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1

(Publicado en Archivum, Universidad de Oviedo, XXXIV-XXXV, 1984-1985, pp. 55-67. Homenaje al profesor José María Roca Franquesa).

 

2

Así lo confirmaba Ignacio Agustí, uno de los fundadores del «Nadal» y miembro del jurado en sus primeras convocatorias, al escribir que «probablemente habría en España muchos escritores que no sabían que lo eran y que tenían ya su novela en trance de aflorar. ¿Podríamos [con este premio] despertar docenas de novelistas dormidos en los rincones anónimos del país?» (pág. 168 de Ganas de hablar, Barcelona, Planeta, 1974).

 

3

Fueron, en efecto, los noveles o inéditos (caso de C. Laforet, Delibes, Gironella, etc.) quienes acapararon el «Nadal» en sus primeras convocatorias pero la apuntada no-exclusión de los narradores maduros o conocidos ya se ejemplifica en estos mismos años iniciales con el nombre de Sebastián Juan Arbó (1948, Sobre las piedras grises), cuyo triunfo fue destacado así por Néstor Luján, uno de los jurados: «[...] recae por primera vez el premio «Nadal» en un autor ya consagrado. Los cuatro premios que le precedieron fueron más bien revelaciones en el campo de la novelística. En cambio, S. J. A. representa la más sólida madurez», («Destino», Barcelona, 15I-1949, pág. 12, Nuestro quinto «Nadal»).

 

4

Dejando aparte el éxito excepcional de Nada, novela que en abril de 1946 (faltaba un mes para que se cumpliese el año de su salida a los escaparates) iba ya por la quinta edición, Luis Romero, galardonado en 1951, declaraba («Correo Literario», Madrid, n.º 64: 15-I-1953) que la primera edición de La noria (siete mil ejemplares) se agotó en cosa de cinco días y que la segunda fue de diez mil, habiendo conseguido el libro una amplia difusión que incluía los países de «más allá del telón de acero y [...] los soldados [de la guerra] de Corea».

 

5

Bastaría para comprobar este alza en la atención de los críticos un repaso a los periódicos diarios y a las revistas literarias; lo mismo para el aplauso que para el reparo, el «Nadal» -su fallo, la publicación de la novela premiada- era noticia muy tenida en cuenta.

 

6

A estos dos nombres y a los de la ganadora y el finalista estricto, habría que añadir (en la lista de autores que entraron en las votaciones) algunos otros bastante conocidos como los de: Emiliano Aguado -La dicha llega tarde-, Juan Antonio Cabezas -Los títeres van al Sur-, Ildefonso Manuel Gil (que en 1950 había obtenido el premio «Internacional de Primera Novela») -Juan Pedro el dallador-, el veterano Manuel Iribarren -De puertas adentro-, Torcuato Luca de Tena -cuya La otra vida del capitán Contreras sería publicada en la colección «Áncora y Delfín» tiempo después y llevada al teatro-, Enrique Nácher (finalista destacado en convocatorias anteriores) -Promoción-.

 

7

Me limito a transcribir algunas de las frases escritas por el anónimo cronista de «Destino» (n.º del 10-I-53, pág. 18, El noveno premio «Nadal»).

La puerta... fue publicada en 1953 (Barcelona, Planeta, colección de «Autores españoles e hispanoamericanos») y muy celebrada por la crítica.

 

8

Vid. al respecto págs. 162-164 de mi libro Historia de la novela española entre 1936 y 1975. (Madrid, Castalia, 1979). (En adelante citaré Historia...).

 

9

Tal dice el anónimo cronista de «Destino» citado en nota 7.

Los bravos sería publicada por Castalia (Valencia, 1954) y ofrecida en entregas de ocho páginas, con ilustraciones, a lo largo de 1955 por la revista madrileña «Ateneo».

 

10

El primero en llegar a casa de Dolores Medio (a las dos de la madrugada y acompañado por el sereno, según refirió en ABC del 7-I-53) fue el periodista Luis de Armiñán.