pavones la risueña gracia, |
|
|
Sobrepujados luego se rindieran |
|
|
Al fulgor de más vívidos colores; |
|
|
Y el olor de la mirra fastidiara, |
640 |
|
Y el sabor de la miel, y el armonioso |
|
|
Cisne, y de Febo los divinos cantos, |
|
|
Con infame silencio callarían, |
|
|
Pues sin interrupción se sucedieran |
|
|
Las sensaciones mucho más gustosas. |
|
|
Y en las desagradables cualidades |
|
|
Llegáramos también al infinito: |
|
|
Porque los ojos, la nariz y oídos |
|
|
Y el gusto siempre sensación ingrata |
|
|
Tendrían que sufrir; mas los efectos |
650 |
|
Siendo contrarios, y teniendo el todo |
|
|
Límites ciertos por entrambos lados, |
|
|
Es preciso confieses las figuras |
|
|
De los átomos ser también finitas. |
|
|
Por último; hay distancia limitada |
|
|
Desde el calor hasta los hielos fríos, |
|
|
Del invierno, y así reciprocando, |
|
|
Frío y calor ocupan los extremos; |
|
|
Por grados llena en medio la tibieza |
|
|
El intervalo que hay; es limitada |
660 |
|
La cualidad sensible de los cuerpos, |
|
|
Pues que por ambas partes los limitan, |
|
|
De aquí el fuego, de allí el rígido hielo. |
|
|
Siendo, pues, limitadas las figuras |
|
|
De los átomos, debe ser su copia |
|
|
En cada clase de ellas infinita: |
|
|
Lo inferimos así forzosamente, |
|
|
porque sin ello fuera la materia, |
|
|
Contra lo que probamos, limitada. |
|
|
Prosigamos ahora declarando |
670 |
|
En pocos versos, y con dulce estilo, |
|
|
Cómo el gran todo a conservar alcanza |
|
|
De átomos la infinita muchedumbre |
|
|
Por tan continuos choques agitada. |
|
|
Si ves unas especies reducidas, |
|
|
Y observas tú que la Naturaleza |
|
|
Es en su producción menos fecunda; |
|
|
En otras tierras y en remotos climas |
|
|
Ellas las multiplica y las completa: |
|
|
Tal es aquel cuadrúpedo disforme, |
680 |
|
El elefante, armado con su trompa, |
|
|
De cuya inmensa copia la India forma |
|
|
Trincheras de marfil impenetrables: |
|
|
Cuadrúpedos que apenas conocemos. |
|
|
Si por acaso en la Naturaleza |
|
|
Ha habido un solo cuerpo que no tuvo |
|
|
Igual en todo el mundo; mas no siendo |
|
|
Infinitos los átomos, no puede |
|
|
Existir ni crecer ni alimentarse |
|
|
El cuerpo que esos átomos formaron. |
690 |
|
Supongamos dispersos en la suma |
|
|
De un cuerpo los principios limitados: |
|
|
¿De qué modo podrán ellos juntarse |
|
|
En un piélago vasto de materia? |
|
|
¿Con qué fuerza, en qué sitio, de qué modo |
|
|
En tanta confusión podrán unirse? |
|
|
No tienen medio alguno de enlazarse. |
|
|
Pero como después de un gran naufragio |
|
|
Lejos suele arrojar el mar los barcos, |
|
|
La proa, las entenas, gobernalles |
700 |
|
Y mástiles nadantes, y las jarcias |
|
|
Flotando por las costas de las tierras, |
|
|
Porque vean y aprendan los mortales |
|
|
Esta lección terrible, y huir quieran |
|
|
Las insidias y fuerzas y el engaño |
|
|
De la pérfida mar, y no la crean |
|
|
Cuando con engañosa calma ríe; |
|
|
Si concibes así los elementos |
|
|
Con número finito y limitado, |
|
|
Del mismo modo nadarán dispersos |
710 |
|
Por su misma materia rebatidos |
|
|
Eternamente, sin jamás unirse: |
|
|
Mas si acaso un momento se enlazasen, |
|
|
Esta unión no podrá llegar a colmo |
|
|
Y crecimiento; mas diariamente |
|
|
Vemos las formaciones y progresos |
|
|
De todo cuerpo: luego los principios |
|
|
Vemos con claridad ser infinitos, |
|
|
Pues que conservan las especies todas. |
|
|
Así los movimientos destructores |
720 |
|
No pueden destruir perfectamente, |
|
|
Ni acabar para siempre con los cuerpos; |
|
|
Así los movimientos creadores |
|
|
No pueden darles duración eterna: |
|
|
Desde la eternidad viven en lucha |
|
|
Con el mismo poder ambos principios: |
|
|
Victorias y derrotas continuadas |
|
|
De unos y otros alternan; juntos andan |
|
|
La muerte y el vagido que levantan |
|
|
Los niños cuando ven la luz hermosa: |
730 |
|
Ni tras el día se siguió la noche, |
|
|
Ni tras la noche aurora, sin que oyesen |
|
|
Vagidos lastimosos confundidos |
|
|
Con llantos compañeros de la muerte, |
|
|
Y secuaces de tristes funerales. |
|
|
Conviene que con rasgos indelebles |
|
|
Este principio en la memoria grabes: |
|
|
No haber un solo cuerpo conocido |
|
|
En su propia interior naturaleza |
|
|
Que de una especie sola de principios |
740 |
|
Se forme; ni ninguno que no conste |
|
|
De mezcla de principios; cuanto un cuerpo |
|
|
Tiene más propiedades, más difieren |
|
|
En número y figura sus principios. |
|
|
Porque primero abraza en sí la tierra |
|
|
Los elementos de los grandes ríos, |
|
|
Que el mar inmenso sin cesar renuevan. |
|
|
Tiene también los fuegos subterráneos, |
|
|
Que la abrasan a veces encendidos: |
|
|
Y el ímpetu del Etna se enfurece |
750 |
|
Con vivas llamas: tiene las semillas |
|
|
Con que pueda criar la raza humana, |
|
|
Y árboles ledos y lucientes frutos: |
|
|
Blandas hojas también, y alegres pastos |
|
|
Encierra en sí, que de alimento sirvan |
|
|
A las fieras que habitan las montañas. |
|
|
Razón por qué ella sola fue llamada |
|
|
La gran madre de dioses y animales, |
|
|
Criadora también de nuestro cuerpo: |
|
|
Los antiguos poetas doctos griegos |
760 |
|
La cantaron subida sobre un carro, |
|
|
Dos leones uncidos agitando; |
|
|
Dándonos a entender que en el espacio |
|
|
La tierra suspendida, no podía |
|
|
Tener más firme base que a sí misma: |
|
|
Y las fieras al yugo sujetaron, |
|
|
Porque los beneficios de los padres |
|
|
Deben triunfar aun de los fieros hijos; |
|
|
De corona mural la rodearon, |
|
|
Porque de plazas fuertes y ciudades |
770 |
|
Toda la redondez está cubierta: |
|
|
Y al presente ciñendo esta diadema, |
|
|
Con terror de los pueblos paseada |
|
|
La imagen es de la divina madre: |
|
|
Varias gentes la llaman madre Idea, |
|
|
Conforme a los antiguos sacrificios, |
|
|
Y en su séquito van catervas frigias, |
|
|
Porque dicen que allí la agricultura |
|
|
Tuvo su origen y de allí triunfante |
|
|
Se extendió por el orbe; son castrados |
780 |
|
Los sacrificadores, porque quieren |
|
|
Significar que deben ser tenidos |
|
|
Por indignos de dar a la luz bella |
|
|
Unos vivos retratos de sí mismos |
|
|
Aquéllos que faltaren al respeto |
|
|
De sus padres, modelos de la diosa, |
|
|
Y los que ingratos con sus padres fueren. |
|
|
En sus manos resuenan los tambores |
|
|
Estrepitosos, y los retumbantes |
|
|
Címbalos, y amenazan las trompetas |
790 |
|
Con un sonido ronco, y estimula |
|
|
La flauta en tono frigio los furores; |
|
|
Y empuñan lanzas, de la muerte indicios, |
|
|
Para llenar de espanto a los ingratos |
|
|
Y a los pechos impíos con la diosa. |
|
|
Por lo que en tanto que la estatua muda |
|
|
En las grandes ciudades paseada |
|
|
Ofrece a los mortales en secreto |
|
|
El rico manantial de sus favores, |
|
|
Arrojan al momento por las calles |
800 |
|
Riquezas y dinero a manos llenas; |
|
|
Llueven flores y rosas, sombreando |
|
|
A la madre y brillante comitiva. |
|
|
Un batallón armado, que los griegos |
|
|
Llaman Curetas frigios, retozando |
|
|
Con pesadas cadenas se sacuden: |
|
|
Y bailan al compás, y alegres miran |
|
|
La sangre que les corre, y agitando |
|
|
Con furor los terríficos penachos |
|
|
De sus cabezas, traen a la memoria |
810 |
|
Los Curetas dicteos, que ocultaron |
|
|
En Creta aquel vagido, según dicen, |
|
|
De Jove un tiempo, mientras que giraban |
|
|
En leve danza, armados los infantes |
|
|
En torno al niño, y a compás herían |
|
|
El bronce estrepitoso por el miedo |
|
|
De que Saturno no le devorase |
|
|
Con su diente cruel, y eternamente |
|
|
Hiriese el tierno pecho de la madre: |
|
|
Por eso la acompaña gente armada; |
820 |
|
Cual si quisiera predicar la Diosa |
|
|
Que con las armas y el valor defiendan |
|
|
Los hombres a su patria, y sean a un tiempo |
|
|
El amparo y la gloria de sus padres. |
|
|
Esta ficción tan bella y tan galana |
|
|
La razón verdadera la reprueba; |
|
|
Pues la naturaleza de los dioses |
|
|
Debe gozar por sí con paz profunda |
|
|
De la inmortalidad: de los sucesos |
|
|
Humanos apartados y distantes; |
830 |
|
Sin dolor, sin peligro, enriquecidos |
|
|
Por sí mismos, en nada dependientes |
|
|
De nosotros: ni acciones virtuosas |
|
|
Ni el enojo y la cólera los mueven. |
|
|
Ciertamente la tierra en todo tiempo |
|
|
Carece de sentido, y ella misma |
|
|
Debe las producciones que tenemos |
|
|
De átomos a la varia muchedumbre |
|
|
Que en su seno contiene. Mas si alguno |
|
|
Quiere más que se llame al mar Neptuno |
840 |
|
Y a las mieses poner nombre de Ceres, |
|
|
Y si el nombre de Baco prefiriere |
|
|
A aquel vocablo propio que tenemos, |
|
|
Concedamos también llamar la tierra |
|
|
Con el nombre de madre de los dioses, |
|
|
Aunque tal madre fabulosa sea. |
|
|
Así, por lo común apacentados |
|
|
En unos mismos prados grey lanuda, |
|
|
La prole belicosa del caballo |
|
|
Y ganados cornudos, bajo un clima, |
850 |
|
Y su sed apagando el mismo río, |
|
|
Son, no obstante, diversas sus especies, |
|
|
Y la naturaleza de sus padres |
|
|
Conservan, imitando sus costumbres: |
|
|
Tanta es la diferencia de las hierbas, |
|
|
Tan grande la del agua de los ríos. |
|
|
Además, que los huesos, sangre, venas, |
|
|
El calor, la humedad, nervios, entrañas, |
|
|
Todo animal componen; y diversas |
|
|
Entre sí son tan sólo estas substancias |
860 |
|
Por la diversidad de sus principios. |
|
|
Los cuerpos combustibles a lo menos |
|
|
Contienen los principios de la llama, |
|
|
De la luz, de las chispas y ceniza, |
|
|
Y del humo. Tu mente si escudriña |
|
|
Los cuerpos todos, todas las substancias, |
|
|
Encontrará que envuelven las semillas |
|
|
De muchas cosas, y figuras varias. |
|
|
Ves, en fin, que gran número de cuerpos |
|
|
Son a la vez del gusto y del olfato |
870 |
|
Percibidos: cual suelen en los templos |
|
|
Expiatorias víctimas que inmola |
|
|
El criminal ansiado a las deidades. |
|
|
Luego los elementos de los cuerpos |
|
|
Difieren entre sí; pues los olores |
|
|
Penetran en los órganos por donde |
|
|
No penetra el sabor del alimento. |
|
|
Y el gusto y el sabor de los manjares |
|
|
Por vías muy distintas se introducen: |
|
|
Nacen de las figuras diferentes |
880 |
|
De los principios estas cualidades; |
|
|
Pues que se juntan diferentes formas |
|
|
En un solo montón y su tejido, |
|
|
De principios mezclados conste el cuerpo. |
|
|
Y aunque también en estos versos míos |
|
|
Observes que las mismas letras vienen |
|
|
En la composición de muchos nombres, |
|
|
Es forzoso, no obstante, reconozcas |
|
|
La diferencia que hay entre las letras |
|
|
De versos y palabras; pues que tienen |
890 |
|
Muchas letras comunes, y a las veces |
|
|
Los componen los mismos elementos, |
|
|
Mas la totalidad no es resultado |
|
|
De este mismo conjunto; así los cuerpos |
|
|
En la naturaleza diferentes, |
|
|
Aun cuando tengan átomos comunes, |
|
|
Diferir pueden entre sí las masas: |
|
|
Y con razón diremos que los hombres, |
|
|
Los frutos y los árboles hermosos |
|
|
No constan de los mismos elementos. |
900 |
|
No creamos que puede mutuamente |
|
|
Toda especie de átomos unirse; |
|
|
Pues se verían monstruos de continuo, |
|
|
Existirían hombres medio fieras, |
|
|
Y de un animal vivo nacerían |
|
|
Frondosos ramos; se unirían substancias |
|
|
Terrestres a marinas; las quimeras, |
|
|
Lanzando fuego de su horrible boca, |
|
|
Todas las producciones de la tierra |
|
|
Devastarían: mas si nada de esto |
910 |
|
Se hace claramente, pues los cuerpos, |
|
|
Formados todos de elementos fijos, |
|
|
Por una cierta fuerza creadora, |
|
|
Vemos que pueden conservar su especie |
|
|
Particular conforme van creciendo, |
|
|
Preciso es que este orden se conserve: |
|
|
Porque cada animal saca los jugos |
|
|
Que le son más análogos al cuerpo |
|
|
De todos los sustentos que le nutren, |
|
|
Y le dan movimientos convenientes: |
920 |
|
Empero las moléculas extrañas |
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Que no han podido unirse, ni animarse, |
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Ni consentir vitales movimientos, |
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Naturaleza las arroja al suelo, |
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O por una inacción se libra de ellas. |
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Mas por si acaso juzgas que a estas leyes |
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Sólo los animales se sujetan, |
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En toda producción verás lo mismo; |
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Porque como entre sí difieran todas, |
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Es necesario que sus elementos |
930 |
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De diversas figuras se compongan: |
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No porque de figuras diferentes |
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Haya muchos principios; antes nunca |
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Pueden enteramente parecerse |
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Los individuos que resulten de ellos. |
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Y así, esta diferencia de principios |
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Establece también otra forzosa |
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En las distancias, choques, direcciones, |
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En encuentros, uniones, movimientos: |
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Por estas cualidades, no tan sólo |
940 |
|
Distinguimos los cuerpos animales, |
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Antes el mar distinguen de la tierra, |
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Y el cielo de la tierra diferencian. |
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Escucha los discursos indagados |
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Con mi dulce trabajo: no te engañes |
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Quizá creyendo que los cuerpos tienen |
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El color negro, blanco, o cualquier otro, |
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Por ser así también sus elementos; |
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Pues ningún color tienen los principios |
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Que sea semejante o diferente. |
950 |
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Si acaso te parece no poderse |
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Concebir sin color los elementos, |
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Estás muy engañado; pues los ciegos |
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De nacimiento, que jamás la lumbre |
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Del Sol sus ojos vieron, con el tacto |
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Conocen, sin embargo, desde niños |
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Los cuerpos de ningún color teñidos; |
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Así también formarnos una idea |
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Podemos de los cuerpos primitivos |
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Sin que tengan colores. Finalmente: |
960 |
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Cuando tocamos por nosotros mismos |
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A obscuras cualquier cuerpo, no sentimos |
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De qué color o tinte está teñido. |
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Juntemos el discurso a la experiencia: |
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Pues de todo color seguramente |
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Se muda en cualquier otro, los principios |
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No deben padecer estas mudanzas; |
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Inmutables serán forzamente; |
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A no ser que la suma se aniquile: |
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Pues traspasar no puede cuerpo alguno |
970 |
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Los límites que tiene, sin que deje |
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De ser lo que antes era; por lo tanto, |
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No atribuyas color a los principios; |
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No sea que el gran todo se aniquile. |
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Si ha negado, además, naturaleza |
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A los primeros cuerpos los colores, |
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De formas diferentes los adorna |
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|
Que producen matices variados |
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De infinitas maneras. Mucho importa |
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Considerar la situación y mezcla, |
980 |
|
Y aquellos movimientos respectivos |
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|
De los átomos pueden fácilmente |
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|
Dar la razón por qué los cuerpos mismos |
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Que mostraban poco antes color negro, |
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De repente le cambian en blancura |
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Marmórea: cuando vientos furibundos |
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Revolvieron los mares, por qué causa |
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Blanquean como mármoles sus ondas: |
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Puedes dar por respuesta que en un cuerpo |
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|
Si los principios negros a la vista |
990 |
|
Se confunden, se alteran y trastruecan, |
|
|
Y huyen algunos de ellos de su puesto, |
|
|
Puede la superficie de este cuerpo |
|
|
Llenarse de blancura relumbrante; |
|
|
En vez de que si fueran azulados |
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Los principios del mar, no blanquearían; |
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Pues de cualquiera modo que perturbes |
|
|
Los cuerpos azulados, jamás pueden |
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|
Blanquear como el mármol reluciente. |
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|
Mas si el color del mar puro y sin mezcla |
1000 |
|
Resulta de elementos que contengan |
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|
Colores diferentes, como varias |
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|
Figuras y otras formas, se hace un todo |
|
|
Cuadrado y uniforme: convenía, |
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|
Puesto que en el cuadrado se distinguen |
|
|
Muy diversas figuras, que se viesen |
|
|
Así en el mar como en los otros cuerpos |
|
|
Que tienen un color puro y sin mezcla, |
|
|
Colores varios y entre sí diversos. |
|
|
Además, las figuras diferentes, |
1010 |
|
Nada estorban, ni impiden el que tenga |
|
|
El todo exteriormente producido |
|
|
Forma cuadrada, mas la diferencia, |
|
|
En el color elemental destruye |
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|
La total unidad de los colores. |
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|
Se destruye la causa que movía |
|
|
A suponer principios colorados, |
|
|
Porque lo blanco y negro no resulta |
|
|
De blancos o de negros elementos, |
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|
Antes bien de la mezcla diferente |
1020 |
|
De colores; puesto que la blancura |
|
|
De átomos sin color es fácil nazca |
|
|
Mejor que de lo negro o su contrario. |
|
|
Pues si la luz produce los colores, |
|
|
Y su impresión no admiten los principios, |
|
|
El color en los átomos no cabe; |
|
|
¿Qué color podrá haber en las tinieblas, |
|
|
Pues que en la misma luz se altera y cambia |
|
|
Conforme son heridos los objetos |
|
|
Por los oblicuos o directos rayos? |
1030 |
|
No de otro modo que el collar brillante |
|
|
De las plumas que adornan la garganta |
|
|
De las palomas a las veces luce |
|
|
Con encarnado brillo de rubíes, |
|
|
Y a veces entrevera el color verde |
|
|
De la esmeralda con azul celeste: |
|
|
Y del pavón la cola, si embestida |
|
|
Es de copiosa luz, del mismo modo, |
|
|
Según sus diferentes posiciones, |
|
|
Muda colores; luego nacen éstos |
1040 |
|
De la caída de la luz: no pueden |
|
|
Existir sin la luz, por consiguiente. |
|
|
Afectan la pupila el color blanco, |
|
|
El negro, u otro de distinto modo. |
|
|
Nada importa saber qué color tengan |
|
|
Los cuerpos que tocamos; su figura |
|
|
Es lo más esencial: los elementos |
|
|
Necesidad no tienen de colores, |
|
|
Pero sí de figuras variadas, |
|
|
Que exciten sensaciones diferentes. |
1050 |
|
Pero si los colores de principios |
|
|
No están sujetos a figuras ciertas, |
|
|
Y una cualquiera forma de elementos |
|
|
Recibir puede los colores todos, |
|
|
¿Por qué los cuerpos que resultan de ellos |
|
|
No son privilegiados igualmente? |
|
|
¿Por qué el color señala las especies? |
|
|
Nos deslumbraran, pues, con blancas plumas |
|
|
En su vuelo los cuervos de ordinario, |
|
|
Y de negro color, o variado, |
1060 |
|
Negros por lo común fueran los cisnes. |
|
|
Y cuanto más los cuerpos dividamos |
|
|
En partes muy menudas, verás cómo |
|
|
Se mueren y se acaban los colores: |
|
|
Por eso el oro reducido a polvo, |
|
|
La púrpura hilo a hilo deshilada, |
|
|
Pierden su brillo y resplandor del todo: |
|
|
De aquí puedes sacar que los principios |
|
|
Dejan todo el color primeramente |
|
|
Que en el estado de átomos se vean. |
1070 |
|
Y pues forma visible no atribuyes, |
|
|
Ni sonido ni olor a todo cuerpo, |
|
|
Porque no todos a la vista hieren |
|
|
Ni afectan al oído ni al olfato, |
|
|
Debemos concluir que algunos de ellos |
|
|
No constan de color, así como otros |
|
|
No conocen olores ni sonidos: |
|
|
Un ánimo sagaz concebir puede |
|
|
Los cuerpos sin color, del mismo modo |
|
|
Que de otras cualidades despojados. |
1080 |
|
Pero no pienses que naturaleza |
|
|
Haya negado sólo los colores |
|
|
A los principios; el calor y el frío, |
|
|
La tibieza también: y de sonidos |
|
|
Estériles, y ajenos son de jugos: |
|
|
Ningún olor exhalan de sí mismos. |
|
|
Así, cuando compones una esencia |
|
|
De mirra y olorosa mejorana |
|
|
Y de la flor de nardo, que trasciende, |
|
|
Tú la echas un aceite que no tenga |
1090 |
|
Olor alguno ni al olfato envíe |
|
|
Aura suave, porque no corrompa |
|
|
Con su hedor los perfumes de las flores |
|
|
Su vapor, que ha subido en demasía. |
|
|
Y carecen, de olores y sonidos |
|
|
Los átomos que forman a los cuerpos, |
|
|
Porque de sí no pueden enviarlos; |
|
|
Ni son sabrosos, fríos, ni calientes, |
|
|
Ni tibios, sin aquellas cualidades |
|
|
Que causan la ruina de los cuerpos, |
1100 |
|
La flexibilidad y la blandura; |
|
|
Corruptibilidad tener no pueden, |
|
|
Fragilidad, ni mezcla de materia |
|
|
Y de vacío, si a naturaleza |
|
|
Queremos dar eternos fundamentos |
|
|
En los que siempre estribe y se conserve, |
|
|
Y al aniquilamiento no se rinda. |
|
|
Sin embargo, es preciso que confieses |
|
|
De átomos insensibles ser formados |
|
|
Todos los cuerpos que de sentimiento |
1110 |
|
Están dotados; la experiencia misma |
|
|
Apoya esta verdad, no solamente, |
|
|
Sino que te conduce por la mano |
|
|
Y te muestra nacer los animales |
|
|
De insensibles recónditas semillas. |
|
|
Así que vemos del hediondo cieno |
|
|
Nacer gusanos vivos cuando ha sido |
|
|
Podrida con las lluvias abundantes |
|
|
La húmeda tierra: vemos transformados |
|
|
Todos los cuerpos; árboles y ríos |
1120 |
|
Y los prados risueños se convierten |
|
|
En ganados, y en nuestros mismos cuerpos |
|
|
Transfórmase el ganado, y a menudo |
|
|
Con nuestro cuerpo auméntanse los bríos |
|
|
De alimañas y de aves carniceras. |
|
|
Así convierte la naturaleza |
|
|
Todos los alimentos en substancias |
|
|
Vivas, del mismo modo que transforma |
|
|
Áridos leños en fogosas llamas. |
|
|
Y ¿dudarás acaso cuánto importa |
1130 |
|
Considerar la mezcla de los átomos, |
|
|
Su posición y mutuos movimientos? |
|
|
¿De qué naturaleza son los cuerpos |
|
|
Que el mismo ánimo agitan y conmueven, |
|
|
Y en él excitan varias sensaciones, |
|
|
Si niegas que produce la materia, |
|
|
Insensible por sí, sensibles seres? |
|
|
Es cierto que las piedras y los leños, |
|
|
Aunque la misma tierra se les una, |
|
|
No pueden producir el sentimiento |
1140 |
|
De la vida: por eso no pretendo |
|
|
Que los átomos todos sean capaces |
|
|
De componer en un momento seres |
|
|
Sensibles, pero creo de importancia |
|
|
Atender a su número y grandeza, |
|
|
su orden, su figura y movimiento, |
|
|
Y situación; pues nada de esto vemos |
|
|
En troncos y terrones: sin embargo, |
|
|
Por medio de las lluvias, corrompidos |
|
|
Estos cuerpos, parecen gusanillos, |
1150 |
|
Porque sus elementos, removidos |
|
|
Con esta novedad, se unen de modo |
|
|
Que deben engendrar los animales. |
|
|
En fin, cuando establecen que resulta |
|
|
La sensibilidad de los principios |
|
|
Sensibles, y que aquéstos son formados |
|
|
De otros también sensibles, hacen luego |
|
|
Substancias blandas, pues que está juntada |
|
|
La sensibilidad con las entrañas, |
|
|
Nervios y venas, y procede todo |
1160 |
|
De cuerpos blandos y perecederos. |
|
|
Pero aunque sin embargo concedamos |
|
|
Una existencia eterna a estos principios, |
|
|
O ellos deben tener el sentimiento |
|
|
En una parte, o ser animalejos: |
|
|
Mas no pueden sentir por sí las partes, |
|
|
Y el sentimiento de los otros miembros |
|
|
No se les comunica, ni la mano |
|
|
Separada del cuerpo, ni una parte, |
|
|
En alguna manera siente aislada: |
1170 |
|
Luego ellos son perfectos animales, |
|
|
Dotados de absoluto sentimiento: |
|
|
Pues ¿cómo se podrán llamar principios, |
|
|
Y cómo evitarán ellos la muerte, |
|
|
Siendo animales como aquellos otros |
|
|
Que vemos perecer todos los días? |
|
|
Pero aunque concedamos ser posible, |
|
|
¿Su conjunción engendrará otra cosa |
|
|
Que un pueblo numeroso de animales? |
|
|
Así como los hombres, los ganados, |
1180 |
|
Y alimañas por medio de la Venus |
|
|
Engendran hombres, fieras y ganados. |
|
|
Pero si acaso dejan los principios |
|
|
Su propio sentimiento, y toman otro, |
|
|
¿Por qué razón tal cualidad les dimos |
|
|
Para quitarla luego por inútil? |
|
|
Pues si vemos los huevos de las aves |
|
|
En volanderos pájaros mudarse, |
|
|
Y en gusanos hervir la tierra cuando |
|
|
Por abundantes lluvias fue tomada |
1190 |
|
De podredumbre: luego nacer pueden |
|
|
De átomos no sensibles sentimientos. |
|
|
Y nadie piense que nacer pudiera |
|
|
El sentimiento de lo no sensible |
|
|
Por alguna mudanza que se hace, |
|
|
Como del animal en la nacencia |
|
|
Antes que salga fuera, pues más claro |
|
|
Vemos que la radiante luz del día |
|
|
Que no se verifica nacimiento, |
|
|
Sino después de formación interna, |
1200 |
|
Ni se cumple en el ser mudanza alguna |
|
|
Sin una asociación antecedente. |
|
|
De modo que no existe sentimiento |
|
|
Antes que el animal formado sea; |
|
|
Porque antes de formarse andan dispersos |
|
|
Por el aire y las aguas los principios, |
|
|
Y por la tierra y fuego: no han tenido |
|
|
Reunión, ni vitales movimientos, |
|
|
Ni choques de aquel modo conveniente |
|
|
Que inflame los sentidos luminosos, |
1210 |
|
Que al animal custodian y defienden. |
|
|
Y si un choque más fuerte y poderoso |
|
|
Que el que puede sufrir su resistencia |
|
|
Aflige al animal en un instante, |
|
|
Y confunde a la vez las facultades |
|
|
Del ánimo y del cuerpo; y los principios |
|
|
El desorden disuelve, y se suspenden |
|
|
Del todo los vitales movimientos, |
|
|
Hasta que la materia sacudida |
|
|
Rompe del alma los vitales lazos, |
1220 |
|
Y por todos los poros la echa fuera |
|
|
Estando derramada por el cuerpo: |
|
|
¿Qué puede producir un igual choque, |
|
|
Sino alterar y disolver los cuerpos? |
|
|
A las veces sucede, si el ataque |
|
|
Es menos violento, que los restos |
|
|
De vital movimiento vencen, triunfan |
|
|
Y calman los desórdenes del choque, |
|
|
Y vuelven nuevamente a sus conductos |
|
|
Las partes ordenadas que dominan |
1230 |
|
Ya casi a destructores movimientos |
|
|
Señores de la máquina, y encienden |
|
|
El sentimiento ya casi perdido. |
|
|
Por lo que el alma de las puertas mismas |
|
|
De la muerte a la vida es revocada |
|
|
Primero que ceder a los impulsos |
|
|
Que ya casi a la muerte la arrastraban. |
|
|
Pues sentimos dolor en nuestro cuerpo |
|
|
Cuando de la materia los principios |
|
|
De alguna fuerza extraña conmovidos |
1240 |
|
Por las vivas entrañas, por los miembros |
|
|
Se agitan en desorden; y tenemos |
|
|
Blando deleite cuando a su orden vuelven: |
|
|
Inferimos de aquí, que los principios |
|
|
Ni dolor ni deleite por sí tienen; |
|
|
Supuesto que de partes no se forman, |
|
|
Cuyo desorden pueda atormentarlos, |
|
|
O algún fruto coger de alma dulzura; |
|
|
Insensibles por tanto son los átomos. |
|
|
Si hemos de dar sensibles elementos, |
1250 |
|
En fin, al animal para que sienta, |
|
|
Será forzoso, pues, que los principios |
|
|
Constitutivos de la raza humana |
|
|
Den grandes carcajadas, y que bañen |
|
|
Con abundantes lágrimas el rostro |
|
|
Y que penetren los secretos grandes |
|
|
De la sabiduría, y que analicen |
|
|
Sus propios elementos componentes: |
|
|
Pues siendo en su estructura semejantes |
|
|
A todos los mortales, deben ellos |
1260 |
|
Resultar de diversos elementos, |
|
|
Y éstos de otros principios, de manera |
|
|
Que nunca puedas encontrar el término; |
|
|
Yo no me cansaré; siempre que digas |
|
|
Reír, hablar y discurrir un cuerpo, |
|
|
Es preciso que tengan sus principios |
|
|
Las mismas facultades; mas si vemos |
|
|
Ser esa pretensión una locura |
|
|
Y un gran delirio, y si reír se puede |
|
|
Sin principios risueños, si se puede |
1270 |
|
Discurrir y explicarse sabiamente |
|
|
Sin sabios y elocuentes elementos; |
|
|
¿Por qué seres sensibles no podrían |
|
|
Resultar de principios insensibles |
|
|
Que carezcan de todo sentimiento? |
|
|
Todos, en fin, del aire somos hijos; |
|
|
Él es el padre universal, de todos; |
|
|
Y alma tierra la madre: recibiendo |
|
|
De lo alto en gotas líquidas las aguas, |
|
|
Preñada, pare los hermosos frutos |
1280 |
|
Y árboles ledos, y la raza humana |
|
|
Y pare toda especie de animales |
|
|
Cuando les da alimentos con que todos |
|
|
Apacientan sus cuerpos, y disfrutan |
|
|
De dulce vida y sin cesar propagan: |
|
|
Por lo que con razón madre es llamada. |
|
|
Los cuerpos que han salido de su seno |
|
|
Los vuelve en sí a abrazar; y la materia |
|
|
Enviada del aire es recibida |
|
|
En el espacio etéreo nuevamente: |
1290 |
|
No dudes ser eternos los principios, |
|
|
Porque nosotros sin cesar los vemos |
|
|
Dejar la superficie de los cuerpos, |
|
|
Y a las veces nacer y morir luego: |
|
|
No destruye la muerte los principios |
|
|
Así como los cuerpos; su tejido |
|
|
Rompe tan solamente, y los reforma, |
|
|
Y nuevas formas y colores nuevos |
|
|
Hace que estén tomando de continuo; |
|
|
Los obliga también en un instante |
1300 |
|
A dar y recibir el sentimiento. |
|
|
Bien sabes tú cuán importante sea |
|
|
Mirar el orden, mezcla y movimientos |
|
|
Recíprocos que tienen los principios. |
|
|
Pues lo mismo producen mar y cielo, |
|
|
La tierra, ríos, sol y las semillas, |
|
|
Árboles y animales. De igual modo |
|
|
Que en mis versos contemplas diferente |
|
|
La combinación y orden de las letras; |
|
|
Pues aunque las palabras se componen |
1310 |
|
En parte de los mismos elementos, |
|
|
En el orden difieren solamente: |
|
|
Así en los cuerpos de Naturaleza |
|
|
Si cambian las distancias, direcciones, |
|
|
Uniones, gravedades, orden, choques, |
|
|
Colocación, reencuentros y figuras, |
|
|
Serán los resultados muy diversos. |
|
|
Aplícate ahora a la sabiduría, |
|
|
Pues deseo que entiendas las verdades |
|
|
Nuevas que va a exponer ante tus ojos |
1320 |
|
Con nuevo orden de cosas: sin embargo, |
|
|
Como tan fácil opinión no haya |
|
|
Que no sea difícil adoptarla |
|
|
Al principio, y nada hay tan admirable |
|
|
Y tan extraordinario en sus principios |
|
|
Que con el tiempo deje de admirarse: |
|
|
Si el color puro y claro de los cielos, |
|
|
Y el que contienen los errantes astros, |
|
|
De sol y luna el brillo luminoso, |
|
|
Si fuera todo junto presentado |
1330 |
|
A los mortales por la vez primera, |
|
|
Como si lo pusieran de repente |
|
|
Y de un golpe a su vista, ¿qué podría |
|
|
Decirse comparable a estos objetos? |
|
|
¿O qué nación osara la primera |
|
|
Creer posibles cuadros tan grandiosos? |
|
|
Ninguna a mi entender: ¿mas quién podría |
|
|
Sentir ahora admiración tamaña? |
|
|
De la hartura de ver ya fatigados |
|
|
Nadie se digna levantar sus ojos. |
1340 |
|
A la luciente bóveda del cielo. |
|
|
Deja de desechar, despavorido |
|
|
De aquesta novedad, la razón misma; |
|
|
Pésalo tú con juicio más delgado |
|
|
Abraza mis verdades si son ciertas, |
|
|
O ármate contra ellas, si son falsas; |
|
|
Con la razón el ánimo examina |
|
|
Lo que hay del otro lado de los muros |
|
|
Del orbe, en los espacios infinitos. |
|
|
Hasta do quiera penetrar la mente, |
1350 |
|
Y el espíritu libre remontarse. |
|
|
Primero, como dije, es infinito |
|
|
El gran todo hacia arriba. y hacia abajo, |
|
|
Por izquierda y derecha a todos lados: |
|
|
Así lo aclama la experiencia misma, |
|
|
Y lo declara la naturaleza |
|
|
Del infinito: luego si un espacio |
|
|
Se extiende ilimitado a todas partes, |
|
|
Si semillas sin número movidas |
|
|
Por este espacio inmenso nadan siempre |
1360 |
|
Desde la eternidad con mil figuras, |
|
|
¿Es probable que no se haya criado |
|
|
Mas que el cielo y el orbe de la tierra; |
|
|
Que estén en los espacios ulteriores |
|
|
Innumerables átomos ociosos; |
|
|
Habiendo especialmente fabricado |
|
|
Este mundo por sí naturaleza, |
|
|
Y los mismos principios de los cuerpos |
|
|
De suyo por acaso reunidos |
|
|
Con choques y continuos movimientos |
1370 |
|
Enteramente inútiles y vanos |
|
|
Masas particulares produjeron |
|
|
Como mar, tierra, cielo y animales? |
|
|
¿Quién no ha de confesar racionalmente |
|
|
Que forma la materia reunida |
|
|
Otros muchos compuestos como éste, |
|
|
Que el aire abraza en su recinto inmenso? |
|
|
Cuando además materia en abundancia |
|
|
Está dispuesta, y un espacio pronto |
|
|
A recibirla, ni su movimiento |
1380 |
|
Impide algún estorbo, es claro deben |
|
|
Formarse seres; y hay tan grande copia |
|
|
De principios, que no pueden contarlos |
|
|
Aunque se junten mil generaciones: |
|
|
Y si para juntarse en otra parte |
|
|
Tienen la fuerza y la naturaleza |
|
|
Igual a los principios de este mundo, |
|
|
Es preciso confieses que las otras |
|
|
Regiones del espacio también tienen. |
|
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Sus mundos, varios hombres y animales. |
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Además de esto, en la naturaleza |
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No hay un solo individuo de su especie |
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Que nazca y crezca único y aislado, |
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Y que no forme parte de una clase |
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Muy numerosa: en especial observa |
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Animales y fieras montaraces, |
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Hombres y mudos peces escamosos, |
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Todos los cuerpos de las varias aves; |
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Por lo menos diremos precisados |
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Que el cielo, tierra, mar, el sol y luna, |
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Y todo cuanto existe no son cuerpos, |
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E individuos únicos aislados; |
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Antes llegan a ser innumerables, |
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Porque su duración es limitada, |
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Y porque nacen como las especies, |
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Que constan de infinitos individuos. |
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Después del día genital del mundo, |
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Cuando mar, tierra y sol también nacieron, |
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Alrededor del mundo y por defuera |
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Depositó la Suma en emisiones |
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Átomos y semillas infinitas, |
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Con las que el mar y tierra se aumentasen, |
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De do el cielo tomara la materia |
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Que sus altos palacios sustentase |
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Tan lejos de las tierras, y saliese |
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El aire sin cesar; pues que de todos |
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Los puntos del espacio se reparten |
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Los acrecentamientos de principios |
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Con el choque, y se juntan a substancias |
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De su naturaleza; se une el agua |
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Al agua, tierra a tierra, el fuego al fuego, |
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El aire se une al aire; hasta que todos |
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Los seres ha llevado al fin postrero |
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De su crecer la poderosa madre |
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Que todo lo creado perfecciona: |
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Esto se verifica si repara |
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En proporción las pérdidas del cuerpo: |
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La vida entonces queda en equilibrio |
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Por un momento, y la naturaleza |
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Refrena con su fuerza el crecimiento. |
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Pues los cuerpos que ves engrandecerse |
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Con un feliz aumento, y levantarse |
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Lentamente y por grados al estado |
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De madurez, adquieren más que pierden: |
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Mientras todo el sustento fácilmente |
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Circula por las venas, los conductos |
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Ni son tan anchos y diseminados |
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Que gasten y disipen mayor parte |
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De la que ellos reciben: concedamos |
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De los cuerpos las pérdidas ser grandes, |
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Hasta llegar a su postrer aumento: |
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De allí las fuerzas, el valor y brío |
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Se debilitan insensiblemente, |
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Y siempre el animal se desmejora, |
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Pues las emanaciones son mayores, |
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Cuando al postrero crecimiento llega, |
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Cuanto es mayor la masa de los cuerpos |
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Y mayor su extensión: no girarían |
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Todos los alimentos por las venas, |
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Ni con facilidad: naturaleza |
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No puede reparar con mano franca |
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Los hilos abundantes de materia |
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Que sin cesar escapan de los cuerpos. |
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Perecen, sí, de cierto enrarecidos |
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A fuerza de manar, sucumben todos |
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los eternos choques: pues les faltan |
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En su vejez por fin los alimentos, |
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Y en esta postración jamás descansan |
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Los objetos externos de acabarlos. |
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Y domarlos con choques destructores. |
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Así también los cercos del gran todo |
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Por todas partes se vendrán abajo, |
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Reducidos a pútridas ruinas; |
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Porque todos los cuerpos necesitan |
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Ser con los alimentos reparados, |
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Renovados también, y sostenidos: |
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En vano es todo, porque los conductos |
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Por do el sustento pasa, no están siempre |
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Aptos a recibir lo necesario, |
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Ni la naturaleza suministra |
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Todo lo que hace falta. Y ya arrugado |
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De vejez está el mundo, y tan cansada |
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La tierra, que no pare más que apenas |
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Ruines animales, la que un tiempo |
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Parió fecunda todas las especies, |
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Y dio robustos cuerpos a la fieras. |
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Pues la cadena de oro, yo no creo |
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Que haya del alto cielo descolgado |
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Las mortales especies en los campos: |
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Ni azotadoras olas de peñascos |
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Ni el mar las produjeron: las criara |
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La misma tierra, empero sustentadas |
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Al presente por ella; y de su grado |
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Ella crió además los frutos bellos, |
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Y viñedos gustosos a los hombres, |
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Suaves frutos y risueños pastos. |
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Ella misma ofreció primeramente |
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Producciones, que apenas nos concede. |
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Llegar a colmo a fuerza de trabajo: |
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Consumimos los bueyes y gastamos |
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Los fuertes brazos de los labradores; |
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Hierro apenas se encuentra para el campo; |
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Tanto se desmejoran las cosechas, |
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Y tanto van creciendo los trabajos: |
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Ya cuántas veces labrador anciano |
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Suspira meneando la cabeza |
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Al ver frustados todos sus afanes; |
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Y si el pasado tiempo parangona |
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Con el presente, alaba de ordinario |
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La suerte venturosa de sus padres: |
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Se caen continuamente de sus labios |
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Aquellos siglos bienaventurados |
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En que los hombres de piedad henchidos, |
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Más felices, con menos heredades, |
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Recogían cosechas abundosas |
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De aquellos pegujales miserables: |
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No ve que poco a poco todo cuerpo |
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Se va menoscabando, y que se estrellan |
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Contra el tiempo los seres fatigados. |
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Si estas verdades tienes bien grabadas, |
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Libre al momento es la naturaleza, |
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De soberbios señores despojada; |
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Ella misma por sí rige su imperio, |
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Sin dar parte a los dioses. Pechos santos |
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De las deidades que en eterna calma |
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Pasan vida pacífica y serena, |
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Decid: ¿quién de vosotros dará leyes |
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Al Universo, y sus valientes riendas |
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Es capaz de llevar entre sus manos? |
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¿Y hace a la vez rodar todos los cielos? |
1520 |
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¿Y quién con los influjos celestiales |
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En general las tierras fertiliza, |
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Y hace que en todo tiempo nos socorran? |
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¿Quién suspende las nubes tenebrosas, |
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Del cielo atruena la mansión serena, |
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Y lanza rayos que regularmente |
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Los propios templos vuestros arruinan, |
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Y su furor en vano desenvuelven |
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En desiertos, y pasan con frecuencia |
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Al lado de los hombres criminales |
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Y al virtuoso, al inocente matan? |
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