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41

Concluyó su parla el cacique, ofreciéndose él y su tribu a la Comisión, para protegerla en su marcha hacia los Ranqueles; que se hallaba pronto para socorrerla en el momento que supiese se le infería un ultraje; que en este caso le mandase un chasque, dándole cuenta de cualquier evento para ponerse en marcha. (N. del A.)

 

42

Calma a la noche, desde las 6 hasta las 10; brisa del O hasta las 12. (N. del A.)

 

43

La noche de este día la pasamos sosegadamente con nuestros vecinos fuertemente desde las 7 de la noche, hasta por la mañana del día siguiente; por la tarde sopló la brisa del tercer cuadrante, y a las 9 calmó. (N. del A.)

 

44

En la campaña del año 20 lo reconocimos, lo mismo que los arroyos, que de él descienden; su altura no la medimos, porque la marcha del ejército en donde íbamos no lo permitía, ni teníamos instrumentos con qué hacerlo. Pero se demuestran algunas particularidades de él en la carta de la marcha de la expedición que se presentó al Gobierno entonces. En la nuevamente construida de toda la provincia, que igualmente se ha presentado, se demuestra su perspectiva. (N. del A.)

 

45

Pasamos la noche tranquilamente, siguió en todo el día el viento fuerte del cuarto cuadrante, heló toda la noche, y desde las 6 calmó. (N. del A.)

 

46

Don Pablo Zizur, en su viaje a Patagones, pasó de nuestra parada o situación, como media legua más al sud, y atravesó el pequeño Andes, dando solamente algunas descripciones de los ríos Sauce Grande y Chico, y de las calidades de las tierras. (N. del A.)

 

47

A las 121/2 del día siempre cerrado. (N. del A.)

 

48

En la parte occidental de la sierra se encuentran montes de chañar, mistol y algarroba, de cuyos frutos se proveen los naturales, y consumen en abundancia. (N. del A.)

 

49

Esta, como lo hemos dicho, ha sido presentada al Gobierno, y existe en su poder. (N. del A.)

 

50

Se les satisfizo del objeto de la fuerza de Patagones, y su número, que solamente eran 50 negros, destinados a guardar aquel punto, pues trataban de invadirlo las naciones extrañas, y entonces resultábales una ruina inevitable, porque querían, según se decía, ponerles guardias en la Sierra de la Ventana. Con este pretexto, que dio la Comisión para salir de aquel apuro, calmó a los oyentes; pero, permaneciendo en sus desconfianzas, preguntaron enseguida, si el número era considerable; se les contestó, que solamente 50 negros. A esto de negros o tapangú, que ellos llaman, prorrumpieron en risa al oír el color, porque los desprecian en alto grado, y los miran como una clase de hombres inferiores a los demás, y por consiguiente incapaces de batirse con ellos, y de hacer grandes acciones. Los pocos que tienen, que han robado de las fronteras, les sirven de esclavos, y los tratan con rigor. (N. del A.)