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ArribaAbajoCataluña en los escritores del Realismo y Naturalismo español

Carles BASTONS i VIVANCO


I. B. Jaume Balmes (Barcelona)

Quiero empezar esta comunicación comentando la ambigüedad del propio título. El enunciado puede interpretarse de distintas maneras: presencia de temas y personajes catalanes y su importancia en los escritores castellanos de la segunda mitad del siglo XIX; Cataluña convertida en materia literaria en estos autores; la relación de estos literatos con Cataluña y sus gentes; la recepción de estos escritores y su obra en Cataluña, sin olvidar la visión particular que cada uno de ellos tiene de Cataluña. A lo largo de mi intervención intentaré abordar todas estas cuestiones que, por otro lado, en muchas ocasiones, se entrelazan.

Además, mi deseo es que el tema se plantee en unas coordenadas de literatura comparada de acuerdo con unas afirmaciones del profesor C. Guillén, que yo me permito cambiar ligeramente:

«Mi vocación lector amigo, era (es) irresistiblemente la literatura comparada. ¡Si supieras lo que me cuesta situar un tema español (catalán) exclusivamente en el ámbito de España (Cataluña)!»692



y también en unos supuestos de aproximación literaria -en el sentido amplio de la palabra- entre dos de las culturas más ricas del Estado español.

Y todavía antes de entrar de lleno en materia, otra consideración previa. Convendría aclarar, o por lo menos revisar, los términos Realismo y Naturalismo asociados a la época realista y naturalista. Con ello apunto un tema difícil de tratar: el de los convencionalismos literarios. Sólo dos ejemplos: Galdós escribe, publica y estrena hasta 1918, época que, según la historiografía tradicional, ya corresponde al Novecentismo o a las vanguardias. ¿A qué movimiento se adscriben M. Menéndez y Pelayo, G. Núñez de Arce y G. A. Bécquer, por ejemplo? Para solventar algunos de estos problemas tal vez sería bueno acudir en este caso a la frialdad de los números y establecer una cronología aproximada que abarcaría desde mediados del siglo XIX hasta entrado ya el siglo XX. Y este es el criterio que voy a seguir: fijarme en textos que entren en este periodización y no tener tan en cuenta los autores y los temas, aunque sin marginarlos.693

Por último, en esta especie de introducción, añado todavía que mi comunicación pretende abrir horizontes, aportar nuevas vías de estudio al siglo XIX por la cantidad de aspectos colaterales que se pueden derivar. En definitiva, ser sugerente y cubrir un vacío, dado que aún no existe un estudio sistemático y riguroso694 sobre todo ello.

Ya entrando en materia y después de una primera aproximación a los textos y obras de los autores afectados por nuestra prospección, se puede afirmar que cabe bipolarizar el tema en dos bloques o en dos concepciones. Por un lado, el desdoblamiento de la visión en dos planos:

  • a) descriptivo, periodístico, superficial, ligero, aséptico, plácido, que se podría marcar en positivo.
  • b) ensayístico, profundo, polémico, discutible, casi en negativo, planos que, también hay que decirlo, no son específicos del XIX sino que llegan hasta nuestros días.

Y por el otro en función de la extensión en el tratamiento:

  • a) alusiones ocasionales, esporádicas, sin valor, a manera casi de cita puntual sin mayor trascendencia. Son los casos de A. Palacio Valdés en que aparece un personaje catalán secundario poco afable en La hermana San Sulpicio695 y de «Clarín», en el cuento «El Centauro», incluido en Adiós Cordera, con la alusión a un personaje catalán femenino.696
  • b) Referencias largas, formadas por párrafos que pueden llegar a ser discursos completos, títulos de obras literarias, etc.697

Y esto nos introduce en los agentes o fuentes de acceso a la temática que nos ocupa. Obviamente todo son textos literarios, pero cabe -y es necesario, creo- establecer la distinción entre novela, teatro, periodismo, oratoria, epistolaridad, memorias, diarios u otros menos conocidos como puede ser la presencia y participación de escritores castellanos en los Juegos Florales de Barcelona mediante sendos discursos. De todos los citados merece la pena detenerse brevemente en la correspondencia y en los JJFF.

La correspondencia plantea problemas, dispone de poca bibliografía,698 es un factor importante, la investigación exige paciencia y prudencia, abre muchas perspectivas y constituye un todo calidoscópico ya que toda carta es documento, es crónica, es confidencia, es texto, valores que no vienen al caso estudiar ahora.

En cuanto a los JJFF, se trata de un agente muy puntual, cerrado y centrado en tres años concretos.699

Avanzando en nuestro estudio otro aspecto interesante es el temático. Ya he dicho que no es aquí uno de los ejes vertebradores, pero sí que, aunque sean simples alusiones telegráficas conviene establecer algunas distinciones, como temas urbanos: Barcelona, Girona, Manresa, Solsona, Tortosa; temas rurales alusivos a la montaña, a la costa; el tema de la lengua y de la literatura catalanas; temas ideológico-políticos (Cataluña como región); temas históricos: la guerra de la Independencia, la Semana Trágica; temas basados en las relaciones humanas de amistad, de admiración, de respeto, de discrepancia.

Dejando de lado los dos autores citados, creo que B. Pérez Galdós y J. Mª de Pereda monopolizan bastante la atención. El primero, aparte de que Cataluña incide mucho en su obra, plantea de nuevo la cuestión de la cronología y de los tópicos que al principio he insinuado. Entrado el siglo XX algunos textos galdosianos aluden a temas catalanes700 y, sobre todo, se intensifica su amistad con M. Xirgu.701

En primer lugar, los Episodios Nacionales constituyen un bloque interesantísimo en cuanto al título de la comunicación. Por orden cronológico Gerona (1874), Un voluntario realista (1878), Los ayacuchos (1900), Carlos VI en la Rápita (1905) y Prim (1906), son obras que por el título o por el contenido conectan con realidades de Cataluña.

En segundo lugar, no se olvide la amistad entre B. Pérez Galdós, N. Oller y J. Yxart que se refleja en sendas correspondencias ya publicadas.702 Y también a través de numerosas cartas con catalanes se intensifica una relación fuerte que se despliega en diversos aspectos colaterales.703

Respecto a Gerona es necesario a su vez distinguir entre el episodio nacional de 1874 y el drama de 1893. En cuanto al primero, varios son los aspectos que se pueden tratar en relación a Cataluña: fuentes, toponimia, antroponimia, urbanismo de la ciudad, el folklore (alusión a la sardana), hasta llegar a la plena literaturización de un hecho histórico acaecido en un marco urbano: la propia ciudad de Gerona, como escenario geográfico de unos hechos. Literaturización que llega a la poetización, según una canción tradicional:


«Digasme tú, Girona
Si te n'arrendirás...
Lirom lireta
Com vols que m'rendesca
Si España no vol pas
Liron fa lá garideta
Liron fa lireta lá.»704



Solamente apunto estos aspectos, sin entrar en detalle porque ya han sido estudiados.705

En el drama del mismo nombre, obra ya de madurez galdosiana, es notorio el impacto del asedio de Girona y aparecen algunas diferencias.706 A manera sintética se puede afirmar que en el episodio nacional se describe y narra la gesta y heroicidad de la ciudad, mientras que en la obra de teatro se plasma el drama de la ciudad.

En Los Ayacuchos, es Barcelona la ciudad tratada y descrita en algunos pasajes llenos de patetismo a propósito de la invasión napoleónica.707 He aquí una breve muestra:

«Vi en los Encants los destrozos causados por las balas de cañón, lodo ensangrentado [...] Cerca de la Virgen del Mar y en el Borne he visto también no pocos desastres [...] En la calle de Assahonadors encuentro fúnebres escenas [...] y en la plaza de San Agustí Vell veo una casa derrengada que amenaza caerse En la calle de San Pedro más Bajo hallo un reguero de sangre...»



En Un Voluntario realista son las ciudades del interior de Cataluña las protagonistas de muchos capítulos, o, por lo menos de numerosos párrafos. Manresa, Solsona son los puntos de referencia:

«La ciudad de Solsona, que ya no es obispado ni plaza fuerte ni cosa que tal valga, y hasta se ha olvidado de su escudo [...], gozaba allá por los turbulentos principios de nuestro siglo la preeminencia de ser una de las más feas y tristes poblaciones de la cristiandad [...] La que Ptolomeo llamó Setelsis, se ensoberbecía con la fábrica suntuosa de cuatro conventos [...]708

Manresa tiene buena situación para una defensa; rodéala en gran parte de su circuito el río Cardoner y su planta es enriscada, agria y tortuosa y pendientes sus calles.»709



Y todavía en este recorrido por la geografía catalana no hay que olvidar otro episodio nacional que se enmarca en tierras de Tarragona: En Carlos VI en la Rápita aparecen esporádicas descripciones de Tortosa, Amposta, S. Carlos de la Rápita, la desembocadura del Ebro, etc.710

Todas estas referencias se podrían adscribir a uno de los bloques que más arriba he tratado. En el otro cabe incluir el tratamiento más comprometido de temas, como es el caso de la postura de Galdós ante la lengua catalana. Así son muy significativas unas afirmaciones, bastante conocidas:

«Lo que sí le diré es que es tontísimo que V. escriba en Catalán. Ya se irán Vds. curando de la manía del catalanismo y de la renaixença. Y si es preciso, por motivos que no alcanzo, que el catalán viva como lengua literaria, deje V. a los poetas que se encarguen de esto.711

«No puede figurarse el desconsuelo que siento al ver un novelista de sus dotes, realmente excepcionales, escribiendo en lengua distinta del español, que es, no lo dude, la lengua de las Lenguas; y no me venga V. con la sofistería de que solo siente en catalán...»712



Y pasando a otro escritor realista importante, destaca la figura de J. Mª de Pereda. Su relación con Cataluña ha sido estudiada por el profesor L. Bonet en el prólogo a su edición de La Puchera.713 Aquí sólo quiero dejar constancia de la evolución ideológica ante el catalanismo y su actitud de defensa de la literatura catalana ante periodistas madrileños:

«Lo derecho, lo regular, sería que ustedes aprendieran el catalán para leerlos y saborearlos como deben, porque a ello les obliga la profesión, ya que les falta el entusiasmo...»714



y también en los Juegos Florales de 1892:

«... Lo renaixement gloriós de vostra literatura riquíssima, á la gran ciutat, regina del Mediterrani, empori de cultura y de las arts industrials y al poble tot de Catalunya, al poble artista, per excelencia inteligent y travallador, honra y gloria d'Espanya.»715



En cuanto a los escritores naturalistas es obligada la alusión a E. Pardo Bazán por su entusiasta visión de Cataluña y por las referencias a Barcelona y sus alrededores. Sin embargo, no entro en su análisis dado que en este mismo Coloquio se presenta una comunicación sobre el tema716 y además el profesor L. F. Díaz Larios publicó en su día la correspondencia entre Dña. Emilia y V. Balaguer.717

Conviene en esta breve panorama no olvidar a V. Blasco Ibáñez. En una novela tardía, ya del siglo XX, describe el ambiente portuario de Barcelona.718

Y nos quedan en esta ojeada dos autores tradicionalmente no realistas ni narradores pero cuyas vidas discurren sí en la época del Realismo y del Naturalismo. Son M. Menéndez y Pelayo y G. Núñez de Arce, a los que se podría agregar F. Giner de los Ríos en una dirección más de pensamiento y ensayo ideológico.719 Es sabido que la biografía intelectual y literaria del primero pasa necesariamente por la Universidad de Barcelona. Así lo reconoce en dos textos que vale la pena reproducir:

«Sino perque essent lo castellà ma llengua nadiva, degui a Catalunya una part molt considerable de ma educació literària, y català fou lo més savi y 'l millor de mos mestres, y tot això 'm lliga estretament a Catalunya.»720



En Autobiografía de 1908 se lee:

«Tenía pues la universidad barcelonesa en 1870 sus dotes características [...] y por ellas había conquistado sin ruido ni aparato externo cierta personalidad científica, una vida espiritual propia, aunque modesta, que daba verdadera autoridad moral á alguno de sus maestros. Mostró (la universidad) desde los primeros días un sentido histórico y positivo, de pausada indagación y recta disciplina [...] En esta escuela me eduqué primeramente...»721



además de su profunda amistad con M. Milà i Fontanals, y de su participación ya citada en los JJFF de 1888 en presencia de la reina Regente.

Y todavía más conexiones: Las opiniones favorables que formula sobre catalanes ilustres. Son elogios dedicados a J. Balmes722 y R. Llull723. He aquí unos comentarios sobre el segundo:

«...La vida de Raimundo queda más poética que la de otro filósofo alguno, puesto que no se pasó en la lobreguez de las aulas, ni en el silencio del claustro ó de apartada estancia, sino que se esparció y derramó por el campo de la acción, como verdadera vida, no de contemplador estéril, sino de misionero y propagandista cristiano, y (digámoslo así) de caballero andante del pensamiento [...]

[...] En castellano hablaron, por primera vez, las matemáticas y la astronomía, por boca de Alfonso el Sabio. En catalán habló, por primera vez, la filosofía, por boca de Ramon Llull.»



Y esto me lleva a otra perspectiva, acaso menos conocida, pero suficientemente atractiva para apuntarla aunque sea sólo como tema colateral; el trato que reciben los escritores catalanes por parte de los historiadores castellanos de la literatura. Nada más un ejemplo: el P. F. Blanco García a propósito de Ausias March, dice:

Ausias March († en 1459) descuella entre todos con imponderable ventaja, y simboliza un género de arte tan suyo, tan entrañablemente subjetivo y á la vez tan profundo y filosófico, que á duras penas cabe compararlo con el de ningún otro autor.»724

Todavía nos quedan dos escritores más: G. Núñez de Arce que presento casi en telegrama y G. A. Bécquer, cuya relación con Cataluña estudia en este Coloquio el profesor Joan Estruch.725

En el escritor vallisoletano en textos del mismo año -1886- convergen las dos actitudes antes reseñadas: la política por medio de un discurso centralizador, centralista y centralizante:

«Decidiéndome por fin á ofreceros como asunto digno de vuestra reflexión, el estado de las aspiraciones del regionalismo en Galicia, País Vascongado y Cataluña, en cuyas comarcas aparece con formas, por cierto bien distintas, pues mientras en algunas se contiene dentro de los límites de una amplia descentralización administrativa, va en otra hasta proclamar audazmente la ruptura de todos los lazos nacionales, y por ende el aniquilamiento de nuestra gloriosa España...

Analizando este movimiento, desde sus primeros asomos literarios hasta sus últimas ruidosas manifestaciones, es como podremos apreciar con exactitud su verdadero propósito [...]

Protesto contra las armas que esgrime el catalanismo turbulento para desacreditar á la patria española, como si le animase [...], el siniestro designio de encender otra vez entre pueblos hermanos la terrible guerra civil.»726



y la periodística: en tono descriptivo habla de las tierras del Ebro: S. Carles de la Rápita, Los Alfaques, Tortosa, etc.:

«... Entrábamos en San Carlos de la Rápita; esta población es [...] el germen de un gran pensamiento. Carlos III había resuelto hacer de ella un sitio real, una ciudad importante y un gran puerto [...] Próximo a la desembocadura del Ebro y situado á la entrada del puerto natural de los Alfaques, el más capaz, y con poco trabajo el más resguardado del Mediterráneo, San Carlos habría podido ser [...] el verdadero centro mercantil y marítimo de la antigua corona de Aragón [...] San Carlos de la Rápita es el presentimiento de una grandeza antes muerta que nacida».727



Para acabar ya, he aquí unas conclusiones provisionales a manera de recapitulación:

1. Es necesaria acaso una revisión de los convencionalismos. ¿Por qué se ha aludido a Galdós y se ha eludido a Unamuno que ya en un discurso de 1887 en Bilbao, habla de la lengua catalana?728 Por puro convencionalismo.

2. Cataluña suministra material a los escritores castellanos del XIX y se convierte en materia prima de muchas obras.

3. Se dan dos tratamientos: uno suave, plácido, descriptivo, neutro; otro expositivo, grave, agudo, profundo.

4. Cuando se entra en esta dirección, la visión de Cataluña deviene negativa, centralista, rozando casi la incomprensión.

5. Este tema abre muchas posibilidades a manera de sugerencias: visión parcial de cada autor; importancia de los epistolarios; las relaciones bilaterales: V. Balaguer y E. Pardo Bazán; B. Pérez Galdós y sus relaciones con J. Yxart, con N. Oller, con ilustradores catalanes, (A. Mestres y J. L. Pellicer); M. Menéndez Pelayo y M. Milà i Fontanals, y tantos otros escritores e intelectuales del siglo XX, algunos ya estudiados de forma global o parcial.729

6. Resultaría muy interesante analizar el grado de receptividad de todos estos escritores en Cataluña (viajes, ediciones, estrenos teatrales, comentarios periodísticos a sus vidas y obra, colaboraciones en la prensa de Cataluña, etc.).

7. Abre la perspectiva inversa, es decir, la visión que desde Cataluña han tenido los escritores catalanes de la realidad plurilingüe y pluricultural llamada España. Pero esto complica mucho las cosas a nivel político, autonómico, erudito, ideológico e, incluso, didáctico. Dejémoslo para mejor ocasión.