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1

Sobre la literatura erótica en el siglo XVIII, vid. M. Di Pinto, M. Fernández Nieto, D. T. Gies, J. P. Guinardi, E. Palacios Fernández, R. Reyes Cano, I. M. Zavala.

 

2

Se conservan composiciones eróticas de Samaniego en diferentes manuscritos, tanto de la Biblioteca Nacional de Madrid (Versos lúbricos, ms. 3729, Cuentos alegres. Cancionero del siglo XVIII, ms. 3751), como de la Biblioteca municipal de Madrid (Cancionero de poesías verdes, ms. L-289-9, caja 81).

 

3

E. Palacios, ed., 1976 y 1991, por la que citamos. En la primera de ellas Palacios menciona la existencia de una edición de 1849, de un tal Alegre, también titulado Jardín de Venus, de la que ignora si se trata de propia invención o de una antología (1976: 33), y de otras dos antologías que contenían varios cuentos de Samaniego, Álbum de Príapo (1820), y Fábulas futrosóficas (1821) (1976: 31).

 

4

Muchos de los términos que recoge C. José Cela en su Diccionario Secreto (Madrid: Alfaguara, 1971) proceden de Samaniego.

 

5

E. Palacios menciona como fuente de esta fábula a D'Ouvile. Sobre este y otros modelos de Samaniego, vid. Palacios 1976: 34 y ss.

 

6

Este voyerismo, que podríamos calificar de ingenuo, es constante en El jardín de Venus. Una de sus variantes más rentables en la producción de la comicidad es la protagonizada por animales, como en El loro y la cotorra (Palacios 1976: 52-53), donde ambos describen al amante oficial de una muchacha los encuentros amorosos de esta con otro joven pretendiente.

 

7

Sobre la presencia de Cervantes en la literatura dieciochesca, vid. J. Álvarez Barrientos, G. B. Palacín, y H. Levin.