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ArribaAbajo Capitulo XXXII

Que trata de lo que sucedio en la venta a toda la quadrilla de don Quixote


Acabose la buena comida, ensillaron luego, y, sin que les sucediesse cosa digna de contar, llegaron otro dia a la venta, espanto y asombro de Sancho Pança; y aunque el quisiera no entrar en ella, no lo pudo huyr. La ventera, ventero, su hija y Maritornes, que vieron venir a don Quixote y a Sancho, les salieron a recebir con muestras de mucha alegria, y el las recibio con graue continente y aplauso, y dixoles que le adereçassen otro mejor lecho que la vez passada; a lo qual le respondio la huespeda que como la pagasse mejor que la otra vez, que1249 ella se le1250 daria de principes. Don Quixote dixo que si haria, y, assi, le adereçaron vno razonable en el mismo caramanchon1251 de marras, y el se acosto luego, porque venia muy quebrantado y falto de juyzio. No se huuo bien encerrado, quando la huespeda arremetio al barbero y, asiendole de la barba, dixo:

«Para mi santiguada, que no se ha aun de aprouechar mas de mi rabo para su barba, y que me ha de boluer mi cola; que anda lo de mi marido por essos suelos, que es vergüença, digo, el peyne que solia yo colgar de mi buena cola.»

No se la queria dar el barbero, aunque ella mas tiraua, hasta que el licenciado le dixo que   —80→   se la diesse; que ya no era menester mas vsar de aquella industria, sino que se descubriesse y mostrasse en su misma forma, y dixesse a don Quixote que quando le despojaron los ladrones galeotes se auia1252   -fol. 178v-   venido a aquella venta huyendo, y que si preguntasse por el escudero de la princesa, le dirian que ella le auia embiado adelante a dar auiso a los de su reyno como ella yua y lleuaua consigo al libertador de todos. Con esto dio de buena gana la cola a la ventera el barbero, y assimismo le boluieron todos los aderentes que auia prestado para la libertad de don Quixote. Espantaronse todos los de la venta de la hermosura de Dorotea, y aun del buen talle del zagal Cardenio. Hizo el cura que les adereçassen de comer de lo que en la venta huuiesse, y el huesped, con esperança de mejor paga, con diligencia les adereçó vna razonable comida; y a todo esto dormia don Quixote, y fueron de parecer de no despertalle, porque mas prouecho le haria por entonces el dormir que el comer.

Trataron sobre comida, estando delante el ventero, su muger, su hija1253, Maritornes, todos los passageros, de la estraña locura de don Quixote y del modo que le auian hallado. La huespeda les conto lo que con el y con el harriero les auia acontecido; y1254, mirando si acaso estaua alli Sancho, como no le viesse, conto todo lo de su manteamiento, de que no poco gusto recibieron. Y como el cura dixesse que los libros de cauallerias que don Quixote   —81→   auia leydo le auian buelto el juyzio, dixo el ventero:

«No se yo cómo puede ser esso; que en verdad que, a lo que yo entiendo, no ay mejor letrado1255 en el mundo, y que tengo ai dos o tres dellos, con otros papeles, que verdaderamente me han dado la vida, no solo a mi, sino a otros muchos. Porque quando es tiempo de la siega, se recogen aqui, las fiestas, muchos segadores, y siempre ay algunos que saben1256 leer, el qual coge   -fol. 179r-   vno destos libros en las manos, y rodeamonos del mas de treynta, y estamosle escuchando con tanto gusto que nos quita mil canas; a lo menos, de mi se decir que quando oyo dezir aquellos furibundos y terribles golpes que los caualleros pegan, que me toma gana de hazer otro tanto, y que querria estar oyendolos noches y dias.»

«Y yo ni mas ni menos», dixo la ventera, «porque nunca tengo buen rato en mi casa, sino aquel que vos estays escuchando leer; que estays tan embobado, que no os acordays de reñir por entonces.»

«Assi es la verdad», dixo Maritornes; «y a buena fe que yo tambien gusto mucho de oyr aquellas cosas, que son muy lindas, y mas quando cuentan que se está la otra1257 señora debaxo de vnos naranjos abraçada con su cauallero, y que les está vna dueña haziendoles la guarda, muerta de embidia y con mucho sobresalto. Digo que todo esto es cosa de mieles.»

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«Y a vos ¿qué os parece, señora donzella?», dixo el cura, hablando con la hija del ventero.

«No se, señor, en mi anima», respondio ella; «tambien yo lo escucho, y en verdad que, aunque no lo entiendo, que recibo gusto en oyllo; pero no gusto yo de los golpes de que mi padre gusta, sino de las lamentaciones que los caualleros hazen quando estan ausentes de sus señoras; que en verdad que algunas vezes me hazen llorar de compassion que les tengo.»

«Luego ¿bien las remediarades vos, señora donzella», dixo Dorotea, «si por vos lloraran?»

«No se lo que me hiziera», respondio la moça, «solo se que ay algunas señoras de aquellas tan crueles, que las llaman sus caualleros tigres, y leones, y otras mil inmundicias. Y ¡Jesus!, yo no se qué gente es aquella tan   -fol. 179v-   desalmada y tan sin conciencia, que por no mirar a vn hombre honrado, le dexan que se muera, o que se buelua loco. Yo no se para qué es tanto melindre; si lo hazen de honradas, casense con ellos, que ellos no dessean otra cosa.»

«¡Calla, niña!», dixo la ventera; «que parece que sabes mucho destas cosas, y no está bien a las donzellas saber ni hablar tanto.»

«Como me lo pregunta este señor», respondio ella, «no pude dexar de respondelle.»

«Aora, bien», dixo el cura, «traedme, señor huesped, aquessos libros; que los quiero ver.»

«Que me1258 plaze», respondio el.

Y, entrando en su aposento, sacó del vna   —83→   maletilla vieja cerrada con vna cadenilla, y, abriendola, halló en ella tres libros grandes y vnos papeles de muy buena letra, escritos de mano. El primer libro que abrio vio que era Don Cirongilio de Tracia, y el otro de Felixmarte de Yrcania, y el otro la Historia del Gran Capitan Gonçalo Hernandez de Cordoua, con la vida de Diego Garcia de Paredes1259. Assi como el cura leyo los dos titulos primeros, boluio el rostro al barbero, y dixo:

«Falta nos hazen aqui aora el ama de mi amigo y su sobrina.»

«No hazen», respondio el barbero; «que tambien se yo lleuallos1260 al corral o a la chimenea: que en verdad que ay muy buen fuego en ella.»

«Luego ¿quiere vuestra merced quemar mas1261 libros?», dixo el ventero.

«No mas», dixo el cura, «que estos dos: el de Don Cirongilio y el de Felixmarte

«Pues, ¿por ventura», dixo el ventero, «mis libros son herejes o flematicos, que los quiere quemar?»

«Cismaticos quereys dezir, amigo», dixo el barbero; «que no flematicos

«Assi es», replicó   -fol. 180r-   el ventero; «mas si alguno quiere quemar, sea esse del Gran Capitan y desse Diego Garcia; que antes dexaré quemar vn hijo que dexar quemar ninguno dessotros.»

«Hermano mio», dixo el cura, «estos dos libros son mentirosos y estan llenos de disparates y deuaneos. Y este del Gran Capitan es historia   —84→   verdadera y tiene los hechos de Gonçalo Hernandez de Cordoua; el qual, por sus muchas y grandes hazañas merecio ser llamado de todo el mundo Gran Capitan1262, renombre famoso y claro y del solo merecido. Y este Diego Garcia de Paredes fue vn principal cauallero, natural de la ciudad de Truxillo, en Estremadura, valentissimo soldado, y de tantas fuerças naturales, que detenia con vn dedo1263 vna rueda de molino en la mitad de su furia. Y puesto con vn montante en la entrada de vna puente, detuuo a todo vn innumerable exercito, que no passasse por ella. Y hizo otras tales cosas, que si como1264 el las cuenta y las escriue el, assimismo1265 con la modestia de cauallero y de coronista propio, las escriuiera otro libre y desapassionado, pusieran en su1266 oluido las de los Hetores1267, Aquiles y Roldanes.»

«¡Tomaos con mi padre!», dixo el1268 ventero; «mirad de qué se espanta, de detener vna rueda de molino; por Dios, aora auia vuestra merced de leer lo que [hizo]1269 Felixmarte de Yrcania, que de vn reues solo partio cinco gigantes por la cintura como si fueran hechos de hauas, como los fraylezicos que hazen los niños. Y otra vez arremetio con vn grandissimo y poderosissimo exercito, donde lleuó mas de vn millon y seyscientos mil soldados,   -fol. 180v-   todos armados desde el pie hasta la cabeça, y los desbarató a todos como si fueran manadas de ouejas. Pues ¿qué me diran del bueno de don Cirongilio de Tracia, que fue tan valiente y animoso   —85→   como se vera en el libro, donde cuenta1270 que nauegando por vn rio, le salio de la mitad del agua vna serpiente de fuego, y el, assi como la vio, se arrojó sobre ella, y se puso a horcaxadas encima de sus escamosas espaldas y la apreto con ambas manos la garganta, con tanta fuerça que, viendo la serpiente que la yua ahogando, no tuuo otro remedio sino dexarse yr a lo hondo del rio, lleuandose tras si al cauallero, que nunca la quiso soltar? Y quando llegaron alla [a]baxo, se halló en vnos palacios y en vnos jardines tan lindos, que era marauilla, y luego la sierpe se boluio en vn viejo anciano, que le dixo tantas de cosas que no ay mas que oyr. ¡Calle, señor, que si oyesse esto, se bolueria loco de plazer; dos higas para el Gran Capitan y para esse Diego Garcia, que dize!»

Oyendo esto Dorotea, dixo callando1271 a Cardenio:

«Poco le falta a nuestro huesped para hazer la segunda parte de don Quixote.»

«Assi me parece a mi», respondio Cardenio, «porque, segun da indicio, el tiene por cierto que todo lo que estos libros cuentan passó ni mas ni menos que lo escriuen, y no le haran creer otra cosa frayles descalços.»

«Mirad, hermano», tornó a dezir el cura, «que no huuo en el mundo Felixmarte de Yrcania, ni don Cirongilio de Tracia, ni otros caualleros semejantes que los libros de cauallerias cuentan. Porque todo es compostura y ficcion de   —86→   ingenios ociosos que los compusieron para el efeto que vos dezis de entretener el tiempo, como lo entretienen   -fol. 181r-   leyendolos vuestros segadores; porque, realmente, os juro que nunca tales caualleros fueron en el mundo, ni tales hazañas ni disparates acontecieron en el.»

«¡A otro perro con esse huesso!1272», respondio el ventero. «¡Como si yo no supiesse quántas son cinco y adónde me aprieta el çapato! ¡No piense vuestra merced darme papilla, porque, por Dios que no soy nada blanco!1273. ¡Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenos libros dizen sea disparates y mentiras, estando impresso1274 con licencia de los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que auian de dexar imprimir tanta mentira junta, y tantas batallas y tantos encantamentos, que quitan el juyzio!»

«Ya os he dicho, amigo», replicó el cura, «que esto se haze para entretener nuestros ociosos pensamientos; y assi como se consiente en las republicas bien concertadas que aya juegos de axedrez, de pelota y de trucos, para entretener a algunos que ni tienen1275 ni deuen ni pueden trabajar, assi se consiente imprimir y que aya tales libros; creyendo, como es verdad, que no ha de auer alguno tan ignorante que tenga por historia verdadera ninguna1276 destos libros. Y si me fuera licito agora1277 y el auditorio lo requiriera, yo dixera cosas acerca de lo que han de tener los libros de cauallerias para   —87→   ser buenos, que quiça fueran de prouecho y aun de gusto para algunos; pero yo espero que vendra tiempo en que lo pueda comunicar con quien pueda remediallo, y en este entretanto, creed, señor ventero, lo que os he dicho, y tomad vuestros libros, y alla os auenid con sus verdades o mentiras, y buen prouecho os hagan, y   -fol. 181v-   quiera Dios que no coxeeys del pie que coxea vuestro huesped don Quixote.»

«Esso no», respondio el ventero; «que no sere yo tan loco que me haga cauallero andante: que bien veo que aora no se vsa lo que se vsaua en aquel tiempo, quando se dize que andauan por el mundo estos famosos caualleros.»

A la mitad desta platica se halló Sancho presente, y quedó muy confuso y pensatiuo de lo que auia oydo dezir: que aora no se vsauan caualleros andantes, y que todos los libros de cauallerias eran necedades y mentiras, y propuso en su coraçon de esperar en lo que paraua aquel viaje de su amo, y que si no salia con la felicidad que el pensaua, determinaua de dexalle y boluerse con su muger y sus hijos a su acostumbrado trabajo.

Lleuauase la maleta y los libros el ventero, mas el cura le dixo:

«Esperad, que quiero ver qué papeles son essos que de tan buena letra estan escritos.»

Sacolos el huesped, y, dandoselos a leer, vio hasta obra de ocho pliegos, escritos de mano, y al principio tenian vn titulo grande que dezia:   —88→   Nouela del Curioso impertinente. Leyo el cura para si tres o quatro reglones, y dixo:

«Cierto que no me parece mal el titulo desta nouela, y que me viene voluntad de leella toda.»

A lo que respondio el ventero:

«Pues bien puede leella su reuerencia, porque le hago saber que [a] algunos1278 huespedes que aqui la han leydo les ha contentado mucho, y me la han pedido con muchas veras; mas yo no se la he querido dar, pensando boluersela a quien aqui dexó esta maleta oluidada con estos libros y essos papeles; que bien puede ser que buelua su dueño por   -fol. 182r-   aqui algun tiempo, y aunque se que me han de hazer falta los libros, a fe que se los he de boluer; que aunque ventero todavia soy christiano.»

«Vos teneys mucha razon, amigo», dixo el cura; «mas, con todo esso, si la nouela me contenta, me la aueys de dexar trasladar.»

«De muy buena gana», respondio el ventero.

Mientras los dos esto dezian, auia tomado Cardenio la nouela y començado a leer en ella, y, pareciendole lo mismo que al cura, le rogo que la leyesse de modo que todos la oyessen.

«Si leyera», dixo el cura, «si no fuera mejor gastar este tiempo en dormir que en leer.»

«Harto reposo sera para mi», dixo Dorotea, «entretener el tiempo oyendo algun cuento, pues aun no tengo el espiritu tan sossegado, que me conceda dormir quando fuera razon.»

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«Pues dessa manera», dixo el cura, «quiero leerla por curiosidad siquiera; quiça tendra alguna1279 de gusto.»

Acudio maese Nicolas a rogarle lo mesmo1280, y Sancho tambien; lo qual visto del cura, y entendiendo que a todos daria gusto y el le recibiria1281, dixo:

«Pues assi es, estenme todos atentos; que la nouela comiença desta manera.»



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Donde se cuenta la nouela del Curioso impertinente


En Florencia, ciudad rica y famosa de Italia, en la prouincia que llaman Toscana, viuian Anselmo y Lotario, dos caualleros1282   -fol. 182v-   ricos y principales, y tan amigos, que por excelencia y antonomasia de todos los que los conocian los dos amigos eran llamados1283. Eran solteros, moços de vna misma edad y de vnas mismas costumbres, todo lo qual era bastante causa a que los dos con reciproca amistad se correspondiessen. Bien es verdad que el Anselmo era algo mas inclinado a los passatiempos amorosos que el Lotario, al qual lleuauan tras si los de la caça. Pero quando se ofrecia dexaua Anselmo de acudir a sus gustos por seguir los de Lotario, y Lotario dexaua los suyos por acudir a los de Anselmo; y desta manera andauan tan a vna sus voluntades, que no auia concertado relox que assi lo anduuiesse.

Andaua Anselmo perdido de amores de vna donzella principal y hermosa de la misma ciudad, hija de tan buenos padres, y tan buena ella por si, que se determinó, con el parecer de su amigo Lotario, sin el qual ninguna cosa hazia, de pedilla por esposa a sus padres; y, assi, lo puso en execucion; y el que lleuó la embaxada fue Lotario, y el que1284 concluyó el negoció tan a gusto de su amigo, que en breue   —91→   tiempo se vio puesto en la possession que desseaua, y Camila tan contenta de auer alcançado a Anselmo por esposo, que no cessaua de dar gracias al cielo y a Lotario, por cuyo medio tanto bien le auia venido.

Los primeros dias, como todos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario, como solia, la casa de su amigo Anselmo, procurando honralle, festejalle y regozijalle con todo aquello que a el le fue possible. Pero acabadas las bodas, y sossegada ya la   -fol. 182r [183r]-   frequencia de las visitas y parabienes, començo Lotario a descuydarse con cuydado de las ydas en casa de Anselmo, por parecerle a el, como es razon que parezca a todos los que fueren discretos, que no se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que quando eran solteros; porque aunque la buena y verdadera amistad no puede ni deue de ser sospechosa en nada, con todo esto es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mesmos1285 hermanos, quanto mas de los amigos.

Notó Anselmo la remission de Lotario, y formó del quexas grandes, diziendole que si el supiera que el casarse auia de ser parte para no comunicalle como solia, que jamas lo huuiera hecho; y que si por la buena correspondencia que los dos tenian mientras el fue soltero auian alcançado tan dulce nombre como el de ser1286 llamados los dos amigos, que no permitiesse por querer hazer del circunspecto1287,   —92→   sin otra ocasion alguna, que tan famoso y tan agradable nombre se perdiesse; y que, assi, le suplicaua1288, si era licito que tal termino de hablar se vsasse entre ellos, que boluiesse a ser señor de su casa y a entrar y salir en ella como de antes, asegurandole que su esposa Camila no tenia otro gusto ni otra voluntad que la que el queria que tuuiesse; y que por auer sabido ella con quántas veras los dos se amauan, estaua confusa de ver en el tanta esquiueza.

A todas estas y otras muchas razones que Anselmo dixo a Lotario para persuadille boluiesse, como solia, a su casa, respondio Lotario con tanta prudencia, discrecion y auiso, que Anselmo quedó satisfecho de la buena intencion de su amigo; y quedaron   -fol. 182v [183v]-   de concierto que dos dias en la semana y las fiestas fuesse Lotario a comer con el; y aunque esto quedó assi concertado entre los dos, propuso Lotario de no hazer mas de aquello que viesse que mas conuenia a la honra de su amigo, cuyo credito est[im]aua1289 en mas que el suyo proprio. Dezia el, y dezia bien, que el casado a quien el cielo auia concedido muger hermosa tanto cuydado auia de tener qué amigos lleuaua a su casa, como en mirar con qué amigas su muger conuersaua, porque lo que no se haze ni concierta en las plaças, ni en los templos, ni en las fiestas publicas, ni estaciones, cosas que no todas vezes las han de negar los maridos a sus mugeres, se concierta y facilita en casa de la   —93→   amiga o la parienta de quien mas satisfacion se tiene1290.

Tambien dezia Lotario que tenian necessidad los casados de tener cada vno algun amigo que le aduirtiesse de los descuydos que en su proceder hiziesse1291, porque suele acontecer que con el mucho amor que el marido a la muger tiene, o no le aduierte, o no le dize, por no enojalla, que haga o dexe de hazer algunas cosas, que el hazellas, o no, le seria de honra, o de vituperio; de lo qual, siendo del amigo aduertido, facilmente pondria remedio en todo. Pero ¿dónde se hallará amigo tan discreto y tan leal y verdadero como aqui Lotario1292 le pide? No lo se yo, por cierto; solo Lotario era este, que con toda solicitud y aduertimiento miraua por la honra de su amigo, y procuraua dezmar, frisar y acortar los dias del concierto del yr a su casa, porque no pareciesse mal1293 al vulgo ocioso, y a los ojos vagabundos y maliciosos, la entrada de vn moço rico, gentilhombre y bien nacido, y de las buenas partes que el pensaua   -fol. 184r-   que tenia1294, en la casa de vna muger tan hermosa como Camila; que, puesto que su bondad1295 y valor podia poner freno a toda maldiciente lengua, todavia no queria poner en duda su credito ni el de su amigo, y por esto los mas de los dias del concierto los ocupaua y entretenia1296 en otras cosas, que el daua a entender ser inexcusables. Assi que en quexas del vno y disculpas del otro se passauan muchos ratos y partes del dia.

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Sucedio, pues, que vno, que los dos se andauan passeando por vn prado fuera de la ciudad, Anselmo dixo a Lotario las semejantes razones1297:

«Pensauas1298, amigo Lotario, que a las mercedes que Dios me ha hecho en hazerme hijo de tales padres como fueron los mios, y al1299 darme no con mano escasa los bienes, assi los que llaman de naturaleza como los de fortuna, no puedo yo corresponder con agradecimiento que llegue al bien recebido y sobre al que1300 me hizo en darme a ti por amigo y a Camila por muger propria1301, dos prendas que las estimo, si no en el grado que deuo1302, en el que puedo. Pues con todas estas partes, que suelen ser el todo con que los hombres suelen y pueden viuir contentos, viuo yo el mas despechado y el mas desabrido hombre de todo el vniuerso mundo1303. Porque no se qué dias a esta parte me fatiga y aprieta vn desseo tan estraño y tan fuera del vso comun de otros, que yo me marauillo de mi mismo1304, y me culpo, y me riño a solas, y procuro callarlo y encubrirlo1305 de mis proprios1306 pensamientos, y, assi, me ha sido possible salir con este secreto1307 como si de industria procurara dezillo a todo   -fol. 184v-   el mundo; y pues que, en efeto, el ha de salir a plaça, quiero que sea en la del archiuo de tu secreto, confiado que con1308 el y con la diligencia que pondras, como mi amigo verdadero, en remediarme, yo me vere presto libre de la angustia que me causa, y llegará mi alegria por tu solicitud   —95→   al grado que ha llegado mi descontento por mi locura.»

Suspenso tenian a Lotario las razones de Anselmo, y no sabia en qué auia de parar tan larga preuencion o preambulo, y aunque yua reboluiendo en su imaginacion qué desseo podria ser aquel que a su amigo tanto fatigaua, dio siempre muy lexos del blanco de la verdad; y por salir presto de la agonia que le causaua aquella suspension, le dixo que hazia notorio agrauio a su mucha amistad en andar buscando rodeos para dezirle sus mas encubiertos1309 pensamientos, pues tenia cierto que se podia prometer del, o ya consejos para entretenellos1310, o ya remedio para cumplillos.

«Assi es la verdad», respondio Anselmo, «y con essa confiança te hago saber, amigo Lotario, que el desseo que me fatiga es pensar si Camila, mi esposa, [es tan]1311 buena y tan perfeta como yo pienso, y no puedo enterarme en esta verdad si no es prouandola de manera, que la prueua manifieste los quilates de su bondad, como el fuego muestra los del oro. Porque yo tengo para mi, o amigo, que no es vna muger mas buena de quanto es o no es solicitada, y que aquella sola es fuerte que no se1312 dobla a las promessas, a las dadiuas, a las lagrimas y a las continuas importunidades de los solicitos amantes. Porque, ¿qué ay que agradecer -dezia él- que vna muger sea buena, si nadie le dize que sea mala? ¿Qué mucho que esté recogida y temerosa la   -fol. 185r-   que no le dan ocasion   —96→   para que se suelte, y la que sabe que tiene marido que, en cogiendola en la primera desemboltura, la ha de quitar la vida? Ansi que la que es buena por temor, o por falta de lugar, yo no la quiero tener en aquella estima en que tendre a la solicitada y perseguida que salio con la corona del vencimiento. De modo que, por estas razones y por otras muchas que te pudiera dezir para acreditar y fortalecer la opinion que tengo, desseo que Camila mi esposa passe por estas dificultades y se acrisole y quilate en el fuego de verse requerida y solicitada, y de quien tenga valor para poner en ella sus desseos; y si ella sale, como creo que saldra, con la palma desta batalla, tendre yo por sin ygual mi ventura. Podre yo dezir que está colmo el vazio de mis desseos. Dire que me cupo en suerte la muger fuerte de quien el Sabio dize que ¿quién la hallará? Y quando esto suceda al reues de lo que pienso, con el gusto de ver que acerte en mi opinion, lleuaré sin pena la que de razon podra causarme mi tan costosa experiencia. Y prosupuesto que ninguna cosa de quantas me dixeres en contra de mi desseo ha de ser de algun prouecho para dexar de ponerle por la obra, quiero, o amigo Lotario, que te dispongas a ser el instrumento que labre aquesta obra de mi gusto; que yo te dare lugar para que lo hagas, sin faltarte todo aquello que yo viere ser necessario para solicitar a vna muger honesta, honrada, recogida y desinteressada.

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»Y mueueme, entre otras cosas, a fiar de ti esta tan ardua empresa, el ver que si de ti es vencida Camila, no ha de llegar el vencimiento a todo trance y rigor, sino a solo a tener   -fol. 185v-   por hecho lo que se ha de hazer1313, por buen respeto, y, assi, no quedaré yo ofendido mas de con el desseo, y mi injuria quedará escondida en la virtud de tu silencio, que bien se que en lo que me tocare ha de ser eterno como el de la muerte. Assi que, si quieres que yo tenga vida que pueda dezir que lo es, desde luego has de entrar en esta amorosa batalla, no tibia ni perezosamente, sino con el ahinco y diligencia que mi desseo pide y con la confiança que nuestra amistad me assegura.»

Estas fueron las razones que Anselmo dixo a Lotario, a todas las quales estuuo tan atento, que, si no fueron las que quedan escritas que le dixo, no desplego sus labios hasta que huuo acauado, y viendo que no dezia mas, despues que le estuuo mirando vn buen espacio, como si mirara otra cosa que jamas huuiera visto, que le causara admiracion y espanto, le dixo:

«No me puedo persuadir, o amigo Anselmo, a que no sean burlas las cosas que me has dicho; que a pensar que de veras las dezias no consintiera que tan adelante passaras, porque con no escucharte preuiniera tu larga arenga. Sin duda imagino, o que no me conoces, o que yo no te conozco. Pero no: que bien se que eres Anselmo y tu sabes que yo soy Lotario; el daño está en que yo pienso que no eres el Anselmo   —98→   que solias, y tu deues de auer pensado que tampoco yo soy el Lotario que deuia ser; porque las cosas que me has dicho, ni son de aquel Anselmo mi amigo, ni las que me pides se han de pedir a aquel Lotario que tu conoces. Porque los buenos amigos han de prouar a sus amigos, y valerse dellos, como dixo vn poeta: usque ad aras; que quiso dezir   -fol. 186r-   que no se auian de valer de su amistad en cossas que fuessen contra Dios. Pues si esto sintio vn gentil de la amistad, ¿quánto mejor es que lo sienta el christiano que sabe que por ninguna humana ha de perder la amistad diuina? Y quando el amigo tirasse tanto la barra, que pusiesse aparte los respetos del cielo por acudir a los de su amigo, no ha de ser por cosas ligeras y de poco momento, sino por aquellas en que vaya la honra y la vida de su amigo. Pues dime tu aora, Anselmo, ¿quál destas dos cosas tienes en peligro, para que yo me auenture a complacerte y a hazer vna cosa tan detestable como me pides? Ninguna, por cierto; antes me pides, segun yo entiendo, que procure y solicite quitarte la honra y la vida, y quitarmela a mi juntamente. Porque si yo he de procurar quitarte la honra, claro está que te quito la vida, pues el hombre sin honra peor es que vn muerto; y, siendo yo el instrumento, como tu quieres que lo sea, de tanto mal tuyo, ¿no vengo a quedar1314 deshonrado y, por el mesmo consiguiente, sin vida? Escucha, amigo Anselmo, y ten paciencia de no responderme hasta que acabe de   —99→   dezirte lo que se me ofreciere acerca de lo que te ha pedido tu desseo; que tiempo quedará para que tu me repliques y yo te escuche.»

«Que me plaze», dixo Anselmo; «di lo que quisieres.»

Y Lotario prosiguio, diziendo:

«Pareceme, o Anselmo, que tienes tu aora el ingenio como el que siempre tienen los moros, a los quales no se les puede dar a entender el error de su secta1315 con las acotaciones de la Santa Escritura, ni con razones que consistan en especulacion del entendimiento, ni que   -fol. 186v-   vayan fundadas en articulos de fe, sino que les han de traer exemplos palpables, faciles, intelegibles1316, demonstratiuos, indubitables, con demostraciones1317 matematicas, que no se pueden negar, como quando dizen: “Si de dos partes yguales quitamos partes yguales, las que quedan tambien son yguales.” Y quando esto no entiendan de palabra, como en efeto no lo entienden, haseles de mostrar con las manos y ponerselo delante de los ojos, y aun con todo esto no basta nadie con ellos a persuadirles las verdades de mi1318 sacra religion. Y este mesmo1319 termino y modo me conuendra vsar contigo, porque el desseo que en ti ha nacido va tan descaminado y tan fuera de todo aquello que tenga sombra de razonable, que me parece que ha de ser tiempo gastado1320 el que ocupare en darte a entender tu simplicidad, que por aora no le quiero dar otro nombre, y aun estoy por dexarte en tu desatino, en pena de   —100→   tu mal desseo; mas no me dexa vsar deste rigor la amistad que te tengo, la qual no consiente que te dexe puesto en tan manifiesto peligro de perderte.

»Y porque claro lo veas, dime, Anselmo: ¿tu no me has dicho que tengo de solicitar a vna retirada, persuadir a vna honesta, ofrecer a vna desinteressada, seruir a vna prudente? Si que me lo has dicho. Pues si tu sabes que tienes muger retirada, honesta, desinteressada y prudente, ¿qué buscas? Y si piensas que de todos mis assaltos ha de salir vencedora, como saldra sin duda, ¿qué mejores titulos piensas darle despues que los que aora tiene?; ¿o qué sera mas despues de lo que es aora? O es que tu no la tienes por la que dizes, o tu no sabes lo que pides.   -fol. 187r-   Si no la tienes por lo1321 que dizes, ¿para qué quieres prouarla, sino, como a mala, hazer della lo que mas te viniere en gusto? Mas si es tan buena como crees, impertinente cosa sera hacer experiencia de la mesma1322 verdad, pues despues de hecha se ha de quedar con la estimacion que primero tenia. Assi que es razon concluyente que el intentar las cosas de las quales antes nos puede suceder daño que prouecho es de juyzios sin discurso y temerarios; y mas quando quieren intentar aquellas a que no son forçados ni compelidos, y que de muy lexos traen descubierto que el intentarlas es manifiesta locura.

»Las cosas dificultosas se intentan por Dios, o por el mundo, o por entrambos a dos: las   —101→   que se acometen por Dios son las que acometieron los santos, acometiendo a viuir vida de angeles en cuerpos humanos; las que se acometen por respeto del mundo son las de aquellos que passan tanta infinidad de agua, tanta diuersidad de climas, tanta estrañeza de gentes, por adquirir estos que llaman bienes de fortuna. Y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente, son aquellas de los valerosos soldados, que apenas veen en el contrario muro abierto tanto espacio quanto es el que pudo hazer vna redonda bala de artilleria, quando, puesto aparte todo temor, sin hazer discurso ni aduertir al manifiesto peligro que les amenaza, lleuados en buelo de las alas del desseo de boluer por su fe, por su nacion y por su rey, se arrojan intrepidamente por la mitad de mil contrapuestas muertes1323 que los esperan. Estas cosas son las que suelen intentarse, y es honra, gloria y prouecho, intentarlas, aunque tan llenas de inconuenientes y peligros.

»Pero la que tu dizes que   -fol. 187v-   quieres intentar y poner por obra, ni te ha de alcançar gloria de Dios, bienes de la fortuna, ni fama con los hombres; porque, puesto que salgas con ella como desseas, no has de quedar ni mas vfano, ni mas rico, ni mas honrado que estás aora; y si no sales, te has de ver en la mayor miseria que imaginarse pueda; porque no te ha de aprouechar pensar entonces que no sabe nadie la desgracia que te ha sucedido, porque bastará para afligirte y deshazerte que la sepas tu mesmo1324.   —102→   Y para confirmacion desta verdad, te quiero dezir vna estancia, que hizo el famoso poeta Luys Tansilo, en el fin de su primera parte de las Lagrimas de san Pedro, que dize assi:


Crece el dolor y crece la verguença
en Pedro, quando el dia se ha mostrado,
y aunque alli no ve a nadie, se auerguença
de si mesmo1325, por ver que auia pecado:
que a vn magnanimo pecho a1326 auer verguença
no solo ha de mouerle el ser mirado;
que de si se auerguença cuando yerra,
si bien otro no vee que cielo y tierra1327 .

»Assi que no escusarás con el secreto tu dolor; antes tendras que llorar contino, si no lagrimas de los ojos, lagrimas de sangre del coraçon, como las lloraua aquel simple doctor que nuestro poeta nos cuenta, que hizo la prueua del vaso1328, que con mejor discurso se escusó de hazerlo el prudente Reynaldos; que puesto que aquello sea ficcion poetica, tiene en si encerrados secretos morales dignos de ser aduertidos y entendidos e imitados. Quanto mas, que con   -fol. 188r-   lo que aora pienso dezirte, acabarás de venir en conocimiento del grande error que quieres cometer.

»Dime, Anselmo: si el cielo, o la suerte buena, te huuiera hecho señor y legitimo possessor de vn finissimo diamante, de cuya bondad y quilates estuuiessen satisfechos quantos lapidarios le viessen, y1329 que todos a vna voz y de comun parecer dixessen que llegaua en quilates, bondad y fineza a quanto se podia estender la naturaleza   —103→   de tal piedra, y tu mesmo lo creyesses assi, sin saber otra cosa en contrario, ¿seria justo que te viniesse en desseo de tomar aquel diamante, y ponerle entre vn ayunque y vn martillo, y alli, a pura fuerça de golpes y braços, prouar si es tan duro y tan fino como dizen? Y mas, si lo pussiesses por obra; que puesto caso que la piedra hiziesse resistencia a tan necia prueua, no por esso se le añadiria mas valor ni mas fama, y si se rompiesse, cosa que podria ser, ¿no se perdia1330 todo? Si, por cierto, dexando a su dueño en estimacion de que todos le tengan por simple. Pues haz cuenta, Anselmo amigo, que Camila es finissimo diamante, assi en tu estimacion como en la agena; y que no es razon ponerla en contingencia de que se quiebre, pues aunque se quede con su entereza, no puede subir a mas valor del que aora tiene, y si faltasse y no resistiesse, considera desde aora quál quedarias1331 sin ella, y con quánta razon te podrias quexar de ti mesmo1332, por auer sido causa de su perdicion y la tuya.

»Mira que no ay joya en el mundo que tanto valga como la muger casta y honrada, y que todo el honor de las mugeres consiste en la opinion buena que dellas se tiene; y pues la de tu esposa es tal, que llega al estremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres   -fol. 188v-   poner esta verdad en duda? Mira, amigo, que la muger es animal imperfecto1333 y que no se le han de poner embaraços donde tropiece y cayga,   —104→   sino quitarselos y despejalle el camino de cualquier inconueniente, para que sin pesadumbre corra ligera a alcançar la perfecion que le falta, que consiste en el ser virtuosa.

»Cuentan los naturales que el arminio es vn animalejo que tiene vna piel blanquissima, y que, quando quieren caçarle los caçadores, vsan deste artificio: que, sabiendo las partes por donde suele passar y acudir, las atajan con lodo, y despues, ojeandole, le encaminan hazia aquel lugar, y assi como el arminio llega al lodo, se está quedo y se dexa prender y cautiuar, a trueco de no passar por el cieno y perder y ensuziar su blancura, que la estima en mas que la libertad y la vida1334. La honesta y casta muger es arminio, y es mas que nieue blanca y limpia la virtud de la honestidad, y el que quisiere que no la pierda, antes la guarde y conserue, ha de vsar de otro estilo diferente que con el arminio se tiene, porque no le han de poner delante el cieno de los regalos y seruicios de los importunos amantes, porque quiça, y aun sin quiça, no tiene tanta virtud y fuerça natural que pueda por si mesma1335 atropellar y passar por aquellos embaraços, y es necessario quitarselos y ponerle delante la limpieza de la virtud y la belleza que encierra en si la buena fama.

»Es assimesmo1336 la buena muger como espejo de cristal1337 luziente y claro, pero está sugeto a empañarse y escurecerse con qualquiera aliento que le toque. Hase de vsar con   —105→   la honesta muger el estilo que con las reliquias: adorarlas   -fol. 189r-   y no tocarlas. Hase de guardar y estimar la muger buena como se guarda y estima vn hermoso jardin que está lleno de flores y rosas, cuyo dueño no consiente que nadie le passee1338 ni manosee; basta que desde lexos y por entre las verjas de hierro gozen de su fragrancia y hermosura. Finalmente, quiero dezirte vnos versos que se me han venido a la memoria, que los ohi en vna comedia moderna, que me parece que hazen al proposito de lo que vamos tratando. Aconsejaua vn prudente viejo a otro, padre de vna donzella, que la recogiesse, guardasse y encerrasse, y, entre otras razones, le dixo estas:



Es de vidrio1339 la muger;
pero no se ha de prouar
si se puede o no quebrar,
porque todo podria ser.

   Y es mas facil el quebrarse,
y no es cordura ponerse
a peligro de romperse
lo que no puede soldarse.

   Y en esta opinion esten
todos, y en razon la fundo,
que si ay Danaes en el mundo,
ay pluuias de oro tambien.

»Quanto hasta aqui te he dicho, o Anselmo, ha sido por lo que a ti te toca; y ahora es bien que se oyga algo de lo que a mi me conuiene; y si fuere largo, perdoname; que todo lo requiere el laberinto donde te has entrado, y de   —106→   donde quieres que   -fol. 189v-   yo te saque. Tu me tienes por amigo, y quieres quitarme la honra, cosa que es contra toda amistad, y aun no solo pretendes esto, sino que1340 procuras que yo te la quite a ti. Que me la quieres quitar a mi, está claro, pues quando Camila vea que yo la solicito, como me pides, cierto está que me ha de tener por hombre sin honra y mal mirado, pues intento y hago vna cosa tan fuera de aquello que el ser quien soy y tu amistad me obliga. De que quieres que te la quite a ti, no ay duda, porque viendo Camila que yo la solicito, ha de pensar que yo he visto en ella alguna liuiandad que me dio atreuimiento a descubrirle mi mal desseo, y, teniendose por deshonrada, te toca a ti, como a cosa suya, su mesma1341 deshonra. Y de aqui nace lo que comunmente se platica: que el marido de la muger adultera, puesto que el no lo sepa ni aya dado ocasion para que su muger no sea la que deue, ni aya sido en su mano, ni en su descuydo y poco recato estoruar su desgracia, con todo le llaman y le nombran con nombre de vituperio y baxo, y en cierta manera le miran los que la maldad de su muger saben con ojos de menosprecio, en cambio de mirarle con los de lastima1342, viendo que, no por su culpa, sino por el gusto de su mala compañera, está en aquella desuentura.

»Pero quierote dezir la causa, porque con justa razon es deshonrado el marido de la muger mala, aunque el no sepa que lo es, ni tenga   —107→   culpa, ni aya sido parte, ni dado ocasion para que ella lo sea. Y no te canses de oyrme; que todo ha de redundar en tu prouecho. Quando Dios crió a nuestro primero padre en el Parayso Terrenal, dize la Divina Escritura que infundio   -fol. 190r-   Dios sueño en Adan, y que, estando durmiendo, le sacó vna costilla del lado siniestro, de la qual formó a nuestra madre Eua; y assi como Adan desperto y la miró, dixo: “Esta es carne de mi carne y huesso de mis huessos.” Y Dios dixo: “Por esta dexará el hombre a su padre y madre, y seran dos en vna carne misma.” Y, entonces fue instituydo el diuino sacramento del matrimonio, con tales lazos, que sola la muerte puede desatarlos. Y tiene tanta fuerça y virtud este milagroso sacramento, que haze que dos diferentes personas sean vna mesma1343 carne; y aun haze mas en los buenos casados, que, aunque tienen dos almas, no tienen mas de vna voluntad. Y de aqui viene que, como la carne de la esposa sea vna mesma1344 con la del esposo, las manchas que en ella caen, o los defectos1345 que se procura, redundan en la carne del marido, aunque el no aya dado, como queda dicho, ocasion para aquel daño. Porque assi como el dolor del pie, o de qualquier miembro del cuerpo humano, le siente todo el cuerpo, por ser todo de vna carne mesma1346, y la cabeça siente el daño del touillo, sin que ella se le aya causado, assi el marido es participante de la deshonra de la muger por ser vna mesma1347 cosa con ella. Y   —108→   como las honras y deshonras del mundo sean todas y nazcan de carne y sangre, y las de la muger mala sean deste genero, es forçoso que al marido le quepa parte dellas y sea tenido por deshonrado sin que el lo sepa.

»Mira, pues, o Anselmo, al peligro que te pones en querer turbar el sossiego en que tu buena esposa viue. Mira por quán vana e impertinente curiosidad quieres reboluer los humores que   -fol. 190v-   aora estan sossegados en el pecho de tu casta esposa. Aduierte que lo que auenturas a ganar es poco, y que lo que perderas sera tanto, que lo dexaré en su punto, porque me faltan palabras para encarecerlo. Pero si todo quanto he dicho no basta a mouerte de tu mal proposito, bien puedes buscar otro instrumento de tu deshonra y desuentura; que yo no pienso serlo, aunque por ello pierda tu amistad, que es la mayor perdida que imaginar puedo.»

Calló en diziendo esto el virtuoso y prudente Lotario, y Anselmo quedó tan confuso y pensatiuo, que por vn buen espacio no le pudo responder palabra; pero, en fin, le dixo:

«Con la atencion que has visto he escuchado, Lotario amigo, quanto has querido dezirme, y en tus razones, exemplos y comparaciones he visto la mucha discrecion que tienes y el estremo de la verdadera amistad que alcanças; y ansimesmo1348 veo y confiesso que si no sigo tu parecer y me voy tras el mio, voy huyendo del bien y corriendo tras el mal. Prosupuesto1349   —109→   esto, has de considerar que yo padezco aora la enfermedad que suelen tener algunas mugeres, que se les antoja comer tierra, yesso, carbon y otras cosas peores1350, aun asquerosas para mirarse, quanto mas para comerse; assi que es menester vsar de algun artificio para que yo sane, y esto se podia hazer con facilidad solo con que comiences, aunque tibia y fingidamente, a solicitar a Camila, la qual no ha de ser tan tierna, que a los primeros encuentros de con su honestidad por tierra; y con solo este principio quedaré contento, y tu auras cumplido con lo que deues a nuestra amistad, no solamente dandome la vida, sino persuadiendome de no verme sin honra. Y estás obligado a hazer esto por una razon   -fol. 191r-   sola, y es que estando yo, como estoy, determinado de poner en platica esta prueua, no has tu de consentir que yo de cuenta de mi desatino a otra persona, con que pondria en auentura el honor que tu procuras que no pierda; y quando el tuyo no esté en el punto que deue en la intencion de Camila en tanto que la solicitares, importa poco o nada, pues con breuedad, viendo [en] ella1351 la entereza que esperamos, le podras dezir la pura verdad de nuestro artificio, con que boluera tu credito al ser primero. Y pues tan poco auenturas y tanto contento me puedes dar auenturandote, no lo dexes de hazer, aun que mas inconuenientes se te pongan delante, pues, como ya he dicho, con solo que comiences dare por concluyda la causa.»

  —110→  

Viendo Lotario la resoluta voluntad de Anselmo, y no sabiendo qué mas exemplos traerle, ni qué mas razones mostrarle para que no la siguiesse, y viendo que le amenazaua que daria a otro cuenta de su mal desseo, por euitar mayor mal, determinó de contentarle y hazer lo que le pedia, con proposito e intencion de guiar aquel negocio de modo que, sin alterar los pensamientos de Camila, quedasse Anselmo satisfecho; y assi, le respondio que no comunicasse su pensamiento con otro alguno, que el tomaua a su cargo aquella empresa, la qual començaria quando a el le diesse mas gusto. Abraçole Anselmo tierna y amorosamente, y agradeciole su ofrecimiento, como si alguna grande merced le huuiera hecho, y quedaron de acuerdo entre los dos que desde otro dia siguiente se començasse la obra; que el le daria lugar y tiempo como a sus solas pudiesse hablar a Camita, y assimesmo1352 le daria dineros y joyas que darla y que ofrecerla. Aconsejole que le   -fol. 191v-   diesse musicas, que escriuiesse versos en su alabança, y que, cuando el no quisiesse tomar trabajo de hazerlos, el mesmo1353 los haria. A todo se ofrecio Lotario, bien con diferente intencion que Anselmo pensaua.

Y con este acuerdo se boluieron a casa de Anselmo, donde hallaron a Camila con ansia y cuydado, esperando a su esposo, porque aquel dia tardaua en venir mas de lo acostumbrado. Fuese Lotario a su casa, y Anselmo quedó en la suya, tan contento como Lotario fue pensatiuo,   —111→   no sabiendo qué traça dar para salir bien de aquel impertinente negocio. Pero aquella noche penso el modo que tendria para engañar a Anselmo sin ofender a Camila; y otro dia vino a comer con su amigo, y fue bien recebido de Camila, la qual le recebia y regalaua con mucha voluntad, por entender la buena que su esposo le tenia.

Acabaron de comer, leuantaron los manteles, y Anselmo dixo a Lotario que se quedasse alli con Camila en tanto que el yua a vn negocio forçoso; que dentro de hora y media bolueria. Rogole Camila que no se fuesse, y Lotario se ofrecio a hazerle compañia; mas nada aprouechó con Anselmo, antes importunó a Lotario que se quedasse y le aguardasse, porque tenia que tratar con el vna cosa de mucha importancia. Dixo tambien a Camila que no dexasse solo a Lotario, en tanto que el boluiesse. En efeto, el supo tan bien fingir la necessidad o necedad de su ausencia, que nadie pudiera entender que era fingida. Fuese Anselmo, y quedaron solos a la mesa Camila y Lotario, porque la demas gente de casa toda se auia ydo a comer. Viose Lotario puesto en la estacada1354 que su amigo desseaua, y con el enemigo delante, que pudiera vencer, con sola su hermosura, a vn esquadron de caualleros   -fol. 192r-   armados; mirad si era razon que le temiera Lotario.

Pero lo que hizo fue poner el codo sobre el braço de la silla y la mano abierta en la mexilla, y pidiendo perdon a Camila del mal comedimiento,   —112→   dixo que queria reposar vn poco en tanto que Anselmo boluia. Camila le respondio que mejor reposaria en el estrado que en la silla, y, assi, le rogo se entrasse a dormir en el. No quiso Lotario, y alli se quedó dormido hasta que boluio Anselmo; el qual, como halló a Camila en su aposento y a Lotario durmiendo, creyó que, como se auia tardado tanto, ya aurian tenido los dos lugar para hablar y aun para dormir, y no vio la hora en que Lotario despertasse, para boluerse con el fuera y preguntarle de su ventura.

Todo le sucedio como el quiso; Lotario desperto, y luego salieron los dos de casa, y, assi1355, le preguntó lo que desseaua; y le respondio Lotario que no le auia parecido ser bien que la primera vez se descubriesse del todo, y, assi, no auia hecho otra cosa que alabar a Camila de hermosa, diziendole que en toda la ciudad no se trataua de otra cosa que de su hermosura y discrecion; y que este le auia parecido buen principio para entrar ganando la voluntad y disponiendola a que otra vez le escuchasse con gusto, vsando en esto del artificio que el demonio vsa quando quiere engañar a alguno que está puesto en atalaya de mirar por si; que se transforma en angel de luz, siendolo el de tinieblas, y, poniendole delante apariencias buenas, al cabo descubre quien es, y sale con su intencion, si a los principios no es descubierto su engaño. Todo esto le contentó mucho a Anselmo, y dixo que cada dia daria el mesmo1356   —113→   lugar, aunque no saliesse de casa, porque en ella se ocuparia en cosas   -fol. 192v-   que Camila no pudiesse venir en conocimiento de su artificio.

Sucedio, pues, que se passaron muchos dias que, sin dezir Lotario palabra a Camila, respondia a Anselmo que la hablaua, y jamas podia sacar della vna pequeña muestra de venir en ninguna cosa que mala fuesse, ni aun dar vna señal de sombra de esperança; antes dezia que le amenazaua que si de aquel mal pensamiento no se quitaua, que lo auia de dezir a su esposo.

«Bien está», dixo Anselmo; «hasta aqui ha resistido Camila a las palabras; es menester ver cómo resiste a las obras: yo os dare mañana dos mil escudos de oro para que se los ofrezcays y aun se los deys, y otros tantos para que compreys joyas con que cebarla; que las mugeres suelen ser aficionadas, y mas si son hermosas, por mas castas que sean, a esto de traerse bien y andar galanas; y si ella resiste a esta tentacion, yo quedaré satisfecho y no os dare mas pesadumbre.»

Lotario respondio que ya que auia començado, que el lleuaria hasta el fin aquella empresa, puesto que entendia salir della cansado y vencido. Otro dia recibio los quatro mil escudos, y con ellos quatro mil confusiones, porque no sabia qué dezirse para mentir de nueuo; pero, en efeto, determinó de dezirle que Camila estaua tan entera a las dadiuas y promessas como a las palabras, y que no auia para qué   —114→   cansarse mas, porque todo el tiempo se gastaua en balde.

Pero la suerte, que las cosas guiaua de otra manera, ordenó que, auiendo dexado Anselmo solos a Lotario y a Camila, como otras vezes solia, el se encerro en vn aposento, y por los agujeros de la cerradura estuuo mirando y escuchando lo que los dos tratauan, y   -fol. 193r-   vio que en mas de media hora Lotario no habló palabra a Camila, ni se la hablara si alli estuuiera vn siglo. Y cayó en la cuenta de que quanto su amigo le auia dicho de las respuestas de Camila todo era ficcion y mentira. Y para ver si esto era ansi, salio del aposento, y, llamando a Lotario a parte, le preguntó qué nueuas auia y de qué temple estaua Camila. Lotario le respondio que no pensaua mas darle puntada en aquel negocio, porque respondia tan aspera y dessabridamente, que no tendria animo para boluer a dezirle cosa alguna.

«¡Ha!», dixo Anselmo, «¡Lotario, Lotario, y quán mal correspondes a lo que me deues y a lo mucho que de ti confio! Aora te he estado mirando por el lugar que concede la entrada desta llaue, y he visto que no has dicho palabra a Camila, por donde me doy a entender que aun las primeras le tienes por dezir; y si esto es assi, como sin duda lo es, ¿para qué me engañas? O ¿por qué quieres quitarme con tu industria los medios que yo podria hallar para conseguir mi desseo?»

No dixo mas Anselmo, pero bastó lo que   —115→   auia dicho para dexar corrido y confuso a Lotario. El qual, casi como tomando por punto de honra el auer sido hallado en mentira, juró a Anselmo que desde aquel momento tomaua tan a su cargo el contentalle y no mentille, qual lo veria, si con curiosidad lo espiaua; quanto mas que no seria menester vsar de ninguna diligencia, porque la que el pensaua poner en satisfazelle le quitaria de toda sospecha. Creyole Anselmo, y para dalle comodidad mas segura y menos sobresaltada, determinó de hazer ausencia de su casa por ocho dias, yendose a la de vn amigo suyo que estaua en vna aldea, no lexos de la   -fol. 193v-   ciudad. Con el qual amigo concerto que le embiasse a llamar con muchas veras, para tener ocasion con Camila de su partida.

¡Desdichado y mal aduertido de ti, Anselmo! ¿qué es lo que hazes?, ¿qué es lo que traças?, ¿qué es lo que ordenas? Mira que hazes contra ti mismo, traçando tu deshonra y ordenando tu perdicion. Buena es tu esposa Camila, quieta y sossegadamente la possees, nadie sobresalta tu gusto, sus pensamientos no salen de las paredes de su casa, tu eres su cielo en la tierra, el blanco de sus desseos, el cumplimiento de sus gustos y la medida por donde mide su voluntad, ajustandola en todo con la tuya y con la del cielo. Pues si la mina de su honor, hermosura, honestidad y recogimiento te da sin ningun trabajo toda la riqueza que tiene y tu puedes dessear, ¿para qué quieres   —116→   ahondar la tierra y buscar nueuas vetas de nueuo y nunca visto tesoro, poniendote a peligro que toda venga abaxo, pues, en fin, se sustenta sobre los debiles arrimos de su flaca naturaleza? Mira que el que busca lo impossible es justo que lo possible se le niegue, como lo dixo mejor vn poeta, diziendo:



   «Bvsco en la muerte la vida,
salud en la enfermedad,
en la prision libertad,
en lo cerrado salida
y en el traydor lealtad.

   Pero mi suerte, de quien
iamas espero algun bien,
-fol. 194r-
con el cielo ha estatuydo
que, pues lo impossible pido,
lo possible aun no me den.»

Fuese otro dia Anselmo a la aldea, dexando dicho a Camila que el tiempo que el estuuiese ausente vendria Lotario a mirar por su casa y a comer con ella; que tuuiesse cuydado de tratalle como a su mesma1357 persona. Afligiose Camila, como muger discreta y honrada, de la orden que su marido le dexaua, y dixole que aduirtiesse que no estaua bien que nadie, el ausente, ocupasse la silla de su mesa, y que si lo hazia por no tener confiança que ella sabria gouernar su casa, que prouasse por aquella vez, y veria por experiencia como para mayores cuydados era bastante. Anselmo le replicó que aquel era su gusto y que no tenia mas que hazer que baxar la cabeça y obedecelle. Camila   —117→   dixo que ansi lo haria, aunque contra su voluntad.

Partiose Anselmo, y otro dia vino a su casa Lotario, donde fue rescebido1358 de Camila con amoroso y honesto acogimiento. La qual jamas se puso en parte donde Lotario la viesse a solas, porque siempre andaua rodeada de sus criados y criadas, especialmente de vna donzella suya, llamada Leonela, a quien ella mucho queria por auerse criado desde niñas las dos juntas en casa de los padres de Camila, y cuando se casó con Anselmo la truxo consigo. En los tres dias primeros nunca Lotario le dixo nada, aunque pudiera, quando se leuantauan los manteles y la gente se yua a comer con mucha priessa, porque assi se lo tenia mandado Camila. Y aun tenia   -fol. 194v-   orden Leonela que comiesse primero que Camila, y que de su lado jamas se quitasse; mas ella, que en otras cosas de su gusto tenia puesto el pensamiento y auia menester aquellas horas y aquel lugar para ocuparle en sus contentos, no cumplia todas vezes el mandamiento de su señora; antes los dexaua solos, como si aquello le vuieran mandado. Mas la honesta presencia de Camila, la grauedad de su rostro, la compostura de su persona era tanta, que ponia freno a la lengua de Lotario. Pero el prouecho que las muchas virtudes de Camila hizieron, poniendo silencio en la lengua de Lotario, redundó mas en daño de los dos, porque si la lengua callaua1359, el pensamiento discurria, y   —118→   tenia lugar de contemplar parte por parte todos los estremos de bondad y de hermosura que Camila tenia, bastantes a enamorar vna estatua de marmol, no que1360 vn coraçon de carne.

Mirauala Lotario en el lugar y espacio que auia de hablarla, y consideraua quán digna era de ser amada, y esta consideracion començo poco a poco a dar assaltos1361 a los respectos que a Anselmo tenia1362, y mil vezes quiso ausentarse de la ciudad y yrse donde jamas Anselmo le viesse a el, ni el viesse a Camila; mas ya le hazia impedimento y detenia el gusto que hallaua en mirarla. Haziase fuerça y peleaua consigo mismo por desechar y no sentir el contento que le lleuaua a mirar a Camila. Culpauase a solas de su desatino, llamauase mal amigo y aun mal christiano. Hazia discursos y comparaciones entre el y Anselmo, y todos parauan en dezir que mas auia sido la locura y confiança de Anselmo que su poca fidelidad. Y que si assi tuuiera disculpa para   -fol. 195r-   con Dios como para con los hombres de lo que pensaua hazer, que no temiera pena por su culpa.

En efecto1363, la hermosura y la bondad de Camila, juntamente con la ocasion que el ignorante marido le auia puesto en las manos, dieron con la lealtad de Lotario en tierra. Y, sin mirar a otra cosa que aquella a que su gusto le inclinaua, al cabo de tres dias de la ausencia de Anselmo, en los cuales estuuo en continua batalla por resistir a sus desseos, comenzo a   —119→   requebrar a Camila con tanta turbacion y con tan amorosas razones, que Camila quedó suspensa, y no hizo otra cosa que leuantarse de donde estaua y entrarse en su aposento sin respondelle palabra alguna. Mas no por esta sequedad se desmayó en Lotario la esperança, que siempre nace juntamente con el amor; antes tuuo en mas a Camila. La qual, auiendo visto en Lotario lo que jamas pensara, no sabia qué hazerse. Y, pareciendole no ser cosa segura ni bien hecha darle ocasion ni lugar a que otra vez la hablasse, determinó de embiar aquella mesma1364 noche, como lo hizo, a vn criado suyo con vn villete a Anselmo, donde le escriuio estas razones: