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ArribaAbajoIntendencia del Cuzco

La Intendencia del Cuzco comprende 102 doctrinas, 1 ciudad, 2 villas y 131 pueblos anexos, habitados por 216.382 almas: 315 clérigos, 474 religiosos, 166 religiosas, 113 beatas, 31.828 españoles, 159.105 indios, 23.104 mestizos, 993 pardos libres y 284 esclavos, distribuidos en 11 partidos por el orden siguiente:

Cercado del Cuzco
Abancasy Paruro
Aimaraes Chumbivilcas
Calca y Lares Tinta
Urubamba Quispicanchi
Cotabamba Paucartambo

I

Cercado del Cuzco

Es la gran ciudad del Cuzco la más antigua de cuantas hay en el Perú, pues en ella tuvo principio el vasto imperio de los Incas, fundándolo como base de él su primer emperador Manco Capac, y poblándolo con los primeros indios que le dieron voluntariamente obediencia. Dividiola en dos barrios   —288→   que llamó Hanam-Cozco y Hurin-Cozco, esto es, Cuzco el alto y Cuzco el bajo, por haberse aquél poblado con los indios que el Inca atraía por sí, y éste con los que reducía Mama-Ollo su mujer, sacándolos de las campañas donde vivían esparcidos. El primero corresponde al septentrión, y el último a la parte austral. La primera población era de casas o de chozas humildes; pero se fue engrandeciendo a proporción que el imperio se dilataba. De modo que, cuando los españoles entraron en aquellos países, no tuvieron poco que admirar al ver su gran extensión y capacidad, la suntuosidad de los templos del Sol, la majestad de los palacios de los emperadores Incas, y la grandeza con que se manifestaba muy bien ser la silla de los emperadores y la cabeza de todo el Imperio.

Entró en ella don Francisco Pizarro por el mes de octubre del año 1534, y tomó posesión en nombre del emperador Carlos V. A esto se siguió el ponerle sitio el Inca Manco reduciéndola a cenizas casi toda, bien que sin poder conseguir su principal intento que fue la dejasen libre los españoles y se retirasen, a cuyo fin arbitró este modo de conseguirlo o precisarlos a ello; de lo que desistió al ver que todas las fuerzas de un formidable ejército contra un pequeño número de españoles, la repetición de las batallas, ni la constancía de mantener el cerco con mayor fervor, no eran bastante a su logro.

Está plantada esta ciudad en un sitio desigual donde las pendientes o faldas de los montes la sirven de base, no proporcionando otro más cómodo la inmediación en que está de ellos. A la parte N sobre uno que le cae más cercano pertenecen los vestigios de la famosa fortaleza que los indios fabricaron allí para su defensa, y por ella se deja conocer que intentaron con un gran muro cerrar el monte para que, impedido así el paso a los enemigos hacia la ciudad, dificultase la subida lo áspero del repecho y su altura, facilitando al mismo tiempo la defensa a los de adentro. Está construida la fortaleza de piedras de un tamaño tan enorme que no bastan mil hombres para moverlas, no siendo fácil comprender cómo las fuerzas humanas, sin el auxilio de máquinas, las pudieran conducir de los parajes de donde las sacaban hasta el   —289→   sitio donde están. En los huecos que forman las irregularidades entran otras pequeñas a proporción, componiendo entre todas unos ajustes tan sutiles que sólo la vista puede percibir su separación. Una de las grandes se halla allí sin colocación porque, a la cuenta, no se había determinado todavía el lugar de su destino, y es tan disforme en su tamaño que no atina el discurso a discernir cómo tuvieron industria para llevarla hasta allí. Llámanla vulgarmente la piedra cansada, sin duda porque su excesiva corpulencia se granjeó con la dificultad de su conducción este epíteto. Las obras interiores de esta fortaleza, donde había otras dos cercas y viviendas, están en parte arruinadas; pero la exterior existe.

Todavía se ven también los vestigios de los caminos subterráneos que conducían desde los palacios de los Incas a la fortaleza. Están labrados en forma de diente como ruedas de reloj, de modo que hasta cierta distancia no permitía el paso más que a un hombre de medio lado, por entre uno y otro diente; después podían ya caminar dos personas juntas, pero se iba a salir por un peñasco labrado a mano con el mismo artificio que el de la entrada. Este medio discurrió la prudencia humana para la seguridad de algún suceso repentino, pues así un solo hombre podía defenderse con la misma confianza que un ejército.

La extensión del Cuzco es, con poca diferencia, igual a la de Lima. Por la parte de S y O la rodean el monte anterior de la fortaleza, con otros que se van prolongando, a quienes dan el nombre de cenca; pero por la del SE se extiende un llano, y por allí hay salidas muy hermosas y divertidas. Tiene la ciudad muy buenos edificios, calles anchas y plazuelas desahogadas.

La mayor parte de las casas están fabricadas de piedra y techadas con unas tejas de color muy rojo que hacen su vista agradable. En lo interior son bastante capaces y están bien adornadas; las molduras de las puertas están todas doradas, y a este respecto corresponden los techos y otros adornos y muebles. Atraviesa la ciudad un gran arroyo llamado el Huatanay; goza de bastante agua, aunque no es saludable,   —290→   conducida por cañerías de cerca de una legua, y distribuida en varias fuentes. Su temperamento es inconstante, aunque regularmente frío; sin embargo es sano.

Tiene el Cuzco una famosa iglesia Catedral fabricada de piedra colorada que tira a parda, con buena portada. Es cabeza de obispado, y su Cabildo eclesiástico se compone de cuatro dignidades, seis canónigos y tres racioneros. Las rentas de este Cabildo ascienden anualmente a 13.289 pesos 6 reales, y las de la mitra a 21.858 pesos. Además de la Catedral hay otra de las Sagradas Religiones de excelente fábrica. La de la Compañía, que hoy se mantiene cerrada, construida de piedra labrada que parece talla; la de San Agustín, que se está fabricando y está muy adelantada, se compone de tres naves de piedra de muy buenas labores; la de San Francisco, que tiene tres hermosos claustros con la vida del Santo y la marquería toda dorada, lo mismo que los demás conventos del Cuzco, donde hay muy pulidos pintores y no se halla retablo que no esté pintado; Santo Domingo, Nuestra Señora de Belén, patrona de la ciudad, a la que está contiguo un Beaterio de muchas vírgenes recogidas al servicio de dicha soberana imagen. Ésta la hallaron unos marineros en el Callao, fluctuando en un cajón en el cual se encontró esta inscripción: Nuestra Señora de Belén para la ciudad del Cuzco. -Contigua a la Catedral, y a su izquierda, está una iglesia de tres naves muy hermosas; y a la derecha otra que se titula de Jesús y María. La de la izquierda es dedicada a Nuestra Señora del Triunfo, lugar donde los españoles de la conquista tienen una barraca de madera, y donde refugiados en una ocasión le pegaron fuego los indios con ánimo de quemarlos. Se dice que vieron a Nuestra Señora que apagó el fuego, y que en memoria de aquel suceso y triunfo se edificó dicha capilla.

Hay en la expresada ciudad los monasterios de Santa Catalina, Santa Clara y Santa Teresa, con 116 religiosas y más 44.000 pesos de renta; diez beaterios que son de Santa Rosa, de Santo Domingo, San Francisco de indios, el Carmen, Nuestra Señora de Belén, la Presentación, Nazarenas, Franciscanas, Recoletas, Franciscanas de Santiago y   —291→   Belethmitas de San Andrés, todos con 133 beatas. Tres colegios Seminarios: el primero de San Antonio Abad o la Universidad, fundado el año de 1598, donde hay escuela de música para el servicio de la Catedral; el segundo el real de San Bernardo, fundado para los hijos de los conquistadores, en donde se enseñan Gramática, Filosofía y Derecho; y el tercero de San Francisco de Borja, fundado a beneficio de los hijos de caciques e indios nobles, donde se les enseña las primeras letras, ministrándose a los pobres todo lo necesario para este fin.

Hay un hospital rcal para indios, con el título del Espíritu Santo, con más de trescientas camas muy bien asistidas, hermosa botica y todo lo necesario. También hay un gran convento de San Juan de Dios, con cuatro salas en forma de crucero, y en el centro un altar, y en las testeras de las demás salas varias imágenes devotas. Tiene noviciado, celdas altas y bajas y veinticinco camas para enfermos, con alcobas hermosas y marquería dorada, además de todas las oficinas correspondientes y una alfarería para el consumo de la casa. La iglesia es de una llave con muchos ornatos de plata. Además de este hospicio tiene la ciudad otros dos que son: el de religiosos belethmitas, situado a la otra banda del río o Almudena, y el de San Andrés, con cuatro salas de a diez camas, para españoles.

Saliendo del Cuzco, en el tránsito para Arequipa, hay dos parroquias que, aunque distantes, pertenecen sin embargo a la misma ciudad. La primera se llama de San Sebastián; es de realzada fábrica y dista una legua del Cuzco; la otra de San Gerónimo está más apartada y comprende en sí bastante vecindario.

Fue esta ciudad, en lo antiguo, muy poblada de españoles, entre los cuales habían muchas familias nobles; pero las epidemias padecidas en los años de 1614 y 1720 y otros han disminuido considerablemente su vecindario. Su jurisdicción se extiende hasta dos leguas de sus murallas, en donde se cosechan muchos granos, se crían raíces y yerbas, se hacen diversos tejidos de lana y de algodón, y algunos de oro y   —292→   plata, con los cuales hace crecido comercio, y se encuentran pinturas de mucho precio. La población consta de 32.082 almas en esta forma: 89 clérigos, 436 religiosos, 266 religiosas, 113 beatas, 16.122 españoles, 14.254 indios, 640 pardos libres, 203 esclavos y el resto de mestizos.

II

Partido de Abancay

A distancia de cuatro leguas de la ciudad del Cuzco hacia la parte del NO empieza la jurisdicción del partido de Abancay, que se extiende veintiséis leguas de E a O, y catorce al rumbo opuesto. Su temperamento es templado, muy sano, a excepción de algunos valles en que se padecen tercianas, por lo excesivo del calor y humedad. Produce granos, maíz y otras semillas; y el valle de Saxahuana, célebre por las batallas que en él se dieron entre indios y españoles, donde fue deshecho Gonzalo Pizarro, merece con razón el nombre que le dan de granero del Cuzco. Se cría bastante ganado vacuno y tejen alguna ropa de la tierra; pero el principal fruto es azúcar que iguala a la de Europa, que llevan al Cuzco y otros parajes. Hay algunas minas de plata, pero no se trabajan. Se gradúa en 350.000 pesos el valor anual de todos estos frutos. El río de más consideración que baña esta provincia es el Apurímac; se pasa por un puente de soga de ochenta varas de largo y tres de ancho, y es camino real del Cuzco a Lima, donde pagan por el pasaje cuatro reales la carga de efectos de la tierra, y doce los de Castilla. Sobre el río Pachachaca, que se une al anterior, hay un puente de piedra de dieciséis varas de diámetro. Por el valle de Saxahuana el camino real de Lima a Cuzco, por una calzada de piedra de cuatro varas de ancho y tres leguas de largo, obras de los Incas para hacerlo transitable. Al NE del pueblo de Cachora se encontraron años pasados, en un despoblado de la montaña, algunas casas y palacios suntuosos y muchos instrumentos de moler metales. Y en Chinchaypuquio se ven piedras tan grandes y bien figuradas que desde lejos parecen casas. Se cree que han sido rodadas de   —293→   los montes vecinos. Los habitantes de esta provincia ascienden a 25.259 almas: 33 clérigos, 1.937 españoles, 18.419 indios, 4.739 mestizos, 50 pardos libres y 18 esclavos, distribuidos en 9 doctrinas y 8 pueblos anexos.

III

Partido de Aimaraes

El partido de Aimaraes es uno de los más fragosos del reino, tiene de largo cuarenta leguas NS y veintiséis EO llenas todas ellas de sierras altas y nevadas, por cuya razón es frío su temperamento, a excepción de algunas quebradas, en las cuales se hacen sementeras, se cultivan algunos cañaverales, árboles frutales, y se coge el mango o grana, con la cual tiñen una especie de sobre-camas que llaman chuces, y son tejidos gruesos de lanas, de colores más o menos finos. Fabrican también alguna azúcar, y se gradúa en 14.000 pesos el valor anual de todos sus frutos. Las sierras abundan en vetas de oro y plata; pero en el día se trabajan pocas, y éstas con corto fruto por la pobreza y desaliento de sus habitantes.

Riegan este partido algunos arroyuelos poco considerables, sobre los cuales se cuentan cerca de cuarenta puentes de sogas y palos que necesitan renovarse casi anualmente.

El pueblo de Tintay, capital que fue de la provincia, se halla en el día despoblado por falta de agua y por una gran peste que exterminó a sus moradores.

Comprende 16 doctrinas y 34 pueblos anexos, habitados por 15.281 almas: 24 clérigos, 1 religioso, 4.744 españoles, y 10.782 indios.

IV

Partido de Calca y Lares

Este partido se compone de una quebrada que tiene de largo treinta y seis leguas NS y de dos a cinco de ancho.   —294→   Su temperamento es templado, a excepción de la parte del N y NE en que confina con los Andes, y hace allí mucho frío; tiene frutos correspondientes a uno y otro temple, y muchas flores olorosas. Atravesando la Cordillera por el E se encuentra uno en los dos espaciosos valles de Quillobamba y Amaybamba, que hacen frontera a los indios chunchos, en los cuales no hay pueblos formal sino muchas haciendas, pobladas de coca y cañaverales de azúcar. Atravesándola al NE se entra en los otros dos de Ocabamba y Lares; allí hay frutas de montaña, y es tal su fertilidad que una vez plantadas las cañas de azúcar se perpetúan muchos años, madurándose a los pocos meses. Antiguamente hubo en este partido ricas vetas de minerales; pero unas han dado en agua y otras son pobres de ley. Hoy se trabajan unas minas de salitre que se lleva al Cuzco para hacer pólvora, y se tejen tambien bayetas y tocuyos. El valor anual de los frutos se computa en 176.239 pesos.

Hay en este partido algunas lagunas, aunque pequeñas, que sirven para regar por medio de compuertas; también se encuentran varios manantiales de agua caliente en el valle de Lares; pero lo más particular que se ofrece a la vista son los monumentos de la antigüedad que se conservan cerca del pueblo de Tambe. Allí se ve una fortaleza con sus baluartes, puertas etc, dispuesta con un arte admirable, y construida de grandes peñas muy bien ajustadas a pesar de la irregularidad de sus caras. En esta fortaleza se encuentran unas peñas agujereadas, por donde dicen pasaban los indios una cadena conque juzgaban atar al Sol; y de aquí tomó aquel sitio el nombre de Intehuatana o lugar donde se ata al Sol. Otra piedra agujereada hay en que aseguran se castigaban los delincuentes, haciéndoles meter la cabeza por el agujero y resbalando después sobre ella una piedra de filo cortante con que se dividía la cabeza del cuerpo. En la estrechura que forman los cerros se ve una estatua de piedra de un indio vestido, con una honda en la mano; y el cementerio de la iglesia del pueblo de Chinchero manifiesta haber sido una fortaleza en tiempo antiguo; y se ven todavía los vestigios de otra en lo alto del pueblo de Lamay.

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Los habitantes de la provincia llegan a 6.199 almas: 13 clérigos, 347 españoles; 5.519 indios y 320 mestizos, distribuidos en 5 doctrinas y 6 pueblos anexos. Antiguamente se hicieron algunas conversiones entre los indios chunchos; pero en el año de 1744 las destruyeron todas, matando a muchos neófitos y ahuyentando a otros.

V

Partido de Urubamba

Tiene este partido tres y media leguas de largo por dos de ancho, a siete leguas del Cuzco. Se llamaba antes el partido de Yungay, que formaba el marquesado de Oropesa que se le adjudicó, entre otras cosas para su subsistencia, a Sayry-Tupac Inca, cuando el marqués de Cañete lo convidó a que saliese del incómodo retiro en que estaba, volviendose después a unir a la Corona. Es un país alegre, ameno y abundante de frutas, de las cuales se hace variedad de dulces y confituras; produce granos, legumbres, hortaliza y coca; hay también algunas salinas, cuya sal se lleva al Cuzco, computándose en 89.098 pesos el valor anual de estos frutos.

Divídese esta provincia en dos partes por el río Uilcomayo; en él se crían bagres exquisitos y tiene para el paso dos puentes de criznejas. La población comprende 6 doctrinas, 4 pueblos anexos habitados por 9.250 almas, entre las cuales hay algunas familias de indios nobles, pero pobres.

VI

Partido de Cotabambas

El partido de Cotabambas tiene veinticinco leguas de E a O veintitrés de N a S casi todo él está lleno de montañas cubiertas de una perpetua nieve, y por lo tanto su temperamento es frío. Produce trigo, maíz, legumbres y papas. En las partes bajas se crían ganado vacuno, mular y caballar,   —296→   y en las quebradas se cogen plátanos y frutos de las costas como son higos, sandías etc. Hay también bastantes magueyes, de cuyas pencas que son de la misma figura y mayor que la salvia se hace cierta especie de cáñamo, y de éste unas sogas que llaman cabuya, con las que se construyen las gruesas maromas que sirven en los puentes de esta y otra provincias. Los indios del curato de Mamara fabrican bayetas, suelas y zapatos de que hacen comercio. No hay minas a pesar de que sus cerros dan indicios de contener metales hasta de cobre, y que se conserva la memoria de haberse trabajado en otro tiempo. En el río Oxabamba se encuentran hojuelitas de plata como afrecho (en un corto espacio donde corre el agua con rapidez) arrastradas por el agua de los montes inmediatos. Los mayores ríos de esta provincia son el Oropesa, el de Chalhuahuacho, y el de Apurimac, que recibe las aguas de los otros dos y costea la provincia del E al NO. Todos tienen puentes, y el mayor y más frecuentado es el que llaman Choruc sobre el Apurimac; está formado de maromas y tiene noventa y cuatro varas de largo.

Comprende este partido 13 doctrinas y 14 pueblos habitados por 19.824 almas: 19 clérigos, 186 españoles, 18.237 indios y 1.832 mestizos.

VII

Partido de Chilques y Masques o Paruro

Empieza la jurisdicción de este partido como siete u ocho leguas distante de la ciudad del Cuzco, y se dilata después trece leguas a lo largo y veinticinco a lo ancho. Su temperamento es vario, y lo misino sucede con los frutos que produce. Críase algún ganado, y se fabrican pañetes, bayetas y otros géneros de la tierra en Obrajes y Chorrillos, con la sola diferencia de que en éstos no hay bastanes, pues se necesita para ello licencia del Rey. Tiene varios arroyos y tres ríos, que son el de Cusibamba, el de Belille y el de Santo Tomás, con siete puentes, uno de madera y los demás de criznejas y maromas. En tiempo antiguo se trabajaron algunas   —297→   minas, pero en el día no hay ninguna, aunque se encuentran señales que indican vetas en algunos cerros. Ha padecido muchos temblores de tierra, siendo el más terrible el del año 1707 que asoló muchos pueblos, y acaeció el extraño suceso de que una hacienda pequeña del pueblo de Collobamba, anexo de la doctrina de Capi, que está situado a la orilla del río de Belille, se trasladó en el momento del terremoto, con su huerta, casa y habitantes, a la otra parte del río sin que lo sintiesen sus moradores que estaban todos en cama a las doce de la noche, encontrándose por la mañana en jurisdicción del curato de Colcha. Otros dos casos de semejante naturaleza han ocurrido ya en la América meridional.

Pueblan este partido 20.236 almas en esta forma: 20 clérigos, 1 religioso, 2.331 españoles, 15.034 indios, 2.733 mestizos y 117 pardos libres, distribuidos en 9 doctrinas y 19 pueblos anexos.

De estos pueblos, el nombrado Acca ofrece la particularidad de estar situado en la falda del cerro, cuya cresta parece que amenaza caer sobre el pueblo; al mismo tiempo se nota que éste se va hundiendo, sin que se conozca la causa.

VIII

Partido de Chumbivilcas

Empieza la jurisdicción de este partido al occidente del Cuzco, y a distancia de algo más de cuarenta leguas, extendiéndose por partes unas treinta. Su temperamento en lo general es frío, aunque se siente el calor en algunas quebradas. Produce granos y se teje ropa de la tierra, pero en tan corta cantidad que hacen a esta provincia sumamente pobre, no excediendo el valor anual de estas especies de 18.600 pesos.

Tiene buenos pastos, y con ellos se cría bastante ganado. Antiguamente se trabajaron algunas minas de plata y oro, y todavía se beneficia una de oro en el cerro de Conduras.   —298→   Ha sido siempre esta provincia propensa a grandes terremotos que han causado en ella estragos considerables. En uno, acaecido el año de 1739, quedó arruinado enteramente el pueblo de Toro, sin salvarse de sus moradores más que el cura y un indio.

Consta su población de 36.968 almas, a saber: 27 clérigos, 324 españoles, 29.045 indios, 5.420 mestizos y 152 pardos libres, distribuidos en 11 doctrinas y 13 pueblos anexos. En los territorios de su pertenencia se cría la grana que llaman magna, y se encuentran también algunos manantiales de agua caliente.

IX

Partido de Canas y Canchis o Tinta

Este partido se dilata de N a S más de sesenta leguas desde las cordilleras de Chirboya y Hatunquenemari hasta las llanuras de Ocororo, adonde finaliza el territorio, quedando éste dividido, a lo largo, en dos partes iguales por la cordillera de Vilcanota.

El terreno que hay desde el medio de la quebrada de Vilcamayo hasta las cordilleras de Chimboya y Quenemari es un desierto de punas altas y estériles, de temperamento sumamente frío, en cuyas faldas e inmediaciones causa el aire en el rostro y manos, en las tempestades que suelen levantarse, los mismos efectos que se sienten cuando se comunica la electricidad a algún cuerpo. Los ríos más considerables que riegan toda la provincia son el Vilca o Vilcamayo, Combapata y el Apurimac, en los cuales hay multitud de bagres, y todos tienen sus puentes para facilitar el tránsito a los caminantes.

El país abunda en ganado mayor y menor de la tierra. Estos animales se asemejan a los camellos, se propagan mucho y se crían en lo más rígido y árido. En las cimas de los cerros y faldas de la cordillera hay multitud de huanacos, vicuñas, venados, pacochas, conejos etc. y en las quebradas   —299→   muchas palomas, halcones, águilas y otras aves de rapiña. Sus cerros y collados tienen bastantes minerales de oro, plata, plomo, piedra imán, estaño y algún azogue; y hay también varias yerbas medicinales, como la nombrada el marfil, que es tenida en mucha consideración, la chicoria, escorzonera, salvia y otras infinitas de que usan los indios con acierto.

La capital de la provincia es el pueblo de Sicuani, que está situado a la margen del río Vilcamayo, y linda al E con la cordillera de Vilcanota en donde hay muchas vetas de plata, que han sido registradas por varios, y que si se trabajasen rendirían muchos marcos, pero el temperamento es muy duro, lloviendo, nevando y helando en un mismo día.

Moran en este partido 4.018 indios, 1.303 mestizos y 92 españoles de todas edades y sexos. En su distrito se cultivan habas, papas, choclos, trigo y cebada, de que se abastecen todas las inmediaciones. Tienen un hospital para personas de ambos sexos de las clases referidas con todas las oficinas, intitulado Gil de Taboada, fundado por el Virrey Excmo. señor Gil de Lemus.

El número total de la población de este partido asciende a 36.968 almas, en esta forma: 27 clérigos, 324 españoles, 29.045 indios, 5.420 mestizos, y 152 pardos libres distribuidos en 11 doctrinas y 13 pueblos anexos. Los gobierna un juez sub-delegado del Intendente del Cuzco, que tiene los títulos de gobernador, encargado de la mita y juez de bienes de difuntos. El gremio de mineros está segregado de la jurisdicción ordinaria, y conoce de sus causas un sustituto de la diputación del Cuzco nombrado por el real tribunal de Minería de esta ciudad.

El comercio activo se reduce al trasporte del ganado vacuno y lanar, en pie o convertido en chalonas, sebos y quesos; lanas, alfombras, cordellates, costales, sogas y chuzos se expenden en las partidos circunvecinos; y la conducción de carne, manteca, chuño, papas, velas, berzas y otros frutos que llevan de ordinario los indios a los reales   —300→   de minas de Caylloma, Arcate, Cayarani y otros. Está computado en 152.309 pesos 4 1/2 reales el valor anual de todos estos artículos, y entre ellos es el más floreciente el ramo de las telas, pues en este partido sólo se fabrican más que en los Obrajes, Chorrillos, y pueblos de Paruro, Quispicanchi, Abancay y el Cuzco.

Muchos indios pasan a las provincias de la costa, de donde conducen vino, aguardiente, ají y algodón; y otros van a trabajar espontáneamente a las minas de Condoroma, Arequipa, Condesuyos y Cailloma.

X

Partido de Quispicanchi

La jurisdicción del partido de Quispicanchi tiene principio casi en las goteras de la ciudad del Cuzco por la parte del S y se dilata de Oriente a Occidente más de treinta leguas. Su temperamento es vario, siendo el valle de Oropesa, inmediato a dicha ciudad, el más templado y apacible de toda la provincia, por cuya razón tienen en ella las religiones y muchos vecinos distinguidos del Cuzco hermosas casas de recreo y haciendas de maíz, trigo, semillas y hortalizas, que adornan y fertilizan a un tiempo el valle. También se cosecha el trigo, maíz y demás semillas en otros parajes del partido, y en los altos de él, particularmente hacia el E. Se cría mucho ganado mayor y menor lanar, de que se abastece el Cuzco, y con cuya lana tejen crecida porción de ropa de la tierra. En otros tiempos hubo en este partido minas abundantes de plata y oro, que hoy están abandonadas, porque no producen lo suficiente para cubrir los gastos de su laboreo. Sin embargo en el cerro Camanti, inmediato al río de este nombre, hay una mina de oro que todavía se trabaja, cuyos interesados mantienen alguna gente armada para defenderse de la irrupción de los indios de la montaña vecina. En ésta se encuentran muchas haciendas de cocales, se cogen los frutos de aquel suelo, y se crían muchas sabandijas ponzoñosas.

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Riegan a este partido varios arroyos y dos ríos, que son: el Huatanay, que pasa al SO de la provincia; a media legua del pueblo de Oropesa hay una laguna que llaman la Mohina, de más de media legua de largo y un cuarto de ancho, en la cual se cría mucha totora o enea, pescado y aves acuáticas. Una punta de esta laguna está al pie de un cerro nombrado Romicola, en donde se ven las ruinas del palacio de Huáscar, Inca. Hay tradición de que en este cerro se ocultan los inmensos tesoros de los once emperadores que vivieron hasta dicho Huáscar, y aunque varias personas han hecho tentativas costosísimas para buscarlo, sólo han encontrado algunas cuevas y bocas que llaman chinganas, y varios conductos de agua. Lo mismo ha sucedido en la laguna que está junto al pueblo de Urcos, en donde se dice arrojaron los indios la gran cadena de oro fabricada cuando el nacimiento de dicho Inca. Presumen algunos que esta laguna está formada artificialmente por conductos de entrada y salida, porque se ha notado que, apesar de ser pequeña, no ha crecido ni menguado desde el tiempo de la conquista. Su profundidad será de unas cuarenta y seis varas. Además de esta laguna hay en este partido otras varias más pequeñas, y una grande nombrada Pomacanchi que tiene tres leguas de largo y más de una de ancho. En el curato de Quiquijana hay unos manantiales de agua blanca, de donde toman el nombre de Parupuquio. Esta agua se petrifica de suerte que las acequias por donde corre es preciso abrirlas, en ocasiones, con picos para que forme cauce; las pajas y palos estando algún tiempo en esta agua se cubren de yedra, pero se tiene experimentado que no hace daño alguno a los indios que continuamente la beben. Hacia el S de la provincia hay unas salinas, de las cuales se extrae bastante sal para hacerla artículo de comercio entre este y demás partidos circunvecinos. Por los ríos de ella pasa, sobre puentes de criznejas, el camino real que va al Potosí, Chuquisaca etc. La cabeza de la provincia es el pueblo de Urcos, cuya jurisdicción se extiende a 14 doctrinas y 16 pueblos anexos, habitados por 24.337 almas. Antes de la peste de 1720 era mucho más poblada, y esta misma disminución se experimenta respectivamente en los demás pueblos de la Sierra.

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XI

Partido de Paucartambo

El partido de Paucartambo tiene veintiséis leguas de largo NS y de cinco a siete de ancho; forma una quebrada o valle largo que termina en los Andes fronterizos de los indios. Su temperamento es frío en las parajes altos, y templado en los bajos. Produce bastante trigo, maíz y otras semillas; hay árboles frutales, y en los altos de la montaña se cultivan las frutas propias de aquel suelo, se coge algún algodón y mucha coca. Este último artículo era, desde el tiempo de los incas, un ramo considerable, y el principal del comercio de esta provincia; pero en los días presentes ha decaído por haberse extendido mucho su cultivo a otros distantes partidos. El valor de estos artículos unido al de maderas que sacan de la montaña, asciende anualmente a 390.972 pesos. Críanse en la montaña muchos monos, papagayos, loros, tigres, sabandijas, y se encuentran también bastantes señales de minerales de plata y oro, pero no se trabaja ninguno, aunque de este último metal hallan los indios algunas pepitas entre las arenas de los arroyos. Hay también un mineral de azogue, pero tampoco se trabaja.

Riega esta provincia el río Paucartambo, en el que se pescan sollos, dorados, sábalos y otros pescados; y juntándose con los ríos de Vilcamayo, Vilcabamba y el Apurimac llega hasta el Marañón. Su población consta de 12.973 almas: 16 clérigos, 764 españoles, 11.229 indios, 957 mestizos, y 7 pardos libres, distribuidos en 4 doctrinas y 8 pueblos anexos.

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No pudiendo continuar la navegación que iban a emprender las corbetas Atrevida y Descubierta por el cabo de Hornos a causa de haberse desarrollado el escorbuto en la tripulación, se desembarcó en el Callao el eximio botánico Tadeo Haënke, con la salud un tanto quebrantada. Los médicos de Lima le recomendaron para convalecencia el clima de Chile, y obtenido permiso de su jefe Malaspina y del Virrey, se embarcó Haënke, con rumbo a Valparaíso, el 16 de octubre de 1793 en la fragata mercante El Águila. Así lo refiere el autor en las primeras páginas de su Descripción del reino de Chile, manuscrito que figura entre los del British Museum de Londres bajo el número 17.592.   —304→  






ArribaApéndice

Memoria con que, sobre los ríos navegables que fluyen al Marañón, informa el naturalista de Su Majestad don Tadeo Haënke, socio de las Academias de Viena y de Praga, al señor Gobernador Intendente de Cochabamba don Francisco de Viedma.


Las provincias del Perú, conquistadas y ocupadas hasta el día por la corona de España, son una parte bien pequeña de todo el trozo del continente de la América meridional. Ellas forman, en rigor, una faja larga que sigue la dirección de la costa del Pacífico, pero muy angosta en consideración del anchor del continente, cuyos límites en general son los de la Cordillera interior, o con otro nombre de los Andes. La precipitada declividad de sus nevadas cumbres hasta el lado del Oriente, la aspereza y fragosidad de sus caminos y lo impenetrable de sus bosques, que desde este punto se extienden como un laberinto a millares de leguas, y a unos términos hasta el día poco conocidos, son las principales causas y obstáculos que hasta ahora han impedido, así a sus primeros habitantes como a sus advenedizos colonos, el internar y reconocer más lo interior de estas dilatadas provincias. Si a esto se agrega el peligro de tantas naciones bárbaras y feroces, que habitan estos terrenos trópicos, lo insufrible de sus calores, la molestia de innumerables insectos y otros animales ponzoñosos, y la multitud de ríos caudalosos e intransitables,   —305→   no se debe extrañar que en la mayor parte del Perú sus conquistadores pusieran fin con el término de la Cordillera a mayores progresos. Se puede asegurar que por las referidas causas gravísimas, y el espíritu en otros tiempos tan dominante para conquistas, ahora sumamente abatido, y casi extinguido, hayan quedado Reinos enteros incógnitos, no solamente entre posesiones portuguesas y españolas, sino aun entre las mismas españolas. El Gran Chaco, los terrenos entre el Paraguay y Chiquitos, y los que desde Moxos y Apolobamba se extienden hasta las orillas del río de las Amazonas y Ucayali, son de esta clase. Y por no ser difuso paso en silencio infinitos otros situados entre los ríos Purus y Huallaga, sin mencionar otros tantos situados a la orilla septentrional del río Amazonas, entre el río Orinoco y las cordilleras de Quito y Santa Fe de Bogotá.

Los ríos que son infinitos, y todos sumamente caudalosos, y que descienden de la Cordillera en toda su vasta extensión, han sido en aquellas partes, donde más se haya internado, el único recurso y un camino que la naturaleza misma abrió en un Océano de bosques y montes intransitables seguramente estarían todavía en el olvido sepultados los nombres de Chiquitos, Moxos y Apolobamba, si el río Paraguay, el río Grande, y el Beni no hubieran enseñado a sus primeros conquistadores esta senda, y los hubieran llevado en sus olas a tan remotas tierras, rodeadas y aisladas propiamente por todos lados de invencibles dificultades para otra entrada. Sin duda alguna entre todos los terrenos del Perú son los de Chiquitos, de Moxos y Santa Cruz de la clase donde más hayan avanzado los dominios españoles hacia el Oriente; pero estas conquistas no se siguieron, por el rumbo de la Cordillera, del Poniente al Oriente sino del Sur al Norte, mediante la larga y penosa subida de sus conquistadores por el río del Paraguay; y muchos años después de sus primeros establecimientos, se buscó primero la comunicación con los pueblos del Alto Perú, mediante los ríos Beni y Mamoré e innumerables otros que, por una dilatada ramificación, comunican con ellos.

Aquí es donde la astucia y el celo de la nación portuguesa, favorecida por la navegación de diferentes ríos y por   —306→   los terrenos intermedios menos fragosos que la Cordillera, avanzó por diferentes caminos, no encontrando poblados y cultivados los terrenos que median desde las costas del Brasil a éstos, sino únicamente con el fin de poner límites a los dominios españoles por esta parte, y para atajar de una vez sus progresos y conquistas hacia el interior y al centro del Continente.

Las nombradas provincias, como infinitas otras situadas al Oriente de la Cordillera de los Andes, tienen en las actuales circunstancias una desgracia común, si bien son felices de que, por otra parte, sean feraces sus terrenos y preciosas sus producciones. Esta desgracia, este atraso tan grande de la felicidad de numerosas naciones que habitan estos terrenos, es la célebre Cordillera de los Andes, serranía única en su clase, tanto por la elevación de sus cumbres como por lo difuso y extendido de su cuerpo, y por lo encadenado de sus ramas derramadas a tosas direcciones y a insignes distancias. Parece que la naturaleza levantó esta barrera para apartar las naciones de las llanuras orientales de las otras que, en sus alturas y en su falda occidental, habían establecido su domicilio, y para dar a cada una diferente giro de sus producciones y frutos. Se puede decir de este inmenso trozo amontonado de tierra lo que dice Horacio del Océano:


Nequidquam Deus abscidit
prudens Océano dissociabili
terras............

Ello es que con los infinitos peligros que acompañan su tránsito se imposibilita enteramente la extracción de los frutos de estas naciones orientales, o si se vencen aumenta de tal modo el costo, que los gastos de la conducción (solamente a los pueblos del Alto Perú) igualan su valor intrínseco. Si esto se verifica en la distancia a estos pueblos más inmediatos, será absolutamente imposible poder destinarlos para la extracción a España, por la excesiva distancia que media entre estos países y los pueblos de mar señalados para el efecto, y su mayor costo. Y en el caso propuesto de   —307→   Moxos o Chiquitos tendrán, si es para Lima, que pasar una doble Cordillera y más de 200 leguas por tierra, y el resto de 600 leguas por mar; si es para Buenos Aires, además de la Cordillera tan dilatada hasta Jujuy, un camino por tierra de más de 600 leguas por lo menos. A excepción de metales nobles y de piedras preciosas, no habrá fruto alguno que pueda soportar gastos tan crecidos de conducción, en lomo de bestias, por tan excesivas distancias.

Estos inconvenientes, irremediables en el actual sistema del giro y extracción de los frutos de los referidos países y de infinitos otros situados al Oriente de la Cordillera, deben causar precisamente un desmayo general en estas naciones. Con indolencia y languidez miran el cultivo de los frutos más preciosos; y en vista de las dificultades que presenta su salida se contentan con aquella corta cantidad que provea su consumo doméstico, pudiendo abastecer, con el estímulo de un seguro interés, dilatados reinos y provincias; pero en verdad no son más que aparentes estas dificultades y obstáculos que presenta la extracción de los frutos de estas provincias orientales, tan relativas y dependientes únicamente del sistema del actual giro de comercio. Variando éste, y logrando esta extracción otra dirección y otro rumbo, se desvanecerán por sí mismo todas las dificultades; las naciones desmayadas cobrarán nuevo aliento para el cultivo de sus fértiles terrenos; el Estado y la Religión conseguirán nuevas conquistas, afianzarán las antiguas, y el comercio tomará nuevo vigor con el ahorro de inmensas distancias.

La naturaleza parece ha formado todos los objetos del continente de esta América en un punto mayor; aquí solamente amontonó esta inmensa serranía de la Cordillera de los Andes; aquí derramó un río de las Amazonas y de la Plata; aquí produjo bosques y llanuras sin límites y sin ejemplo en otros países; ella misma también es la que, en el aparente caso de las cosas que produjo, nos parece indicar y enseñar las sendas más cómodas y más cortas para la mutua comunicación de las vastas provincias reunidas en este trozo tan grande de tierra, y para la extracción de sus frutos tan varios y abundantes. Los ríos innumerables, todos ellos caudalosos   —308→   y navegables, que descienden de la Cordillera son estas sendas que la naturaleza misma abrió, demoliendo y destrozando serranías, y arrasando bosques impenetrables para allanar, por medio de la naturaleza, un camino cómodo para el tránsito de los hombres.

El río de las Amazonas o el Marañón, el príncipe de todos los ríos del orbe, es el canal principal y, sin exageración, una mar de agua dulce que, desde el mar del Norte, casi alcanza al otro extremo del continente, atravesándolo con su derrame por el espacio de cerca de mil leguas, y comunicando con todas las provincias del Perú, que desde el otro lado de la línea equinoccial se extiende a más de 18º de latitud austral por medio de una multitud de ríos navegables, y entretenidos entre sí, que al fin todos tributan a él el caudal de sus aguas.

La naturaleza del asunto de que trato, exige dar aquí una sucinta relación de los principales ríos navegables que, desde los altos del Perú del lado del S descienden a estas llanuras orientales y se incorporan con el río de las Amazonas.

Siguiendo la dirección del poniente al Este, desde la célebre angostura del Pongo de Manseriche, es el primero el río Huallaga. Sus vertientes más distantes son en las mediaciones de Lima, a muy corta distancia de las del río Marañón, en la altura austral de 11º. Una de sus principales ramas desciende de los minerales de Pasco al E de Lima, por una larga y fragosa quebrada, a la ciudad de Huánuco; entra después a las montañas de los Andes de Cinchas y Cichero, donde yo mismo, el año de 1790, por el mes de junio, cuando hice la primera entrada a estas montañas, reconocí su embarcadero en el sitio donde se junta con el río de Chinchao. Lleva su curso al norte, entre las diferentes ramificaciones de los Andes, por el país de los Lamas, engrosando con las aguas que descienden de las montañas de Huamalíes, Moyobamba y Chachapoyas, todos abundantísimos de quina o cascarilla. En la latitud austral de cerca de 7º pasa por una angostura o pongo, semejante al de Manseriche, pero mucho más corta; y desde allí   —309→   sigue entre montañas hasta su unión con el Marañón, junto a las misiones de la laguna, en la latitud de 5º y poco más o menos, en el meridiano de 77 de longitud occidental de París. Este es el sitio en que bajó don Pedro Ursúa, el año 1560, enviado por el virrey del Perú don Antonio de Mendoza, marqués de Cañete, para buscar la célebre laguna de oro de Parrima y la villa de Manoa del Dorado. Su expedición tuvo un trágico fin, porque murió a manos de la traición de un soldado rebelde. Por él subió, en varias ocasiones, el famoso misionero padre Samuel Fritz en su viaje para Lima.

El segundo de este orden es el río Ucayali. Su grandeza y su caudal de aguas disputan, en el sitio donde se incorpora con el Marañón, a este último la primacía; y por este motivo le declararon varios escritores por el verdadero Marañón. Su origen más distante es la laguna Chinchaycocha en las pampas de Bombón, 30 leguas al este de Lima, en la altura de 11 ½º. Es sumamente dilatado el terreno que vierte las aguas para formar el crecido cuerpo de este río respetable, uno de los mayores de todo el continente. He seguido y atravesado sus manantiales, y he reconocido varios de sus embarcaderos, en el viaje desde Lima a la ciudad del Cuzco, y más adelante, en el año de 1794, desde los ríos de Yauli, Jauja, Mayoco, Mantaro, Canayre, Tambo, Pachachaca, Apurimac, Paucartambo, Vilcanota, hasta el partido de Cailloma, perteneciente a la Intendencia de Arequipa; y al lado del Oriente hasta los confines del partido de Carabaya. Saliendo de los términos estrechos de la Cordillera, se engrandece con el río Perené, y en latitud de 8º con el río Pachitea, siguiendo su curso por la dilatada Pampa del Sacramento entre un laberinto de bosques y ríos que desaguan en él. Sus orillas están pobladas de infinitas naciones bárbaras cuyos nombres solamente compondrían un vocabulario, y que claman por misioneros para recibir la ley del Evangelio. Después de haber corrido un trecho inmenso, desagua en el Marañón junto a las misiones de san Joaquín de Omaguas, en la latitud austral 4 1/2º y en el meridiano de 73º de longitud occidental de París.

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Bajando de la misión de San Joaquín de Omaguas, desembocan en la misma orilla, en distantes intervalos, los ríos Yavarí, Kutay, Yuruta, Tefe, y Coray, que son de segundo orden; sin embargo suben en ellos cómodamente embarcaciones menores, a grandes distancias, y en navegación de varios meses, hasta los confines del Alto Perú.

En el meridiano de 63º y en la latitud de 4º sur, desagua el río Purus, o con otro nombre Cucchivara que es río de primer orden y, según relaciones de los indios, igual al Marañón. Nadie hasta el día ha podido fijar su origen; pero tengo suficientes datos para señalar, casi con seguridad, el ámbito de sus vertientes, desde la Cordillera de Vilcanota hasta algo más al Este de las montañas de Carabaya, de las que bajan muchos y muy considerables ríos, muy ricos en oro. Los indios bárbaros Chuntachiros, Machubis y Pacaguaras, que viven al poniente de las misiones de Apolobamba, me dieron la noticia, el año de 1794; por el mes de octubre, de que al poniente, en distancia de unas diez jornadas de las orillas del río Beni bajaba un río muy grande y caudaloso por aquellas llanuras pobladas de empinada arboleda. Me explicaban de un modo muy inteligible que en sus mismas orillas vivían sus familias y gran número de gentiles, que en su lengua llamaban a ese río Mano y que era mayor y más ancho que el río Beni, en cuya orilla era la conferencia. Como en el intervalo del río Ucayali hasta el río de la Madera no desemboca río ninguno de este porte, tengo muchos motivos para creer que el río Purus y el río Mano es uno mismo, y que la variedad del nombre depende de las diferentes naciones que, en esta gran distancia, hasta su desagüe en el Marañón, viven en sus orillas, a las cuales cada una le da otro nombre.

En la distancia de cincuenta leguas del anterior, siguiendo al este, desemboca el famoso río de la Madera en el meridiano de 60 ½ y la latitud de cerca de 31 ½ S.

Lleva el nombre de la Madera por los muchos troncos y árboles que arrastra consigo en tiempo de sus inundaciones, desde noviembre hasta abril. Sus manantiales descienden   —311→   del dilatado seno que forma la Cordillera de los Andes desde los altos de Pelechuco, Sorata, la Paz, hasta lo más interior de los dominios españoles que son Moxos, Chiquitos y la Cordillera de indios Chiriguanas. Por el motivo de la gran extensión que ocupan sus vertientes, por la seguridad de la navegación en sus ramas principales, por su mayor inmediación al mar del Norte y por la comunicación que ofrece mucho más cómoda que los otros con el río de las Amazonas y con los establecimientos portugueses, así de aquel río hasta su desembocadura a la mar, como de los más avanzados e inmediatos a las colonias españolas, me detendré algo más en su descripción.

La cordillera interior o la de los Andes que desde Quito, con corta diferencia, sigue el rumbo de NO a SE antes de llegar a los confines de la provincia de la Paz, en los 16º de latitud austral, forma primero una incubación o un seno considerable; y de él, variando su rumbo antiguo, tuerce ahora más al este, apartáse de este modo de la costa, y penetra desde este punto más a lo interior o al centro del Continente. Esta variación causa el efecto de producir en corta distancia el punto o la línea notable que determina la dirección o el curso de las aguas a ambos lados, quiero decir al N y S a los dos comunes desaguaderos de todo el continente, al río de las Amazonas y el de la Plata. Esta línea importante cae algo más adelante de los 18º latitud austral, y apartan las aguas de uno y otro lado según la declividad y caída que presentan las serranías al N o al S; y el río de las Amazonas recibe ahora, por la internación mayor de la Cordillera hacia el este, no solamente sus aguas del poniente sino también del Sur, y aún una gran parte de ellas del mismo este. Las ramas principales que forman el río de la Madera son el río Beni, el Mamoré y el Itenes; los tres navegables desde muy poca distancia de su origen.

De los tres es el Beni el brazo más al oeste, y se forma de un sin número de ríos muy considerables, los cuales como se juntan en muy poca distancia uno del otro forman en breve un cuerpo muy crecido y respetable. Todos bajan de los altos de la Cordillera, y su ámbito se extiende desde Pelechuco, Suches, Sorata, Challana, Chongo, la Paz y Suri   —312→   hasta la misma provincia de Cochabamba. El más distante al oeste es el río Tuche; a este siguen el de Aten, de Maipiri o Sorata, el del célebre mineral de oro de Tipoani, de Challana, de Coroyco, los cuales van en un cuerpo. En otro, con el nombre del de Chulamani, se reúnen el de Tamampaya, el de Solacama, el de la Paz, de Suri, Cañamiña y el más oeste de todos, el río Cotacages. He tenido la fortuna de reconocer el origen de todos ellos en mis continuados viajes; y el año 1794, el día 22 de setiembre, me embarqué en el río de Tipuani, viajando de él al Beni, conducido por indios hasta las misiones de Apolobamba y Moxos y al pueblo de Reyes, cerca de Isiamas y Tumupasa. Esta navegación no duró arriba de cuatro días por la rapidez de la corriente, mientras que lleva su curso dentro de las mismas quebradas de la Cordillera que aquí baja a considerable distancia. Tiene varios pisos malos, pero la destreza de los indios en el manejo de las balsas aparta todo peligro para el navegante. Más abajo del pueblo de Reyes recibe todavía del lado del Poniente varios otros ríos, como el Tequexe, el Masisi o de Cavinas y otros. Desde su unión con el Mamoré, en cerca de 10º de latitud austral, pierden ambos su nombre, y de esta unión resulta el río de la Madera. Su curso en las llanuras es suave, igual y majestuoso, y ya sin peligro alguno; forma islas de considerable tamaño; su anchor en varias partes excede un cuarto de legua; abunda con asombro en toda especie de pescados y varios anfibios, pero particularmente cocodrilos o caimanes; ambos bordes están poblados de arboleda espesa y sumamente elevada; una multitud de naciones bárbaras viven en ellos, las cuales empiezan a ser visitadas por los misioneros de Apolobamba, y son los Cabinas, Pacaguaras, Bububes, Torromonas, Nahas y Tobatinaguas, del lado Occidental, y del Oriental los Bulepas y muchos otros. Sería sumamente fácil comunicar el Beni con el Mamoré, mediante el río Yacuma, cuyo nacimiento es en los contornos de Reyes, y que atraviesa del Poniente al Oriente las llanuras dilatadas de entrambos y que, junto al pueblo de Santa Ana, desagua en el Mamoré. La declividad del terreno es tan insensible casi nivelada al horizonte de la mar que, a distancia de más de 50 leguas, no llegará a 20 pies.

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La segunda rama intermedia es el Mamoré; no es inferior en nada al Seni, y divide el terreno dilatado de las misiones de Moxos en dos considerables trozos, bajando del sur al norte casi en medio de ellas. El río Chapari, que en un cuerpo reúne los ríos Paracti, San Mateo, Coni, Chimoré, Sacta y Matami, desciende de la Cordillera y montañas habitadas de la nación de indios Yuracares, inmediata a la ciudad de Cochabamba. El río grande, que divide la provincia de Cochabamba de la de Charcas, es otro brazo en que desaguan los ríos de la serranía inmediata a la ciudad de Santa Cruz; y desde la unión de ambos en la latitud austral de 16º recibe propiamente el nombre de Mamoré. Los Moxos navegan en él, contra la corriente, con los frutos y otras producciones industriales de su país, más de cien leguas desde el pueblo de la Exaltación hasta inmediaciones de Santa Cruz. El mismo año de 1794, por octubre y noviembre, he continuado mis investigaciones desde el río Beni al Yacuma, siguiendo después mi navegación en el Mamoré y Río Grande hasta el puerto de Torés cercano a Santa Cruz.

La rama tercera o más oriental es el río Itenes. Su nacimiento es de las serranías bajas de lo más interior del Brasil, del cual hasta el día han traslucido muy pocas noticias por los portugueses sus dueños. Corre del este al Poniente; sus aguas son más transparentes y claras que las del Benin y Mamoré, y aún subiendo alguna distancia mayor se hallan piedras que, en los terrenos bajos del Benin y Mamoré, son tan preciosas como los diamantes. El caudal de sus aguas es menor que en los dos antecedentes; pasa inmediato al fuerte del Príncipe de Beyra, uno de los fuertes abandonados de la nación portuguesa situado en la latitud de, poco más o menos, 12º austral y en el meridiano de 66 ½. Se une con el Mamoré casi en la misma latitud, pero un medio grado más al Poniente de dicho fuerte.

Éstas son las tres ramas principales del célebre río de la Madera, el más propio de todos los referidos para su nueva comunicación con la España, por el lado del mar Atlántico, y para la salida de los frutos de todos los países situados   —314→   al lado oriental de la Cordillera de los Andes. Causa dolor el que los habitantes de las más pingües y fértiles posesiones españolas de este Continente, situadas en esta parte, tengan que valerse con inmensos trabajos de un camino retrógrado hacia los establecimientos de la Costa para la extracción de sus frutos, bregando con todos los elementos en la subida tan penosa contra la corriente de los ríos, que al acercarse a la Cordillera a cada paso adquiere más furia y rapidez, y en el paso de la misma Cordillera tan funesta para los infelices indios que, acostumbrados al temple deleitoso de sus países, y sin otro abrigo que una ligera camiseta, sufren en esta helada región de la atmósfera todas las calamidades y la intemperie de una Siberia y Camschatka; cuando siguiendo rumbo al este y entregando sus bajeles a la corriente favorable de los ríos, sin otro trabajo que una sencilla dirección por parte de ellos, se acercarían millares de leguas a la Metrópoli. Condamine dice (en su Viaje) que se debe mirar la Cordillera como un estorbo que iguala a mil leguas de un viaje por mar.

A excepción de los terrenos de Guayaquil, situados al lado del Poniente de la Cordillera, son las montañas de los Andes y las llanuras orientales los únicos países que producen los frutos más nobles de esta América. Todo el oro (y el más superior que se conoce) es un producto exclusivo de ellas, y me atrevo a asegurar que no hay río ni quebrada alguna en la inmensa extensión de ellas que no esté provisto de este metal, bien que la suerte recompensa, en una parte más que en la otra, el trabajo de su extracción de mayor o menor profundidad.

El cacao de Apotobamba, de Moxos, de Yuracares y de todos los bosques que de ellos continúan hasta las orillas del Marañón, excede en bondad muchas veces al de Guayaquil. Las más excelentes especies de quina o cascarilla se crían exclusivamente en este lado de la Cordillera de los Andes. ¿Qué diré del algodón, de bosques enteros de añil, del bálsamo de copaiba, de la zarzaparrilla, raíz de la China, de la resina elástica, de la vainilla más fragante que, con prodigalidad, produce la naturaleza en estos terrenos? Los espesos   —315→   y empinados bosques de las orillas de todos estos ríos encierran madera de singular fortaleza y hermosura, y de todos los colores, no solamente útiles para construcción de casas sino para navíos de alto bordo. Varias de ellas destilan gomas o resinas muy fragantes y gomas medicinales. Cógese también en ellas una especie particular de corteza llamada de clavo, en su exterior parecida a la canela, pero mucho más gruesa, y más obscura por la edad de los árboles que aquella de la India Oriental, pero del gusto y el olor del clavo.

La comunicación del Perú por este lado del río de las Amazonas y del mar Atlántico, sería el arbitrio más poderoso para adelantar la civilización de los indios de estos países, mediante el tráfico con sus frutos y el trato con otras gentes que hasta ahora no conocen. Las misiones tomarían nuevo vigor y se irían conquistando nuevas naciones, y con ellas dilatadas provincias incógnitas hasta el día. Si por este camino bajasen las producciones del Perú, y si la España tuviera arbitrios para formar algún establecimiento o puerto en una de las bocas de las Amazonas, cuantas ventajas no lograría la navegación con el ahorro de inmensas distancias! ¡Qué diferencia de un viaje de España a la boca de este río, que se hace en poco más o menos de un mes, a otro por el Cabo de Hornos a Lima, o aún hasta Guayaquil. Lo menos se ahorraría cerca de tres mil leguas, ida y vuelta. Los indios son excelentes marineros en la navegación por los ríos; manejan con destreza y agilidad pocos hombres unas lanchas y canoas de 50 a 60 pies de largo, y de mucha capacidad; son incansables en este ejercicio aunque dure muchos meses; no necesitan llevar provisiones de víveres, porque en todas partes la abundancia de pescado, de antas, venados, monos y otros animales, que con la flecha matan, los provee de todo lo necesario para su manutención; además hay un sin numero de frutas silvestres y raíces de que, de tiempo en tiempo, hacen sus acopios.

Toda la dificultad para realizar este proyecto consiste en la oposición tenaz de la nación portuguesa tan celosa de sus intereses; pero en las actuales circunstancias del inmediato ajuste definitivo de paces, se pudieran allanar estas dificultades,   —316→   y más con el poderoso auxilio de la Francia, para que a entrambas naciones fuera común la navegación del río de las Amazonas y del de la Madera, teniendo ambas naciones mutuos intereses en los países situados a sus bordes, y estando repartido entre ambas todo el trozo inmenso del Continente. No llevo otros designios en la propuesta de este proyecto, sino el deseo y el celo con que aspiro a contribuir, en cuanto lo permitan mis fuerzas, a la felicidad de la nación española, cuya generosidad me ha procurado los medios de visitar estos remotos países, e invertir en su utilidad los mismos conocimientos que he adquirido en largos y penosos viajes. Nadie se persuada que sea una quimera, un sueño de un delirante, o una idea imposible de ejecutar, si bien la confieso dificultosa por la sola oposición de los portugueses; pero mirando la Corte el asunto con el empeño que merece, no dudo se hallarían medios para que la nación portuguesa cediese algo del rigor de sus pretensiones de ser absoluta dueño del río de las Amazonas, y de infinitos otros que todos adquieren su ser y su existencia en los dominios españoles.

La Francia cuyo entusiasmo de proteger los derechos de la humanidad y de las gentes, esta poderosa potencia aliada y amiga de España, insiste en el día por hacer del Cabo de Buena Esperanza un puerto y una recalada libre para todas las naciones navegantes a la India; ella con su respeto podrá también suavizar la tenacidad de la nación portuguesa en sus pretensiones, y efectuar que en el Amazonas y en la Madera, por derechos de gentes, se enarbole la bandera española. Me ofrezco yo el primero en tentar una nueva senda para pasar a España por los citados ríos, si la Corte tuviera a bien proveerme con los necesarios pasaportes, recomendaciones, e instrumentos para poder pasar sin demora y sin dejación alguna por los puestos fortificados que posee la nación portuguesa en ambos ríos. Serviría este viaje preliminar para reconocer y examinar metódicamente todo el curso del río Madera, sus sondas, malos pasos, ríos colaterales, y las precauciones necesarias en la navegación, y en general para adquirir una idea de los terrenos que bañan sus aguas, de la índole de sus   —317→   habitantes y de sus producciones. Los vientos que, según refiere Condamine en su viaje; reinan desde octubre hasta mayo, favorecen esta navegación para subir a vela cortando la corriente en ambos ríos, o bien en el interior del Continente; son los Sures y los Nortes los vientos dominantes en la estación de las aguas, y alternan siempre uno con el otro.

Los adjuntos dos planos27ilustrarán los puntos más interesantes de Geografía; y en particular el del número 1, de la nueva Intendencia de Santa Cruz proyectada por V.S., servirá para conocer los ríos que forman el de la Madera, y el del número 2 la continuación de su curso hasta el punto de su unión con el de las Amazonas, como también la parte más oriental de este último hasta su salida a la mar.

Por la íntima relación que tienen las misiones con el asunto de que acabo de tratar, me sera permitido hacer alguna mención del estado actual de ellas. Desde la conquista de ambas Américas, ha mirado siempre la piedad de los reyes de España la conversión de tantas naciones de gentiles como asunto de suma importancia. Se han gastado con generosidad y sin reparo inmensas sumas en esta conquistas espirituales, pero con vario suceso y progresos más o menos felices en diferentes épocas. En el día, extinguido ya el entusiasmo que en otros tiempos inflamaba a todo el mundo para conquistas, no se deben mirar los misioneros como meros conquistadores espirituales sino también como temporales, siendo ellos actualmente los únicos por cuya mano siguen o se pierden las conquistas de las naciones bárbaras, y con ellas los países y provincias que habitan. De una misión bien establecida y dirigida con el incremento de neófitos, se forma un pueblo, y de muchos pueblos una provincia. Es un principio muy errado, y que ha causado infinitos daños, el creer que cualquiera fraile sea idóneo para la reducción de los infieles y la predicación del Evangelio, cuando el exacto y feliz desempeño de este ministerio exige sin disputa hombres de un talento e instrucción superior, de mucha resolución y de singular prudencia.   —318→   La Providencia debe haberlo llamado con señas infalibles para este destino, debe haberle dado una robustez inalterable para sufrir los rigores de la zona tórrida, las plagas de los insectos y la intemperie de la estación de las aguas; una memoria feliz para aprender con facilidad tanto idioma de indios; su filosofía principal debe ser la experiencia y el estudio del hombre, de este ente que se presenta en más formas diferentes que el mismo camaleón; y aquí sobre todo del hombre en el estado de su ferocidad, así como salió de la mano de la naturaleza, sin sujeción o otra ley que la superior fuerza, agitado de violentas pasiones, los únicos resortes de sus acciones; en una palabra una bestia furiosa, con la sola forma exterior del hombre.

Ninguno de los referidos dones relumbran en los más de los religiosos de San Francisco que actualmente acuden a este destino, con extraordinarios gastos del Estado. Se persuaden esos frailes de haber cumplido con todas sus obligaciones, con solo hacer rezar tumultuariamente todos los días las oraciones acostumbradas. El amor a las riquezas los hace olvidar todas las plausibles reglas de pobreza que prescribe su instituto. Ellos sacan increíbles ventajas de la rusticidad e inmenso trabajo de los neófitos, a quienes reatan con tareas que no podrían llenarlas aun cuando fueran bestias de carga. En el gobierno temporal se manejan con despotismo, ignorantes en todo de lo que son conocimientos económicos e industriales; y gracias si paráramos sólo en esto y no se cometiesen deslices que la moderación debe callarlos por respeto a su estado, porque no hay duda que un cuerpo religioso es digno de las mayores atenciones cuando observa las reglas de su instituto, y cuando no abusan sus miembros de sus facultades. Por otra parte, el indio dirigido por estos maestros, desde ha treinta y más años, no ha aprendido otra cosa sino a rezar como loro unas oraciones que no entiende; no ha adquirido la más leve idea sólida del Ente Supremo que debe ser el principio y el fin de sus acciones. Sus conocimientos industriales han quedado lo mismo como antes de la llegada de su conversor, y después de tantos años queda el indio tan gentil como antes, y arrojando al fin las cadenas de una sujeción imprudente se   —319→   va otra vez al monte. Éste es el estado deplorable de las misiones a cargo de estos religiosos; esta conducta contraria es la principal causa de que, desde la expulsión de los jesuitas, no solamente no se haya adelantado nada sino que un número considerable de ellas se haya perdido enteramente. En lugar de avanzar se ha ido atrás, y los portugueses siguen, paso por paso, ocupando más y más terreno y acercándose cada día más a los dominios españoles.

La época más feliz para las misiones españolas, situadas en ambas orillas del río de las Amazonas, era a fines del siglo pasado. El célebre misionero padre Samuel Fritz, jesuita alemán, dotado por la Providencia de todos aquellos dones que adornan este ministerio, entró el año de 1686 a los pueblos de las naciones bárbaras de este río, y redujo en poco tiempo la numerosa nación de los omaguas y cocamas. A su ejemplo acudieron las naciones comarcanas de su propio motu, los yurimaguas, aysuares, banomas y otras, atraídas únicamente del buen trato con que les enseñaba a vivir, con leyes justas y policía no conocida de ellos hasta entonces. Con este método conquistó, en pocos años, todos los países que corren desde el río Napo hasta cerca de la desembocadura del río de la Madera, situada poco más o menos en el meridiano de 61º al Occidente de París. Se han retirado y abandonado estas misiones hasta la de Pebas, que actualmente es la última de las posesiones españolas situada en el meridiano de 71 con la pérdida de 10º de longitud de terrenos que considerándolos aún como línea recta, importan 200 leguas, y los portugueses han avanzado las suyas hasta la de San Pablo, inmediata a Pebas, con la conquista de todo aquel territorio y de los ríos que comunican con el Perú. Me persuado de que los portugueses tuvieron mejor suerte en la elección de los religiosos que destinaron para estas conquistas; son los carmelitas hombres de otra instrucción y conducta que los actuales del Perú, y que con patriotismo miran los intereses de su patria.

El sabio jesuita Samuel Fritz no solamente tuvo talento, prudencia y fortuna para tantas conquistas, sino al mismo tiempo excelente luces en las ciencias matemáticas y en   —320→   la astronomía. Él fue el primero que levantó un mapa de todo el dilatado curso del río de las Amazonas, y el académico parisiense Condamine no vaciló en insertarlo, a modo de comparación, en el mismo mapa que acompaña su obra. Algunos conocimientos superficiales de Geografía y del uso de la aguja debían ser inseparables del oficio de un conversor, para dar cuenta al gobierno del distrito con alguna relación de sus excursiones, de las serranías, ríos, lagunas y otras circunstancias propias de aquellos terrenos en que ejerce sus funciones apostólicas. Pero estos conocimientos tan útiles se hallan casi del todo desterrados de nuestros misioneros, y apenas se halla uno que otro que tenga instrucción suficiente para llevar un confuso diario de sus viajes. El fomento y el arreglo de las misiones en las orillas del río de las Amazonas, Napo, Ucayali, Purus, Madera, Beni y en la parte más septentrional del Mamoré, es asunto que por todos modos merece la atención del gobierno por la inmediación de la nación portuguesa que se aprovecha del más leve descuido, apoderándose de nuevos terrenos y acercándose a pasos precipitados a los dominios españoles. Las providencias que el gobierno juzgase oportunas tocan particularmente a los colegios de propaganda de Quito, de Ocopa y del que nuevamente se está fundando en el pueblo de Tarata, en la provincia de Cochabamba. Es cuanto se me ofrece informar a V.S. en este grave e importante asunto, consecuente al oficio que se ha servido pasarme con fecha de 1º de marzo último.

Dios guarde a V.S.

Cochabamba, y abril 20 de 1799.

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Señor Gobernador Intendente de esta provincia. Don Francisco de Viedma.