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441

Ibíd., pág. 611.

 

442

Ibíd., pág. 593.

 

443

Ibíd., pág. 601.

 

444

Art. cit., pág. 59.

 

445

O. C., II, pág. 629.

 

446

Íd. El subrayado es mío.

 

447

Troteras, ed. cit., págs. 361-362.

 

448

Es la edad evangélica de la plenitud de la vida pública de Jesucristo y de su Pasión. No carece de interés lo que el escritor responde, desde Estados Unidos (adonde ha ido a casarse), a la indicación de su amigo Miguel Rodríguez-Acosta de que se quedara a vivir allí: «Porque mi 'yo' evidentemente no es mi carne mortal, mi poca carne mortal y mis muchos huesos, no menos mortales; mi 'yo' es mi conciencia y mi historia, es obra del tiempo y del ambiente, se compone de los afectos que he creado, de las ambiciones que he concebido, de los deberes y responsabilidades que hube de aceptar; mi 'yo' son mis amigos y mi patria. América es admirable, pero a los treinta y tres años de edad y con una historia espiritual que está asociada a la historia social de mi país, la expatriación me parece imposible, a menos que mis amigos me faltasen y mi patria me rechazase negándome los medios de vida a que tengo derecho» (epistolario cit., pág. 130; la carta está fechada en Allentown, el 20 de octubre de 1913). Es patético pensar, desde aquí, en el futuro que le aguarda veintiséis años después.

 

449

«Eça de Queiroz y el francesismo», Más divagaciones literarias, O. C., IV, pág. 1185.

 

450

En O. C., II, págs. 273-294. Su autor siempre se había referido a él como El sendero de fuego.