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De Pamplona a Aviñón y París. Las cuentas de un viaje a mediados del siglo XIV (1355-1356)1

Fernando Serrano Larráyoz

Íñigo Mugueta Moreno




ArribaAbajoIntroducción

El interés que en los últimos tiempos han suscitado los viajes de época medieval como fuente histórica para profundizar en cuestiones como rutas, medios de transporte, albergues, cambios monetarios o el abastecimiento y la alimentación de los viajeros, entre otras, ha hecho posible que se hayan ido organizando de forma más o menos intermitente, y más concretamente en torno al ámbito peninsular hispano, una serie de reuniones científicas que han pretendido ofrecer nuevos puntos de vista sobre el tema y, cómo no, nuevas vías de investigación2. Del mismo modo, en los últimos treinta años se han realizado numerosos estudios parciales que han aportado toda una serie de resultados, que lejos de ser definitivos no ofrecen sino breves pinceladas de todo un abanico de posibilidades a tratar exhaustivamente en investigaciones venideras3.

En el presente estudio pretendemos abordar una serie de cuestiones referentes a la vida cotidiana del viajero medieval, pero no de uno cualquiera, sino del que recorre grandes distancias en lo que podemos denominar actitud de servicio, es decir, del enviado o mensajero real4. Así, entre la documentación del Archivo General de Navarra hay testimonios que reflejan con detalle los gastos que realizaron unos mensajeros navarros, entre 1355 y 1356, en el transcurso de su marcha desde Pamplona a Aviñón y París5. Un ejemplo que permite evaluar el devenir de un viaje a través de Navarra, Aragón, Cataluña y Francia, y que viene a ampliar los datos sobre las diferentes circunstancias en que se desarrollaban este tipo de desplazamientos durante la Baja Edad Media. El verdadero interés radica en la posibilidad de establecer comparaciones con otros casos conocidos de la misma época, más aún cuando ya hay editados algunos trabajos sobre la misma temática.






ArribaAbajoLas motivaciones del viaje

La compleja situación política en la que se encuentra Carlos II, rey de Navarra, durante el año 1355, debido al juego de alianzas que mantiene con Juan II de Francia y con Eduardo III de Inglaterra, para lograr la consolidación de sus dominios en territorio francés, obliga al navarro a abandonar el reino a finales de agosto y marchar a Cherburgo para iniciar las hostilidades contra el rey de Francia. Tras unas negociaciones en las que tuvieron una importante participación las reinas de ambos reinos, Juana por Navarra y Blanca por Francia, se firmó el tratado de Valognes (10 de septiembre de 1355), por el que se establecía la sumisión del rey de Navarra al francés, logrando este último desbaratar el temido desembarco inglés en Normandía que Carlos II había pactado con Eduardo III. El acuerdo parecía tan consolidado que Juan II encomendó a su primogénito, el delfín de Francia, la custodia del monarca navarro. Sin embargo, la actitud intrigante del rey de Navarra debió de ser lo suficiente ambigua y peligrosa para que a principios de abril de 1356 fuera apresado y trasladado al castillo del Louvre6. En este marco de intrigas políticas se realiza el viaje de los enviados navarros aquí estudiado. Por estas fechas, a la cabeza del reino de Navarra estaba Luis de Beaumont, infante y lugarteniente del rey, el cual, por los motivos que posteriormente veremos, fue el responsable del envío del canónigo de Tudela, Guillaume de Meaucourt, su maestre del Hostal7 y recibidor de la merindad de La Ribera, a un viaje tan largo.

El primer objetivo de la embajada era entrevistarse con Pedro IV, rey de Aragón, que se encontraba por aquel entonces en Perpiñán. Del porqué y del cómo de lo tratado con el aragonés no se conoce absolutamente nada, aunque podemos aportar algunas conjeturas. Es probable que, a pesar de lo acordado en Valognes, se intentara persuadir al rey de Aragón para aliarse con Eduardo III de Inglaterra, en contra de Juan II de Francia. Tal vez la primera parte de este viaje tuviera relación con otro anterior de Pedro de Rosas8, pero lo cierto es que algo tuvo que ver con el viaje que Juan Cruzat, deán de Tudela, inicia el 23 de noviembre hacia Perpiñán9. Tras este primer encuentro los mensajeros se dirigieron a Aviñón. El fallecimiento del último obispo de Pamplona, Arnaldo de Barbazán, y las posiciones encontradas entre la casa real navarra y el Papa Inocencio VI por la designación de un sucesor fue la principal cuestión a tratar con los cardenales de Boulogne y Ostia10. Dos días después partieron hacia París para encontrarse con Carlos II. Desconocemos las causas del encuentro debido a su carácter «secreto», sin embargo, sabemos que los asuntos debían ser lo suficientemente importantes como para no reflejarlos por escrito11.




ArribaAbajoItinerario

La trascendencia de los asuntos a tratar no parece que complicara en demasía los aspectos de la organización del viaje. Es posible -y nos basamos en conjeturas- que el interés del infante Luis por solucionar, con la mayor brevedad, todas las cuestiones pendientes, provocara cierta precipitación en la movilización de los mensajeros. Parece pues, que la causa del reducido número de acompañantes -al inicio del trayecto solo se especifica la presencia del propio Guillaume de Meaucourt y un mozo12- fue el intento de acortar la duración del trayecto y la necesidad, -a tenor de la importancia que la embajada tenía-, de que pasara lo más desapercibida posible. La salida de Pamplona se realizó el 26 de noviembre de 1355, haciendo un primer alto en Tafalla para comer, y de donde continuaron hasta Carcastillo [68 km] para pasar la noche. El resto del itinerario recorrido fue el siguiente13:

  • Noviembre (1355):
    • - Día 27: Carcastillo, Ejea de los Caballeros, Erla [56, 7 km].
    • - 28: Erla, Puendeluna, Huesca [59,7 km].
    • - 29: Huesca, Pertusa, Monzón [65,1 km].
    • - 30: Monzón, Almacelles, Lleida [51,3 km].
  • Diciembre (1355):
    • - 1: Lleida, Les Borges Blanques, Vinaixa14 [46,2 km].
    • - 2: Vinaixa, Valls, Vilafranca del Penedés [80,5 km].
    • - 3: Vilafranca del Penedés, Sant Climent de Llobregat, Barcelona [64,9 km].
    • - 4: Barcelona.
    • - 5: Barcelona, La Roca del Valles, Sant Celoni [55,7 km].
    • - 6: Sant Celoni, Hostalric, Girona [59,7 km].
    • - 7: Girona, Figueres [39,6 km].
    • - 8: Figueres, La Jonquera [20,1 km].
    • - 9: La Jonquera, Perpiñán [37,7 km].
    • - 10: Perpiñán, Salsas (Salses-le-Château) [16,1 km].
    • - 11: Salsas, Cabbalblanc (Les Cabanes-de Fitou), Narbona [46,6 km].
    • - 12: Narbona, Béziers [32 km].
    • - 13: Béziers, Saint Thibery [22,9 km].
    • - 14: Saint Thibery, Montpellier [54,5 km].
    • - 15: Montpellier, Nimes [53,3 km].
    • - 16: Nimes, Cabeztain (Tarascón?) [24,1 km].
    • - 17-18: Cabeztain, Aviñón [22 km].
  • Enero-febrero (1356):
    • - 3 (enero)-9 (febrero): París, Audili, París.
    • - 10: París, Villeneuve Saint Georges, Melun [48,4 km].
    • - 11: Melun, Nemours, Montargis [68,3 km].
    • - 12: Montargis, Male Taberne, Bonny-sur-Loire [52,9 km].
    • - 13: Bonny-sur Loire, Cosne-Cours-sur-Loire, Charité-sur-Loire [47,3 km].
    • - 14: Charité-sur-Loire, Nevers, Saint Pierre le Moûtier [48,9 km].
    • - 15: Saint Pierre le Moûtier, Moulins, Saint Pourçain sur Sioule [66,2 km].
    • - 16: Saint Pourçain sur Sioule, Aigueperse, Clermont Ferrand [74,6 km].
    • - 17: Clermont Ferrand, Issoire [35,4 km], Albos.
    • - 18: Albos, Ruines, Saint-Chély d'Apcher.
    • - 19: Saint-Chély d'Apcher, Maresqueil (Marvejouls?), La Bastide.
    • - 20: La Bastide, Vezins de Levezou, Millau.
    • - 21: Millau, Saint Afrique, Brusque [57,9 km].
    • - 22: Brusque.
    • - 23: Brusque, Saint Gervais sur Mare [45,2 km].
    • - 24: Saint Gervais sur Mare, Faugères, Béziers [46,7 km].
    • - 25: Béziers, Narbona, Cabane Blanque (Les Cabanes-de-Fitou) [66 km].
    • - 26: Cabane Blanque (Les Cabanes-de-Fitou), Salses-le-Château, Perpiñán [25,4 km].
    • - 27: Perpiñán, La Jonquera, Figueres [58,8 km].
    • - 28: Figueres, Girona, Hostalric [61,4 km].
  • Marzo (1356):
    • - 1: Hostalric, Barcelona [66,1 km].
    • - 2: Barcelona.
    • - 3: Barcelona, Martorell, Pierola [52,1 km].
    • - 4: Pierola, Jorba, Cervera [58,8 km].
    • - 5: Cervera, Castellnou de Seana, Lleida [59,2 km].
    • - 6: Lleida, Almacelles, Monzón [51,3 km].
    • - 7: Monzón, Pertusa, Huesca [65,1 km].
    • - 8: Huesca, Puendeluna, Ejea de los Caballeros [75,8 km].
    • - 9: Ejea de los Caballeros, Tudela [42,8 km].
    • - 10: Tudela, Pamplona [92,5 km].

Pese a que todavía hoy en día queda mucho por hacer en lo referente al estudio de las redes viarias medievales, estos viajes nos permiten comprobar cómo las principales infraestructuras utilizadas, tanto en la Península Ibérica como en Francia eran, en gran medida, trazados de las antiguas vías romanas. Su uso continuó plenamente vigente en siglos posteriores15.

Una de las cuestiones que más llama la atención de los trayectos medievales es el diferente itinerario realizado a la ida y al regreso, no sólo en cuanto a los lugares por los que pasan, sino también por las distancias recorridas16. En este caso la variación de la ruta no es significativa en la parte del trayecto que conocemos. No nos es posible dar respuesta de por qué se detenían en unos lugares y no en otros, aunque quizás tenga que ver con la posibilidad de encontrar alojamiento para comer y descansar. También resulta complicado explicar las causas que influían en las distancias de marcha diarias. Quizás tuviera que ver además con la mayor o menor facilidad de abastecimiento, incluso, tal como propone M.ª J. Fuente Pérez, la duración solar del día debió de influir en buena medida17. Entre noviembre (del 26 al 30) y diciembre (del 1 al 18) los enviados navarros realizaron una media de 49 kilómetros diarios. De regreso, en febrero (del 10 al 28), la media fue de 55, mientras que en marzo (del 1 al 10) fue de 63 kilómetros al día.




ArribaAbajoCuestiones económicas

La duración del viaje, ya se ha visto, fue algo superior a los tres meses. Ello conllevó unos gastos totales de unos 41.708 dineros, contados en carlines negros de Navarra. No obstante, a lo largo de todo el trayecto, en los gastos ordinarios se manejaron monedas diversas, pertenecientes a los vecinos reinos de Aragón y Francia. Así, se encuentran sumas totales de dineros jaqueses y barceloneses en la Corona de Aragón, y parisinos y torneses en el reino de Francia. Se pueden encontrar asimismo las equivalencias entre las diferentes monedas:

Equivalencias del florín de Florencia en el libro de cuentas del viaje
Moneda de referenciaEquivalencia
1 florín de Florencia17 sueldos torneses
1 florín de Florencia11 sueldos y 2 dineros barceloneses18
1 florín de Florencia50 sueldos «moneda de Francia»
1 florín de Florencia17 sueldos de carlines negros
1 florín de Florencia14 sueldos parisinos

Equivalencias de las diferentes monedas con la moneda de Navarra
Monedas foráneasMoneda navarra (carlines negros)19
1 sueldo tornés1 sueldo carlín20
11 sueldos y 2 dineros barceloneses (134 dineros barceloneses)16 sueldos carlines (192 dineros carlines)
12 dineros jaqueses19 dineros carlines
25 sueldos de «moneda de Francia»8 sueldos carlines
7 sueldos parisinos8 sueldos carlines

En la primera parte del viaje, entre Pamplona y Narbona, se utiliza moneda jaquesa, y consta un gasto final de 12 libras, 16 sueldos y un dinero. Si se comprueban las cifras parciales de los 16 días precedentes, la suma estaba perfectamente realizada. No obstante, en el cambio de dineros jaqueses a carlines se produce un notable error contable. La equivalencia de la cantidad señalada en jaqueses, convertida en carlines, según el texto, sería de 20 libras, 5 sueldos, óbolo (unos 4.860 dineros). Sin embargo, tomando la propia equivalencia señalada en el texto (12 dineros jaqueses = 19 dineros carlines), nuestros cálculos estiman que la cantidad oportuna en dineros carlines debiera haber sido unos 3.288. Esta situación se repite en las siguientes sumas parciales. La suma en «moneda de Francia» es de 76 libras, 12 sueldos, 2 dineros, óbolo, cantidad perfectamente obtenida a partir de las sumas parciales. De nuevo el error aparece en el cálculo de la equivalencia en moneda navarra. Según el texto, la equivalencia en carlines serían 26 libras, 2 sueldos, 9 dineros (6.273 dineros carlines). Sin embargo, el cambio de moneda que obtenemos si se aplica la equivalencia que señala el propio documento, arroja una cifra de 5.883 dineros carlines. También en el caso de la suma parcial en dineros parisinos se reproduce este hecho. Si bien la suma de cuentas parciales está bien obtenida (25 libras, 2 sueldos, 4 dineros), el cambio a moneda tornesa produce un error notable: un gasto superior de 1.471 dineros carlines.

Las cantidades anotadas en moneda tornesa comienzan con el regreso de París. Esta moneda se utiliza desde París hasta Narbona y Cabal Blanque (Les Cabanes-de-Fitou). La suma total de moneda tornesa (torneses fuertes) no se transforma a moneda de Navarra (carlines negros), ya que el valor de ambas especies debía ser parejo. Entre La Jonquera y Navarra se utilizaron los dineros barceloneses y jaqueses. En ninguno de estos dos casos cuadran las cuentas parciales, ni tampoco el cambio de dineros barceloneses a la moneda navarra. Por todo ello, e intentando evitar al lector mayores complicaciones de números, se va a aludir a las cifras finales, quizás más esclarecedoras.

Debemos señalar que los sucesivos errores en las cuentas parciales fueron aumentando el gasto del viaje. Es decir, que todos los errores fueron favorables a quien iba a cobrar el dinero, Guillaume de Meaucourt. En cuanto a las cuentas finales, es obligado indicar que no hay una cifra única de gasto. Hemos establecido, como cifra aproximada, un desembolso total de 41.708 dineros carlines negros. No obstante, en el texto hay hasta tres sumas parciales, sin que en un principio se anote un balance final de todo el viaje. Una primera suma parcial, la de dineros jaqueses, y otra segunda en «moneda de Francia», fueron transformadas a dineros carlines. Estas dos sumas corresponden a las monedas utilizadas entre Pamplona y París. Una vez en París cambió el sistema de contabilidad. Todas las sumas se transformaron a dineros torneses y se añadió una suma final de todos los gastos realizados en el retorno de París a Pamplona. Además, cambia en el texto (como se ha visto) el idioma de redacción, que pasa a ser francés. Así pues, las sumas finales del cuadernillo, rectificadas por una mano diferente21, no corresponden a la suma final de todos los gastos del viaje, sino tan sólo a los gastos del retorno de París a Pamplona.

Las rectificaciones citadas añaden los gastos del viaje de ida (alrededor de 46 libras carlines), resultando, éstas sí, unas verdaderas sumas totales. Pero hay que recordar que estas correcciones no fueron anotadas por la misma mano, sino, probablemente, por algún miembro del personal contable del rey de Navarra.

Decimos sumas totales y no suma total, porque hay dos sumas generales: la primera con todos los gastos del viaje y la segunda con un par de deducciones añadidas por desembolsos diversos ya satisfechos. Por lo que a nosotros respecta, nos interesa la primera suma, de 178 libras, 7 sueldos, 2 dineros, óbolo carlines (42.806 dineros carlines). Como se viene apuntando, las cifras parciales se habían «inflado» ligeramente, por lo que el resultado que hemos obtenido por nuestra parte, tras comprobar varias veces las cuentas, es de 40.936 dineros carlines. No obstante, la diferencia no es tan grande como cabe esperar. Ello es debido al tamiz de las rectificaciones realizadas por los oidores de cuentas, que habrían puesto en orden algunos de los errores cometidos en las anotaciones de los gastos. Con todo, según nuestras cuentas, la diferencia a favor de la mensajería fue de 7,5 libras.




ArribaAbajoLos gastos del viaje

Durante el tiempo que duró el trayecto la comitiva se fue abasteciendo de alimentos y de todo lo necesario para su mantenimiento y el de sus monturas por las distintas poblaciones por las que pasan. Esto nos ha permitido, siempre y cuando la documentación lo especifica, establecer las frecuencias de consumo de los distintos alimentos, así como del resto de gastos que se realizan durante el viaje. Lamentablemente, como ya se ha dicho anteriormente, el cuadernillo tan sólo detalla las expensas que se realizan hasta la llegada de los enviados a Aviñón, ya que, una vez que abandonan dicha localidad, los gastos no quedan reflejados más que de forma global.


ArribaAbajoLa alimentación

Una de las principales dificultades que tiene que abordar quien trata sobre temas alimentarios en época medieval es la parquedad de los textos. Debe tenerse en cuenta que la mayor parte de las veces esta documentación no aporta datos como la cantidad, calidad o variedad de los artículos adquiridos. Con todo, la expensa realizada en alimentación de los viajeros hasta su llegada a la corte papal alcanzó aproximadamente la mitad la totalidad de los gastos del trayecto (49%). Un porcentaje que en Navarra fue algo superior -el 64%- quizás debido al poco tiempo que tardaron en abandonarla y en donde no tuvieron que realizar ningún tipo de mantenimiento en las caballerías, salvo las específicas de alimentar sus monturas. Dicho porcentaje -el total- es algo más reducido que en otros trayectos22.

El comportamiento de Guillaume de Meaucourt y su comitiva no difiere de lo que debió de ser la tónica general de la época. Es decir, la frecuencia con la que se compra pan y vino refleja hasta qué punto estos productos se convirtieron en imprescindibles en la dieta. A través de las cuentas se observa que estos artículos son consumidos a diario, destacando el mayor gasto que se hace en vino respecto del pan en la práctica totalidad de los lugares en donde los adquieren. Los gastos en pan alcanzan el 20,44% mientras que en vino fueron algo más elevados: 29,04%; en conjunto ambos productos representan aproximadamente la mitad de lo costeado en alimentación.

La falta de información sobre la cantidad y calidad de estos artículos nos impide valorar otros aspectos de interés. Respecto al pan en ningún caso se cita de qué cereal estaba elaborado, mientras que del vino tampoco tenemos dato alguno. Es de suponer que la mayor parte de las veces este último sería tinto, pero todo esto no deja de ser una conjetura. Por un lado, resulta igualmente imposible evaluar los precios de estos artículos y comparar su valor entre unos y otros, o su coste en los distintos lugares del camino, porque no existe cuantificación alguna que nos permita conocer estos interrogantes. Por otro lado, desconocemos el número concreto de los viajeros que formaban la comitiva, lo que impide que podamos tomar como indicadores los totales de los gastos para poder observar las oscilaciones de los precios (presuponiendo unas raciones fijas por persona).

La compra de carne alcanza el 34,5% del gasto alimentario. Su consumo es diario a excepción de los días en que los preceptos religiosos imponen la abstinencia de comer carne -viernes, sábados y el miércoles de las Témporas de Navidad-. Por lo general, se alude a la carne sin que se especifique en concreto a qué tipo de animal pertenece. Sólo en una ocasión, en Nimes, se anota la adquisición de carne de cerdo. Algunos autores apuntan a que esta definición tan genérica -carne- bien pudiera hacer referencia a la oveja, siempre, entiéndase, en el contexto propio del viaje al que ellos hacen alusión23. En nuestro caso tal acepción puede tener un sentido más general: carnero, vaca u otros ganados.

La compra de pescado solamente se realiza en periodos de condicionamiento litúrgico, por lo que su gasto no resulta elevado -4,82%-. Su consideración en comparación con los productos cárnicos es clara, se consume como alternativa a la carne. Sobre las diferentes variedades adquiridas poco puede decirse, salvo mencionar las sardinas, probablemente secas, compradas en Ejea de los Caballeros, y la merluza de Bretaña, en Huesca24. Las alusiones al pescado se hacen de manera general (pes). Este artículo bien pudo proceder de zonas costeras, como Barcelona, y el de río de las localidades del interior, pero la conservación mediante salazón no impedía, sino al contrario, favorecía que el pescado de mar llegara a zonas alejadas del interior. Otra cosa es que el fresco, si alguna vez lo probaron, se circunscribiera más o menos a los lugares de obtención.

En los días de abstinencia también se adquieren otros artículos como huevos (2,5%), aceite (1,26%) y queso (0,57%). Este último degustado también ocasionalmente en días no preceptivos. La compra de aceite durante este tiempo nos lleva a considerar que era utilizado para freír el pescado en sustitución de las grasas, como el tocino, la manteca o saín, tan habituales en la cocina de la época. Los huevos, además de ser degustados de las más variadas formas, también pudieron servir para preparar algún tipo de rebozado para el pescado25.

No son numerosas las referencias a los productos vegetales, y tanto las variedades como su presencia están condicionadas por el periodo estacional en el que se desarrolla el viaje (invierno). De los artículos utilizados en la elaboración de algunos potajes pueden destacarse las cebollas, habituales en el mercado durante todo el año, o las espinacas y berzas, cuyo gasto tan sólo alcanza el 0,61% de lo expendido en alimentación. Algo más de incidencia en los desembolsos diarios tuvieron los frutos secos y la fruta (1,46%). La segunda mediatizada por la época del año, y cuya mención es genérica -fruta-. De los primeros no habría problema de abastecimiento a lo largo del año: avellanas, higos y uvas pasas.

Resulta notoria las contadas alusiones y el poco gasto que se realizó en especias y condimentos (0, 26%), sabiéndose la consideración que llegaron a alcanzar en la alimentación del hombre medieval. El 29 de noviembre, en Huesca, se adquiere salsa, no volviéndose a comprarse hasta el 13 de diciembre, en Saint Thibery. Con esta denominación se entiende a un conjunto de especias y condimentos generalmente preparadas de antemano26 que no tuvieron por qué gastarse en un solo día sino que muy bien pudieron ser distribuidas durante el viaje. Algo semejante pudo ocurrir con la mostaza comprada en Cabeztain el 16 de diciembre27. Debe entenderse que el escaso aporte presupuestario de las especias en el gasto viene motivado por las pequeñas cantidades adquiridas más que por su bajo coste.

Desglose del gasto en alimentación.

Desglose del gasto en alimentación




ArribaAbajoLos ritmos alimentarios

¿Cuándo se alimentaban los viajeros? La documentación no deja lugar a dudas; las comidas principales eran el iantar o comida del mediodía y la cena al anochecer. No es posible discernir los horarios en los que se debían llevar a cabo, pero debieron de estar influenciados por las distancias entre los lugares por donde pasan, el periodo estacional con las consiguientes horas de luz, y las dificultades del camino (inclemencias climatológicas, imprevistos varios, etc.). Es probable que en los meses en los que los días resultan más cortos estas comidas se realizaran algo antes que en los que se empezaba a notar como se alargaba la jornada (febrero y marzo).

Resulta significativo cómo, por lo general, los gastos en alimentos principales, como el pan, vino o carne, son algo más elevados durante la cena que al mediodía, quizás para tener alguna provisión para antes de la comida del día siguiente28. La ingesta de alimentos entre horas -beuer-, siempre por la mañana, también está documentada de forma particular; habitualmente asociada a los mozos que iban a pie y cuyo desgaste era mayor que el de quienes iban a caballo. En ocasiones también se anota el gasto de vino entre día, en estos casos sin especificar a quién está destinado29.

Frecuencia diaria de la compra de alimentos
Pan100,00
Vino100,00
Carne71,42
Pescado38,09
Verduras23,80
Frutas y frutos secos14,28
Especias y condimentos14,28
Huevos28,57
Queso19,04
Aceite23,80




ArribaAbajoLa hostelería del camino

Como parece ser norma común de la época, los alimentos eran cocinados y se degustaban, por lo general, en algunos de los establecimientos o casas jalonadas a lo largo del camino. Los propios viajeros eran quienes se encargaban de encontrar alojamiento y refugio en donde acondicionar y alimentar las caballerías30.

Resulta interesante la distinción que N. Coulet establece para Francia e Italia, al igual que M.ª J. Fuente Pérez para Castilla, entre mesón, posada y taberna. Parece ser que el mesón y la posada eran lugares destinados principalmente para pasar la noche, mientras que en la taberna se comía y se bebía, aunque en algunas de ellas también se podía pernoctar31. Cuando la documentación hace referencia al pago de ostalage probablemente sólo implique la estancia y no necesariamente la preparación de los alimentos que previamente habían adquirido los viajeros32, mientras que cuando se especifica el pago por tabla et foc o foc et tabla33 entendemos que se hace referencia al gasto del local en donde comen y al fuego (leña) utilizado para preparar los alimentos. La utilización del término ostalage como un concepto general no permite saber si los establecimientos en donde comían y se hospedaban eran lugares preparados o simplemente casas particulares, pero parece que en muchos casos no eran más que viviendas normales, que el propietario acondicionaba para albergar transeúntes34. En estos gastos no se incluía ni la iluminación (candelas), ni la cebada, avena o paja utilizadas para alimentar a los animales cuyas expensas se desglosan de manera individual35.

Desglose de otros gastos no alimentarios.

Desglose de otros gastos no alimentarios




ArribaAbajoOtros gastos

En este epígrafe se pueden incluir todas las expensas realizadas durante el viaje destinadas al mantenimiento de los enseres de las bestias, como el herraje o el arreglo de las sillas36 y otro tipo de pagos puntuales, como a un hombre que les mostró el camino de Erla a Pont de Luna (12 dineros jaqueses), la compra de capazos para transportar las viandas (2 capazos: 8 dineros jaqueses -Huesca-; 180 dineros de «moneda de Francia» -Montpellier-), los impuestos o tasas fiscales, como los pontazgos, que los viajeros tuvieron que satisfacer por utilizar puentes o pontones para sortear algunos ríos en Lleida (5 dineros jaqueses), La Roca del Valles (2 dineros jaqueses) y Cabeztain (36 dineros de «moneda de Francia»), o los 240 dineros que Pedro Martínez de Caparroso recibió para ir desde Barcelona hacia donde se encontraba el infante Luis con letras por significar la venida de los vicarios delo (sic) obispo nueuo de Pomplona a fin que los drechos del seynnor rey fuesen guardados37.








ArribaConclusiones

Las conclusiones aportadas en este tipo de trabajos, tan parciales, es necesario contrastarlas con otros de la misma índole para poder ofrecer datos más generales y a la vez más concluyentes sobre los distintos aspectos relacionados con los viajes y viajeros medievales. Primeramente hemos comprobado que no existe problema alguno en el abastecimiento de alimentos para la comitiva; sin embargo, la parquedad de descripciones de la que hace gala la documentación no permite identificar buena parte de éstos. No obstante, la variedad de productos no fue muy amplia lo que nos habilita para proponer alguna consideración. Los gustos -mejor podría decirse las posibilidades- de Guillaume de Meaucourt son semejantes a los de personajes de parecida consideración social, quedando como modestos si se los compara con otros viajeros38.

La frecuencia con la que fueron adquiridos algunos artículos implica la importancia que éstos tuvieron en la mesa. Pan, vino y carne son consumidos a diario, mientras que el pescado queda reducido a los días que obligaba la Iglesia. Del mismo modo, no es excesiva la compra de huevos, queso y aceite. Los primeros se adquieren durante los periodos penitenciales junto con el pescado con el fin de sustituir a la carne. El aceite también se asocia a periodos penitenciales como ingrediente para la fritura del pescado. Por lo que respecta al queso, las pocas veces que se menciona no tiene porque implicar un consumo poco frecuente debido a que podía conservarse durante gran parte del viaje sin ningún problema. Su buena conservación favorecería que se comiera a diario sin necesidad de comprarlo todos los días. Algo parecido pudo ocurrir con los frutos secos. La fruta solo se anota una vez, y debido a la época del año en que transcurre el viaje (invierno) es muy posible que se tratara de naranjas.

Las principales comidas del día son la del mediodía y la cena -al anochecer-. También a lo largo del camino suelen hacerse una serie de refrigerios para mitigar las penalidades del trayecto. De estas últimas refecciones solían beneficiarse los mozos que acompañaban a los personajes principales debido al esfuerzo que podían llegar acumular ya que, por lo general, solían hacer gran parte del trayecto a pie.

Otro de los aspectos que debemos tener en consideración lo constituyen los gastos del alojamiento. Parece ser que se acogían en lugares donde solamente se les daba cobijo para alimentarse o dormir, sin ninguna otra prestación más que el uso de la cocina, la lumbre y la cama. La preparación de los alimentos corría a cargo de los miembros de la comitiva.

Los pagos de todos los gastos del trayecto se realizaron en moneda del lugar por el que transitan (carlines negros de Navarra, dineros jaqueses y barceloneses, dineros torneses y parisimos y «moneda de Francia»). Estas diferentes especies monetarias se relacionaron entre sí en las cuentas del viaje por medio del florín de Florencia. Llama la atención la importancia de esta moneda, con la que se comparan todas las demás y a través de la cual podemos hallar las equivalencias entre ellas. Por último es interesante comprobar que se utilizan indistintamente y tienen un mismo valor, la moneda tornesa y los carlines negros, a pesar de la fuerte devaluación a la que Carlos II había sometido a la moneda navarra en los cinco últimos años.



De Pamplona a Aviñón y París. Itinerario (1).

De Pamplona a Aviñón y París. Itinerario (1).

De Pamplona a Aviñón y París. Itinerario (2).

De Pamplona a Aviñón y París. Itinerario (2).



 
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