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Derrota de Alboacén, Rey de Granada, en Cieza (6 de abril de 1477)

Andrés Guardiola y Aragón





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En sus Memorias históricas de Murcia, sobre el año 1477, el erudito Cascales pasa por alto la narración de la victoria que en Cieza obtuvieron contra el rey moro de Granada las pocas tropas acaudilladas por el egregio capitán D. Andrés Guardiola y Aragón. Bien merecía este insigne caudillo compartir los honores del triunfo que alcanzaron entonces las armas cristianas; y como quiera que la historia, siempre imparcial, no ha de deshojar los laureles con que el autor murciano ciñe la frente del noble Adelantado D. Pedro Fajardo, tampoco ha de rehusar el oir y hacer escuchar el parte, modelo de estilo rápido, claro y breve, que despachó D. Andres sobre el campo de batalla y, es del tenor siguiente1:

Al concejo de Justicia, Cavalleros hijos-dalgo y homes buenos de la villa de Jumilla (á quien Dios mantenga) Andres Matheo de Guardiola y Aragon, Mayordomo mayor del Infante de Aragón don Enrique, é Alcayde de la villa y fortaleza de Jumilla y Capitan General de esta frontera y Marquesado de Villena por merced de Rey y Reyna mis Señores (á quien Dios mantenga) y al Concejo, Justicia, Caballeros hijos-dalgo de la villa de Jumilla,   —527→   Salud, como aquellos para quien queria diesse Dios mucha honra y buenaventura. Sabed honrrados Señores, que Nos aviendo partido de essa villa aier savado con mill é setecientos de á cavallo é tres mil é quinientos infantes que Nos sacamos de este Marquesado é frontera, llegamos oy domingo primero de Pascua de Resureccion, un hora antes de amanecer á esta desdichada villa de Cieza y, mas de una legua antes cogieron los nuestros un home sospechoso y sin armas, y á el qual aviendole yo atormentado su cuerpo confesó ser Moro espia imbiado por el Rey Muley Alboacen de Granada para dar aviso como Nos veniamos ya en su seguimiento, y Nos confesso que el Rey quedaba saquendo la villa de Cieza y que la tenia cercada desde aier sabado antes de amanecer, é cogió toda la gente dentro, homes, é mugeres sin escaparse nadie, y que traia quatro mill de á cavaIlo y treinta mill infantes para entrar talando y asolando la tierra de nuestra frontera y Marquesado empezando por essa villa, por saver que Nos estabamos ausentes de ella en la corte con Sus Altezas y marchando con nuestro sin facer ruido llegamos aun no claro á esta desdichada villa, y fallamos que el cruel Rey, tenia cargado el saco y dexaba pasados á cuchillo fasta cient personas homes, niños y mugeres las mas que ahora Nos acabamos de facer enterrar, é como su gente una hora antes que Nos llegasemos empezaba á caminar apriesa llevando la caballeria adelante el cruel Rey, que en la retaguardia venia, mandó pegar fuego á toda la villa, la qual por espacio de una hora, marchando como ibamos, la vimos arder y quemarse y con el gran fuego, luces y algazara que tenian no nos sintieron, fasta que en nombre de Dios empezamos a dar sobre ellos porque estaban seguros y sin recelo de Nos como avemos dicho y aviendo pues llegado Señores a esta desdichada villa, que aun no era claro, fallamos al cruel Rey moro y á toda su gente sin orden ni concierto en esta manera: toda su cavalleria fasta seiscientos ginetes que le quedaban, toda la demas avia ya pasado adelante con casi la mitad de su infanteria y gran parte de los cautivos de esta villa, é la otra mitad de su exercito y mas que aun no avia pasado, estaba en esta, que serían poco mas de diez y seis mil Infantes y fasta seiscientos   —528→   ginetes; en este cuerpo estaba el Rey Alboacen en lo mejor de su exercito con muchos Alcaydes y todo el robo de ropa, ganados é la maior parte de todos los cautivos é nos fallamos su exercito assi como avemos dicho; sacamos del nuestro dos esquadras grandes en esta manera. La una de piqueros por si venia la cavallería y con ellos muchos vallesteros é tras estos una manga volante de espadas desnudas. La otra esquadra fué de ginetes lanceros con una tropa de hombres de á pie con espadas desnudas; y el cuerpo do estaba la demás gente: de nuestro exercito mandamos poner en la frente de el una media luna de gente de á caballo, y tras estos otra media luna de homes de á pie con espadas desnudas. Siendo pues descubiertos, la que hacia claro, comienzan los nuestros a tañer las trompetas y cajas diciendo: Santiago. La una esquadra de la cavalleria arremetió de improviso por la parte de avajo, é como estaban marchando sin orden y concierto, rompió el exercito del moro, é lo dividió, é dividido la mitad de el en que iba la caballeria, comenzó luego á fuir apriesa, é la nuestra caballeria dando sobre ellos entro é atropeyolos y derrotolos sin resistencia alguna, é luego los homes de á pie con espadas desnudas entraron pasando a cuchillo los hombres atropellados: estos hicieron notable estrago y asolamiento en los que quedaron, por que los demás se pusieron en fuida. Mientras los nuestros andaban assi, la otra mitad del exercito contrario arremetió sin orden ni concierto a la otra esquadra nuestra de parte de arriba, que eran homes de á pie, piqueros é vallestros; y esta esquadra nuestra no pudiéndola romper, les detubimos el paso, que si las rompieran, sed ciertos que acabaran con Nos sin que quedara nadie, por mas caballeria que tubieramos, porque esse segundo cuerpo era de mas de diez y seis mill infantes. Con lo qual las dos medias lunas, que teniamos en la frente de nuestro exercito partió la primera de los homes de á caballo, rompiendo por medio de ellos, faciendo grandes fechos; á los cuales siguio luego la otra media luna de los homes de á pie con espadas desnudas haciendo en ellos el destrozo y asolamiento que los pasados hicieron en el primero esquadrón, con lo qual viendo que la cavalleria facia tal ruina   —529→   en ellos, aventurando la demas cavallería en nombre de Dios, dioles otro encuentro con lo qual de todo punto se acabaron de poner en huida dexando la vatalla, é Nos luego mandamos que la misma infanteria corriese el campo y passase a cuchillo todos los feridos y atropellados fuera de infinitos que se nos escaparon feridos de la vallesteria, lo qual avemos fecho con la aiuda de Dios y del glorioso Apóstol Santiago, Patrón de esta villa, por ser Nos de ella, é ser esta de su orden é cavalleria, sed ciertos Señores que el Santo por la mucha fee que tenianlos vino en ayuda de Nos ó Nos a diferido dar esta victoria para que Nos en la tierra seamos mas honrados; tomámole en esta batalla todo el carruaje del saco ó robo que avian fecho é gran cantidad de ganarlos que acia aca traían y vacas, é la maior parte de los captivos, é habemos ganado quince vanderas y siete pendones con el del Rey Alboacen y su cuerpo pudimos prehender, por que estaba en el segundo cuerpo de su exercito que nos dividimos y atropellamos, mas no fue conocido por haberse quitado las vestiduras reales que los nuestros fallaron después. Los moros atropellarlos que avemos pasado á cuchillo pasan de mas de seis mill é quinientos, de que somos ciertos entre ellos muchos Alcaydes fuera de infinitos que Nos fueron; duro la batalla desvíe el amanecer hasta casi medio dia y entre los capitanes que mas se señalaron en esta batalla fue el capitan Alonso Perez de los Cobos, capitan de los de Arevalo de essa villa y á quien se le atribuie toda la victoria, porque el con su compañía rompió el exercito y lo dividió y atropelló faciendo poner en fuida casi la mitad del exercito y cogió el estandarte real y pudo prehender el cuerpo de el Rey mas no conoció como avemos dicho; Luis Abarca capitan de infanteria de essa villa entró con las compañías de Yecla, Tobarra y Montealegre y passó á cuchillo los feridos y atropellados; Francisco Serrano y Miguel Lozano, su sobrino, capitanes de los piqueros é ballesteros, detuvieron el paso al segundo cuerpo del exercito que eran de mas de diez y seis mill infantes; señalaronse tambien Aparicio Fernández y, Pasqual Matheo y sus cuatro hermanos y sus primos; los Abarcas, fixos del Capitan, é tambien Diego Ruiz é sus fixos; los dos hermanos   —530→   Herreros é Martín Quadrado y Miguel Ramón de la Calle é Diego Thomas el Mozo Alferez de la nuestra seña y pendón; señaronse tambien Pasqual Martinez é Juan Ramón de la calle, su primo, los quales prendieron á Laver Malique Alcayde de Vaza, y estando en esta porfia llegose á ellos Alfonso Ximenez de Notal con un pedazo de lanza que tomó del suelo y dixo: «Caballeros cesse la porfia y ocupaos en matar moros que esse honrrado Alcaide no es de ninguno de vosotros sino del diablo como vereis luego» y diole una lanzada por el pecho que le mató; que todos tres sobre el caso vinieron ante Nos como á Capitan General para que los juzgaremos. El capitan Rodríguez de Villena é los Alcaydes de Almansa y Hellin no parecen fasta ahora ni vivos ni muertos. Los feridos nuestros son pocos é los muertos tambien. Esto, señores cavalleros, escribimos, para que sepades el valor de los muertos y alabedes á Dios; é todo esto señores facedlo saver á la noble dueña doña Jinesa mi muger que presto seremos en su compañía é facedlo saver tambien á los Alcaydes de los castillos de la frontera y Marquesado porque Nos quedamos cansados y ocupados en el reparo de esta villa y quedamos escriviendo para Sus Altezas vuestros fechos porque vos honren y fagan mercedes. Del noble Pedro Faxardo, Adelantado de Murcia, viene ahora á Nos un home á cavallo y nos face saber, como ha llegado a su villa de Molina é viene con la cavalleria de Murcia en ayuda de Nos. Dios os guarde, Nobles cavalleros de este campo de Cieza, oy Domingo de Pasqua, mill y quatrocientos y setenta y siete.







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