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[27]

                                            
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Acto segundo

 
 

Portería de un convento. A la derecha del espectador una gran reja que supone dar al coro de la iglesia: a la izquierda una puerta de entrada entreabierta y otra cerrada en el fondo. Una gran lámpara colgada. Se oye llover. La hermana GERTRUDIS con un libro en la mano sentada en un gran sitial.

 
 

Escena I

 

La hermana GERTRUDIS, después DOÑA JUANA.

 
GERTRUDIS �Alabado sea el Señor!
�Qué furiosa tempestad!,
en sesenta años de edad
yo no la he visto mayor.
Y una aquí sola, olvidada, 5
sin otra hermana siquiera,
condición de la portera,
ser de todas despreciada,
siempre tropiezan con una,
para gruñir y rabiar. 10
Y si llego a contestar...,
cállese lega importuna,
y tenga de Dios temor;
de modo, que me confundo,
y estoy viviendo en el mundo, 15
una mártir del Señor.
 

(Se queda leyendo, óyese el rezo de las monjas, pero por cortos momentos. El viento apaga la luz de la lámpara. La hermana GERTRUDIS la enciende con una lamparilla de mano, que estará encendida para el efecto.)

[28]
Calla; la luz se ha apagado,
este aire de Satanás...
algún Santo está quizás
furiosamente enojado.
(La enciende.)
Suframos, y haya paciencia 20
y cerremos el portón (Cierra.)
que cuando truena, es razón
examinar la conciencia.
Nadie llamará a esta llora,
y más estando así el día: 25
hoy en gracia de María,
estoy hecha una rectora.
(Se sienta.)
 

(Vuelve a leer, y las monjas a su rezo. Se oye un fuerte trueno.)

 
Virgen Santa �qué temblor!
El rezar no es para mí,
y más estando una así, 30
está visto, no hay fervor.
 

(Llaman con el aldabón.)

 
�Han llamado? Sí; abriremos,
pues a dar algo lo dudo.
(Coge la lamparilla, y se la pone delante de la cara.)
Por si entra un rayo, me escudo...
con la lámpara... Veremos... 35
JUANA Hermana, la puerta abridme.
GERTRUDIS Mujer, �y viene mandando?,
mala espina me va dando;
me huele a bruja...
 

(Abre y DOÑA JUANA desde el dintel de la puerta con un gran velo que la cubre hasta los pies.)

 
JUANA                                Decidme:
�Daréis hospitalidad 40
al caminante un momento?
GERTRUDIS Lo que es dentro del convento
será una casualidad.
JUANA Digo aquí sólo.
 

(Entra.)

 
GERTRUDIS                            Eso sí.
JUANA Hasta que la lluvia cese; 45
mirad que luego no os pese.
GERTRUDIS Señora, si mando yo aquí. [29]
JUANA Pues entonces dispensad:
GERTRUDIS Si estáis en la portería,
y de aquí allí toda es mía, 50
cuanto queráis descansad...
Que recatada doncella,
y que tapada que viene,
el que se esté me conviene,
no caiga alguna centella; 55
así como así, me sobra
el miedo; si vendrá acaso
a tomar así de paso
el hábito, pues la logra;
y más si la hacen portera 60
y me dejan descansar...,
si valiera aconsejar.
JUANA Mirad hermana, quisiera
mientras escampa quizás
me enseñaseis el convento, 65
vuestras celdas y...
GERTRUDIS                                 Con tiento
que soy portera no más.
�No miráis hermana en Cristo
que yo sólo mando aquí?,
si fuese abadesa, sí; 70
todo lo hubierais ya visto;
y más vos que tenéis arte
de ser honesta señora;
si venir a ser rectora,
yo os afirmo por mi parte, 75
y ha de constar en la historia,
que si cesante quedaba
de ser portera, ganaba
en el momento la gloria.
JUANA Mal estáis con vuestro empleo. 80
GERTRUDIS No lo sabéis bien, hermana,
se le quita a una la gana
de servir a Dios.
JUANA                            Lo creo.
GERTRUDIS Cuando están así de luna,
yo soy la misma paciencia 85 [30]
pero hay días, que en conciencia,
debiera morirse una.
JUANA �Y sois muchas?
GERTRUDIS                             Ventidós.
Mañana entra una doncella,
y habrá una más; dicen de ella 90
que es una sierva de Dios:
si os aguardaseis, mirad,
(Señalándola la reja.)
�veis aquella?, la del velo,
tiene una cara de cielo,
y es mujer de calidad; 95
pues aquella �pobrecita!,
mañana a las diez en punto
cuando se toque a difunto
se quedará tamañita;
lo mismo me pasó a mí, 100
me dio un síncope, y un frío,
 

(Se oye el cántico de las monjas.)

 
que al punto dije, Dios mío,
ya no me mueven de aquí:
es una cosa muy seria
que requiere vocación 105
y algunas sin ton, ni son;
se les figura una feria.
JUANA �Aquí os permiten hablar?
GERTRUDIS Sí señora, �y por qué no?,
�no veis como os hablo yo? 110
JUANA Por eso fue el preguntar.
Mientras estoy aquí ociosa
dejadme al coro subir,
y desde allí podré oír
ese cántico.
GERTRUDIS                    Otra cosa 115
pedidme, pese a mi miedo,
que están en coro rezando
y si están con Dios hablando
disturbarlas, yo no puedo.
JUANA Debo deciros, hermana, 120
que en nada os comprometéis,
venid conmigo
(La REINA echa a andar y GERTRUDIS la detiene.) [31]
GERTRUDIS                           �Qué hacéis?
JUANA Venid.
GERTRUDIS             No me da la gana.
�Pues que no mando yo aquí?,
quedaos en la portería, 125
eso es una demasía
el entremeterse así;
si tuvieseis relaciones
o algún parentesco, vamos.
JUANA Hermana lega, subamos, 130
pronto, sin más digresiones,
seguidme a donde yo diga.
GERTRUDIS Esta es una ánima en pena,
Dios me la depare buena
si tiene cara de amiga. 135
JUANA Abrid la puerta.
(DOÑA JUANA levanta el pestillo de la puerta que está cerrada.)
GERTRUDIS Al momento;
�tenéis aquí alguna hermana,
o alguna hija, sin gana
de seguir en el convento? 140
JUANA A nadie tengo.
GERTRUDIS                         �O queréis...?
JUANA No quiero nada, volad,
seguid mis pasos, y andad;
GERTRUDIS Ya voy, pero...
JUANA.                         �Obedecéis?
GERTRUDIS Al momento, mas decía 145
(Saca una llave del bolsillo.)
que como soy la portera,
si al menos una supiera
quién erais, yo lo diría;
y puede que la rectora
no tuviese inconveniente... 150
�Y ella es persona decente! (Aparte.)
si se explicase, señora,
decid por lo menos, soy...
JUANA Una mujer.
GERTRUDIS                     Es bastante,
al menos sois terminante. [32] 155
Imaginándome voy
si seréis hombre encubierto,
he visto señora, tanto,
que ya de nada me espanto
y si pienso mal acierto. 160
 

(DOÑA JUANA la coge de una mano, y se adelanta al foro.)

 
JUANA No debiera yo enteraros
hermana lega, de mí,
y si entré encubierta aquí,
sólo fue por ocultaros
quién era yo, pues quería 165
sin darme yo a conocer
os pudiese a todos ver
en tanto aclaraba el día;
seguir después mi camino,
y llegar presto a Granada. 170
GERTRUDIS Pues señor, quedo enterada.
JUANA �No lo estáis?
GERTRUDIS                       �Qué desatino!,
ya no dudaré jamás,
sois sin duda una mujer
que ha caminado por ver, 175
y por ver..., y nada más.
JUANA (Descubriéndose el velo.)
Importuna estáis; miradme,
miradme si os diere gana,
soy la reina doña Juana.
GERTRUDIS Santo cielo, perdonadme. 180
(Arrojándose a sus pies.)
JUANA �Me dais entrada?
GERTRUDIS                              Sí, sí.
GERTRUDIS Pues levantaos ya del suelo.
JUANA Ay qué necia me ha hecho el cielo
que al veros no os conocí.
Si me dio a mí el corazón 185
que vos habíais de ser
alguna grande mujer
desde que os vi en el portón.
Si yo lo hubiera sabido,
caigo en quien sois al momento. 190 [33]
Voy a aturdir el convento...
(Gritando y abriendo la puerta del fondo.)
Su Majestad ha venido.
JUANA Al fin no pude lograr,
entrar de incógnito aquí.
GERTRUDIS Es igual, señora, sí. 195
(Volviendo a la escena.)
�Qué me tenéis que mandar?,
como encubierta os veía...,
y... como estaba tronando...
 

(Se oyen pisadas.)

 
No extrañéis..., ya están bajando,
ya bajan..., ya... �Virgen mía! 200
 

(Se abre la puerta del fondo, y aparecen once MONJAS con velas encendidas entre ellas la ABADESA, y DOÑA BLANCA vestida de negro con un gran velo hasta los pies. Al ver esta a DOÑA JUANA, lanza un grito y deja caer la vela de sus manos. Varias MONJAS la rodean; mas esto no es observado por DOÑA JUANA ni la ABADESA.)

 
 

Escena II

 

Dichas, ABADESA y DOÑA BLANCA.

 
ABADESA Sois vos señora. (Se postra a sus pies.)
JUANA                            Levantaos hermanas.
ABADESA Nos dispensáis, oh reina, favor tanto.
(Se levanta.)
JUANA Esa tormenta borrascosa, horrible,
a entrar era el convento me ha obligado.
ABADESA �Y tan sola venís?
JUANA                               No, que mis guardias 205
me esperan en el pórtico.
ABADESA                                         Dignaos
entrar, señora, a nuestra humilde choza.
JUANA Un instante no más, pero me es grato.
ABADESA Venid, y el huerto os prestará manjares
y las flores su olor: ya que ha pasado 210
del cielo borrascoso la tormenta,
el sol nos presta su lucir más claro.
JUANA Con gusto acepto vuestra fina oferta;
ABADESA Venid hermanas a besar sus manos: [34]
GERTRUDIS Si vuesa Majestad no se ofendiese 215
deseo antes que todas el besaros
y pediros perdón. (La besa la mano.)
JUANA                             No me ofendiste;
y más lo hubieras hecho si faltando
a las reglas que aquí deben regiros,
hubiéralas perjura quebrantado. 220
 

(Van besándola sucesivamente hasta llegar DOÑA BLANCA.)

 
Aunque triste mujer abandonada,
también, señora, os besaré las manos;
sois reina de Castilla, y a vos sola,
como a reina debemos acataros.
(La besa sin quitarse a velo.)
JUANA �Con velo me besáis?
BLANCA                                    Ah, permitidme 225
que al decoro debido haya faltado;
está mi rostro ajado con las penas,
y mis ojos marchitos con el llanto;
dispensadme, señora.
JUANA                                   �Qué consuelo
inspira vuestro acento desgraciado!, 230
esa voz, vuestro llanto, todo a un tiempo
inspira un interés; �pudiera acaso
saber de vuestras penas el motivo?
BLANCA Saberlo, sí, podéis; no remediarlo.
JUANA Grande es vuestra aflicción.
BLANCA                                              Señora es tanta, 235
que sería aflijiros si mis labios
se abriesen una vez para decilla,
así es, que siempre mis pesares callo.
JUANA No sólo la aflicción fue reservada
para aquel que aparece desgraciado, 240
tal vez hay mayor pena tras del brillo,
y al través de la púrpura y el manto.
BLANCA Pero vos sois dichosa, siendo reina,
y esposa de un monarca, que a su lado
crecerán vuestros goces. (Llora.)
JUANA                                         �Ah!, mil veces 245
podéis feliz llamarme..., �mas qué llanto
es ese que vertéis? [35]
BLANCA                               Soy desgraciada,
y al veros tan feliz, triste comparo
mi suerte con la vuestra...
JUANA                                        Saber quiero
quién sois...
BLANCA                     Señora, por piedad dejadlo. 250
No queráis escuchar cuitas amargas,
de una infeliz, en vez de los halagos
que estáis acostumbrada que os tributen:
permitidme callar.
JUANA                                �Ah!, no me es dado
mostrarme indiferente a vuestras penas. 255
BLANCA Este lugar, mis lágrimas, este hábito
no me permiten recordar, señora,
la causa de mi mal.
JUANA                                Solas dejadnos
un instante no más, buenas hermanas.
ABADESA Señora...
 

(Hace un acatamiento, y se retira seguida de las monjas.)

 
GERTRUDIS (Al salir y cierra.)
Dije bien, me han jubilado 260
 
 

Escena III

 

BLANCA y DOÑA JUANA.

 
JUANA Solas estamos las dos,
nadie nos oye, señora.
BLANCA El pesar que me devora
no es para decirle a vos.
JUANA Si a la par sois desdichada 265
como pienso seréis bella,
vuestra cuitada querella
debe de ser extremada;
soy la reina, bien podéis
hallar en mí algún consuelo. 270
BLANCA Nunca en vos, �ah!, sólo el cielo
sabe mis penas. [36]
JUANA                          Queréis
encubrírselas quizás
por una oculta razón?
BLANCA Cuando sufre el corazón
señora, padece más 275
al recordar sus tormentos;
mas si mi queja os cautiva
aunque seáis compasiva,
mis agitados lamentos
han de causar vuestro enojo, 280
y ya presiento en mi frente
marcado el sudor ardiente
del pesar y del sonrojo.
Pero por fin sois mujer,
habréis quizá padecido 285
un solo instante perdido
entre el goce y el placer.
Así tendréis compasión
del desgraciado, �es verdad?
�Quién podrá con impiedad 290
lacerar un corazón?
�Ver llorosa de pesar
a una mujer desgraciada
y no sentirse apiadada
de su llanto y su penar? 295
�Quién habrá tan inhumano
que al infortunio sonría?
�No es verdad?
JUANA                          Nadie, hija mía,
goza un placer tan insano.
Aún vuestras penas no sé 300
y ya me aqueja un tormento
que excita mi sentimiento
y me conmueve.
BLANCA                            �Por qué
sentir así mis dolores?
No me miréis indulgente, 305
que si yo soy inocente
mi mal causaron amores,
y en medio de mi amargura [37]
siento aquí dentro del seno
un placer, dulce veneno 310
que templa mi desventura.
Yo era querida, y el cielo
en lazo estrecho me unió
con el que siempre adoró
mi corazón con desvelo. 315
JUANA �Luego sois casada?
BLANCA                                   �Y que
no he de amarle siendo mío?
No ha de ser mi desvarío
tan ciego como mi fe?
Amarle era mi deber, 320
su rostro �ay Dios!, mi ilusión.
�Por qué el cielo sin razón
me rechazó del placer?
Por él la vida pasaba
en un Edem, y creía 325
que aún más quererle podría,
ingrato..., le idolatraba.
Era su amor un consuelo
que alimentaba mi vida,
y así viví adormecida 330
con más placer que en el cielo,
porque es un goce el amor
tan fugaz como lo es bello,
es de la gloria un destello
que dio al hombre su hacedor. 335
�Quién, �ay triste, me diría
al verme de él adorada,
hubiera ser despreciada
del que tanto me quería?
JUANA Para acallar la aflicción 340
olvidaos de su desdén.
BLANCA No, reina, no, os dije bien
que no mueve a compasión
mis desgracias ni mi llanto.
JUANA �Qué decís?
BLANCA                        Que es importuno 345
referiros uno a uno [38]
tanto pesar y quebranto.
Sois como reina, feliz,
y como mujer sentida.
�A qué queréis de mi vida 350
saber el curso infeliz?
Ya sabéis que soy esposa
de un amante engañador,
dejad me entregue al dolor...,
no me exijáis otra cosa. 355
(Echa a andar y la REINA la detiene.)
JUANA Aguardad, niña encubierta
que tanto el dolor sentís...
BLANCA �Que me aguarde me decís?
Mirad mi mano..., está yerta;
(Dándosela.)
paso un momento cruel 360
al recordar mi amargura.
JUANA No os agitéis, criatura,
que no es mi seno de hiel;
viendo llorar por amores
también se excita mi lloro, 365
que al darme Dios un tesoro
diome con él mil temores.
Hasta las heces probé,
de amor la copa engañosa
su ponzoña venenosa 370
con ansiedad apuré,
y este era un sueño real
que era mi vida; y el cielo
trocó en llanto mi consuelo
por una odiosa rival. 375
Voy en su busca; pues quiero
mi justo encono saciar.
Ya que causó mi pesar
sufra el filo del acero.
Sabed que mi antecesora 380
infame y torpe mujer,
pretende al solio volver
vertiendo sangre...
BLANCA.       (Sobresaltada.) Señora...,
puede ser una impostura, [39] 385
imposible..., siempre ha sido
de un corazón tan sentido
como de alma limpia y pura:
estáis, oh reina, engañada.
JUANA �Infeliz!, �ah!, no lo estoy, 390
pronto a descubriros voy
que no vivo alucinada;
si supierais quién es ella...
BLANCA �Dios mío! (Aparte.)
JUANA                   Voy a buscarla
de extremo a extremo, y mostrarla 395
de Castilla la querella;
de su prestigio orgullosa
alucina al castellano,
y tiéndele amiga mano
con intención sediciosa. 400
Mas �ay triste, cuál se engaña!,
pronto cederá su arrojo:
no ha de valerla su enojo
ni me intimida su saña.
BLANCA �Pues qué os hizo? �Qué pretende? 405
Enojada estáis por Dios.
JUANA Una sola de las dos
ha de vivir...
BLANCA                       Si depende
esa venganza no más
de una enemistad, señora, 410
alguna lengua traidora
la habrá injuriado quizás.
JUANA �Sabéis qué os digo? Me agita
que ese interés os toméis
por doña Blanca.
BLANCA                              �Queréis...? 415
JUANA Que no su nombre repita
vuestro labio sin odiarla,
BLANCA Imposible: no he de hacerlo.
JUANA �Qué decís?
BLANCA                     �Sin merecerlo
pensáis que puedo injuriarla? 420
JUANA �Y osáis ante mí, señora, [40]
su memoria respetar,
y así a la reina injuriar
por otra reina traidora?
BLANCA �Traidora?, no; no lo es tal. 425
Reina, quizá os engañáis.
JUANA Religiosa, a decir vais
vuestro nombre.
BLANCA                            Pedís mal,
mi nombre no os lo diré.
JUANA Pues descubrid ese velo. 430
Lo mando.
BLANCA                    Vuestro recelo
muy pronto satisfaré,
pero tened entendido
que si cual sierva obedezco,
en ello, reina, os ofrezco 435
un homenaje indebido.
JUANA �Me conocéis?
BLANCA                           Demasiado.
JUANA �Y así a una reina se insulta?
BLANCA Vuestro lenguaje me indulta
si al decoro os he fallado. 440
JUANA Bastante sois criminal.
(Intentando quitársele y DOÑA BLANCA se descubre.)
Fuera ese velo.
BLANCA                          Miradme,
soy doña Blanca.
JUANA                              Dejadme.
�Cielos!
BLANCA                Yo soy.
JUANA                              �Mi rival!,
y en un convento, perjuro. 445
BLANCA Mañana seré de Dios,
ya que inhumanos los dos
causasteis mi desventura.
JUANA No habéis de serlo, lo juro;
que he de saciar mi venganza. 450
BLANCA Vuestro poder nada alcanza
contra el Dios supremo y puro.
�Aquí en un claustro encerrada
qué teméis, reina, de mí? [41]
JUANA Pues que �osaréis desde aquí 455
verme de vos humillada?
BLANCA Vivid dichosa en la silla
que cifra vuestro tesoro,
que el ser reina es un desdoro,
como vos sois de Castilla. 460
No os envidio vuestro fausto
ni vuestra púrpura real,
que hay una vida inmortal
do no sube el holocausto,
que vil corazón tributa. 465
JUANA Blanca, callad.
BLANCA                          No me es dado.
JUANA Vuestro insulto es extremado.
BLANCA No ese lenguaje me inmuta
que estoy, oh reina, inocente.
JUANA Impostora.
BLANCA                    No lo he sido. 470
JUANA Vuestros planes he sabido.
BLANCA Ese vuestro labio miente.
�Cuando otro cetro mejor
debiera ceñir mi mano,
y desprecié el goce insano 475
de su brillo engañador,
pensáis que anhelo mandar,
desde un trono ya manchado?,
este sayal que me han dado,
le estimó más que el reinar. 480
JUANA Tenéis en poco la vida,
Blanca, si así me insultáis.
BLANCA Aunque en el trono os halláis
también fui reina y temida.
JUANA Deponed orgullo tanto, 485
y no excitéis mi venganza.
BLANCA Puse en Dios mi confianza
y no desoirá mi llanto.
JUANA Pues confiad en él ora
demandándole piedad. 490
 

(Se retira furiosa por la puerta que da a la calle.)

 
Blanca, con Dios os quedad.
BLANCA El cielo os guarde, señora. [42]
 
 

Escena IV

 

BLANCA y después el MARQUÉS DE VILLENA.

 
BLANCA Dios mío, tú que en el cielo
con tu bondad infinita
eres del hombre el consuelo 495
vuélveme tu faz bendita,
y mira mi desconsuelo.
Cetro y corona me diste
que ciñó humilde mi sien,
y pues que tú lo quisiste, 500
más que lágrimas un bien
al quitármela me diste.
Para vos es el reinar,
que sois el rey de los reyes,
y para justos mandar, 505
bastara �oh Dios!, vuestras leyes
en tierra, cielos y mar.
Si aquel cetro que he heredado,
no fui yo digna de él,
ya tu voz he respetado: 510
vive tranquila, cruel
mujer, y que me has insultado.
Pero �oh Dios mío!, no es ella
la que mis penas causó,
otro ha sido; y mi querella 515
no me la recuerdes, no
madre de Dios pura y bella.
Cruel marqués, mi memoria
te ha de servir de tormento,
pero no, que esa es tu gloria 520
ser del crimen instrumento,
horrible, como tu historia.
 

(Entra el MARQUÉS DE VILLENA.)

 
MARQUÉS �Blanca?
BLANCA                  �Dios mío! �Sois vos?,
respetad esta clausura. [43]
MARQUÉS Vos me obligasteis, perjura, 525
a quebrantarla.
BLANCA                         �Gran Dios!
(Quiere huir y el MARQUÉS la detiene.)
MARQUÉS �Aún esquiváis mi presencia!
BLANCA �Y os atrevéis a buscarme?
MARQUÉS Debéis �oh!, Blanca, escucharme:
esperad; �qué dura ausencia, 530
qué padecer tan cruel,
es el no veros, señora!
BLANCA Calle esa lengua traidora.
MARQUÉS Jamás ha sido de hiel
mi corazón para vos. 535
BLANCA Nuevo impostor, �qué queréis?
MARQUÉS Que vida o muerte me deis
o yo os juro, vive Dios...
BLANCA Amaros yo �qué pensáis?
MARQUÉS Que seréis reina a mi lado, 540
que el furor que os he mostrado
cederá al punto. �Calláis?,
veréis que Castilla entera
os recibe entusiasmada,
y que seréis respetada 545
como reina verdadera.
�Qué puedo ofreceros más?,
queréis mi vida, tomadla.
BLANCA Gracias, marqués, conservadla,
pero amaros yo jamás. 550
MARQUÉS Llegué ya Blanca al extremo
de una pasión vigorosa,
y cada vez más fogosa
temedla como la temo.
BLANCA �Yo he de temeros?, �porqué? 555
MARQUÉS Mirad que puedo vengarme.
BLANCA El señor sabrá ampararme
de un hombre impío, y sin fe.
Tenga puro el corazón,
que no me arredra un villano. 560
MARQUÉS Temeréis al castellano,
que hace temblar la nación. [44]
BLANCA El que no falta a los reyes,
no los teme, no, marqués.
MARQUÉS �Y no faltasteis?
BLANCA                            �Cuál es 565
mi delito ante las leyes?
MARQUÉS O mi cariño aceptad
con el trono, o de otra suerte
Castilla os dará la muerte
como a traidora.
BLANCA                             Oh, callad, 570
me injuriáis, pero no os temo;
saciaréis vuestra venganza,
mas nada conmigo alcanza
de ese rigor el extremo.
MARQUÉS Sabed que a Granada vamos, 575
de don Enrique a impetrar
vuestra muerte, y que a triunfar
del castellano marchamos.
BLANCA Seguid vuestra marcha pues,
y anunciadle que aquí estoy, 580
y que a entregarme a Dios voy,
hasta que muera, marqués.
MARQUÉS No he de consentir, lo juro,
que viváis tranquila, no;
y moriréis cuando yo 585
no halle tormento más duro:
sabéis que soy de la ley
el dictador, y Castilla
ante mi poder se humilla,
y me acata más que al rey. 590
Si estimaseis vuestra vida
y mi cariño también,
ciñerais presto en la sien
vuestra corona perdida.
BLANCA Yo os la desprecio, villano, 595
que para ser reina yo,
no he necesitado, no,
la intriga de un cortesano.
Y aunque repudiada estoy
por vuestra vil seducción, 600 [45]
sabe muy bien la nación
que fui su reina, y lo soy.
MARQUÉS �Lo habéis pensado?
BLANCA                                  Malvado,
�podría en ello dudar?
MARQUÉS �No os queréis, reina, apiadar 605
de un hombre ya apasionado?
BLANCA No, vuestros labios sellad,
que es impuro vuestro aliento;
partid, y de este convento
la clausura respetad. 610
MARQUÉS �Así me arrojáis de vos
sin temor de mi venganza?
BLANCA Pues nada con vos se alcanza,
vil marqués, quedaos con Dios.
(Echa a andar por la puerta que da al coro y cierra.)
MARQUÉS Blanca con él os quedad, 615
pero tened entendido,
que sé vengarme ofendido
como se venga un audaz.
 

(Se retira furioso por la puerta de la izquierda cerrando con ímpetu la puerta.)

 

(Huerto de monjas; aparecen unas sentadas colocando frutas en canastos, otras paseándose con libros en la mano, entre ellas la ABADESA, y la hermana GERTRUDIS; dos MONJAS aparecen con sus arpas una enfrente de otra sentadas en bancos de piedra.)

 
 

Escena V

 

La ABADESA, GERTRUDIS, y MONJAS que cantan.

 
DÚO Virgen Purísima
madre de amor, 620
oye benigna
mi triste voz. [46]
VOZ SOLA Humilde os implora
mi acento angustiado
oh dulce señora, 625
mi eterno perdón.
Ingrata a tu celo,
pequé yo insensata,
tened desde el cielo
de mí compasión. 630
DÚO Virgen purísima etc.

     GERTRUDIS.- Madre, �sabe lo que la digo?, si tomara mi consejo, una vez que ya tenemos dispuestos los olorosos ramos que hemos de ofrecer a la reina, maldito si no la acertábamos con irnos a escuchar la conversación que tiene nuestra próxima hermana con S. M.

     ABADESA.- Hermana; haga sus ramos, pasee o diviértase en lo que más la plazca, y no intente indagar secretos que nada la va en ello.

     GERTRUDIS.- Es verdad, pero como van sucediendo ya cosas tan raras con la hermana Blanca, no puede menos de movérsele a una la curiosidad. Ayer mismo estando yo en la portería barriendo, y limpiando la lámpara, acertó a pasar por allí, cuando dije, que desearía ser reina de Castilla para que se lo diesen a una todo hecho: infeliz, me contestó tú no sabes lo que te has dicho; y me echó una mirada tan lúgubre y misteriosa, que todo el día me dio en qué pensar.

     ABADESA.- La hermana que mañana va a tomar el hábito de san Benito, es una sierva del Señor, y bien ha manifestado su verdadera vocación en los quince días que ha llevado de santos ejercicios.

     GERTRUDIS.- Eso es verdad, madre, pero su reverendísima no extrañará que le choquen a una ciertas cosas. A fe, a fe que cuando yo vine de Segovia para entrar en el convento, la dije de quién era hija, los años que tenía, de dónde era, y a su reverendísima aún la parecía poco, y nuestra hermana Blanca, no ha tenido necesidad de nada de eso; se presentó diciendo que era una desgraciada, y aquel mismo día repartió entre los pobres, más de veinte escudos de oro, si esto es ser desgraciada venga Dios y véalo. [47]

     ABADESA.- Y qué �esa riqueza no podía quizá ser la causa de su desgracia? Pues sepa hermana lega, que la sierva de Dios que va a ser mañana compañera nuestra, no tiene apariencias de otra cosa, que de ser alguna señora ilustre y bien nacida, a quien tal vez los vaivenes de la suerte, la hayan hecho abandonar sus hogares, o impelida de la desgracia, busque en el retiro, y la soledad la verdadera paz de su alma.

     GERTRUDIS.- Yo nada digo; pero como se presentó con el rostro tapado, y no se sabía quién, ni de dónde era; y luego como parece que a la reina no la es del todo desconocida: se me antoja a mí que esa mujer tiene que dar que decir mucho en este mundo.

     ABADESA.- No diga necedades, hermana Gertrudis, cuide de sí y de su alma; sin fundar malas sospechas de nadie, pues el Cielo puede castigarla.

     GERTRUDIS.- Eso sí que no he de dudarlo, porque puedo asegurarla a su reverendísima que hace tiempo que Dios no me había castigado tanto el pecado de curiosidad como a la presente. Frita me tiene ya el no estar escuchando la conversación que tendrán las dos en mi portería..., pero calla..., si no me engaño, aquella es la hermana Blanca que baja por las escaleras que dan al huerto..., y viene sola, y con el velo levantado..., parece que baja sobresaltada..., qué encendida que trae la cara. �Si habrá regañado con la reina por aquello que la dijo del velo?, lo ve, madre, ya empieza a dar qué decir.

                                                

Escena VI

 

Dichas y DOÑA BLANCA.

 
ABADESA �Y la reina?
BLANCA                     Ya ha partido.
ABADESA Vuestra tardanza extrañé,
pero aún mas lo siento a fe
no haberla yo despedido. 635
 

(Todas las MONJAS rodean a DOÑA BLANCA y dejan sus labores.) [48]

 
GERTRUDIS Si lo dije yo al momento
cuando la vi tan tapada.
A mí no me gustó nada.
ABADESA Hermana lega, con tiento,
que es nuestra reina y señora: 640
GERTRUDIS En eso madre, ya estoy.
Si hubiese dicho, me voy,
me callaría yo ahora...,
pero...
ABADESA Una reina bien sabe
hermana lo que ha de hacer, 645
GERTRUDIS Ya estoy en que ha de saber
cuanto en política cabe.
BLANCA Guíela próspero el cielo
hasta encontrar a su esposo,
y déjeme en mi reposo, 650
que aquí encuentro mi consuelo.
ABADESA �Turbada estáis?
BLANCA                             Madre, sí;
ABADESA Si al mundo os llaman, hermana...
BLANCA Dadme el hábito hoy.
ABADESA                                     Mañana.
BLANCA Ya no me arrancan de aquí. 655
No temo, no, bajo el manto
de la Virgen santa y pura;
que el retiro y la clausura
mitigarán mi quebranto.
ABADESA Aquí del mundo lejana 670
y libre de sus engaños,
serán de paz vuestros años,
y en santa muerte mañana
daréis vuestra alma al señor
pura y limpia de pecado, 675
y allá en el mundo ignorado
disfrutaréis sin temor.
BLANCA Así en la Virgen confío
cuya protección imploro;
en ella miro el tesoro 680
y el remedio al daño mío.
Merced a vos, Abadesa [49]
que tan compasiva estáis
que a darme el hábito vais
que la religión profesa. 685
ABADESA Me interesó vuestro estado,
y aunque ignoro quién seáis,
la vocación que mostráis
y vuestro porte ha bastado:
aquel Dios que os inspiró 690
el retiro y la oración,
miró sólo el corazón,
vos sabréis si le engañó.
BLANCA �Ah!, madre, no, por piedad,
mi promesa es verdadera, 695
y con fe pura y sincera
oyó el cielo mi verdad.
Harto en el mando he llorado;
(Mirando al cielo.)
bien lo sabéis madre mía,
bien sabéis que noche y día 700
de padecer no he cesado;
por eso el mundo aborrezco
por eso, oh madre amorosa!
(Se arrodilla.)
arrepentida y llorosa
mi corazón os ofrezco. 705
ABADESA Vuestra voz escuche el cielo
(La pone una mano sobre la cabeza.)
y os eche su bendición.
Venid, y allí en oración
pediréis a Dios consuelo.
 

(Se levanta y echa a andar cogida de una mano por la ABADESA; se oye tocar un clarín muy distante.)

 
Lejano se oye un clarín, 710
será de la reina acaso
o alguna tropa que al paso
recíbela con festín.
GERTRUDIS O puede que partidarios
de don Enrique quizás, 715
al pasar un bosque, zas,
se encuentren sus adversarios,
y...
 

(Se vuelve a oír el clarín y ruido lejano de armas y voces.)

[50]
ABADESA     Otra vez sordo rumor
de espadas y gritería...,
�qué podrá ser?
VARIAS                          �Madre mía! 720
 

(Aparece ENRIQUE IV por encima de las tapias del huerto, las MONJAS huyen despavoridas menos DOÑA BLANCA, que se echa el velo.)

 
BLANCA Un guerrero.
GERTRUDIS �Qué temblor! (Huye.)
 
 

Escena VII

 

ENRIQUE y BLANCA.

 
REY No huyades, señoras, no,
que no vengo en vuestro daño.
(Salta.)
BLANCA La voz del rey..., no me engaño, 725
él es, mi esposo..., sí; yo
diré que soy...
REY                          Religiosa,
amparadme, soy el rey
a quien persigue una grey
De gente armada, alevosa. 730
Sé que en refugiarme, sí,
quebranto una ley del cielo,
�mas qué he de hacer si recelo
que aun me persiguen aquí?
BLANCA    �Y quién ha osado, señor, 735
perseguiros, inhumano,
que no pereció el villano
al sublevarse traidor?
REY Sabéis que en abril florido
de Granada a los vergeles, 740
partí para hallar laureles
de valor santo impelido.
Vi los infieles postrados
en cien batallas ganadas;
mis sienes ya laureadas, 745
y ellos de luchar cansados. [51]
Próximo a entrar en Granada
con mi ejército triunfante
la voz de, viva el infante
don Alfonso, es proclamada: 750
y mi ejército gritaba
por doña Blanca y por él;
algún partidario fiel
me seguía, y yo escapaba:
a Cuenca me dirigía 755
con muy pocos de los fieles,
se sublevan los infieles;
huyo y me escapo sin guía.
Esta es mi historia, señora,
y a no refugiarme aquí, 760
hubiérame muerto, sí,
con mano aleve y traidora.
 

(Se oye ruido de espadas y algunas voces pero muy instantáneas.)

 
�Oís?, �oís?, ellos son.
BLANCA No temáis, no, por piedad
yo os ocultaré, callad; 765
os llevaré al torreón
a escura estancia escondida:
burlaré su vigilancia,
y allí estaré con constancia
cuidando de vuestra vida. 770
(Se ponen a escuchar.)
REY Ya no escucho ese rumor
BLANCA No os han visto, se habrán ido.
REY Esperad. (Observando.)
BLANCA                Habrán seguido
sin detenerse, señor.
REY Como ha de ser. Quiera el cielo 775
mi conciencia iluminar
para que pueda mandar
sin zozobras ni recelo.
(Vuelve a escuchar.)
Ya que veloces huyeron,
podré tranquilo salir. 780
BLANCA Aún es muy pronto el partir
y no debéis...
REY                       Ya se fueron. [52]
Sólo deseo saber
a quien mi vida he debido,
para que yo agradecido... 785
BLANCA El respeto y mi deber
me obligan...
REY                       �Cómo os llamáis?
BLANCA �Queréis os diga mi nombre?
REY Lo deseo.
BLANCA                  No os asombre
si al decirlo os disgustáis. 790
REY Al contrario; el alma mía
ha de gozar de un consuelo.
BLANCA Pues me llamo Blanca.
REY                                      �Oh cielo!
BLANCA Del corazón de María.
REY �Blanca decís?
BLANCA                         Sí señor. 795
REY �Qué dulce nombre tenéis!,
así se llamaba...
BLANCA                           �Veis?
REY La que fue todo mi amor.
�Infeliz!, �dónde estará?,
si la viese aún la amaría. 800
(DOÑA BLANCA se quita el velo, y se arroja a sus brazos.)
BLANCA Pues ámame.
REY                      �Esposa mía!
�Eras tú?, no temo ya.
�Tú en mis brazos estrechada?
Dios mío, sí, mírame.
BLANCA �Me engañas?
REY                         Siempre te amé. 805
Estás muy bella, enlutada.
BLANCA Mal me has pagado, amador,
tú me olvidaste, y te adoro,
y hubiera dado un tesoro
por el fuego de tu amor: 810
déjame, Enrique, gozar
de un momento de dulzura,
ya que en mi triste amargura,
por siempre me has de dejar. [53]
REY No, bien mío, ven conmigo; 815
ven, tranquiliza a Castilla,
y ocupa la regia silla
de la que infame enemigo
te lanzó para mi muerte:
ven, que dichosos seremos, 820
y de tu amor los extremos
han de cifrar nuestra suerte.
BLANCA �Es verdad que serás mío?
�Será posible?, no, no,
o tú me engañas, o yo 825
me entrego a mi desvarío.
   Pensando en ti era un gozar
como la ilusión de un sueño,
que adormece cual beleño,
y es más triste el despertar 830
de tan fantástico ensueño.
   Para mí no hubo placeres
sin verte a ti, mi ilusión,
y aunque no fuera razón,
más que todas las mujeres 835
te amaba mi corazón.
REY    Y yo esposo y tierno amante,
te juro que este momento
fija mi amor inconstante,
amor que en mi pecho siento 840
azaroso y palpitante.
   Es un volcán, no es amor,
es una llama que abrasa,
y con punzante dolor
penetra el alma y traspasa 845
como un rayo abrasador.
   Y en este goce real
me enloquece tu hermosura,
tu sonrisa angelical,
que no eres tú criatura 850
sino un ángel celestial. [54]
BLANCA Ah don Enrique, dejad
que me estreche en tu regazo.
REY Ven y descansa en mi brazo.
VOZ (Dentro.) Los más osados entrad. 855
 

(Se oye echar abajo la puerta del fondo. BLANCA se sobresalta, y quiere huir con el rey, él la detiene, y sacando la espada observa.)

 
BLANCA �Cielo santo! �Serán ellos?,
huyamos.
REY                 No; que mi acero
sabré esgrimir caballero,
hasta morir o vencellos.
 

(Entran cuatro enmascarados partidarios del MARQUÉS DE VILLENA.)

 
 

Escena VIII

 

Dichos, y HOMBRES 1.� y 2.�.

 
REY �A quién buscáis?
HOMBRE 1.�                              No es a vos. 860
�Sois doña Blanca?
BLANCA                                 Yo soy.
�Me buscáis a mí?, ya voy.
(Adelantándose.)
HOMBRE 2.� Asegurad a los dos.
 

(El REY les incita a batirse, dos de ellos se defienden para dar lugar a que los otros dos aseguren a DOÑA BLANCA.)

 
REY Tened canalla insolente,
saciad en mí ese furor, 865
que si tuvieseis honor,
os batierais frente a frente.
HOMBRE 1.� No buscamos vuestra muerte.
Llevaosla (A los que la están atando.)
REY                  �Qué es lo que hacéis?
(Queriéndolo impedir.)
HOMBRE 1.� Lleváosla presto.
REY                             Queréis... (Le desarman.) 870
HOMBRE 1.� Atadle al árbol más fuerte. [55]
 

(Le atan a uno de los árboles del huerto; los otros dos conducen a DOÑA BLANCA que se resiste.)

 
BLANCA �Dónde me llevan, mi bien?
�Qué inhumanos!
REY                              �Ay de mí!
BLANCA �No te traen conmigo?, di.
REY Canalla.
BLANCA                 Mi Enrique, ven. 875
Soltad al rey, oh, soltadle. (A ellos.)
HOMBRE 1.� �El rey don Enrique vos!
REY Mirad mis armas.
HOMBRE 2.� (Sobresaltado.) �Gran Dios!
(Reconociéndole.)
HOMBRE 1.� Llevaos la monja.
BLANCA                                  Dejadle.
 

(La sacan por la puerta grande del huerto.)

 
�Pues que no viene conmigo? 880
�Quiénes sois?, �esposo amado!
REY Ya de mí la han separado
cielos, mi suerte maldigo.
(Queda atado al árbol.)



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