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Del oficio del poeta


Rafael Azuar





En poesía -nos decía José Hierro- no nace el asunto antes que su forma, sino que es la forma la que dibuja y modela el pensamiento escondido que, tal vez, ni el propio poeta sospechaba. Hay, pues, una palabra o un grupo de palabras que forman un núcleo generador, a partir del cual surgen sentimientos e ideas, otras palabras que van engendrando el poema, así como la música de dicho poema.

El origen de un poema no es nada consciente o premeditado, nace por sí mismo, de modo que una fuerza misteriosa lo lleva a los labios del poeta. Cuenta en sus memorias Rafael Alberti que, hallándose en París, en el estudio de la radio, durante la última guerra mundial, en una noche llena de temores y presagios, le vinieron a la mente unas palabras: «Se equivocó la paloma. / Se equivocaba. / Por ir al norte fue al sur. / Creyó que el trigo era agua... / Se equivocaba». El ritmo de las palabras se le hizo más intenso, el poema se fue configurando de la inconsciencia a la lucidez, hasta que la canción llegó a su fin.

Confiesa Alberti: «La leí, la releí, no hallándole ni el más remoto rastro del estado que me invadía. Era un misterio su aparición. Abriéndose vuelo entre los cielos y campos de muerte que arrastraba conmigo, aquella paloma había llegado hasta mis manos, traspasándola con aire de escritura a una hoja blanca de papel que tenía sobre mi mesa».

Con razón Edgar Allan Poe, poeta y descubridor del relato moderno, sostenía la idea de que el poema existía per se, y solamente quedaba el descubrirlo. Según Poe, el famoso poema «El cuervo» fue escrito por la poesía misma. Para Poe, el arte de la poesía consistía en la creación rítmica de la belleza. Hay ritmos verbales que danzan, que escapan a la ley de la gravedad y la lógica, como son precisamente esos versos que se llaman inspirados.

Un poeta -decía Unamuno- es el que desnuda con lenguaje rítmico su alma. Unamuno, cuya condición de poeta ha sido puesta en duda por sus trabajos filosóficos, novelas y ensayos, ha sido clarividente respecto al problema de la poesía. «La esencia del mundo es musical -ha escrito-. Toda ley es una ley de ritmo, y el ritmo es el amor». Más tarde fue descubriendo algunas de las leyes del verso; por ejemplo: el soneto es el desarrollo del endecasílabo («porque la rima es una fuente de asociación de ideas y una fuente que no depende de nuestra voluntad. Es el lenguaje que se nos impone»). La idea de Unamuno es interesantísima; por la boca del poeta, del narrador también -recordemos a Cervantes- llega un momento en que nos habla el lenguaje y no el simple hombre mortal.








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