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Diario del piloto de la Real Armada, don Basilio Villarino

Del reconocimiento que hizo del Río Negro, en la costa oriental de Patagonia, el año de 1782

Basilio Villarino



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Día sábado 28 de setiembre de 1782

A las 12½ del día puse a la vela las cuatro embarcaciones de mi mando, que llevo para hacer este reconocimiento, a cuyo tiempo me hallaba equipado y provisto con aquellas cosas que se me dieron, y pudo proporcionarse en este establecimiento: y en esta tarde navegaron hasta la Laguna Grande en el Puerto de San Xavier, habiéndome quedado yo hasta el día 1.º de octubre por aclarar algunos cargos con la Contaduría: y en este día me incorporé al anochecer con la expedición, que estaba 9 leguas río arriba de este establecimiento, en cuyo sitio hice noche.




Día 2 de octubre

Este día arreglé las guardias, los ranchos de la gente, y hice algunos transbordos de útiles y víveres para acomodarlos mejor; habiéndose mantenido el viento al NO que es enteramente contrario a esta navegación. A las 2 de la tarde se llamó el viento al 8 flojo, y con él me hice inmediatamente a la vela, y con la ayuda de los remos, sirga, y de los caballos, en los parajes a donde podían entrar, navegué cinco leguas, y dos y media en línea recta, al ONO 5 grados de la aguja, hasta las 7 de la noche que me acampé; y me hallo distante del establecimiento 11 leguas, al NO 1/4 O corregido.




Día 3

A las 6 de la mañana me hice a la vela prosiguiendo mi viaje, y a las 7, sobre una fugada de viento por el SO, desarbolé del palo mayor: arrimé a tierra para componerle, y zafar la maniobra; y por haber refrescado el viento mucho, no pudimos seguir más adelante hasta las 2 de la tarde; y a las 6½ paré inmediato al corte de la madera de arriba.




Día 4

Amaneció con el viento al OSO, duró y siguió todo el día con granizo, de modo que no fue posible salir, ni hacer camino, alguno.



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Día 5

A las 6 de la mañana proseguí mi viaje hasta las 6 de la tarde, habiendo navegado 12 leguas por el río, y 5 en línea recta al ONO 5 grados N corregido; habiendo estado el viento al SSO duro.




Día 6

Al salir el sol proseguí mi viaje, y teniendo espías con la gente casi todo el día en el agua, navegué 3/4de legua al ONO corregido, y por las vueltas del río 3 leguas. Aquí hay superior terreno en estas rinconadas, y abundante saucería en las islas.




Día 7

Al salir el sol, salí continuando mi navegación con viento al NO fresco: seguí hasta las 6 de la tarde que me acampé, habiendo hecho el rumbo directo al NO 1/4 O corregido; distancia de 1½ legua siempre al remo y 5 la sirga, y por las vueltas del río Cuarto, en cuya distancia hay dos potreros de buen terreno, mucho pasto y bastante saucería, con 7 islas que están en medio del río.




Día 8

Salí al amanecer a la sirga, por ser el viento contrario y la corriente mucha: navegamos hasta las 8 de la noche, y sin embargo del esfuerzo que se hizo, no pudimos navegar más que 5 leguas por el río, y 2 en línea recta al ONO 3 grados O corregido.




Día 9

Al salir el sol salí, y navegué hasta las 3 de la noche, 2 leguas al rumbo directo del ONO 5 grados N corregido: y en esta distancia hace el río dos potreros de buen terreno, grandes, y las entradas muy angostas. Este día, a las 3 de la tarde, pasé la primera angostura.




Día 10

Al salir el sol salí a la sirga con los caballos, y al reino hasta el al anochecer, y navegué 6 leguas y a rumbo directo al NO corregido 2: en este intermedio es el terreno bastante estéril, y con pocos sauces.



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Día 11

Al salir el sol, seguimos nuestro viaje con viento N fresco y contrario: a las 11½ se rompió contra un sauce el palo del trinquete de la chalupa San Francisco de Asís. Al anochecer nos acampamos cerca de la segunda angostura, habiendo pasado, a las 3½ de la tarde, la boca de parte de este río, donde entra una corriente velocísima y forma una grande isla. Este día he navegado 6 leguas por río, y en línea recta 2; y un tercio al N ¼ O corregido.




Día 12

Al ser de día mandé al carpintero le hiciese mecha nueva al palo mayor de la chalupa San Juan, y a las 7 de la mañana continuamos nuestro viaje: a las 8 varamos, y nos detuvo bastante el sacar al San José: a las 11 pasamos la segunda angostura; a las 2 de la tarde estábamos en el camino de San Antonio, y a las 7 de la noche nos acampamos, y volví a repetir las órdenes a los patrones de las chalupas para que no se separasen, por habérselas dado continuamente. Navegué este día al NO corregido 3½ leguas, y por el río 6½ según sus vueltas.




Día 13

A las 6 de la mañana salí en cuanto me daba el viento por el N, y paré a las 9 del día por ser el viento contrario y aparentar agua. Mandé poner los toldos a las embarcaciones, y al carpintero que registrase una isla y buscase un palo para el San José, el que no pudo hallar. Registró el armamento, y hallé 8 fusiles inútiles y 5 pistolas: cargué las armas restantes, y navegué al ángulo de 65 grados 00 en el cuarto cuadrante, 3 minutos de distancia.




Día 14

Salí al amanecer continuando mi viaje, y a las 10 llegaron del establecimiento don Juan Ignacio Pérez y don Pedro Indart. Arrimé a tierra, y mandé al carpintero a registrar otra isla para el dicho palo, y trajo uno que puso al instante en astillero, y queda a toda prisa trabajando en él. Hoy navegué al NO ¼ corregido, 3 millas de distancia en línea recta: el terreno en esta inmediación es bastante inferior.




Día 15

Se prosigue trabajando en el palo de San José, y la gente de mar,   —6→   que se entretiene en tomar liebres para ayudar a los víveres, mató 28. Mandé dos peones a hacer la descubierta, y dijeron que en 8 leguas no se hallaba rastro fresco.




Día 16

Al amanecer arbolé el palo mayor nuevo. Se fueron don Ignacio y don Pedro, al mismo tiempo que me hice a la vela, continuando mi reconocimiento con viento por el S flujo: refrescó bastante el viento, y a las 9 varamos, que costó bastante trabajo sacar el San José: a las 12½ volvió a varar, y lo sacamos a la una de la tarde. Seguimos con viento fresco: a las 5 pasamos la Cruz de Villarino, a las 7 hicimos noche, y este día fue el de mejor navegación, pues conducirnos por el río 11 leguas, y directamente, al NO corregido, 16 millas marítimas: pero tuvimos la desgracia de que descubriese agua la chalupa San José, y quedé observando, a ver si puedo descubrir por donde la hace, por no vararla, que me sería de mucho atraso.




Día 17

A las dos de la mañana empezó a llover, y siguió hasta el mediodía, y el San José hizo 63 baldes de agua, desde ayer al anochecer hasta esta hora. A la una de la tarde continué a la sirga, por ser el viento fresco contrario, y no poder los caballos entrar: seguí a remo y sirga hasta el anochecer, que me acampé, habiendo hecho el rumbo del NO ¼ O corregido, 3 millas de distancia.




Día 18

Al salir el sol continué mi viaje a la sirga, por estar calma: al mediodía observé el sol en 39º 44’, y di dos horas de descanso a la marinería. Seguí navegando a la sirga y remo hasta las siete de la tarde, habiendo hecho el rumbo directo de 62º 00’ en cuarto cuadrante, 7 millas de distancia.




Día 19

Al salir el sol continué mi viaje, y habiendo navegado hasta el anochecer hice sólo 5 millas de distancia, al O ¼ NO corregido, tales fueron las vueltas que hicimos, según el río, de barranca a barranca: pero hay en este intermedio muy buenos potreros, o rinconadas de buenas tierras, y esta noche no parecieron los caballerizos con la caballada.

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Día 20

Salí al amanecer, y navegué hasta las ocho de la noche 8 millas, al ángulo de 58º 00’ en cuarto cuadrante, que por las vueltas del río fueron 33; y en este intermedio hay algunas rinconadas de excelentes tierras, y he visto algunos árboles de la misma especie que los que sirven para hacer carbón en el establecimiento. Cuando atraqué a la costa del S para acamparme, hallé al dragón llamado Torres, que con el peón Vergara me condujeron 15 caballos de orden del Señor Super-Intendente, que yo había pedido para servicio de la expedición.




Día 21

Amaneció el día con viento al NO, tan fuerte que no fue posible, hacer camino, por lo que me mantuve en este paraje, y mandé dos peones a la descubierta; los que me dijeron habrían caminado como 9 leguas río arriba, y no hallaron otra novedad que el juntarse la barranca del S con el río, de aquí como 8 leguas, sin que haya camino para pasar a la orilla, internándose el camino de los indios como dos leguas tierra adentro.




Día 22

Amaneció con el viento al SO flojo: a las 7 se fueron para el establecimiento el soldado José Torres y el peón Vergara; y yo continué mi viaje, y navegué este día sólo 3 millas, al NO corregido, por la fuerte corriente, viento contrario y malos sirgaderos.




Día 23

Al ser de día seguí, continuando mi viaje con viento al NO fuerte, pasando a la sirga y a fuerza de espías. A las tres de la tarde se llamó el viento al SE recio, y tanto, que la chalupa San Francisco partió cuatro vergas sin poder casi romper la fuerza de la corriente, particularmente, en el Estrecho de las Siete Islas. Navegué hasta las siete de la noche al NO corregido, 9 millas de distancia. Dios quiso darnos este viento tan a tiempo y tan a propósito para pasar este paraje, que a no ser así de seguro tardaríamos en salir de este paraje más de dos semanas.




Día 24

Navegué todo el día a la sirga y teniendo espías, sin que tuviese hueco para dar de comer a la gente. A mediodía, por la fuerza de la   —8→   corriente me faltó un cabo de tres pulgadas: esta tarde se vio fuego al NO como a distancia de 4 leguas: hice el rumbo del NO ¼ O corregido, 3 millas de distancia. En este intermedio y lo navegado ayer, hay mucha saucería, y conté 16 islas: el terreno de una banda y otra es malísimo en dicho intermedio.




Día 25

Anoche, no habiendo parecido los caballerizos, estuve con mucho cuidado: esta mañana mandé en busca del capataz, y yo monté a caballo y seguí el río aguas arriba, y hallé un potrero de buen pasto y terreno, que tendrá como una legua cuadrada, cuyo sitio parece no ser frecuentado de indios, aunque a la salida hallé una senda muy vieja por donde han transitado. Pero el camino que regularmente siguen pasa tierra adentro, y separado de dicho potrero más de dos leguas; por lo que mandé al capataz trajese allí la caballada por precisarme el río a separarme dos leguas en una vuelta que hace al N; y en este intermedio hay una isla de igual anchura con muchos sauces, y a mi parecer buen terreno. Al anochecer avisté los caballerizos a la parte del S, a cuya banda pasé en el bote, los que me dijeron no había novedad, y que no habían podido descubrir los indios, ni saber en que parte estaba el fuego que avistamos todo el día: pero que en la inflexión que hace el río más arriba, ya se separaba de la barranca, y había buen paraje para los caballos, pues hacia ya de la parte del S considerable llanura. En cuya atención, y en la de que es mi intento llegar con las embarcaciones a los toldos primero que los caballos, que con eso aseguro la caballada, lo que no sucederá si acaece lo contrario, mandé al capataz cuidase los caballos en el paraje donde estaban, y estuviese atento cuando yo llegase con las embarcaciones a la llanura que me decía, y entonces condujese allí la caballada.

Este día navegué en línea recta 4 millas al ONO corregido.




Día 26

Salí al salir el sol a la sirga, y navegué al NO 4½ millas, habiendo hecho alto a las 4 de la tarde para aguardar la caballada y tener los peones a la vista: pues esta mañana a las 9½, habiendo mandado los peones a registrar el campo, hallaron un indio que andaba corriendo guanacos, el que no quiso venir a bordo. Fueron 3 peones a ver los toldos, y satisfechos que sólo dos toldos había, llegaron a ellos y hallaron otro indio más en ellos y unas cuantas chinas, que ninguno quiso venir a bordo. Preguntaron por Francisco, y unos dijeron que se había ido para la tierra   —9→   de las Manzanas, y otros que estaba cerca. A las 2 de la tarde divisaron los peones un indio, encima de un cerro observándonos: fueron hasta el cerro, y ya no pareció. Por esto, y porque más adelante no había paraje en donde tener los caballos, de modo que estuviesen inmediatos a las embarcaciones, paré y mandé se trajesen.

Cuatro días há que intento pasar la caballada a la parte del N, por los mejores pastos y sirgaderos, y proporción de tenerlos cerca, pero no fue posible por no haber paso, esto es, caída ni salida del río, por las barrancas que hace.

Esta noche se toldaron las embarcaciones, por haber empezado a llover con truenos.




Día 27

A las 5½ de la mañana me hice a la vela, río arriba, con viento ESE flojo, por lo que fue menester la ayuda de la sirga y de los remos, habiendo dejado la caballada en este sitio a fin de avanzarme con las embarcaciones, y de la parte de arriba de los toldos: a cuyo efecto previne al capataz de la caballada estuviese en observación para que la condujese al paraje donde hiciesen noche las chalupas. Hasta mediodía nos ayudó bastante el viento por el E: a este tiempo pasó un peón un brazo del río, a donde hallaron los indios con sus toldos, y vino a darme la noticia de que ya los indios los habían levantado y se habían ido. Pero no pudiendo arrimar a tierra, ni los caballos pasar adonde yo estaba, caminó sin poder dar de comer a la gente, a fin de avanzar hasta donde pudiese estar el resguardo de peones y caballada. Seguí toda la tarde a fuerza de remo y vela, no siendo esta bastante a romper la rapidez del río; a las 6½ avisté los peones, arrimé a donde estaban, y hallé con ellos al hermano del capitán Chiquito, y otro indio que venía en busca nuestra, por haberle dado noticia de nosotros los indios que levantaron los toldos. Los regalé con bizcocho, aguardiente y tabaco, a fin de que por ellos tengan, los más indios que haya, noticia de nuestro buen trato: se fueron ya de noche los indios a sus toldos, y quedé en este paraje a pasar la noche. A las 10 de la mañana ya me separé de la barranca del S, y navegué este día al O ¼ NO corregido 15 millas de distancia.




Día 28

Salí a las 6 de la mañana, y navegué hasta las 6 de la tarde al ONO corregido 6 millas de distancia. Hoy se tomaron dos truchas de 2½   —10→   libras cada una, sin que hubiese más novedad. Los caballerizos se quedaron separados de nosotros, por no poder alcanzar adonde estaba la caballada.




Día 29

Salí a las 6 de la mañana: a las 9 llegué adonde se junta el río con la barranca del N, la que fui a reconocer por parecerme, o por no quedar con la desconfianza de si tendría por una quebrada que había algún arroyo. Volví a mediodía, y hallé cuatro indios junto a las embarcaciones, con la novedad de que venía la cacica vieja y la lenguaraza Teresa. Continué mi viaje, y a las 5 de la tarde me avisaron que estaban las referidas chinas, y otras dos más con 10 indios que las acompañaban, en paraje que de ningún modo yo podía llegar allí con las embarcaciones: esto me puso en cuidado por los caballerizos y caballada, por lo que tomé el medio de traer con el botecillo los dichos indios y las chinas a dormir junto a las embarcaciones, que con esto aseguro por esta noche los caballos. Se les dio de comer, y se les regaló aguardiente, algún bizcocho y tabaco, y les hice varias preguntas concernientes a mi comisión; y dicen, que de donde tiene los toldos Francisco hasta el Colorado hay dos días de camino; y de este paraje hasta el Choelechel diez: que antes de llegar hallaremos dos ríos a la parte del N que entran a este: que inmediato a los toldos de Francisco debemos pasar la caballada a la parte del N, porque la del S es intransitable, y que ellos, cuando van a las tierras de las manzanas, se separan del río y caminan tierra adentro. Que el cacique del caballo bailarín está de aquí tierra adentro al SSO, y que las aguadas que tiene son pozos. Este día navegué al ONO corregido 4½ millas de distancia.




Día 30

Se fueron los indios a las ocho de la mañana, y yo continué mi viaje con viento contrario, y siempre inmediato a la barranca del N: se llamó el viento al SO, y con la ayuda de este y los caballos, pues hubo algunos buenos sirgaderos, navegué al ángulo directo de 50º 00’ en cuadrante, 8 millas de distancia, y por las vueltas del río, 18. Esta mañana me dijeron los indios que venían indios Aucaces del Colorado a las tolderías de Francisco, y que este había ido a encontrarlos: que los días pasados habían pasado por el Choelechel muchos Aucas, con mucha porción de ganado. A las 7 me acampé: orden San Lorenzo.



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Día 31

Salí a la mañana con viento al NO fuerte. A las 12½ llegó el dragón Villalba a decirme de parte del dragón Antonio, que lo esperase, pues traía ganado y venía este muy cansado. A la una vinieron los indios en caballos reyunos. A las dos se fue Villalba y el peón, que le acompañaba, a incorporarse con los que traen el ganado, y yo continué a pasar más adelante, media legua que hay de muy malos sirgaderos. Al ponerse el sol me acampé, no habiendo podido conseguir salir de dichos malos pasos. Al anochecer he visto a Villalba y al peón; y preguntado como no habían vuelto a ayudar a traer y custodiar el ganado, y que si sucedía alguna cosa ¿como quedaríamos? Me respondió, que venía gente bastante con él, y que lo mismo sucedería que ellos estuviesen allí, como que no: navegué este día al ángulo de 60º 00’ en cuarto cuadrante 4 millas de distancia, y por él no han sido 13.




Día 1.º de diciembre

Al amanecer se fue Villalba y el peón, y yo continué siguiendo mi viaje hasta la 1½ de la tarde, habiendo navegado al ONO 5 millas de distancia. A esta llora llegó el dragón Antonio, me entregó las cartas de oficio del Super-Intendente, y me pidió un peón para ayudarle a traer el ganado que estaba cerca: hice alto en este sitio, y volvió con el ganado a los cuatro de la tarde, que constaba de 30 reses. A las dos de la tarde llegaron indios con la lenguaraza Teresa, la que trajo noticia que Francisco con sus toldos había caminado río arriba, a un paraje donde esperaba porción de Aucas: que mucha gente, de la que estaba con él, se habían vuelto río abajo, hasta un paso que había, a donde iban a pasar las mujeres y niños, para que estos siguiesen al Colorado, y ellos volverse a robarnos los caballos y matar los peones; y que esta noticia la mandaba el cacique viejo, que fue el único que se quedó con su toldo en el paraje a donde estaba. Esta noche puse 5 marineros a caballo a rondar el ganado y caballada, con los 5 peones que tengo, y los 6 que vinieron del pueblo: con este dragón vino el calafate José de los Santos y un peón con 8 caballos.




Día 2

Esta mañana se fueron los indios, a quienes regalé y ofrecí amistad y buena armonía, y yo continué mi viaje. Esta, noche, habiéndole dado a la lenguaraza bastante aguardiente, me confesó que Francisco se había ido de miedo, pero a juntar indios, y que el viejo no había caminado con ellos, porque estaba tan enfermo que no podía montar a caballo.   —12→   A mediodía observé el sol en 39º 00’ de latitud S: vinieron algunos indios a quienes regalé y obsequié bastante. Al anochecer largaron los indios sus caballos entre los nuestros y dijeron que les mandaba el cacique que dormiesen entre nosotros. Mandé a los peones y gente de guardia tuviesen mucho cuidado con ellos, pues dicen que ya se vuelven a unir los toldos y a juntar los indios. A mediodía estaba inmediato a una horqueta, que por los indios no pude averiguar si es de algún otro río que entra por el N del principal, o si es formada por alguna isla. Este día hice el rumbo del N ¼ O, 4 millas de distancia directa que por las vueltas del río se hicieron.




Día 3

Salí siguiendo mi viaje a las cinco de la mañana: a mediodía llegó el cacique Francisco con un número como de 30 a 40 indios; los regalé y convidé con aguardiente, tabaco y bizcocho, y se les hizo de comer a todos, y a las dos de la tarde continué, y los indios anduvieron entre el ganado y la caballada, por la que inmediatamente hice venir todo al costado de las embarcaciones. Al anochecer acampé, y vinieron 6 indios de parte de Francisco, con una botija a pedir aguardiente: se la di, así por asegurar los chasques que vengan del pueblo, como por adquirir noticias, y por medio de sus indios o esclavos mandar ahora chasque con nuestra gente al pueblo, a fin de tener pronta respuesta a los oficios que envío. Este día fue la distancia directa de 1½ millas al NO: aquí hay excelentes potreros y buenas tierras.




Día 4

Salí de mañana, y a las 9 del día llegó uno de los nuestros con la noticia de que los indios habían levantado los toldos, y ya caminaban las chinas con ello, menos el de Francisco, y del viejo: y luego llegó Francisco con su familia y más de 50 indios y chinas, y viendo yo la mucha canalla que venía, tiré a navegar sin arrimar a tierra; y a las dos de la tarde volvieron: se les dio de comer y aguardiente, y a la noche se repitió lo mismo. Navegué este día dos millas al NO ¼ O, y hay muy buenas tierras. Esta tarde, que navegué en una sola vuelta 9 millas de distancia, cuando paré a la noche tenía, desde el paraje de donde había salido al mediodía de camino en línea recta 180 varas, que así son las vueltas y potreros de este río, los cuales regularmente es buena tierra, y no necesitan otra cosa que abrir zanja de media vara, para por cualquiera parte sacarles riego.



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Día 5

Hoy a las 8 de la mañana acabé de despachar al dragón Antonio, y yo seguí mi viaje y me siguieron todos los indios y chinas, sin embargo de haberles dado de almorzar, y luego aguardiente, bizcocho, tabaco, azúcar, etc. A mediodía pararon a donde yo paré, para dar de comer a la gente: tuve la paciencia de obsequiarlos de la misma suerte. Pasado esto me pidió el cacique Francisco una vaca para dar de comer a su gente: a esto le dije que esperaba comprar ganado a los Aucas: que mandaríamos un indio de sus toldos al pueblo; que si me mandaban ganado que le daría, pues bien veía que el ganado que yo tenía era poco, y que ya se me acababan los víveres, y que no tenía que comer la gente: que mi viaje era muy largo, ni tampoco tenía donde hacer bastimento, ni menos adonde comprar. Ensilló su caballo, y se puso en camino muy enojado.

Es imposible hacer cosa buena con los indios, y lo más seguro es el rigor, pues con un escarmiento en una toldería como la de Francisco, no se atreverían los otros a estas y otras burlas que nos hacen; y más cuando esta gente es tan acreedora a que se les castigue. Al anochecer me acampé, y algunos indios se quedaron entre nosotros; y navegué en todo este día 2 millas al ONO corregido en línea recta, que por las vueltas fueron 8.




Día 6

A las 6 de la mañana salí con viento al SE flojo, y se fueron los indios: antes de irse me llamó Teresa con secreto, y me dijo que el cacique Francisco se iba huyendo río arriba, porque tenía en sus toldos dos cristianos, el uno llamado Mariano y el otro Francisco: y asimismo que ya habíamos pasado el Choelechel, que es una loma que está en la cuchilla, a la cual los indios dan este nombre, pero que el paso de las indiadas está más arriba, y que allí iba a parar Francisco, y los del viejo que van también a su solicitud. Navegué hasta de noche: se pescaron 13 truchas que son muy ricas, y desde luego me parece pesarían 50 libras. La distancia que he navegado según las vueltas del río llegó a 15 millas, pero en línea recta al NO corregido, 6. En estos tres días próximos pasados todas las tierras han sido superiores, tales que desde aquí al desagüe del río, ni por asomo se hallan otras que les igualen; pero las que pase hoy sobre todas. El potrero adonde estaban los toldos del cacique viejo, a más de ser excelentes tierras, tiene la mejor proporción que dar se puede para invernar, fortificarse y guardar el ganado: su entrada, como más arriba tengo dicho, es de 250 varas; a esta se le puede hacer estacada   —14→   de palo a pique, que para los indios es inexpugnable; con la misma y aun con más facilidad se le puede abrir un foso de agua, por ser el terreno tan bajo que está elevado solamente dos palmos sobre la superficie del agua. Hecho esto, y poniendo un puente levadizo, con seis hombres, hay bastante: y no se piense que esto es muy difícil, porque, yo solamente con los marineros que tengo, toda esta obra tendría concluida en el término de un mes1.

Muchos y buenos potreros o rinconadas he pasado desde que salí del establecimiento, pero ninguna como la que llevo dicho para el expresado intento. Tiene dicha rinconada otra excelencia, que sino es más superior que las antecedentes no cede a ninguna de ellas, y es que por la parte del N no es tierra firme sino isla, y la parte del río que pasa por la parte del N de ella, es de tanto caudal como la que pasa por la parte del S por la cual navego. Esta isla es muy grande, pues el principio de ella lo hallé el día del corriente, de cuya horqueta hago referencia en dicho día.




Día 7

Salí al ser de día, continuando mi navegación, y mandé a los calafates y carpintero que montasen a caballo, y junto con los peones acompañasen ganado y caballada, y que llevase tres armas de fuego cada uno. Supe por los indios, que los fuegos o incendios del campo eran señal de reunión entre ellos, y seña de venir algún enemigo de aquella nación, a los cuales sus aliados y parientes le hacían esta seña. Desde el día siguiente que se hallaron los primeros indios, hemos visto diariamente algún fuego, y siempre más arriba de nosotros, pero nunca como desde antes de ayer, porque a las 4 horas de salir el cacique Francisco, empezó a arder el campo por diversos parajes por la orilla del río, y según el camino que dicho Francisco llevaba: pero no por eso dejó de proseguir, pues el día de hoy nos abrasamos entre las llamas de los fuegos, que parecía todo el campo un infierno. A la 1 de la tarde llegaron tres indios junto a nosotros, el hermano del capitán Chiquito con otros dos, y nos dijo que ya sus toldos iban delante a incorporarse con los de Francisco: lo regalé y se fue. A las 4 de la tarde pasaron los indios, y hablaron con los peones, los cuales llevaban un caballo que habían dejado cuando vinieron con el ganado, por estar despeado: estos dijeron que venían del Colorado   —15→   con su cacique Guisél, el cual quedaba acampado en el mismo sitio donde estaban los toldos del Cacique Viejo, y que este los había mandado a los toldos de Francisco. Navegué este día al NO 6 millas de distancia, y por el río, 14.

Pusieron los indios el campo tan abrasado, que no hallé en todo el día paraje alguno adonde comiese algo el ganado. A la tarde hice matar una res, porque no era posible sujetarla, y se repartió entre la gente. A las 11½ de la noche dispararon los caballos.




Día 8

Al salir el sol continué mi camino con viento al SO, que aprovechaba en las vueltas adonde venía bien. A las 9 llegamos a una que fue preciso pasarla toda a espías, por ser el viento contrario: hoy se vieron pasar otros dos indios, uno hacia abajo y otro hacia arriba, sin llegar a las embarcaciones, antes bien, particularmente uno, caminaba a media rienda y por la orilla de la barranca. Estos movimientos de los indios, y el conocer su doblez e intención depravada hacia nosotros, me tienen con cuidado. A mediodía monté a caballo a reconocer el campo, y en más de 2 leguas no se halla pasto alguno para nuestro ganado, por haberlo quemado los indios.

Navegué este día al NO corregido 3 millas de distancia, siendo por el río 7 y de tierras muy inferiores: de la banda del S y la del N no puede hacer juicio, porque por la orilla todo lo que hoy hemos caminado es bañado en esta isla.




Día 9

Reflexionando en los movimientos de los indios, los inconvenientes que tenemos de dejar los de Guisél atrás, que se puede decir con seguridad que estos interceptarán nuestros chasques y la correspondencia que debe tener libre la expedición con el caballero Super-Intendente, para que este, según el estado de las cosas, le comunique sus órdenes: el no saber si los indios de dicho Guisél habrán hallado a la partida que trajo el ganado, como asimismo el no saber adonde van, qué intenciones llevan, y si se juntaron ya con Francisco: si éste está en paraje donde se le pueda atacar, qué indiada se juntó con él, qué hacienda, tiene; o si está en paraje adonde no pueda ser atacado con las embarcaciones, o si teniéndolo debajo del tiro, tener seguro, nuestro ganado, y de no tomar otro medio que tierra, qué paso en el río, etc.; para esto mandé al marinero Miguel Benites Paraguayo, (porque rehusando hacer esté servicio todos los peones, este se ofreció libremente) mozo bastantemente vivo y avisado,   —16→   para que llevase una botija de aguardiente de regalo al cacique Francisco, con pretexto de que me mando un indio que vaya al pueblo de chasque; y que en viniéndome vacas le daré una y otras cosas a este tenor, sólo con el fin de que el dicho Benites se informe de todo lo dicho, y me traiga si puede a la lenguaraza Teresa para informarme: porque de quedarme de invernada por falta de auxilios, deba volver al potrero adonde estaban los toldos del Viejo, y nos han dicho los tiene ahora Guisél, así por la bella proporción que tiene de fortificarse y guardar los ganados, como por hacer caminar río arriba al cacique Guisél, y tener libre el acopio y transporte de víveres y todo auxilio, como las órdenes del Super-Intendente y las noticias que según lo que acaezca deba irle remitiendo; y si estuviese allí Guisél y los pudiese tener a tiro, esperar en aquel sitio la resolución del Super-Intendente. Mandé a dos peones que lo acompañasen hasta cerca de dos toldos, y sin que los viesen los indios se volviesen: y asimismo lleva la orden Benites, que si me puede traer el chasquero del Colorado me lo traiga, que es uno de los que pasaron. Esto tenía yo premeditado desde anoche, que encargué al capataz viese algún peón para hacer esta diligencia, y yo seguí río arriba a fuerza de espía al salir el sol, habiéndose ido el marinero a esta hora. A las 9½ llegó un indio de los toldos de Francisca, el que había salido de ellos, según dijo, y le pude comprender después de haber llegado el marinero: que el cacique Guisél estaba allá y que había muchos toldos, y esto casi por señas. Después se explicó diciendo, que el cacique Guisél le habían muerto los Aucas. En este punto estaba en el extremo del codillo que hace aquí una península, que desde ayer estoy navegando por ella, cuya grande rinconada es de tierras muy inferiores. A las 3½ de la tarde todavía no había venido el marinero que fue a los toldos; y me dijo un peón que había visto venir un indio y que luego que nos avistó retrocedió a la furia. Esto, con no haber llegado el marinero, me puso en cuidado, y aunque procuro adelantar camino con el mayor trabajo, se dejó venir un viento tan fuerte y contrario, acompañado de la veloz corriente, juntamente saucería por las orillas, que apenas basta toda la gente para poder llevar muy despacio las embarcaciones a la espía; de suerte que se pasan bastantes horas para adelantar una cuadra en algunos parajes. A las 5½ llegó el marinero de los toldos: dijo eran 21, y contó en ellos 53 indios, sin la muchachonada, o mozuelos. Dice que están en buen paraje, que tienen de 500 a 600 caballos, y entre ellos muchos reyunos; que le han dicho que Guisél está en el Colorado; que de este río no han venido más que dos indios; que el cacique Toro ha llevado mucho ganado a vender al establecimiento; que hay otro cacique en los toldos, a excepción de Francisco, a quien no conoce: que Francisco va a caminar río arriba: que habló con un desertor nuestro, llamado Mariano, a quien exhortó para que se viniese, y que no pudo   —17→   conseguirlo. Que otro desertor llamado Francisco, caminó río arriba con algunos indios, que se fueron ayer. A este marinero le regalé una camisa por la diligencia.

Navegué todo el día de hoy al SO corregido 2 millas de distancia.




Día 10

Salí al amanecer aprovechando todo el día, a fin de llegar a los toldos, por asegurar, estando yo inmediato a ellos, el ganado y caballada. Seguí todo el día a vela y remo y espías. A las 5 de la tarde monté a caballo, y fui a reconocer la distancia que había, y las vueltas que daba el río, para hacer juicio si podría alcanzar de día, y de no, buscar paraje proporcionado para hacer noche con la posible seguridad. Cuanto llegué a paraje de donde podía observar los toldos, he visto que ya los indios los habían levantado, y por los rastros siguieron río arriba: volví inmediatamente a las embarcaciones, y navegué hasta ponerse el sol, siendo el rumbo corregido de este día 6 millas al O ¼ NO, y por las vueltas 14 millas. A la una de la noche me dio parte el peón Miguel que el marinero Miguel Benites, que fue a los toldos el día 9 a llevar el aguardiente al cacique Francisco, le había encargado la noche del día 8, que fue cuando determiné y hablé a los peones para hacer la expresada diligencia, que si le tocase a él llevar el aguardiente, le dijese de su parte al cacique, que yo llevaba intención de inmediatamente que llegase a la toldería avanzarlo con toda la gente para matarlos a todos, y que a lo menos llevase su hija muy lejos, porque no le acaeciese su muerte y de la cual me dicen estaba muy prendado. Reconvine al expresado peón de no habérmelo dicho antes; pero este no dio respuesta a esto, y sólo me dijo que el dicho marinero había hecho muy mal en haberse ofrecido a ir, respecto estaba viendo que los peones lo rehusaban, y que en algo se fundarían cuando se eximían de ello; pero que el marinero lo había hecho por acreditarse de hombre de más valor que ninguno. Estas razones indujeron en mi una sospecha o duda grande de ser el hecho cierto, inclinándome a que lo diría sin más verdad que su antojo, picado de que Miguel Benites hubiese hecho un servicio sin más informe que el de talvez un enemigo suyo. Por otra parte pensaba en que el no haber venido el cacique Francisco con la lenguaraza (a quien con él había mandado a llamar) estribaba en algún grande motivo, aunque Benites me había dicho que el cacique lo había acompañado hasta medio camino, y que él no lo había querido traer porque no traía la lenguaraza, y esta había dicho que estaba cansada de caminar, y que no pudiendo entender a Francisco aunque este viniese, no se conseguía el fin, que era el informarme   —18→   de él. Este marinero estaba de ronda a la caballada y ganado, y le tocaba el cuarto de alba; no me pareció conveniente prenderle, así porque dudé del hecho, como porque aquí no hay prisiones ni comodidad para esto; y ya dado por entendido, precisamente era menester proceder contra él rigorosamente, y esto no me pareció justo, pues podía estar inocente. Sólo tomé la providencia de llamarlo a él, al capataz de la caballada, peones y patrones, y les dije, que una vez que habían mudado los indios los toldos, que alguna cosa tenían intentado, por lo cual era menester entre todas las 24 horas del día, fuesen la de mayor cuidado las del cuarto de alba, que es cuando regularmente hacen los indios sus travesuras: para cuyo fin era menester que todos rondasen sin apearse del caballo. Doblé las centinelas de a pie: hice recoger todo el ganado a la orilla del agua, y puse una guardia avanzada de 4 hombres, y un patrón a la espalda de los rondadores y animales, y otro patrón velando las centinelas y yo. Ya se habían disparado los caballos una vez, y por estar así la gente prevenida no pude romper muy a fuerza: llamé al capataz de los peones y le encargué, que siempre que hubiese algún rumor de indios el primero, a quien debía asegurar de un pistoletazo había de ser a Benites, y le dije lo que pasaba, (quien me dijo se lo acababan de decir), y que se lo encargase así a los peones, y que tuviese mucho cuidado con él. Pero el tal Benites, al amanecer, le dijo a uno que estaba a su lado, que volvía al instante, que iba a hacer una precisa diligencia, el que no ha vuelto. Luego que fue de día pregunté por él, y me dijeron lo que llevo referido: registré su petate, y hallé unos calzoncillos llenos de galleta, y una media con la misma provisión, y unos pedazos de hojas de lata y dos cojinillos viejos. La prevención de la galleta precisamente da a conocer el que Benites tenía de antemano premeditada la fuga y deserción a los indios, porque el pan aquí lo tienen a su libertad por no ser posible hacer otra cosa: luego precisamente esta prevención era para llevarse.




Día 11

Luego que aclaró bien el día procuré examinar los rastros, y hallé en un cerrito de árboles espinosos las pisadas de bastantes indios a pie, que habían tenido los caballos por atrás de dicho cerro: hallé las pisadas de un muchacho que había estado metido en el pantano de una laguna bien cerca de nosotros, y para salir y venir a gatas se conocía que traía la daga en la mano, pues había quedado el cabo de ella estampado en la tierra o greda. Registré todo aquel terreno por ver si hallaba paraje en que fortificarme, teniendo resguardado gente, ganado y caballada, y no hallé, porque aunque hay uno allí muy bueno, formando con el río una laguna, toda su orilla cubierta de sauces con una entrada de menos, de 50 varas, tenía mucha maciega, y sin ser quemada no era posible   —19→   tener allí el ganado, y si se quemaba se quedaba sin pasto. Por esto, y porque no puedo fiarme de lo que me dijo el desertor, temiendo que estuviese el cacique Guisél, en el potrero adonde estaba el Viejo, y por ser un paraje tan a propósito para fortificarme, acordé volver al expresado sitio para esperar allí los víveres que necesito para continuar río arriba. A las 8 del día me largué a son de corriente, y a cada paso arrimando a tierra y pasando, a fin de que no saliese el ganado del costado de las chalupas, a cuya custodia puse 16 hombres a caballo armados: esto es, acompañando a los 6 peones, 10 de la tripulación. A la media hora no cabal de haber salido, avistamos de los topes dos jinetes, en el mismo sitio, donde habíamos hecho noche: seguimos el río aguas abajo, hasta las 6 de la tarde que llegué al expresado sitio. A la noche monté los pedreros, esmeriles y alisté todas las armas, puse 4 centinelas avanzadas, una patrulla de 4 hombres y un patrón a pie, y 12 caballos para defensa y ronda de la caballada.




Día 12

Esta mañana hice recoger todos los remos rompidos, y mandé al carpintero y algunos marineros hiciesen de ellos astas para chuzas, se enastaron 12 para los de a caballo: mandé 18 marineros a cortar postería para cerrar la boca del potrero de palo a pique, y hacer primeramente un corral, porque siéndome preciso invernar, no hallo paraje más seguro ni de más conveniencia: porque puesto, como tengo premeditado, la estacada de palo a pique, y abriendo por la parte de afuera un pozo de agua, que se hace con mucha facilidad, ayudando o trabajando en él mucho más la corriente del agua que los trabajadores, al cual puesto un puente levadizo, queda el dicho potrero inexpugnable aunque vengan 50.000 indios. Este potrero es capaz, tiene dentro leña, madera, caza, pescado que abunda de ricas truchas, y pasto para siempre para el ganado que tengo, y aunque venga más; para cuyo fin se encavaron palas, zapapicos y azadas. Esta grande isla por estar a la banda del N, es la mayor excelencia de dicho paraje: tiene 9 leguas de largo, y por algunas partes 3 de ancho-, las tierras de las inmediaciones de este paraje 6 potrero en espacio de 4 leguas, son las mejores que he visto desde aquí al desagüe de este río en el océano. A las 11 del día divisamos jinetes que fuimos a reconocer, y era el dragón Antonio de Sosa con dos peones, que vino con las órdenes del Comisario Super-Intendente, en las que me dice me remitirá los auxilios que pido dentro de 10 ó 12 días: en vista de lo cual ceso mi proyecto, y sólo determiné hacer un corral sencillo, a fin de tener más seguro el ganado y más descansada la gente, permaneciendo en este sitio hasta que lleguen las carretas.



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Día 13

Esta mañana hice que toda la gente registrase todo el bizcocho para saber el que hubiese averiado, y cargar con la chalupa San Juan todo cuanto pueda llevar, más que el que tiene. Se condujeron a donde se debe hacer el corral ciento y cincuenta postes; y desde antes de ayer creció el río más de media vara: a la noche se doblaron las centinelas, y se llevó el mismo método que en la antecedente.




Día 14

Esta mañana hallaron los descubridores rastro de haber venido un jinete a un potrero, o rinconada cerca de nosotros, se compusieron algunos cabos rompidos, y a la noche se observó el mismo método y cuidado que las antecedentes, y se mató un novillo.




Día 15

Al amanecer despaché a Antonio de Sosa, que salió a las 6½ para el establecimiento: a este tiempo mandé 25 hombres cortar postería a una isla de la banda del N.

A la 1 de la tarde se hizo una balsa con 260 postes, y se pasó a la banda del S un cabo nuevo de 3 pulgadas de grueso para remolcarla: pero fue tal la fuerza de la corriente, que habiendo hecho firme dicho cabo a un sauce, rompió y se llevó la balsa con 16 hombres encima, la que no fue posible traer a esta orilla hasta media legua más abajo.

Esta mañana salieron a la descubierta, y volvieron a mediodía los descubridores, sin haber hallado novedad. A la noche se llevó el mismo método en las guardias, y se mató un novillo.




Día 16

Esta mañana mandé 25 marineros a cortar postes a la banda del N, y se condujeron a esta banda 240, y esta noche se llevó el mismo método en las guardias que en las antecedentes.




Día 17

Amaneció claro, viento al N, y descansó la gente, que fue el primer día de descanso; a las 12 vinieron los descubridores, y no hubo novedad.   —21→   A la noche se dio la orden de observar el mismo método en las guardias y centinelas, que en las antecedentes,




Día 18

Esta mañana fueron dos peones a hacer la descubierta: el día 16 empezó a bajar el río, y el día de hoy hallé que había bajado desde dicho día 4½ pulgadas; por cuyo motivo no domina el campo la artillería de las chalupas, y para precaver este inconveniente, mandé se buscase un sauce bastante grande y capaz, para hacer en él 6 tragantes para los pedreros, y otro proporcionado para los tragantes de los 6 esmeriles, y se acopió postería. A las 5 de la tarde vino el viento por el SE fresco, y es el primero que he visto desde que salí a este reconocimiento: duró toda la noche.

Hoy cayeron 4 hombres enfermos.




Día 19

Amaneció el viento al SE, y se prosigue acopiando madera. A las 4 de la tarde di principio a la estacada para cerrar el potrero: vinieron los descubridores y no hallaron novedad; se observó el mismo método en las guardias que en las noches pasadas.




Día 20

Amaneció cerrado de neblina, y el viento al SE a mediodía vinieron los descubridores sin novedad. Se prosiguió con la estacada, y se cortaron y condujeron dos sauces grandes para poner en ellos los tragantes para los esmeriles y pedreros, formando una especie de trinchera por no poder usar ya de esta artillería en las chalupas; pues bajó tanto el río, que ya la barranca las domina.




Día 21

Se prosiguió en la estacada, y se pusieron los sauces que se trajeron para trinchera en su lugar: a mediodía vinieron los descubridores del campo. Siguen las guardias del mismo modo que las noches antecedentes.




Día 22

Se prosigue con la estacada: puse 6 pedreros en batería; vinieron los descubridores, y no hubo novedad.



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Día 23

Se prosiguió con la estacada, y no hubo novedad en el campo.




Día 24

Se mató una res: vinieron a mediodía los descubridores sin novedad.




Día 25

Se prosiguió con la estacada, y no hubo novedad en el campo.




Día 26

Se hicieron almohadas para los pedreros. A la 7 de la mañana me avisó el patrón Eusebio González, que se había hallado una bolsa, y esta que era de Miguel Benites, la cual pasé a registrar, y tenía dentro tres cuchillos y la hoja de otro, dos agujas de las con que se prenden las chinas, con un hilo de cuentas, y un peine blanco viejo, una braza de tabaco negro, medio manojo ídem blanco, y tres pesos fuertes, todo lo cual depositó en poder de dicho patrón: y concluí la estacada, habiendo cerrado la boca del potrero de palo a pique, en la que entraron 1.670 estacas, habiendo dejado sólo una boca angosta por donde entrar y salir, habiendo concluido la fortificación de dicho potrero al anochecer.




Día 27

A las 2½ de la mañana se vio fuego al SE que parecía en la costa del río. A las 3 mandé 4 a caballo a ver si podían reconocerlo, 2 de ellos han vuelto a las 5, sin haber descubierto nada. A las 7, viendo que no parecían los otros dos, mandé 8 bien armados, los 2 primeros vinieron a las 10 sin novedad, y los 8 a la 1 de la tarde, con la de haber hallado rastro fresco de dos jinetes; pero no pudieron hallar el paraje del fuego. Este día se mantuvo el viento al O medianamente fresco.




Día 28

Esta mañana salieron los descubridores, y volvieron a las 10½ sin novedad, y se cortó madera.



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Día 29

Este día se acabó de carenar el bote, y concluí un galpón que hice, a fin de conservar la carne, por haberse perdido la mayor parte de la res que se mató el día 24. Este galpón tiene doce varas de largo y 7 de ancho: sirve, además de lo dicho, de cuerpo de guardia, y de defensa a la gente de los rayos del sol, que son los calores excesivos: no hubo novedad en el campo.




Día 30

A mediodía vinieron los descubridores del campo sin novedad, y se mató una res.




Día 1.º de diciembre

No hubo novedad en el campo. A las 10 de la noche se vio fuego al ESE, pero muy lejos. A las 12 vio el marinero Miguel Ignacio 2 hombres a pie a la orilla del río, y como a distancia de 15 pasos de las chalupas y ranchos: corrió a preguntar a la guardia si andaban algunos de los nuestros afuera, y sabido que no, fueron 4 de los de guardia a reconocer, y ya se habían escondido. Se tomaron las precauciones que me parecieron oportunas para pasar el resto de la noche, y mandé 9 hombres a caballo a registrar estas inmediaciones: pero la noche obscura, y la mucha maciega, no dio lugar a que se pudiese divisar cosa alguna, y sólo por el desasosiego de los perros y los pájaros, ya desde prima noche sospechábamos gente en esta inmediación.




Día 2

Al amanecer registré la estacada y los parajes que hay más a propósito para emboscarse, y no hallé cosa alguna. Salieron los descubridores, y volvieron a la 7 de la tarde sin novedad.




Día 3

Amaneció nublado con el viento al OSO bonancible, y cayeron algunas gotas de agua, a cuya hora se tomó un bagual que todas las noches nos tenía en cuidado, y al fin rompió un lazo y se fue; salió un peón corriéndolo, y vio un indio que galopaba campo afuera. Vino a dar parte, y mandé inmediatamente tomar caballos, y salieron 13 hombres armados con chuza y pistolas: volvieron a mediodía con   —24→   solo la novedad de haber hallado el rastro fresco, y de otros más. Después que salió esta partida fue el bote a reconocer la otra banda por haber sentido las centinelas ruido a la media noche, y se halló el rastro de un hombre a pie.




Día 4

Esta mañana mandé reconocer el campo, siguiendo el río aguas abajo; a mediodía volvieron los descubridores, con la novedad de haber visto fuego: a las 2 de la tarde despachó una partida de seis hombres a reconocerlo, y habiendo llegado la media noche sin que hubiesen vuelto, puse, desde esta hora hasta el día, la mitad de las tripulaciones de guardia.




Día 5

De mañana mandó un peón a hacer la descubierta, el que volvió a las 11 sin novedad. A las 12 llegaron los 6 descubridores, sin otra novedad que la de no haber podido llegar al fuego por estar lejos, habiendo caminado el río, aguas abajo, como 12 leguas: lo que sentí bastante, pues me parecía me traerían noticia de la partida, que estoy impaciente esperando con los víveres que me debe mandar el Super-Intendente, que según sus cartas ya días ha que debía estar aquí, y con esta tardanza el río baja y se avanza la estación.




Día 6

Salieron a hacer la descubierta, y no hubo novedad en el campo.




Día 7

Mudó la batería a la boca de la estacada, y hice el cuerpo de guardia de la parte de adentro, porque habiéndose retardado tanto tiempo los auxilios que espero del establecimiento, me hace ya desconfiar su envío, por lo que tiro a fortificarme lo mejor que me sea posible, por si la estada aquí fuere para tiempo largo. No hubo novedad en la descubierta del campo.




Día 8

Esta mañana se mató una res: salieron los descubridores y vinieron a mediodía sin haber hallado novedad en el campo. A las 3½   —25→   de la tarde salió a cazar con un fusil el marinero Nicolás Baltazar y no ha vuelto, y se levantó una quemazón a dos leguas de nosotros.




Día 9

Esta mañana mandé dos peones a hacer la descubierta río arriba, y cinco aguas abajo, a reconocer el fuego y buscar el marinero. A mediodía volvieron sin novedad los que fueron río arriba, y los que fueron abajo trajeron la de haber hallado rastros frescos; que habían venido como tres cuartos de legua de nosotros cinco jinetes, y que este rastro vuelve para abajo: por lo que me persuado llevarían estos al marinero, y pegarían fuego. A esta hora divisamos otro fuego al N, pero a más de 15 leguas de distancia: por la tarde mandé 7 hombres bien armados, río abajo a ver si hallaban algún vestigio del marinero, y no han hallado más que los rastros dichos.




Día 10

Al amanecer despaché una partida de 11 hombres a descubrir el campo, siguiendo el río aguas abajo, con el fin de descubrir algún estorbo que pudieran tener para llevar aquí los víveres que espero del establecimiento. Esta gente va prevenida de a 3 y 4 armas de fuego y una chuza cada uno para defensa de los indios que puedan encontrar.

No pareciendo el marinero Nicolas Baltazar, hice registrar su petate, y se halló un poncho, una fresada, un cuero de caballo, una chaqueta de cuero, un cuero de guanaco, dos saleas, unos calzones de poncho y otros de cuero, un chaleco viejo azul y una chupita de idem, un chaleco de cuero, un pañuelo nuevo, una talega vieja y en ella dos camisas, unos calzoncillos casi nuevos, otros idem viejos, una camiseta de crudo, un pañuelo viejo, unas medias de lana viejas, un chaleco de pañete forrado en bayeta, unos calzones de pañete azul usados, un gorro de pisón usado, dos ligas, un aparejo de pescar, dos dados y un rempujo, una bolsita de brin con dedal, alfiletero y tijeras, una barrena y un rosario, un cuchillo viejo, un talegoncito con una chupa y dentro tres duros, vara y media de tabaco negro, y confesó el marinero Miguel Núñez, que le tenía 11 pesos 2 reales que le había dado a guardar, y estaba pronto a entregarlos. Se puso todo lo dicho depositado en manos del patrón Eusebio González. Al anochecer volvió la partida sin más novedad que la de haber hallado dos rastros frescos, los cuales se perdieron de aquí a 4 leguas, y no vieron señal de que venían los víveres que espero. Hoy estuvo el viento   —26→   al SO duro, y el río prosigue siempre bajando. Este mes, que por falta de víveres estoy aquí, sirve de tanto perjuicio a la descubierta, me parece que si retardan algo más en enviarlos enteramente la imposibilitaba, ya por lo mucho que baja el río, ya por avanzarse la estación y quedar poco verano, y ya porque se les da lugar a los indios a que se junten para quitarnos los caballos en cualquiera vuelta en que no puedan ir al costado de las chalupas, sin cuyo auxilio es casi imposible esto reconocimiento2.




Día 11

A las 5 de la mañana salieron a descubrir el campo, y volvieron a mediodía sin novedad. El viento se mantuvo al SO fuerte, y el río baja mucho.




Día 12

Mandé los descubridores por la orilla del río, siguiéndolo aguas arriba, los que volvieron a las dos de la tarde sin novedad. A las 4 llegó don Ramón Sancho y dos peones, con la noticia de que venían a llegar las carretas con los víveres que esperaba del establecimiento: las que llegaron al ponerse el sol, al cargo de don Juan Ignacio Pérez, auxiliado por un sargento, un cabo, 16 infantes, un cabo, dos dragones y dos artilleros, que con los peones componían el número de 46 hombres. Se acamparon dentro del fuerte, y seguí el mismo método en las guardias que antes.




Día 13

Determiné salir dos días aguas arriba, a orillas del río, a fin de que nos viesen los indios; y si nos esperaban, traer los desertores y quedar en paz con los indios, haciéndoles manifiesta su traición y engaño, sin hacerles a ellos el menor agravio, procurando llenarlos de confianza: y si no nos operasen de miedo, (que sería lo más cierto, como nos viesen a tiempo que ellos lo tuviesen para levantar sus toldos) para que este fuese bastante a ahuyentarlos muchas leguas, y separarlos de la orilla del río para que no nos sirviesen de estorbo. Me pareció importantísima esta diligencia, porque de cualquier   —27→   modo que sucediese era favorable: pero reparando y volviendo a leer las órdenes del Super-Intendente, y viendo que me dice que no se debe exponer la tropa por apresar los desertores, y que le parece conveniente mandase los peones y caballada, (que me servían de mayor auxilio) determiné obedecer y no empeñarme3, seguir lo que pueda sin los caballos y peones, y remitirlos al establecimiento, porque no se verifique la cláusula que dice, que mire a lo que me expongo si roban los indios los caballos, y acaece algún desgraciado suceso.




Día 14

Se acaba de carenar el Champan, y se recibió a su bordo el bizcocho de dos carretas, la grasa y miniestra de otra: estas son buenas, el bizcocho el más inferior que se puede imaginar4, que será mucha que no se pudra antes de tiempo, y tres tipas de sal, que no llegaban a tres cuartillas.




Día 15

Este día se mataron y charquearon 16 reses, las que hubiera salado si el Super-Intendente me hubiera mandado la sal que le pedí, y tendría en tal caso carne para dos meses más que charqueada: si bien no hizo caso de algunas cosas que son indispensables y están inútiles en el establecimiento, como son los reinos, sal y otras5.




Día 16

Se mataron y charquearon 6 reses, y se concluyó la descarga de las carretas, y es tal el bizcocho que se hizo para la expedición, que se metieron en el Champan 79 quintales, 37 libras; y de seguro   —28→   entraría sólo en este buque 120, siendo el bizcocho tan ruin como el que se embarcó.




Día 17

Se compusieron las velas, se le pusieron dos paños de baileo, a la chalupa San Juan, en lo que se consumió, la pieza de lona y ocho libras de hilo de velas, y se rompieron quince agujas de cocer velas. Este día a las 4½ de la mañana salieron las carretas, y a las 5 ya estaba de marcha toda la expedición de carretas y caballos.




Día 18

Se hizo un mamparo a la chalupa chica, y se le mudó al Champan uno, a fin de acomodar mejor las cosas, y pasé a la chalupa chica 16 quintales de bizcocho, y de allí otros víveres al Champan: les puse las tapas o cubiertas de cueros.




Día 19

Se escogió el charque seco, y se embarcó y aprensó en el Champan: se derritió el sebo que se sacó de las reses; se hicieron velas nuevas por haber llegado inservibles las que mandaron del establecimiento.




Día 20

Hice recoger el charque y promediar la carga de las embarcaciones, y se le descubrió agua por la mura de babor al Champan, por lo que le di pendoles y se compuso a mediodía. Se llamó el viento al SE, y por aprovecharlo embarqué todo el charque, aunque alguno fresco. Se abatieron algunos barriles, y puse la carne a plan de las chalupas y a las 2½ de la tarde seguí mi viaje con las cuatro embarcaciones de mi mando; habiendo navegado hasta las 10¼ de la noche 3½ leguas al NO corregido.




Día 21

A las 5 menos un cuarto seguí mi navegación al remo, y aunque el viento era SE, en esta vuelta nos daba de proa. Seguí hasta las dos de la tarde, a cuya hora calmó el viento, y se dejó caer un aguacero, por lo que me fue preciso atracar a tierra y toldar las embarcaciones. A las 4½ de la tarde, habiendo cesado el agua, continué   —29→   mi viaje, y navegué al NO corregido 6 millas de distancia. A las 9 empezó a llover, y toldé otra vez las chalupas.




Día 22

Salí a las 6 de la mañana a remo y sirga por estar calma, y de esta suerte navegué todo el día con alguna poca lluvia hasta las 3 de la noche, que por una turbonada del SO con viento recio, arrimó a tierra, y mandé el bote a dar auxilio a la chalupa San Juan, que con la fuerza del viento y corriente se había ido a la otra costa. Toldé todas las chalupas por estar aturbonada la noche, la que pasé en el paraje que, según Falkner, me parece Tehuel-malal, cuya vuelta corre al SOS y SE. Navegué este día 41 millas de distancia en línea recta al ONO corregido.




Día 23

Este día continué mi navegación a remo y sirga hasta las 2 de la tarde que tuve viento al SO, con el que navegué hasta las 5½ de la tarde que se quedó calma, y seguí hasta las 8 a la sirga.

A las 11 de la mañana estaba inmediato a la cuchilla, último extremo del rincón grande, 6 Tehuel-malal, y a las 5 de la tarde en el Potrero del Chanchito: entro uno y otro potrero hay 5 millas de distancia, arrimado a la cuchilla del S al NO ¼ N corregido.

El Potrero del Chancho es muy angosto en su entrada, y se puede fácilmente fortificar.

Este día navegué en línea recta 8 millas al ONO corregido.




Día 24

A las 5¼ de la mañana continué mi viaje al remo, por ser el viento poco y contrario: a las 12½ estaba adonde se desertó Miguel Benites, de cuyo paraje dista media legua al NNO el último brazo del arroyo que forma la isla grande: a distancia de 4 millas de donde se fue Benites, hallé los vestigios de haber estado los toldos de Francisco, y no es mal paraje para pasar animalada de un lado a otro del río, por tener buenas bajadas y salidas, y tres islas adonde pueden descansar, que precisamente salen a alguna de ellas, porque están en medio río. A las 5 de la tarde vino el viento al SE fresco,   —30→   con el que navegué hasta las 8¼ de la noche, que me acampé, por haber varado una chalupa.

Navegué este día al NO ¼ O corregido, en línea recta 10 millas de distancia.




Día 25

Al ser de día me hice a la vela, y siguiendo el río, por las canales de mayor profundidad, que son muchas por las espesas islas, que hay en este río, llegué a las 5 de la tarde a un paraje que, parece ser paso, por haber por la parte del N un camino y rastro de animales, desde donde tenía los toldos Francisco, hasta donde me acampé. Hoy a las 9 de la noche no se pudo caminar por la parte del S la orilla del río, y esto conviene con las noticias de los indios.

Toda esta tarde tuve viento por el E fresco, pero incapaz de romper la rápida corriente de este río, y en algunos parajes a vela y remo no pudieron romper las embarcaciones, siendo preciso por esta causa traer siempre los marineros hasta medio cuerpo metidos en el agua tirando la sirga.

Navegué este día al ONO 5 grados N corregido, en línea recta, 9 millas de distancia.




Día 26

Navegué este día a remo, espías y sirga al ONO corregido 4¾ millas de distancia, y me acampé a las 8½ de la noche.

Desde antes de ayer que hallé la novedad, en este río de ser el agua totalmente encarnada, lo que jamás he visto en el establecimiento ni en sus inmediaciones, de lo que infiero que cuando en las avenidas de arriba llega al establecimiento el barro que la colorea se aposentó, por ser larga la distancia, y que aquí habrá algunas tierras o sierras vecinas a nosotros que tendrán dicho color.




Día 27

A las 5¼ de la mañana seguí a la sirga y remo, estando el viento casi calma, de cuyo modo se mantuvo todo el día hasta las 5 de la tarde que vino por el E flojo. A las 7¾ me acampé en una isla, habiendo navegado al ONO corregido 7 millas de distancia.



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Día 28

A las 5½ de la mañana seguí a la sirga con viento NO, y opuesto a mi viaje. A las 11 se divisaron 4 jinetes que seguían el río aguas abajo, arrimados a la barranca del N. A las 5 de la tarde se avistó fuego al N tierra adentro a larga distancia: navegué hasta las 8 de la noche 4 millas de distancia al ONO corregido.




Día 29

Salí a pie por no tener caballos, sobre unos cerros al ser de día a descubrir el campo. A las 6 de la mañana seguí mi viaje a la sirga, con viento NO fuerte. A las 10½ arrimé a tierra, por ser el viento y la corriente tan fuertes, que con toda la gente no fue posible sacar avante las embarcaciones una a una, y si tuviera caballos todos los días desde que salí de donde estaba el indio Francisco, hubiera caminado a lo menos 6 leguas en línea recta, pero el Super-Intendente juzgó inútil este auxilio que tanto interesaba al servicio del Rey6. Al tiempo de arrimar a tierra, se vio un jinete como a menos de un cuarto de legua de nosotros, el que se volvió después de estar un rato parado mirando. A las 2½ de la tarde se levantó una turbonada por el ONO de viento recio, agua y truenos, A las 3½ atravesé a la parte del S a acamparme, y toldé las embarcaciones. A las 5 pasó la turbonada, y se quedaron los horizontes achubascados. Hoy a medio día observé el sol en 38º 52 de latitud S, y hasta el paraje de la observación he navegado este día una milla de distancia.




Día 30

A las 5 de la mañana salí al remo a atravesar a la costa del N, y seguí a la sirga: a una milla andada hallé rastro de haber pasado los indios de la parte del N a la del S, golpe de ganado vacuno y caballar, el que según los rastros y camino hecho venía del NO de hacia el Colorado, y este paso es bueno; pues aquí se angosta bastante el río, y tiene buena entrada y salida en el río. A mediodía que venía yo registrando por tierra, y hallé muchos rastros de   —32→   caballos, que así los del paso como estos, manifiesta como un mes de haber pasado: halló otro rastro de un jinete que esta mañana seguía el río por su orilla aguas arriba, el que sin duda seria el que se vio ayer. A las 8 de la noche arrimé a tierra y me acampé, habiendo navegado este día al O¼ NO 4 millas de distancia.




Día 31

A las 4¾ de la mañana me largué, siguiendo mi viaje al remo y sirga con calma por la parte del N. A las 10 pasé a la parte del S, por no serme posible romper la corriente por aquel lado. A las 11 descubrí una polvareda grande inmediata a la barranca del N, que se conocía ser golpe de ganado: seguí río arriba, y a las 12 avisté caballada y jinetes. Poco después se arrimó uno a la orilla del río y mandé a un marinero y al mendocino José Oyola, a que le gritasen o hiciesen señas para que nos esperasen. A las 2 de la tarde pasé a la parte del N, y vinieron dos indios, y el uno de ellos se dejaba algo entender: los agasajase todo lo posible, y les compré una vaca por un freno; después se fueron y vinieron con el cacique y otros dos indios más, y a todos les hice cuanto agasajo pude: les di de beber aguardiente y mate, y les regalé algunas bujerías y tabaco, y tuve la paciencia de estarme toda la tarde en conversación con ellos, aunque al principio estaban desconfiados; pero luego entraron en confianza de tal modo, que se dejaron estar hasta de noche. La gente de mar me pidió licencia para hacer trato con ellos: se la concedí, y les compraron en las dos chalupas San Juan y San Francisco dos terneras de dos años por dos cuchillos, y los del Champan una buena vaca por un frasco de aguardiente un gorro y un cuchillo. Quise permitir esto a las tripulaciones, porque como el método que llevo con los víveres es lo más arreglado que puedo, precaviendo el que no llegue el caso de que me falten, les permití este desahogo para que las coman con libertad. Agasajé mucho a estos indios por muchos motivos, los cuales no es menester referir porque están sabidos, pero además de estos el principal ha sido por llevarlos algunos días inmediatos a las embarcaciones, por ser dichos indios del Huechun-lauquen, o Paraje de las Manzanas, para donde siguen viaje, por ver si puedo conseguir con ellos el que me presten caballos para la sirga, pues la gente no puede arrastrar las embarcaciones, y se me van enfermando muchos, y son los mozos de más robustez y trabajo: lo que me aflige bastante por la falta de los caballos, pues se me puso la gente mucho más flaca y débil en 11 días que há que salí de la fortaleza de Villarino en el Choelechel, que en 38 que tardé desde el establecimiento a dicho paraje. Esto me tiene entre la espada y la pared,   —33→   porque parando para dar algunos días de descanso a las tripulaciones, es consumir víveres y no adelantar: caminar con el trabajo con que se camina, es acabar la gente; de modo que es indecible la falta que me hacen los caballos. Navegué este día al O corregido 2 millas de distancia.

Las noticias que pude adquirir de estos indios, son las siguientes: Que el Choelechel está de este sitio 4 días de camino, con toldos, chinas y niños, siguiendo la orilla del río aguas abajo: que desde dicho sitio, donde hoy me hallo, hasta el Huechun-huechun y entrada en el Río Tucamel, y una laguna muy grande tardan 12 días, caminando despacio con los referidos estorbos que desde allí a tierra de cristianos tardan 10, al mismo caminar; de cuya tierra, dicen, se surten de frenos, cuchillos, lanzas y bujerías. Esta cuenta de los días que se tardan de unos a otros parajes, la hacia este indio quebrando pedacitos de paja; y preguntado si por el Huechun-huechun había muchos indios, tomó un puñado de arena para significar su multitud. No pude informarme más por no entender el idioma.




Día 1.º de enero de 1783

Esta mañana vinieron los indios a las 8, y después de haberlos convidado, mandó el cacique por uno de sus indios a llamar otros que estaban más abajo de nosotros, y vinieron 4; entre ellos un viejo con un muchacho como de 16 años de edad, que hablaba mejor el castellano que cuantos indios hasta ahora he visto desde que estoy empleado en la Costa Patagónica. Estos indios son moradores de Huechun-lauquen, o Laguna de Límite, nombrada por Falkner en su diario, y los primeros son de la Tierra de las Manzanas.

Dicen los de Huechum que su tierra dista cuatro jornadas de Valdivia; que aunque la distancia es corta, el camino es malo; que se pasa la Cordillera por el Portillo, que la tierra del cacique Cangapol nos queda dos días de jornada aguas abajo lo que me hace, cierto el juicio que hice de la isla y cercado de los Tehuelhets que cita Falkner, ser el mismo que pasé días pasados: que el Río Chico del N que cita dicho diario, dista de donde estamos cuatro jornadas, y que viene de la Cordillera: que éste algunas veces se vadea a caballo y otras a nado; pero que el río más grande es el que viene de Huechun-lauquen: que cuanto más arriba éste río tiene más corriente, y esto es lo mismo que voy experimentando. Dicen que ellos vienen de la Sierra del Volcán; que há cerca de un año que bajaron a buscar ganado caballar y vacuno, y que con éste, hacen trato con   —34→   los de Valdivia, unas veces llevándolo los indios a dicho pueblo, y otras viniendo los cristianos a comprárselo a sus tierras, el cual cambian por sombreros, cuentas, frenos, espuelas y añil para teñir los ponchos: (véase aquí ya abierto el camino y comunicación por la orilla del río con Valdivia, y entablado una especie de trato por los indios, robando el ganado a Buenos Aires, y vendiéndolo en aquel presidio.) Que Chile está de Huechun-lauquen mucho más lejos que Valdivia: que estos indios viven en toldos, y que siembran trigo, cebada, y habas: que los que tienen ranchos de paja bastantes capaces, viven más arriba por la falda de la Cordillera, los cuales además de las semillas referidas, siembran lentejas, porotos, garbanzos, y todo género de vituallas. Uno de sus caciques se llama Roman.

Estos indios jamás han estado en nuestro establecimiento del Río Negro: si bien dicen tienen noticia de habernos establecido, pero que ellos para caminar a sus tierras, atraviesan el campo desde el Colorado a este río por el Chuelechel, 70 leguas al poniente de nuestro establecimiento. Que en su tierra hay muchísimos pinos, y que los piñones son casi tan grandes como dátiles, y muy gustosos; de cuyo fruto hacen los indios prevención; que por aquel país no hay sal, y por esto la llevan de las salinas del Colorado en cargas, y con efecto las he visto en sacos de cuero (y así lo dice Falkner.) Que por la parte del N de este río no hay establecimiento alguno de indios hasta las Manzanas, y los que hay son sólo los que van de pasaje que por la del S están los Hulliches, los cuales los suelen aguardar cuando pasan los de Huechun con sus ganados, y los asaltan, roban y matan, y por esto suelen pasar bastante temerosos: y así no cesaban de preguntarme si por la parte del S había indios; me dieron noticia del Río Lime-leubú, y de sus moradores los Limeches. Los nombres de, los parajes, que jamás pudieron entender otros indios leyendo a Falkner, estos los nombran del mismo modo que su diario, y convienen con él en las noticias, diferenciándose solo en la distancia de Huechun a Valdivia, que dicho diario pone dos jornadas, y estos indios dicen que cuatro.

El Río Chico del N que entra en el Negro, dicen viene de la Cordillera; pero que no saben si pasa inmediato a Mendoza, porque de allí no son baqueanos: pero que su cacique había andado mucho a la orilla de dicho río, y que podía dar razón y para traerlo fue con ellos el peón José Oyola, mendocino.

Este muchacho dice que en su tierra no hay indios ladinos, y que el motivo de haber él aprendido el castellano, fue porque un perulero   —35→   llamado Prieto, que por el trato de ganado había tenido recíproca amistad con su padre, lo llevó a Valdivia para enseñarlo, y que después de un año, habiendo empobrecido dicho Prieto, se fue a Chile llamado de un tal don Antonio Roldán, amigo suyo, y el muchacho corrió la misma fortuna, y dice que habrá poco más de año que volvió a su tierra. Nombra el vino de Penco, y da noticia individual de todo, hasta de las perdices que se venden por medio en Chile, y otras menudencias a este tenor.

Un marinero de la expedición, llamado Bartolomé de Peña, que estuvo mucho tiempo en Valdivia, Penco, etc., y pasó la Cordillera po el Portillo cuando el levantamiento grande de los indios, que vio los pinos y comió los piñones, al cual hice carear con el muchacho, a quien preguntó por muchos parajes, respondió, según dice el marinero, con tanta puntualidad, dando señas de todas las cosas con tanta certeza, que no dejó nada que dudar. Le dije a este muchacho que se conchabase conmigo para ir con las embarcaciones hasta Huechun, y que de allí pasaríamos a caballo a Valdivia, para lo cual habló a su padre: y este dijo que no podía, porque llevaba mucho ganado que arrear, y que no tenía quien le ayudase; que lo que podía hacer pagándole era acompañarme con su hijo hasta Valdivia, luego que llegásemos a Huechun-lauquen. Pero el muchacho me dijo mandase a hablar al cacique porque tenía ganas de acompañarnos; y para esta navegación, y traer el cacique, se ofreció José Oyola, que como llevo dicho se fue con ellos esta tarde en un caballo que compré a los primeros indios, y fueron obsequiados todo lo posible.

También convienen estos indios con la sospecha de Falkner, de que la laguna de Huechun-lauquen envíe un brazo al río de Valdivia; pues dicen que no es así, pero que Huechun está muy cerca de dicho río, el cual es muy caudaloso, y sólo dista el río, de la laguna una jornada.

Dicen que todos, o casi todos los indios que habitan o residen en las sierras del Volcán y Pampas de Buenos Aires, son de este río arriba, y que el motivo de pasar tantos tiempos en aquellos parajes, es por la abundancia que hay de ganados, y por la facilidad de mantenimiento; y que algunos paran dos años, otros más y menos, según les acomoda.




Día 2

A las 8 de la mañana llegó José Oyola con el cacique Guchumpilqui,   —36→   y otros cinco caciques más que el primero había mandado a buscar, los cuales tenían sus haciendas más abajo: y dijo Oyola que Guchumpilqui sólo tenía más de 100 indios, que tenía mucho ganado caballar y vacuno. Los regalé y obsequié todo lo posible, estando entre ellos el cacique Roman, uno de los que tienen ranchos de paja: fueron concurriendo indios de tal suerte que se juntaron sobre 80 ó 100 indios y 6 chinas. Es imposible decir la paciencia que fue precisa tener con ellos: pero no pude recabar que me diesen al muchacho lenguaraz; tampoco pude saber de donde viene, o si pasa por Mendoza el Río Pequeño del NO, Pichileubú, que cita Falkner en su diario, porque dicen no son baqueanos de este río: aunque yo tengo grandes sospechas de que sea el Tunuyan, por estar informado de que no entra (como quiere Falkner) en las lagunas de Guanacache, en cuyo caso precisamente estaría muy cerca de Mendoza. Estos indios dicen, que el año próximo pasado hicieron ajuste con los españoles de Valdivia de llevarles ganado, y que por eso bajaron de sus tierras (que están muy inmediatas a Valdivia) a los campos de Buenos Aires, y que se retiran ahora, y que inmediatamente que lleguen vendrán los de Valdivia a comprárselo, como tienen tratado; y que muchos de ellos irán a Valdivia, sin parar en parte alguna, para hacer dicha venta. Asimismo dicen, que luego que lleguen las embarcaciones a Huechun-lauquen, que me conducirán a dicha ciudad. El cacique Guchumpilqui me regaló una res, que se le pagó bastante, y hasta bien de noche estuvieron importunando por aguardiente. El muchacho lenguaraz me dijo, que en Chile había tenido la noticia de que nosotros teníamos establecimiento en el Río Negro, y muchos indios que frecuentan a Valdivia, he visto y conocido en el establecimiento: por esto y por otras razones, creo que todos los habitantes de este continente, así españoles como indios, tienen noticia de nuestra población en el Río Negro.




Día 3

Salí de mañana, y huyendo la importunidad de los indios, pasé la banda del S, y asimismo pasé dos caballos que compré para dar algún alivio a la gente que llevo más enfermos: pero aquí nadie está exento del trabajo. A mediodía llegó una gran tropa de ellos: todas sus relaciones, que son muy largas, llenas de ofrecimientos, encareciendo su amistad y su poder, se dirigen a que les den; pues todas vienen a parar en pedir, y en no dándoles se enojan. A las 8 de la noche me acampé, y me siguieron los indios, importunando por aguardiente. Un cacique ponderó mucho su poder, diciéndome que estas eran sus tierras, las cuales se extendían hasta mucho más abajo del Chuelechel a fin de que le diese 4 frascos de aguardiente para convidar a sus soldados   —37→   que este nombre daba a sus indios: como dando a entender que quería le pagase algún derecho por el pasaje. A lo que le respondí, que me alegraba mucho de conocerle, y de saber que estas eran sus tierras, y que fuese en ella tan poderoso: porque así como nosotros cuando bajaban los indios a nuestros pueblos los regalábamos, y dábamos de comer y beber, así esperaba yo lo mismo de la amistad que tanto me encarece. Se rió bastante, y dio a entender la respuesta a todos los indios, que pasarían de 60, y al fin me dijo, que cuando no tuviese que comer se lo avisase, que me daría una vaca, la que nunca vino.

Los caciques son los siguientes: Guchumpilqui, Llancoapi: estos dos son los que tienen sus tierras en la laguna de Huechun-lauquen.

El cacique Roman se embarcó hoy para seguir viaje en las chalupas, y dice está algo enfermo: asimismo se embarcó José Roldan lenguaraz. Este muchacho parece bastante afecto a nosotros, pues lo he visto enojarse bastante con los indios por sus pesadeces: no sé en adelante lo que dará de sí.

Curuanca estuvo algunas veces en el establecimiento del Río Negro, los otros dos no sé sus nombres. En este sitio se angostan bastante las barrancas, que de una a otra no hay media legua pero no son tan altas como las de abajo, y con propiedad se le puede llamar angostura. Navegué este día al OSO 5º O 4½ millas de distancia.




Día 4

Salí al amanecer, haciendo diligencia de librarme de los indios, que por más que se les regale, nunca están contentos: pero a las 11 del día ya estaban con nosotros más de 80.

A la media legua de mi salida esta mañana, se hallan unos cerros áridos de arena blanquizca, piedra y alguna maleza, y aquí sigue el camino, o se aparta del río y toma tierra adentro: pero me dice el lenguaraz que no es más de una jornada. Compré dos caballos por habérseme cansado ya uno de los que antecedentemente compré; y porque es como imposible poder continuar sin ellos. Al mediodía se fue con los indios el peón José Oyola, porque el padre del lenguaraz lo pidió para que le ayudase a arrear su ganado, respecto a que su hijo venía con nosotros.

Navegué este día al O¼ SO 3 millas de distancia, habiéndome acampado después de puesto el sol siguen los cerros, altos de una y otra banda.



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Día 5

Salí al amanecer con viento N, y tuve que volver media legua río abajo, por no hallar paso para las chalupas: seguí a vela y remo, y a las 3 de la tarde varó la chalupa San José. Costó mucho el sacarla, y puestos ya en la canal con viento fresco, fuerza de vela, y una espía, por la cual tiraban treinta hombres, no pudimos adelantar nada. El cabo de la espía era nuevo, y de cuatro pulgadas de grueso, y habiendo aflojado algo el viento, y no pudiendo los 30 hombres aguantar la chalupa, mandé darle a la espía vuelta de firme, y fue tal la corriente, que rompió el cabo. Fue preciso tender el calabrote, y juntar toda la gente: sólo así pudimos sacar la chalupa, que a no ser el expresado calabrote se hubiera quedado en este sitio. Esta faena duró hasta las 8 de la noche, que llegué a acamparme con la gente bastante fatigada, y rendida del trabajo.

Navegué este día al O¼ SO, 5 millas de distancia, arrimado siempre a la barranca del N que es tierra infeliz, y no tierra, sino una especie de tosca compuesta de piedrecitas, arena, y polvo blanco, que se desmorona y se hunde al pisarla. Críanse en ella arbolitos muy bajos, espinosos, o maleza que para nada sirve, y esto poco lo mismo es por la parte del S. La barranca del S se abre bastante, y deja un valle bien largo entre ella y la orilla del río. Luego reconocí ser un rincón, volviéndose a angostar las barrancas áridas, y de un infernal aspecto.




Día 6

Salí de mañana a la espía, por ser el viento contrario, y la corriente tan fuerte, que no fue posible romper a la sirga. Trabajó hoy excesivamente la gente, y en todo el día sólo se caminó, sin que haya dado vuelta el río, 2.500 varas al OSO corregido.




Día 7

Amaneció el viento al SO, duro, por la que no fue posible continuar.




Día 8

Al amanecer salí con dicho viento, pero más bonancible. Navegué hasta las 9 del día, y a está hora no pudiendo pasar, volví al mismo sitio donde había salido a buscar otra canal, y seguí con viento y corriente contrarios, no habiendo podido navegar más que 1½ millas de distancia al OSO 5º S, arrimado siempre a la barranca del N.



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Día 9

A las 4½ de la mañana seguí mi viaje a la espía, por no poder la gente romper la corriente a la sirga, y siempre arrimado a la barranca del N, la cual tiene unos cerros tajados al río, y de tanta altura, que hasta ahora no hallé otros de igual tamaño. A mediodía pase un paraje, que puestos 40 hombres a cada chalupa no podían romper el ímpetu de la corriente, y en este paso está el río lleno de peñascos. Navegué este día al OSO 3 millas de distancia.




Día 10

Salí a las 5 de la mañana 5 la sirga con viento OSO, y me acampé a las 7½ de la tarde, habiendo navegado al OSO 5º O 3 millas de distancia: se le sacaron hoy al Champan 30 baldes de agua.




Día 11

Salí al salir el sol y a la media legua andada al OSO, hallé los indios, y arrimé a tierra. Venía con ellos el peón José Oyola, y los caciques Guchumpilqui y Curuanca. Éste, habiendo hallado ayer al marinero que tenía, con los caballos en tierra, sin que pudiesen llegar en donde estaban las embarcaciones, le preguntó si había comido: y habiéndole respondido el marinero que no, lo llevó a los toldos, hizo matar un novillo y le dio de comer. A éste lo regalé bien por esta fineza, y porque les sirva de ejemplo en lo sucesivo; pues puede darse muchas veces igual caso de encontrar a los nuestros sin abrigo alguno.

El cacique Cayupilqui, que parece el de mayor séquito entre ellos, vino a bordo; y después de diversas preguntas que me hizo acerca del designio que llevaba, a las que satisfice diciendo, que mi viaje era a Valdivia, porque tenía con aquel Gobernador recíproca amistad, y algunas cuentas que ajustar en aquella tierra, pero que tardaría muy poco en volverme; me dijo que me acompañaría desde su tierra a Valdivia, y me franquearía caballos para el viaje: y cuando yo bajase río abajo concluido mi viaje, que se vendría él conmigo, y sus indios por tierra, a fin de conocer el establecimiento del Río Negro, de allí pasar a las Pampa de Buenos Aires a tomar ganado vacuno y caballar para su provisión y mantenimiento, y vender en Valdivia: cuyo trato dejó entablado cuando vino a esta misma diligencia. Que él no hacia daño, pues el ganado que llevaba lo tomaba del bagual que andaba en el campo: que cuando venían de sus tierras, venían con muy pocos caballos, pero que traían ponchos   —40→   y otras cosas, con las cuales hacían trato con los indios del Volcán por caballos para correr en la Pampa.

De este sitio se aparta el río, y se arrima a los cerros del S, que son blancos muy altos, y cortados hacia el río. Se desembarcó el cacique Roman.




Día 12

Vinieron de mañana los caciques, y Guchumpilqui me dijo, que en el término de 3 ó 4 días tenía determinado mandar aviso a su tierra de como iba llegando, y que le trajesen algunos caballos gordos, por llevar toda la caballada flaca de la larga distancia que había caminado. Le pregunté qué tiempo tardarían en llegar a Huechun-lauquen los chasques, y dijo que seis días, y de allí a Valdivia que había tres días de camino, y que ahora era el tiempo en que los Valdivianos solían todos los años venir a su tierra a comprar ponchos. En esta inteligencia determiné escribirle al Señor Gobernador de aquella plaza, así para que el excelentísimo. Señor Virrey de Buenos Aires tenga esta noticia, como para saber yo si de aquella plaza podré ser socorrido con víveres, para si así fuese poder hacer un completo reconocimiento, y sino para tomar mis medidas y contar sólo con los víveres que tengo7: pues puede ser que, entregando los indios que van de chasque a los de Valdivia las cartas, lleguen a manos de dicho Señor Gobernador, y pueda por el mismo conducto tener yo la respuesta. Me regaló una vaca este cacique, y otra el cacique Curuanca.

Me han dicho que más arriba del Río Chico del N que entra en este, se aparta el Río Grande mucho para el S, haciendo una gran vuelta; por cuyo motivo no seguían ellos su orilla y caminaban tierra adentro: pero por buen campo, de mucho pasto y muy regado de diversísimos arroyuelos que bajan de las montañas, entre las cuales dicen haber amenísimos valles. Me quedé admirado al haber oído hablar a estos indios de nuestras guerras con los ingleses, pues me preguntaron si aún duraban. Y preguntándoles yo, por donde habían sabido de esta guerra, respondieron que en Valdivia lo habían sabido, y que por este motivo valían en aquella plaza todas las cosas caras pues no podían pagar las embarcaciones de España para las Indias.

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A las 12 del día se fueron, y me dijeron que poco más arriba nos veríamos, que ellos no se mudaban hasta mañana.

Estos indios llegarán al número de 300, entre los cuales no van más que 6 chinas, y hay entre ellos bastantes que sirven sólo para arrear y cazar. Sus ganados ascenderán al número de 8.000 cabezas, entre caballos yeguas y vacas, y de aquí se puede inferir lo que destruyen los indios a Buenos Aires, pues todo el ganado es marcado, y señalado de los vecinos de esta ciudad.

Al instante que se fueron los indios, eché de menos al marinero José Navarro, y me han dicho que había montado a caballo. Mandé a recoger los caballos nuestros, y faltaba uno, y salió a buscarlo José Mariano, marinero. A la hora de comer no vinieron estos marineros, pero me hice cargo andarían buscando el caballo que faltaba, aunque ya con desconfianza de si me los habían llevado los indios; pues en ellos es la mayor proeza, la mayor maldad, y sin embargo de haberlo regalado y acariciado todo lo posible, conociendo su infame trato, me llenó de desconfianza la breve falta de estos dos marineros: y más, habiéndose desembarcado el cacique Roman, y el muchacho lenguaraz. Por presto que subí a una lomita a ver si los veía, ya divisé una nube de polvo, distante como legua y media de donde tenían los toldos, sin haber animal alguno adonde estaban acampados. Esto me llenó de tristeza, por conocer la falta que me hacen estos dos individuos si los hubiesen llevado: pero no estaba del todo desesperado de que volviesen, por lo bien que había tratado a estos indios. Esta polvadera se alejaba con suma presteza, y se perdió de vista a las 5 de la tarde; y a esta hora pasó un marinero por casualidad por debajo de unos sauces, y halló 8 pares de bolas, de las que los indios suelen traer perdidas, y vestigios de haber estado mucha gente allí la noche antecedente, y esto distaría 100 varas de nosotros, y sus toldos o campamento, distaba tres cuartos de legua.

Cuando se embarcó conmigo el cacique Roman, pretextando estar enfermo, bien comprendí que no lo hacía por otra cosa que por observar nuestros movimientos, y yo me alegré; porque como el asunto, a mi parecer más importante, es el no quebrar con ellos, y aunque den ellos motivo por el cual me viese precisado a ello, no sería lo más favorable.

Esperé toda la tarde la venida de los dos marineros, que no han vuelto. A las 7 supe que Navarro había tenido no sé que ajuste con una china, y que la había ido siguiendo, porque ella le había hurtado unos cascabeles. Los que oyeron y supieron esto, se callaron hasta dicha hora; y esta fue la causa de que se perdiese no sólo Navarro, sino también José Mariano:   —42→   porque si me lo hubieran dicho, lo estorbaría, porque cuando fuese imposible evitar la pérdida del primero, a lo menos no tendríamos la del segundo.




Día 13

Amaneció con el viento al SO fresco, y contrario para poder continuar, y ya salido el sol, registramos lo posible el campo a ver si se hallaban algunos vestigios de los marineros, y lo que se halló fueron unos coletos, o ponchos de cuero de vaca, frescos recién hechos; montones de piedras, y cuero fresco, y guascas cortadas para retobar bolas, en la misma parte donde se hallaron los 8 pares de bolas: y según esto parece que los indios tuvieron dispuesto el avanzarnos8.

A las 7 de la mañana salí continuando mi viaje, pero es cierto que el río, cuanto más se va descubriendo, más dificultoso está de navegar. Desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde estuve en un paso, sin que en todo este tiempo pudiese adelantar 60 varas de distancia aquí se rompieron cabos, y fue preciso ponerte 4 al Champan, desde 3 a 3½ pulgadas de grueso.

Hoy me han dicho el abominable comercio de Navarro con la china, y que por los cascabeles la había ido persiguiendo de tal suerte, que derribó del caballo a otra que la tal china llevaba en ancas: por lo que me pienso no lo habrá pasado bien. Y no hago juicio de lo que le habrá sucedido a Mariano: lo cierto es que este insolente descompuso toda la armonía que yo llevaba con los indios, y lo peor es, que todos estos indios son de Huechum-huechum, de Huechum-lauquen, y de la Cordillera, muy inmediatos, a Valdivia, por donde yo tenía determinado, pasar a aquella plaza.

En el paraje adonde estaban los indios acampados, se hallaron 6 reses vacunas muertas y desolladas, sin que les faltase carne alguna, y de los cueros se hallaron hechos coletos: cuyas reses no habían muerto, en el tiempo que estuvo con ellos José Oyola, que fue dos noches, y un día antes que se fuesen los indios. Por esto me parece que su intento, fue sorprendernos, porque esta prevención tan repentina da a conocer su   —43→   alevosía, y que no tuvieron valor para ejecutarla. Navegué este O¼ SO 3 millas de distancia.




Día 14

Salí a las 5 de la mañana, y con la ayuda de los caballos navegué 6 millas al O corregido, y en este punto llegué a los cerros o barrancas del S.

Esta tarde tuve que pasar las embarcaciones por tres palmos de agua, y por haber ocupado toda la tarde en pasar este paso, caminé las dichas 6 millas. Tal es el fomento de los caballos, pero lo malo es que ya se cansó uno.




Día 15

A las 5 de la mañana, estando el viento al S ¼ SE bonancible, me hice la vela y remo: seguí todo el día arrimado a la barranca del S (si bien que de esta a la del N apenas hay media legua): refrescó bastante el viento por el ESE, y navegue al O ¼ NO 12 millas de distancia, habiéndome acampado a las 8 de la noche.




Día 16

Desde que salimos del potrero, o por mejor decir, desde antes de haber salido, hizo muchísima agua el Champan, porque estando estanco cuando vacío, luego que se cargó se anegaba: lo que dio motivo a descargarle, y volverlo a componer con el calafate Domínguez, por haber quedado falsa la obra que hizo en él José de los Santos. A los pocos días de navegación volvió a hacer agua, la que con todo cuidado se le achicaba. Esta mañana salió para la ración una galleta algo húmeda, e hice registrar el pan, y hallando mojado el que estaba sobre el plan, lo hice descargar y pasar todo el que cupo en la chalupa chica, y la carga de esta pasarla al Champan: se escogió el pan bueno del podrido, y este, que ascendería de 8 a 10 quintales, se tiró al agua9. Duró esta faena hasta las 4 de la tarde, a cuya hora se aturbonó el horizonte: mandé al instante toldar las embarcaciones, y a las 5 se dejó venir la turbonada, con tanta abundancia de viento SO, agua, truenos y piedra, cual no había visto en la costa patagónica. Duró lo más fuerte de ella cerca   —44→   de dos horas: calmó el viento, y quedó lloviendo poco y tronando mucho, hasta las 10 de la noche que aclaró.




Día 17

Salí a la sirga, ayudado de los tres extenuados caballos que tengo, y con algunas ventolinas del SSO navegué al ONO 5º O 8 millas de distancia. Aquí hacen una inflexión las barrancas, que habrá de una a otra una legua, cuyo llano por la parte del N es un regular terreno, pero el que queda atrás, después de haber hallado los indios, es el más infeliz que se puede imaginar.




Día 18

Este día navegué con mucha dificultad, por los malos pasos del río; al O corregido, 4 millas de distancia.




Día 19

Se compusieron los cabos, y se le dio lugar a la gente de lavar la ropa.




Día 20

Al salir el sol me hice la vela, con viento por el SSE bonancible, y al remo, por no ser posible romper las corrientes, a menos que no sea una tormenta. Refrescó bastante el viento, y navegué este día siempre arrimado a la barranca del S al O corregido, 11½ millas de distancia.

A las 7 de la mañana, llegamos a unas barrancas de extraordinaria altura en la costa del S, que distan cerca de media legua de la orilla del río: entre estas y dicha orilla hay otras coloradas, compuestas de una especie de polvo de este color, y chinos o piedras menudas. El compuesto de estas y de las antecedentes no tiene liga alguna, ni jugo para poder ligarse o juntarse, y es cierto que forma una vista maravillosa.

Por la parte del río son estas barrancas inaccesibles: parecen castillos muy altos, particularmente las blancas, con sus cornisas o molduras. No producen sus cumbres ni sus faldas ninguna especie de yerba, solo si algunas muy pocas, y chicas matas de maleza espinosa; pero tan raras o ruines, que jamás llegó a mi imaginación que en todo el globo de la tierra pudiese haber alguna tan infeliz como esta: no se ven rastros ni animales, pero ni tampoco pájaros.

  —45→  

Es infelicísima la tierra de una y otra banda, después que se embarcó el cacique Roman hasta aquí: pero ninguna hallé como la de hoy; horroriza su esterilidad, y los precipicios de sus barrancas.




Día 21

A las 5 de la mañana me hice a la vela, con viento ESE fresco, y a las 8 de la noche me acampé: cuya navegación hice arrimado a la costa del S que toda es de barrancas coloradas; y las altas blancas se retiran tierra adentro, a distancia de 3 leguas. Hoy, con haber habido viento, y con la ayuda de mis 3 caballos, no pude adelantar más que 4 millas de distancia al ONO corregido: tal es la furia de las corrientes, y malos pasos de este río.




Día 22

Proseguí las 5 de la mañana, arrimado siempre a las barrancas coloradas del S, o más bien admirables y estériles precipicios de extraordinaria altura, quedando a la parte del N la llanura, que tendría media legua de latitud, pero esterilísima, a cuyo término está la barranca, que forma una vista que parece una serie de castillos altísimos.

El río cada día lo hallo de peor navegación; a cada hora se halla un salto por donde se despeña el agua, y en algunos está lleno de peñascos que se desgajan de estos altos barrancones. Navegué este día con corregido 4½ millas de distancia.




Día 23

A las 5 de la mañana me hice a la vela, con, viento al ESE medianamente fresco, y navegué arrimado a las barrancas coloradas del S, habiendo dejado los caballos a mediodía, por estar ya cansados, flacos, e inservibles, los que hice reyunar. A las 7¼ de la tarde me acampé en una isla que está en la confluencia de los ríos, el Grande Desaguadero, y el Diamante o Sanquel, y es el que me dijeron los indios distaba tres jornadas de donde se separaron de nosotros: y según Falkner, no puede distar mucho de nosotros la Laguna del Límite, porque dice que desde el desagüe de este río, hasta el otro que viene del N, a quien dan los indios el nombre de Pichi-Epiantú-leubú hay 4 jornadas, y desde este hasta Huechum, jornada y media, que hacen cinco días y medio de camino; y aunque las jornadas sean de 12 leguas, distará 60, de la cual a Valdivia, dice, hay dos jornadas.

  —46→  

Tengo determinado pasar mañana a reconocerlo, para seguirlo si fuere caudaloso, como se me previene en la instrucción. Navegué este día al O¼ NO, 5 millas de distancia.




Día 24

Esta mañana enmendé las embarcaciones a mejor paraje, media legua más arriba por el Desaguadero, y a las 11 salí con el bote a reconocer el otro. Cuando estuve en la división de uno y otro, advertí el diferente color de sus aguas, que formaban una línea, sin mezclarse, por espacio de una milla: siendo la del río del S en lo cristalina, emulación del cristal más fino, y la del N bastamente turbia. Gusté una y otra, y la primera era tan conforme su dulzura con su claridad, como lo grueso, y disgustado de la segunda con su opacidad. Seguí el río arriba, que es bastante caudaloso, y a la legua de su desagüe al N hallé el Paso de los indios, y el rastro de haber pasado 3 ó 4 días antes los que van delante y llevan ganado a Valdivia. Hasta este paso tiene buena navegación, pero luego que se parte, por dos islas que tiene en medio, en cuatro arroyos, que se distribuyen entre todos su caudal, no permitía paso para la chalupa. Este río es casi tan grande como el del S, y mucho mayor que el Colorado: sus corrientes son formidables, y mucho mayores que las del Desaguadero, según demuestran los vestigios de ellas. Corre por un valle profundo de cerca de 2 leguas de ancho, formando innumerables islas cubiertas de chicos sauces y mimbres, sin que se vea un sauce de 5 pulgadas de diámetro. Las tierras de su llanura son estériles y salitrosas, y esterilísimas las de las montañas; barrancas coloradas o precipicios que ponen término a la llanura. No me parece que tenga otro paso que el que está inmediato a su desagüe, porque desde él siguen estas barrancas inaccesibles: todo lo que pude avistar desde la eminencia de un cerro bastantemente alto, es que corre el río bañando las de O, dejando al E la llanura. Los campos que siguen tierra adentro de las barrancas, no producen pastos, ni árboles, ni están llenos de espesos bosques, como quiere Falkner; antes bien, en lo que he visto, por lo contrario, se hacen en estos campos intransitables, a excepción de las orillas de los ríos, porque en ellos falta el agua, la caza y el pasto para las bestias. A las 6 de la tarde se dejó caer una turbonada con viento SO, agua y truenos: pero el agua duró un cuarto de hora, aunque el aparato del tiempo era para hacerse juicio de que llovería una semana. A las 7 de la tarde volví a bordo de las chalupas, y conduje una porción de agua de aquel río, y tomando de ella 5 frascos y 5 granos, la pesé con igual porción de la del río del S, y esta pesó 4 adarmes y 5 granos menos que la otra.

Este río, en mi juicio, es el Diamante, y aunque José Oyola dice   —47→   y afirma que el agua de dicho río es mejor que la que tiene aquí, también dice que la de Tunuyan, que pasa cerca de Mendoza, es mucho más gruesa y turbia que esta, y esto induce mucho a pensar, que la compuesta de una y otra, sea ni tan buena como la del diamante, ni tan mala como la del Tunuyan, que, según las noticias del excelentísimo Señor Virrey, estos dos ríos se juntan, y es cierto que me es bastante sensible el no hallarlo bien crecido, para emprender por él mi navegación, creído en que antes de 25 días estaría en la Punta de San Luis, o tal vez en Mendoza10.




Día 25

Al salir el sol proseguí mi viaje a la sirga por estar calma, siguiendo el río del S, y con la esperanza de lograr a tiempo desembarazado de nieves el paso de la Cordillera a Valdivia que es el motivo porque no me detengo en reconocer siquiera 8 días con el bote el diamante aguas arriba. Una legua más arriba del confluente de estos dos ríos, observé el sol en 38º 44’ de latitud S. Navegué esta tarde, desde el puntó de la observación al O corregido, 2½ millas de distancia,




Día 26

Este día salí a reconocer los cerros, a cuanta distancia pude andar a pie. En todos hallé una misma especie de terreno, y el más infeliz de toda la costa patagónica, y que imaginar se puede. Es un compuesto de polvo, arena, y guijarros, medio junto todo: de suerte que al pisarle se hunde y desmorona, sin que produzca pasto alguno.

En la rinconada que hace el Diamante con el Desaguadero, a las orillas de este hay tierras, que se podrían tomar en ellas de todos frutos para mantener hasta 200 personas. En el paso sería muy conveniente una guardia, por las razones que expresaré en su lugar, y más si hiciere o tuviere tiempo y víveres para reconocer este río.




Día 27

A las 5 de la mañana me hice a la vela, con viento al SE bastante   —48→   fresco. A las 10 se rindió el palo mayor del Champan, por lo que me fue preciso arrimar a tierra para asegurarlo: siguió el viento fresco todo el día por el ESE, y seguí todo el día, y navegué al O ¼ SO 12 millas de distancia, arrimado a la barranca del S.




Día 28.

Al amanecer mandé hacer la descubierta a un cerro alto a la banda del S, y me avisaron de que se veían dos jinetes a la del N: subí al mismo cerro a informarme, y no pude divisarlos. A las 7 de la mañana me hice a la vela y a la sirga, con viento por el O: de suerte que, aunque flojo, ayuda a vencer la disforme corriente de este río; pero esta fue tal, que habiéndose trabajado todo el día incesantemente, navegué al S ¼ al SE, 2.000 varas de distancia, y en esto solo se conoce lo fácil o dificultoso que es este río de navegarse.




Día 29

Al salir el sol proseguí mi viaje, y puse a bordo del Champan una barcada de bizcocho de la chalupa chica, para distribuir a las tripulaciones, y en su lugar cargué seis barriles de carne, uno de grasa y cuatro sacos de menestras.

Navegué este día siempre por la barranca del S, al OSO 5º O 3 millas de distancia.




Día 30

Todo el día caminé a la sirga por estar calma, y navegué al OSO 5º O 4½ millas de distancia, hasta un codillo que forma el río, desde el que es el rumbo corregido que sigue al SSO y SO ¼ S; aunque por ser muy tarde no pude examinarlo bien.




Día 31

Esta mañana salí a reconocer el campo. El río sigue muy al S, y el camino de los indios va desde aquí por tierra adentro: y esto es porque no hay otro remedio, que por su orilla no se puede transitar, ni por la banda del N, ni por la del S, porque de una y otra son las barrancas perpendiculares, y tocan sus cimientos en el río mismo11. Navegué esto día al SSO corregido 3 millas de distancia.



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Día 1.º de febrero

Salí a la espía estando el viento al SSO duro: después de haber navegado media legua, tuve que volver a desandarla por no hallar paso. A mediodía me hallaba en frente de donde salí esta mañana: pasé a fuerza de trabajo este gran salto, y a la noche hallé otro que precisamente es indispensable abrir canal para las embarcaciones a fuerza de barra, pico y azada, pues no hay más que palmo y medio de agua por el paraje donde pueden pasar las embarcaciones. A la otra banda va todo el caudal del río, pero tan pendiente que no es posible pasar por él, a no ser que hubiera los cabrestantes que llevan los barcos que navegan al río de Gerona, esto es para romper la corriente que es una sola dificultad: pero la mayor está en las toscas y peñascos sembrados por todo el río, y desquiciados de la montaña vecina. Navegué este día al SSO 5º O 1 milla de distancia.




Día 2

En todo el día no se hizo otra cosa que abrir el paso, profundando el río, y pasar por él las embarcaciones, que ha costado bastante. Aquí hace una rinconada de buena tierra a la parte del S: su extensión es de una legua cuadrada, única por esta parte, desde Choelechel, el camino de los indios que pasa tierra adentro desde aquel paraje. En este rincón, bajo al río, hallé sólo tres perdices, y ni rastro de más caza.




Día 3

Salí al amanecer a la sirga, y a la una milla andada al SSO, se presenta de la parte del S un murallón en figura de tajamar, que se avanza al río: en frente de este hay otro cerro tajado y perpendicular, y pasa el río todo junto por entre estos dos murallones; en cuyo paraje tiene quinientas varas de ancho; doblando este tajamar a la banda del S, hay una rinconada de buena tierra, que será su extensión de legua y media cuadrada. En ella hallé señales de haber habido de un mes a esta parte cuatro toldos, pero se conoce que no estuvieron más de cuatro o seis días: si bien que aquí no se pueden estar los indios mucho tiempo, porque falta la caza. A mediodía vino una turbonada de viento por el SSO muy fuerte, con algunos aguaceros; por cuyo motivo toldé las embarcaciones. Navegué este día al SSO corregido, 2 millas de distancia.




Día 4

A la 5 de la mañana proseguí a la sirga a mediodía se entabló   —50→   el viento por el SSO, y con la fuerza de la corriente me fue preciso con toda la gente ir pasando las embarcaciones una a una, esto es, caminando toda la gente un corto trecho con una, y volviendo en busca de otra, y así en adelante, y vuelta a empezar. Navegué este día al SO corregido, 2 millas de distancia, y siempre las barrancas tajadas de una y otra banda a la orilla.




Día 5

Salí continuando a la sirga, y a la noche me fue preciso acampar en la parte del N, en una llanura en la cual baja el camino de los indios: hallé rastro de los que van delante a llevar el ganado a Valdivia; pero muchos rastros más viejos de haber conducido por allí crecidas porciones de ganado caballar y vacuno, y son tantos, que en mi juicio más es el ganado que estos indios extraen de Buenos Aires, que los que consume aquella provincia.

Desde que se embarcó el cacique Roman hasta aquí, son las barrancas muy altas perpendiculares, y tajadas al río; pero las más disformes son desde el Diamante hasta este sitio. Navegué este día al OSO 5º O 4½ millas de distancia. Nota. Que a las 10 de la mañana me parece es el punto del desagüe de Pichi-picuntú-Leubú.




Día 6

A las 2 de la mañana entró un fuertísimo viento por el NO, y estuvo aguardando que amaneciese para hacerme con él a la vela, como lo ejecuté, pero me quedé muchas veces admirado de ver que con un viento tal, me fuese preciso echar la sirga en tierra por no poder con él vencer la corriente. A la legua navegada después de mi salida, hallé unas barrancas que parecen grandes edificios desmoronados; inmediato a estas hay dos que parecen perfectamente dos hornos de teja, y al extremo hay una que tendrá 200 varas de alto, y termina en punta o tajamar, y en ella hay una pirámide casi tan alta como la barranca, dividida de ella, pero es corto el intervalo que media entre uno y otro, que me parece no pasa de 4 varas. Atirándola de lejos, como de una o dos leguas de distancia, parece un gigante de rodillas, de modo que hacen estas barrancas figuras bien extrañas. Pasado esta ya se ensancha el valle, y se hallan mejores tierras, y corre el río por medio de la llanura.

Navegué este día al SO ¼ S corregido 9 millas de distancia.



  —51→  
Día 7

Al amanecer salí a la vela, remo y sirra, estando el viento al ENE bonancible, y con él navegué al SO ¼ corregido 5 millas de distancia, corriendo el río por medio valle.




Día 8

Ayer tarde se divisaron unos cerros, que distarán de nosotros de 15 a 20 leguas. La tarde de hoy se han visto con manchas blancas en su cumbre, que me parece nieve. A la milla andada al SO corregido, está el Desaguadero de Pichi-leubú en el Desaguadero, o Río Negro. El viento estuvo todo el día al NE, y con él navegué al SO corregido 6 millas de distancia, corriendo siempre el río por medio valle, y de una y otra banda hay montes espesos de chacay, aunque chico.




Día 9

Al salir el sol proseguí con viento al NE bonancible, y no pudiendo romper a remo y vela eché la sirga: a mediodía mandé reconocer un arroyo, que pasa y entra en el Desaguadero por la parte del N: a la noche me trajeron la noticia, Domingo Goitia o Inocencio Morán, que era arroyo que bajaba de la Cordillera, o que venía de hacia el cerro alto que se avistó ante ayer, y que parece tener nieve en su cumbre. Navegué este día al SO corregido una milla de distancia.




Día 10

Esta mañana mandé 7 hombres armados a reconocer bien dicho arroyo; entre ellos se ofrecieron los 3 patrones y el carpintero, y otros 3, a reconocer otro que dejó antes de ayer a mediodía a la parte del N, el cual, aunque en este sitio no dista más que 1.000 varas, sospecho que sea el que viene de la Laguna Huechum-lauquen, o Laguna de Límite. De los 3 que fueron a este reconocimiento, el primero que llegó fue José Madariaga, con la noticia de que el río estaba separado del de adonde estamos: que este tiraba muy al S, y aquel se abría para el N: condujo una rama de un manzano que él quebró de un árbol, y dijo que no había visto más que tres, pero que tenía poco más de un estado de alto. Reconocí bien la rama, y he visto la carga de manzanas que tenía, por los pezones que estaban pegados a las ramas; que la fruta ya los indios se la habían quitado,   —52→   y dice Madariaga que había mucho rastro de muchachos junto a dichos manzanos, que tal vez serían los indios que van delante.

A la una vinieron los otros dos marineros, y a las 6½ de la tarde vinieron los 7 que fueron al Río Chico del N, o Pichi-picuntú-leubú, condujeron una botella de agua de aquel arroyo, y es muy buena y friísima, pero viene turbia. El fondo de este arroyo es de arena gruesa, su corriente de una milla por hora, según me informó el patrón de la chalupa San Juan, y en este sitio tiene 5 varas de ancho y una de profundidad.

Asimismo dicen que es el que dejamos al N, antes de ayer a mediodía, viene solo, y baja de la Cordillera.

Considerando que este río, según la relación de Falkner, con quien convienen todos los indios no puede ser otro que el que baja de la Laguna de Huechum-lauquem, que puede distar a lo sumo 18 leguas de Valdivia, y por parecerme mucho más importante seguir hasta dicha laguna, por cerciorarme de la navegación de este río hasta ella, y su camino a aquella importante plaza, que seguir el Desaguadero, que no hay noticia de su origen ni nada verosímil, tengo determinado y resuelto volver mañana, y seguir por él mi reconocimiento, hasta donde fuese navegable o hasta la laguna, y de allí reconocer el camino por tierra a Valdivia, y los grandes pinos; que hay en toda la Cordillera, y en las inmediaciones de esta laguna.




Día 11

Antes de salir el sol me hice a la corriente como hasta aquí a la vela, y en 43 minutos estaba en la boca del río que viene de Huechum lauquem, y es el que voy a seguir; por estar cierto, según la concordancia de todos los indios, de que el principal brazo va por entre piedras y riscos, sin que a su orilla haya siquiera habitadores por lo riscoso de sus márgenes. El camino que hoy anduve, aguas abajo en 43 minutos, me costó aguas arriba de 10 horas y algo más.

Navegué este día por el río Huechum, 2 millas al SO 5º S corregido.

NOTA. En este punto los tres ríos Lolquem, Huechum y Picunutú, están en algo menos del término de una legua todos tres: el Picunutú dista su entrada en el Desaguadero de la de Huechum legua y media no cabal, y entre las dos en una misma llanada.



  —53→  
Día 12

Esta mañana puse toda la gente a la chalupa San Francisco, para pasar un salto, por donde el agua se despeña con indecible violencia, sin que por lo mucho que se desplaya el río haya más que palmo y medio de agua. Trabajamos todos hasta mediodía, sin que lo pudiésemos conseguir a esta hora me puse en camino por tierra río arriba, y caminé como tres leguas, en cuya distancia advertí los muchos saltos o despeñaderos que hay en él, y que imposibilitan su navegación, estando el río en la disposición que está ahora, que es lo más bajo que puede darse: pero estando algo crecido pueden navegar por él embarcaciones que carguen 1.000 y más quintales.

A las 8 de la noche, llegué a bordo de las chalupas, habiendo hecho este reconocimiento, y cerciorado de los cerros de la Cordillera, que distará esta, del paraje a donde me hallo, 15 leguas al OSO. Dos cerros de ella son tan altos que están cubiertos de nieve.

Ya cerciorado de lo imposible que me es continuar mi navegación por este río, he determinado volver a emprenderla por el principal brazo, o Río Negro, y con harto sentimiento, pues por él no tengo noticia ni esperanza de hallar establecimiento alguno nuestro.

Esta mañana reconocí los manzanos, que son chicos, de encima de las barrancas o cerros. Observé los cerros de la Cordillera que corren de N a S: son muy altos, y uno, que dista 10 leguas de nosotros, está cubierto de nieve; y otro, que está muy lejos, es de extraordinaria altura: se ve muy confuso, y sobresale por encima de toda la Cordillera. Me pienso que este sea el Cerro Imperial, que está entre Valdivia y Chiloé.




Día 13

Al amanecer hice arrancar y recoger manzanos, para mandar con el Champan al establecimiento del río Negro, a fin de que sirvan de origen y fomento de esta fruta en aquel destino. A las 7 volví el río aguas abajo, pero con indecible desconsuelo, porque habiendo estado la mañana muy clara, estuve mirando la Cordillera tan clara y tan cerca, que si no hubiera venido hecho cargo de esta expedición, solito yo, y a pie como me hallo, me pondría en camino para ella. Hace una vista bellísima: sus cerros están cubiertos de nieve, y el arroyo Pichi-Picuntú tiene su origen en el cerro.

  —54→  

A las 11 llegué a la boca de Oluhechum, por haberme detenido bastante los malos pasos, habiendo varado diferentes veces las chalupas.

Al mediodía observé el sol en el confluente de Oluhechum, y el Desaguadero en 39º 35’ de latitud S, por cuya observación me hallo 8 leguas y 1/3 distante del paralelo de Valdivia. La Cordillera está a la vista: desde Valdivia al Portillo, en lo alto de la Cordillera, hay 8 leguas: desde el sitio adonde me hallo a la Cordillera habrá 10 a lo sumo: y según esto, en mi juicio, Valdivia está muy cerca, y precisamente es así como fácilmente se puede demostrar.

Navegué esta tarde, desde la boca de Huechum al SO corregido 1½ millas de distancia.




Día 14

Al salir el sol seguí río arriba, hasta la una de la tarde, que llegué a la isla donde había estado antes, en la que descargué el Champan, a fin de remitirlo al establecimiento, por estar ya inservible para continuar por la mucha agua que hace, y porque no es ya posible arrancarlo por la corriente, y asimismo para proporcionar la carga de las chalupas según el estado presente.

Navegué este día al SO corregido 1½ millas de distancia.




Día 15

Al amanecer despaché 11 hombres armados por tierra, a reconocer si entra de este río otro brazo a la Laguna del Límite, por no hacer navegación inútil: y de no ser así, como lo juzgo, ir con el bote con los víveres que pueda llevar, al fin de reconocer dicha laguna: y para saber si se juntan o no estos ríos, se descargó en Champan el resto que había quedado ayer.




Día 16

Se acomodó y reconoció la carga de las chalupas, para proporcionarles la carga que deben llevar. Al anochecer llegaron los hombres que fueron al descubrimiento, con la noticia de que el río que va por la parte del N, que yo juzgaba venía de Huechum, es ramo del principal, y se junta de aquí cerca de 8 leguas, y que esto es lo que tiene esta isla de largo, y puede que sea la que cita Falkner en el país de Cangapol. Hallaron un grande árbol de manzanas,   —55→   pero su fruto ya se lo habían quitado los indios, y trajeron una sola que han hallado.




Día 17

Se abatieron 14 barriles de carne, y se puso a secar para llevarla al plan de las chalupas, a fin de ocupar menos buque y minorar el peso12.




Día 18

Hice el inventario del Champan: se prosiguió en acomodar la carga de las chalupas: hice meter debajo de tierra 6 barricas y 4 barriles de carne salada, por no poder cargarla en las chalupas; asimismo se enterraron 3 barriles de grasa y 8 botijuelas de aceite: deje entre unos sauces el barril de brea y un tercio de yerba, y de todo llevo lo que considero preciso, y pueden conducir las embarcaciones. A la 1½ de la tarde entregué los pliegos y instrucción al patrón del Champan, y a este mismo tiempo se puso en marcha para el establecimiento, y quedé prosiguiendo con la carga de las chalupas, que se concluyó todo al anochecer.




Día 19

Al amanecer proseguí mi viaje tendiendo espías, por ser de otro modo imposible salir de tan malos parajes. Habiendo andado una milla, hallé vestigios a la banda del S de haber habido 4 toldos como cosa de un mes há. A las 7 me acampé, habiendo navegado al SO 5º S 2 millas de distancia, habiendo pasado por este infinitas islas, pero tan bajas que se conoce que cuando el río está algo crecido las baña todas.




Día 20

Al salir el sol me hice a la vela con viento al ESE, flojo, y a la sirga. A las 9 de la mañana cambió el viento al SO fresco, y todo el día caminé por entre innumerables islas muy bajas, cubiertas de sauces ruines, dividiendo el su caudal entre muchísimos angostos arroyos.

  —56→  

Navegué este día al SO ¼ S corregido 4 millas de distancia, habiéndome acampado ya cerrada la noche.




Día 21

Luego que aclaró seguí a la sirga. A las 11½ hallé un salto que me fue preciso descargar para pasarlo, y se pudo pasar solamente la chalupa San Francisco. Dejé dispuesta esta faena y toda la gente en ella, y a la una de la tarde me fui con un marinero y el carpintero cerca de 2 leguas río arriba, a divisar de encima de unos cerros altos; y hemos visto en la falda de un cerro de la Cordillera un fuego bastante grande, y salía el humo por sobre toda la Cordillera. Volví a bordo ya cerrada la noche, habiéndome sido preciso andar más de 2 horas descalzo en el agua.

Yo y toda la gente parecemos lazarinos: todos estamos hinchados de la plaga de jejenes que cayó sobre nosotros hoy hace 3 días.

Navegué este día al OSO 1 milla de distancia.




Día 22

Al salir el sol se empezó la faena de pasar la chalupa San Juan. A mediodía llegamos adonde estaba la San Francisco. Seguí río arriba, llevando la una con toda la gente, y volviendo en busca de la otra por estar aquí el río incapaz de navegarse. La gente tiene que conducir sobre los hombros la carga de las chalupas, y a ellas poco menos. El viento es en popa bastante fuerte, pero no se puede aprovechar.

Después de pasar el salto de la descarga, en el cual metía la chalupa todo el castillo debajo del agua, llegamos a los charcos, que este nombre merece el río en tal paraje: aquí se pasó indecible trabajo, y con todo apenas anduvimos una milla al SO ¼ S, sin que hubiésemos salido a mejor paraje, y queda esta noche la chalupa San Francisco embarrancada por no poderla sacar hasta mañana.




Día 23

Al amanecer se empezó la faena de sacar la chalupa San Francisco, que se consiguió a las 8 del día: se descargó y alijó lo posible a la San Juan: se profundó el río cuanto se pudo y permitía la corriente y el suelo, y para pasarla fue preciso, ponerle amante y dos   —57→   aparejos; y así fuimos saliendo engalgando los resones, y afirmándolos con estacas: y de este modo se trabajó todo el día sin cesar, metida la gente en el agua, y yo con ellos, y temo no les resulte algún daño, por estar todos tan hinchados, que les cuesta trabajo el ver por donde caminan, siendo la hinchazón por todo el cuerpo general; y creo que a cualquiera parte que llegásemos en esta disposición, nos harían hacer cuarentena, juzgándonos apestados. Lo que se anduvo este día fue al SO ¼ 1.100 varas que no se merecía apuntar.




Día 24

Al ser de día proseguí a la sirga hasta mediodía, que hallé un paso tan malo que fue preciso abrir canal con los picos y azadas, y pasaron las chalupas a fuerza de amantes y aparejos; y en este paso estuvimos toda la tarde, habiendo ya cerrado la noche cuando se acabó de pasar las chalupas.

Navegué este día al SO ¼ S corregido 3 millas de distancia, y el viento estuvo al SO fresco.




Día 25

Al salir el sol me puse en camino, estando el viento al SO bastantemente fresco. A las 11 del día, llevando la chalupa San Francisco a la sirga, al menos de medio palo de trinquete, pasando un paraje de mucha corriente, lo rompió por la fogonadura: tal es la violencia que lleva el río en estos pasos. Arrimé a tierra y se le hizo mecha nueva, y vuelto a arbolar, proseguí a las 3 de la tarde hasta el anochecer que me acampé en una isla, habiendo navegado al SO ¼ S 3½ millas de distancia.




Día 26

Al amanecer proseguí a la sirga con calma: a las 2 millas navegadas hallé un arroyo que entra al río por la parte del S y viene del SE, pero no corre el agua por él, aunque es arroyo permanente: sus orillas están cubiertas de carrizo y junco, y algunos muy pocos y ruines sauces. Está cortado en muchas partes; y a trechos tiene pozos adonde está detenida el agua, y yo no sé como esta poca que tiene no está del todo seca, respecto a haber cinco meses que podemos decir que no llueve. Inmediato a su desagüe por la parte de abajo, y en la misma orilla del río, hay un manantial de poca y buena agua. Siguiendo el río aguas arriba, a distancia de 600 varas de la boca   —58→   de dicho arroyo por la banda del S, hay un manantial que despide el agua bastante separada a la barranca por donde sale. La barranca es alta y tajada al río, tendrá cómo 20 varas de altura de greda, y sobre ella como 15 de cascajo, polvo y arena, (que es la materia de que se componen estos campos). Por esta división de greda y cascajo sale esta gran fuente impetuosamente, y despidiendo de la barranca hacia el río un caño de agua del grueso del brazo de un hombre robusto. La agua, en comparación de la del río, es sumamente gruesa, pero es agua potable, y a mi parecer como la de las fuentes de San José.

Fueron bastantes los malos pasos que tuve que pasar, pero me queda uno para mañana que no sé como salir de él. Navegué este día al SO ¼ al S 3 millas de distancia.




Día 27

Esta mañana pasé a fuerza de aparejos, y alijando las chalupas. A las 10 de la mañana se llamó el viento al ENE bastante fresco, y con él hubiera hecho un buen día de camino si el río estuviera algo crecido: pero a las 2 de la tarde se me presentó otro paraje que pasar, que me fue preciso alijar las chalupas. A las 5 me acampé, por haber llegado a otro que no tiene más que palmo y medio de agua, en el cual se tardará bastante tiempo para pasarlo: aquí se parte el río en cuatro, y por ninguno se halla mejor proporción para pasar que por dicho palmo y medio, y en donde me es indispensable descargar enteramente las chalupas. Navegué este día al SO ¼ S 4 millas de distancia.




Día 28

Al amanecer se empezó la faena de descargar las chalupas y pasarlas, la cual se concluyó a las 4 de la tarde sin descanso alguno: a esta hora proseguí hasta una isla, a fin de dar en ella de comer a la gente, que dista de este paso 1.200 varas; y llegando a ella hallé otro salto que no tiene más que palmo y medio de agua, lo que me precisó a quedarme a hacer noche, para de mañana emprender otra maniobra como la de hoy. La distancia navegada este día es 1.200 varas al SO corregido.




Día 1.º de marzo

Al ser de día ya reconocido lo difícil de pasar las chalupas,   —59→   por donde había la mayor agua que llegaba al palmo y medio, determiné abrir paso nuevo, por donde no había más que medio palmo de agua, por parecerme más fácil abril canal por este paraje que descargar enteramente; porque además del tiempo que se tarda, siempre se quiebra y desperdicia sin remedio alguno algo de la carga y utensilios. Se empezó dicha faena, y a las 10 del día ya tenía abierto el paso con picos, palas y azadas, por el cual se pudo conducir una porción de agua que tenía 2½ palmos de profundidad: paraje cómodo para dar los aparejos a las chalupas. A las 11 tuve pasado las embarcaciones. A las 2 de la tarde se me presentó otro, que fue preciso profundar el río; pasé éste, y me acampé en una isla en frente de una bajada que tienen los indios al río, por una barranca alta que no cabe más que una carreta. Navegué este día al O¼ SO corregido, 1½ millas de distancia.




Día 2

Esta mañana, registrando las chalupas por ver si hacían agua, (diligencia que se ha hecho de mañana, a mediodía y a la noche,) se halló cubiertos los planes de la San Francisco, y se le achicaron 60 balsas; y por no ser paraje a propósito para descargarla, pase un paso en el cual fue preciso emplear toda la gente a cada una de las chalupas para pasarle. Se llegó primero la San Francisco a paraje cómodo para su descarga, registro y composición, y volvió la gente en busca de la San Juan, habiéndose quedado 4 hombres en la chica: y a no ser esta casualidad, seguramente se hubiera ido a pique. Puse en ejecución inmediatamente su descarga, y se habían mojado como 4 quintales de pan13. A las 2 de la tarde ya la tenía a plan barrido y varada en tierra, y se puso al trabajar el carpintero y el calafate: se le halló rompido un pedazo considerable de la roda y quilla, y dos rumbos en los pantoques, de los encontrones que llevó en las varadas con la fuerza de la corriente, y no sabemos si descubrirá más obra. Navegué este día al O corregido media milla de distancia.




Día 3

Este día se prosiguió en la composición de la chalupa. A las   —60→   11 del día la eché al agua, y descubrió agua por tres partes más de las compuestas, por cuya causa la volví a varar en tierra. A las 5 de la tarde la volví a echar al agua ya compuesta, y estanca se le metió la arboladura y alguna parte de su carga. Mandé esta mañana 4 hombres a descubrir, y vinieron a las 4½ de la tarde con sola la noticia de que el río, tiraba como al SE.

El pan de la chalupa San Francisco casi todo está podrido, siendo este el último que se hizo o que recibí en el potrero, conducido en las carretas por don Juan Ignacio Pérez. Desde que este pan se recibió continuamente se fue pudriendo, y estoy en que la mitad del que recibí en dicho paraje, se habrá tirado al agua por podrido. Esta podredumbre y corrupción es causada de haberlo hecho atropelladamente, sin dejarlo leudar o fermentar para echarlo al horno, y de haberlo ahogado caliente después de cocido, en paraje adonde no estuviese bien extendido para se enfriase, secase y ventilase. Muchas veces tengo advertido esto en el Río Negro, y siempre que se hizo bizcocho para alguna expedición a que yo estuviese comisionado, se hizo bueno, y nunca padeció el pan esta corrupción, porque yo mismo cuidaba de que el pan se hiciese bajo las circunstancias referidas, y de otras que necesita, como son las de bien trabajado, etc. Y así el pan que tiene la chalupa San Juan, que es el que se hizo para venir a este reconocimiento, a cuya fábrica asistí, precaviendo lo dicho, está sano y muy bueno, teniendo ya 6 meses, y el que recibí en la Fortaleza de Villarino, desde que se recibió, sucesiva y continuamente se fue pudriendo, sin que pudiese siquiera aguantar un mes sin podrirse: y esto es lo que tiene el querer abultar y aparentar, sin haber solidez ni realidad, porque los 80 quintales de bizcocho suenan y abultan como tales, pero en la realidad no son talvez 4014.




Día 4

Ayer y hoy se mantuve el viento al SO bastante fuerte: al amanecer se continuó la carga de la chalupa San Francisco, y concluida a las 8 de la mañana seguí mi viaje, dando espías por no   —61→   poder de otra suerte, respecto a la fuerza de la corriente y del viento.

Navegué este día media milla de distancia al OSO corregido a fuerza de espías, tal que se rompieron bastantes veces por llevar arrastrando las embarcaciones por falta de agua, y ser mucha la velocidad de la corriente y la fuerza del viento.




Día 5

Amaneció con el viento al O duro, y proseguí mi viaje a espía. A las 10 del día hallé el río algo más navegable, que ya me había hecho perder las esperanzas de navegarle, estando tan seco y descarnado como está en el día: pues si continuase a media milla de distancia al día, sería preciso 6 para caminar una legua, y para caminar 10 leguas 60 días, y en este caso quien no desmayaría: pero ya hoy está el río en otra forma, y Dios quiera que dure así hasta el fin.

Navegué este día al OSO 5º S 2½ millas de distancia, y aquí se arrima el río a la barranca del S.




Día 6

Salí al amanecer al la espía, y fue tal la corriente y la tormenta de viento al SO, que no pude navegar más que media milla al SO corregido.




Día 7

Al amanecer salí a la sirga, y continua el viento por el SO duro. En las descubiertas que se hacen, y permite la miseria de hallarnos sin un caballo, no se hallan otros terrenos que los referidos muchas veces: pues creo que si apostaran con los de las márgenes del Averno, ganarían en lo infeliz los del Río Negro a aquellos.

Después de pasado el Diamante no se halla caza alguna, sólo algunos patos y avutardas, (aunque estas ya desaparecieron): no hay guanacos, liebres ni gamas, hay tal cual paloma y tal cual perdiz chiquita, pero esto anda uno 4 ó 5 días sin que se pueda ver una.

Es evidente que jamás he pensado que cupiese en el globo tierra tan infeliz como la que contienen estos países por encima de las barrancas del río, y los llanos son cortos y bastante inferiores, ruines los sauces y todo malo: porque aun en las rinconadas, adonde hay   —62→   llanura, además de ser arena, es de tan poco suelo, que a la media vara y a un palmo que se ahonde, se hallan chinos pelados, y esta es la causa de que ni sauce ni árbol alguno se críe, pues no tiene la tierra más que esta delgada capa de arena.

Navegué todo el día, estando el viento al SO duro. A las 11 de la mañana hallé un salto, que aunque se han hecho las más vivas diligencias, no fue posible pasarlo, y nos quedamos en medio.

La navegación de este día fue al SO ¼ S media milla de distancia.




Día 8

Al amanecer proseguí la faena de pasar, para lo cual fue preciso desmontar un trecho considerable de sauces: a las 9 tuve ya en franquía las embarcaciones, y habiendo hallado el río mejor que estos días, aunque con el viento al OSO fresco, navegué todo el día sin mayores embarazos. A las 2½ millas navegadas está el río de una parte a otra lleno de grandes peñas, que no sin bastante dificultad pasé entre ellas. En este paraje como media legua de distancia, hay por la orilla del S muy buena piedra blanca y dura, que pudiera servir para edificios: a cosa de 500 varas de las grandes piedras del río hay un salto de furiosa corriente, en el cual pasa el río por encima de un enladrillado de piedras blancas, que parece una rambla hecha a mano: la piedra parece labrada y muy igual.

Navegué este día al SO 8º ó 4 millas de distancia.




Día 9

Al ser de día continué a la sirga con viento OSO. A la 1½ de la mañana se adelantaron los maestros carpintero y calafate, y hallaron unos árboles de manzanas: cargaron de su fruta, y vinieron a encontrar las chalupas. Hice alto en este paraje, y fueron a tomar manzanas todos los marineros, que vinieron cargados de solo un árbol, porque los demás ya no las tenían, y algunas que había en otro árbol eran sumamente dulces y de exquisito gusto: las del que tenía muchas que casi llegaban sus ramas con el peso al suelo, eran algo agrias, pero muy jugosas y gustosas. Esto me hace juzgar, que los indios que estuvieron en este sitio habrá 15 ó 20 días, se las habrían quitado a los árboles de mejor calidad, dejando estas, porque aun ahora   —63→   son agrias, y entonces como estaban más verdes, estarían mucho más desagradables al paladar.

Pasé a ver los dichos manzanos, y conté 12 muy viciosos y de bastante tamaño, cuyo grandor se puede considerar de haber cargado de uno solo todos los marineros.

Hoy se hallaron, o descubrieron escorbutos, el proel de la chalupa San Francisco, Andrés Goytia, y el marinero de dicha, Miguel Urruti; y han venido bien las manzanas, pues aquí no hay otro socorro para éste ni otros males, por no haberse embarcado dietas, medicinas, ni facultativo proporcionado a una expedición como esta15.

Navegué este día una milla de distancia al O corregido.




Día 10

Al salir el sol proseguí mi viaje con viento al OSO fresco, a espía y sirga, y siempre arrimado a las barrancas del S. A mediodía llegué a un paraje, en el cual emplee toda la tarde preparando las espías y proporcionando pasaje para las embarcaciones, y al fin me quedé a medio paso por haberse cerrado la noche: toda la tarde estuvo la gente desnuda en el agua que está sumamente fría, por estar los vientos tan fuertes y crudos como en el rigor del invierno. Navegué este día al SO corregido una milla de distancia.




Día 11

Al salir el sol se empezó la faena de pasar las embarcaciones: el viento fuerte y crudísimo por el OSO: se me rompieron diversas veces las espías; toda la gente desnuda y metida en el agua; la corriente tan fuerte como puede llevar la canal del más violento molino; a esto se agregaba la mala calidad de los cabos, y los viejos y cansados de trabajar; que a cada instante se rompían, por lo que me vi precisado a abrir canal con barras, palas, picos y azadas, alejando las chalupas. A las 5½ tuve ya pasado las embarcaciones de este paso, pero para mañana quedan dos en   —64→   menos de un cuarto de legua, y siguen los vientos fuertes y contrarios, los que nunca experimenté tan duraderos en la costa patagónica, ni en las Islas Malvinas. El río se va separando de la Cordillera considerablemente, de modo que ya no se ven más que las puntas de sus eminencias.




Día 12

Al salir el sol salí a pasar el primer paso, en el que fue preciso descargar las embarcaciones a mediodía, y pasadas seguí al otro, en el cual se hizo la misma faena, que duró hasta la noche.

Hoy mataron los marineros una yegua que hallaron, y ya tienen para un día carne fresca.

Hoy se avistó una cordillera de cerros altísimos en la Cordillera; tan cubiertos de nieve, que estaban tan blancos que no se veía en ellos siquiera una mancha de otro color. Navegué este día al SO corregido una cuarta legua de distancia.




Día 13

Al amanecer proseguí a la sirga con viento O. A las 12 me fue preciso descargar las chalupas, para pasarlas por dos palmos de agua: ya pasadas proseguí hasta un codillo, adonde da el río vuelta como al SE, en cuyo paraje llegan a juntarse las barrancas con las orillas del río, y ya no son barrancas sino cerros de pura piedra tosca. Navegué este día al SO corregido 2½ millas de distancia.




Día 14

Al salir el sol proseguí a la sirga con viento O, y entré en la serranía, que ya aquí no son barrancas sino cerros de los albardones que salen de la Cordillera, y en uno de ellos he visto hoy el primer guanaco que se vio este viaje. A las 7 de la mañana salí sobre los cerros más altos, y no sin bastante riesgo, porque además de ser muy penoso el subir a ellos, por ser preciso subir a gatas, por lo perpendiculares, es el compuesto de ellos de pura piedra cimentada sobre polvo, que a cada paso se desmorona; y hay peñasco que, apenas se le toca, baja rodando por aquellos ríos, de modo que causa admiración ver rodar aquellos promontorios, y la facilidad que tienen en separarse los unos de los otros, y de largar sus cimientos: y es cierto que si fuera por intereses propios míos, por 50.000 pesos no volvería a la eminencia adonde estuve, a cuya subida pudo obligarme el servicio del Rey. De lo alto de este gran cerro se   —65→   ve la Cordillera, y reconocí con toda certeza y comodidad el Cerro de la Imperial, que há muchos días que se ha visto: es blanco solo, y todo cubierto de nieve, y sobresale por encima de toda la Cordillera. Este cerro me demora al NO corregido a distancia de 15 leguas, y lo más alto de la Cordillera dista 10 leguas, que asimismo está cubierta de nieve, pero hay parajes que no la tiene, pero el Cerro de la Imperial es toda su superficie nieve.

Con dos horas de noche pude arrimar a tierra, y hasta esta hora tuve la gente en el agua desde las 3 de la tarde, con un frío insoportable, pasando un paraje de admirable rapidez, y estos son los que me atrasan y han atrasado por estar el río tan bajo como está, que a no ser esto, días há que estuviera en Valdivia.

Navegué este día al S ¼ SO corregido 2 millas de distancia. Hoy tengo 7 marineros enfermos que me hacen notable falta.




Día 15

A las 5¾ de la mañana proseguí a la sirga con viento S flujo, y habiendo andado una milla S corregido, he visto por la parte del O una hondonada grande: pasé a reconocerla sospechando arroyo en ella, y llegado, hallé un arroyo de corto caudal con el agua clara y de buen gusto. Este arroyo viene del O y baja de la Cordillera: 4 ó 6 varas del Río Negro pasa por debajo de arena y entra en él, por cuyo motivo no se ve la boca. La cañada por donde baja es muy ancha y profunda, y se conoce que sus avenidas son bastante crecidas, y por tiempo de invierno traerá dos brazas de agua de profundidad. Desde este arroyo no sigue el camino de los indios la margen del Río Negro, sino la de dicho arroyo, conociéndose en lo trillado, que hay bastante pasaje de gentes por orilla: pero los indios que van delante, conduciendo el ganado a Valdivia, no llegaron a él, y tomaron el camino al O, una milla antes de llegar a él, acaso cortando a la Cordillera, Laguna de Huechum, o al mismo arroyo por acortar camino.

Esta tarde llegué ya a la serranía que es inaccesible, toda la piedra sólida, pues hay muchos cerros sin otro compuesto: y no se piense que son cerritos sino cerros, o más bien peñascos de admirable altura y de leguas de largo.

Al anochecer me acampé a la banda del O del río, y de la parte del oriente le entra un arroyo chico que viene del E. Navegué ese día   —66→   al SSE 5º S corregido, 4½ millas de distancia, estando el viento al O fresco.

En este sitio ya se acabaron los sauces, si más adentro no se hallan, y desde el Choelechel hasta este paraje van siempre disminuyendo en cantidad y tamaño, de modo que los últimos no sirven para nada, y aquí se acabaron.

Desde que se pasa el Diamante, y aun desde el Choelechel se va escaseando la caza: pero aquí y adentro de la Cordillera, ni aun aves de rapiña hay; a lo menos entre estos cerros de pura piedra, solo que adentro haya algunos valles que pueda haberla.

Esta vuelta que da el río sobre el segundo cuadrante, me aleja bastante de donde considero la laguna de Huechum-leuquen, y aun de Valdivia, pues me hallo más al S de aquella plaza: que si el río siguiera siempre al O, días há que tuviera cumplido, pues el Cerro de la Imperial, que está sobre la mar del S, distaba ayer a mediodía de mí 15 leguas, según las demarcaciones que le hice, su latitud y longitud, y la en que me hallo.




Día 16

Al salir el sol me hice a la vela con viento O fresco: navegué todo el día por entre la serranía, pero habiendo refrescado el viento, de modo que apenas lo podían resistir las embarcaciones, ha sido tal la fuerza de la corriente, que ha sido preciso llevar toda la gente en tierra con la sirga, y en muchos parajes dar espías; las que, no obstante el viento, hubo paraje adonde se rompieron.

Hoy se vieron 3 guanacos, y por las sierras vecinas, adonde subí para reconocer y divisar, hallé bastante pisoteo de ellos, por lo que se conoce que habrá en estas sierras abundancia de dichos animales: y causa bastante admiración el ver como suben por estos peñascos de tan extraordinaria altura, y, casi perpendiculares al centro, pues es mucho mayor su altura que la base. Navegué este día al SSE corregido 3 millas de distancia, pero forma el río muchas vueltas entre estos cerros.




Día 17

A las 6 de la mañana me hice a la vela y sirga, con viento NNE fresca que ayudó mucho a vencer la violenta corriente de este río. A mediodía se halló una rama de manzano seca y un tronco de madera   —67→   que no se cría de su especie desde la entrada de este río en el océano hasta este sitio, A mí me parece que es alerce, de cuya madera abunda la Cordillera por frente de Chiloé, pues de allí se conduce en bastante porción a Lima hechas tablas, y cuestan en aquel puerto 2 reales cada una. Hice cortar este tronquito del largo de 4 pulgadas, y embarcarlo en la chalupa.

Esta madera en las cercanías de Chiloé es tan abundante por las faldas de la Cordillera, que don José Otolaza hizo una fragata en Chiloé, toda de ella, y los palos enterizos de una pieza, y no hay que pensar que fuese chica, pues cargaba de 10 a 12.000 fanegas de trigo: cuya fragata se compró en Lima de cuenta de la Real Hacienda, y por el tronco que hoy hallé en la orilla de este río, presumo que por sus orillas habrá de la misma madera en la Cordillera y al oriente de ella.

Este día, con ser el viento fresco y favorable, no fue posible navegar más que 3½ millas de distancia al S corregido: pero hace muchos codillos y vueltas el río por entre ésta serranía de piedra.




Día 18

Salí de mañana, deseando llegar a donde terminen estos despeñaderos y serranías, pues en ellas es poco menos que imposible el vencer la precipitada corriente de este río, si bien que hasta ahora se va hallando suficiente fondo para las chalupas.

A una legua navegada al S ¼ SE corregido, hallé 6 balsas de palos secos, 5 fogones, y vestigios de haber pasado indios con caballada el río: de un lado a otro habrá como diez a doce días.

Me quedó admirado al ver el rastro por la aspereza de las sierras, pero examinando por donde podrían bajar al río, hallé una cañada estrecha y única entre esta sierra, por donde habían bajado. Navegué este día al S ¼ SE corregido 4 millas de distancia.




Día 19

Al salir el sol proseguí mi viaje con viento OSO fresco y a la sirga. A las 8½ hallé una furia de corriente, y tan rápida, que dando los mejores cabos de espías, todos faltaron, y no tuve otro arbitrio que atracar a tierra adonde descorché el calabrote, y volviendo a corchar y hacer jarcia proporcionada para pasar este paraje, me llevó el resto del día   —68→   esta faena, y pude pasar las embarcaciones, habiendo navegado al SE una milla de distancia, y observé el sol en 40º 2’ de latitud S.




Día 20

Al salir el sol proseguí a la sirga, hasta las 8 de la mañana que llegué a un despeñadero de agua con poco funda, y la corriente tan viva que estuve para pasarle hasta las 2 de la tarde, y a las 4 de la tarde hallé otro menos malo de pasar, que me detuvo hasta las 7½ de la noche, a cuya hora me acampé. Navegué este día al SO corregido una milla: el viento estuvo al OSO bonancible.




Día 21

Al salir el sol proseguí tendiendo espías, y a la sirga. A las 9 de la mañana hallé un palo de 3½ varas de largo, y palmo y medio de diámetro, labrado por dos lados a lo largo con una mala hacha u otro instrumento, como azuela mal afilada; y en los extremos tenía alrededor dos incisiones que penetraban como dos pulgadas: cuyas circunstancias me inducen a presumir, que sea, o fuese hecho para balsa, de las que gastan los indios para barquear en la laguna de Huechum-lauquen, y que precisamente habrá de esta madera a la orilla de este río.

A mí me parece alerce, pero el marinero Bartolomé de Peña, sujeto, entre nosotros el más instruido en las producciones de la Cordillera, Chiloé, Valdivia, Chile, Penco, Lima, y campos de la costa del S, afirma que esta madera se llama luma en Valdivia.

A mediodía hallé vestigios de haber estado algunos indios 10 ó 12 días há, en un potrerico chico que tiene el río por la parte del N, y así sucede en todos, porque no hay rincón por chico que sea a la orilla del río, como tenga algún pasto, que no esté trillado y pisoteado de ellos.

Dejo de referir los trabajos que costó el día de hoy el vencer la dificultosa navegación que se hizo, por no acordarme con más viveza, refiriéndola, porque ya casi me tiene apurado el sufrimiento, y aun la idea de como he de navegar en muchas partes, pues a cada paso es preciso valerse de ideas nuevas, y distintas invenciones de las pasadas. Navegué este día al S ¼ SO 3 millas de distancia, por entre esta serranía, 6 grandes promontorios de piedra.



  —69→  
Día 22

Al salir el sol continué mi navegación con los estorbos de siempre. A mediodía hallé un arroyito que viene del S, y entra por esta parte al río principal: tiene muy poca agua en pozos, y corre muy poco, viene por una cañada muy profunda por entre las sierras.

Al ponerse el sol, vio el carpintero una persona en la orilla del río a la parte del N, del cual no hizo mayor aprecio, creyendo que fuese alguno de las chalupas que se hubiese adelantado a reconocer.

Navegué este día al SO ¼ S corregido 3 millas de distancia, y en este sitio tenemos lo más elevado de la Cordillera a la vista, y el río parece que sigue derecho al SO 5º de la aguja, y esta tiene 20º O de variación al NE.




Día 23

Al salir el sol proseguí navegando con viento ENE, pero fueron los parajes de poca agua, y por donde se precipita tan continuos, que con todo de haberme sido el viento favorable, no pude navegar más que 2½ millas de distancia al OSO corregido.

A mediodía hallé un palo de pino de 3½ varas de largo y 1½ pulgadas de diámetro, por partes quemado: hice cortar un pedazo y lo embarqué.

Asimismo hallé un fogón a la banda del S, en el que se había hecho fuego pocos días há. A las 7 de la noche me acampé.




Día 24

Continué luego que amaneció con viento NNE fresco. A mediodía hallé 16 fogones en un potrero a la parte del S, que parecía haber estado los indios en él como 3 ó 4 días, pero bastante gente, caballada y ovejas: a la parte del N, hallé a las 2 de la tarde un palo seco que no hubo quien le conociese: este tenía 2 varas de largo, y un geme de diámetro.

A las 6½ me acampé, habiendo navegado al OSO corregido 4 millas de distancia, y esto por ser el viento tan favorable y fuerte pues a no ser esto es cierto que no hubiera navegado la mitad de la distancia.



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Día 25

Salí al amanecer, continuando la casi imposible navegación de este río por entre la serranía, hasta la noche que me acampé en una isla, a donde me parece se parte el río en dos: uno viene del SO y otro del NO, y pienso empezar mañana con el bote a reconocerlos; y en este tiempo tiene la gente lugar de lavar su ropa y afeitarse, que va para cuatro semanas que no hubo lugar de hacer ninguna de estas diligencias. Toda ponderación es corta, para demostrar y hacer ver la corriente de este río: pero bastará el decir que 15 hombres de los más esforzados de esta expedición, no pudieron pasar el bote en una corriente que fue preciso pasar, y ha sido menester mandar más gente que le ayudase, y esto que todos estaban a pie firme tirando de la sirga, siendo así que es un juguete de solos 8 codos de quilla y 2 cuartas, y 23 pies de manga, sin llevar otra carga que 160 brazas de cabo para espía.

Navegué este día al O corregido 3 millas de distancia, en cuyo punto me hallo de 5 a 6 leguas de la Cordillera, cuchilla ó eminencia que divide las aguas a la mar del S y a la del N.

Esta cordillera, cuanto más al S, va pareciendo más baja, y con mucha menos nieve que la que queda más al N: hoy se acabó el pan de la chalupa San Francisco, que lo siento muchísimo, si bien hubiera durado más si no fuera tan mal hecho, la harina de tan mala calidad y el más inferior que he visto, hecho atropelladamente, y así se pudrió y enfermó la gente de escorbuto16.



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