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  -163-  

ArribaAbajoCapitulo XXXVI

Que trata de (la braua y descomunal batalla que don Quixote tuuo con vnos cueros de vino tinto, con) otros raros sucessos que en la venta le sucedieron1458.


Estando en esto, el ventero, que estaua a la puerta de la venta, dixo:

«Esta que viene es vna hermosa tropa de huespedes; si ellos paran aqui, gaudeamus tenemos.»

«¿Qué gente es?», dixo Cardenio.

«Quatro hombres», respondio el ventero, «vienen a cauallo, a la gineta1459, con lanças y adargas, y todos con antifazes negros; y junto con ellos viene vna muger vestida de blanco, en vn sillon, ansimesmo cubierto el rostro, y otros dos moços de a pie.»

«¿Vienen muy cerca?», preguntó el cura.

«Tan cerca», respondio el ventero, «que ya llegan.»

Oyendo esto Dorotea, se cubrio el rostro, y Cardenio se entró en el aposento de don Quixote; y casi no auian tenido lugar para esto, quando entraron en la venta todos los que el ventero auia dicho; y, apeandose los quatro de a cauallo, que de muy gentil talle y disposicion eran, fueron a apear a la muger que en el sillon venia; y, tomandola vno dellos en sus braços, la sento en vna silla que estaua a la entrada del aposento donde Cardenio se auia   -fol. 214r-   escondido.   -164-   En todo este tiempo, ni ella ni ellos se auian quitado los antifazes, ni hablado palabra alguna; solo que, al sentarse la muger en la silla, dio vn profundo suspiro1460 y dexó caer los braços, como persona enferma y desmayada. Los moços de a pie lleuaron los cauallos a la caualleriza.

Viendo esto el cura, desseoso de saber qué gente era aquella que con tal trage y tal silencio estaua, se fue donde estauan los moços, y a vno dellos le preguntó lo que ya desseaua1461, el qual le respondio:

«¡Pardiez, señor!, yo no sabre deziros qué gente sea esta; solo se que muestra ser muy principal, especialmente aquel que llegó a tomar en sus braços a aquella señora que aueys visto; y esto digolo porque todos los demas le tienen respeto, y no se haze otra cosa mas de la que el ordena y manda.»

«Y la señora, ¿quién es?», preguntó el cura.

«Tampoco sabre decir esso», respondio el moço, «porque en todo el camino no la he visto el rostro; suspirar1462 si la he oydo muchas vezes, y dar vnos gemidos, que parece que con cada vno dellos quiere dar el alma; y no es de marauillar que no sepamos mas de lo que auemos dicho, porque mi compañero y yo no ha mas de dos dias que los acompañamos; porque, auiendolos encontrado en el camino, nos rogaron y persuadieron que viniessemos con ellos hasta el Andaluzia, ofreciendose a pagarnoslo muy bien.»

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«Y ¿aueys oydo nombrar a alguno dellos?», preguntó el cura.

«No, por cierto», respondio el moço, «porque todos caminan con tanto silencio, que es marauilla, porque no se oye entre ellos otra cosa que los suspiros1463 y solloços de la pobre señora, que   -fol. 214v-   nos mueuen a lastima, y sin duda tenemos creydo que ella va forçada donde quiera que va; y segun se puede colegir por su habito, ella es monja, o va a serlo, que es lo mas cierto, y quiça porque no le deue de nacer de voluntad el mongio, va triste, como parece.»

«Todo podria ser», dixo el cura.

Y, dexandolos se boluio a donde estaua Dorotea, la qual, como auia oydo suspirar1464 a la emboçada, mouida de natural compassion, se llegó a ella, y le dixo.

«¿Qué mal sentis, señora mia? Mirad si es alguno de quien las mugeres suelen tener vso y experiencia de curarle; que de mi parte os ofrezco vna buena voluntad de seruiros.»

A todo esto callaua la lastimada señora, y aunque Dorotea tornó con mayores ofrecimientos, todavia se estaua en su silencio, hasta que llegó el cauallero emboçado, que1465 dixo el moço que los demas obedecian, y dixo a Dorotea:

«No os canseys, señora, en ofrecer nada a essa muger, porque tiene por costumbre de no agradecer cosa que por ella se haze, ni procureys que os responda, si no quereys oyr alguna mentira de su boca.»

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«Iamas la dixe», dixo a esta sazon la que hasta alli auia estado callando; «antes, por ser tan verdadera y tan sin traças mentirosas, me veo aora en tanta desuentura; y desto vos mesmo1466 quiero que seays el testigo, pues mi pura verdad os haze a vos ser falso y mentiroso.»

Oyo estas razones Cardenio bien clara y distintamente, como quien estaua tan junto de quien las dezia, que sola la puerta del aposento de don Quixote estaua en medio, y assi como las oyo, dando vna gran voz, dixo:

«¡Valgame1467 Dios!, ¿qué es esto que oygo?   -fol. 215r-   ¿Qué voz es esta que ha llegado a mis oydos?»

Boluio la cabeça a estos gritos aquella señora, toda sobresaltada, y, no viendo quién las1468 daua, se leuantó en pie y fuese a entrar en el aposento; lo qual visto por el cauallero, la detuuo, sin dexarla mouer vn passo. A ella, con la turbacion y desassossiego, se le cayó el tafetan con que trahia cubierto el rostro, y descubrio vna hermosura incomparable y vn rostro milagroso, aunque descolorido y assombrado, porque con los ojos andaua rodeando todos los lugares donde alcançaua con la vista, con tanto ahinco, que parecia persona fuera de juyzio, cuyas señales, sin saber por qué las hazia, pusieron gran lastima en Dorotea y en quantos la mirauan. Teniala el cauallero fuertemente asida por las espaldas, y por estar tan ocupado en tenerla, no pudo acudir a alçarse el emboço que se le cahia, como, en efeto, se le cayo del todo, y, alçando los ojos Dorotea, que abraçada   -167-   con la señora estaua, vio que el que abraçada ansimesmo1469 la tenia era su esposo don Fernando; y apenas le huuo conocido, quando arrojando de lo intimo de sus entrañas vn luengo y tristissimo ¡ay!, se dexó caer de espaldas, desmayada, y a no hallarse alli junto el barbero, que la recogio en los braços, ella diera consigo en el suelo.

Acudio luego el cura a quitarle el emboço para echarle agua en el rostro, y assi como la descubrio, la conocio don Fernando, que era el que estaua abraçado con la otra, y quedó como muerto en verla; pero no porque dexasse, con todo esto, de tener a Luscinda, que era la que procuraua soltarse de sus braços; la qual auia conocido en el suspiro1470 a Cardenio, y el la auia conocido a   -fol. 215v-   ella. Oyo assimesmo1471 Cardenio el ¡ay! que dio Dorotea quando se cayo desmayada, y creyendo que era su Luscinda, salio del aposento despauorido, y lo primero que vio fue a don Fernando, que tenia abraçada a Luscinda. Tambien don Fernando conocio luego a Cardenio, y todos tres, Luscinda, Cardenio y Dorotea, quedaron mudos y suspensos, casi sin saber lo que les auia acontecido. Callauan todos y mirauanse todos: Dorotea a don Fernando, don Fernando a Cardenio, Cardenio a Luscinda, y Luscinda a Cardenio. Mas quien primero rompio el silencio fue Luscinda, hablando a don Fernando desta manera:

«Dexadme, señor don Fernando, por lo que deueis a ser quien soys, ya que por otro respeto   -168-   no lo hagays; dexadme llegar al muro de quien yo soy yedra, al arrimo de quien no me han podido apartar vuestras importunaciones, vuestras amenazas, vuestras promessas ni vuestras dadiuas. Notad cómo el cielo, por desusados y a nosotros encubiertos caminos, me ha puesto a mi verdadero esposo delante. Y bien sabeys por mil costosas experiencias que sola la muerte fuera bastante para borrarle de mi memoria: sean, pues, parte tan claros desengaños para que boluays, ya que no podays hazer otra cosa, el amor en rabia, la voluntad en despecho, y acabadme con el la vida; que como yo la rinda delante de mi buen esposo, la dare por bien empleada; quiça con mi muerte quedará satisfecho de la fe que le mantuue, hasta el vltimo trance de la vida.»

Auia en este entretanto buelto Dorotea en si, y auia estado escuchando todas las razones que Luscinda dixo, por las quales vino en conocimiento de quién ella era;   -fol. 216r-   que1472 viendo que don Fernando aun no la dexaua de los braços, ni respondia a sus razones, esforçandose lo mas que pudo, se leuantó y se fue a hincar de rodillas a sus pies, y, derramando mucha cantidad de hermosas y lastimeras lagrimas, assi le començo a dezir:

«Si ya no es, señor mio, que los rayos deste sol que en tus braços eclypsado tienes te quitan y ofuscan los de tus ojos, ya auras echado de ver que la que a tus pies está arrodillada es la sinventura, hasta que tu quieras, y1473 la   -169-   desdichada Dorotea. Yo soy aquella labradora humilde a quien tu, por tu bondad o por tu gusto, quisiste leuantar a la alteza de poder llamarse tuya. Soy la que, encerrada en los limites de la honestidad, viuio vida contenta hasta que a las voces de tus importunidades y, al parecer, justos y amorosos sentimientos, abrio las puertas de su recato y te entregó las llaues de su libertad, dadiua de ti tan mal agradecida qual lo muestra bien claro auer sido forçoso hallarme en el lugar donde me hallas, y verte yo a ti de la manera que te veo. Pero, con todo esto, no querria que cayesse en tu imaginacion pensar que he venido aqui con passos de mi deshonra, auiendome traydo solo los del dolor y sentimiento de verme de ti oluidada. Tu quisiste que yo fuesse tuya, y quisistelo de manera, que, aunque aora quieras que no lo sea, no sera possible que tu dexes de ser mio. Mira, señor mio, que puede ser recompensa a la hermosura y nobleza por quien me dexas la incomparable voluntad que te tengo. Tu no puedes ser de la hermosa Luscinda, porque eres   -fol. 216v-   mio, ni ella puede ser tuya, porque es de Cardenio. Y mas facil te1474 sera, si en ello miras, reduzir tu voluntad a querer a quien te adora, que no encaminar la que te aborrece a que bien te quiera. Tu solicitaste mi descuydo, tu rogaste a mi entereza, tu no ignoraste mi calidad, tu sabes bien de la manera que me entregué a toda tu voluntad: no te queda lugar ni acogida de llamarte a engaño.

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»Y si esto es assi, como lo es, y tu eres tan christiano como cauallero, ¿por qué por tantos rodeos dilatas de hazerme venturosa en los fines, como me heziste1475 en los principios? Y si no me quieres por la que soy, que soy tu verdadera y legitima esposa, quiereme, a lo menos, y admiteme por tu esclaua; que como yo esté en tu poder, me tendre por dichosa y bien afortunada. No permitas, con dexarme y desampararme, que se hagan y junten corrillos en mi deshonra. No des tan mala vejez a mis padres, pues no lo merecen los leales seruicios que, como buenos vassallos, a los tuyos siempre han hecho. Y si te parece que has de aniquilar tu sangre por mezclarla con la mia, considera que pocas o ninguna nobleza ay en el mundo que no aya corrido por este camino, y que la que se toma de las mugeres no es la que haze al caso en las ilustres decendencias1476. Quanto mas que la verdadera nobleza consiste en la virtud, y si esta a ti te falta, negandome lo que tan justamente me deues, yo quedaré con mas ventajas de noble que las que tu tienes. En fin, señor, lo que vltimamente te digo es que, quieras o no quieras, yo soy tu esposa, testigos son tus palabras, que no han ni deuen1477 ser mentirosas, si ya es que te precias de aquello por que me desprecias.   -fol. 217r-   Testigo sera la firma que hiziste, y testigo el cielo a quien tu llamaste por testigo de lo que me prometias. Y quando todo esto falte, tu misma conciencia no ha de faltar de dar bozes callando en mitad de   -171-   tus alegrias, boluiendo por esta verdad que te he dicho, y turbando tus mejores gustos y contentos.»

Estas y otras razones dixo la lastimada Dorotea con tanto sentimiento y lagrimas, que los mismos que acompañauan a don Fernando, y quantos presentes estauan la acompañaron en ellas. Escuchola don Fernando sin replicalle palabra, hasta que ella dio fin a las suyas y principio a tantos sollozos y suspiros1478, que bien auia de ser coraçon de bronze el que con muestras de tanto dolor no se enterneciera. Mirandola estaua Luscinda, no menos lastimada de su sentimiento que admirada de su mucha discrecion y hermosura, y, aunque quisiera llegarse a ella y dezirle algunas palabras de consuelo, no la dexauan los braços de don Fernando, que apretada la tenian; el qual, lleno de confusion y espanto, al cabo de vn buen espacio que atentamente estuuo mirando a Dorotea, abrio los braços, y, dexando libre a Luscinda, dixo:

«Venciste, hermosa Dorotea, venciste: porque no es possible tener animo para negar tantas verdades juntas.»

Con el desmayo que Luscinda auia tenido, assi como la dexó don Fernando yua a caer en el suelo; mas hallandose Cardenio alli junto, que a las espaldas de don Fernando se hauia puesto porque no le conociesse, pospuesto1479 todo temor y auenturando1480 a todo riesgo, acudio a sostener a Luscinda, y, cogiendola entre sus braços, le dixo:

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«Si el piadoso cielo gusta y quiere que ya tengas algun descanso,   -fol. 217v-   leal, firme y hermosa señora mia, en ninguna parte creo yo que le tendras mas seguro que en estos braços que aora te reciben y otro tiempo te recibieron, quando la fortuna quiso que pudiesse llamarte mia.»

A estas razones puso Luscinda en Cardenio los ojos, y, auiendo començado a conocerle, primero por la voz, y, assegurandose que el era con la vista, casi fuera de sentido y sin tener cuenta a ningun honesto respeto, le echó los braços al cuello, y, juntando su rostro con el de Cardenio, le dixo:

«Vos, si, señor mio, sois el verdadero dueño desta vuestra captiua1481, aunque mas lo impida la contraria suerte, y aunque mas amenazas le hagan [a] esta vida1482 que en la vuestra se sustenta.»

Estraño espectaculo fue este para don Fernando y para todos los circunstantes, admirandose de tan no visto sucesso. Pareciole a Dorotea que don Fernando auia perdido la color del rostro y que hazia ademan de querer vengarse de Cardenio, porque le vio encaminar la mano a ponella en la espada; y assi como lo penso, con no vista presteza se abraço con el por las rodillas, besandoselas y teniendole apretado, que no le dexaua mouer, y, sin cessar vn punto de sus lagrimas, le dezia:

«¿Qué es lo que piensas hazer, vnico refugio mio, en este tan impensado trance? Tu tienes   -173-   a tus pies a tu esposa, y la que quieres que lo sea está en los brazos de su marido; mira si te estara bien, o te sera possible, deshazer lo que el cielo a hecho, o si te conuendra querer leuantar a igualar a ti mismo a la que, pospuesto1483 todo inconueniente, confirmada en su verdad y firmeza, delante de tus ojos tiene los suyos, bañados de licor amoroso el1484 rostro y   -fol. 218r-   pecho de su verdadero esposo. Por quien Dios es te ruego, y por quien tu eres te suplico, que este tan notorio desengaño no solo no acreciente tu ira, sino que la mengue en tal manera, que con quietud y sossiego permitas que estos dos amantes le tengan sin impedimento tuyo todo el tiempo que el cielo quisiere concedersele, y en esto mostrarás la generosidad de tu ilustre y noble pecho, y vera el mundo que tiene contigo mas fuerça la razon que el apetito.»

En tanto que esto dezia Dorotea, aunque Cardenio tenia abraçada a Luscinda, no quitaua los ojos de don Fernando, con determinacion de que si le viesse hazer algun mouimiento en su perjuyzio, procurar defenderse y ofender como mejor pudiesse1485 a todos aquellos que en su daño se mostrassen, aunque le costasse la vida; pero a esta sazon acudieron los amigos de don Fernando, y el cura y el barbero, que a todo auian estado presentes, sin que faltasse el bueno de Sancho Pança, y todos rodeauan a don Fernando, suplicandole tuuiesse por bien de mirar las lagrimas de   -174-   Dorotea, y que, siendo verdad, como sin duda ellos creyan que lo era, lo que en sus razones auia dicho, que no permitiesse quedasse defraudada de sus tan justas esperanças. Que considerasse que no acaso, como parecia, sino con particular prouidencia del cielo se auian todos juntado en lugar donde menos ninguno pensaua. Y, que aduirtiesse, dixo el cura, que sola la muerte podia apartar a Luscinda de Cardenio, y aunque los diuidiessen filos de alguna espada, ellos tendrian por felicissima su1486 muerte, y que en los lazos1487 inremediables era suma cordura, forçandose y venciendose a si   -fol. 218v-   mismo, mostrar vn generoso pecho, permitiendo que por sola su voluntad los dos gozassen el bien que el cielo ya les auia concedido; que pusiesse los ojos ansimesmo1488 en la beldad de Dorotea, y veria que pocas, o ninguna, se le podian igualar, quanto mas hazerle ventaja, y que juntasse a su hermosura su humildad y el estremo del amor que le tenia, y, sobre todo, aduirtiesse que si se preciaua de cauallero y de christiano, que no podia1489 hazer otra cosa que cumplille1490 la palabra dada; y que, cumpliendosela, cumpliria con Dios y satisfaria a las gentes discretas, las quales saben y conocen que es prerrogatiua de la hermosura, aunque esté en sujeto humilde, como se acompañe con la honestidad, poder leuantarse e igualarse a qualquiera alteza, sin nota de menoscabo del que la leuanta e iguala a si mismo; y quando se cumplen las fuertes leyes   -175-   del gusto, como en ello no interuenga pecado, no deue de ser culpado el que las sigue.

En efeto, a estas razones añadieron todos otras, tales y tantas, que el valeroso pecho de don Fernando, en fin, como alimentado con ilustre sangre, se ablandó y se dexó vencer de la verdad que el no pudiera negar aunque quisiera, y la señal que dio de auerse rendido y entregado al buen parecer que se le auia propuesto fue abaxarse y abraçar a Dorotea, diziendole:

«Leuantaos, señora mia; que no es justo que esté arrodillada a mis pies la que yo tengo en mi alma, y si hasta aqui no he dado muestras de lo que digo, quiça ha sido por orden del cielo, para que, viendo yo en vos la le con que me amays, os sepa estimar en lo que mereceys. Lo que os ruego es que no me reprehendais mi mal   -fol. 219r-   termino y mi mucho descuydo, pues la misma ocasion y fuerça que me mouio para acetaros por mia, essa misma me impelio para procurar no ser vuestro; y que esto sea verdad, bolued y mirad los ojos de la ya contenta Luscinda, y en ellos hallareys disculpa de todos mis yerros; y pues ella halló y alcançó lo que desseaua, y yo he hallado en vos lo que me cumple, viua ella segura y contenta luengos y felices años con su Cardenio, que yo rogaré1491 al cielo que me los dexe viuir con mi Dorotea.»

Y, diziendo esto, la tornó a abraçar y a juntar su rostro con el suyo, con tan tierno   -176-   sentimiento, que le fue necessario tener gran cuenta con que las lagrimas no acabassen de dar indubitables señas1492 de su amor y arrepentimiento. No lo hizieron assi las de Luscinda y Cardenio, y aun las de casi todos los que alli presentes estauan, porque començaron a derramar tantas, los vnos de contento proprio1493, y los otros del ageno, que no parecia sino que algun graue y mal caso a todos auia sucedido. Hasta Sancho Pança lloraua, aunque despues dixo que no lloraua el sino por ver que Dorotea no era, como el pensaua, la reyna Micomicona, de quien el tantas mercedes esperaua. Duró algun espacio, junto con el llanto, la admiracion en todos, y luego Cardenio y Luscinda se fueron a poner de rodillas ante don Fernando, dandole gracias de la merced que les auia hecho con tan corteses razones, que don Fernando no sabia qué responderles, y, assi, los leuantó y abraçó con muestras de mucho amor y de mucha cortesia.

Preguntó luego a Dorotea le dixesse cómo auia venido a aquel lugar tan lexos del suyo. Ella, con breues y   -fol. 219v-   discretas razones, conto todo lo que antes auia contado a Cardenio, de lo qual gustó tanto don Fernando y los que con el venian, que quisieran que durara el cuento mas tiempo: tanta era la gracia con que Dorotea contaua sus desuenturas. Y assi como huuo acabado, dixo don Fernando lo que en la ciudad le auia acontecido, despues que halló el papel en el seno de Luscinda, donde declaraua   -177-   ser esposa de Cardenio y no poderlo ser suya; dixo que la quiso matar, y lo hiziera si de sus padres no fuera impedido, y que, assi, se salio de su casa despechado y corrido, con determinacion de vengarse con1494 mas comodidad, y que otro dia supo como Luscinda auia faltado de casa de sus padres, sin que nadie supiesse dezir dónde se auia ydo, y que, en resolucion, al cabo de algunos meses vino a saber como estaua en vn monesterio1495, con voluntad de quedarse en el toda la vida, si no la pudiesse passar con Cardenio; y que assi como lo supo, escogiendo para su compañia aquellos tres caualleros, vino al lugar donde estaua, a la qual no auia querido hablar, temeroso que en sabiendo que el estaua alli, auia de auer mas guarda en el monesterio1496; y, assi, aguardando vn dia a que la porteria estuuiesse abierta, dexó a los dos a la guarda de la puerta, y el con otro auian entrado en el monesterio1497 buscando a Luscinda, la qual hallaron en el claustro1498 hablando con vna monja; y, arrebatandola, sin darle lugar a otra cosa, se auian venido con ella a vn lugar donde se acomodaron de aquello que huuieron menester para traella. Todo lo qual auian podido hazer bien a su saluo por estar el monesterio1499 en el campo, buen trecho fuera del pueblo. Dixo   -fol. 220r-   que assi como Luscinda se vio en su poder, perdio todos los sentidos, y que despues de buelta en si no auia hecho otra cosa sino llorar y suspirar1500, sin hablar palabra   -178-   alguna, y que, assi, acompañados de silencio y de lagrimas auian llegado a aquella venta, que para el era auer llegado al cielo, donde se rematan y tienen fin todas las desuenturas de la tierra.



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ArribaAbajoCapitulo XXXVII

Donde1501 se prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona, con otras graciosas auenturas


Todo esto escuchaua Sancho, no con poco dolor de su anima, viendo que se le desparecian e yuan en humo las esperanças de su ditado, y que la linda princesa Micomicona se le auia buelto en Dorotea, y el gigante en don Fernando, y su amo se estaua durmiendo1502 a lo sueño suelto, bien descuydado de todo lo sucedido. No se podia assegurar Dorotea si era soñado el bien que posseya. Cardenio estaua en el mismo pensamiento, y el de Luscinda corria por la misma cuenta. Don Fernando daua gracias al cielo por la merced recebida1503 y auerle sacado de aquel intricado laberinto, donde se hallaua tan a pique de perder el credito y el alma; y, finalmente, quantos en la venta estauan, estauan contentos y gozosos del buen sucesso que auian tenido tan trauados y desesperados negocios.

Todo lo ponia en su punto el cura, como discreto, y a cada vno daua   -fol. 220v-   el parabien del bien alcançado; pero quien mas jubilaua y se contentaua era la ventera, por la promessa que Cardenio y el cura le auian hecho de pagalle todos los daños e interesses que por cuenta de don Quixote le huuiessen venido. Solo Sancho, como ya se ha dicho, era el afligido, el desuenturado   -180-   y el triste; y, assi, con malenconico1504 semblante entró a su amo, el qual acabaua de despertar, a quien dixo:

«Bien puede vuestra merced, señor Triste Figura, dormir todo lo que quisiere, sin cuydado de matar a ningun gigante, ni de boluer a la princesa su reyno; que ya todo está hecho y concluydo.»

«Esso creo yo bien», respondio don Quixote, «porque he tenido con el gigante la mas descomunal y desaforada batalla que pienso tener en todos los dias de mi vida; y de vn reues, ¡zas!, le derribé la cabeça en el suelo; y fue tanta la sangre que le salio, que los arroyos corrian por la tierra, como si fueran de agua.»

«Como si fueran de vino tinto, pudiera vuestra merced dezir mejor», respondio Sancho; «porque quiero que sepa vuestra merced, si es que no lo sabe, que el gigante muerto es vn cuero horadado, y la sangre, seys arrobas de vino tinto que encerraua en su vientre; y la cabeça cortada es la puta que me pario, y lleuelo todo Satanas.»

«Y ¿qué es lo que dizes, loco?», replicó don Quixote. «¿Estás en tu seso?»

«Leuantese vuestra merced», dixo Sancho, «y vera el buen recado que a hecho, y lo que tenemos que pagar; y vera a la reyna conuertida en vna dama particular, llamada Dorotea, con otros sucessos, que, si cae en ellos, le han de admirar.»

«No me marauillaria de nada desso», replicó   -181-     -fol. 221r-   don Quixote, «porque, si bien te acuerdas, la otra vez que aqui estuuimos, te dixe yo que todo quanto aqui sucedia eran cosas de encantamento, y no seria mucho que aora fuesse lo mesmo1505

«Todo lo creyera yo», respondio Sancho, «si tambien mi manteamiento fuera cosa desse jaez; mas no lo fue, sino real y verdaderamente, y vi yo que el ventero, que aqui está oy dia, tenia del vn cabo de la manta, y me empujaua hazia el cielo con mucho donayre y brio, y con tanta risa como fuerça; y donde interuiene conocerse las personas, tengo para mi, aunque simple y pecador, que no ay encantamento alguno, sino mucho molimiento y mucha mal ventura.»

«Aora bien, Dios lo remediará», dixo don Quixote; «dame de vestir, y dexame salir alla fuera; que quiero ver los sucessos y transformaciones que dizes.»

Diole de vestir Sancho, y en el entretanto que se vestia, conto el cura a don Fernando y a los demas1506 las locuras de don Quixote, y del artificio que auian vsado para sacarle de la Peña Pobre, donde el se imaginaua estar por desdenes de su señora. Contoles assimismo casi todas las auenturas que Sancho auia contado, de que no poco se admiraron y rieron, por parecerles, lo que a todos parecia, ser el mas estraño genero de locura que podia caber en pensamiento desparatado1507. Dixo mas el cura: que pues ya el buen sucesso de la señora   -182-   Dorotea impidia passar con su disignio adelante, que era menester inuentar y hallar otro para poderle lleuar a su tierra. Ofreciose Cardenio de proseguir lo començado, y que Luscinda haria y representaria1508 la persona de Dorotea.

«No», dixo don Fernando; «no ha de   -fol. 221v-   ser assi; que yo quiero que Dorotea prosiga su inuencion, que, como no sea muy lexos de aqui el lugar deste buen cauallero, yo holgaré de que lo se procure su remedio.»

«No está mas de dos jornadas de aqui1509

«Pues aunque estuuiera mas1510, gustara yo de caminallas, a trueco de hazer tan buena obra.»

Salio en esto don Quixote, armado de todos sus pertrechos, con el yelmo, aunque abollado, de Mambrino1511 en la cabeça, embraçado de su rodela y arrimado a su tronco o lançon. Suspendio a don Fernando y a los demas la estraña presencia de don Quixote, viendo su rostro de media legua de andadura, seco y amarillo, la desigualdad de sus armas y su messurado continente, y estuuieron callando hasta ver lo que el dezia, el qual, con mucha grauedad y reposo, puestos los ojos en la hermosa Dorotea, dixo:

«Estoy informado, hermosa señora, deste mi escudero que la vuestra grandeza se ha aniquilado, y vuestro ser se ha deshecho, porque de reyna y gran señora que soliades ser, os aueys buelto en vna particular donzella; si esto ha sido por orden del rey nigromante de vuestro   -183-   padre, temeroso que yo no os diesse la necessaria y deuida ayuda, digo que no supo, ni sabe, de la missa la media, y que fue poco versado en las historias cauallerescas; porque si el las huuiera leydo y passado tan atentamente, y con tanto espacio como yo las passé y lei, hallara a cada passo cómo otros caualleros, de menor fama que la mia, auian acabado cosas mas dificultosas, no siendolo mucho matar a vn gigantillo,   -fol. 222r-   por arrogante que sea; porque no ha lo muchas horas que yo me vi con el; y... quiero callar, porque no me digan que miento; pero el tiempo, descubridor1512 de todas las cosas, lo dira quando menos lo pensemos.»

«Vistesos vos con dos cueros, que no con vn gigante», dixo a esta sazon el ventero, al qual mandó don Fernando que callase y no interrumpiesse1513 la platica de don Quixote en ninguna manera; y don Quixote prosiguio, diziendo:

«Digo, en fin, alta y desheredada señora, que si por la causa que he dicho vuestro padre ha hecho este metamorfoseos1514 en vuestra persona, que no le deys credito alguno; porque no ay ningun peligro en la tierra por quien no se1515 abra camino mi espada, con la qual, poniendo la cabeça de vuestro enemigo en tierra, os pondre a vos la corona de la vuestra en la cabeça, en breues dias.»

No dixo mas don Quixote, y esperó a que la princesa le respondiesse, la1516 qual, como ya sabia la determinacion de don Fernando,   -184-   de que se prosiguiesse adelante en el engaño hasta lleuar a su tierra a don Quixote, con mucho donayre y grauedad le respondio:

«Quienquiera que os dixo, valeroso cauallero de la Triste Figura, que yo me auia mudado y trocado de mi ser, no os dixo lo cierto, porque la misma que ayer fuy me soy oy: verdad es que alguna mudança han hecho en mi ciertos acaecimientos de buena ventura, que me la han dado la mejor que yo pudiera dessearme; pero no por esso he dexado de ser la que antes, y de tener los mesmos1517 pensamientos de valerme del valor de vuestro valeroso e inuenerable1518 braço que siempre he tenido; assi que, señor mio, vuestra bondad   -fol. 222v-   buelua la honra al padre que me engendró, y tengale por hombre aduertido y prudente, pues con su ciencia halló camino tan facil y tan verdadero para remediar mi desgracia; que yo creo que si por vos, señor, no fuera, jamas acertara a tener la ventura que tengo, y en esto digo tanta verdad, como son buenos testigos della los mas destos señores que estan presentes; lo que resta es que mañana nos pongamos en camino, porque ya oy se podra hazer poca jornada, y en lo demas del buen sucesso que espero, lo dexaré a Dios y al valor de vuestro pecho1519

Esto dixo la discreta Dorotea, y, en oyendolo don Quixote, se boluio a Sancho, y, con muestras de mucho enojo, le dixo:

«Aora te digo, Sanchuelo, que eres el mayor   -185-   vellaquelo que ay en España; dime, ladron bagamundo, ¿no me acabaste de dezir aora que esta princesa se auia buelto en vna donzella que se llamaua Dorotea, y que la cabeça que entiendo que corté a vn gigante era la puta que te pario, con otros disparates que me pusieron en la mayor confusion que jamas he estado en todos los dias de mi vida? ¡Voto -y miró al cielo y apreto los dientes-, que estoy por hazer vn estrago en ti, que ponga sal en la mollera a todos quantos mentirosos escuderos huuiere de caualleros andantes, de aqui adelante, en el mundo!»

«Vuestra merced se sossiegue, señor mio», respondio Sancho, «que bien podria ser que yo me huuiesse engañado en lo que toca a la mutacion de la señora princesa Micomicona; pero en lo que toca a la cabeça del gigante, o, a lo menos, a la horadacion de los cueros, y a lo de ser vino tinto la sangre, no me engaño, ¡viue Dios!,   -fol. 223r-   porque los cueros alli estan heridos a la cabecera del lecho de vuestra merced, y el vino tinto tiene hecho vn lago el aposento, y si no, al freyr de los hueuos lo vera: quiero dezir, que lo vera quando aqui su merced del señor ventero le pida el menoscabo de todo. De lo demas, de que la señora reyna se esté como se estaua, me regozijo en el alma, porque me va mi parte, como a cada hijo de vezino.»

«Aora yo te digo, Sancho», dixo don Quixote, «que eres vn mentecato, y perdoname, y basta.»

«Basta», dixo don Fernando, «y no se hable   -186-   mas en esto; y pues la señora princesa dize que se camine mañana, porque ya oy es tarde, hagase asi, y esta noche la podremos passar en buena conuersacion hasta el venidero dia, donde todos acompañaremos al señor don Quixote, porque queremos ser testigos de las valerosas e inauditas hazañas que ha de hazer en el discurso desta grande empresa que a su cargo lleua.»

«Yo soy el que tengo de seruiros y acompañaros», respondio don Quixote; «y agradezco mucho la merced que se me haze y la buena opinion que de mi se tiene, la qual procuraré que salga verdadera, o me costará la vida, y aun mas, si mas costarme puede.»

Muchas palabras de comedimiento y muchos ofrecimientos passaron entre don Quixote y don Fernando; pero a todo puso silencio vn passagero que en aquella sazon entró en la venta, el qual en su traje mostraua ser christiano rezien venido de tierra de moros, porque venia vestido con vna casaca de paño azul, corta de faldas, con medias mangas y sin cuello; los calçones eran assimismo de lienço azul1520, con bonete de la misma color; traya vnos borzeguies   -fol. 223v-   datilados y vn alfanje morisco, puesto en un taheli1521 que le atrauessaua el pecho. Entró luego tras el, encima de vn jumento, vna muger a la morisca vestida, cubierto el rostro, con vna toca en la cabeça; traya vn bonetillo de brocado, y vestida vna almalafa1522 que desde los ombros a los pies la cubria.

  -187-  

Era el hombre de robusto y agraciado talle, de edad de poco mas de quarenta años, algo moreno de rostro, largo de vigotes, y la barba muy bien puesta; en resolucion, el mostraua en su apostura, que si estuuiera bien vestido, le juzgaran por persona de calidad y bien nacida.

Pidio en entrando vn aposento, y como le dixeron que en la venta no le auia, mostro recebir1523 pesadumbre, y, llegandose a la que en el traje parecia mora, la apeó en sus braços. Luscinda, Dorotea, la ventera, su hija y Maritornes, lleuados1524 del nueuo y para ellos nunca visto traje, rodearon a la mora, y Dorotea, que siempre fue agraciada, comedida y discreta, pareciendole que assi ella como el que la traya se congoxauan por la falta del aposento, le dixo:

«No os de mucha pena, señora mia, la incomodidad de regalo que aqui falta, pues es proprio1525 de ventas no hallarse en ellas; pero, con todo esto, si gustaredes de passar1526 con nosotras -señalando a Luscinda-, quiça en el discurso de este camino aureys hallado otros no tan buenos acogimientos.»

No respondio nada a esto la emboçada, ni hizo otra cosa que leuantarse de donde sentado se auia, y puestas entrambas manos cruzadas sobre el pecho, inclinada la cabeça, dobló el cuerpo en señal de que lo agradecia. Por su silencio imaginaron que, sin duda alguna, deuia de ser mora y que no   -fol. 224r-   sabia hablar christiano1527. Llegó en esto el cautiuo, que entendiendo en otra cosa hasta entonces auia estado,   -188-   y, viendo que todas tenian cercada a la que con el venia, y que ella a quanto le dezian callaua, dixo:

«Señoras mias, esta donzella apenas entiende mi lengua, ni sabe hablar otra ninguna sino conforme a su tierra, y por esto no deue de auer respondido, ni responde, a lo que se le ha preguntado.»

«No se le pregunta otra cosa ninguna», respondio Luscinda, «sino ofrecelle por esta noche nuestra compañia y parte del lugar donde nos acomodaremos, donde se le hara el regalo que la comodidad ofreciere con la voluntad que obliga a seruir a todos los estrangeros que dello tuuieren necessidad, especialmente siendo muger a quien se sirue.»

«Por ella y por mi», respondio el captiuo1528, «os beso, señora mia, las manos, y estimo mucho1529 y en lo que es razon la merced ofrecida, que en tal ocasion, y de tales personas como vuestro parecer muestra, bien se hecha de ver que ha de ser muy grande.»

«Dezidme, señor», dixo Dorotea: «esta señora ¿es christiana o mora? Porque el traje y el silencio nos haze pensar que es lo que no querriamos que fuesse.»

«Mora es en el traje y en el cuerpo1530; pero en el alma es muy grande christiana, porque tiene grandissimos desseos de serlo.»

«Luego ¿no es baptizada1531?», replicó Luscinda.

«No ha auido lugar para ello», respondio el   -189-   captiuo1532, «despues que salio de Argel, su patria y tierra, y hasta agora no se ha visto en peligro de muerte tan cercana, que obligasse a baptizalla1533 sin que supiesse primero todas las ceremonias que nuestra madre la Santa   -fol. 224v-   Iglesia manda; pero Dios sera seruido que presto se bautize1534 con la decencia que la calidad de su persona merece, que es mas de lo que muestra su habito y el mio.»

[Con] estas razones puso1535 gana en todos lo los que escuchandole estauan de saber quién fuesse la mora y el captiuo1536; pero nadie se lo quiso preguntar por entonces, por ver que aquella sazon era mas para procurarles descanso que para preguntarles1537 sus vidas. Dorotea la tomó por la mano y la lleuó a sentar junto a si, y le rogo que se quitasse el emboço. Ella miró al cautiuo, como si le preguntara le dixesse lo que dezian y lo que ella haria. El, en lengua arauiga, le dixo que le pedian se quitasse el emboço, y que lo hiziesse, y, assi, se lo quitó y descubrio vn rostro tan hermoso, que Dorotea la tuuo por mas hermosa que a Luscinda, y Luscinda por mas hermosa que a Dorotea, y todos los circustantes1538 conocieron que si alguno se podria igualar al de las dos, era el de la mora, y aun huuo algunos que le auentajaron en alguna cosa. Y como la hermosura tenga prerrogatiua y gracia de reconciliar los animos y atraer las voluntades, luego se rindieron todos al desseo de seruir y acariciar a la hermosa mora.   -190-  

Preguntó don Fernando al captiuo1539cómo se llamaua la mora, el qual respondio que lela Zorayda, y assi como esto oyo ella, entendio lo que le auian preguntado al christiano, y dixo con mucha priessa, llena de congoxa y donayre:

«¡No, no Zorayda: Maria, Maria!», dando a entender que se llamaua Maria y no Zorayda.

Estas palabras, el grande afecto1540 con que la mora las dixo, hizieron derramar mas de vna lagrima a algunos de los que la escucharon, especialmente a las   -fol. 225r-   mugeres, que de su naturaleza son tiernas y compassiuas. Abraçola Luscinda con mucho amor, diziendole:

«¡Si, si; Maria, Maria!»

A lo qual respondio la mora:

«¡Si, si; Maria; Zorayda macange!1541» que quiere dezir, no.

Ya en esto llegaua la noche1542, y por orden de los que venian con don Fernando auia el ventero puesto diligencia y cuydado en adereçarles de cenar1543 lo mejor que a el le fue possible. Llegada, pues, la hora, sentaronse todos a vna larga mesa, como de tinelo, porque no la auia redonda ni quadrada en la venta, y dieron la cabecera y principal assiento, puesto que el lo rehusaua, a don Quixote, el qual quiso que estuuiesse a su lado la señora Micomicona, pues el era su aguardador1544. Luego se sentaron Luscinda y Zorayda, y frontero dellas, don Fernando y Cardenio, y luego el cautiuo y los demas caualleros, y al lado de   -191-   las señoras, el cura y el barbero. Y, assi, cenaron1545 con mucho contento, y acrecentoseles mas viendo que, dexando de comer don Quijote, mouido de otro semejante espiritu que el que le mouio a hablar tanto como habló quando cenó con los cabreros, començo a dezir:

«Verdaderamente, si bien se considera, señores mios, grandes e inauditas cosas ven los que professan la orden de la andante caualleria. Si no, ¿quál de los viuientes aura1546 en el mundo que aora por la puerta deste castillo entrara1547, y de la suerte que estamos nos viere, que juzgue y crea que nosotros somos quien somos? ¿Quién podra dezir que esta señora que está a mi lado es la gran reyna que todos sabemos, y que yo soy aquel cauallero de la Triste Figura que anda por ahi en boca de la fama? Aora no hay que dudar, sino que esta arte y exercicio excede a todas aquellas   -fol. 225v-   y aquellos que los hombres inuentaron, y tanto mas se ha de tener en estima, quanto a mas peligros está sugeto. Quitenseme delante los que dixeren que las letras hazen ventaja a las armas; que les dire, y sean quien se fueren, que no saben lo que dizen. Porque la razon que los tales suelen dezir, y a lo que ellos mas se atienen, es que los trabajos del espiritu exceden a los del cuerpo, y que las armas solo con el cuerpo se exercitan, como si fuesse su exercicio oficio de ganapanes, para el qual no es menester mas de buenas fuerças, o como si en esto que llamamos armas los que las professamos no se encerrassen los actos de   -192-   la fortaleza, los quales piden para executallos mucho entendimiento, o como si no trabajasse el animo del guerrero que tiene a su cargo vn exercito o la defensa de vna ciudad sitiada, assi con el espiritu como con el cuerpo. Si no, vease si se alcança con las fuerças corporales, a saber y congeturar el intento del enemigo, los disignios1548, las estratagemas, las dificultades, el preuenir los daños que se temen; que todas estas cosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo.

»Siendo, pues, ansi, que las armas requieren espiritu como las letras, veamos aora quál de los dos espiritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja mas. Y esto se vendra a conocer por el fin y paradero a que cada vno se encamina, porque aquella intencion se ha de estimar en mas que tiene por objeto mas noble fin. Es el fin y paradero de las letras..., y no hablo aora de las diuinas, que tienen   -fol. 226r-   por blanco lleuar y encaminar las almas al cielo; que a vn fin tan sin fin como este ninguno otro se le puede ygualar: hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiua y dar a cada vno lo que es suyo, entender y hazer que las buenas leyes se guarden, fin por cierto generoso y alto y digno de grande alabança, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las quales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden dessear   -193-   en esta vida. Y, assi, las primeras buenas nueuas que tuuo el mundo y tuuieron los hombres fueron las que dieron los angeles la noche que fue nuestro dia, quando cantaron en los aires: “Gloria sea en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”; y a la salutacion que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y fauoridos1549 fue dezirles que, cuando entrassen en alguna casa, dixessen: “Paz sea en esta casa.” Y otras muchas vezes les dixo: “Mi paz os doy, mi paz os dexo, paz sea con vosotros”, bien como joya y prenda dada y dexada de tal mano, joya, que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede auer bien alguno. Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo1550 es dezir armas que guerra. Prosupuesta1551, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto haze ventaja al fin de las letras, vengamos aora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del professor de las armas, y vease quáles son mayores.»

De tal manera y por tan buenos terminos yua prosiguiendo en su platica don Quixote, que obligó a que por entonces ninguno de los que escuchandole estauan le   -fol. 226v-   tuuiesse1552 por loco. Antes, como todos los mas eran caualleros, a quien son anejas las armas, le escuchauan de muy buena gana; y el prosiguio diziendo

«Digo, pues, que los trabajos del estudiante son estos: principalmente, pobreza, no porque   -194-   todos sean pobres, sino por poner este caso en todo el estremo que pueda1553 ser, y en auer dicho que padece pobreza, me parece que no auia que dezir mas de su mala ventura. Porque quien es pobre no tiene cosa buena; esta pobreza la padece por sus partes, ya en hambre, ya en frio, ya en desnudez, ya en todo junto. Pero, con todo esso, no es tanta, que no coma, aunque sea vn poco mas tarde de lo lo que se vsa, aunque sea de las sobras de los ricos; que es la mayor miseria del estudiante este1554 que entre ellos llaman andar a la sopa, y no les falta algun ageno brasero o chimenea, que, si no callenta1555, a lo menos entibie su frio, y, en fin, la noche duermen debaxo1556 de cubierta. No quiero llegar a otras menudencias, conuiene a saber, de la falta de camisas y no sobra de çapatos, la raridad y poco pelo del vestido, ni aquel ahitarse con tanto gusto, quando la buena suerte les depara algun banquete.

»Por este camino que he pintado, aspero y dificultoso, tropeçando aqui, cayendo alli, leuantandose aculla, tornando a caer aca, llegan al grado que dessean, el qual alcançado1557, a muchos hemos visto que, auiendo passado por estas Sirtes y por estas Scilas y Caribdis, como lleuados en buelo de la fauorable fortuna, digo que los hemos visto mandar y gouernar1558 el mundo desde vna silla, trocada su hambre en hartura, su frio en refrigerio1559, su desnudez en galas y su dormir en vna estera en reposar   -195-   en olandas y damascos,   -fol. 227r-   premio justamente merecido de su virtud; pero contrapuestos y comparados sus trabajos con los del milite guerrero, se quedan muy atras en todo, como aora dire.»



  -196-  

ArribaAbajo Capitulo XXXVIII

Que trata del curioso discurso que hizo don Quixote de las armas y las letras1560


Prosigviendo don Quixote, dixo:

«Pues començamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es mas rico el soldado. Y veremos que no hay ninguno mas pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que vn coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del inuierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con solo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vazio, tengo por aueriguado que deue de salir frio, contra toda naturaleza. Pues esperad que espere que llegue la noche para restaurarse de todas estas incomodidades en la cama que le aguarda, la qual, si no es por su culpa, jamas pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere, y reboluerse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sauanas.

»Lleguese, pues, a todo esto el dia y la hora de recebir el grado de su   -fol. 227v-   exercicio; lleguese vn dia de batalla, que alli le pondran la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algun   -197-   balazo que quiça le aura passado las sienes, o le dexará estropeado de brazo o pierna. Y cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserue sano y viuo, podra ser que se quede en la mesma1561 pobreza que antes estaua, y que sea menester que suceda vno y otro rencuentro, vna y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo. Pero estos milagros vense raras vezes.

»Pero dezidme, señores, si aueys mirado en ello, quán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella. Sin duda aueys de responder que no tienen comparacion, ni se pueden reducir a cuenta los muertos, y que se podran contar los premiados viuos con tres letras de guarismo. Todo esto es al reues en los letrados, porque de faldas, que no quiero dezir de mangas, todos tienen en qué entretenerse. Assi que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. Pero a esto se puede responder que es mas facil premiar a dos mil letrados que a treynta mil soldados, porque a aquellos se premian con darles oficios que por fuerça se1562 han de dar a los de su profession, y a estos no se pueden1563 premiar, sino con la mesma1564 hazienda del señor a quien siruen, y esta impossibilidad fortifica mas la razon que tengo.

»Pero dexemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino boluamos a la preeminencia de las armas contra las letras: materia que hasta aora está por aueriguar, segun   -198-   son las razones que cada vna de su parte alega; y entre las   -fol. 228r-   que he dicho, dizen las letras que sin ellas no se podrian sustentar las armas, porque la guerra tambien tiene sus leyes y está sugeta a ellas, y que las leyes caen debaxo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podran sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las republicas, se conseruan los reynos, se guardan las ciudades, se asseguran los caminos, se despejan1565 los mares de cosarios, y, finalmente, si por ellas no fuesse, las republicas, los reynos, las monarquias, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarian sugetos al rigor y a la confusion que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de vsar de sus priuilegios y de sus fuerças. Y es razon aueriguada que aquello que mas cuesta e estima y deue de estimar1566 en mas.

»Alcançar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, vaguidos1567 de cabeça, indigestiones de estomago y otras cosas a estas aderentes, que en parte ya las tengo referidas. Mas llegar vno por sus terminos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparacion, porque a cada passo está a pique de perder la vida. Y ¿qué temor de necessidad y pobreza puede llegar, ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene vn soldado, que, hallandose cercado en alguna fuerça, y estando de posta o guarda en algun   -199-   rebellin o cauallero1568, siente que los enemigos estan minando hazia la parte donde el está, y no puede apartarse de alli por ningun caso, ni huyr el peligro que de tan cerca le amenaza? Solo lo   -fol. 228v-   que puede hazer es dar noticia a su capitan de lo que passa, para que lo remedie con alguna contramina, y el estarse quedo, temiendo y esperando quándo improuisamente ha de subir a las nuues sin alas y baxar al profundo sin su voluntad.

»Y si este parece pequeño peligro, veamos si le yguala, o haze ventajas1569, el de enuestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las quales, enclauijadas y trauadas, no le queda al soldado mas espacio del que concede1570 dos pies de tabla del espolon. Y, con todo esto, viendo que tiene delante de si tantos ministros de la muerte que le amenazan quantos cañones de artilleria se assestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo vna lança, y, viendo que al primer descuydo de los pies yria a visitar los profundos senos de Neptuno; y1571, con todo esto, con intrepido coraçon, lleuado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabuzeria y procura passar por tan estrecho passo al baxel contrario. Y lo que mas es de admirar, que apenas vno ha caydo donde no se podra leuantar hasta la fin del mundo, quando otro ocupa su mesmo1572 lugar, y si este tambien cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede, sin dar tiempo al tiempo1573 de sus muertes:   -200-   valentia y atreuimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra.

»Bien ayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artilleria, a cuyo inuentor tengo para mi que en el infierno se le está dando el premio de su diabolica inuencion, con la qual dio causa que vn infame y cobarde braço   -fol. 229r-   quite la vida a vn valeroso cauallero, y que, sin saber cómo o por dónde, en la mitad del corage y brio que enciende y anima a los valientes pechos, llega vna desmandada bala, disparada de quien quiza huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego al disparar de la maldita maquina, y corta y acaba en vn instante los pensamientos y vida de quien la merecia gozar luengos siglos.

»Y, assi, considerando esto, estoy por dezir que en el alma me pesa de auer tomado este exercicio de cauallero andante en edad tan detestable como es esta en que aora viuimos, porque aunque a mi ningun peligro me pone miedo, todavia me pone rezelo pensar si la poluora y el estaño1574 me han de quitar la ocasion de hazerme famoso y conocido por el valor de mi braço y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra. Pero haga el cielo lo que fuere seruido; que tanto sere mas estimado, si salgo con lo que pretendo, quanto a mayores peligros me he puesto que se pusieron los caualleros andantes de los passados siglos.»

  -201-  

Todo este largo preambulo dixo don Quixote en tanto que los demas cenauan1575, oluidandose de lleuar bocado a la boca, puesto que algunas vezes le auia dicho Sancho Pança que cenasse1576, que despues auria lugar para dezir todo lo que quisiesse. En los que escuchado le auian sobreuino nueua lastima, de ver que hombre que, al parecer, tenia buen entendimiento y buen discurso en todas las cosas que trataua1577, le vuiesse perdido tan rematadamente en tratandole de su negra y pizmienta1578 caualleria. El cura le dixo que tenia mucha razon en todo quanto   -fol. 229v-   auia dicho en fauor de las armas, y que el, aunque letrado y graduado, estaua de su mesmo1579 parecer.

Acabaron de cenar1580, leuantaron los manteles, y en tanto que la ventera, su hija y Maritornes adereçauan el camaranchon de don Quixote de la Mancha, donde auian determinado que aquella noche las mugeres solas en el se recogiessen, don Fernando rogo al cautiuo les contasse el discurso de su vida, porque no podria ser sino que fuesse peregrino y gustoso, segun las muestras que auia començado a dar, viniendo en compañia de Zorayda. A lo qual respondio el cautiuo que de muy buena gana haria lo que se le mandaua, y que solo temia que el cuento no auia de ser tal, que les diesse el gusto que el desseaua; pero que, con todo esso, por no faltar en obedecelle, le contaria. El cura y todos los demas se lo agradecieron, y de nuevo se lo rogaron. Y el, viendose rogar   -202-   de tantos, dixo que no eran menester ruegos adonde el mandar tenia tanta fuerça.

«Y, assi, esten vuestras mercedes atentos, y oyran vn discurso verdadero, a quien podria ser que no llegassen los mentirosos que con curioso y pensado artificio suelen componerse.»

Con esto que dixo, hizo que todos se acomodassen y le prestassen vn grande silencio, y el, viendo que ya callauan y esperauan lo que dezir quisiesse, con voz agradable y reposada començo a dezir desta manera:



  -203-     -fol. 230r-  

ArribaAbajoCapitulo XXXIX

Donde el cautiuo cuenta su vida y sucessos


«En un lugar de las montañas de Leon tuuo principio mi linaje, con quien fue mas agradecida y liberal la naturaleza que la fortuna, aunque en la estrecheza de aquellos pueblos todauia alcançaua mi padre fama de rico, y verdaderamente lo fuera, si assi se diera maña a conseruar su hazienda como se la daua en gastalla. Y la condicion que tenia de ser liberal y gastador le procedio de auer sido soldado los años de su jouentud1581; que es escuela la soldadesca, donde el mezquino se haze franco y el franco prodigo, y si algunos soldados se hallan miserables, son como monstruos que se ven raras vezes. Passaua mi padre los terminos de la liberalidad y rayaua en los de ser prodigo, cosa que no le es de ningun prouecho al hombre casado y que tiene hijos que le han de suceder en el nombre y en el ser. Los que mi padre tenia eran tres, todos varones y todos de edad de poder elegir estado. Viendo, pues, mi padre que, segun el dezia, no podia yrse a la mano contra su condicion, quiso priuarse del instrumento y causa que le hazla gastador y dadiuoso, que fue priuarse de la hazienda, sin la qual el mismo Alexandro pareciera estrecho.

»Y, assi, llamandonos un dia a todos tres1582 a solas en vn aposento, nos dixo vnas razones   -204-   semejantes a las que aora dire. “Hijos, para deziros que os quiero bien, basta saber y dezir que soys mis   -fol. 230v-   hijos, y para entender que os quiero mal, basta saber que no me voy a la mano en lo que toca a conseruar vuestra hazienda. Pues para que entendays desde aqui adelante que os quiero como padre, y que no os quiero destruyr como padrastro, quiero hazer vna cosa con vosotros, que ha muchos dias que la tengo pensada y con madura consideracion dispuesta. Vosotros estays ya en edad de tomar estado, o, a lo menos, de elegir exercicio, tal, que, quando mayores, os honre y aproueche. Y1583 lo que he pensado es hazer de mi hazienda quatro partes: las tres os dare a vosotros, a cada vno lo que le tocare, sin exceder en cosa alguna, y con la otra me quedaré yo para viuir y sustentarme los dias que el cielo fuere seruido de darme de vida. Pero querria que despues que cada vno tuuiesse en su poder la parte que le toca de su hazienda, siguiesse vno de los caminos que le dire. Ay vn refran en nuestra España, a mi parecer, muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breues sacadas de la luenga y discreta experiencia, y el que yo digo1584, dize: ‘Yglesia, o mar, o casa Real’1585, como si mas claramente dixera: Quien quisiere valer y ser rico, siga, o la Yglesia, o nauegue exercitando el arte de la mercancia, o entre a seruir a los reyes en sus casas. Porque dizen: ‘Mas vale migaja de rey, que merced de señor.’ Digo   -205-   esto, porque querria, y es mi voluntad, que vno de vosotros siguiesse las letras, el otro la mercancia, y el otro siruiesse al rey en la guerra, pues es dificultoso entrar a seruirle en su casa; que ya que la guerra no de muchas riquezas, suele dar mucho valor y mucha fama. Dentro de ocho dias os dare toda vuestra parte en dineros, sin defraudaros en vn ardite, como lo vereys por la obra. Decidme   -fol. 231r-   aora si quereys seguir mi parecer y consejo en lo que os he propuesto.”

»Y, mandandome a mi, por ser el mayor, que respondiesse, despues de auerle dicho que no se deshiziesse de la hazienda, sino que gastasse todo lo que fuesse su voluntad, que nosotros eramos moços para saber ganarla, vine a concluyr en que cumpliria su gusto, y que el mio era seguir el exercicio de las armas, siruiendo en el a Dios y a mi rey. El segundo hermano hizo los mesmos1586 ofrecimientos, y escogio el yrse a las Indias, lleuando empleada la hazienda que le cupiesse. El menor, y, a lo que yo creo, el mas discreto; dixo que queria seguir la Yglesia, o yrse a acabar sus començados estudios a Salamanca. Assi como acabamos de concordarnos, y escoger nuestros exercicios, mi padre nos abraçó a todos, y con la breuedad que dixo, puso por obra quanto nos auia prometido; y, dando a cada vno su parte, que, a lo que se me acuerda, fueron cada tres mil ducados, en dineros, porque vn nuestro tio compró toda la hazienda y la pagó de contado,   -206-   porque no saliesse del tronco de la casa, en vn mesmo1587 dia nos despedimos todos tres de nuestro buen padre, y en aquel mesmo1588, pareciendome a mi ser inhumanidad que mi padre quedasse viejo y con tan poca hazienda, hize con el que de mis tres mil tomasse los dos mil ducados, porque a mi me bastaua el resto para acomodarme de lo que auia menester vn soldado.

»Mis dos hermanos, mouidos de mi exemplo, cada vno le dio mil ducados. De modo que a mi padre le quedaron quatro mil1589 en dineros, y mas tres mil, que, a lo que parece, valia la hazienda que le cupo, que no quiso vender, sino quedarse con ella en   -fol. 231v-   rayzes. Digo, en fin, que nos despedimos del y de aquel nuestro tio que he dicho, no sin mucho sentimiento y lagrimas de todos, encargandonos que les hiziessemos saber, todas las veces que vuiesse comodidad para ello, de nuestros sucessos, prosperos o aduersos. Prometimosselo, y, abraçandonos y echandonos su bendicion, el vno tomó el viage de Salamanca, el otro de Seuilla, y yo el de Alicante, adonde tuue nueuas que auia vna naue ginouesa que cargaua alli lana para Genoua.

»Este hara1590 veynte y dos años que sali de casa de mi padre, y en todos ellos, puesto que he escrito algunas cartas, no he sabido del ni de mis hermanos nueua1591 alguna. Y lo que en este discurso de tiempo he passado lo dire breuemente. Embarqueme en Alicante, llegué con   -207-   prospero viage a Genoua, fuy desde alli a Milan, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado, de donde quise yr a assentar mi plaça al Piamonte, y, estando ya de camino ara Alexandria de la Palla1592, tuue nueuas que el gran Duque de Alua passaua a Flandes1593. Mudé proposito, fuyme con el, seruile en las jornadas que hizo, halleme en la muerte de los Condes de Eguemon y de Hornos, alcancé a ser alferez de vn famoso capitan de Guadalajara, llamado Diego de Vrbina1594. Y a cabo de algun tiempo que llegué a Flandes, se tuuo nueuas1595 de la liga que la Santidad del papa Pio Quinto, de felice recordacion, auia hecho con Venecia1596 y con España contra el enemigo comun, que es el turco. El qual, en aquel mesmo1597 tiempo, auia ganado con su armada la famosa Isla de Chipre, que estaua debaxo del dominio de venecianos1598, y perdida lamentable   -fol. 232r-   y desdichada.

»Supose cierto que venia por general desta liga el serenissimo don Iuan de Austria1599, hermano natural de nuestro buen rey don Felipe. Diuulgose el grandissimo aparato de guerra que se hazia. Todo lo qual me incitó y conmouio el animo y el desseo de verme en la jornada que se esperaua; y aunque tenia barruntos, y casi promessas ciertas, de que en la primera ocasion que se ofreciesse seria promouido a capitan, lo quise dexar todo y venirme, como me vine, a Italia. Y quiso mi buena suerte que el señor don Iuan de Austria acabaua   -208-   de llegar a Genoua; que passaua a Napoles a juntarse con la armada de Venecia, como despues lo hizo en Mecina1600.

»Digo, en fin, que yo me hallé en aquella felicissima jornada1601, ya hecho capitan de infanteria, a cuyo honroso cargo me subio mi buena suerte mas que mis merecimientos. Y aquel dia, que fue para la christiandad tan dichoso, porque en el se desengañó el mundo y todas las naciones del error en que estauan, creyendo que los turcos eran inuencibles por la mar, en aquel dia, digo, donde quedó el orgullo y soberuia otomana quebrantada, entre tantos venturosos como alli vuo -porque mas ventura tuuieron los christianos que alli murieron, que los que viuos y vencedores quedaron-, yo solo fuy el desdichado; pues, en cambio de que pudiera esperar, si fuera en los romanos siglos, alguna naual corona, me vi aquella noche, que siguio a tan famoso dia, con cadenas a los pies y esposas a las manos1602.

»Y fue desta suerte, que auiendo el Vchali, rey de Argel, atreuido y   -fol. 232v-   venturoso cosario, enuestido y rendido la capitana de Malta, que solos tres caualleros quedaron viuos en ella, y estos mal heridos, acudio la capitana de Iuan Andrea1603 a socorrella, en la qual yo yua con mi compañia, y haziendo lo que deuia en ocasion semejante, salté en la galera contraria, la qual, desuiandose de la que la auia enuestido, estoruó que mis soldados me siguiessen, y, assi, me hallé solo entre mis enemigos, a quien no   -209-   pude resistir por ser tantos; en fin, me rindieron lleno de heridas. Y como ya aureys1604, señores, oydo dezir que el Vchali se saluó con toda su esquadra, vine yo a quedar cautiuo en su poder, y solo fuy el triste entre tantos alegres, y el cautiuo entre tantos libres; porque fueron quinze mil christianos los que aquel dia alcançaron la desseada libertad, que todos venian al remo en la turquesca armada.

»Lleuaronme a Costantinopla, donde el Gran Turco Selin hizo general de la mar a mi amo, porque auia hecho su deuer en la batalla, auiendo lleuado por muestra de su valor el estandarte de la religion de Malta. Halleme el segundo año, que fue el de setenta y dos, en Nauarino1605, bogando en la capitana de los tres fanales. Vi y noté la ocasion que alli se perdio de no coger en el puerto toda el armada1606 turquesca. Porque todos los leuentes1607 y genizaros que en ella venian tuuieron por cierto que les auian de enuestir dentro del mesmo1608 puerto, y tenian1609 a punto su ropa y passamaques1610, que son sus çapatos, para huyrse luego por tierra sin esperar ser1611 combatidos: tanto era el miedo que auian cobrado a nuestra armada. Pero el cielo lo ordenó de otra manera, no por culpa ni descuydo del general que a los nuestros regia,   -fol. 233r-   sino por los pecados de la christiandad, y porque quiere y permite Dios que tengamos siempre verdugos que nos castiguen.

»En efeto, el Vchali se recogio a Modon,   -210-   que es vna isla que esta junto a Nauarino, y, echando la gente en tierra, fortificó la boca del puerto y estuuose quedo hasta que el señor don Iuan se boluio. En este viage se tomó la galera que se llamaua La Presa, de quien era capitan vn hijo de aquel famoso cossario Barba Roxa: tomola la capitana de Napoles, llamada La Loba, regida por aquel rayo de la guerra, por el padre de los soldados, por aquel venturoso y jamas vencido capitan don Aluaro de Baçan, marques de Santa Cruz1612. Y no quiero dexar de dezir lo que sucedio en la presa de La Presa. Era tan cruel el hijo de Barba Roxa, y trataua tan mal a sus cautiuos, que assi como los que venian al remo vieron que la galera Loba les yua entrando, y que los alcançaua, soltaron todos a vn tiempo los remos, y asieron de su capitan que estaua sobre el estanterol gritando que bogassen a priessa, y passandole de banco en banco, de popa a proa, le dieron bocados1613, que a poco mas que passó del arbol ya auia passado su anima al infierno. Tal era, como he dicho, la crueldad con que los trataua y el odio que ellos le tenian.

»Boluimos a Constantinopla, y el año siguiente, que fue el de setenta y tres, se supo en ella como el señor don Iuan auia ganado a Tunez y quitado aquel reyno a los turcos, y puesto en possesion del a Muley Hamet, cortando las esperanças que de boluer a reynar en el tenia Muley Hamida, el moro mas cruel y mas valiente que tuuo el mundo. Sintio mucho   -211-   esta perdida el gran turco, y   -fol. 233v-   vsando de la sagazidad que todos los de su casa tienen, hizo paz con venecianos, que mucho mas que el la desseauan, y el año siguiente de setenta y quatro acometio a la Goleta y al Fuerte que junto a Tunez auia dexado medio leuantado el señor don Iuan.

»En todos estos trances andaua yo al remo, sin esperança de libertad alguna; a lo menos, no esperaua tenerla por rescate, porque tenia determinado de no escriuir las nueuas de mi desgracia a mi padre. Perdiose, en fin, la Goleta; perdiose el Fuerte, sobre las quales plaças huuo de soldados turcos, pagados, setenta y cinco mil, y de moros y alarabes de toda la Africa mas de quatrocientos mil, acompañado este tan gran numero de gente con tantas municiones y pertrechos de guerra, y con tantos gastadores, que con las manos y a puñados de tierra pudieran cubrir la Goleta y el Fuerte.

»Perdiose primero la Goleta, tenida hasta entonces por inexpugnable, y no se perdio por culpa de sus defensores, los quales hizieron en u defensa todo aquello que deuian y podian, sino porque la experiencia mostro la facilidad con que se podian leuantar trincheas en aquella desierta arena, porque a dos palmos se hallaua agua, y los turcos no la hallaron a dos varas, y, assi, con muchos sacos de arena leuantaron las trincheas tan altas, que sobrepujauan las murallas de la fuerça, y tirandoles a   -212-   cauallero, ninguno podia parar ni assistir a la defensa. Fue comun opinion que no se auian de encerrar los nuestros en la Goleta, sino esperar en campaña al desembarcadero, y los que esto dizen hablan de lexos y con poca experiencia de casos semejantes; porque si en la Goleta y en el Fuerte   -fol. 234r-   apenas auia siete mil soldados, ¿cómo podia tan poco numero, aunque mas esforçados fuessen, salir a la campaña y quedar en las fuerças contra tanto como era el de los enemigos? Y ¿cómo es posible dexar de perderse fuerça que no es socorrida, y mas quando la cercan enemigos muchos y porfiados y en su mesma1614 tierra?

»Pero a muchos les parecio, y assi me parecio a mi, que fue particular gracia y merced que el cielo hizo a España en permitir que se assolasse aquella oficina y capa de maldades, y aquella gomia o esponxa y polilla de la infinidad de dineros que alli sin prouecho se gastauan, sin seruir de otra cosa que de conseruar la memoria de auerla ganado la felicissima del inuictissimo Carlos Quinto, como si fuera menester para hacerla eterna, como lo es y sera, que aquellas piedras la sustentaran. Perdiose tambien el Fuerte, pero fueronle ganando los turcos palmo a palmo, porque los soldados que lo defendian pelearon tan valerosa y fuertemente, que passaron de veynte y cinco mil enemigos los que mataron en veynte y dos assaltos generales que les dieron. Ninguno cautiuaron sano de trecientos que quedaron viuos, señal   -213-   cierta y clara de su esfuerço1615 y valor y de lo bien que se auian defendido y guardado sus plaças.

»Rindiose a partido vn pequeño fuerte o torre que estaua en mitad del estaño, a cargo de don Iuan Zanoguera, cauallero valenciano y famoso soldado. Cautiuaron a don Pedro Puertorcarrero, general de la Goleta, el qual hizo quanto fue possible por defender su fuerça, y sintio tanto el auerla perdido, que de pesar   -fol. 234v-   murio en el camino de Constantinopla, donde le lleuauan cautiuo. Cautiuaron ansimesmo1616 al general del Fuerte, que se llamaua Gabrio Cerbellon, cauallero milanes, grande ingeniero y valentissimo soldado. Murieron en estas dos fuerças muchas personas de cuenta, de las quales fue vna Pagan de Oria, cauallero del habito de San Iuan, de condicion generoso, como lo mostro la summa1617 liberalidad que vsó con su hermano, el famoso Iuan Andrea1618 de Oria, y lo que mas hizo lastimosa su muerte fue auer muerto a manos de vnos alarabes de quien se fió, viendo ya perdido el Fuerte, que le1619 ofrecieron de lleuarle en habito de moro a Tabarca, que es vn portezuelo o casa que en aquellas riberas tienen los ginoueses que se exercitan en la pesqueria del coral, los quales alarabes le cortaron la cabeça y se la truxeron al general de la armada turquesca, el qual cumplio con ellos nuestro refran castellano que “aunque la traycion aplaze, el traydor se aborrece”, y, assi, se dize que mandó el general   -214-   ahorcar a los que le truxeron el presente, porque no se le auian traydo viuo.

»Entre los christianos que en el Fuerte se perdieron, fue vno llamado don Pedro de Aguilar1620, natural no se de qué lugar del Andaluzia, el qual auia sido alferez en el Fuerte, soldado de mucha cuenta y de raro entendimiento; especialmente tenia particular gracia en lo que llaman poesia. Digolo porque su suerte le truxo a mi galera y a mi banco y a ser esclauo de mi mesmo1621 patron, y antes que nos partiessemos de aquel puerto hizo este cauallero dos sonetos a manera de epitafios, el vno a la Goleta y el otro al Fuerte. Y en verdad que los tengo de   -fol. 235r-   dezir, porque los se de memoria, y creo que antes causarán gusto que pesadumbre.»

En el punto que el cautiuo nombró a don Pedro de Aguilar, don Fernando miró a sus camaradas, y todos tres se sonrieron, y quando llegó a dezir de los sonetos, dixo el vno:

«Antes que vuestra merced passe adelante, le suplico me diga qué se hizo esse don Pedro de Aguilar que ha dicho.»

«Lo que se es», respondio el cautiuo, «que al cabo de dos años que estuuo en Constantinopla, se huyo en trage de arnaute1622 con vn griego espia, y no se si vino en libertad, puesto que creo que si, porque de alli a vn año vi yo al griego en Constantinopla, y no le pude preguntar el sucesso de aquel viage.»

«Pues lo1623 fue», respondio el cauallero,   -215-   «porque esse don Pedro es mi hermano, y está aora en nuestro lugar, bueno y rico, casado y con tres hijos.»

«Gracias sean dadas a Dios», dixo el cautiuo, «por tantas mercedes como le hizo, porque no ay en la tierra, conforme1624 mi parecer, contento que se yguale a alcançar la libertad perdida.»

«Y mas», replicó el cauallero, «que yo se los sonetos que mi hermano hizo.»

«Digalos, pues, vuestra1625 merced», dixo el cautiuo; «que los sabra dezir mejor que yo.»

«Que me plaze», respondio el cauallero; y el de la Goleta dezia assi:



  -216-  

ArribaAbajoCapitulo XL

Donde se prosigue la historia del cautiuo





SONETO


   Almas dichosas que del mortal velo
libres y essentas, por el bien que obrastes,
desde la baxa tierra os leuantastes,
a lo mas alto y lo mejor del cielo.

   Y, ardiendo en ira y en honroso zelo,  5
-fol. 235v-
de los cuerpos la fuerça exercitastes,
que en propia1626 y sangre agena colorastes
el mar vezino y arenoso suelo;

    primero que el valor, faltó la vida
en los cansados braços que, muriendo,  10
con ser vencidos, lleuan la vitoria.

    Y esta vuestra mortal, triste cayda,
entre el muro y el hierro, os va adquiriendo
fama que el mundo os da, y el cielo gloria1627.

«Dessa mesma1628 manera le se yo», dixo el cautiuo.

«Pues el del Fuerte, si mal no me acuerdo», dixo el cauallero, «dize assi»:




SONETO


    De entre esta tierra esteril, derribada
destos terrones1629 por el suelo echados,
las almas santas de tres mil soldados
subieron viuas a mejor morada,

   siendo primero, en vano, exercitada  5
la fuerça de sus braços esforçados,
hasta que, al fin, de pocos y cansados,
dieron la vida al filo de la espada.
-217-

    Y este es el suelo que continuo ha sido
de mil memorias lamentables lleno  10
en los passados siglos y pressentes.

   Mas no mas justas de su duro seno
auran al claro cielo almas subido,
ni aun el sostuuo cuerpos tan valientes.

  -fol. 236r-  

No parecieron mal los sonetos, y el cautiuo se alegró con las nueuas que de su camarada le dieron, y, prosiguiendo su cuento, dixo:

«Rendidos, pues, la Goleta y el Fuerte, los turcos dieron orden en desmantelar la Goleta, porque el Fuerte quedó tal, que no huuo qué poner por tierra, y para hazerlo con mas breuedad y menos trabajo, la minaron por tres artes, pero con ninguna se pudo bolar lo que parecia menos fuerte, que eran las murallas viejas; y todo aquello que auia quedado en pie de la fortificacion nueua, que auia hecho el Fratin1630, con mucha facilidad vino a tierra. En resolucion, la armada boluio a Constantinopla triunfante y vencedora, y de alli a pocos meses murio mi amo, el Vchali, al qual llamauan Vchali Fartax, que quiere decir en lengua turquesca el renegado tiñoso1631, porque lo era, y es costumbre entre los turcos ponerse nombres de alguna falta que tengan, o de alguna virtud que en ellos aya. Y esto es porque no ay entre ellos sino quatro apellidos de linages, que decienden1632 de la casa Otomana, y los demas, como tengo dicho, toman nombre y apellido ya de las tachas del cuerpo, y ya de las virtudes del animo. Y este Tiñoso bogó el1633   -218-   remo, siendo esclauo del Gran Señor, catorze años, y a mas de los treinta y cuatro de su edad renego, de despecho de que1634 vn turco, estando1635 al remo, le dio vn bofeton, y por poderse vengar dexó su fe, y fue tanto su valor, que, sin subir por los torpes medios y caminos que los mas priuados del Gran Turco suben, vino a ser rey de Argel, y despues, a ser general de la mar, que es el tercero cargo que ay en aquel lo señorio. Era calabres de nacion, y moralmente fue hombre de bien y trataua con mucha humanidad   -fol. 236v-   a sus cautiuos, que llegó a tener tres mil, los quales, despues de su muerte, se repartieron, como el lo dexó en su testamento, entre el Gran Señor, que tambien es hijo heredero de quantos mueren y entra a la parte con los mas1636 hijos que dexa el difunto, y entre sus renegados; y yo cupe a un renegado veneciano que, siendo grumete de vna naue, le cautiuó el Vchali, y le quiso tanto, que fue vno de los mas regalados garzones1637 suyos, y el vino a ser el mas cruel renegado que jamas se ha visto. Llamauase Azan Aga1638, y llegó a ser muy rico y a ser rey de Argel, con el qual yo vine de Constantinopla algo contento por estar tan cerca de España, no porque pensasse escriuir a nadie el desdichado sucesso mio, sino por ver si me era mas fauorable la suerte en Argel que en Constantinopla, donde ya auia prouado mil maneras de huyrme, y ninguna tuuo sazon ni ventura; y pensaua en Argel buscar otros medios de alcançar lo que tanto desseaua, porque   -219-   jamas me desamparó la esperança de tener libertad, y quando en lo que fabricaua, pensaua y ponia por obra no correspondia el sucesso a la intencion, luego, sin abandonarme, fingia y buscaua otra esperança que me sustentasse, aunque fuesse debil y flaca.

»Con esto entretenia la vida, encerrado en vna prision o casa que los turcos llaman baño, donde encierran los cautiuos christianos, assi los que son del rey como de algunos particulares, y los que llaman del almacen, que es como dezir cautiuos del Concejo, que siruen a la ciudad en las obras publicas que haze y en otros oficios, y estos tales cautiuos tienen muy dificultosa su libertad; que, como son del comun y no tienen amo particular,   -fol. 237r-   no ay con quién tratar su rescate, aunque le tengan. En estos baños, como tengo dicho, suelen lleuar a sus cautivos algunos particulares del pueblo, principalmente quando son de rescate, porque alli los tienen holgados y seguros hasta que venga su rescate. Tambien los cautiuos del rey que son de rescate no salen al trabajo con la demas chusma, si no es cuando se tarda su rescate; que entonces, por hazerles que escriuan por el con mas ahinco, les hazen trabajar y yr por leña con los demas, que es vn no pequeño trabajo.

»Yo, pues, era vno de los de rescate, que como se supo que era capitan, puesto que dixe mi poca possibilidad y falta de hazienda, no aprouechó nada para que no me pusiessen en   -220-   el numero de los caualleros y gente de rescate. Pusieronme vna cadena, mas por señal de rescate que por guardarme con ella, y, assi, passaua la vida en aquel baño, con otros muchos caualleros y gente principal, señalados y tenidos por de rescate. Y aunque la hambre y desnudez pudiera fatigarnos a vezes, y aun casi siempre, ninguna cosa nos fatigaua tanto como oyr y ver a cada passo las jamas vistas ni oydas crueldades que mi amo vsaua con los christianos. Cada dia ahorcaua el suyo1639, empalaua a este, desorejaua a1640 aquel; y esto por tan poca ocasion, y tan sin ella, que los turcos conocian que lo hazia no mas de por hazerlo, y por ser natural condicion suya ser omicida de todo el genero humano. Solo libró bien con el vn soldado español llamado tal de Saauedra, el qual, con auer hecho cosas que quedarán1641 en la memoria de aquellas gentes por muchos   -fol. 237v-   años, y todas por alcançar libertad, jamas le dio palo, ni se lo mandó dar, ni le dixo mala palabra, y por la menor cosa de muchas que hizo temiamos todos que auia de ser empalado; y assi lo temio el mas de vna vez, y si no fuera porque el tiempo no da lugar, yo dixera aora algo de lo que este soldado hizo, que fuera parte para entreteneros y admiraros harto mejor que con el cuento de mi historia.

»Digo, pues, que encima del patio de nuestra prision cahian las ventanas de la casa de vn moro rico y principal, las quales, como de ordinario son las de los moros, mas eran agujeros   -221-   que ventanas, y aun estas se cubrian con celosias muy espessas y apretadas. Acaecio, pues, que vn dia, estando en vn terrado de nuestra prision con otros tres compañeros, haziendo prueuas de saltar con las cadenas, por entretener el tiempo, estando solos, porque todos los demas christianos auian salido a trabajar, alcé acaso los ojos, y vi que por aquellas cerradas ventanillas que he dicho parecia vna caña, y al remate della puesto vn lienço atado, y la caña se estaua blandeando y mouiendose, casi como si hiziera señas que llegassemos a tomarla. Miramos en ello, y vno de los que conmigo estauan fue a ponerse debaxo de la caña, por ver si la soltauan, o lo que hazian; pero assi como llegó, alçaron la caña y la mouieron a los dos lados, como si dixeran no con la cabeça. Boluiose el christiano, y tornaronla a baxar y hazer los mesmos1642 mouimientos que primero. Fue otro de mis compañeros, y sucediole lo mesmo1643 que al primero. Finalmente, fue el tercero, y auinole   -fol. 238r-   lo que al primero y al segundo.

»Viendo yo esto, no quise dexar de prouar la suerte, y assi como llegué a ponerme debaxo de la caña, la dexaron caer, y dio a mis pies dentro del baño; acudi luego a desatar el lienço, en el qual vi vn nudo1644, y dentro del venian diez zianiys1645, que son vnas monedas de oro baxo que vsan los moros, que cada vna vale diez reales de los nuestros. Si me holgue con el hallazgo, no ay para qué dezirlo, pues   -222-   fue tanto el contento como la admiracion de pensar de donde podia venirnos aquel bien, especialmente a mi, pues las muestras de no auer querido soltar la caña sino a mi claro dezian que a mi se hazia la merced. Tomé mi buen dinero, quebre la caña, boluime al terradillo, miré la ventana y vi que por ella salia vna muy blanca mano, que la abrian y cerrauan muy apriessa. Con esto entendimos o imaginamos que alguna muger que en aquella casa viuia nos deuia de auer hecho aquel beneficio, y en señal de que lo agradeciamos hezimos1646 zalemas a vso de moros, inclinando la cabeça doblando el cuerpo y poniendo los braços sobre el pecho. De alli a poco, sacaron por la mesma1647 ventana vna pequeña cruz hecha de cañas, y luego la boluieron a entrar1648. Esta señal nos confirmó en que alguna christiana deuia de estar cautiua en aquella casa, y era la que el bien nos hazia; pero la blancura de la mano y las axorcas que en ella vimos nos deshizo este pensamiento, puesto que imaginamos que deuia de ser christiana renegada, a quien de ordinario suelen tomar por legitimas mugeres sus mesmos1649 amos, y aun lo tienen   -fol. 238v-   a ventura, porque las estiman en mas que las de su nacion.

»En todos nuestros discursos dimos muy lexos de la verdad del caso, y, assi, todo nuestro entretenimiento desde alli adelante era mirar y tener por norte a la ventana donde nos auia aparecido la estrella de la caña; pero bien se   -223-   passaron quinze dias en que no la vimos, ni la mano tampoco, ni otra señal alguna. Y aunque en este tiempo procuramos con toda solicitud saber quién en aquella casa viuia, y si auia en ella alguna christiana renegada, jamas huuo quien nos dixesse otra cosa, sino que alli viuia un moro principal y rico, llamado Agimorato, alcayde que auia sido de la Pata1650, que es oficio entre ellos de mucha calidad. Mas quando mas descuydados estauamos de que por alli auian de llouer mas zianiys, vimos a deshora parecer la caña y otro lienço en ella con otro nudo1651 mas crecido, y esto fue a tiempo que estaua el baño como la vez passada, solo y sin gente. Hezimos1652 la acostumbrada prueua, yendo cada vno primero que yo, de los mismos tres que estauamos, pero a ninguno se rindio la caña sino a mi, porque en llegando yo, la dexaron caer. Desaté el nudo1653 y hallé quarenta escudos de oro españoles, y vn papel escrito en arauigo, y al cabo de lo escrito, hecha vna grande cruz. Besé la cruz, tomé los escudos, boluime al terrado, hezimos1654 todos nuestras zalemas, tornó a parecer la mano, hize señas que leeria el papel, cerraron la vantana. Quedamos todos confusos y alegres con lo sucedido, y como ninguno de nosotros no entendia el arauigo, era grande el desseo que teniamos de entender lo que el papel contenia,   -fol. 239r-   y mayor la dificultad de buscar quien lo leyesse.

»En fin, yo me determiné de fiarme de vn   -224-   renegado, natural de Murcia, que se auia dado por grande amigo mio, y puesto prendas entre los dos que le obligauan a guardar el secreto, que le encargasse, porque suelen algunos renegados, quando tienen intencion de boluerse a tierra de christianos, traer consigo algunas firmas de cautiuos principales, en que dan fe, en la forma que pueden, como el tal renegado es hombre de bien y que siempre ha hecho bien a christianos, y que lleua desseo de huyrse en la primera ocasion que se le ofrezca. Algunos ay que procuran estas fees con buena intencion; otros se siruen dellas acaso y de industria; que viniendo a robar a tierra de christianos, si a dicha se pierden o los cautiuan, sacan sus firmas y dizen que por aquellos papeles se vera el proposito con que venian, el qual era de quedarse en tierra de christianos, y que por esso venian, en corso con los demas turcos. Con esto se escapan de aquel primer impetu, y se reconcilian con la Yglesia, sin que se les haga daño, y quando veen la suya, se bueluen a Berberia a ser lo que antes eran. Otros ay que vsan destos papeles, y los procuran con buen intento, y se quedan en tierra de christianos.

»Pues vno de los renegados que he dicho, era este mi1655 amigo, el qual tenia firmas de todas nuestras camaradas, donde le acreditauamos quanto era possible, y si los moros le hallaran estos papeles, le quemaran viuo. Supe que sabia muy bien arauigo, y no solamente hablarlo, sino escriuirlo. Pero antes que del   -225-   todo me declarasse con el, le dixe que me leyesse aquel papel,   -fol. 239v-   que acaso me auia hallado en vn agujero de mi rancho. Abriole y estuuo vn buen espacio mirandole y construyendole, murmurando entre los dientes. Preguntele si lo entendia. Dixome que muy bien, y que si queria que me lo declarasse palabra por palabra, que le diesse tinta y pluma, porque mejor lo hiziesse. Dimosle luego lo que pedia, y el, poco a poco, lo fue traduciendo; y, en acabando, dixo: “Todo lo que va aqui en romance, sin faltar letra, es lo que contiene este papel morisco, y hase de aduertir que adonde dize Lela Marien quiere dezir Nuestra Señora la Virgen Maria.”

»Leymos el papel, y dezia assi:

“Quando yo era niña tenia mi padre vna esclaua, la qual en mi lengua me mostro la zala christianesca y me dixo muchas cosas de Lela Marien. La christiana murio, y yo se que no fue al fuego, sino con Ala, porque despues la vi dos vezes, y me dixo que me fuesse a tierra de christianos a ver a Lela Marien, que me queria mucho. No se yo cómo vaya; muchos christianos he visto por esta ventana, y ninguno me ha parecido cauallero, sino tu. Yo soy muy hermosa y muchacha, y tengo muchos dineros que lleuar conmigo. Mira tu si puedes hazer como nos vamos, y seras alla mi marido, si quisieres; y si no quisieres, no se me dara nada, que Lela Marien me dara con quien me case. Yo escriui esto; mira a quién lo das a leer; no te fies de ningun moro,   -226-   porque son todos marfuzes1656. Desto tengo mucha pena, que quisiera que no te descubrieras a nadie, porque si mi padre lo sabe, me echará luego en vn pozo y me cubrira de piedras. En   -fol. 240r-   la caña pondre vn hilo, ata alli la respuesta; y si no tienes quien te escriua arauigo, dimelo por señas; que Lela Marien hara que te entienda. Ella y Ala te guarden1657, y essa cruz que yo beso muchas vezes; que assi me lo mandó la cautiua.”

»Mirad, señores, si era razon que las razones deste papel nos admirassen y alegrassen, y, assi, lo vno y lo otro fue de manera que el renegado entendio que no acaso se auia hallado aquel papel, sino que realmente a alguno de nosotros se auia escrito; y, assi, nos rogo que si era verdad lo que sospechaua, que nos fiassemos del y se lo dixessemos, que el auenturaria su vida por nuestra libertad; y, diziendo esto, sacó del pecho vn cruzifixo de metal, y con muchas lagrimas juró por el Dios que aquella imagen representaua, en quien el, aunque pecador y malo, bien y fielmente creia, de guardarnos lealtad y secreto en todo quanto quisiessemos descubrirle, porque le parecia, y casi adeuinaua, que por medio de aquella que aquel papel auia escrito, auia el y todos nosotros de tener libertad y verse el en lo que tanto desseaua, que era reduzirse al gremio de la Santa Iglesia su madre, de quien como miembro podrido estaua diuidido y apartado, por su ignorancia y pecado.

  -227-  

»Con tantas lagrimas y con muestras de tanto arrepentimiento dixo esto el renegado, que todos de vn mesmo1658 parecer consentimos y venimos en declararle la verdad del caso, y, assi, le dimos cuenta de todo, sin encubrirle nada. Mostramosle la ventanilla por donde parecia la caña, y el marcó desde alli la casa y quedó de tener especial y gran cuydado de informarse quién   -fol. 240v-   en ella venia1659. Acordamos ansimesmo1660 que seria bien responder al villete de la mora, y como teniamos quien lo supiesse hazer, luego al momento el renegado escriuio las razones1661 que yo le fuy notando, que puntualmente fueron las que dire, porque de todos los puntos sustanciales que en este sucesso me acontecieron, ninguno se me ha ydo de la memoria, ni aun se me yra en tanto que tuuiere vida. En efeto, lo que a la mora se le respondio, fue esto:

“El verdadero Ala te guarde, señora mia, y aquella bendita Marien, que es la verdadera madre de Dios, y es la que te ha puesto en coraçon que te vayas a tierra de christianos, porque te quiere bien. Ruegale tu que se sirua de darte a entender cómo podras poner por obra lo que te manda; que ella es tan buena, que si hara. De mi parte, y de la de todos estos christianos que estan conmigo, te ofrezco de hazer por ti todo lo que pudieremos, hasta morir. No dexes de escriuirme y auisarme lo que pensares hazer, que yo te respondere siempre; que el grande Ala nos ha dado vn christiano   -228-   cautiuo que sabe hablar y escriuir tu lengua tan bien como lo veras por este papel. Assi que, sin tener miedo, nos puedes auisar de todo lo que quisieres. A lo que dizes que si fueres a tierra de christianos que has de ser mi muger, yo te lo prometo como buen christiano, y sabe que los christianos cumplen lo que prometen mejor que los moros. Ala y Marien su madre sean en tu guarda, señora mia.”

»Escrito y cerrado este papel, aguardé dos dias a que estuuiesse el baño solo, como solia, y luego sali al passo acostumbrado del terradillo, por ver si la   -fol. 241r-   caña parecia, que no tardó mucho en assomar. Assi como la vi, aunque no podia ver quien la ponia, mostre el papel como dando a entender pusiessen el hilo; pero ya venia puesto en la caña, al qual até el papel, y de alli a poco tornó a parecer nuestra estrella con la blanca vandera de paz del atadillo; dexaronla caer, y alcé1662 yo, y hallé en el paño, en toda suerte de moneda de plata y de oro, mas de cinquenta escudos, los quales cinquenta vezes mas doblaron nuestro contento y confirmaron la esperança de tener libertad.

»Aquella misma noche boluio nuestro renegado, y nos dixo que auia sabido que en aquella casa viuia el mesmo1663 moro que a nosotros nos auian dicho que se llamaua Aguimorato1664, riquissimo por todo estremo, el qual tenia vna sola hija, heredera de toda su hazienda; y que era comun opinion en toda la ciudad ser la mas hermosa muger de la   -229-   Berberia, y que muchos de los vireyes que alli venian la auian pedido por muger, y que ella nunca se auia querido casar; y que tambien supo que tuuo vna christiana cautiua, que ya se auia muerto. Todo lo qual concertaua con lo que venia en el papel. Entramos luego en consejo con el renegado en qué orden se tendria para sacar a la mora y venirnos todos a tierra de christianos; y, en fin, se acordo por entonces que esperassemos al auiso segundo de Zorayda, que assi se llamaua la que aora quiere llamarse Maria. Porque bien vimos que ella, y no otra alguna, era la que auia de dar medio a todas aquellas dificultades. Despues que quedamos en esto, dixo el renegado que no tuuiessemos pena; que el perderia la vida, o nos pondria en libertad.

  -fol. 241v-  

»Quatro dias estuuo el baño con1665 gente, que fue ocasion que quatro dias tardasse en parecer la caña; al cabo de los quales, en la acostumbrada soledad del baño parecio con el lienço tan preñado, que vn felicissimo parto prometia; inclinose a mi la caña y el lienço, hallé en el otro papel y cien escudos de oro, sin otra moneda alguna; estaua alli el renegado, dimosle a leer el papel dentro de nuestro rancho, el qual dixo que assi dezia:

“Yo no se, mi señor, cómo dar orden que nos vamos a España, ni Lela Marien me lo ha dicho, aunque yo se lo he preguntado; lo que se podra hazer es que yo os dare por esta ventana   -230-   muchissimos dineros de oro: rescataos vos con ellos, y vuestros amigos, y vaya vno en tierra de christianos, y compre alla vna barca, y buelua por los demas, y a mi me hallarán1666 en el jardin de mi padre, que está a la puerta de Babazon1667, junto a la marina, donde tengo de estar todo este verano con mi padre y con mis criados; de alli de noche me podreys sacar sin miedo y lleuarme a la barca; y mira que has de ser mi marido, porque si no, yo pedire a Marien que te castigue. Si no te fias de nadie que vaya por la barca, rescatate tu y ve; que yo se que bolueras mejor que otro, pues eres cauallero y christiano. Procura saber el jardin, y quando te passees por ay sabre que está solo el baño y te dare mucho dinero. Ala te guarde, señor mio.”

»Esto dezia y contenia el segundo papel, lo qual visto por todos, cada vno se ofrecio a querer ser el rescatado, y prometio de yr y boluer con toda puntualidad, y tambien yo me ofreci a lo mismo; a todo   -fol. 242r-   lo qual se opuso el renegado, diziendo que en ninguna manera consentiria que ninguno saliesse de libertad hasta que fuessen todos juntos, porque la experiencia le auia mostrado quán mal cumplian los libres las palabras que dauan en el cautiuerio; porque muchas vezes auian vsado de aquel remedio algunos principales cautiuos, rescatando a vno que fuesse a Valencia o Mallorca con dineros para poder armar vna barca y boluer por los que le auian rescatado, y nunca auian buelto.   -231-   Porque, de[zia]1668, la libertad alcançada y el temor de no boluer a perderla les borraua de la memoria todas las obligaciones del mundo. Y, en confirmacion de la verdad que nos dezia, nos conto breuemente vn caso que casi en aquella mesma1669 sazon auia acaecido a vnos caualleros christianos, el mas estraño que jamas sucedio en aquellas partes, donde a cada passo suceden cosas de grande espanto y de admiracion.

»En efecto1670, el vino a dezir que lo que se podia y deuia hazer era que el dinero que se auia de dar para rescatar al christiano, que se le diesse a el, para comprar alli, en Argel, vna barca, con achaque de hazerse mercader y tratante en Tetuan y en aquella costa, y que siendo el señor de la barca, facilmente se daria traça para sacarlos del baño y embarcarlos a todos. Quanto mas que si la mora, como ella dezia, daua dineros para rescatarlos a todos, que estando libres, era facilissima cosa aun embarcarse en la mitad del dia, y que la dificultad que se ofrecia mayor era que los moros no consienten que renegado alguno compre ni tenga barca, si no es baxel grande para yr en corso, porque se temen que el que compra   -fol. 242v-   barca, principalmente si es español, no la quiere sino para yrse a tierra de christianos; pero que el facilitaria este inconueniente con hazer que vn moro tagarino1671 fuesse a la parte con el en la compañia de la barca y en la ganancia de las mercancias, y con esta sombra el vendria a   -232-   ser señor de la barca, con que daua por acabado todo lo demas.

»Y puesto que a mi y a mis camaradas nos auia parecido mejor lo de embiar por la barca a Mallorca, como la mora dezia, no osamos contradezirle, temerosos que si no haziamos lo que el dezia, nos auia de descubrir y poner a peligro de perder las vidas, si descubriesse el trato de Zorayda, por cuya vida dieramos todos lo las nuestras, y, assi, determinamos de ponernos en las manos de Dios y en las del renegado, y en aquel mismo1672 punto se le respondio a Zorayda diziendole que hariamos todo quanto os aconsejaua, porque lo auia aduertido tambien1673 como si Lela Marien se lo huuiera dicho, y que en ella sola estaua dilatar aquel negocio o ponello luego por obra. Ofrecimele de nueuo de ser su esposo, y con esto, otro dia que acaecio a estar solo el baño, en diuersas vezes, con la caña y el paño, nos dio dos mil escudos de oro, y vn papel donde dezia que el primer iuma1674 , que es el viernes, se yua al jardin de su padre, y que antes que se fuesse os daria mas dinero, y que si aquello no bastasse, que se lo auisassemos, que nos daria quanto le pidiessemos: que su padre tenia tantos, que no lo echaria menos, quanto mas que ella tenia las llaues de todo.

»Dimos luego quinientos escudos al renegado para comprar la barca; con ochocientos me rescaté yo, dando   -fol. 243r-   el dinero a vn mercader valenciano que a la sazon se hallaua en Argel, el   -233-   qual me rescató del rey, tomandome sobre su palabra, dandola de que con el primer baxel que viniesse de Valencia pagaria mi rescate; porque si luego diera el dinero, fuera dar sospechas al rey que auia muchos dias que mi rescate estaua en Argel, y que el mercader, por sus grangerias, lo auia callado. Finalmente, mi amo era tan cauiloso, que en ninguna manera me atreui a que luego se desembolsasse el dinero. El iueues antes del viernes que la hermosa Zorayda se auia de yr al jardin nos dio otros mil escudos y os auisó de su partida, rogandome que si me rescatasse, supiesse luego el jardin de su padre, y que en todo caso buscasse ocasion de yr alla y verla. Respondile en breues palabras que assi lo haria, y que tuuiesse cuydado de encomendarnos a Lela Marien con todas aquellas oraciones que la cautiua le auia enseñado.

»Hecho esto, dieron orden en que los tres compañeros nuestros se rescatassen, por facilitar la salida del baño, y porque viendome a mi rescatado, y a ellos no, pues auia dinero, no se alborotassen y les persuadiesse el diablo que hiziessen alguna cosa en perjuyzio de Zorayda; que puesto que el ser ellos quien eran me podia assegurar deste temor, con todo esso, no quise poner el negocio en auentura, y, assi, los hize rescatar por la misma orden que yo me rescaté, entregando todo el dinero al mercader para que con certeza y seguridad pudiesse hazer la fiança, al qual nunca descubrimos nuestro trato y secreto por el peligro que auia.»



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