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ArribaAbajoJornada tercera

 

La escena es en Italia, en Veletri y sus alrededores.

 

Escena I

 

El teatro representa una sala corta, alojamiento de oficiales abandonados. En las paredes estarán colgados, en desorden, uniformes, capotes, sillas de caballos, armas, etc.; en medio habrá una mesa con tapete verde, dos candeleros de bronce con velas de sebo, los cuatro Oficiales alrededor, uno de ellos con la baraja en la mano, y habrá sillas desocupadas.

 

PEDRAZA.-   (Entra muy deprisa.)  ¡Qué frío está esto!

OFICIAL 1º.-  Todos se han ido en cuanto me han desplumado; no he conseguido tirar ni una buena talla.

PEDRAZA.-  Pues precisamente va a venir un gran punto, y si ve esto tan desierto y frío...

OFICIAL 1º.-  ¿Y quién es el pájaro?

TODOS.-   ¿Quién?

PEDRAZA.-  El ayudante del general, ese teniente coronel que ha llegado esta tarde con la orden de que al amanecer estemos sobre las armas. Es gran aficionado, tiene mucho rumbo y, a lo que parece, es blanquito. Hemos cenado juntos en casa de la coronela, a quien ya le está echando requiebros, y el taimado de nuestro capellán le marcó por suyo. Le convidó con que viniera a jugar, y ya lo trae hacia aquí.

OFICIAL 1º.-  Pues señores, ya es este otro cantar. Ya vamos a ser todos unos... ¿Me entienden ustedes?

TODOS.-  Sí, sí; muy bien pensado.

OFICIAL 2º.-  Como que es de plana mayor, y será contrario de los pobres pilíes.

OFICIAL 4º.-  A él, y duro.

OFICIAL 1º.-  Pues para jugar con él tengo baraja preparada, más obediente que un recluta y más florida que el mes de mayo...  (Saca una baraja del bolsillo.) Y aquí está.

OFICIAL 3º.-  ¡Qué fino es usted, camarada!

OFICIAL lº.-   No hay que jugar ases ni figuras. Y al avío, que ya suena gente en la escalera. Tiro, tres a la derecha, nueve a la izquierda.



Escena II

 

DON CARLOS DE VARGAS. EL CAPELLÁN

 
CAPELLÁN.
    Aquí viene, compañeros, 830
un rumboso aficionado.
TODOS
Sea, pues, muy bien llegado.
 

 (Levantándose y volviéndose a sentar.) 

DON CARLOS
Buenas noches, caballeros.
¡Qué casa tan indecente!

 (Aparte.) 

Estoy, ¡vive Dios!, corrido835
de verme comprometido
a alternar con esta gente.
OFICIAL 1º.
Sentaos.

 (Se sienta DON CARLOS, haciéndole todos lugar.) 

CAPELLÁN

 (Al banquero.) 

Señor, capitán
¿y el concurso?
OFICIAL 1º.

 (Barajando.) 

Se afufó
en cuanto me desbancó; 840
toditos repletos van.
Se declaró un juego eterno
que no he podido quebrar,
y siempre salió a ganar
una sota del infierno. 845
Veintidós veces salió,
y jamás a la derecha.
OFICIAL 2º.
El que nunca se aprovecha
de tales gangas soy yo.
OFICIAL 3º.
Y yo, en el juego contrario850
me empeñé, que nada vi,
y ya solo estoy aquí
para rezar el Rosario.
CAPELLÁN
Vamos.
PEDRAZA
Vamos.
OFICIAL 1º.
Tiro.
DON CARLOS
Juego.
OFICIAL 1º.
   Tiro, a la derecha, el as, 855
y a la izquierda, la sotita.
OFICIAL 2º.
¡Ya salió la muy maldita,
por vida de Barrabás!...
OFICIAL 1º.
Rey a la derecha, nueve
a la izquierda.
DON CARLOS
Yo lo gano.
860
OFICIAL 1º.

  (Paga.) 

¡Tengo apestada la mano!
Tres onzas; nada se debe.
A la derecha, la sota.
OFICIAL 4º.
Ya quebró.
OFICIAL 3º.
Pegarle fuego.
OFICIAL 1º.
A la izquierda, siete.
DON CARLOS
Juego.
865
OFICIAL 2º.
Sólo el verla me rebota.
DON CARLOS
Copo.
CAPELLÁN
¿Con carta tapada?
OFICIAL 1º.
Tiro a la derecha el tres.
PEDRAZA
¡Qué bonita carta es!
OFICIAL 1º.
Cuando sale descargada. 870
A la izquierda, el cinco.
DON CARLOS

 (Levantándose y sujetando la baraja.) 

No;
con tiento, señor banquero.

 (Vuelve su carta.) 

Que he ganado mi dinero,
y trampas no sufro yo.
OFICIAL 1º.
¡Cómo trampas!... ¿Quién osar?... 875
DON CARLOS
Yo; pegado tras del cinco
está el caballo, buen brinco
le hicisteis, amigo, dar.
OFICIAL 1º.
Soy hombre pundonoroso,
y esto una casualidad... 880
DON CARLOS
Ésta es una iniquidad;
vos, un taimado tramposo.
PEDRAZA
Sois un loco, un atrevido.
DON CARLOS
Vos, un vil, y con la espada...
TODOS
Ésta es una casa honrada. 885
CAPELLÁN
Por Dios, no hagamos rüido.
DON CARLOS

 (Echando a rodar la mesa.) 

Abreviemos de razones.
TODOS

 (Tomando las espadas.) 

¡Muera, muera el insolente!
DON CARLOS

 (Sale defendiéndose.) 

¿Qué puede con un valiente
una cueva de ladrones? 890
 

(Vanse acuchillando, y dos o tres soldados retiran la mesa, las sillas y desembarazan la escena.)

 


Escena III

 

El teatro representa una selva muy oscura. Aparece al fondo DON ÁLVARO, solo, vestido de capitán de granaderos, se acerca lentamente, y dice con gran agitación.

 
DON ÁLVARO

 (Solo)  

   ¡Qué carga tan insufrible
es el ambiente vital
para el mezquino mortal
que nace en signo terrible!
¡Qué eternidad tan horrible 895
la breve vida! Este mundo,
¡qué calabozo profundo
para el hombre desdichado
a quien mira el cielo airado
con su ceño furibundo! 900
Parece, sí, que a medida
que es más dura y más amarga,
más extiende, más alarga
el destino nuestra vida.
Si nos está concedida 905
sólo para padecer,
y debe muy breve ser
la del feliz, como en pena
de que su objeto no llena,
¡terrible cosa es nacer! 910
Al que tranquilo, gozoso,
vive entre aplausos y honores,
y de inocentes amores
apura el cáliz sabroso;
cuando es más fuerte y brioso, 915
la muerte sus dichas huella,
sus venturas atropella;
y yo, que infelice soy,
yo, que buscándola voy,
no pudo encontrar con ella. 920
Mas ¿cómo la he de obtener,
¡desventurado de mí!,
pues cuando infeliz nací,
nací para envejecer?
Si aquel día de placer 925
(que uno solo he disfrutado),
Fortuna hubiese fijado,
¡cuán pronto muerte precoz
con su guadaña feroz
mi cuello hubiera segado! 930
Para engalanar mi frente,
allá en la abrasada zona,
con la espléndida corona
del imperio de Occidente,
amor y ambición ardiente 935
me engendraron de concierto;
pero con tal desacierto,
con tan contraria Fortuna,
que una cárcel fue mi cuna
y fue mi escuela el desierto. 940
Entre bárbaros crecí,
y en la edad de la razón,
a cumplir la obligación
que un hijo tiene, acudí;
mi nombre ocultando, fui 945
(que es un crimen) a salvar
la vida, y así pagar
a los que a mí me la dieron,
que un trono soñando vieron
y un cadalso al despertar. 950
Entonces, risueño un día,
uno solo, nada más,
me dio el destino, quizás
con la intención más impía.
Así en la cárcel sombría 955
mete una luz el sayón,
con la tirana intención
de que un punto el preso vea
el horror que le rodea
en su espantosa mansión. 960
¡Sevilla! ¡Guadalquivir!
¡Cuál atormentáis mi mente!...
¡Noche en que vi de repente
mis breves dichas huir!...
¡Oh, qué carga es el vivir! 965
¡Cielos, saciad el furor!
Socórreme, mi Leonor,
gala del suelo andaluz,
que ya eres ángel de luz
junto al trono del Señor. 970
Mírame desde tu altura
sin nombre en extraña tierra,
empeñado en una guerra
por ganar mi sepultura.
¿Qué me importa, por ventura, 975
que triunfe Carlos o no?
¿Qué tengo de Italia en pro?
¿Qué tengo? ¡Terrible suerte!
Que en ella reina la muerte,
y a la muerte busco yo. 980
¡Cuánto, oh Dios, cuánto se engaña
el que elogia mi ardor ciego,
viéndome siempre en el fuego
de esta extranjera campaña!
Llámanme la prez de España, 985
y no saben que mi ardor
sólo es falta de valor,
pues busco ansioso el morir
por no osar el resistir
de los astros el furor. 990
Si el mundo colma de honores
al que mata a su enemigo,
el que lo lleva consigo,
¿por qué no puede...?
 

(Óyese ruido de espadas.)

 
DON CARLOS

 (Dentro.) 

¡Traidores!
VOCES

 (Dentro.) 

Muera.
DON CARLOS

 (Dentro.) 

¡Viles!
DON ÁLVARO

 (Sorprendido.) 

¡Qué clamores!
995
DON CARLOS

  (Dentro.) 

¡Socorro!
DON ÁLVARO

 (Desenvainando la espada.) 

Dárselo quiero,
que oigo crujir el acero,
y si a los peligros voy
porque desgraciado soy,
también voy por caballero. 1000
 

(Éntrase; suena ruido de espadas; atraviesan dos hombres la escena como fugitivos, y vuelven a salir DON ÁLVARO y DON CARLOS.)

 


Escena IV

 

DON ÁLVARO y DON CARLOS, con las espadas desnudas

 
DON ÁLVARO
   Huyeron..., ¿estáis herido?
DON CARLOS
Mil gracias os doy, señor;
sin vuestro heroico valor
de cierto estaba perdido,
y no fuera maravilla: 1005
eran siete contra mí,
y cuando grité, me vi
en tierra ya una rodilla.
DON ÁLVARO
¿Y herido estáis?
DON CARLOS

 (Reconociéndose.) 

Nada siento.
 

 (Envainan.) 

DON ÁLVARO
¿Quiénes eran?
DON CARLOS
Asesinos.
1010
DON ÁLVARO
¿Cómo osaron, tan vecinos
de un militar campamento?...
DON CARLOS
Os lo diré francamente:
fue contienda sobre el juego.
Entré sin pensarlo, ciego, 1015
en un casuco indecente...
DON ÁLVARO
Ya caigo; aquí a mano diestra...
DON CARLOS
Sí.
DON ÁLVARO
Que extrañe perdonad,
que un hombre de calidad,
cuál vuestro esfuerzo demuestra, 1020
entrara en tal gazapón,
donde sólo va la hez,
la canalla más soez,
de la milicia borrón.
DON CARLOS
Sólo el ser recién llegado 1025
puede, señor, disculparme;
vinieron a convidarme,
y accedí deslumbrado.
DON ÁLVARO
¿Con qué ha poco estáis aquí?
DON CARLOS
Diez días ha que llegué 1030
a Italia; dos sólo que
al cuartel general fui.
Y esta tarde al campamento
con comisión especial
llegué de mi general, 1035
para el reconocimiento
de mañana. Y si no fuera
por vuestra espada y favor,
mi carrera sin honor
ya estuviera terminada. 1040
Mi gratitud sepa, pues,
a quién la vida he debido,
porque el ser agradecido
la obligación mayor es
para el hombre bien nacido. 1045
DON ÁLVARO

 (Con indiferencia.) 

Al acaso.
DON CARLOS

 (Con expresión.) 

Que me deis
vuestro nombre a suplicaros
me atrevo. Y para obligaros,
primero el mío sabréis.
Siento no decir verdad: 1050

 (Aparte.) 

Soy don Félix de Avendaña,
que he venido a esta campaña
sólo por curiosidad.
Soy teniente coronel,
y del general Briones 1055
ayudante: relaciones
tengo de sangre con él.
DON ÁLVARO

 (Aparte.) 

¡Qué franco es y qué expresivo!
¡Me cautiva el corazón!
DON CARLOS
Me parece que es razón 1060
que sepa yo por quién vivo,
pues la gratitud es ley.
DON ÁLVARO
Soy... don Fadrique de Herreros,
capitán de granaderos
del regimiento del Rey. 1065
DON CARLOS

 (Con grande admiración y entusiasmo.) 

¿Sois... -¡grande dicha es la mía!-
del ejército español
la gloria, el radiante sol
de la hispana valentía?
DON ÁLVARO
Señor...
DON CARLOS
Desde que llegué
1070
a Italia, sólo elogiaros
y prez de España llamaros
por donde quiera escuché.
Y de español tan valiente
anhelaba la amistad. 1075
DON ÁLVARO
Con ella, señor, contad,
que me honráis muy altamente.
Y según os he encontrado
contra tantos combatiendo
bizarramente, comprendo 1080
que seréis muy buen soldado.
Y la gran cortesanía
que en vuestro trato mostráis
dice a voces que gozáis
de aventajada hidalguía. 1085
 

(Empieza a amanecer.)

 
Venid, pues, a descansar
a mi tienda.
DON CARLOS
Tanto honor
será muy corto, señor,
que el alba empieza a asomar.
 

(Se oye a lo lejos tocar generala a las bandas de tambores.)

 
DON ÁLVARO
Y por todo el campamento 1090
de los tambores el son
convoca a la formación.
Me voy a mi regimiento.
DON CARLOS
Yo también, y a vuestro lado
asistiré en la pelea, 1095
donde os admire y os vea
como a mi ejemplo y dechado.
DON ÁLVARO
Favorecedor y amigo,
si sois cual cortés valiente,
yo de vuestro arrojo ardiente 1100
seré envidioso testigo.
 

(Vanse.)

 


Escena V

 

El teatro representa un risueño campo de Italia, al amanecer: se verá a lo lejos el pueblo de Veletri y varios puestos militares; algunos cuerpos de tropas cruzan la escena, y luego sale una compañía de infantería con EL CAPITÁN, EL TENIENTE y EL SUBTENIENTE. DON CARLOS sale a caballo con una ordenanza detrás y coloca la compañía a un lado, avanzando una guerrilla al fondo del teatro.

 

DON CARLOS.-  Señor capitán, permaneceréis aquí hasta nueva orden; pero si los enemigos arrollan las guerrillas, y se dirigen a esta altura donde está la compañía de Cantabria, marchad a socorrerla a todo trance.

CAPITÁN.-  Está bien; cumpliré con mi obligación.

 

(Vase DON CARLOS.)

 


Escena VI

CAPITÁN.-  Granaderos, en su lugar, descanso. Parece que lo entiende este ayudante.

 

(Salen los oficiales de las filas y se reúnen mirando con un anteojo hacia donde suena rumor de fusilería.)

 

TENIENTE.-  Se va galopando al fuego como un energúmeno, y la acción se empeña más y más.

SUBTENIENTE.-   Y me parece que ha de ser muy caliente.

CAPITÁN.-   (Mirando con el anteojo.)  Bien combaten los granaderos del Rey.

TENIENTE.-  Como que llevan a la cabeza a la prez de España, al valiente don Fadrique de Herreros, que pelea como un desesperado.

SUBTENIENTE.-    (Tomando el anteojo y mirando con él.)  Pues los alemanes cargan a la bayoneta y con brío; adiós, que nos desalojan de aquel puesto.

 

(Se aumenta el tiroteo.)

 

CAPITÁN.-    (Toma el anteojo.)  A ver, a ver... ¡Ay! Si no me engaño, el capitán de granaderos del Rey ha caído o muerto o herido; lo veo claro, claro.

TENIENTE.-  Yo distingo que se arremolina la compañía... y creo que retrocede.

SOLDADOS.-   ¡A ellos, a ellos!

CAPITÁN.-  Silencio. Firmes.  (Vuelve a mirar con el anteojo.)   Las guerrillas también retroceden.

SUBTENIENTE.-  Uno corre a caballo hacia allá.

CAPITÁN.-   Sí, es el ayudante... Está reuniendo la gente y carga... ¡con qué denuedo!... Nuestro es el día.

TENIENTE.-  Sí, veo huir a los alemanes.

SOLDADOS.-  ¡A ellos!

CAPITÁN.-  Firmes, granaderos.  (Mira con el anteojo.)  El ayudante ha recobrado el puesto, la compañía del Rey carga a la bayoneta y lo arrolla todo.

TENIENTE.-   A ver, a ver.  (Toma el anteojo y mira.)  Sí, cierto. Y el ayudante se apea del caballo y retira en sus brazos al capitán don Fadrique. No debe de estar más que herido; se lo llevan hacia Veletri.

TODOS.-  Dios nos le conserve, que es la flor del ejército.

CAPITÁN.-   Pero por este lado no va tan bien. Teniente, vaya usted a reforzar con la mitad de la compañía de guerrillas que están en esa cañada, que yo voy a acercarme a la compañía de Cantabria; vamos, vamos.

SOLDADOS.-  ¡Viva España! ¡Viva España! ¡Viva Nápoles!

 

(Marchan.)

 


Escena VII

 

El teatro representa el alojamiento de un oficial superior; al frente estará la puerta de la alcoba practicable y con cortinas. Entra DON ÁLVARO herido y desmayado en una camilla llevada por cuatro granaderos. EL CIRUJANO, a un lado, y DON CARLOS, a otro, lleno de polvo y como muy cansado; un soldado traerá la maleta de DON ÁLVARO y la pondrá sobre una mesa; colocarán la camilla en medio de la escena, mientras los granaderos entran en la alcoba a hacer la cama.

 
DON CARLOS
    Con mucho, mucho cuidado,
dejadle aquí, y al momento
entrad a arreglar mi cama.
 

(Vanse a la alcoba dos de los soldados y quedan otros dos.)

 
CIRUJANO
Y que haya mucho silencio. 1105
DON ÁLVARO

 (Volviendo en sí.) 

¿Dónde estoy? ¿Dónde?
DON CARLOS

 (Con mucho cariño.) 

En Veletri,
a mi lado, amigo excelso.
Nuestra ha sido la victoria,
tranquilo estad.
DON ÁLVARO
¡Dios eterno!
Con salvarme de la muerte, 1110
¡qué gran daño me habéis hecho!
DON CARLOS
No digáis tal, don Fadrique,
cuando tan vano me encuentro
de que salvaros la vida
me haya concedido el cielo. 1115
DON ÁLVARO
¡Ay don Félix de Avendaña,
qué grande mal me habéis hecho!

 (Se desmaya.) 

CIRUJANO
Otra vez se ha desmayado;
agua y vinagre.
DON CARLOS

 (A uno de los soldados.) 

Al momento

 (Al CIRUJANO.) 

¿Está de mucho peligro? 1120
CIRUJANO
Este balazo del pecho,
en donde aún tiene la bala,
me da muchísimo miedo;
lo que es las otras heridas
no presentan tanto riesgo. 1125
DON CARLOS

 (Con gran vehemencia.) 

Salvad su vida, salvadle;
apurad todos los medios
del arte, y os aseguro
tal galardón...
CIRUJANO
Lo agradezco:
para cumplir con mi oficio 1130
no necesito de cebo,
que en salvar a este valiente
interés muy grande tengo.
 

(Entra el soldado con un vaso de agua y vinagre. EL CIRUJANO le rocía el rostro, y le aplica un pomito a las narices.)

 
DON ÁLVARO

 (Vuelve en sí.) 

¡Ay!
DON CARLOS
Ánimo, noble amigo,
cobrad ánimo y aliento; 1135
pronto, muy pronto curado
y restablecido y bueno
volveréis a ser la gloria,
el norte de los guerreros.
Y a nuestras altas hazañas 1140
el rey dará todo el premio
que merece. Sí, muy pronto,
lozano otra vez, cubierto
de palmas inmarchitables
y de laureles eternos, 1145
con una rica encomienda
se adornará vuestro pecho
de Santiago o Calatrava.
DON ÁLVARO

 (Muy agitado.) 

¿Qué escucho? ¿Qué? ¡Santo cielo!
¡Ah!... no, no de Calatrava: 1150
jamás, jamás... ¡Dios eterno!
CIRUJANO
Ya otra vez se desmayó;
sin quietud y sin silencio
no habrá forma de curarlo.
Que no le habléis más os ruego. 1155
 

 (A DON CARLOS. Vuelve a darle agua y a aplicarle el pomito a las narices.)  

DON CARLOS

 (Suspenso aparte.) 

El nombre de Calatrava,
¿qué tendrá?, ¿qué tendrá... tiemblo,
de terrible a sus oídos?
CIRUJANO
No puedo esperar más tiempo.
¿Aún no está lista la cama? 1160
DON CARLOS

 (Mirando a la alcoba.) 

Ya lo está.
 

(Salen los dos soldados.)

 
CIRUJANO

 (A los cuatro soldados.) 

Llevadle luego.
DON ÁLVARO

 (Volviendo en sí.) 

¡Ay de mí!
CIRUJANO
Llevadle.
DON ÁLVARO

 (Haciendo esfuerzos.) 

Esperen.
Poco, por lo que en mí siento,
me queda ya de este mundo,
y en el otro pensar debo. 1165
Mas antes de desprenderme
de la vida, de un gran peso
quiero descargarme. Amigo.

 (A DON CARLOS.) 

un favor tan sólo anhelo
CIRUJANO
Si habláis, señor, no es posible... 1170
DON ÁLVARO
No volver a hablar prometo.
Pero sólo una palabra,
y a él solo, que decir tengo.
DON CARLOS

 (Al CIRUJANO y soldados.) 

Apartad, démosle gusto;
dejadnos por un momento. 1175
 

(Se retira el CIRUJANO y los asistentes a un lado.)

 
DON ÁLVARO
Don Félix, vos solo, solo,

 (Dale la mano.) 

cumpliréis con lo que quiero
de vos exigir. Juradme
por la fe de caballero
que haréis cuanto aquí os encargue, 1180
con inviolable secreto.
DON CARLOS
Yo os lo juro, amigo mío;
acabad, pues.
 

(Hace un esfuerzo DON ÁLVARO como para meter la mano en el bolsillo y no puede.)

 
DON ÁLVARO
¡Ah..., no puedo!
Meted en este bolsillo,
que tengo aquí al lado izquierdo 1185
sobre el corazón, la mano.
 

(Lo hace DON CARLOS.)

 
¿Halláis algo en él?
DON CARLOS
Sí, encuentro
una llavecita...
DON ÁLVARO
Es ésa.

  (Saca DON CARLOS la llave.) 

Con ella abrid, yo os lo ruego,
a solas y sin testigos, 1190
una caja que en el centro
hallaréis de mi maleta.
En ella, con sobre y sello,
un legajo hay de papeles;
custodiarlos con esmero, 1195
y al momento que yo expire
los daréis, amigo al fuego.
DON CARLOS
¿Sin abrirlos?
DON ÁLVARO

 (Muy agitado.) 

Sin abrirlos,
que en ellos hay un misterio
impenetrable... ¿Palabra 1200
me dais, don Félix, de hacerlo?
DON CARLOS
Yo os la doy con todo el alma.
DON ÁLVARO
Entonces, tranquilo muero.
Dadme el postrimer abrazo,
y ¡adiós, adiós!
CIRUJANO

 (Enfadado.) 

Al momento
1205
a la alcoba. Y vos, don Félix,
si es que tenéis tanto empeño
en que su vida se salve,
haced que guarde silencio,
y excusad también que os vea, 1210
pues se conmueve en extremo.
 

(Llévanse los soldados la camilla; entra también el CIRUJANO, y DON CARLOS queda pensativo y lloroso.)

 


Escena VIII

DON CARLOS
   ¿Ha de morir...-¡qué rigor!-
tan bizarro militar?
Si no lo puedo salvar
será eterno mi dolor, 1215
puesto que él me salvó a mí.
Y desde el momento aquel
que guardó mi vida él,
guardar la suya ofrecí.

 (Pausa.) 

Nunca vi tanta destreza 1220
en las armas, y jamás
otra persona de más
arrogancia y gentileza.
Pero es hombre singular,
y en el corto tiempo que 1225
le trato rasgos noté
que son dignos de extrañar.

 (Pausa.) 

¿Y de Calatrava el nombre
por qué así le horrorizó
cuando pronunciarlo oyó?... 1230
¿Qué hallará en él que le asombre?
¡Sabrá que está deshonrado!...
Será un hidalgo andaluz...
¡Cielos!...¡Qué rayo de luz
sobre mí habéis derramado 1235
en este momento!...Sí.
¿Podrá ser éste el traidor,
de mi sangre deshonor,
el que a buscar vine aquí.

 (Furioso y empuñando la espada.) 

¿Y aún respira?... No, ahora mismo 1240
a mis manos...

 (Corre hacia la alcoba y se detiene.) 

¿Dónde estoy?...
¿Ciego a despeñarme voy
de la infamia en el abismo?
¿A quien mi vida salvó,
y que moribundo está, 1245
matar inerme podrá
un caballero cual yo?

  (Pausa.) 

¿No puede falsa salir
mi sospecha?... Sí... ¿Quién sabe?...
Pero, ¡cielos!, esta llave 1250
todo me lo va a decir.

 (Se acerca a la maleta, la abre precipitado, y saca la caja poniéndola sobre la mesa.) 

Salid, caja misteriosa,
del destino urna fatal,
a quien con sudor mortal
toca mi mano medrosa; 1255
me impide abrirte el temblor
que me causa el recelar
que en tu centro voy hallar
los pedazos de mi honor.

 (Resuelto y abriendo.) 

Mas no, que en ti mi esperanza, 1260
la luz, que me da el destino,
está para hallar camino
que me lleve a la venganza.

 (Abre y saca un legajo sellado.) 

Ya el legajo tengo aquí.
¿Qué tardo el sello en romper?... 1265

 (Se contiene.) 

¡Oh cielos! ¿Qué voy a hacer?
¿Y la palabra que di?
Mas si la suerte me da
tan inesperado medio
de dar a mi honor remedio, 1270
el perderlo ¿qué será?
Si a Italia sólo he venido
a buscar al matador
de mi padre y de mi honor,
con nombre y porte fingido, 1275
¿qué importa que el pliego abra,
si lo que vine a buscar
a Italia, voy a encontrar?...
Pero, no; di mi palabra.
Nadie, nadie aquí lo ve... 1280
¡Cielos, lo estoy viendo yo!
Mas si él mi vida salvó,
también la suya salvé.
Y si es el infame indiano,
el seductor asesino, 1285
¿no es bueno cualquier camino
por donde venga a mi mano?
Rompo esta cubierta, sí,
pues nadie lo ha de saber...
Mas, ¡cielos!, ¿qué voy a hacer? 1290
¿Y la palabra que di?

 (Suelta el legajo.) 

No, jamás. ¡Cuán fácilmente
nos pinta nuestra pasión
una infame y vil acción
como acción indiferente! 1295
A Italia vine anhelando
mi honor manchado lavar.
¿Y mi empresa he de empezar
el honor amancillando?
Queda, ¡oh secreto!, escondido, 1300
si en este legajo estás,
que un medio infame, jamás
lo usa el hombre bien nacido.

 (Registrando la maleta.) 

Si encontrar aquí pudiera
algún otro abierto indicio 1305
que, sin hacer perjüicio
a mi opinión, me advirtiera...

 (Sorprendido.) 

¡Cielos!... Lo hay... Esta cajilla,

 (Saca una cajita como de retrato.)  

que algún retrato contiene.

 (Reconociéndola.)  

Ni sello ni sobre tiene, 1310
tiene sólo una aldabilla.
Hasta sin ser indiscreto
reconocerla me es dado;
nada de ella me han hablado,
ni rompo ningún secreto. 1315
Ábrola, pues, en buen hora,
aunque un basilisco vea,
aunque para el mundo sea
caja fatal de Pandora.

 (La abre, y exclama muy agitado.) 

¡Cielos!.. No... no me engañé, 1320
esta es mi hermana Leonor...
¿Para qué prueba mayor?...
Con la más clara encontré.
Ya está todo averiguado:
Don Álvaro es el herido. 1325
Brújula el retrato ha sido
que mi norte me ha marcado.
¿Y a la infame... -me atribulo-,
con él en Italia tiene?...
Descubrirlo me conviene 1330
con astucia y disimulo.
¡Cuán feliz será mi suerte
si la venganza y castigo
sólo de un golpe consigo,
a los dos dando la muerte!... 1335
Mas... ¡ah!..., no me precipite
mi honra, cielos, ofendida.
Guardad a este hombre la vida
para que yo se la quite.
 

(Vuelve a colocar los papeles y el retrato en la maleta. Se oye ruido, y queda suspenso.)

 


Escena IX

 

EL CIRUJANO, que sale muy contento

 
CIRUJANO
Albricias pediros quiero; 1340
ya le he sacado la bala,

 (Se la enseña.) 

y no es la herida tan mala
cual me pareció primero.
DON CARLOS

 (Le abraza fuera de sí.) 

¿De veras?... Feliz me hacéis;
por ver bueno al capitán, 1345
tengo, amigo, más afán
del que imaginar podéis.

 
 
FIN DE LA JORNADA TERCERA