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ArribaAbajoIlustraciones


ArribaAbajoParte primera

Al § 23

El M. Pedro Chacón, natural de Toledo, que en el año de 1569 escribía su historia de la universidad de Salamanca, con presencia de las escrituras y documentos antiguos que entonces se conservaban en su archivo, tratando de lo que el Rey Don Alfonso el Sabio favoreció aquellos estudios, y particularmente la medicina, que en aquellos tiempos casi en toda Europa estaba perdida, si no era entre los árabes que en España moraban dice: «Allegóse a esto etc.[...] y procuró cuanto pudo su acrecentamiento.»

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El Sr. Marina en su Ensayo-histórico-crítico sobre la antigua legislación de los reinos de León y Castilla (pág. 7, nota 3), copia parte de un inventario que contiene un catálogo de la biblioteca del canónigo de Toledo D. Gonzalo Palomeque antes de haber tomado posesión del obispado de Cuenca en el año 4273, como muestra de lo que había cundido el gusto por las letras y los libros de humanidades, de filosofía y de erudición. Entre los de dicha biblioteca se hallan además de los sagrados, canónicos y de jurisprudencia, y algunos de los clásicos antiguos, los libros de Aristóteles de naturalibus en un volumen: Paladio de agricultura: Vegecio de re militari: Stragematon, todos tres en un volumen. Un libro en arábigo con figuras et puntos doro. Aritmética de Boecio, Macrobio, Platón, Marciano Capella, Trimegisto, todos en un volumen. Aritmética de Nicómaco trasladada de nuevo, otrosí el ejemplar en romance de que fue trasladada con cuatro cuadernos de Ali Abenrage trasladado de nuevo. Cómputo algoritmo et espera en un volumen. Alfragano, Teodosio, Anaricio, Mileo con otros libros de geometría. Diversos comentos de posteriores con unas glosas sobre Euclides. Treinta y siete cuadernos de la obra de Fr. Alberto sobre los libros de las cosas naturales, de física, de los meteoros y de los minerales. Otros seis del texto y comentario de Fr. Alberto de meteoros y propiedad de los elementos. El Almagesto y Tablas de astronomía de Avenzait. Un libro de Física de aves en cuadernos.

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Además de las obras ya mencionadas se escribieron por su mandato y dirección el libro del Astrolabio redondo y de los usos que tiene: del Astrolabio llano, de las Constelaciones y de la Lámina universal compuesto en castellano por B. Cae de Sujurmenza; él mismo que tradujo también libro de las Armellas de Tolomeo, y el de la Esfera celeste de Acosta: la traducción castellana que encargó al maestre Fernando de Toledo del libro arábigo de Azarquel en que explica éste su Azafeha o lámina. Mandó a Rabi Cag de Toledo que todo lo explicase con claridad dando sus pruebas y demostraciones de geometría y astronomía para quitar toda duda.

Esta obra (los Cánones de Albagtenio) es de Mahomat Alba legni Aradense, Siro, hijo de Geber, que como ya en su tiempo hacia el año 879 discordasen claramente los cánones de Tolomeo del sitio y movimiento de los astros, formó nuevas tablas de los movimientos celestes intitulando su obra De Scientia Stellarum, la cita fue traducida de arábigo en latín por Platón Tiburtino, e ilustrada con algunas notas por Juan Regiomontano.

Al § 23

Raimundo de Lidio

Raimundo de Lulio comenzó el primero a apartarse del común modo de filosofar. Después que el escolasticismo se apoderó de todas las ciencias y escuelas, la primera secta no escolástica que aparece en los fastos de la filosofía es la que fundó este infatigable mallorquín que era más llana y fácil para conseguir la sabiduría. El talento de Lulio fue en sumo grado inventor y combinador. Cuando Lulio escribió eran todas las ciencias una algarabía metafísica, y no pudiendo desprenderse él de esta idea que era la de su siglo, inventó un arte de abstracciones combinadas, sustituyéndole al escolasticismo no combinado que dominaba en las escuelas, mostrando mucho ingenio e imaginación fecunda. Fue para el siglo en que vivió un genio singular, nada inferior a Roger Bacon. Lulio no solo fundó una secta para mejorar las letras, sino que combatió el fundamento de los abusos persiguiendo a los Aljerroistas va con libros ya con exhortaciones: atrevimiento que en aquel siglo se tendría por tan temerario como si en el presente escribiese alguno contra la atracción de Newton.

Sus obras muestran que no pensaba como el vulgo de los filósofos de su siglo, y que no se dejó llevar del torrente de los abusos, lo mismo que sucedió a Descartes. La universidad de París donde se guardaba tenazmente el escolasticismo hizo gran oposición a la doctrina de Lulio; aunque confesando que tenía cosas altísimas y verdaderísimas; pero la proscribieron y condenaron solo porque era nueva. Más ya por los años de 1515 logró cátedra en aquella universidad.

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Carolo Bohillo, graduado en la universidad de París y de los primeros de la de Alcalá, imprimió diversas obras: en el tomo de Matemáticas y diversas epístolas, impreso el año de 1540 en el fol. 174 trata del siervo de Dios etc. el cardenal Cisneros, escribiéndole desde París en 22 de agosto de 1509 dándole gracias de las fundaciones de Alcalá y conquista de Orán: y en otra carta de 22 de marzo de 1510 dice ha recibido el memorial de Gonzalo Gil y pone una como profecía de esta conquista.

(Quintanilla archivo complutense, pág. 32).




ArribaAbajoParte segunda

Al § 7

Sobre el viaje de la India oriental de Marco Polo

Las datas del principio y fin de este viaje están conformes con lo que dice el mismo Marco Polo en el prólogo y en el capítulo 1.º de su relación, la cual hemos examinado con prolijidad para investigar el origen de las equivocaciones que han padecido algunos escritores tratando de este insigne viajero. Por lo mismo creemos, que ni serán desagradables ni superfluas nuestras observaciones, y que aun podrán ser de utilidad para precaver en lo sucesivo semejantes errores. Tenemos en España dos traducciones de este viaje: la una trasladada del original veneciano por maestre Rodrigo Santaella, arcediano de Reina y canónigo de Sevilla, que se imprimió en Logroño año de 1529 en folio, de cuyo erudito traductor da mucha noticia Ortiz de Zúñiga en sus Anales (libro XIII año 1509) y la otra hecha por una versión latina añadida en muchas partes por D. Martín de Bolea y Castro e impresa en Zaragoza año 1601 en 8.ª Con estas traducciones y el original italiano que trae Ramusio en el tomo 2.º de su Colección de viajes, hemos notado que son dos de los que habla Marco Polo, aunque con alguna equivocación en las fechas que no es extraño habiendo escrito de memoria su narración tres años después de su regreso dictándola a Micer Eustaquio de Pisa en el año de 1298 estando ambos presos en la ciudad de Génova. Refiere en ella Marco Polo que en el de 1250, su padre Nicolás y Mafeo su tío, ciudadanos de Venecia, fueron a Constantinopla con mercaderías, y habiendo permanecido allí algún tiempo y provistos de algunas joyas pasaron a la gran Tartaría donde por la buena acogida que les hizo el Emperador se detuvieron un año; y no pudiendo regresar por el mismo camino a causa de las guerras que se suscitaron en aquellos países, siguieron adelante hasta el límite del reino oriental, pasaron el río Tigris, atravesaron un largo desierto y llegaron a la ciudad de Bacora que era la mejor de toda la Persia. Allí encontraron un embajador del Gran Can que sabiendo los deseos que tenía de ver y de tratar a los cristianos, condujo a nuestros viajeros por largos y tortuosos caminos a la corte de aquel Soberano. Éste les manifestó sus deseos de enviar un embajador al Papa para que le enviase cien hombres sabios y discretos que le enseñasen la religión católica y la propagasen entre sus súbditos. Y en efecto, nombrado el embajador partió para Europa con los dos venecianos, pero habiendo muerto en el camino, le prosiguieron estos solos hasta llegar a la ciudad de Acre en abril de 1272: época que parece equivocada en la traducción de Santaella, pues en el original publicado por Ramusio se señala el año 1269; que conviene mejor con la serie de los sucesos posteriores. Allí supieron la muerte del Papa Clemente IV que en efecto había fallecido en Viterbo a 29 de noviembre de 1268; y un legado de Roma que se enteró de la embajada que traían, les aconsejó que esperasen a la elección de nuevo Papa. Entre tanto partieron ellos para Negroponto y de allí a Venecia donde hallaron que había muerto la mujer de Nicolau dejando un hijo llamado Marco de edad de 15 años de quien quedaba embarazada cuando partió su marido para este viaje. He aquí un error evidente de cronología, porque si la vuelta fue en 1272, el viaje debió emprenderse en 1257, y si fue en 1269, la salida de Venecia no pudo verificarse sino en 1251, y en ninguno de estos casos en 1250 como se dice al principio.

Permanecieron dos años ambos viajeros en su patria esperando la elección del Sumo Pontífice, y como se retardase tanto, partieron para Jerusalén llevando en su compañía a Marco Polo, historiador de este viaje. Desde Acre, con cartas del legado Pontificio para el Gran Can se dirigieron a Giaza, y noticiosos allí de haber salido electo Papa Gregorio de Placencia, que fue el X de este nombre, y cuyo nombramiento se verificó en agosto o setiembre de 1271, volvieron a Roma donde su Santidad les dio dos frailes dominicos para satisfacer los deseos y el encargo del Gran Can, pero estos religiosos no pudieron pasar de Giaza, y los venecianos continuaron su viaje durante año y medio hasta la corte de aquel Soberano, que los recibió con mucho júbilo y satisfacción, distinguiendo especialmente al joven Marco Polo que permaneció allí 17 años desempeñando en todas las provincias confinantes grandes embajadas y comisiones de particular confianza. Al cabo de este tiempo solicitaron los tres europeos licencia para regresar a su país, la cual no quería concederles el Gran Can, y probablemente no la hubieran obtenido jamás, si el casamiento de una Princesa no les hubiera proporcionado la ocasión de acompañarla en mucha parte del camino. Con esta comitiva y después de tres meses continuos de navegación aportaron a la isla de Java y navegando desde ella diez y ocho meses más por el mar de la India, llegaron al reino a donde iba destinada la Princesa. Despidiéronse allí nuestros viajeros de los personajes de aquella corte, y con los auxilios que les facilitaron, pudieron llegar sucesivamente a Trapesuncia, a Constantinopla, a Negroponto y al fin a Venecia en el año de 1295. Por este medio abrió el Gran Can sus comunicaciones en Europa enviando muchas embajadas al Papa, a los Reyes de Francia y de España y a otros Príncipes cristianos.

Al § 20

Reflexiones sobre la época en que se introdujo la artillería en los ejércitos y naves. Examen de las opiniones del Sr. Capmany sobre este asunto

Insistimos en la opinión que manifestamos en nuestro discurso impreso en 1802 de haber sido los castellanos los primeros que usaron de la artillería en la mar en el combate naval de la Rochela el año 1371, sin embargo del empeño y erudición con que la contradice nuestro difunto académico el Sr. Capmany en la 4.ª de sus cuestiones críticas. Reconocidos a las varias y recónditas noticias que nos da sobre el uso de la artillería, diferimos de él en las consecuencias, y procuraremos apoyar nuestro modo de pensar en sus mismas reflexiones. El silencio de nuestras crónicas en citar o señalar la clase de armas de fuego en los principios de su introducción en la guerra, nada prueba; porque el vago, oscuro, y breve lenguaje de las crónicas (como dice el Sr. Capmany pág. 181) en donde los hechos desnudos de exactas y claras narraciones dejan vacilante el juicio del lector más perspicaz y sensato, y la confusión y falta de crítica y discernimiento, no son prueba de lo que callan. El mismo Sr. Capmany, que cree y asegura que los moros usaron de la artillería en 1312, y 1331 y 1342, extraña que no continuasen su uso en adelante pues no consta por las crónicas que en lo restante de aquel siglo se sirviesen de los tiros de pólvora (pág. 188). Sin embargo de este silencio no solo continuaron usándola, sino que en el año de 1365 un árabe granadino dedicó al Rey de Granada una obra que trata del arte militar, de los ardides de la guerra, y fortificación de las plazas, y en ella habla del uso de la pólvora (Rodríguez de Castro, Bib. Esp., tom. 1.º, pág. 31); siendo de notar que este autor tuvo a la vista para la composición de su obra el tratado que escribió en árabe R. Jonah sobre la excelencia y poder de la guerra, como refiere Casiri en la pág. 29 del tomo 2.º de su Bib. Arábigo-Escurialense. Esto prueba que los historiadores árabes nos son aun desconocidos. La crónica de D. Alonso el XI ¿no calla que el ejército cristiano se sirvió de máquinas de pólvora para batir la ciudad de Algeciras en 1312 haciendo mención de que los moros las usaban? Sin embargo Hernando del Pulgar lo dice expresamente en su crónica de los Reyes católicos. El silencio que guarda respecto a las armas y máquinas de fuego la ordenanza militar del oficio de Senescal y después de Condestable de Aragón, promulgada en 1369 por el Rey D. Pedro el IV cuando específica diferentes ingenios y máquinas de batería para la expugnación de fortalezas, no destruye el hecho que el mismo soberano refiere en las memorias de su propia vida que diez anos antes, esto es, en 1359 una nao defendió la entrada del puerto de Barcelona con los tiros de una lombarda, derrotando los castillos de otra nao castellana llevándole un pedazo del palo mayor (pág. 190 y 892).

Inclínase el Sr. Capmany y con razón, a creer que la primera artillería de fuego se conoció en España (pág. 252): encuentra por la autoridad del Petrarca, que el uso de la pólvora era conocido en Italia en 1344, aunque reciente, pues se miraba como gran maravilla (pág. 199): que el continuador de la crónica de Guillermo de Nangis hablando de los años de 4356 expresa entre varios instrumentos bélicos canonibus (pág. 202) que en la guerra de Chiozza entre el año de 1378 y 1380 se descubre claramente el uso de la artillería con el nombre de bombardas, y aun juzga con la autoridad de Andrés Redemio que precedieron a estas grandes máquinas otras, y lo confirma el mismo autor refiriendo que en 1373 Francisco Carriarense se sirvió de bombardas contra venecianos (pág. 203): que en 1380 consta que había en Barcelona fábrica y depósito de estos instrumentos bélicos que se conducían a Italia y otras partes, lo que prueba que allí tenía mayor antigüedad: que había bombardas de bronce o de fundición aunque por lo común eran de fierro fabricadas y reparadas por maestros herreros: que las bolas que disparaban eran de piedra y no de metal; y solo consta que arrojaban pelotas de hierro los tiros o piezas menores, más no las mayores de batir, que eran de corta longitud a manera de nuestros morteros, y las pequeñas como los pedreros, las cuales tiraban también como las mayores, balas de piedra y no de hierro (pág. 204 a 208). En las crónicas de los Reyes de Castilla Don Enrique II, Don Juan I y Don Enrique III ninguna noticia halla el Sr. Capmany de máquinas o armas de fuego; y solo en la de D. Pedro Niño (cap. 42) y año de 1404, encuentra que se habla de lombarda como pieza de batir que tiraba balas de piedra y no de hierro, y que el uso de estas máquinas era muy costoso o por su gran mole, o por la dificultad de su conducción. ¿Pero este silencio de las crónicas probará que no se usaba de la artillería en Castilla a mediados y fines del siglo XIV, cuando se usó a principios del mismo siglo en el cerco de Algeciras? ¿Y cuándo confiesa el mismo Sr. Capmany, hablando de la guerra que el Rey D. Fernando I de Aragón hizo al Conde de Urgel el año 1443 y siguientes, en que hizo tanto y tan ventajoso uso de las armas de fuego, que este Soberano siendo Infante de Castilla se halló en la guerra que años antes se hizo a los moros de Granada y principalmente en el sitio de Antequera, de donde llevó grandes experiencias e ingenieros experimentados?

Deduce igualmente de la crónica de D. Álvaro de Luna que en Castilla desde 1435 a 1446, había adelantado poco el arte de batir, aunque recibió auxilio de nuevas piezas sutiles como las culebrinas y espingardas: que sin embargo continuaban los ingenios, trabucos, y ballestas de la antigua maquinaria, sin olvidar las hondas y los mandrones que alternaban con la moderna artillería: que tampoco hizo ésta grandes progresos durante el reinado de los Reyes católicos ni aun entrado el siglo XVI, como se infiere de las cartas de Gonzalo de Ayora que publicó la Academia; y que desde el reinado de Carlos V recibieron las piezas de artillería diferentes nombres, generalmente de aves de rapiña, reduciéndose todas a la denominación común de cañones; introducida por los franceses.

Entra por fin el Sr. Capmany a examinar la introducción de la artillería en las embarcaciones y combates navales: juzga juiciosamente que debió ser posterior a la de la guerra de tierra, desestima con buena crítica la autoridad del obispo de León D. Pedro que la supone en uso en el siglo XI; y afirma que ni en la marina de Aragón se usó hasta 1418, ni en la de Castilla hasta 1404. Para sostener esta opinión y contradecir la generalmente recibida de que el primer uso de la artillería en la mar lo hicieron los castellanos en la batalla que dieron a los ingleses delante de la Rochela en 1374, examina el texto de los historiadores coetáneos especialmente de Froissart, francés, y de Walsingham, inglés, y hallando en la descripción que hace el primero la palabra canons entre las varias armas de que usaron en aquella batalla los bajeles españoles, dice el Sr. Capmany que no es fácil adivinar que entendió Froissart por la voz vaga canons. En la pág. 197 dice que es extraño que ni Walsingham, historiador inglés de principio del siglo XV, ni Froissart cronista francés y quizá testigo por describir prolijamente esta batalla, nada hablen del uso de tales tiros de pólvora. Y en la pág. 244 no solo copia la autoridad de Froissart que entre las varias armas de que usaron en aquella batalla los bajeles españoles nombra los cañones, (canons) sino que pregunta que entendió Froissart por la voz vaga canons, no es fácil ahora adivinarlo (pág. 245). Lo mismo dice (pág. 202) cuando en el continuador de la crónica de Guillermo de Nangis que publicó Duchesue en el tomo 5.º de su colección hablando de los años 1356 y especificando varios instrumentos bélicos para la defensa de las fortalezas, halla la voz canonibus, sin tener presente que dice en el mismo discurso o cuestión que, «la denominación común de cañones introducida por los franceses en Italia en tiempo de Luis XII se ha hecho general en Europa en la artillería moderna.» «Los franceses, añade, desde tiempo antiguo acostumbraron a llamar a todas las armas de fuego, así manuales como de tiro, canons indistintamente [...] Las primitivas máquinas bélicas de fuego llamadas constantemente por los historiadores franceses canons, entre los ingleses se conocían ya a principios del siglo XV, con el nombre vulgar de gunas o gonas:» con que si los franceses desde tiempo antiguo acostumbraron a llamar constantemente a las primitivas máquinas bélicas o a todas las armas de fuego indistintamente con la voz canons, es claro que Froisart y el continuador de la crónica de Guillermo de Nangis expresaron con aquella voz las armas o máquinas bélicas de fuego que usaron los castellanos el año de 1371 en la batalla naval de Rochela. Ni esto debe parecer extraño cuando ya se habían usado en una nao para la defensa de Barcelona el año de 1359, (pág. 192) y con su auxilio sostuvieron los venecianos y genoveses combates navales en 1380 (pág. 203 y 247) siendo aun más notable que no solo se embarcaban armas de fuego en Barcelona para defensa de las naves el año 1381 y siguientes (pág. 249), sino que entonces mismo había en aquella ciudad fábrica y fundición de donde se llevaba artillería, pólvora, y municiones a Italia y otras partes: (pág. 204 y siguientes) lo que denota conocerse allí desde mucho tiempo antes. En vista de esto ¿qué inconveniente hay para que la usasen las naos castellanas en esta misma época?... Que lo callan sus crónicas... ¿Por ventura las de Aragón dicen algo sobre lo mismo que el Sr. Capmany ilustra y confirma con tan preciosos documentos inéditos?

Demostrado ya que el silencio de nuestras antiguas crónicas no es prueba de que dejasen de existir las cosas o sucesos que callan, es claro además que la invención de la artillería no pudo hacerse general desde luego, ya por el poderío de la costumbre y de las preocupaciones, ya por la falta de conocimientos dominantes para fundir las piezas y darles la forma conveniente, ya por su gran coste y mole, y ya en fin por su enorme peso y dificultad de conducirla, pues según indica la crónica de Don Pedro Niño en el año de 1404 necesitaban veinte pares de bueyes para mover y transportar una bombarda grande (pág. 209 y siguientes). Por otra parte la fabricación de la pólvora era escasa y por consiguiente muy cara, como se ve en las cuentas que existen de la guerra de D. Fernando I de Aragón contra el Conde de Urgel en 1413 en las cuales cada libra de pólvora salía a 44 rs. de nuestra moneda actual, valor excesivo para aquel tiempo, y por lo mismo se gastaba en tan cortas cantidades que solo se compraron entonces 75 arrobas y 8 libras (pág. 216).

Generalmente los nuevos descubrimientos se introducen en la práctica de las artes con suma lentitud y aun con repugnancia, porque tienen que vencer la inercia, la rutina y el amor propio o vanidad de los profesores. Siglos enteros fueron necesarios para conocer todas las alteraciones de la aguja náutica y para fiarse de ella los navegantes alejándose de la vista de las costas. La artillería posada e informe, apuntando al tiento sin saberse las distancias del alcance de los cuerpos arrojados; la pólvora escasa y de mucho valor, desconociendo los elementos y cantidades de su mezcla y fabricación; la ignorancia todavía de la aplicación de las matemáticas para las elevaciones de las piezas, y mucho más de la química para aumentar la potencia de los mixtos: todas estas causas contribuyeron a retardar o escasear el uso que de ella se hizo, hasta que en el siglo XVI el estudio y los progresos en las ciencias facilitaron e hicieron general el conocimiento y manejo de la artillería en los ejércitos y escuadras, y dieron origen a una nueva ciencia que creada por Diego de Álava, ha llegado a un alto grado de perfección y a ser el instrumento más poderoso y necesario en las guerras modernas.

Al § 34

Cuando comenzaba el siglo XVI era ya inmemorial la fundación del colegio de pilotos vizcaínos en Cádiz, con sus ordenanzas y leyes, con su jurisdicción privativa, y con un cónsul que la ejercía; como lo expresaron los leyes católicos, en la confirmación de aquellas ordenanzas y privilegios por Real cédula dada en Sevilla a 18 de marzo de 1500.

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Real cédula de 18 de marzo de 1500 dada en Sevilla por los Reyes Don Fernando y Doña Isabel confirmando las ordenanzas del colegio de pilotos vizcaínos establecido en Cádiz. (Archivo de Simancas).

El colegio de los pilotos estantes en Cádiz hizo relación que de tanto tiempo acá que memoria de hombres non es contrario ha habido en Cádiz el dicho colegio vizcaínos los cuales han tenido sus ordenanzas juntas y sus leyes para navegar al poniente, de las carracas y galeas que vienen a Cádiz para aviarlos o aprestarlos a la parte de poniente de lo cual SS. AA. habían sido muy servidos y las rentas Reales acrecentadas porque a causa del dicho colegio de pilotos vienen las carracas y galeras, para tomarlos, a la dicha ciudad, y se venden y contratan muchas mercaderías con provecho de los vecinos de Cádiz; y tenían juntas sus ordenanzas en las cuales se contenía que ningún piloto de dicho colegio pudiese salir fuera de la dicha ciudad a recibir carraca ni galera de las partes del levante so pena de 150 ducados: tenían capilla en la iglesia de Santa Cruz: tenían un cónsul cada año para la jurisdicción y casos que ocurrieron tocantes al oficio del pilotaje y administración de las dichas carracas y galeras; y así mismo que ningún piloto sea osado de entrar en carracas ni galea sin que primero sea acordado delante de su cónsul o en su ausencia con los otros pilotos del colegio: y otra que si falleciere al un piloto fuera de su tierra, si alguno de los pilotos se hallare donde el tal falleciere, le honre según la calidad de su persona a costa del dicho colegio si no tuviese él facultad: otra que el piloto o pilotos que se acordaron en carracas o galeas den a la capilla del colegio un ducado cada uno; otro para el cónsul del año; otro para el piloto o pilotos que quedaron en dicha ciudad.- Pedían que los Reyes las confirmasen y aprobasen dichas ordenanzas; y así las confirmaron SS. MM. en Sevilla a 18 de marzo de 1500.




ArribaParte tercera

Al § 3

El mismo Colón: dirigiendo a los Reyes católicos el diario de su primer viaje les dice: «También Señores Príncipes allende de escrebir cada noche lo quel día pasare y el día lo que la noche navegare, tengo propósito de hacer carta nueva de navegar, en la cual situaré toda la mar e tierras del mar Océano en sus propios lugares debajo su viento, y más componer un libro y poner todo por el semejante por pintura por latitud del equinoccial y longitud del occidente; y sobre todo cumplo mucha que yo olvide el sueño y tiente mucho el navegar porque así cumple, las cuales serán gran trabajo [...]»

Al fin de la relación del tercer viaje dice también a los Reyes después de informarles que el adelantado iría con tres navíos a descubrir más adelante: «Entretanto enviaré a VV. AA. esta escriptura y la pintura de la tierra y acordarán lo que en ello se deba facer.» Esta pintura o diseño de la costa de tierra firme que acababa de descubrir sirvió de guía a Hojeda y a otros que lo siguieron para adelantar los descubrimientos sucesivamente habiendo sido V. I. Pinzón el primero que atravesando la equinoccial por aquella parte, descubrió la costa del Brasil y luego Solís el río de la Plata, creyendo era algún estrecho de mar que se extendía hasta el mar del Sur, y acaso si no hubiera sido entonces víctima de los indios hubiera hallado en la continuación de su viaje el estrecho que después halló Magallanes y conserva todavía su memoria.

Al § 6

D. Juan Martínez Silíceo. Por un accidente de su juventud fue a París a los 21 años: allí hizo sus estudios donde se distinguió por su virtud y aplicación. Estuvo allí nueve años, y a los tres le dieron la Regencia de artes. Allí le escogieron para pasar a la universidad de Salamanca a reformar la enseñanza de artes y filosofía; y fue el primero que dio lecciones públicas de filosofía natural.- Lampillas dice (Ensayo histórico apologético de la literatura española, tom. 3, pág. 194) que Silíceo ocupó con mucho aplauso las cátedras de filosofía y matemática en París, dando en ambas facultades no pocos monumentos de su ingenio y escribiendo eruditos comentarios sobre Aristóteles. Cítalos D. Nicolás Antonio y entre otras obras su Aritmética teórica y práctica que se imprimió en París en 1514 en 4.º, y segunda vez por Simón Colineo en 1526, enmendada y reconocida por Tomás Bethi; y posteriormente en Valencia en 1554. En elogio de esta obra compuso un diálogo con palabras que a un mismo tiempo son latinas y castellanas el célebre Fernán Pérez de la Oliva, discípulo de Silíceo, el cual se halla impreso entre sus obras.= Añadió, enmendó e ilustró con notas las obras del inglés Suisset, sobre cálculo o arte calculatoria, y la imprimió en Salamanca en 1520 en folio.

Al § 9

Bombas de achicar de Diego Ribero 1531

Diego Rivero, cosmógrafo y maestro de instrumentos náuticos, hizo presente al Emperador su invento de bombas de metal para achicar el agua de las naos, proponiendo hacerlas de calidad que una de ellas extrajese tanta agua como diez de las que se usaban de madera, o bien como dos, como tres, o como seis o más, según que se le pidiesen; que pudieran manejarse con un tercio menos de gente que las de madera; que no se empachasen como éstas, y empachadas uno o dos hombres las pondrían presto corrientes; que serían menos pesadas que las de palo; que las sometía a la prueba y experiencia que se le mandase; y que fuesen de larga duración, con las consiguientes ventajas y provecho a los buques, por la mayor confianza y seguridad con que podrían navegar por todas las partes del mundo; bajo cuyas condiciones, y de otras que omitimos por menos sustanciales, se obligaba a construir y entregar las que se necesitasen, pidiendo por remuneración de su trabajo en este invento la pensión de sesenta mil maravedises anuales, pagándosele por separado y bajo tasación el valor de las bombas que se le tomasen. Admitida la propuesta por el Emperador en todos sus extremos, se lo expidió Real cédula con fecha en Granada a 9 de noviembre del año 1526, haciéndote merced de los sesenta mil maravedises de pensión, sobre los treinta mil que gozaba por sueldo, siempre que hiciese constar las ventajas de sus bombas, por el experimento que harían en la Coruña o Sevilla los inteligentes que al efecto se nombrasen; y concediéndole además privilegio exclusivo por doce años, para surtir de ellas a los buques de guerra y mercantes españoles. Esta Real cédula se insertó y confirmó en otra dada por la Reina con fecha en Ocaña a 11 de marzo de 1531. Con la de 13 de octubre del mismo año se lo expidió otra en Medina del Campo, mandando a los oficiales-jueces de la Contratación de Indias en Sevilla, que conforme a la capitulación contenida en la Real cédula del Emperador, nombrasen personas que viesen y examinasen las bombas de Ribero, y del resultado diesen cuenta al Consejo de las Indias. Y por otra Real cédula, también de la Reina y con fecha en la misma villa de Medina a 4 de noviembre siguiente, se les mandó nombrasen maestros, marineros y personas prácticas en la navegación, para que en una nao hiciesen la prueba y experiencia estipulada, enviando relación de todo al Consejo.

Presentadas dos bombas por Ribero, y teniéndolas acomodadas y dispuestas para la prueba en la nao Santa María del Espinar, pasaron a ella en 25 de dicho noviembre los jueces de la casa de Contratación Juan de Aranda factor, y Luis Hernández de Alfaro teniente de contador, con Lope Sánchez cómitre, Pedro Agustín, Bartolomé Carreño, Cristóbal Vara y Diego Sánchez Colchero, maestres, e marineros y personas sabias y aspertas en el arte del marear, y presente también el escribano de aquel tribunal Joan Gutiérrez Calderón, precedida la solemnidad del juramento, hicieron con ambas bombas cuantas pruebas quisieron, aplicando a la menor ocho hombres, igual número a la mayor y luego nueve, y examinando el mecanismo de ellas. Concluido el acto, volvieron todos a la casa de Contratación, y confiriendo prolijamente entre sí los peritos, dijeron por fin con voto unánime: que la bomba menor los pareció echaba tanta agua como dos de madera de las grandes: que siendo precisos para estas veinte hombres, aquella con un tercio menos de gente sacaría la misma cantidad de agua: que la grande de Ribero daría con los veinte hombres, tanto como cuatro de las de madera: que estas bombas de metal podían sacarse de su lugar por cima de cubierta más fácilmente que las de palo, para desempacharlas: que aquellas eran de mucho menos peso que éstas: que podía aplicárseles toda la gente que se quisiera, y que cuanta más se les pusiese tanta más agua echarían: que la nao que las llevase, iría más segura de mar e de artillería; y en fin, que les parecían más útiles y provechosas que las de madera. Los jueces apoyando este dictamen, añadieron a continuación, que a su parecer sacaban las nuevas bombas alguna más cantidad de agua que la que declaraban los maestros, porque sale con gran furia e violencia, e así es más cantidad el agua que sale de la que paresce.

Por otra Real cédula de la Reina, con fecha en Medina del Campo a 22 de enero de 1532, se mandó al propio tribunal de la Contratación, con vista del informe anterior, por el consejo de las Indias, proceder para mayor seguridad a nueva y más larga experiencia de las bombas de metal en la primera nao que saliese para Nueva-España, recibiendo al regreso información del resultado, y dando relación de todo al Consejo, con noticia de lo que costaría cada una, sin perjuicio entretanto de abonar por aquel año a Ribero, de cualquier caudal del cargo del tesorero de la casa de Contratación, los sesenta mil maravedises que le estaban acordados.= Presentada esta cédula por Ribero en 12 de abril siguiente a los oficiales-jueces Juan López de Recaldo, contador Juan de Aranda, factor, y Francisco Tello, tesorero: acordaron entregase una de sus bombas a Ginés de Carrión el mozo, vecino del barrio de Triana y maestre de la Nao Mar-alta, para que la experimentase y se sirviese de ella en su próximo viaje a las Indias del Océano y Nueva-España. Verificólo Ribero el día 4 de mayo; y Carrión recibió la bomba, formalizando el correspondiente documento, en que expresaba ser su peso tres quintales y tres libras, y se obligaba a responder de ella y cumplir el objeto con que se le entregaba.= Salió la nao a su expedición; pero hubo de hacer tanta agua en la mar, que no pudo pasar de la isla de Santo Domingo, y de allí se volvió a España, hallándose ya en Sevilla el día 24 de abril de 1533, según escrito que Ribero presentó en él a los jueces pidiendo se recibiese la información prevenida por la última Real cédula, y se remitiese al Consejo como en ella se mandaba. Otorgada su petición, se tomaron declaraciones separadas en 17 y 20 de mayo inmediato a Nicolás Castilla y Juan Vanegas, pilotos del mismo buque, y a su maestre Carrión el mozo; quienes refiriendo su trabajosa navegación, y la imposibilidad de continuarla más allá de Santo Domingo, porque era tanta el agua que hacía, que pudiera moler un molino, por haber botado la estopa de dos costuras en la quilla, aseguraron que habrían perecido en la mar, a no haber llevado la bomba de metal, de la cual usaban solamente, aunque también llevaban una de madera: que seis de éstas no bastarían para apurar el agua: que era tan buena e provechosa la de metal, que ninguna embarcación debiera ir sin una de ellas a las Indias, porque echaba mucha agua con poca gente, no era embarazosa como las de palo, y daba lugar a que unos diesen a ella, y otros acudiesen a la maniobra y gobierno del buque: que por la confianza que habían formado de la utilidad de esta bomba, no temieron de seguir el viaje de regreso a España, aunque después de su salida del puerto de Santo Domingo, donde habían compuesto la nao, volvió a hacer agua con exceso, y que cercanos todavía del mismo puerto, pudieran haber retrocedido a él para recomponerla. A todo lo dicho, añadieron los jueces con fecha 16 de octubre de dicho año, que los parecía ser muy provechosas para la seguridad de la navegación las bombas de Ribero: que su costo podría ser sobre cuatro mil ochocientos maravedises por quintal de peso, que el peso debería ser en proporción al tamaño de los buques que hacían el viaje de Indias, o de tres a cuatro quintales para los de 100 a 200 toneladas, y a este modo según que ellos fuesen mayores o menores.

Consta todo lo relacionado de dos testimonios dados por el citado escribano del tribunal de Contratación, en que se insertan a la letra las Reales cédulas, declaraciones y demás actos que quedan epilogados; los cuales testimonios existen en el archivo general de Indias de Sevilla entre los papeles trasladados a él del de Simancas.

Diego Ribero. Por cédula fecha en Valladolid a 10 de julio de 1523 fue nombrado cosmógrafo de S. M. y maestro de hacer cartas, astrolabios y otros instrumentos de navegación con treinta mil maravedises de salario al año.

Era ya difunto antes de 16 de setiembre 1533 (Tom. 1.º, de Viajes, nota en la pág. CXXV de la Introducc.)

Al § 25

Fue Pedro de Medina muy celoso de los progresos de la náutica y de la observancia de las leyes y reglamentos que con este objeto (el de asegurar las navegaciones y el de crear hábiles pilotos) se habían establecido en los años anteriores. Cuando el obispo de Lugo visitó la casa de la Contratación juntó al piloto mayor con los cosmógrafos de S. M. y otras personas expertas en la cosmografía y navegación, y se formó el padrón general que quedó permanente en la casa; y cuando después se encargó nueva visita al licenciado Gregorio López del consejo de Indias, se volvió a ver y enmendar en presencia del piloto mayor, cosmógrafos y pilotos. También dejó ordenado este consejero visitador que los exámenes de pilotos y maestres se hiciesen en la misma casa y así lo aprobó el Rey mandando que asistiesen los cosmógrafos de S. M. con voto; multando al piloto mayor que no lo hiciese en la pérdida de la mitad del salario de un año; y que el cosmógrafo por cada uno de los exámenes a que faltase perdiese dos mil maravedises de salario, y que para los exámenes se celebrasen en la casa en los días y horas que en cada semana se señalasen.

Estos mandatos no se observaban, y hallándose Medina en Cádiz a restablecer su salud vio los yerros y falsedades que de aquel abandono resultaban, y determinó volverse a Sevilla donde lo denunció ante los jueces de la Contratación y allí lo demostró con aprobación de los cosmógrafos de S. M. Hiciéronlo sin embargo pleito ordinario, pasó por apelación al consejo de Indias, y Medina vino a la corte a proseguirle; de cuyas resultas se expidió la Real cédula de 5 de noviembre de 1544 para que siendo falsas y erradas las cartas, agujas y seguimientos de la altura del sol hechas por Diego Gutiérrez que llevaban las naos, no solo porque menoscababan los derechos de S. M. poniendo muchos de sus dominios dentro de la demarcación del Rey de Portugal, y por no estar las cartas arregladas al padrón o carta general existente en la casa, resultando de sus yerros y defectos muchas muertes y daños a los navegantes, contra lo mandado en las visitas hechas por el obispo de Lugo y el licenciado Gregorio López, se reprendiese tal omisión e inobservancia de lo mandado sin haber dado aviso de dichas faltas, y habiéndose hecho pleito ordinario mandando desde luego que se corrigiesen las cartas y que todos los avisos que se dieren se asienten para corrección al padrón general, con conocimiento del piloto mayor, cosmógrafos y pilotos expertos. Reprendiósele al cosmógrafo Diego Gutiérrez, (por provisión del Príncipe dada en Valladolid a 22 de febrero de 1515) mandándolo que en adelante no hiciese carta alguna sino con arreglo al dicho padrón general; y con fecha de 9 de marzo y siguiente se mandó a los oficiales de la Contratación que informado el Príncipe de los yerros de los astrolabios, agujas, regimientos y ballestillas que hacían en Sevilla Diego Gutiérrez y Sancho Gutiérrez su hijo y otras personas, y de los daños que de ello resultaban, y con acuerdo del consejo se mandaba por esta cédula prohibir se hiciesen dichos instrumentos y se vendiesen sin ser antes vistos y aprobados por el piloto mayor y cosmógrafos de la casa, poniéndolos una marca; sin cuyos requisitos nadie navegase a Indias.

Cuando Medina volvió de la corte a Sevilla advirtió la inobservancia de todo lo mandado y la continuación de los abusos que se intentaban corregir; pues aun la Real cédula para que los instrumentos se examinasen y apreciasen estuvo un año sin notificarla por los oficiales de la Contratación hasta que Medina reclamó su observancia, pero si bien logró que se notificase, no consiguió que se guardase y cumpliese como convenía. Quejóse de que solo se examinaban y aprobaban los pilotos y maestres que se concertaban con Diego Gutiérrez, quien dominaba al piloto mayor y así no dejaba de aprobarse ninguno que viniese por su mano aunque fuese inhábil, o extranjero, o no hubiese estado en Indias o tuviese otros defectos o nulidades: de cuya ineptitud resultaba la continua pérdida de las naos que gobernaban. La instrucción de Gutiérrez era muy corta pues apenas sabía leer.

Había ciento ochenta pilotos y más de doscientos maestres que entonces seguían la carrera de Indias.

Al § 27

En la traducción inglesa impresa en Londres en 1596, del Compendio de la esfera y Arte de navegar por Martín Cortés, el traductor en su prólogo hablando de dicha obra dice: «presento a la vista de mis amados lectores el Arte de navegar, siendo el fruto y práctica de Martín Cortés, español; de cuya habilidad y perfección en asuntos náuticos la misma obra es suficiente testigo, porque no existe libro alguno en la lengua inglesa que en un método tan breve y sencillo, descubra tantos y tan raros secretos de filosofía, astronomía, cosmografía; y en general, todo cuanto pertenece a una buena y segura navegación.»

Al § 42

Véase en el «Apéndice» al Estado de la armada de 1828, pág. 63, los asombrosos adelantamientos hechos en este asunto por los ingleses, pues así es de creer por los premios adjudicados al señor D. Santiago Moor French el año de 1826 por sus dos cronómetros, en competencia a 48 que se presentaron a prueba; cuyos dos cronómetros excedieron en exactitud a cuantos se han fabricado desde tiempo inmemorial. La variación del que obtuvo el primer premio no excedió durante los 12 meses de 6 décimos de un segundo en el movimiento medio diario, tres décimos en los nueve últimos meses, y menos de un décimo de un segundo en los cuatro meses de prueba; y el que obtuvo el segundo premio, ha variado menos de un segundo en los doce meses que estuvo a prueba.

Al § 50

Memorial de los servicios de la casa de los marqueses de Santa Cruz hechos en discurso de 170 años

SEÑOR

La marquesa de Santa Cruz y de Bayona puesta a los Reales pies de V. M., representa los servicios que sus abuelos, padre, hermano, y su hijo han hecho en el Real servicio de V. M. de 170 años a esta parte, continuados sin intermisión en los señores de su casa, habiéndoles estimado V. M. en las honras y mercedes que se ha servido de hacerles, tan señaladamente, que en todo esto tiempo no ha faltado capitán general en ella.

Don Álvaro Bazán, comendador de Castro Verde, tercero abuelo de la marquesa, fue capitán general en la frontera de Granada, por merced de los señores Reyes Católicos, estando sobre la ciudad de Baza; y asistió en la conquista del reino de Granada el año de 1485, en el cual rindió a Almandarí, caudillo de Baza, por el Rey de Granada, que había saqueado villas y lugares de cristianos, y hecho presas de gran valor, desbarató su gente, y mató al caudillo, haciendo muchos prisioneros. Y el año de 1487, ganó a los moros la villa de Fiñana, fuerza en aquel tiempo de mucha consideración, para la conquista del reino de Granada.

Don Álvaro Bazán, señor de las villas del Viso y Santa Cruz, sirvió al señor Emperador Carlos V en tiempo de las comunidades, con 100 caballos a su costa, peleando valerosísimamente con los alterados del reino de Valencia, y en Játiva rindió a los de la germania, obligándoles a que tratasen medios de paz con el Virrey D. Diego de Mendoza. El año de 1523, sirvió el cargo de capitán general de las galeras de España, haciendo señalados servicios, ganó en Berbería la ciudad de One en el reino de Tremecén; ganó once galeotas, y cautivó a Azán Arráez, cosario de gran fuerza en aquellos mares, en los cuales ganó muchas galeras y galeotas turquescas. Y el año que se coronó el señor Emperador, presentó batalla a las armadas unidas de Francia y Argel, y no le esperaron. Sirvió en la jornada que hizo S. M. Cesárea a Túnez, siendo general de la escuadra de España; y en el reconocimiento y ataque de la Goleta, se señaló con particular valor. El año de 1544 siendo general del mar Océano con 26 navíos rindió la armada de Francia, que había hecho grandes daños en los mares de Galicia, saqueando villas y lugares. Echó 35 navíos a fondo, rescató los prisioneros que había hecho. Tomó las presas, con que redimió aquellos pobres lugares de los daños que habían recibido, siendo esta facción, que se ejecutó a vista de la Villa de Muros, el alivio de todo el reino de Galicia, afligido con las invasiones del enemigo.

Don Álvaro Bazán, primero Marqués de Santa Cruz, abuelo de la marquesa, sirvió al señor Emperador Don Carlos el año de 1535 de capitán general de la armada de navíos gruesos y galeras, que se formó para guarda de las costas de España y navegación de las Indias, en que hizo señalados servicios. Y habiendo los ingleses enviado de todas armas defensivas y ofensivas a los moros del reino de Fez y Marruecos, rindió a los que las llevaban; y en el cabo de Alguer quemó todas las embarcaciones que en él había. sin podérselo impedir la fortaleza, debajo de cuya artillería lo ejecutó.

En tiempo del señor Rey Don Felipe II, continuando en su servicio, tomó muchos navíos de Francia, que intentaban infestar las costas de España, embarazando los viajes de Indias. Hizo prisionero a Martín Guarino, cabo de mucha opinión en las armadas de Francia, y con las diez galeras de su cargo, con que guardaba el estrecho de Gibraltar, y costas del mar de poniente; cegó el río de Tetuán, quitando aquel puerto a los cosarios, de donde saltan a infestar las costas de Andalucía, desbaratando a Amet Boali, general de Tetuán, que salió a impedir la facción. El año de 1568, sirvió el cargo de capitán general de la escuadra de Nápoles, siendo general de la mar el señor D. Juan de Austria. Y el mismo año corrió las costas de España e Italia, tomando muchas galeras y galeotas de turcos. Y el año siguiente, en el rebelión del reino de Granada, aseguró las costas, y desembarcándose, tornó a su cargo el ejército de tierra, con que venció los rebeldes, y redujo a la Real obediencia. Creció la escuadra de galeras a número de 150 y las puso en tal refuerzo, que pudo el año de 1571 ser el Marqués con su escuadra gran parte para ganar la batalla naval, señalándose en todo el suceso, particularmente cuando socorrió a la Real, embistiendo a las dos galeras que gobernaba Azan Chirivi, que la iban a embestir, y abordar por la popa: rindió a la Capitana de Azan, y obligó a huir a la otra. El año de 1572 a vista de la armada, contraria y la del turco, entre los puertos de Navarino y Modón, embistió el Marqués a Amet Bei Rey de Argel, que con cuarenta galeras del turco había salido del cuerpo de su armada a tornar un navío que se había apartado de la nuestra, abordando con la Capitana de Amet, que quedó muerto en la refriega, y más de doscientos turcos haciendo prisionero a Mostafá, capitán de los genízaros, que venían en la armada del turco. El año de 1573 en que el señor D. Juan de Austria fue a la empresa de Túnez, por orden de S. A. se desembarcó con cinco mil hombres, puso en huida al enemigo, ganó a la ciudad de Túnez y su alcazaba; y ese mismo con cuarenta galeras, y cinco que se le agregaron de Malta, tomó la isla de los Querquenes, y mil doscientos esclavos. El año de 1580 ya general de las galeras de España, entró en los mares de Portugal, tomó las villas y fortaleza de Algarve, y en el río de Lisboa peleó y rindió la armada del rebelde D. Antonio, que se componía de 32 navíos, galeones, y galeras. El año de 1582 siendo general de la armada, salió al opósito de la que envió Francia con el mariscal Felipe Estroci, en ayuda de D. Antonio, rebelde de Portugal; y con los 25 navíos que llevaba el marqués, siendo la del enemigo de 62 peleó con ella, y la rompió, con muerte del general mariscal Felipe Estroci, del conde de Vimioso, y demás caballeros y cabos que iban en ella. El año de 1583, fue a recobrar las Terceras y lo ejecutó con gran felicidad, rompiendo otra vez la armada de Francia, que asistía a los rebeldes, y la que tenía D. Antonio, y después desembarcando en tierra, dio la batalla al ejército de franceses y portugueses rebeldes, y tomó la fuerza de la Tercera, que se juzgaba por inexpugnable; rindió 3,200 franceses, quedándose con 18 banderas de las viejas. Hizo prisionero a Monsiur de Chatres, cuñado del Rey de Francia y general de sus armadas en aquellas islas, dejándolas a la obediencia debida de V. M., con que de todo cesaron las inquietudes del reino de Portugal. Sus servicios son tantos, que para que V. M. los tenga presentes, se resumen en estos pocos renglones.

Rindió ocho islas, dos ciudades, veinte y cinco villas, y treinta y seis castillos fuertes: venció ocho capitanes generales, dos maestres de campo generales, soldados y marineros de Francia 4,753, ingleses 780, portugueses rebeldes de las islas, y de la armada del río de Lisboa, y tres galeones que estaban en Setubal 6,460, esclavos que hizo en la isla Tercera y la del Fayal 2,500, turcos que cautivó 1,605, moros 2,138, dio libertad a 1,574 cristianos que estaban cautivos, rindió cuarenta y cuatro galeras Reales, veinte y una galeotas, veinte y siete bergantines, noventa y nueve navíos de alto bordo y galeones, una galeaza; y ganó en todas las ocasiones 1,814 piezas de artillería.

Don Álvaro Bazán, segundo marqués de Santa Cruz, padre de la marquesa, sirvió a V. M. siendo general de todas las escuadras, haciendo relevantes servicios, mandó en las galeras de Portugal, Sicilia, Nápoles y España, y fue teniente general de la mar, gobernador de Milán, y de las armas en Flandes. Tomó en levante la ciudad de Usali, Estanchón y Durazo, y las islas de los Querquenes. Tuvo asegurada las costas de los reinos de V. M. a quien pertenecen las escuadras que gobernó. Hizo grandes presas de bajeles y galeras de turcos. Tomó las islas de Santa Margarita y Santo Honorato, y la invasión que se hizo a la Francia. Socorrió a Génova el año de 25 y echó de sus riberas la armada de Francia. Recobró a la república los lugares y plazas que había perdido en su dominio. Socorrió a Brujas en Flandes, plaza de tanta consecuencia, como se deja entender, por estar en el corazón del estado. Honró V. M. al marqués con el oficio de mayordomo mayor de la señora Reina Doña Isabel, que está en el cielo, y siempre sirvió con la integridad, asistencia, fineza y amor que a V. M. es notorio.

Don Álvaro Bazán, marqués de Santa Cruz su hermano, ha servido a V. M. en los cargos de capitán general de las escuadras de Sicilia y Nápoles, y gobierno de Orán treinta y seis años, los veinte y tres navegando continuamente, señalándose en las ocasiones que se ofrecieron en este tiempo. Acudió a la seguridad de Génova, y recuperación de las plazas y lugares de sus riberas. Corrió las costas de Berbería, infestándolas, y haciendo muchas presas de bajeles de diferentes partes: hallándose en la ocasión de la toma de Santa Margarita, y Santo Honorato, y en la facción que se intentó en San Torpe, puerto de la Provenza: y cuando la armada de Francia intentó desalojar de Vaya de Sabona las escuadras de galeras de V. M. se señaló aventajadamente; y en la toma de los navíos holandeses, con su Capitana sola rindió tres. En el gobierno de Orán sirvió en lo militar y político con satisfacción de los consejos de V. M., hizo varias entradas, hallándose por su persona en ellas; ganó el lugar de Carte, que tenía guarnición de turcos: rompió una mahala de ellos de Tremecén, y otros alarbes desalojándolos de los sitios que habían ocupado, para estorbar los moros de paz que no viniesen a Orán, sobre donde habiéndose puesto ejército de 30,000 turcos y alarbes, y por mar la armada, que se formaba de diez y nueve navíos, cuatro galeras y diez y seis bergantines, defendió por tres meses que duró el sitio y ataque de la plaza, y sus fuerzas, sin que le pudiese el enemigo tomar ni una torre, de que V. M. se dio por tan servido, que le escribió particular carta de gracias. Volviendo después del gobierno de Orán al puesto de general de las galeras de Sicilia y de Nápoles, se halló en el socorro a Rosas en el rigor del invierno y de Tarragona, socorrió de que V. M. se dio por tan servido, que lo honró con carta de gracias. Pasando a Italia, socorrió a puerto Hércules, con cinco galeras, a vista de veinte de Francia, introduciendo el socorro en dicha plaza, sin que la oposición de tan desiguales fuerzas pudiesen estorbarle el intento ni la ejecución. El mismo año socorrió a Orbitelo, obligando al ejército de Francia que mandaba el Príncipe Tomás a alzar el sitio con pérdida de la artillería, demás pertrechos y bagaje; servicio de tanta consideración por las consecuencias que le siguieron a la seguridad del reino de Nápoles y estado universal de las cosas de Italia, como se reconoció en las órdenes que V. M. le envió mandando no se apartasen las armadas, hasta socorrer a Orbitelo, o si estaba perdido, recobrarle; y los puertos de Talamón y San Esteban, que ya lo estaban, siendo de particular agrado de V. M. haberse ejecutado antes de recibidas estas órdenes el socorro de Orbitelo, como se sirvió V. M. significarlo a su padre y a él, en las cartas con que V. M. les honró, participando a su padre la nueva, y dando al marqués gracias de lo que había obrado en su Real servicio.

Y por noviembre de 1652, V. M. fue servido hacerle merced de promoverlo de general de las galeras de Nápoles al cargo de capitán general de la armada y ejército del mar Océano, y últimamente honró V. M. al marqués con el puesto de teniente general de la mar, en que murió el año de 1660.

Y Don Enrique de Bazán y Benavides, marqués del Viso y de Bayona su hijo, salió a servir el año de 630. Empezó en Flandes con una compañía de infantería española con que sirvió el año siguiente. El de 32 fue capitán de caballos. Desde primero de 33, sirvió de teniente general en las galeras de Sicilia a su costa sin sueldo. El año de 37, peleando las galeras de Nápoles, Sicilia y Gerona con nueve bajeles holandeses, abordó con la galera en que estaba a tres que rindió. El año de 40 S. M. (Dios le guarde) le mandó sirviese de cuatralvo en la misma escuadra. Este año se halló en Barcelona el día de la solevación padeciendo muchos riesgos. El mismo por el mes de septiembre hallándose en Nápoles en la galera cuatralva, habiendo ido la armada de Francia aquella vista que constaba de 36 navíos, saliendo las galeras de Nápoles y Sicilia a cañonearlos, y retirándose quedó con sola la galera en que se hallaba peleando contra la armada. El duque de Medina de las Torres, virrey entonces de aquel reino, le favoreció por esta acción con una ayuda de costa de 2,000 ducados. El año de 41 en el primer socorro que hicieron las galeras a Tarragona, entró en la que se hallaba al lado de la armada enemiga junto a la Capitana de España sirviéndola de trinchera. Después de hecho este socorro dos días, hallándose las galeras a la vista de Tarragona dadas fondo, vinieron doce bajeles del enemigo sobre ellas, y sacó de bajo del bordo de un navío la galera Patrona de Sicilia, dándola cabo la remolcó basta que los enemigos rindieron el bordo.

En el segundo socorro de Tarragona, se adelantó en la galera que se hallaba de suerte que el marqués de Villa Franca le mandó disparar tres cañonazos, y por esta ocasión V. M. fue servido hacerle merced de 600 ducados por vía de encomienda, cobrados con su sueldo, así lo suplicó a V. M. el marqués de Leganés desde Vinaroz. El año de 46 siendo general de las galeras de Sicilia, estando sitiado Orbitelo de franceses y su armada en puerto de Santistevan, remolcó el galeón San Martín de la armada Real (en que estaba embarcado el marqués de la Algaba) y le puso a tiro de arcabuz de la armada enemiga. En el combate que hubo en aquella ocasión sacó al bajel Testa de Oro, que se hallaba casi abordado de dos del enemigo; en éste estaba embarcado el maestro de campo conde Bañuelos napolitano. En esta campaña rindió y apresó una galera enemiga. El año de 50 sobre Ibiza rindió a los ojos del señor Don Juan de Austria la nao de guerra llamada el León Coronado de la armada de Francia, que tenía 40 piezas de cañon, y 400 soldados sin marineros y muchos oficiales particulares, y S. A. le envió tres socorros de infantería. Este mismo año en el sitio de Barcelona sacó debajo de Torres fuertes, guarnecidas de artillería y mosquetería muchas veces embarcaciones enemigas y varadas en tierra. Fue elegido del señor D. Juan y del marqués de Olias y Mortara para entrar en San Feliu, y aunque en la junta a todos los cabos de la mar que se hallaron allí, pareció imposible la facción, sin embargo la aceptó y entró en aquel puerto, abarrancando la Capitana de Sicilia en que se hallaba, de suerte que sacó de la playa atadas a las jarcias del árbol mayor dos saetias. Estuvo en esta pelea desde las cuatro de la mañana hasta las diez, en cuyo tiempo se sacaron de aquel puerto 58 saetias y dos que no se pudieron sacar por falta de embarcaciones, una quemó y otra echó a pique.

El año de 53, hallándose en Cadaques con cuatro galeras de Nápoles, se descubrió la armada enemiga en número de doce bajeles, había a la vista de Rosas ocho de S. M.; cuatro de la armada de Nápoles, y cuatro de la del mar Océano, que vinieron a Cataluña a cargo de Don Melchor de la Cueva, sobre puntos de jurisdicción no se obedecían unos a otros, se embarcó en la Capitana de bajeles de Nápoles (dejando las galeras en Cataluña) siguió al enemigo hasta encerrarle en Tolón, donde estuvo bordeando todo un día por si salía. Luego que se embarcó en la Capitana de Nápoles le siguió D. Melchor. Acabada esta facción volvió a las galeras, y entró en Lanza, puerto donde tenía el príncipe de Conti todos sus víveres. Quemó nueve almacenes llenos de vituallas y municiones; tomó 200 prisioneros, voló y ocupó una torre fuerte guarda del puerto, y sacó siete saetias cargadas con todo el ganado que había en dicha plaza, daño que obligó al Príncipe de Conti a retirarse de Cataluña. El año de 54 habiendo ocupado la armada enemiga a Castelamar, puerto a la vista de Nápoles, impidió con las galeras que tomase la torre del Griego y la Anunciada con gran riesgo, servicio importantísimo, respecto de que si el enemigo ocupaba estos puestos pasara a Nápoles sin dificultad. Y hoy está sirviendo el cargo de capitán general de las galeras de España.

Al § 63

La universidad de Salamanca, cuyas primeras cátedras fueron entre otras las de aritmética, geometría, astronomía y música, como hemos visto y según puede inferirse de la doctrina del Rey sabio334, las conservó en los siglos sucesivos y las amplió y mejoró en el XVI especialmente desde que por comisiones apostólicas y de Felipe II, hizo en el año 1591 el licenciado D. Juan de Zúñiga, del consejo supremo de la inquisición, que después fue inquisidor general y obispo de Cartagena, la visita y reforma de aquellos estudios generales. Establecióse entonces la enseñanza del arte militar, de la náutica, de la astronomía moderna, de la geografía, de la gnomónica como parte del curso matemático: leíase a Nicolás Copérnico y las tablas putérnicas, a Tolomeo, en substitución el arte de hacer relojes solares. En el segundo año se leía la geografía del mismo Tolomeo, la cosmografía de Pedro Apiano, el arte de construir mapas, el astrolabio, el Planisferio de D. Juan de Rojas, el radio astronómico, el Arte de navegar, y en la substitución el arte militar335. Este estatuto se ordenó siete años antes que muriese Tico-Brahe... ¿y en qué universidad de Europa, dice un escritor moderno336, se leería entonces el sistema de Copérnico? Pero aun hay más; porque en otros artículos que acompañan a la expresada constitución se manda estudiar por Purbach, Clavio y Monteregio, dirigiéndose de este modo el curso matemático, por el camino que iban abriendo ya entonces los mejores astrónomos y más ilustrados matemáticos de aquellos tiempos.

Al § 66

Sobre provisión de plazas de matemático regio y cosmógrafo mayor

Cuando los jesuitas después de haber desacreditado durante muchos años, el estudio público de latinidad y humanidades que tenía la villa de Madrid en la calle llamada por esto del Estudio detrás de los consejos, reuniéndolo al colegio imperial (después Reales estudios de San Isidro), atacaron con igual objeto la academia de matemáticas que Felipe II había creado y establecido en su palacio, con el objeto de crear arquitectos civiles y militares, ingenieros y artilleros, etc., se escribió e imprimió un papel sin expresión de autor, año ni lugar de su impresión, que se halla en un códice en folio sin rótulo señalado con el núm. 2 en la sala de Mss. de la biblioteca de San Isidro el Real en Madrid donde le copié y confronté en 3 de octubre de 1792, cuyo extracto o substancia es lo siguiente:

Apuntamientos acerca de la provisión de las plazas de matemático regio y cosmógrafo mayor de Castilla, en razón de los inconvenientes que se siguen al servicio de S. M. y bien público, de aplicarse a religión particular estos oficios; y admitir a ellos extranjero de satisfacción no conocida, excluyendo los hombres doctos y aprobados naturales de estos reinos, que pueden regentar estos ministerios con ventajas.


Primeramente que a la institución de estas plazas obligó la mucha importancia de estas ciencias, pues apenas hay arte en la república, ni ministerio en la guerra, ni en la paz, que no tenga necesidad y se fundó en matemáticas.

Que las plazas de matemático y cosmógrafo son para el consejo Real de Indias de notable servicio y confianza, por haber de informar a aquellos señores, e instruir a otros ministros de S. M. en lo que toca a geografía, e hidrografía, países y costas marítimas del mundo, navegaciones y fuerzas nuestras y del enemigo en ambos mares, y todo lo a esto concerniente.

Que se instituyó la cátedra en palacio para que los hijos de los nobles, los capitanes, soldados y otra gente que acuden allí a sus pretensiones y ejercicios, se aficionasen con la ocasión del tiempo, maestro y lugar a estos estudios.

Que ni es, ni se fundó para leerse en religión, colegios o escuelas de muchachos, ni los caballeros de capa y espada, soldados, y artífices romancistas, no se aplicaran a ir a estudiar entre los niños, y se defraudaría el fruto que de dicha cátedra se espera.

Que fuera de la estimación que da a la facultad, leerse, en la casa Real, favorecida del Príncipe esta ciencia, el aspirar a tales plazas, alienta a estudiar a muchos, que para otros ministerios son después importantes.

Que tiene necesidad el matemático de grande aparato y manejo de instrumentos, para practicar y observar con los discípulos de día y noche, y en parte para esto libre, y a propósito, a que impide la quiete religiosa.

Que al cosmógrafo mayor de Castilla se le entregan cualesquier instrucciones, derroteros y viajes que se han hecho y hacen cada día, para corregirlos y enmendarlos, o hacer otros de nuevo; y es necesario sea muy suficiente y muy diestro, natural de estos reinos, de gran seguridad y confianza, el a quien tal plaza se fiare.

Que para instruir a los marineros y soldados importa haber practicado estas materias en las armadas y ejércitos, y frecuentado el comunicar con esta gente, para aplicar la teórica a la práctica y darla a entender como se debe.

Que para servir a la república y a S. M. estos ministros es necesario estén libres y a cualquier tiempo expuestos a comunicarse con quien los hubiere menester, subordinados y sujetos a lo que el consejo les mandare.

Que los enemigos de esta monarquía y demás potentados de la Europa han instituido en sus estados a emulación de España muchas cátedras de esta facultad, y se sirven en todas sus facciones, navegaciones, ofensas y defensas de grandes matemáticos, con muy gran útil suyo y daño de estos reinos.

Que negándose los cargos y oficios de las Indias, aun a los naturales de muchos de los reinos de España; es grande inconveniente y muy de ponderar entregarse la plaza de cosmógrafo mayor de Castilla a extranjeros.

Que deben guardarse mucho de ellos nuestros derroteros e instrucciones y todo lo que toca a marinería, viajes, fortificaciones y designios de guerra, y no solamente el cosmógrafo con quien se comunican estas cosas no ha de ser extranjero; más ha de tratar muy poco y con recato con los tales.

Que por ser tan diferentes y tan raras las materias y ejercicios de que ha de tratar el matemático y cosmógrafo son rarísimos los sujetos idóneos para servir a la república, a S. M. y al consejo en estos puestos.

Que por cuanto son únicas estas plazas sin acompañados o superintendentes de la misma profesión y de gran crédito, importa que los electos sean mayores de toda excepción muy doctos y aprobados.

Que engaña en estos estudios grandemente el exterior y apariencia y con mucho daño y simulación está destituida de la teórica la práctica, y los que parecen muy doctos se hallan ignorantísimos.

Que por ser así estas facultades tan particulares, extrañas y recónditas los profesores de otras letras no pueden dar su parecer, calificar o juzgar quien sabe o no.

Que el consejo Real de las Indias que Principalmente ha de servirse de estos ministros, y conoce y trata estos ministerios cada día, es a quien toca enterarse de la suficiencia de los tales por sí y por personas en esta materia científicas, sin fiarlo a quien de profesión o instituto no trata de esta facultad, ni la entiende.

Que no debe privarse el común y bien público de la elección de hombres insignes, y para el servicio de S. M. a propósito, obligado el consejo a recibir para regentar estas plazas los ministros que una comunidad o un particular de otra nación por sus particulares intentos quiera darle.

Que siendo los profesores de estas ciencias a propósito para estas plazas, también es grande inconveniente aplicarlas a determinado género de gente, congregación o religión, pues lo que apenas se halla en todos los estados, menos se hallaría en uno solo.

Que vinculados a comunidad particular estos puestos cesará el fin del Premio y oposición a estas plazas, y por no ser de granjería, ni tener salida cierta no habrá quien se aliente a su estudio, ni quiera servir la república.

Que de mil años a esta parte ha habido en España grandes matemáticos y escritores en estas ciencias eminentes, que han dado a las naciones extrañas mucha luz, principalmente en la insigne princesa de las ciencias, Salamanca.

Que los que han regentado la cátedra de palacio, han sido varones insignes, y por sus escritos y discípulos famosos: Onderiz, el doctor Ferrofino, el doctor Arias, Juan Bautista Labaña, Céspedes y Cedillo.

Que S. M. tiene hombres en sus universidades y en Castilla que con grandes ventajas a los que se proponen, puedan regentar estos puestos.

Que convendría que S. M. para ser bien servido, mande hacer prueba de unos y otros, y escoja el más idóneo, y pues para cosas de menos importancia hay concurso y examen, lo haya para esta también, donde por su necesidad y extrañeza, es muy considerable.

Que por no haber hecho en algunas ocasiones examen S. M. está muy falto de cosmógrafos, pilotos e ingenieros, que con perfección puedan servir.

Que con los que por su instituto no puedan hacer oposición, se guarde lo que en la cátedra de lenguas de las Indias, dispone S. M. se haga con los padres de la compañía de Jesús, de quien se presuma suficiencia que sean admitidos a examen.

Que por ser estos estudios tan del siglo, de curiosidad y diversión demasiada y muy profanos, desdicen del estado religioso, mayormente de oficio y en el tráfago de la corte y los consejos. Y en España las religiones son tan observantes, que no se conoce alguno que de estas materias haya escrito.

Que cuando en alguna religión haya quien de esta facultad sepa algo, o sea insigne, por no ser de su instituto, será acaso, y por ninguna circunstancia será útil, entero, y seguro en conciencia su ejercicio.

Que la poca experiencia de la dificultad de estos estudios, pudo facilitar o engañar a quien propuso, y se ofreció a dar quien regentase estas plazas en su gremio, no conociéndose alguno en todo él, que haya tratado exprofeso las materias de ellas principales para el servicio de S. M.

Que los que algo han escrito (excepto en parte Clavio) son curiosidades poco útiles, y para no estar ociosos en la celda Calendarios, de perspectiva, espejos y relojes.

Que si regentan cátedras de esta facultad en otras partes, son lecturas para muchachos y cosas muy pueriles de que no se debe hacer cuenta.

Que de las cátedras que de esto en Lisboa y Oropesa han leído muchos años, habiendo traído allí a Vreman, hombre docto, no se conoce haber salido alguno de ellas que para este menester sea aprósito.

Que aunque enseñan en universidades de Italia estas materias, no por eso dejan de leer los catedráticos principales, como en Roma Lucas Valorio y en Bolonia Magino.

Que hay en esta corte seglares que solo por servicio de V. M. el bien común y reputación de su nación, servirán sin estipendio estas plazas con mayor utilidad notoriamente a los propuestos.

Que si los mueve a estos religiosos caridad de la pública enseñanza, pueden leer en su casa principios sin alterar las cátedras de palacio y oficios del consejo.

Que si S. M. gusta de hacerles en particular limosna de estipendio, se les puede dar el de otras plazas de cosmógrafos que hay, sin defraudar a estos cargos tan propios e importantes al público.

Que no teniendo aun en España persona que en esto se pueda ocupar, es fuerza haber de traer para ello sujetos extranjeros de satisfacción no conocida, nombrados por quien no se sabe qué conozca de la ciencia, ni de qué tinta esté afecto.

Que habiendo dos años que se previenen para este menester dos maestros, como los va abriendo los ojos la dificultad con el tiempo, se detienen unas cada día con detrimento del servicio de S. M. y pérdida de estos estudios.

Que es muy contra la autoridad y reputación de nuestra nación, que España, que ha dado a las más políticas del mundo leyes y maestros tantas veces: agora cuando está tan florida, y S. M. y sus ministros favorecen tanto las letras, los haya de mendigar extranjeros.

Que fuera aun menos mal si estos vinieran hechos y expertos, que hubieran leído y manejado estos estudios en Francia o Alemania; más de traerlos por labrar para hacerlos España. A sus expensas a costa del servicio del Rey y bien público, con nuestras instrucciones y advertencias resulta desautoridad e inconvenientes muy notables.

Que tudescos, valones o escoseses no pueden bien cumplir con el instituto de las plazas, que es introducir y explicar la facultad en nuestra lengua a romancistas, para lo cual su pronunciación aun en latín les impide, ni basta noticia cualquiera vulgar de nuestro idioma, sino muy particular de él y de los originales que se han de traducir y estudiar.

Que a esta causa habiendo traído a Salamanca al padre Martín del Río doctísimo varón para que leyese escritura, no tenía en toda la universidad un oyente; y si esto sucedió a un hombre en parte español tan versado en las lenguas en materias comunes claras entre los estudiantes ¿qué se espera aquí de extranjeros de menos nombre y doctrina en materias tan peregrinas y oscuras con romancistas y entre legos?

Que habiéndole ofrecido a S. M. traer de Flandes y Alemania maestros excelentes cuando para principio se debía hacer un gran esfuerzo, los que para esto han señalado flamencos y escoses, por ninguna circunstancia son idóneos, sin experiencia, sin nombre, sin lenguas, sin magisterio, sin teórica y práctica de lo que se pretende, como constará por la prueba y experiencia.

Que no siendo estos ministros por sí suficientes se exponen a errar las consultas que se los comunican, o han de mendigar su conocimiento de terceras personas por la mayor parte forasteras y allegadas del país con riesgo del secreto, que en ministro de comunidad se guarda mal.

Que en Francia, en Inglaterra en Flandes donde conozcan el porte de estos hombres sin nombre, y sepan a que han sido traídos, comparados con los matemáticos valientes que allá tienen, aun los particulares Señores, será muy gran descrédito para España el admitirlos a los primeros cargos en materia tan importante, y en que hace mucho al caso la opinión.

Que aunque estos religiosos sean tan ejemplares todo lo debe cautelar el buen gobierno, y en la mayor confianza se debe hacer al recato buen lugar.

Que después de hechos estos maestros podría el superior por justas causas tirarlos o mudarlos con gran daño.

Que desamparando ellos la comunidad o al revés (que no sería milagro) instruidos ya y prácticos en las cosas de España, podrían irse a Holanda o Inglaterra.

Que la primitiva compañía de Jesús la examinó el mismo Señor; y uno en cuyos labios puso la codicia: Quid vultis mihi dare, le vendió.

Todos estos inconvenientes y otros muchos que del original de este sumario constarán, se siguen de no hacer S. M. y el Consejo elección abierta y libre en toda universidad de personas hábiles a quien sea más aventajado, no habiendo por el contrario de aplicarse estas plazas a particular congregación o religión, utilidad alguna aparente: ni obstará haber hecho merced S. M. con informaciones siniestras a sujetos que de hecho y por derecho son inhábiles como todo remitiéndose a justicia constará.

Al § 80

Era el licenciado Francisco de Ruesta natural de la ciudad de Barbastro y por Real cédula fecha en Madrid a 22 de junio de 1633 se le nombró piloto mayor de la carrera de las Indias y catedrático de matemáticas en la Contratación de Sevilla con el sueldo de 50,000 maravedises que gozaba su antecesor. En 1631 estaba en la corte por comisión y encargo particular del Rey, por lo que en 23 de marzo se le mandó pagar allí su salario; y por otra Real orden dada en Madrid a 25 de diciembre de 1645 siendo ya capitán se le nombró arqueador y medidor de naos. Compuso y publicó un discurso sobre las prendas y calidades de los pilotos o que requiere su ejercicio, que se imprimió en el año 1669 según Veitia en su Norte de la Contratación. Había ya muerto en 17 de julio de 1674, en que por una Real cédula expedida en Madrid se nombró para sucederle en el cargo de piloto mayor, al cosmógrafo D. Juan Cruzado de la Cruz y Mesa.

Al § 93

Varias noticias de escritores de marina

Entre todas las ciencias humanas las que más ennoblecen e ilustran los hombres, y entre otros los Príncipes y personas preeminentes, son las matemáticas; las cuales con su variedad, no solamente deleitan el entendimiento, pero aun entretienen los sentidos.


(Pedro Roiz, Libro de Relojes solares, imp. en Valencia, año 1575 en la dedicatoria al muy ilustre Sr. D. Juan de Borja).                


Siendo nuestro objeto dar a conocer los principales autores que han escrito de navegación en España, y que han adelantado esta facultad y se consideran como las obras magistrales de ella, omitimos el análisis de otros muchos tratados y compendios elementales escritos por lo general para determinadas escuelas; pero siendo justa dejar esta noticia bibliográfica los citaremos aquí ligeramente para demostración de que en todos estos últimos siglos se ha cultivado en España con empeño el arte de navegar.

Pedro García Fernández.- De navegación, derrotas, pilotaje y anclaje de la mar. Parece que se imprimió primero traducido en francés por Juan Marnet y luego en castellano 1520 en 4.º- 1532, 4.º- 1631, 4.º- Es libro rarísimo y vi un ejemplar castellano en poder del Sr. Bayer que hizo venir de París en 1791.

Francisco Falero fue compañero de Magallanes para la propuesta del plan y concierto de su viaje, y así mandó el Emperador en 1519 que se diesen ciertos entretenimientos o sueldos a la mujer de Magallanes, a Francisco Falero y a Ruiz Falero (Her. Dec. de Ind., doc. 11, lib. 4.º, pág. 102) escribió:

Tratado de la esfera y del arte de navegar con el regimiento de las alturas.- Sevilla por Juan Cromberger, 1535, 4.º- Sin embargo de que hacen mención del autor de su obra D. Nicolás Antonio en la Bib. Hisp. Pinelo, en la Bib. Náut. y Barbosa en la Bib. Lusitana, no he podido hallar ni ver un ejemplar de ella.

Diego Jacobo de Sag (que con ambos nombres lo dan a conocer nuestros bibliógrafos), célebre militar en las guerras que tuvieron los portugueses en el oriente, y quien se debió la memorable victoria que en 1528 alcanzaron 20 galeotas portuguesas de 73 paraos de Cambaya, y otros hechos que no interrumpieron sus tareas literarias escribió: De navigatione libri tres. Parissis apud Raynaldum Calderium 1549, 8.º- Escribió este Tratado contra Pedro Núñez insigne matemático como lo declara en la Dedicatoria al Rey Don Juan el III. En el Apéndice a la Biblioteca náutica de Pinelo añadida por el Sr. Barcía pág. MCCXXV. v. se dice escribió este tratado en castellano y que después se tradujo en latín.

D. Andrés del Río Riaño.- Tratado de un instrumento para conocer la nordesteación o noroesteación de la aguja de marear: un tomo en 4.º- Hidrografía en que se enseña la navegación par altura y derrota y la graduación de los puertos, 1585, 4.º

Doctor Simón de Tobar, médico y vecino de la ciudad de Sevilla. Según dice Céspedes en la dedicatoria al consejo de Indias de la Hidrografía, se le dieron cédulas para que en la corrección de las cartas le ayudasen Tobar, Zamorano y D. Domingo de Villarroel; pero Tobar ya era muerto: y habiendo sido comisionado Céspedes por Real cédula de 13 de junio de 1596, se conoce que en éste o en el anterior murió Tobar. Publicó: Examen y censura del modo de averiguar las alturas de las tierras por la altura de la estrella del Norte tomada con la Ballestilla: en que se demuestran los muchos errores que hay en todas las reglas que para esto se han usado hasta ahora; y se enseñan las que conviene usarse y guardarse en nuestros tiempos, y el modo como podrán hacerse en los venideros. Sevilla por Rodrigo de Cabrera 1595 en 4.º

Juan Escalante de Mendoza, natural del Valle de Riva de Deva, diócesi de Oviedo; hijo de García de Escalante y de Doña Juana de Mendoza. Estudió las primeras letras en la villa de Potes de la merindad de Lievana; y comenzó en tierna edad a estudiar la gramática latina; pero inclinado a las armas y a la marina se fue a Sevilla a casa del capitán Álvaro de Colombres su tío, con quien empezó a navegar en sus propias naos; y siendo ya de diez y ocho continuó capitaneando las propias y acaudillando con ellas las que navegaban en su conserva a las Américas. Tuvo varios combates y victorias con corsarios franceses: casóse en Sevilla con Doña Juana Salgado hija del licenciado Alexo Salgado Correa, juez de la Contratación de Indias; y por fruto de sus navegaciones, después de la experiencia y observación propia y de consultar con otros pilotos y navegantes, escribió en 1575:

Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales; en forma de diálogos y dividido en tres libros, en que se tratan todas las materias de navegación, derrotas, maniobras, guerra de mar etc., exornando la narración con varios sucesos de mar de aquel tiempo. Dedicado a Felipe II.- Según Pinelo se hallaba Mss. en la librería del conde Villaumbrosa; y ahora el borrador original entre los Mss. de la biblioteca Real de donde saqué la copia que conservo. Presentóse al consejo para su impresión, y hacía cuarenta y ocho años que estaba en él sin concederle la licencia, cuando lo devolvió a su hijo D. Alonso Escalante de Mendoza sin premio alguno, de lo que él se quejaba y pedía una compensación.

Rodrigo Zamorano, catedrático de cosmografía en la casa de la Contratación de Sevilla, astrólogo, matemático y cosmógrafo de Felipe II, nació por los años de 1542, fue piloto mayor de la casa de la Contratación, y tuvo unida a dicho empleo la lectura de la cátedra de cosmografía por gracia particular, siendo persona de grande sabiduría y entereza según Veitia en el Norte de la Contratac., lib. 2, cap. 11, § 11. Cuando Céspedes fue comisionado para la enmienda de los padrones o instrumentos de navegación llevó cédulas Reales para que lo ayudasen Tobar, Zamorano y D. Domingo de Villarroel; pero de ellos solo Zamorano asistió con su persona y papeles. (Césp., Dedicat. de la hidrog.) Escribió Zamorano:

Compendio de la arte de navegar dirigido al muy ilustre señor el licenciado Diego Gasca de Salazar presidente del consejo de Indias. Impreso en Sevilla por Alonso de la Barrera en 1581. Sevilla por Andrea Pescioni 1582, y por Juan de León 1588. Cítanse otras ediciones que no he visto de 1586, 1591, 1596 en 4.º y en 8.º- Según Pinelo en la biblioteca náutica, edición de Barcía, estaba Mss. en 4.º en la librería del Rey; y un epítome de él también Mss. en 4.º en la librería del Marqués de Villena.

Carta de marear impresa en Sevilla en 4.º 1579, 1588. Había traducido antes los seis primeros libros de la geometría de Euclides imp. 1576, 4.º, y escrito una cronología y repertorio de la razón de los tiempos, impresos 1585, 1594 y 1621 en 4.º, que cita D. Nic. Ant.

Juan Bautista Labaña, caballero de la orden militar de Cristo, natural de Lisboa. Por disposición del Rey D. Sebastián estudió en Roma y cuando volvió fue venerado por insigne profesor de matemáticas, humanidades y vasta noticia de la historia, mereciendo el aprecio de todos los monarcas sucesivos, y así le nombró Felipe III cronista mayor de Portugal en 1618, y lo envió a Flandes a informarse de las noticias necesarias por la composición de la historia de la monarquía de España y genealogía de sus monarcas. Fue maestro de cosmografía de Felipe IV que le hizo siempre singulares distinciones. Falleció en Madrid en 1625 de edad muy avanzada. Escribió:

Regimento náutico. Lisboa, por Simón López, 1595, 4.º y por Antonio Álvarez 1606, 4.º

Taboas de lugar do sol e largura do leste e oeste com hum instrumento de duas láminas representando nellas duas agulhas graduadas de graos com hum amostrador é aqulha: Hecho en el año de 1600. De esta obra hace mención Antonio de Matiz Carneiro en su Roteirio da India pág. 79, impreso de 1666.

Tratado de Esfera do mundo. Mss.

Además de estas obras cita Barbosa en la biblioteca lusitana la del naufragio de la nao de San Alberto, una de arquitectura náutica Mss. y otras históricas y genealógicas que escribió Labaña.

Pedro de Siria, natural de la ciudad de Valencia, doctor en ambos derechos. Leyó jurisprudencia civil en aquella universidad por espacio de tres años, y después se dedicó a la práctica. Tuvo mucha afición a la náutica, y fue tan consumado en ella que Felipe III le llamó para piloto mayor de los galeones de la flota, con 1500 pesos de sueldo; pero su poca salud y avanzada edad le impidieron entrar en esta ocupación. Escribió:

Arte de la verdadera navegación en que se trata de la máquina del mundo, es a saber cielos y elementos: de las mareas y señales de tempestades: del aguja de marear: del modo de hacer cartas de navegar: del uso de ellas: de la declinación y rodeo que comúnmente hacen los pilotos: del modo verdadero de navegar por círculo menor: por línea recta sin declinación ni rodeo: el modo como se sabrá el camino y leguas que ha navegado el piloto por cualquier rumbo; y últimamente el saber tomar el altura del polo. Dirigida a la S. C. R. M. del Rey D. Felipe III.- Impreso en Valencia por Juan Crisóstomo Garriz, 1602.º.

Simón de Oliveira, portugués muy perito y ejercitado en la náutica: escribió en su idioma nativo Arte de navegar. Impreso en Lisboa en 1606, 4.º (Véase su proemio en que da idea del objeto de su obra.)

N. García.- Régimen de navegación.- Imp. en Madrid en 1606. fol.- Cita esta obra Huerta en su Biblioteca militar, pág. 408.

Manuel de Figuereido, natural de la villa de Torresnovas, insigne matemático, astrónomo y náutico entre otras obras en que trató de alguna parte del arte de navegar como en su Cronografía, imp. en 1603, en el Roteiro e navegaçao das Indias occidentales etc., imp. 1609. 4.º, dedicó particularmente para esta facultad su obra intitulada:

Hidrografía, Exame de pilotos no qual se contem as regras que todo o piloto debe guardar em suas navegaçoens assi no sol, variaçao da agulha como no cartear, com algunas regras da navegaçao de leste a oeste con mais o aureo número, epactas, mares e altura da estrella polar, com roteiros de Portugal para o Brasil, Rio da prata, Guiné, S. Thome, Angola, Indias de Portugal e Castella, Lisboa 1608 et íbid. por Vicente Álvarez 1614. 4.º

Lorenzo Ferrer Maldonado, supuso haber descubierto el estrecho de Anian en 1588 y presentó en 1609 una relación de ello a Felipe III, de la cual se conserva una copia coetánea en el archivo del Duque del Infantado. Propuso al consejo de Indias haber descubierto la fijación de la aguja y el método de obtener la longitud en la mar: ofreciéronsele 3,000 ducados de renta perpetua por lo uno y 2,000 por lo otro; y aunque se gastaron muchos en experiencias ni salió con su ofrecimiento ni en la única obra que publicó puso lo que escribió en la materia.

Imagen del mundo sobre la esfera, cosmografía, geografía, y arte de navegar.- Alcalá, por Juan García y Antonio Duplastre- 1626. 4.º

Don Pedro Porter y Casanate, nació en Zaragoza en 1613. Fue su padre el Dr. D. Juan Porter del consejo de S. M. y su fiscal en el reino de Aragón. Acabados sus estudios en la universidad de Zaragoza en 1627 tuvo cédula de S. M. para ir a servirle a Flandes con seis escudos de ventaja: el mismo año le llevó a su armada Real D. Fadrique de Toledo Osorio, donde sirvió con dicha ventaja en la compañía del Almirante D. Gaspar de Carasa. En 1631 fue nombrado por alférez de la compañía de D. Gaspar de Carasa de la orden de Santiago. En 1633 fue reformado por S. M. y le dio ocho escudos de ventaja. En 1634 tuvo patente de capitán de mar y cabo de la gente de guerra del patache S. Antonio, asistiendo en varios viajes y expediciones. Certificaron a su favor insignes cosmógrafos de su tiempo. En 1635 tuvo licencia para demarcar y descubrir la mar del Sur, continuando una Hidrografía general que se había de presentar en el consejo de las Indias, donde señalaba con demostraciones y perspectivas, las tierras, puertos, islas y costas de las Indias occidentales; cuya obra estaba acabando en el mes de septiembre de 1636. Escribió:

Reparo a errores de la navegación española dedicado al Excmo. Sr. D. Fadrique de Toledo Osorio etc.- Zaragoza por María de la Torre, 1634, 8.º

Arte de navegar, o Tratado de las reglas y preceptos de la navegación. Escribiólo con el objeto de enmendar los tratados anteriores, y lo dejó para imprimir en España en 1634 según dice en su memorial y hace mención en el de la Dedicatoria de la obra Reparo.

Diccionario náutico, comprendiendo dentro de un navío dos mil nombres particulares aclarándolos con sus definiciones. Dice en su memorial que le tenía hecho.

También dice que estaba disponiendo un libro en que trataba del modo de hacer los nuevos descubrimientos del Sur y saliendo al Océano por el estrecho de Mayre; y restituido a España pasó a Indias en dicho año en la flota del general D. Enrique Enríquez, con quien en su segunda flota volvió a estos reinos en su propia Capitana. De Cádiz volvió a Holanda y a Hamburgo, y entre veinte y tres compañeros armaron un navío y un patache, con que pasaron a las costas de China y de Siam a comerciar. En 1674 fueron a dichas partes por el pasaje de Mayre y volvieron a Europa por el mismo. En 1676 tocándole en parte uno de dichos buques se divirtió en comerciar con él en diversas partes de Europa y de la África, Guinea y Angola hasta 1683, que empezó a servir a S. M. Siendo capitán de corso en los mares de Flandes en ocasión de la guerra con Francia y hechas las paces, pasó a estos reinos y de sus puertos de Andalucía a esta corte (Madrid) en que asistió tres años y diez meses. Trató y estudió con los mayores sabios matemáticos de las cuatro partes del mundo, y enseñó con aplauso y satisfacción general a muchas personas de calidad y navegantes extranjeros las artes que dependen de la matemática, astronomía y náutica. En 1697 pasó por Costa Rica para Panamá (ed. de París, pág. 191). En 1698 estaba en Lima. Estaba en Honduras en 1699. (pág. 214). En 1704 hacía más de veinte y ocho años que comenzó a tratar en el Perú y otras partes sobre beneficiar las minas de oro y plata, aplicándose mucho tiempo a la química y metálica (metalurgia). Desde su juventud supo parte de las artes liberales y se aplicó a conocer la parte de la matemática y cosmografía concerniente a la náutica. En algunos años que estuvo en las Indias occidentales se aplicó y habilitó mucho sobre el conocimiento del beneficio de las minas; y hallándose en el nuevo mundo gobernando una provincia enseñó desde el año 1692 hasta el de 1701 que volvió a Europa a muchos de aquellos reinos a buscar y beneficiar minas de oro y plata; y hallándose de vuelta del Perú en las provincias de Honduras aguardando embarcación para pasar a Cuba y de allí a España, descubrió en aquellas provincias una mina de oro y otra de plata, y entre ellas una piedra imán muy famosa. (pág. 230). En 1700 le robaron los piratas yendo desde Trujillo a Santiago de Cuba. (pág. 237). En el año 1704 se titulaba Seijas capitán de mar y guerra en la armada Real del Océano, alcalde mayor y gobernador de la provincia de Tacuba en Nueva España. Escribió:

Teatro naval hidrográfico de los flujos y reflujos y de las corrientes de los mares, estrechos, archipiélagos y pasajes aquales del mundo, y de las diferencias de las variaciones de la aguja de marear y efectos de la luna con los vientos generales y particulares que reinan en las cuatro regiones marítimas del orbe. Dirigido al Rey nuestro Señor etc.- Imp. en Madrid por Antonio de Zafra. 1688. Dice Seijas en el prólogo de la edición de París, que esta primera edición de 1688 fue de 2,000 ejemplares; y que todos se vendieron con bastante estimación, habiendo costeado el Rey Don Carlos II a quien se dedicó, los gastos de impresión. 4.º- En París en castellano en casa de Pedro Guissey, 1704, 4.º, cuya edición tengo y en ella se dice ser la 3.ª y que sale muy corregida y aumentada con un tratado sobre la variación de la aguja. La Dedicatoria a D. Antonio Mariño Gobernador de Gante está fecha en Versalles a 20 de agosto de 1704. Quéjase de que hubiese salido Pedro de Castro con la Ilustración al Teatro naval que, no es más que copia de parte de esta obra sin añadir novedad ni saberla formar, saliendo con comentarios de obras ajenas para hacer y ganar etc. Dice que este comento es del P. Francisco Petrey catedrático de matemáticas de los estudios Reales de Madrid, que fue por orden del consejo de Indias censor del teatro naval, y quiso entonces que Seijas introdujese en esta obra unos discursos suyos que no quiso admitir por no vestir su obra con quimeras que no conciernen a lo que en la navegación se practica, y quejoso de él introdujo en el libro de Pedro de Castro sus discursos como negocio de compañía, fiándose este padre en sus pocas teóricas todas ellas en su demostración: son de tan poco fundamento que no merecen satisfacción alguna.

Descripción geográfica y derrotero de la región austral magallánica que se dirige al Rey nuestro Señor por mano del Excmo. señor Marqués de los Vélez etc. Impreso en Madrid por Antonio de Zafra. 1690, 4.º- Según las adiciones a la biblioteca de Pinelo estaba Mss. en fol. en la librería de Krisio.

Mapas originales de todo el orbe con los puertos más principales de ambas Indias, 1 vol. Mss. fol. año 1692.- Hállanse en el caj. 10, Est. 2.º de la librería del Excmo. señor Marqués de Villafranca donde los vi en 1792.

El autor cita después del prólogo de la descripción magallánica otras obras que tenía escritas y prontas para dar a la estampa.

Don Pedro de Castro, capitán. Causas eficientes y accidentales del flujo y reflujo del mar y de sus notables diferencias con la diversidad de corrientes en todo el ámbito del orbe aguatil: explícanse con ilustración muchos discursos que hizo D. Francisco de Seixas y Lobera en su teatro naval y se da solución a sus dificultades.- Impreso en Madrid por Manuel Ruiz de Murga. 1694, 4.º- Esta obra se escribió según en ella se dice porque Seijas habiendo manifestado efectos opuestos de las mareas causó más confusión que claridad en su obra. Parece que esta es del jesuita Francisco Petrey como se ha dicho anteriormente.

Fray Antonio de Santa María, natural de Lisboa, Agustino Recoleto escribió:

Carta de marear impresa en Lisboa por Antonio Pedrozo Galaon, 1698, 8.º

Fray Joseph Ponti, dominicano; nació en Valencia en 1629 donde tomó el hábito de la orden de Predicadores en 1645. Hizo progresos no solo en los estados eclesiásticos que le proporcionaron distinguidos empleos y destinos en su carrera, sino en las matemáticas e histórica. Murió en 13 de julio de 1698 y entre las obras que dejó Mss. y cita Jimeno en sus Escritores de Valencia (Tom. 2, pág. 132) es la siguiente:

Matemáticas noticias de geometría, astronomía y aritmética para entender la geografía y declinación de los mapas, relojes solares, carta de navegar en todos los mares, y dimensión del orbe en sus cuatro partes sacados de varios autores antiguos y modernos, singularmente de los más experimentados en estas últimas edades.

Manuel Pimentel, cosmógrafo mayor del reino de Portugal y fidalgo de la casa Real, nació en Lisboa a 10 de marzo de 1650. Fueron sus padres Luis Serrano Pimentel, cosmógrafo e ingeniero mayor del reino y teniente general de la artillería, y Doña Isabel Godínez. Aplacase a la lengua latina y escribió versos y poesías con aceptación. Dedicóse luego en la universidad de Coimbra a la jurisprudencia en que se graduó en 1674. Estudió la cosmografía con su padre a quien sucedió en el empleo de cosmógrafo mayor en 1680 que le dejaron en propiedad en 1687. Fue nombrado con otros geógrafos y jurisperitos para concertar y decidir con los castellanos las controversias sobre la demarcación de los dominios de la colonia del Sacramento. Supo varias lenguas y su erudición y amable trato le franquearon la amistad de muchos sabios y altos personajes. Casó en 1689 con su prima doña Clara María de Miranda. En 1718 fue electo maestro del Príncipe del Brasil a quien instruyó en la geografía y náutica. Falleció en 19 de abril de 1719, con grave sentimiento de su augusto discípulo y de cuantos le conocían. Fue sepultado en el claustro del convento de nuestra Señora del Carmen de Lisboa. Aunque escribió de varias materias las obras que cita Barbosa en su biblioteca lusitana, las concernientes a navegación son éstas:

Arte práctica de navegar e Roteiro das viogens e costas marítimas do Brasil, Guiné, Angola, Indias e Ilhas Orientaes e Occidentaes agora novamente emendado e acrecentado o Roteiro da costa de Hespanha e mar Mediterraneo. Lisboa, por Bernardo de Costa de Carvallo. 1699, fol. Publicóse segunda vez adicionada con este título:

Arte de navegar en que se ensinao as reglas practicas e o modo de cartear pela carta plana e reducida, o modo de graduar a balestilha por via dos números, e muitos problemas uteis a navegaçao e Roteiro das y viagens e costas marítimas da Guine, Brasil e Indias occidentaes e orientaes agora novamente enmendadas o acrecentadas muitas derrotas novas. Lisboa en la oficina Deslandensiana 1712, fol. con estampas; et ibi por Francisco de Silva 1746, fol.

D. Pedro Manuel Cedillo, maestro de matemáticas del colegio de San Telmo de Sevilla y después director de la Real Academia de guardias-marinas de Cádiz escribió para el uso de su enseñanza en ambos cuerpos:

Compendio de la arte de la navegación para la enseñanza de los niños del Real colegio de San Telmo de Sevilla: dedicado por el colegio al Excmo. Sr. D. Joseph Patiño etc.- Imp. en Sevilla 1717. 8.º- Et ibi 1730, 8.º

Trigonometría aplicada a la navegación así por el beneficio de las tablas de los senos y tangentes logarítmicas; como por el uso de las dos escalas plana y artificial. Dedicada al Excmo. Sr. D. Joseph Patiño. etc.- Imp. en Sevilla por Lucas Martín Hermosilla, 1718. 8.º Barcía en las adiciones a la Biblioteca náutica de Pinelo hace una obra del compendio de navegación y de esta trigonometría.

Tratado de la cosmografía y náutica.- Dedicado al Excmo. Sr. Marqués de la Ensenada etc. Imp. en Cádiz en la imprenta Real de marina y casa de la Contratación D Miguel Gómez Guiranm. 1743 en 8.º- Otra imp. sin año en Cádiz por D. Manuel Espinosa de los Monteros. 8.º- En este tratado que escribió para la enseñanza de los guardias-marinas siendo ya su director, intercaló su compendio de navegación añadiendo lo que sobre esta materia había leído en la Academia y había leído en los autores más clásicos nacionales y extranjeros; y por esto la llamó reimpresión aunque la varió el título.

Don Nicolás Guerrero de Torres.- Escuela náutica, Teórico-piloto: dedicado al Sermo. Sr. Príncipe de Asturias D. Fernando de Borbón. Escribióse esta obra en 1724 y existe Mss. en dos tomos en 4.º en el archivo de la secretaría de estado y del despacho universal de Marina.

Don Pedro de Rivera Márquez, natural de Cádiz, después de haber navegado más de 30 años, escribió:

Continente americano, Argonauta de las costas de Nueva-España y tierra firme y bajos de esta navegación, longitud y altura de polo de sus puertos y noticias de estas habitaciones. Imp. en Madrid por Diego Martínez Abad, 1728, 4.º- Tengo en mi poder una edición en 8.º sin nombre de autor, y sin expresar el lugar de la impresión.- Otra hizo el autor después aumentando las costas de España con el título:

Directorio marítimo, instrucción y práctica de la navegación, Noticia de los puertos de España desde Cantabria a Gibraltar y los de Nueva España, Tierra-firme, y Islas adyacentes. Dedicado al Ilmo. Sr. D. Joseph Patiño etc. Imp. en el mismo año de 1728, 4.º

Don Antonio de Clariana y Gualbes, caballero de la orden de San Juan, natural del principado de Cataluña navegó mucho en los navíos de la religión de San Juan, y asistió en ellos al socorro de Corfú contra los turcos que la sitiaban, en la batalla naval dada en el golfo de Pasavá y demás expediciones de la armada veneciana. Después de haber observado en Malta y en Tolón cuanto corresponde a los arsenales y armamento de los bajeles, con presencia de cuanto habían publicado de marina los escritores extranjeros de mayor crédito: escribió:

Resumen náutico de lo que se practica en el teatro naval, o representación sucinta del arte de marina; en la idea de un bajel de guerra desde los primeros rudimentos de la arquitectura náutica, hasta el conocimiento de la esfera celeste y terráquea, facilitado con teoremas, demostraciones y estampas para la teórica y práctica de la navegación. Tom. 1.º- Impreso en Barcelona por Juan Piferrer. 1731. 8.º- Comprende este primer tomo la arquitectura naval, esto es la construcción de bajeles: la artillería de marina: principios de la esfera y cosmografía, y el tratado de navegación. El tomo 2.º que parece no llegó a publicarse, comprendía la economía, policía, régimen de los bajeles y la táctica naval.

Don Blas Moreno y Zabala, alférez de fragata de la Real armada, escribió:

Práctica de la navegación, uso y conocimiento de los instrumentos más precisos en ella con las reglas para saber si están bien construidos etc. dedicado a D. Joseph Patiño, etc.- Impreso en Madrid por Manuel Román, 1732, 4.º- Divide la obra en tres libros empleando el último en un derrotero desde España a todos los parajes de la América septentrional explicando las entradas de sus principales puertos.

Don Joseph González Cabrera Bueno, almirante, piloto mayor de la carrera de Filipinas, natural de la isla de Tenerife habiendo adquirido desde los años de 1701 una gran práctica de los mares y conocimiento sólido de la náutica, escribió en aquellas islas orientales la siguiente obra:

Navegación especulativa y práctica con la explicación de algunos instrumentos que están más en uso entre los navegantes, con las reglas necesarias para su verdadero uso: tabla de las declinaciones del sol, computadas al meridiano de San Bernardino: el modo de navegar por la geometría, por el cuadrante de reducción, por los senos logarítmicos y comunes: con estampas y figuras pertenecientes a lo dicho y otros tratados curiosos. En Manila en la imprenta del convento de S. Francisco, año de 1734. fol. = Hace mención de este autor y su obra Viera en la biblioteca de los autores canarios. Tom. 4.º, lib. 19 de su Hist. de Canarias, Imp. en Manila año de 1734. fol.

Don Joseph García Sevillano, capitán y piloto mayor del mar Océano escribió: Nuevo régimen de navegación, dedicado al Príncipe de Asturias.- Imp. en Madrid por Joaquín Sánchez 1736, 4.º- Según se explica en el prólogo parece que da por más seguro el cuadrante de reducción que las escalas y tablas de los senos; y da por razón para ello que no pretende (como el vulgo náutico) decir que desde que hay senistas se pierden las naves; pues antes confiesa ser tan evidentes las resoluciones que se hacen por los senos y escalas como las que van propuestas por el cuadrante; pero que es más seguro éste porque excusen la contingencia de un yerro a que se está expuesto con la confusión de tanto número y tanto usar del compás, como se necesita para la resolución de los problemas para los instrumentos dichos. Añade en la introducción que el más excelente instrumento para la náutica es el cuadrante de reducción que dio a luz D. Antonio de Gaztañeta, así por lo general de sus operaciones en la náutica y astronomía, pues no se encuentra problema que por él no se resuelva, como por lo fácil de sus resoluciones, pues sin la abundancia de aritmética que otros instrumentos necesitan se hallan resueltos excusándose yerros etc., y aunque usando de este instrumento no es necesaria geometría pone algunos elementos etc.

Fray Joseph Arias Miravete, lector de filosofía del orden de S. Francisco menor observante, natural de Carabaca, reino de Murcia: escribió con mal gusto y extravagantes principios:

La más preciosa Margarita del Océano en cuyo fondo brilla a giro un fijo punto: unión del instituto cosmográfico: perla verdadera que identifica el de una scientífica náutica, que manifiesta el uso práctico de la brújula hasta hoy mal entendida; y la insigne quimera de la dicha brújula en la carta sobre línea paralela: delineación repugnante a la que con toda natural verdad constituye la brújula.- Papel en 8.º, imp. en Madrid por Antonio Marín. 1739.

Náutica disciplina. Plantea la navegación del Océano por su ancho golfo, en seis lecciones, que dedica a los que la enseñan.- Papel en 8.º, imp. en Murcia por Felipe Diat Cayuelas, 1748.

Don Juan González de Ureña, contador en el Real tribunal y audiencia de cuentas de Méjico y de las de la armada de Barlovento, escribió:

Delineación de lo tocante al conocimiento del punto de longitud del globo de tierra y agua, y de la causa de las crecientes y menguantes del mar. Dedicado al Señor Rey D. Felipe V, etc.- Imp. en Madrid por Diego Miguel de Peralta, 1740, 4.º

Juan del Olvido, mínimo, poeta y matemático. Bajo este supuesto nombre escribió el Excmo. Sr. Marqués de la Victoria contra la preciosa Margarita del P. Arias Miravete, la siguiente carta:

Carta que escribe el P. Juan del Olvido, mínimo, piloto y matemático, al reverendísimo Padre fray Joseph Arias Miravete, lector de filosofía, impugnándole el opúsculo de su preciosa Margarita. Este año de 1740.- No expresa el lugar de la impresión. Es un papel en 8.º

Don Felipe Antonio Gavilá, natural de la ciudad de Denia. Vivía en Portugal por los años de 1747 donde servía de coronel de infantería y de ingeniero con sueldo doblado: compuso varias obras que pensaba dar a la estampa; pero que ignoro si lo verificó, y entre ellas cita Jimeno en sus escritores de Valencia la siguiente. (Tom. 2, pág. 297).

Resumen de lo preciso y esencial que se debe saber para la navegación de altura, sin lo cual no podrá persona alguna ser perfecto piloto.

Don Juan Sánchez Reciente, presbítero, catedrático de matemáticas del Real colegio de San Telmo de Sevilla, escribió:

Tratado de navegación teórica y práctica según el orden y método con que se enseña en el Real colegio seminario de Sr. San Telmo extramuros de la ciudad de Sevilla. Dedicado al Excmo. Señor Marqués de la Ensenada etc. Impreso en Sevilla por Francisco Sánchez Reciente, 1749, 8.º

Licenciado D. Antonio de Alcalá, presbítero, contador general del obispado de la Puebla de los Ángeles de donde era natural, escribió:

Tratado que contiene la instrucción náutica para el buen éxito y gobierno de las naos. Dirigido al Rey Don Fernando VI por el licenciado D. Francisco Javier de Alcalá, presbítero etc.- Mss. original, fol. existente en el archivo de la secretaría de Estado y del despacho de Marina.- Por haber hecho presente D. Francisco Javier Alcalá que por muerte de su tío D. Antonio Alcalá habían quedado varias obras Mss. parece que se le mandaron coordinar y remitir al ministerio, y así la dedicatoria de este tratado está fecha en la ciudad de la Puebla de los Ángeles a 29 de setiembre de 1753. Del mismo autor hay otras tres obras que por ser inéditas y tener relación con la náutica y ser el autor dado a la resolución de problemas difíciles, expresaremos a continuación.

Geometría fundamental: contiene los cuatro problemas hasta ahora no resueltos: con la práctica de las medidas de aguas y tierras: el sumar, restar, multiplicar, partir y transformar superficies y sólidos de diversas especies.- Dirigido al Rey Don Fernando VI por D. Francisco Javier de Alcalá sobrino del autor en 15 de setiembre de 1753. Mss. original en 1.º en el archivo de la secretaría de Marina.- Entre los problemas de que trata es uno la cuadratura del círculo que pretende resolver por tres métodos que propone.

Tratado en que se contienen los problemas hasta hoy no resueltos en la geometría: con la práctica y observación de la estrella para saber el grado de longitud en que uno se halla. Dirigido al señor Rey Don Fernando VI por D. Francisco Javier de Alcalá etc., desde la Puebla de los Ángeles en 24 de julio de 1748. Mss. original en 4.º en el archivo de la secretaría de Marina. En esta obra trata de resolver el problema de la longitud por medio de la observación de los astros, para saber por ella la diferencia de horas entre dos meridianos.

Parte segunda del tratado 1.º en que se contienen los problemas hasta hoy no resueltos en la geometría: explicación y construcción del instrumento o reloj universal para la observación de los grados de longitud; dirigido al señor Rey Don Fernando VI por el licenciado Don Francisco Javier de Alcalá etc. en 25 de octubre de 1751. Mss. original en fol. en el archivo de la secretaría de Marina.- En todos sus escritos manifiesta el autor haber estudiado por el P. Zaragoza a quien de continuo llama su maestro.

Don Miguel Archer, capitán de fragata e hidrógrafo del señorío de Vizcaya, villa de Bilbao y su casa de Contratación. Escribió:

Lecciones náuticas explicadas en el museo matemático del M. N. y M. L. señorío de Vizcaya, noble villa de Bilbao y su ilustre casa de Contratación.- Imp. en Bilbao por Antonio de Egusquiza, 1756, 4.º- El plan del autor fue escribir una obra dividida en tres partes con todos los conocimientos necesarios al hombre de mar; pero escritos con claridad y sencillez para acomodarse más a la capacidad de los discípulos para quienes escribía. La 1.ª parte que está publicada comprende el pilotaje o navegación; la 2.ª que debía comprender la maniobra; y la 3.ª que había de tratar del modo con que se ha de obrar para ofender con un navío, para defenderlo y gobernarlo en línea de guerra, no salieron a la luz pública. El autor en el Tratado no solo se aprovechó de los adelantamientos que hasta sus días se habían hecho en la astronomía náutica y en el pilotaje, sino que supo exponerlos y aplicarlos a práctica mereciendo elogios muy apreciables de los insignes marinos de su tiempo D. Jorge Juan y D. Juaquín de Aguirre y Oquendo de quienes son las aprobaciones que tiene al principio.

Don Joseph Ignacio de Porras, natural de Málaga escribió:

Náutica lacónica o Régimen de hallar la longitud en el mar por los rumbos y variación de la aguja. Imp. en Madrid por Miguel Escribano, 1765, un papel en 8.º

Don Jorge Juan: el mayor matemático que ha tenido España y honor de su marina, nació en Novelda en 5 de enero de 1713 y murió en Madrid en 24 de junio de 1773 dejando perpetuado su nombre en los magníficos arsenales del Ferrol y Cartagena que dispuso y dirigió, y un testimonio eterno de su saber en las observaciones astronómicas; de las cuales se dedujo la figura y magnitud de la tierra aplicando este conocimiento a la navegación: el examen marítimo en que hizo tan útiles aplicaciones a la maniobra y construcción de los navíos; y siendo capitán de la compañía de Cádiz se propuso que cada uno de los maestros de la academia escribiese el tratado peculiar de su respectiva enseñanza. De resultas de esto escribió D. Luis Godín su tratado de aritmética, D. Vicente Tofiño el de geometría y trigonometría rectilínea, D. Francisco Xavier Rovira el de artillería; y a todos precedió al mismo D. Jorge Juan escribiendo y publicando su Compendio de navegación para el uso de los caballeros guardias-marinas, imp. en Cádiz en la academia de guardias-marinas. 1757, 4.º Esta obra en que se resumen con suma claridad los conocimientos de la náutica hasta su tiempo es muy recomendable por su claridad y maestría, y ha servido por cerca de medio siglo a la enseñanza de la juventud de la marina española, aunque se hayan añadido algunas cosas inventadas y descubiertas posteriormente. Wilson alaba este compendio.

Don Joseph de Mazarredo Salazar, siendo capitán de la compañía de Cartagena escribió:

Lecciones de navegación para el uso de las compañías de guardias-marinas.- Imp. en la isla de León año 1790. 4.º

Establecida en 1777 la compañía de Cartagena creyó su capitán importante para la enseñanza del pilotaje extractar de la obra de D. Jorge Juan las seis primeras lecciones, añadiendo tal cual cosa que se hubiese adelantado en la facultad, y ampliar particularmente la lección 7.ª como merecen las materias astronómico-náuticas que describe, para terminar con los métodos de hallar la longitud el tratado más completo que pudiese ser. Diose Mss. este tratado en la academia de Cartagena; pero en 1790 que se imprimió se generalizó su uso en las de Cádiz y Ferrol nombrado ya el autor capitán comandante de las tres compañías.

Colección de tablas para los usos más necesarios de la navegación. Imp. sin nombre de autor en Madrid en la imprenta Real. 1799. 4.º- Comprende entre otras las tablas de declinaciones, amplitudes, variación de altura y azimud de los astros cerca del horizonte etc. con la aplicación del uso de cada tabla, arregladas al meridiano de Cartagena.

Además ha escrito los Rudimentos de táctica naval imp. en Madrid en 1776, 4.º, las Instrucciones y señales para el régimen y maniobras de la escuadra del mando de D. Luis de Córdoba etc, imp. en Cádiz en 1780 y 1801, y en Cartagena en 1790, 4.º, y otras obrillas dignas de su profundo saber en la ciencia de la marina y de su constante aplicación y amor al estudio de su profesión.

Don Joseph de Mendoza y Ríos, capitán de navío de la Real armada, natural de Sevilla. Fue cadete de dragones y pasó de alférez de fragata en 16 de marzo de 1776.

Tratado de navegación; dedicado al Rey.- Imp. en Madrid en la imprenta Real, 1787, dos tornos 4.º Es la obra más magistral y más completa que tenemos en nuestra lengua de esta materia. Divídela el autor en dos partes o libros. El primero contiene unos elementos de geografía astronómica y unos breves principios de cronología: y el segundo los del pilotaje en el cual después de tratar de las cartas, de la aguja, de la corredera y de otros principios y problemas generales de la navegación, expone en una segunda parte la navegación astronómica, recopilando lo mejor y más sublime de los adelantamientos hechos por los mayores matemáticos del siglo XVIII; y en la tercera parte trata de los conocimientos necesarios al piloto de mareas, corrientes, vientos, planos y modo de formarlos etc.

Colección de tablas para varios usos de la navegación con un apéndice que contiene otras tablas para despejar de la paralaje o refracción las distancias aparentes de la luna al sol o a una estrella. Imp. en Madrid en la imprenta Real, 1800, 1. tomo en fol.- Es colección muy completa y su índice y explicación, y los problemas y ejemplos con que las ilustra al principio son a la verdad un tratado de astronomía náutica donde para la resolución de sus principales problemas se encuentran diferentes métodos nuevos y útiles para la práctica. El autor en sus viajes consultó con varios sabios amigos suyos de Francia e Inglaterra, y ya manifiesta en el prólogo lo que debe a Mr. Mechaiz y a Mr. Levéque.

Memoria sobre algunos métodos nuevos de calcular la longitud por las distancias lunares; y aplicación de su teórica a la solución de otros problemas de navegación.- Imp. en Madrid en la imprenta Real, 1795, fol.

Memoria sobre el método de hallar la latitud por medio de dos alturas del sol, del intervalo de tiempo pasado entre las dos observaciones y de la latitud estimada.- Escrito en francés e impreso en París en 1791 en el Conocimiento de tiempos del año 1793.= Yo tengo un ejemplar suelto que me regaló el autor.

Investigaciones sobre las soluciones de los principales problemas de la astronomía náutica. Leídas en la sociedad Real de Londres y publicadas en sus transacciones filosóficas.- Imp. en francés en Londres, 1797, 4.º mayor.

A complete collection of tables for navigation and nautical astronomy. With simple, concise, and accurate methods, for all the calculations useful at sea; particularly for deducing the longitude from lunar distances, and the latitude from two altitudes of the sun and the interval of time between the observations.- London, 1805, 4.º mayor.

Don Joseph Quiroga, nació en el reino de Galicia en 1706 y después de haber servido al Rey por mar y tierra entró en la compañía de Jesús; sin embargo de lo cual fue empleado por la corte en algunas expediciones siendo una a la tierra patagónica, de la cual levantó planos e hizo una larga descripción que puede verse en la Historia del P. Charlevoix; y otra vez a la división de límites de los dominios de España y Portugal, ochocientas leguas más arriba de la ciudad de Buenos Aires. Hizo otros muchos viajes de mar en que manifestó su pericia náutica y su previsión en los riesgos de la navegación. Salió de España cuando la expulsión de los jesuitas y vivía en Italia todavía en 1784. Escribió:

Tratado del arte verdadero de navegar por círculo paralelo a la equinoccial, que para utilidad de la marina española da a la luz pública D. Manuel Méndez y Quiroga, con dos figuras matemáticas, y un tratadillo al fin sobre la aguja de marear.- Imp. en Bolonia, 1784, 8.º marquilla.- El autor regaló esta obrita a D. Manuel Méndez, quien la hizo publicar dedicándola al Excmo. Señor D. Joseph Nicolás de Azara, que se hallaba de ministro de S. M. C. en la corte de Roma.

Don Dionisio Alcalá Galiano, brigadier de la Real armada. Escribió:

Memoria sobre las observaciones de latitud y longitud en el mar.- Imp. en Madrid por la viuda de D. Joaquín Ibarra, 1796, 4.º- El objeto del autor fue reunir en esta memoria los principales conocimientos prácticos del pilotaje astronómico, proporcionándolos a los que solo poseen el pilotaje ordinario. Los puntos más esenciales que trata en ella son: 1.º hallar la latitud del lugar por dos alturas del sol observadas fuera del meridiano: 2.º deducirla por algunas estrellas en los crepúsculos, aunque estén distantes de su paso por él: 3.º hallar la longitud por la distancia de la luna al sol o a una estrella: 4.º calcularla por medio de un reloj marino.- Algunos de estos puntos los había tratado el autor en Memorias particulares que se publicaron en los almanaques náuticos de aquellos años.

Memoria sobre el cálculo de la latitud del lugar, por dos alturas de sol.- Imp. en Madrid en casa de Ibarra 1795, 4.º- Hallándose el autor en la expedición de las corbetas Descubierta y Atrevida trabajó y publicó el método que aquí establece hallándose en el puerto de la Concepción de Chile y viendo a su regreso a Europa la memoria publicada en 1791 en París por D. Felipe Mendoza dispuso esta suya en la que hace algunas reflexiones sobre las de Mendoza.

Don Francisco López Royo, de la orden de San Juan, alférez de navío de la Real armada. Escribió:

Memoria sobre los métodos de hallar la longitud en la mar por las observaciones lunares.- Imp. en Madrid en la imprenta Real 1798, fol.- Pasada esta memoria antes de su publicación a la censura y examen de D. Gabriel Ciscar, no solo la corrigió y aprobó sino que añadió un Apéndice en que se explica un método gráfico para corregir las distancias de la luna a otro astro, y se deducen de él algunas consecuencias: el cual se imprimió al fin de la Memoria de López.

Don Gabriel de Ciscar, natural de Oliva en el reino de Valencia, brigadier de la Real armada.

El anterior apéndice fue un preludio de la siguiente obra publicada algunos años después.

Explicación de varios métodos gráficos para corregir las distancias lunares con la aproximación necesaria para determinar las longitudes en la mar, y para resolver otros problemas de la astronomía náutica. Esta obra que por la elegancia y novedad de las prácticas que enseña, puede considerarse como original en su especie, facilita de tal modo el cálculo de las observaciones más complicadas del pilotaje astronómico, que le deja reducido a una operación semejante a la de hallar en los cuartieres ordinarios el rumbo y la distancia, una vez conocida la diferencia de latitud y el apartamiento de meridiano. Con su auxilio, y por decirlo así de una mirada, se hallan los resultados sin necesidad de tener presentes ni aun de conocer los principios de la trigonometría esférica: lo que es muy expedito para el uso diario de a bordo.- Imp. en Madrid en la imprenta Real 1803. Un tomo en 4.º y siete estampas o quartieres.

Además siendo maestro y director de la academia de guardias-marinas de Cartagena, escribió para la enseñanza un tratado de navegación que no llegó a impimirse; pero habiendo resuelto el Rey que escribiese Ciscar un Curso de estudios elementales de marina para el uso de las academias de guardias-marinas, ha publicado ya el tomo 1.º que comprende la aritmética: el 2.º la geometría y las nociones necesarias de trigonometría plana: el 3.º la cosmografía y algunos principios de trigonometría esférica: y el 4.º el tratado de pilotaje en el cual no solo reúne todos los adelantamientos hechos hasta el día en esta facultad, tratando la materia con elegancia, maestría y claridad; sino que corrige y advierte los errores en que han incurrido autores muy clásicos, para que los discípulos no se dejen arrastrar de su autoridad.- Imp. en Madrid en la imprenta Real, 1803 en 4.º- Restan aun para completar el curso otros dos tratados: uno de maniobra, y otro de principios de artillería, táctica naval y nociones militares.

No expresamos aquí por no ser su lugar, el comentario y adiciones hechas por Ciscar al Tratado de mecánica del examen marítimo de D. Jorge Juan, imp. en 1793, la Memoria elemental sobre los nuevos pesos y medidas, imp. en 1800, y otras obras que no tocan directamente a la navegación aunque llenan el alto concepto que se ha adquirido su autor entre los mayores sabios de Europa.

Don Joseph Luyando, teniente de navío de la Real armada. Escribió:

Tablas lineales para resolver los problemas del pilotaje astronómico con exactitud y facilidad: inventadas y delineadas por D. J. L. etc. y dedicados al Excmo. señor Príncipe de la Paz etc.- Para facilitar los cálculos prolijos de los logaritmos y auxiliar las operaciones de los que ignoran aun los principios de la trigonometría esférica y cosmografía, dispuso el autor estas tablas; y aunque no sea original el pensamiento, pues que Jorge Marggets publicó en 1791 unas tablas lineales que merecieron la mayor aceptación, las de Luyando siendo de uso tan sencillo como las inglesas son menos voluminosas y más exactas: pues están construidas en escalas cinco veces mayores que aquéllas, y no obstante solo tiene esta obra 24 láminas cuando la otra consta de 135. Hállanse por estas tablas en el corto tiempo de tres minutos la hora de la nave, la altura de cualquier astro, el azimut y amplitud, y en cinco se reduce la distancia aparente a verdadera. A la explicación y uso de las tablas sigue una exposición de las operaciones necesarias para hallar la variación, latitud y longitud; y que puede mirarse como un prontuario del pilotaje astronómico.- Imp. en Madrid 1803, fol.

Don Antonio de Ulloa, teniente general de la Real Armada etc. Entre otras obras que le han dado crédito en la Europa, escribió:

Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la marina, instructivas y curiosas, sobre las navegaciones y modo de hacerlas, el pilotaje y la maniobra: noticia de vientos, mares, corrientes, pájaros, pescados y anfibios; y de los fenómenos que se observan en los mares en la redondez del globo.- Imp. en Madrid por Sancha, 1795, 8.º mayor. = Entre otros puntos de marina que contiene esta obrita, trata del pilotaje de un modo muy ligero y general, según el plan que se propuso el autor en estas conversaciones.