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Veltrusky le atribuye la función de «polarizar la unidad de acción y pensamiento y establecer un contexto general y único en el que se integrarían los contextos parciales de los personajes y sus voces». Su «textualización» se produce a través de las acotaciones, pero puede manifestarse implícitamente como «la fuerza por cuya intención se rigen las leyes del diálogo y de la acción» o también resultar visible en el hecho de que los personajes, en situaciones concretas, se sirven en su habla de oraciones de carácter general, de modo que toda la acción se proyecta hacia un nivel más universal. (Veltrusky: 1976:32-38)

 

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Véanse algunos ejemplos: «Escribo esta nota cuando ni la edición ni la representación de esta obra parecen viables, al menos a corto plazo, pues no tengo ni idea de quién podría interesarse por tal proyecto». (Moisés, p. 165). «¿Tendré que decir que nadie en el teatro español se ha interesado por representar esta obra? ¿Tendré que decir, en fin, que éste es un dato más que explica y justifica mi reciente decisión de no escribir ni una palabra más para los escenarios españoles?» (Sancho, p. 154). «En alguna ocasión me han preguntado: ¿Pero tú haces gestiones para estrenar tus obras? El hecho de que no se representen, ¿quiere decir que son rechazadas por quienes podrían hacerlo? ¿O es que tú esperas que venga la montaña a ti, y esas obras son ignoradas por los directores y los programadores de las compañías de teatro? Sí, yo hago las gestiones para que mis obras sean aceptadas, pero en la mayor parte de los casos me responde el silenciado, que es una manera despectiva de decir no. ¿Queréis algunos datos? Directores a quienes estimo han mostrado una facies estúpida de ignorancia y pereza ante mis propuestas, Nunca he callado las verdades y ahora puedo citar algunos casos para que sea evidente de qué y de quiénes hablo». (Prokopius, p. 53), «La verdad es que estos últimos episodios [se refiere al estreno de Los últimos días de Emmanuel Kant y a algunas reposiciones que han tenido lugar en la temporada 1989-90] son incidentes felices en un cuadro que no ha cambiado, en el cual el escritor es el último mono a la hora de determinar el quehacer de los escenarios. Otra vez habrá que decir que el teatro español sigue siendo una institución muy reaccionaria, y que en el haber de algunos escritores, desde Valle-Inclán hasta nosotros, hay que anotar que hemos querido hacer algo por cambiar las cosas. // Efectivamente, he decidido clausurar mi escritura teatral, lo cual encierra, quizás, un gesto vanidoso y no de cansancio y de resentimiento. Al caer el telón sobre este Poe he experimentado una alegría muy especial, que se diría de toda una obra terminada, en el sentido de que es esto lo que yo deseaba hacer, ni más ni menos». (Ulalume, pp. 123-124)

 

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Puede leerse, por ejemplo, el paratexto «Aún una breve nota: ¿Me quedé por debajo de mis temas?» que se añade al final de su obra sobre Poe. (Ulalume, pp. 120-123)

 

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La razón que aduce Thomasseau para evitar la distinción establecida por Ingarden entre «texto secundario» y «texto principal» y que viene siendo utilizada comúnmente, es que se «corre el riesgo de establecer un juicio de valor entre ambos textos» y él rechaza «cualquier tipo de relación jerárquica entre ambas formas textuales». (Thomasseau: 1984: 84)

 

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Conviene precisar que el término didascalias, que se emplea habitualmente como equivalente de «texto secundario», es utilizado de modo restrictivo por Thomasseau para referirse exclusivamente a las indicaciones autoriales que afectan a los dominios de la quinésica, la paralingüística y la proxémica, Por otra parte, considera los entreactos dentro del texto secundario implican un ejercicio de suspensión y de doble sustitución el silencio sustituye al texto y el espectador al autor mediante el que «la ruptura creada por la página en blanco o la transformación escénica del entreacto se convierte en soporte de la imaginación escénica del espectador» (Thomasseau: 1984: 87)

 

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La fecha de escritura de Sancho (1984) es anterior a algunos de los textos considerados en mi anterior trabajo, pero no ha sido publicada hasta 1991.

 

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El juego metateatral afecta también al discurso principal y son varios los momentos en que los personajes en su diálogo aluden al carácter de representación. Léase, por ejemplo, el diálogo entre Dominique y en comisario Leclerc que ocupa todo del epílogo de Ángeles, titulado significativamente «Después o Las tripas del juguete» Otros ejemplos en Filoctetes (pp. 126-127), Dioses (pp. 103-105), Luna (pp. 132-133), Prokopius (pp. 131-132). Incluso a veces el juego se extiende a los paratextos, como en Ángeles, donde se incluye una «Nota del traductor», atribuyendo la obra original a un autor canadiense apellidado Darcachon (Ángeles, pp. 13-16)

 

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Sobre este aspecto, ver Schmeling:1982 y Abel:1968.

 

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En este texto el título de cada uno de los 11 cuadros va además seguido de la indicación del lugar preciso de la acción, así como del día del mes y de la semana y de la hora exacta en que sucede; así el título del cuadro II, recién citado se completa con la información siguiente: «Casa de Campo (Madrid, martes 5 a las 8,30 de la mañana». Igual sucede en los títulos de Ulalume.

 

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En el caso de Ángeles, el juego intertextual se complica con los comentarios entre paréntesis que el autor añade a cada título, como veremos más adelante al referirnos a las estrategias metaficcionales que pone en marcha el texto secundario.

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