Si quién eres ignorara, | |
Ascanio, ocasión tenía | |
de juzgar a cobardía | |
la lealtad que en ti es tan clara. | |
Mas no por ese respeto | 85 |
te procures evadir, | |
que hemos los dos de reñir | |
en sitio más solo y quieto, | |
hasta que uno quede muerto, | |
mientras el otro procura | 90 |
la quietud que no asegura | |
viviendo tú o yo; esto es cierto. | |
Y así para que no ignores | |
quejas que en la voluntad | |
engendran mi enemistad | 95 |
por gustos competidores, | |
oye la justa razón | |
con que me agravio, y advierte | |
que menos que con tu muerte, | |
no admito satisfacción. | 100 |
La Condesa del Casal, | |
si Serafina en el nombre, | |
también en naturaleza | |
a tanto combate inmóvil, | |
Gonzaga en sangre, y mi prima | 105 |
en deudo, aunque desconforme | |
en la aplicación del alma | |
que me olvida y que te escoge, | |
quedó sin padres tan niña, | |
que apenas dio al tiempo en flores | 110 |
esperanzas su hermosura, | |
sí para mí sinrazones, | |
cuando en la ilustre tutela | |
de mi madre, viuda entonces, | |
ensayando ingratitudes, | 115 |
dio el primer filo a rigores. | |
Criámonos los dos juntos, | |
puesto que en la edad conformes, | |
tan opuestos en las almas, | |
en gustos y inclinaciones, | 120 |
que cuanto yo apetecía, | |
le daba en rostro: desorden | |
bella por varia, que influyen | |
celestes constelaciones. | |
Yo adorándola penaba | 125 |
los instantes que en la noche | |
de su ausencia padecía | |
amorosas privaciones; | |
y ella, en viéndome presente, | |
llorando sembraba en flores | 130 |
desdenes que ya gigantes | |
son de mi imposible montes. | |
Jamás en juegos pueriles | |
pudieron años menores | |
reconciliar amistades | 135 |
ni recíprocas acciones, | |
hasta que aborrecimientos | |
contraponiéndose a amores, | |
pronosticaron desdichas | |
que ya mis males conocen. | 140 |
Creció mi amor con desvíos, | |
si hasta allí niño, ya joven, | |
y crecieron sentimientos | |
más fieros, cuanto más hombre: | |
parece que en Serafina | 145 |
los años y disfavores | |
sobre apuesta se aumentaban | |
al paso que mis temores. | |
Ya en el Abril nuestra edad, | |
a su gusto humilde y dócil, | 150 |
buscaba con que obligarla: | |
tal vez despoblando el bosque | |
de amorosos pajarillos, | |
en azafates de flores | |
nidos la llevaba, o cunas | 155 |
de géminis ruiseñores; | |
tal vez el corzo manchado; | |
y tal discurriendo el monte, | |
la di, por prendarla Venus, | |
al homicida de Adonis. | 160 |
Mil fiestas vestí de galas, | |
mil galas cubrí de motes, | |
mil motes cifraron quejas, | |
y mil quejas dieron voces | |
contra mil ingratitudes | 165 |
que hallando piedad en bronces, | |
en ella solo sirvieron | |
de aumentar desprecios dobles. | |
Como es amor mercader | |
y si no le corresponden | 170 |
quiebra su caudal fallido | |
y por lo más flaco rompe, | |
rompió en mí por la salud. | |
¿Qué mucho? Valientes robles | |
besan las rústicas plantas | 175 |
de quien les duplica golpes. | |
Llegué a la muerte. ¡Ojalá, | |
como perdí las colores, | |
perdiera el último aliento, | |
y ahorrara penas atroces, | 180 |
que aumentando de día en día | |
agravios a indignaciones, | |
para hacerse inexpugnables, | |
buscan celos coadjutores. | |
Vio mi madre mi peligro, | 185 |
y adivinando de dónde | |
procedían los efetos | |
de causas que el pecho esconde, | |
piadosas solicitudes | |
inventaron persuasiones, | 190 |
encaminaron promesas, | |
ruegos, caricias y amores | |
con que obligar a mi ingrata | |
a que añadiendo eslabones | |
al parentesco, aceptase | 195 |
el ser mi amada consorte. | |
Propúsola de mi muerte | |
los infalibles temores, | |
el malogro de mis años, | |
las muchas obligaciones | 200 |
de parienta, de pupila | |
de generosa, de noble, | |
y la crueldad que ganaba | |
con el cielo y con los hombres, | |
ocasionando mi muerte, | 205 |
apoyando persuasiones | |
con lágrimas que ablandaran | |
a los tigres más feroces. | |
Oyó, si no enternecida | |
atenta, importunaciones | 210 |
piadosas, no voluntarias; | |
pidió plazo, y resolvióse, | |
al parecer, a pagar | |
amantes ejecuciones; | |
mas cuando el alma no admite, | 215 |
¿qué importa que el cuerpo otorgue? | |
Diome salud en albricias | |
este contento, y quitóle | |
la suya a mi hermoso dueño: | |
yo convaleciente entonces | 220 |
por ver mi amor admitido, | |
y ella enferma, con un golpe | |
nos dieron la vida y muerte | |
unas mismas ocasiones. | |
Como al paso me aborrece, | 225 |
que quiere mi amor la adore, | |
fue la causa mi esperanza | |
de sus desesperaciones. | |
Llegó, al cabo, visitéla; | |
y ella, eclipsados los soles | 230 |
perdición de mi quietud, | |
cuando de mis gustos norte, | |
gualda el jazmín y el clavel, | |
nublados los arreboles, | |
los granates ya violetas, | 235 |
y el rubio oriente ya noche, | |
viéndose a solas conmigo, | |
animada incorporóse | |
en la cama, y tras un ay, | |
me dijo aquestas razones: | 240 |
«Don Alfonso de Gonzaga, | |
el ordenado desorden | |
de las estrellas distingue | |
las almas y inclinaciones. | |
Si tuvieran las dos nuestras | 245 |
influencias uniformes | |
y la voluntad pagara | |
las deudas que os reconoce, | |
y el cielo imposibilita; | |
el ser, que de un tronco noble | 250 |
en los dos nos da una sangre, | |
que generosa nos honre; | |
la regalada tutela | |
que en esta casa da nombre | |
más de madre que nutriz | 255 |
a quien mis años deudores | |
mi crianza le confiesan; | |
las partes que os anteponen | |
a todos vuestros iguales | |
cuando no a vuestros mayores, | 260 |
¿qué dichas no ocasionaran | |
a darme amor los blasones | |
que su yugo hacen felices, | |
que tu paz hacen conformes? | |
No quiso el cielo, no quieren | 265 |
las opuestas condiciones | |
que en los dos se contrarían, | |
que suerte tan feliz goce. | |
Alonso, yo os aborrezco | |
más que la luz (no os asombre) | 270 |
las tinieblas eternas, | |
la lealtad a las traiciones. | |
¿Qué importará que obligada | |
el sí a vuestra madre otorgue | |
de esposa vuestra, si al fin | 275 |
es fuerza que se malogren | |
mis años, que no pudiendo | |
amaros, ligeros corren | |
en el abril de su curso | |
al mar que las vidas sorbe? | 280 |
Si sois verdadero amante, | |
antepondréis mis pasiones | |
a las vuestras (¿quién lo duda?), | |
y sin sufrir que despoje | |
la muerte, que espero cierta, | 285 |
mi edad en flor, daréis orden | |
de olvidarme, o permitirme | |
que en piélagos no me engolfe, | |
imposibles de vencer; | |
porque antes el primer móvil | 290 |
dejará de arrebatar | |
tras sí los celestes orbes, | |
que yo quereros bien pueda. | |
Esto baste, y esto sobre | |
para quien ama perfeto, | 295 |
o adquirirá fama torpe.» | |
Dijo, y con un parasismo | |
peligroso, persuadióme | |
a los repudios vitales | |
castigo del primer hombre. | 300 |
¡Juzgad vos de qué manera | |
queda quien la sentencia oye | |
capital, y ve sin vida | |
el alma de sus acciones! | |
Sentí... Pero esto se deje | 305 |
a amantes contemplaciones, | |
que cuanto más las pondero, | |
se quedan más inferiores. | |
Volvió en sí desde allí a un rato, | |
y yo con pasos veloces, | 310 |
con desengaños mortales, | |
con homicidas dolores, | |
sin hablarla y despedirme, | |
en un caballo de monte | |
solo, aunque no de pesares, | 315 |
cuando expiraba la noche, | |
salí de Milán, poblando | |
de quejas y compasiones | |
los aires con mis suspiros, | |
con mis desdichas los bosques, | 320 |
deseando hallar la muerte | |
que al infelice se esconde. | |
Pasé a Alemania, y en ella | |
mudando el traje y el nombre, | |
serví al César Federico | 325 |
que allanaba los cantones | |
del esgüízaro rebelde, | |
tudesco y grisón, adonde | |
con solamente una pica, | |
fueron desesperaciones | 330 |
hazañas que me ganaron, | |
si no ventura, blasones. | |
Obligado el César dellas, | |
generoso aficionóse | |
a honrarme, y fueme premiando | 335 |
desde los más inferiores | |
a los cargos más sublimes, | |
hasta fiarme en su Corte | |
el gobierno de su imperio, | |
consultas y provisiones. | 340 |
Como mi apellido y patria | |
negué, y me llamo Don Lope | |
de Haro, linaje ilustre | |
entre Martes españoles, | |
no me conoció ninguno; | 345 |
y así en Milán publicóse | |
mi muerte por la codicia | |
de intereses sucesores, | |
que causándola a mi madre, | |
estados y posesiones | 350 |
dividieron avarientos, | |
perdieron disipadores. | |
Era yo de Castellón | |
y Castelgofredo Conde, | |
que feudatario al imperio, | 355 |
no pueden nuevos señores | |
poseerle, si del César | |
confirmados con el nombre | |
y investidura, primero | |
por dueño no le conocen. | 360 |
A esta causa Serafina, | |
que entre algunos pretensores | |
es la más propincua en sangre | |
a mis estados, valióse | |
de su acción delante el César: | 365 |
y mediando intercesiones, | |
le suplica que en mi herencia | |
la ampare y posesïone. | |
Supo ser yo su privanza, | |
y que sólo por mi orden | 370 |
se gobernaba el Imperio; | |
y buscando protectores, | |
sin conocerme, me ruega | |
que por su justicia torne, | |
y no permita, yo muerto, | 375 |
que ambiciosos la despojen. | |
Halléme heredado en vida, | |
rogado ofendido, y diome | |
la ocasión a manos llenas | |
venganza en satisfacciones. | 380 |
Pero el amor, siempre hidalgo, | |
que crece más con rigores, | |
como Dios perdona injurias, | |
como Rey reparte dones, | |
pudo más que mis ofensas: | 385 |
y burlando opositores, | |
del modo que antes el alma, | |
la rendí mis posesiones. | |
Ya Condesa, y yo por ella | |
de favor y Estado pobre, | 390 |
con Don Alfonso cruel, | |
y amorosa con Don Lope, | |
me escribió agradecimientos, | |
en cuyas cifras esconde | |
deseos que satisfagan | 395 |
mis servicios acredores. | |
Correspondiónos la pluma, | |
y quedéle a sus renglones | |
deudor, si no a sus palabras; | |
porque aumentando favores | 400 |
y terciando medianeros, | |
Federico al fin me escoge | |
por su esposo, y ella alegre | |
fiestas hace y lutos rompe. | |
Bajó el César a Milán, | 405 |
porque en ella se corone | |
de la segunda diadema, | |
hasta que en Roma le adorne | |
con la tercera dorada | |
el mayor de los pastores; | 410 |
saliéndole a recebir | |
entre grandes y barones | |
Serafina, que engañada, | |
al punto que me conoce, | |
alienta aborrecimientos | 415 |
y repudia obligaciones, | |
por no cumplirme escrituras, | |
con frívolas evasiones. | |
Jura malograr sus años | |
antes que esposo me nombre | 420 |
el César, que conociendo | |
quién soy, junta admiraciones | |
a premios, con que la obligue, | |
y su rigor no provoque: | |
temores y ruegos mezcla; | 425 |
mas ¿qué temor hay que importe | |
contra un natural rebelde | |
dispuesto a persecuciones? | |
Ascanio, yo sé que en vos | |
los ojos y el alma pone, | 430 |
después que desengañada | |
mis servicios desconoce. | |
Si de competencias libre, | |
fueron causa sus rigores | |
de voluntarios destierros, | 435 |
cuando a segundarlos torne, | |
¡juzgad vos cuál volverán | |
llevando martirios dobles | |
tormentos hasta aquí simples, | |
y ya con celos disformes! | 440 |
¿Vos premiado, yo ofendido, | |
y que mis años malogre | |
para mi Dafne cruel, | |
para vos tierna Leucótoe? | |
No, Ascanio; o muriendo yo | 445 |
libre vuestra dicha goce | |
bellezas que no merezco. | |
o muerto vos, desahoguen | |
celos un alma que espera | |
salir destas contusiones | 450 |
mañana al amanecer, | |
si acudís (que siendo noble, | |
sí haréis) a Valdearrayán, | |
donde no haya, quien estorbe | |
o la venganza a mis celos, | 455 |
o el triunfo a vuestros amores. | |