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ArribaEstudio bio-bibliográfico de M. La Gasca y Segura por el Dr. Eduardo Reyes Prósper

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EL ilustre y predilecto discípulo del gran Cavanilles, no fue sólo un botánico insigne, fue un benemérito patriota, un médico distinguido y filantrópico; las penurias económicas que le asediaron con frecuencia y las persecuciones inicuas, de que fue objeto, nimban su nombre con la aureola de un martirio, al que sus nobles ideales altruistas le condujeron.

Mariano La Gasca y Segura nació el 5 de Octubre de 1776, en Encinacorva, villa de la provincia de Zaragoza.

Desde muy niño sus padres, que como los de Clemente Rubio, deseaban que su hijo fuese sacerdote, le pusieron bajo la dirección del erudito y virtuoso canónigo de la Catedral de Tarragona, D. Antonio Verdejo.

Distinguiose La Gasca entre sus más aventajados condiscípulos, y la Sociedad Económica Tarraconense le concedió un premio, por sus estudios de humanidades.

Era amigo fraternal de Verdejo, el sabio Martí, botánico, físico, químico y agrónomo, dotado de una cultura general no frecuente. Oyendo a Martí, que visitaba con asiduidad la casa del ilustre canónigo, primer maestro y protector de La Gasca, sintió éste despertar en él la pasión por la Botánica, y Martí le acompañó en sus primeras herborizaciones, y encantado de la perspicacia y amor a la Ciencia de las plantas, que descubría en el novel discípulo, cariñosamente le resolvía los primeros problemas que parecen insondables, a quien principia a ponerse en contacto, con la sublime observación de la Naturaleza.

Con razón pudo escribir el eminente Dr. A. Yáñez:

«Bien puede gloriarse Aragón de haber sido la patria de La Gasca; a Cataluña le cupo la suerte de ser cuna de su ciencia.»9



En Tarragona se iniciaron las aficiones de La Gasca por la Botánica y la Agricultura, que nunca le habían de abandonar.

Viendo sus cariñosos maestros y protectores, Verdejo y Martí, que su discípulo no tenía vocación por la carrera eclesiástica y sí gran pasión por las Ciencias Naturales, aconsejáronle que estudiase Medicina.

Pasó a Zaragoza y, gracias a los auxilios pecuniarios que secretamente le facilitaba su buenísima madre, estudió el primer año de la Facultad de Medicina (de 1795 a 1796), sin abandonar sus particulares entusiasmos por la Botánica.

Se trasladó después a la Universidad de Valencia, estudiando allí, con su asiduo aprovechamiento proverbial, cuatro años consecutivos.

Cobijado por el purísimo cielo de Levante, ante el espectáculo solemne y conmovedor de aquellas campiñas, donde la Augusta Mano de Dios, bendice la ímproba laboriosidad del incansable labrador valenciano y donde en la más pequeña porción de terreno, que el hombre no cultiva, entre las peñas aridas, crece una Flora espontánea exquisita, allí sintió La Gasca enardecerse el fuego de su pasión por el estudio de las plantas.

Frecuentemente, visitó los campos próximos a la Ciudad de las flores, generalmente solo, a veces acompañado de algunos condiscípulos, a quienes comunicaba sus aficiones favoritas.

Durante las épocas de vacaciones escolares, extendió sus herborizaciones a todo el incomparable reino de Valencia y a los maravillosos campos, donde exhibe sus tesoros la encantadora Flora Murciana.

El celebérrimo sabio, Alejandro Humboldt conoció en esa época a La Gasca, y, como escribe Carreño, «quedó sorprendido ante su tacto en la determinación de las plantas, y su habilidad en el conocimiento de las especies»10

Pasó La Gasca a Madrid y estudió allí Medicina durante el curso de 1800 a 1801.

El viaje de Valencia a Madrid lo efectuó a pie, para poder herborizar durante el trayecto.

Llegó a la Corte rendido de fatiga, con la ropa interior y el traje en completo deterioro, el calzado inservible y sobre los hombros y espaldas, un enorme paquete, que contenía el herbario que formara, durante tan penosa peregrinación.

Se presentó en casa de su amigo D. J. Graells y condoliose éste viendo a La Gasca en tal estado, pero el inflexible aragones prorrumpió en exclamaciones de júbilo, relatando con alegre ufanía, los descubrimientos que había hecho y los tesoros que encontrara, «tesoros científicos solamente», pues como hizo observar Carreño, «no poseía otros bienes de fortuna más que su ardorosa juventud y la esperanza en su porvenir científico.»

J. Graells proporcionó a su amigo el alojamiento, el vestido, y le colocó bajo la protección del ilustre médico de Cámara don Juan B. Soldevilla.

A poco de llegar a Madrid, en el verano de 1800, asistió La Gasca a la cátedra de Botánica, que en el Jardín Real, estaba a cargo de Casimiro Gómez Ortega. Desarrollaba, el entonces alumno, Simón de Rojas Clemente, una conferencia que le encargara el profesor, cuando el intrépido aragonés le hizo públicamente observaciones, exponiendo la errónea y anticuada marcha, que seguía en el curso Gómez Ortega, dejando al auditorio maravillado de su suficiencia y erudición.

Desde entonces La Gasca y Clemente quedaron unidos por una amistad sincera; dotados ambos de ideas levantadas y sentimientos nobilísimos, se compenetraron en sus aspiraciones y en la senda de su perfeccionamiento caminaban juntos, animándose mutuamente. Los lazos de cariño que contrajeran los dos preclaros talentos, que a la muerte de Cavanilles, habían de mantener dignamente el honor de la Botánica Española, no se lograron romper «ni por la ausencia, ni por los repetidos esfuerzos de almas mezquinas, ni por las amenazas de la vil adulación, ni por las vicisitudes políticas de nuestra desgraciada patria», como escribía emocionado el botánico aragonés, algunos años después.

Era el ilustre médico Juan B. Soldevilla amigo del gran Cavanilles, y apreciando las condiciones intelectuales, bondad y honradez de La Gasca, creyó un deber presentarlo al inmortal genio valentino.

Cavanilles quedó encantado al ver el fervoroso apasionamiento de La Gasca por el estudio de la vegetación española; maravillose de la profundidad de su espíritu de observación, de la cantidad y calidad de sus conocimientos, de las riquezas de su herbario, y desde la primera entrevista encontró La Gasca en Cavanilles, no sólo el verdadero sabio maestro, cuyas obras admiradas y enaltecidas por Lamarck, De Jussieu, Adanson, etcétera, tenían resonancia en la Ciencia mundial; halló también un protector constante.

Aun después de la muerte de Cavanilles, la sombra augusta del inmortal maestro, velaba por él, e influyentes amigos del sabio sacerdote valentino auxiliaron a La Gasca a confundir émulos y miserables calumniadores, como, detalladamente, en su lugar hemos de ver.

La veneración y cariño que La Gasca sentía por su protector, no reconocían límites, y años después de haber publicado por dos veces la necrología de Cavanilles, el nobilísimo aragonés en una de sus más hermosas y genuinas producciones, en las Amenidades Naturales de las Españas, tomo, I, escribía:

«La Historia Natural, compañera inseparable de la Medicina, Agricultura y demás Artes bienhechoras de la Humanidad, había enmudecido casi del todo en España, desde la muerte prematura del infatigable Cavanilles. Son muchos y grandes los perjuicios que recibió tan apreciable estudio por la falta de este héroe de la Botánica.»



***

En documentos privados e inéditos que he tenido la honra de leer, La Gasca invoca su titulo de Alumno Predilecto de Cavanilles, como un mérito preferente sobre otros botánicos que le disputaban cargos y honores.

Al inaugurar el Curso académico en 8 de Abril de 1815 leyó La Gasca ante el Rey Fernando, y numeroso auditorio, un Discurso, que no llegó a publicarse, pero que se conserva manuscrito; en él pueden leerse juicios atinados, sobre los métodos que al enseñar la Botánica deben aunarse, y escribe:

«¡Incomparable Linneo! ¡Inmortal Cavanilles! No permita el Cielo que vuestra imagen, vuestro entusiasmo y metódicas ideas, desamparen jamás esta mansión que el mejor de los Monarcas (Carlos III) consagró a la Botánica Española.»



En 1801 fue nombrado Cavanilles, Director y profesor del Jardín Botánico de Madrid; felizmente para la Nación y para la Ciencia, como afirmó La Gasca.

Nombró Cavanilles a su discípulo favorito, alumno pensionado del Jardín y, más tarde, logró que se concediese a La Gasca y a su condiscípulo Rodríguez, una comisión para recoger plantas y acumular los datos de Geografía Botánica, precisos para la ejecución de una Flora española. M. La Gasca recorrió las provincias del Norte, y J. D. Rodríguez las del Mediodía.

Descubrió La Gasca, en sus excursiones por las montañas de León y Asturias, el entonces famosísimo elixir antituberculoso, el Liquen Islándico (Cetraria Islándica Ach.), que luego, como previeron Cavanilles y su descubridor en nuestro país, se había de hallar en muchas localidades de sus regiones montuosas.

La alegría de Cavanilles, por el hallazgo de La Gasca, fue inmensa; logró que se publicase en la Gaceta una noticia sobre el entonces feliz acontecimiento; pero antes dirigió al Secretario de Estado D. Pedro Cevallos un precioso oficio, que se conservaba manuscrito e inédito hasta hoy, y he tenido la dicha de leer, saboreando los conceptos y la española y elegante letra de Cavanilles, dotada de esa típica distinción, peculiar a todo cuanto hacía el sabio sacerdote, honra de la Ciencia española.

No renuncio a copiar el mencionado oficio y darlo a conocer a mis lectores; dice así:

«Excmo. Sr.:

Muy Sr. mío y de mi mayor respeto: el alumno del Jardín Don Mariano Lagasca me avisa desde el puerto de Arvás en Asturias haber descubierto, entre un gran número de vegetales el «Lichen islándico», precioso para corregir las enfermedades del pecho y aliviar a los tísicos. Se creía esta planta peculiar a la Islandia y era preciso recurrir allá por este remedio: recetábanlo con frecuencia los médicos sin encontrarlo jamás en nuestras boticas. Ahora lo tenemos gracias al conocimiento y celo de Lagasca, a quien le he encargado acopie buena porción para que lo tenga la botica del Rey y disponga V. E. como sea de su agrado.

Dios guarde a V. E. muchos años. Madrid a 17 de Julio de 1803.

Excmo. Señor.

B. L. M. de V. E.

Su mayor servidor,

Antonio J. Cavanilles.

Excmo. Sr. D. Pedro Cevallos.»



Recorría La Gasca las regiones que visitaba, observándolas botánica, geográfica y económicamente. Como asegura Antillon en su Geografía de España y Portugal; utilizó numerosos datos que le suministrara el perspicaz botánico aragonés. Así, por ejemplo, al ocuparse del Principado de Asturias, escribe:

«Casi todo este artículo se debe al distinguido botánico aragonés D. Mariano La Gasca, que habiendo recorrido en 1803, parte de las Asturias, en calidad de naturalista, ha tenido la generosidad de comunicarme sus observaciones físicas y económicas sobre el mismo país.»



En 1804 el inopinado y sensible fallecimiento de Cavanilles, que murió en los brazos de La Gasca, como asegura este mismo, en la anterior Noticia Histórica, apenó grandemente al discípulo predilecto, que consideró tan triste pérdida como una calamidad pública.

D. Francisco Antonio Zea, alumno aventajado de Mutis y admirador de Cavanilles, sucedió a éste en la Dirección y cátedra del Real Jardín Botánico de Madrid.

Educádose había el ilustre Zea, por el preclaro genio de Mutis y apreciaba debidamente los sólidos conocimientos de Cavanilles y La Gasca. Sabía que su antecesor propuso que se crease una plaza de Vice-profesor destinada al discípulo favorito. Insistió Zea en la petición y se logró que dos años después de la muerte de Cavanilles, fuese nombrado La Gasca vice-profesor.

En 1807 se concedió al botánico aragonés el cargo de profesor de Botánica Médica, y en dicha cátedra aplicó, por primera vez en nuestro país, el Método natural, en sus explicaciones.

Nuestro biografiado trabajó sin descanso hasta 1808, en que comenzó la épica lucha contra los ejércitos franceses invasores en nuestro país.

No sólo desempeñaba sus obligaciones de carácter oficial particularmente; atesoraba datos y plantas y hacía interesantes publicaciones.

El barón de Humboldt, conocedor de antiguo de los méritos de La Gasca, indicó al Rey ilegítimo José Bonaparte, la valía del botánico turolense, y se le propuso para Director del Real Jardín madrileño con el haber anual de 12.000 pesetas.

El nobilísimo aragonés, permaneció fiel a su inextinguible amor a la Patria, a su augusta y heroica región querida y a la memoria de aquel inolvidable maestro Cavanilles, que solo y rodeado en París, de muchos elementos hostiles a España, combatió victoriosamente contra M. Masson, que intentó zaherir nuestra inmaculada honra nacional.

La Gasca no sólo rechazo el nombramiento que se le ofrecía; se ausentó de la Corte y fue a servir como médico en los gloriosos ejércitos nacionales, que trataban de rechazar a los odiosos invasores. Aquí comienza una época gloriosísima, más que otra alguna, en la vida del ilustre botánico; a sus altos merecimientos como hombre de ciencia, se unen las más preclaras virtudes cívicas.

Durante los seis años de constante lucha no dejó de prestar sus servicios en los campamentos y en los hospitales del Ejército nacional, y hallándose en Murcia, combatió la epidemia de fiebre amarilla, que causaba estragos en aquella población (1811 a 1812), siendo atacado tres veces el mismo La Gasca, de dicha enfermedad y estando en serio peligro su existencia; pero con abnegación sin límites, aun valetudinario, seguía asistiendo a los individuos, tanto civiles como militares, que requerían sus cuidados.

Publicó en esa época, opúsculos sobre la fiebre mencionada y notables estudios botánicos, de que haremos mención más tarde.

Calcúlense la sorpresa, la indignación y amargura con que vio La Gasca, al terminar la guerra, cómo un individuo que había aceptado la Dirección del Jardín, sueldo y honores de José Bonaparte, tachaba a La Gasca de afrancesado e irreligioso, deslizando otras villanas calumnias, sobre el benemérito patriota, sobre el médico filántropo, sobre el agrónomo entusiasta y botánico insigne.

Tuvo, aunque parezca mentira, que rehabilitarse La Gasca ante el Gobierno legítimo. Reunió fácilmente certificaciones de sus continuados servicios, con el testimonio irrefutable de los gloriosos jefes a cuyas órdenes sirvió, elevando a la Superioridad tan preciosos documentos manuscritos, que con emoción ha hojeado y leído el que estas líneas escribe.

La exposición termina así:

«Excmo. Sr.: el Exponente vive seguro de que si V. E. toma informes de las fuentes puras y legales que deja indicadas, su honor quedará en el lugar que merece su conducta y los muchos y siempre constantes sacrificios, que ha hecho durante los seis últimos años, POR SU REY LEGÍTIMO, POR LA SANTA RELIGIÓN DE SUS PADRES Y POR SU AMADA PATRIA.»



Para que esta exposición, llegase a poder del Duque de San Carlos y no sufriese perpetuo extravío, como otras, en la mesa de cualquier mal intencionado covachuelista, La Gasca rogó al Duque del Infantado, que remitiera directamente los documentos al otro aristócrata.

Véase la curiosa epístola, inédita hasta ahora, en que el Duque del Infantado, recomendó a La Gasca:

«Excmo Sr.:

Querido Duque, estimado amigo: el contenido en la adjunta instancia, D. Mariano La Gasca, me ha pedido la ponga en tus manos y yo lo hago con tanta más confianza, cuanto me consta ERA EL DISCÍPULO MÁS PREDILECTO Y MÁS ADELANTADO DEL DIFUNTO CAVANILLES; Y ASÍ MISMO, LO MUCHO QUE HA TRABAJADO COMO MÉDICO EN ESTOS ÚLTIMOS AÑOS, ASÍ EN EL EJÉRCITO, COMO EN LA EPIDEMIA DEL REINO DE MURCIA, le hacen mas acredor a lo que solicita, que otro cualquiera que no pudiese alegar ni iguales servicios, ni iguales conocimientos en Botánica.

Queda muy afectísimo servidor y amigo tuyo Q. T. M. B., Infantado.

Excmo. Sr. Duque de San Carlos.»



La Regencia del Reino, en 1813, dio a La Gasca interinamente la primera cátedra y Dirección del Jardín Botánico de Madrid, cargos que el Rey Fernando VII, le confirió después en propiedad, logrando al fin tras largas vicisitudes ocupar definitivamente, el sillón de su maestro Cavanilles.

Durante la guerra había reunido La Gasca un copioso herbario y semillas de más de 700 especies de plantas, destinándolo todo al jardín Real. Proseguía acopiando materiales para la Flora y Ceres de España.

En la prolongada ausencia del botánico aragonés, el jardín experimentó los efectos de la apatía y abandono; «no era sino un pálido reflejo de lo que había sido, y al ver el lamentable estado, de uno de los más bellos monumentos de las glorias españolas, se apesadumbró extraordinariamente La Gasca, según él mismo contristado escribía.

A pesar de las contrariedades que se le opusieron y de la penuria del Tesoro, logró hacer revivir la existencia científica del Establecimiento que se le había confiado.

Se le nombró en 1817 Inspector general de plantas y arbolados del Canal del Manzanares, prodigando al estudio de las gigantes especies arbóreas, el mismo celo y diligencia que dedicara anteriormente a las Gramináceas y Criptógamas. Por eso pudo aplicarse a La Gasca, como afirmó el Dr. A. Yáñez, el versículo precioso, consagrado al Rey Salomón en la Sagrada Escritura:

«Disputavit super lignis, a cedro quo est in Libano, usque ad hyssopum quæ egreditur de pariete.

III Reg. Cap. IV. v. 33.»

Que el ilustre Obispo Amat, tradujo así:

«Trató... de todas las plantas, desde el cedro que se cría en el Líbano, hasta el hisopo que brota de las paredes.»

De 1814 a 1823 fue una época de prosperidad para el botánico aragonés; muchas sociedades sabias de nuestro país extranjero, otorgaron a La Gasca títulos de socio o miembro honorario; mencionaré algunas:

La Sociedad Fisiográfica de Lunden (Suecia) acogiole en su seno, en 8 de Marzo de 1815.

La Academia Imperial Leopoldina de Bonn, en 25 de Noviembre de 1818.

La Sociedad de Horticultura de Londres, en 4 de Mayo de 1819.

La Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, en 10 de Mayo de 1820.

La Academia de Ciencias Naturales de Munich, en 19 de Abril de 1821.

La Sociedad Linneana de París, en 8 de Noviembre de 1821.

La reputación científica de La Gasca, no menos que sus altas prendas morales, hicieron que los aragoneses le propusieran como diputado, en las Cortes de 1822 a 1823.

Las vicisitudes políticas, obligáronle a pasar a Sevilla y de aquí a Cádiz.

Llevaba consigo el pobre botánico, su herbario, su biblioteca, sus manuscritos; constituyendo todo un voluminoso bagaje que tenía un peso de 317 libras; las dos terceras partes de esta impedimenta, correspondían a los materiales de la Flora Española.

Lo correspondiente a la Ceres Española quedó en poder de Clemente Rubio, en cuya colaboración hacía La Gasca dicho trabajo.

El 13 de junio de 1823 una parte del pueblo de Sevilla, a los gritos de Muera la Nación, Pan y cadenas, y otros apóstrofes indignos de los cultos, afectuosos y progresivos pobladores de la noble y alegre ciudad de la Torre del Oro y la Giralda, persiguieron a los diputados y quemaron o arrojaron al Guadalquivir los equipajes de los fugitivos.

La Flora Española, resumen de treinta años de labor asidua e inteligente, desapareció ante la barbarie de aquellas hordas mal aconsejadas.

La Gasca pasó a Cádiz, de allí a Gibraltar y de Gibraltar a Londres, adonde llegó en 1824. Solo, sin la familia, que había tenido que abandonar, por carecer de recursos pecuniarios para el viaje de todos, y sin su obra querida, la ilusión de toda su existencia, debió experimentar pena infinita.

El capitán general de Andalucía, el Duque de Ahumada, encontró en una almoneda de Sevilla, algunos paquetes de plantas del herbario de la Flora Española, los compró y devolvió a su dueño generosamente, cuando La Gasca volvió del destierro, lamentando ambos, la pequeña cantidad de lo que se recuperaba y la magnitud del tesoro perdido.

El insigne patriota y eminente botánico español, como sentidamente escribe el Dr. A. Yañez, «abatido pero no humillado por el infortunio, encontró en el testimonio de su conciencia pura, el lenitivo de tan terribles pesares, y las consideraciones que le prodigaron de todas maneras los botánicos ingleses de primera nota, endulzaron los horrores de su emigración. El generoso Lambert, el venerable Anderson, el célebre Roberto Brown, los sabios Smith, Lindley, Bentham, Hooker, David Don, Webb y otros, que sólo le conocían por su brillante fama, le colmaron de testimonios del más alto aprecio.»

El estudio de la vegetación distraía a La Gasca entre tantos sinsabores, alegrándose su espíritu al poder estudiar el herbario del insigne Maestro de Maestros, del sublime Linneo. Al par que recorría los jardines, hacía excursiones por los campos, y la Sociedad de Farmacéuticos de Londres, por indicaciones del sabio Anderson, le permitió que en el soberbio jardín de Chelsea, sembrase las umbelíferas y gramináceas, que tanto le preocupaban.

Esforzábase La Gasca para reunir el dinero necesario, que le permitiese traer a Inglaterra a su familia; nunca más que entonces necesitaba de sus afectos más íntimos, pues a medida que se dilata el círculo de nuestras penalidades, se estrecha el de aquellos que las comparten con nosotros.

Smith, que le quería entrañablemente, le propuso para el desempeño de una cátedra de Botánica, en una Universidad norteamericana.

El eminentísimo R. Brown le indicó para que escribiera la Flora græca, con los elementos que acumuló Sibthorp; pero no llegó a hacer este trabajo, realizándolo un compatriota de Sibthorp.

Por fin, un botánico inglés, que en sus viajes había reunido un abundante herbario de plantas orientales, le encargó a La Gasca que se las clasificase, y como los trabajos científicos en dicha nación se pagan espléndidamente, como es bien notorio, pudo el pobre emigrado, con el importe de aquella labor fitográfica, traer desde España a Londres a su buena familia, separada de él durante dos años.

Hubo de experimentar, después, estrecheces para el sostenimiento de aquellos seres queridos.

Acosado por las necesidades de la subsistencia de los suyos, escribió la siguiente carta, inédita hasta ahora, que manuscrita acompaña al Tomo I del Herbarium pictum y transcribo aquí:

«Excmo. Sr. Duque de Bedford.

»Excmo. y muy respetable Señor: entre las poquísimas cosas que se han salvado de las que poseía en Madrid, tengo en mi poder una obra titulada «Herbarium pictum» que consta de seis volúmenes en folio con 1.383 dibujos iluminados de plantas, bien ejecutados y conservados, sólo las tapas de los libros están algún tanto rozadas.

»Los dibujos pertenecen por lo general a plantas europeas, pero las hay americanas y africanas. Todos ellos están denominados al pie con nombres Tournefortianos y también con el de Linneo, y el primer tomo lleva además los nombres españoles escritos por mi propia mano.

»Yo compré esta obra en Madrid el año 1820 con el objeto de que me sirviese para la publicación de una obra que años antes tenía proyectada sobre las plantas españolas y que no llegó a publicarse por falta de medios.

»Según las noticias que he podido adquirir, estos dibujos fueron mandados hacer por disposición del Dr. D. Miguel Barnades, profesor que fue de Botánica en el Jardín de Madrid, autor de unos Elementos de Botánica, excelentes, atendido el tiempo en que se escribieron y que dejó manuscrita una obra titulada «Flora Española»; que no ha visto la luz pública. Después de su muerte pasó dicha obra a manos del Marqués de Casa Valencia, de cuya viuda la compré en 1820. Tal es la historia que he podido adquirir acerca de estos dibujos originales.

»Sigue el orden alfabético hasta el fin. Sólo hay hongos, un Fucus y dos Zoofitos, ordenados también alfabéticamente.

»La serie de sucesos políticos de mi patria me han puesto en la triste necesidad de deshacerme de esta obra que yo compré con el designio que arriba dije para poder atender a la subsistencia de una familia dilatada, y poder proporcionar alguna educación a cuatro hijos que con su madre tengo en mi compañía tres meses ha, y yo tendría un gusto especial en que V. E., protector de las Ciencias Naturales y de la agricultura, quisiera comprarla.

»En España me costó treinta mil Rs. vn., que equivalen a unas trescientas libras esterlinas, cantidad muy inferior a su coste primitivo, particularmente en España en donde la ejecución de semejantes obras es muy cara.

»Sin embargo, atendidas mis circunstancias, no tengo dificultad en rebajar el precio a doscientas cincuenta libras.»

Algunas producciones publicó La Gasca durante su permanencia en Londres, ya en un periódico que se intitulaba Ocios de los emigrados, ya en el Garden Magazine, pero su carácter nobilísimo experimentó la amargura y la contrariedad de saber que el desgraciado y eminente José Pavón, había tenido que enviar su rico herbario a Lambert, para atender con su importe a su subsistencia y salvar de la muerte a un hijo perseguido por opiniones políticas.

El eminente botánico Hooker, que conoció personalmente a La Gasca en casa de Lambert, donde había ido a admirar las plantas de América, adquiridas por el Conde, refirió su primera entrevista con el botánico aragonés, en la Botanical Miscellany. Copiaré algunos párrafos cuya traducción castellana hizo el Doctor A. Yáñez:

«Mientras observábamos los tesoros botánicos del Conde de Lambert, entró en la sala un hombre pequeño vestido de negro, que echó una mirada llena de dolor y de indignación sobre los paquetes que había allí, pertenecientes al herbario de Ruiz y Pavón. Tanto esta mirada como la elevada fisonomía de aquel sujeto, no pudieron menos de llamar mi atención y no siéndome posible sujetar mi curiosidad pregunté a David Don, que quién podía ser dicho hombre, y me respondió «¡¡El Sr. La Gasca!!», no bien lo hubo dicho cuando estreché entre mis brazos a mi antiguo amigo, que no pudo imaginarse quién era yo, pues sólo nos habíamos conocido por escrito, durante algunos años, y henos aquí reunidos como por encanto, cuando menos lo esperábamos. ¡Desgraciado La Gasca!» Y luego de indicar las pérdidas que éste sufrió en Sevilla prosigue: «Después de esta entrevista nos visitamos La Gasca y yo diariamente y algunas veces herborizamos juntos.»



¡Ésas y otras demostraciones de singular estimación, escribía de La Gasca, uno de los primeros botánicos del mundo!

No era compatible el clima de Londres con la salud de nuestro biografiado y tuvo que pasar a la Isla de Jersey, donde permaneció de 1831 a 1834.

No sólo herborizaba, sino que hizo un Catálogo de plantas de dicha Isla, consignando las localidades y anotaciones de las especies recogidas.

Enseñaba además a los labradores ilustrados los procedimientos para mejorar el cultivo de los cereales, y siguiendo las instrucciones de La Gasca, se logró que el Gobierno inglés, que había prohibido la importación de los cereales de Jersey, no sólo revocara dicha orden, sino que considerase a Jersey como semillero nacional.

Así los consejos de un sabio español, oídos y puestos en práctica, fueron para ellos manantial de riqueza, que desaprovechaban con indiferencia los compatriotas de La Gasca.

Entretanto seguía el botánico aragonés haciendo algunas publicaciones y recibía muestras de consideración y testimonios del aprecio de los sabios y Sociedades cultas de Europa.

El insigne botánico Gay pasó a Jersey, sólo para conocer al ilustre emigrado.

La Sociedad Botánica de Ratisbona concediole el título de miembro honorario en 21 de Septiembre de 1824.

La Real Sociedad de Horticultura de Holanda, le hizo socio correspondiente en 17 de Enero de 1829.

Al recibirle entre sus miembros numerarios la insigne Real Sociedad Linneana de Londres, se otorgó a La Gasca gratuitamente dicho cargo, eximiéndole de la cuota de entrada y cuotas anuales, que devengan los socios y esta distinción, tan altamente honorífica, se le comunicó, motivandola en atención a los eminentes servicios, que tenia prestados (nuestro compatriota) a la ciencia de las plantas.

Siguió el ejemplo de la prestigiosa Real Sociedad londinense, la Linneana de Stockolmo, en 31 de Marzo de 1832.

Llegó por fin el día de la repatriación de La Gasca; el Gobierno español no sólo le concedió la amnistía, le comisionó para que trajese plantas y semillas para los Jardines Reales. Con tal objeto y para despedirse de sus amigos, protectores y colegas ingleses, pasó de Jersey a Londres en Agosto de 1834.

Antes de volver a nuestra Patria detúvose en París; conoció personalmente a muchos de sus corresponsales científicos y allí se le prodigó también la favorable acogida que de los sabios ingleses recibiera.

Otros varios días estuvo en Lion, Aviñón y Montpellier, visitando las personalidades científicas y establecimientos docentes de estas localidades, llegando a Barcelona a fines del año 1834, después de haber estado ausente once años de su querida Patria.

Cerca de un mes permaneció en Barcelona, donde aprovechaba el tiempo en herborizar por las cercanías de la población, estudiando también el herbario de los ilustres y concienzudos botánicos catalanes, Jaime Salvador y. su hermano Juan, corresponsales científicos y estimados colegas del gran Tournefort.

Ya en Madrid, logró, a pesar de las intrigas de sus enemigos y envidiosos, la creación de una Junta de Profesores encargada de la Dirección y Administración del Museo de Ciencias Naturales. A La Gasca se le confirió el cargo de Presidente de la Junta mencionada.

Como la guerra civil causó la penuria en el Tesoro público, no cobraba con periodicidad su sueldo y encontrose nuevamente La Gasca en lucha con las adversidades, la pobreza y los achaques de una vejez prematura, sufriendo sus desgracias con resignación pacientísima.

Algunos catalanes beneméritos hicieron una suscripción secreta, para remediar el abandono y la miseria, que agobiaban al botánico insigne y honrado patriota. Muchos de los individuos que contribuyeron a esta suscripción tan laudable, poseían escaso peculio, pero les enaltecían su altura intelectual y su amor a las glorias de la Nación.

Como el estado de la salud de La Gasca empeorase, tratando de encontrar un clima más benigno que el de Madrid, pasó a Barcelona en Diciembre de 1838.

El ilustradísimo y virtuoso Obispo le alojó en el Palacio Episcopal, concediéndole habitaciones, subsistencia y cariño entrañable, hasta la muerte de La Gasca, ocurrida seis meses después.

¡Qué alto ejemplo de espíritu cristiano nos ofrece aquel admirable Obispo de Barcelona! El sabio aragonés, tachado aun más que de liberal, de revolucionario y demagogo, por sus enemigos personales, encontró la protección y el afecto de aquel verdadero y culto pastor de almas, admirador de la sabiduría y la virtud.

Hasta sus últimos momentos, no cesó La Gasca de prodigar su atención, al estudio de la Flora de nuestro país, y su antiguo amigo y protector el Dr. Ignacio Graells, le enviaba plantas frescas para que las observase; así pudo tener la satisfacción de ver la genuina Salvia officinalis L. espontánea en Cataluña y otras regiones de España.

Preocupábase La Gasca del porvenir y aptitudes de sus discípulos. Las almas nobles y exquisitas, han tenido siempre un culto y afecto particulares, por las primeras horas del día y los primeros albores de las existencias humanas, y es que la juventud tiene el sello misterioso de todo lo que nace. Es una energía que despierta de no sabemos qué sueño, ni para qué finalidad.

El botánico aragonés, en el ocaso de su existencia, pensaba con anheloso afán sin duda, en quién podría reemplazarle, y hablaba con frecuencia de E. Carreño11, P. Rosés y J. Domenech, sin saber que los tres habían de morir en el comienzo de la senda de la gloria científica, malográndose las esperanzas del maestro.

Las dolencias morales y físicas de La Gasca se agravaron; el día 28 de junio de 1839, a los sesenta y dos años, ocho meses y veintiún días de edad, murió el incomparable aragonés.

El Obispo de Barcelona, el Ayuntamiento de aquella ciudad, las personalidades y las Corporaciones cultas y, por modo especial, la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, contribuyeron a que su entierro y exequias fuesen dignos del gran hombre de Ciencia e insigne patriota, que acababa de espirar.

Antes de colocar el ataúd en el nicho, el ilustre Dr. A. Yáñez pronunció un discurso en honor de La Gasca.

El 4 de Abril de 1842 la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona celebró una solemnísima sesión, donde el Dr. A. Yáñez leyó un admirable y concienzudamente escrito elogio de La Gasca, que, como se ha indicado ya, se publicó en la hermosa ciudad que recogiera su postrer aliento, en el mismo año de 1842.

A la entrada de la estufa grande del Jardín Botánico de Madrid, hay un modesto busto del botánico aragonés, sobre un pedestal, aún más humilde, en el que se lee, que este sencillo monumento, lo dedicó a la memoria de La Gasca su discípulo Pascual Asensio.

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En el paseo de Estatuas del Jardín Botánico se contemplan las de Cavanilles, La Gasca, Clemente y Quer.

Una calle que, a pesar de estar dedicada a un sabio, es una vía hermosa del espléndido barrio de Salamanca, lleva el nombre del mártir de su amor al Progreso y a la Ciencia Española.

Ya hemos dicho que Cavanilles creó el género Lagasca; entre las especies que le han consagrado muchos e ilustres botánicos extranjeros y algunos nacionales, mencionaré las que siguen:

Stipa Lagascæ R. et Sch.

Aira Lagascæ Kze.

Lychnis Lagascæ Hook.

Silene Lagascæ Boiss.

Ranunculus Lagascanus D. C.

Iberis Lagascana D. C.

Iberis Lagascana D. C. var. Badali Pau.

Sisymbrium Lagascæ Am.

Pendulina Lagascana Wk.

Alyssum Lagascæ Janka.

Euphorbia Lagascæ Spreng.

Malva Lagascæ et Tub.

Elaeoselinum Lagascæ Boiss.

Sideritis Lagascana Wk.

Senecio Lagascanus D. C.

Etc., etc.

De varios géneros nuevos y de nuevas y numerosas especies, se deben a La Gasca las descripciones, conservándose con frecuencia por los botánicos actuales, los nombres que La Gasca les diera.

Hemos pasado rápida ojeada sobre la gloriosa, triste y accidentadísima existencia del eminente La Gasca; reseñemos ahora sus admirables publicaciones y obras manuscritas, algunas inéditas hasta ahora:

DESCRIPCIÓN DE ALGUNAS PLANTAS DEL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID, por M. La Gasca y J. D. Rodríguez. Madrid, 1801.

En cinco páginas, en 8.º, se describen seis especies; sólo de una, se indica la patria.

DESCRIPCIÓN DE ALGUNAS PLANTAS NUEVAS QUE HAN FLORECIDO EN EL REAL ESTABLECIMIENTO BOTÁNICO EN 1802, por M. La Gasca y J. D. Rodríguez. Madrid, 1802.

Consta de 17 páginas, en 8.º, donde se describen 12 especies; de unas se dice que son exóticas y se cita su patria; de las otras desconocíase tan importante e imprescindible dato geográfico.

INTRODUCCIÓN A LA CRIPTOGAMIA ESPAÑOLA, por Mariano La Gasca, Donato García y Simón de Rojas Clemente. Madrid, 1802.

El plan y estructura de la obra los exponen los mismos autores, cuando escriben

«Daremos descripciones completas de las plantas... añadiremos los usos conocidos y recibidos en la Medicina y Economía y notaremos los parajes donde vegetan espontáneamente.»

***

«Novicios en la Ciencia, emprendemos una obra superior a nuestras fuerzas, pero ayudados de las luces de nuestro profesor (Cavanilles), y con el auxilio de su biblioteca y herbario.»

***

«Empezaremos por los Helechos y Musgos»...

«En los Helechos seguiremos la teoría de Smith, ilustrada por nuestro profesor. Nos conformaremos con la de Swartz y Hedwigio para los Musgos.»

***



En muchos géneros y especies, se anota la Etimología de los nombres científicos.

De las 80 páginas, en 8.º, de esta publicación, se destinan 30 a los Helechos, 50 a los Musgos; descríbense 32 especies de Helechos y 40 especies de Musgos. En algunas especies se expone la característica de sus variedades.

Los nombres científicos han cambiado en muchos de los géneros y especies, pero las localidades y hermosas. descripciones, subsistirán siempre, como la gloria de los autores, por haber sido los primeros en nuestro país, después de Cavanilles, que hicieron labor seria en la difícil Criptogamia, interesante y numerosa porción de la Flora.

DESCRIPCIÓN DE ALGUNAS PLANTAS QUE COLECTÓ D. G. THALACKER EN SIERRA NEVADA, por M. La Gasca y J. D. Rodríguez. Madrid, 1802.

En 26 páginas, en 8.º se contiene la descripción de preciosas plantas de aquella Divina Sierra. Algunas son especies nuevas.

Thalacker recorrió la Sierra como Mineralogista y Geólogo y cogió en las últimas trescientas toesas, contiguas al Picacho de la Veleta, las plantas descritas.

FASCÍCULO III DE LAS PLANTAS QUE EL CIUDADANO AUGUSTO BROUSSONET COLECTÓ EN LAS COSTAS SEPTENTRIONALES DE LA ÁFRICA Y EN CANARIAS, por M. La Gasca, y Rodríguez. Madrid, 1803.

Cavanilles había publicado anteriormente los Fascículos I y II de dichas plantas.

En este Fascículo III se describen 24 especies y se citan, además de las localidades africanas y canarienses, las españolas de algunas de ellas.

NOTICIA DEL DESCUBRIMIENTO DEL LIQUEN ISLÁNDICO en el Puerto de Pajares y cercanías de la Colegiata de Arvás en Asturias e indicación de que debe existir en otros montes de la Península, por M. La Gasca.

Esta Noticia se insertó en la Gaceta de Madrid del 29 de julio de 1803.

NOTICIA DE LA VIDA LITERARIA DE DON A. J. CAVANILLES. Madrid, 1804. Cuando se publicó, por primera vez, se hizo en 24 páginas, en 8.º.

Nuestros lectores profanos, a la Botánica, habrán saboreado, la sincera admiración y el cariño que por la persona y ciencia de su inmortal maestro, sentía La Gasca.

Los botánicos leerán siempre con atención y respeto este trabajo, donde se refleja el estado de los conocimientos organográficos y fitográficos de aquella época.

Los poderosos medios de investigación de que hoy disponemos, la labor infatigable de inteligencias privilegiadas, que se han consagrado a la Botánica pura, separándola, como deseaba Cavanilles, de sus aplicaciones a la Medicina, Agricultura, Industria, etc., han dado un carácter profundo, y altura considerable, a la sublime Ciencia de las plantas, carácter que no podía vislumbrar sus fundadores.

La Citología vegetal, la Histología, la Embriogenia, la Fisiología, la Geografía y la Criptogamia, se han transformado y engrandecido maravillosamente.

Los estudios Monográficos, diferenciando e intensificando la labor científica, han hecho metamorfosearse por completo lo que se supo hace treinta años; ¡cómo no ha de estar muy distante del estado de la Ciencia actual lo que se conocía hace más de un siglo!

DESCRIPCIÓN DE DOS GÉNEROS NUEVOS DE PLANTAS Y DE VARIAS ESPECIES NUEVAS O POCO CONOCIDAS, por M. La Gasca. Madrid, 1805.

El nuevo género Cevallia fue dedicado al Ministro de Estado, D. Pedro Cevallos.

El género Soldevilla, a su protector, el médico de Cámara D. Juan B. Soldevilla.

Descríbense luego 16 especies de plantas españolas; de ellas seis son Gramináceas.

El trabajo consta de seis páginas en 8.º.

CARACTERES DIFERENCIALES DE ONCE ESPECIES NUEVAS DE PLANTAS Y DE OTRAS DOS POCO CONOCIDAS, por M. La Gasca. Madrid, 1805.

De estas 13 especies, dos son Gramináceas. La descripción de las 13 ocupa seis páginas; en 8.º.

MEMORIA SOBRE UN GÉNERO NUEVO DE LA FAMILIA DE LAS GRAMAS, LLAMADO BOUTELUA Y SOBRE OTRO DE LA MISMA FAMILIA, por M. La Gasca. Madrid, 1805.

El género Boutelua fue dedicado por La Gasca al agrónomo D. Cl. Boutelou, y el otro género es el Chloris.

AMENIDADES NATURALES DE LAS ESPAÑAS O BIEN DISERTACIONES VARIAS SOBRE LAS PRODUCCIONES NATURALES ESPONTÁNEAS O CONNATURALIZADAS EN LOS DOMINIOS ESPAÑOLES, por D. Mariano La Gasca. Orihuela, 1811 (Tomo I).

Detrás de la Portada de esta curiosa e interesantísima publicación, que consta de 55 paginas, en 8.º, y está dedicada al Marqués del Rafal, se imprime esta patriótica sentencia, que el gran Linneo escribió, en sus Amenidades Académicas (Tomo I, página 1.ª):

«EST IGITUR COGNITIO NATURALIS PATRIA PRÆFERENDA EXTERARUM, REGIONUM CONTEMPLATIONIBUS.»



Debajo se escriben estos aforismos de un autor anónimo, que La Gasca tuvo la valentía de transcribir:

«ESPAÑA TIENE EN SUS DOMINIOS TODAS LAS MATERIAS SIMPLES QUE NECESITAN SACAR DE NOSOTROS LAS FÁBRICAS EXTRANJERAS; A NINGUNA NACIÓN LE SUCEDE OTRO TANTO.»

«A ESPAÑA NO LE FALTA EN FIN, NI LE HA FALTADO NUNCA, MÁS QUE SER CONOCIDA.»

«EL CIELO HIZO MUCHO POR ELLA; NOSOTROS LO DESHACEMOS: A DIOS LE DEBE INFINITO, A NOSOTROS MUY POCO.»



En las 11 páginas que se dedican al Discurso preliminar, se ocupa el autor de las producciones de España y sus colonias y de los malogrados, esfuerzos infinitos e inteligente celo, de nuestros exploradores botánicos y escribe:

«Tales son los efectos del descuido y poca ilustración de un Gobierno, malograr el fruto de infinitas expediciones, después de haber gastado en ellas más caudales acaso, que todas las Naciones juntas!»



Dedícanse luego 18 páginas a una preciosa DISERTACIÓN SOBRE EL CENCRO ESPIGADO, o panizo negro, que es la Penicillaria spicata W.

Esta disertación es un modelo de Estudio Monográfico de Botánica Agrícola. Se describen los caracteres de la planta, su cultivo, recolección, patología, aplicaciones, rendimiento y área cultural en la Mancha, Reino de Murcia y Reino de Granada. Insértase después, en 7 páginas, una interesante LISTA DE PLANTAS DE LA CHINA, DEL JAPÓN, AMBOYNA, MALABAR Y FILIPINAS CONNATURALIZADAS EN ESPAÑA O CULTIVADAS AL RASO (aire libre).

Se menciona si son árboles, arbustos o plantas herbáceas dichas especies.

Se dan a conocer los nombres científicos y vulgares y se hace observar cuáles son las que se cultivan, sólo en los Jardines Botánicos, las que florecen en los jardines de recreo y las que utilizan los agricultores.

Concluye este primer número de las AMENIDADES NATURALES DE LAS ESPAÑAS, pletórico de preciosos datos interesantes, desde muchos puntos de vista, con la DISERTACIÓN SOBRE UN ORDEN NUEVO DE PLANTAS DE LA CLASE DE LAS COMPUESTAS.

Bastaría el contenido de las 19 páginas, que constituyen esta Monografía, para que nunca se olvidase en los fastos de la Botánica mundial, el nombre del sabio aragonés.

Ideó La Gasca la creación del orden nuevo de las Compuestas, que llamó Chenanthophoræ, constituido por especies exóticas, que tienen las flores con las corolas bilabiadas.

De Candolle12 había leído el 8 de Marzo de 1808, en la Academia de Ciencias de París, una Memoria sobre las Compuestas Labiatifloras, que son las Chenantophoræ de La Gasca. Como la Memoria de De Candolle no llegó a publicarse hasta 1813, el botánico aragonés no tuvo, en su vida militar azarosa, conocimiento de los estudios del botánico ginebrino, así como éste no tuvo noticia de la publicación de las Chenantophoræ, que hizo La Gasca en 1811. Nuestro compatriota, a principios del año 1808, había comunicado a Bonpland sus estudios y los había sometido a la censura de una Academia extranjera.

Sabedor Bonpland de que De Candolle había leído su Memoria de las Labiatifloras, en la Academia, le notificó el trabajo de La Gasca, y el noble sabio ginebrino, al publicar en 1813 su Memoria sobre las Labiatifloras, hace detallada y honrosa reseña de la labor de La Gasca, y escribe:

«La Gasca establecía como yo, una familia particular de las Compuestas, colocándola, también como yo, entre las Cicoráceas y las Cinarocéfalas; admitía géneros semejantes a los míos, a lo menos en cuanto a las plantas que ambos habíamos conocido y las únicas diferencias consisten, en que cada uno de nosotros había tenido conocimiento de algunas plantas que el otro no había examinado.»

***

«VI CON SATISFACCIÓN CONFIRMADAS MIS IDEAS POR LOS TRABAJOS DE UN BOTÁNICO TAN DISTINGUIDO COMO LA GASCA.»

***

«Tanto para hacer más completa la historia de esta familia como para conservar los derechos que La Gasca ha adquirido sobre ella, creo deber intercalar sus observaciones. CONSIDERO QUE LOS BOTÁNICOS LAS VERÁN CON INTERÉS Y CONOZCO MUY BIEN LA EXACTITUD CIENTÍFICA DE SU AUTOR, PARA DEJAR DE PRESTARLES TODA LA CONFIANZA, QUE SUS ANTERIORES TRABAJOS ME MERECIERON.»



Debemos advertir que a De Candolle se le considera como el segundo fundador de la Botánica; que, después de Linneo, nadie ha hecho obras generales de más importancia, que algunas de las suyas. Que sus innumerables y magníficas Memorias Monográficas, son un modelo; que sus estudios sobre Geografía Botánica, le hacen ser considerado, creador de esa parte importantísima de la Ciencia, en unión del eminente Humboldt.

Los elogios, pues, que De Candolle tributa a La Gasca son de valía tan indiscutible y extraordinaria, como los que a Cavanilles prodigaron Lamarck, De Jussieu y Adanson.

Así vemos, que poseía La Gasca, lo que él con delicadeza exquisita llamó «el raro don de trasladar al papel las expresiones elocuentes, aunque mudas, de la Naturaleza.»

INSTRUCCIÓN sobre el modo con que pueden dirigir sus remesas y noticias al Real Jardín Botánico de Madrid, los que gusten concurrir a la perfección de la «Ceres Española», por M. La Gasca y Simón de Rojas Clemente. Madrid, 1816.

En cuatro páginas se contienen dichas instrucciones, redactadas con claridad y concisión.

NOTAS sobre producciones naturales y datos para el artículo «Asturias» en la Geografía Astronómica, Política y Natural de España y Portugal, por Isidoro de Antillon. Valencia, 1815.

Las Notas van firmadas por La Gasca, y el autor de la Geografía manifiesta que casi todo el artículo «Asturias» se debe al botánico aragonés. También en el de «León» y al ocuparse de las producciones naturales y agrícolas de varias regiones de nuestro país, se ve la mano de La Gasca. La obrita de Geografía en cuestión, notable por muchos conceptos, y más teniendo en cuenta la fecha en que fue publicada, la dedicó su autor al Barón Alejandro de Humboldt.

ELENCHUS PLANTARUM QUÆ, IN HORTO REGIO BOTANICO MATRITENSE colebantur Anno MDCCCXV cum novarum aut minus cognitarum stirpium diagnosi nonnullarumque descriptionibus contractis. Madrid, 1816.

Va en esta publicación, tras el prólogo, y nota de las abreviaturas empleadas, un Catálogo, por orden alfabético, de géneros. En 20 páginas, en 8.º, a tres columnas, se enumeran más de 3.000 plantas; entre ellas van más de cien trigos (especies y variedades del género Triticum), 17 Avenas (especies del género Avena) y 11 cebadas (especies del género Hordeum).

Se insertan las Criptógamas, que vivían espontáneamente en el Jardín Botánico, entonces mayor que el actual y de más variada topografía; un alga (la Chara vulgaris L., hoy Chara fætida A. Br.), siete especies de Hongos, siete especies de Líquenes, diez de Musgos y tres de Helechos.

Después, con paginación independiente y a dos columnas, se inserta el GENERUM SPECIERUMQUE PLANTARUM NOVARUM AUT MINUS COGNITARUM DIAGNOSIS.

Esta parte de la obrita, compuesta de 35 páginas, contiene admirables y precisas descripciones. Los juicios críticos que las atesoran, los datos referentes a la Geografía Botánica, que tan sólo faltan en algunas especies, los nombres vulgares allí consignados y las épocas de floración de las plantas, hacen que las 35 páginas de esta producción equivalgan a muchas páginas más de lectura interesante; condensan muchos años de labor personal y acabada, en la Biblioteca y en el Laboratorio, e innumerables excursiones por los campos de España.

Así, el sapientísimo y genial Sprengel, en su admirable Filosofía de las plantas, dice que esta obra de La Gasca es un modelo digno de imitarse.

Contiene las descripciones de más de cuatrocientas especies.

De los 25 géneros nuevos que se dan a conocer, 13 subsisten hoy para los autores del Index Kewensis.

GENERA ET SPECIES PLANTARUM, QUÆ NOVÆ SUNT, aut nondum recte cognoscuntur: auctore Mariano La Gasca. Madrid, 1816.

El texto de esta obra es el mismo exactamente, sin variar una sola línea, que el del Generum specierumque plantarum, citado anteriormente.

La diferencia, entre una y otra publicación, estriba en que el prólogo del Genera et species plantarum el más corto, que el del Generum specierumque plantarum, conservándose el último párrafo del Prólogo, igual para ambas obritas, y en que al Genera acompañan dos láminas, cuya explicación va impresa debajo del Appendix de la página 34.

La primera de estas dos láminas se consagra a la representación de los caracteres del género Ferdinanda; en la segunda, cuatro veces mayor que la primera, se dibuja la Cevallia sinuala Lag. Ambas ilustraciones son obra de Antonio Delgado Meneses.

Respecto al género Ferdinanda, dedicado al Rey Fernando VII por La Gasca, referiré una anécdota oída por mí, más de una vez, a profesores y jardineros ancianos, que conocieron al ilustre aragonés.

Paseábase por el Jardín Botánico aquel Monarca y hacía que el Director le indicase los nombres de las especies que atraían su atención. Admiró el Rey el porte y las hermosas inflorescencias de una especie, traída de Méjico y que aún no se había clasificado; dirigiose a La Gasca y preguntó el nombre de aquel curioso vegetal.

Quedose un instante perplejo el sabio ilustre; pero rápidamente contestó:

«Ésta es la Ferdinanda Augusta, que tengo la honra de dedicar a V. M.»

El género Ferdinanda no subsiste hoy para los autores del Index Kewensis. La Ferdinanda Augusta Lag. es para ellos la Zaluzania Augusta Sch. Bip. y la Ferdinanda eminens Lag. es el Podachaenium eminens Benth.

Se conservan, en la actualidad, el género Cevallia Lag. y la especie Cevallia sinuata Lag.

MEMORIA SOBRE LAS PLANTAS BARRILLERAS DE ESPAÑA, por D. M. La Gasca. Madrid, 1817.

En el Prólogo, que consta de cuatro páginas sin numerar, dice el autor que la obrita es pequeña por su volumen y desempeño, pero grande por su objeto, y más adelante agrega: «determiné estudiar con todo esmero unas plantas que habían dado más millones a la Nación, que las minas del Potosí y de Guanajuato.»

Comenzó el estudio de las plantas productoras de la barrilla, en Cuevas de Vera y sus cercanías, peligrando a veces su seguridad personal, pues se le conceptuaba como individuo sospechoso, al verle herborizando por cerros y llanuras, y tomando apuntes con frecuencia. Hizo la trayectoria de Lorca a Guardamar, de allí a Orihuela y de esta población a Alicante (1810). Aquí se enteró del cultivo de las plantas barrilleras, de su incineración y de los fraudes cometidos en la preparación de la barrilla.

Pasó luego a Elche, Albatera, Orihuela y Murcia, permaneciendo en estas dos últimas ciudades, alternativamente, hasta Junio de 1813. Estudió las admirables floras de las cercanías de ambas poblaciones, y emprendió un Tratado de la familia de las Hespérides, sin olvidarse de continuar sus observaciones sobre las especies barrilleras.

Después del Prólogo vienen tres páginas, también sin numerar, que contienen el Índice de materias, y a continuación del Indice mencionado se halla el texto de la Memoria, con paginación aparte, que comprende 84 páginas.

Dice, en la Introducción a la Memoria, que los comerciantes y propietarios ricos hasta 1808, al presente (1817) se hallan arruinados, y asegura que algunos suelos fértiles por su naturaleza, no pueden dedicarse más que a las plantas barrilleras, por falta de lluvias y riegos.

A pesar de que hoy la química industrial produce la sosa en condiciones de baratura muy superiores a la obtenida de las plantas barrilleras, tal vez para obtener abonos y otros usos industriales, todavía pudieran ser de útil aprovechamiento dichas plantas.

Como casi todas las especies barrilleras son Salsoláceas, al hacer el estudio de esta interesante familia, en la Flora de nuestro país, la Memoria de La Gasca es de capital interés.

Antes de publicarse dicha Memoria, como escribe La Gasca, «puede asegurarse que se desconocían o conocían muy mal las plantas barrilleras»... y añade después: «A pesar de nuestros desvelos, y observaciones hechas en los países mismos en que nacen y se cultivan estas plantas y de las que me ha comunicado, EL SABIO CLEMENTE, hechas también en los reinos de Granada y Sevilla, y de las noticias que he procurado adquirir de distintos puntos de la Península, y de la lectura de cuantos escritos he podido haber sobre la materia, el trabajo que presento está muy distante de tener la debida perfección.»

La importancia científica de la MEMORIA SOBRE LAS PLANTAS BARRILLERAS DE ESPAÑA se patentiza solamente con exponer, que fue traducida al alemán por el sabio Schult, profesor de la Universidad de Stuttgart, y se hicieron extractos de ella, en otros varios idiomas extranjeros.

Ochenta páginas se destinan, en esta preciada labor del insigne botánico aragonés, al estudio particular de cada especie barrillera.

Se dan a conocer, en cada planta, el nombre científico y el vulgar más común; la descripción ampliamente detallada; el arca espontánea y el arca cultural, y la época de floración; los nombres vulgares en cada localidad, su cultivo, su patología, la elaboración de la barrilla, y fraudes que se cometen en dicha elaboración.

Termina la Memoria consignándose los datos relativos a la producción de la barrilla en la Mancha, Aragón, Navarra, Cataluña, Valencia, Alicante, Murcia, Sevilla, Granada, Almería e Islas Canarias y exponiendo las aplicaciones que, aun a pesar de los adelantos de la Química industrial, pueden tener las cenizas de las plantas barrilleras.

La importancia científica de las especies barrilleras españolas, la enorme riqueza que han producido y las utilidades que su cultivo podría reportar aún, hacen que demos de ellas una lista, en la cual van el nombre científico y el nombre vulgar más común, que a cada planta dio en su obra La Gasca. Cuando no subsiste el nombre científico adoptado por el eximio aragonés, consigno, debajo, el nombre establecido, en el Index Kewensis:

  • Salsola setífera Lag Barrilla fina.
  • Suaeda setígera Moq.
  • Salsola soda L. Salicor.
  • Salsola Kali L. Barrilla borae.
  • Salsola tragus L. Barrilla pinchuda.
  • Salsola Kali L.
  • Salsola vermiculata L. Caramillo.
  • Salsola prostrata L. Barrilla sisallo.
  • Kochia prostrata Schrad.
  • Salsola ericoides Pall. Barrilla salada.
  • Salsola Webbi Moq.
  • Salsola articulata Cav. Barrilla tamojo.
  • Haloxylon articulatum Bunge.
  • Salsola opositifolia Desf. Barrilla zagua.
  • Salsola longifolia Forsk.
  • Salsola tamariscifolia Cav. Barrilla escobilla.
  • Salicornia foliata Pall. Salicornia garbancillo.
  • Kalidium foliatum Moq.
  • Salicornia amplexicaulis Vahl. Salicornia enana.
  • Halopeplis amplexicaulis Ung. Sternb.
  • Salicornia herbácea L. Polluelo.
  • Salicornia perennans W. Polluelo ramoso.
  • Salicornia herbácea L.
  • Salicornia Alpiní Lag. Sapina.
  • Salicornia fruticosa L.
  • Salicornia fruticosa L. Sosa alacranera.
  • Salicornia anceps Lag. Sosa de las salinas.
  • Salicornia fruticosa L.
  • Salicornia mucronata Lag.13 Nombre vulgar desconocido.
  • Arthrocnemum glaucum Del.
  • Cochliospermum Salsum Lag. Matilla.
  • Suaeda marítima Dum.
  • Cochliospermum altissimum Lag. Mata.
  • Suaeda altissima Pall.
  • Cochliospermum Hispanicum Lag. Sosa negra.
  • Suaeda altissima Pall.
  • Cochliospermum fruticosum Lag. Sosa prima.
  • Suaeda fructicosa Forsk.
  • Cochliospermum Cavanillesii Lag. Sosa azulejo.
  • Suaeda marítima Dum.
  • Cochliospermum Clemente Lag. Sargadilla.
  • Suaeda splendens Gr. et Godr.
  • Atriplex Halimus L. Armuelle Orzaga.
  • Atriplex portulacoides L. Armuelle sayón.
  • Atriplex glauca L. Armuelle Saladilla.
  • Atriplex Piqueres Lag. Armuelle Piqueres.
  • Atriplex laciniata L.
  • Mesembryanthemum nodiflorum L. Algazul.
  • Mesembryanthemum cristalinum L. Escarchada.
  • Aizoon Canariense L. Pata o Patilla.
  • Aizoom Hispanicum L. Gazula o Gazul.
  • Heliotropium Europæum L. Yerba verruguera.
  • Plantago squarrosa Murr. Llanten desparramado.
  • Juncus effusus L. Junco de esteras.
  • Zostera marina L. Alga marina.
  • Zostera Mediterranea L. Alga mediterránea.14
  • Cymodocea equorea Aschers.
  • Fucus vesiculosus Turn. Sargazo vegigoso.
  • Fucus vesiculosus. L.

Artículo «VEGETAL» del Diccionario de Medicina y Cirugía de Ballano. Madrid, 1817.

Lo constituyen cuatro páginas, que rebosan de ideas acertadas sobre todo lo que debe saberse como preparación para el estudio de las plantas medicinales, y se ocupa de las condiciones que han de tenerse en cuenta, para el empleo de las mismas, escribiendo:

«No basta el estudio de las láminas vegetales para proceder con acierto a la indagación de sus virtudes, sino que se necesita el de la Geografía Botánica, que indica la naturaleza y elevación del suelo nativo de las plantas, su latitud propiamente geográfica, la constitución atmosférica y la eléctrica, etc.»

Habla de la suma importancia de la Organografía y Fisiología vegetal y menciona algunos errores graves cometidos por grandes botánicos, por no conocer, con amplitud suficiente, dichas materias. Cita cómo en un principio, Linneo reputó como plantas, muchos animales celentéreos, y el caso de Hipólito Ruiz, que creyó órganos florales de un alga Fucácea, animales parásitos del género Sertularia, que viven sobre ella y sobre otras muchas algas.

ADICIONES E ILUSTRACIONES A LA AGRICULTURA GENERAL DE GABRIEL ALONSO DE HERRERA en la importante edición que de la obra del ilustre talaverano, hizo la Real Sociedad Económica Matritense, Madrid, 1818 a 1819.

Contiénense en estas Adiciones e Ilustraciones de La Gasca estudios sólidos de Botánica Agrícola; todas ellas son de mérito científico relevante.

Propiedades del grano (de trigo) entero, solo o preparado.

Lista de los vegetales harinosos silvestres, cuyo fruto o raíz contiene el almidón, unido con un principio amargo, acre o cáustico.

Lista de los vegetales harinosos silvestres, que contienen el almidón unido con un principio dulce y mucilaginoso.

En estas dos Listas anteriores, se consignan los nombres científicos y vulgares de las plantas, las localidades donde moran y sus aplicaciones.

Adiciones sobre las especies de cebada, mijo, panizo, centeno y avena, dando cuenta de sus diversos usos.

Adiciones a lo tratado por Herrera, sobre garbanzos, habas, lentejas, altramuces, yeros y otras Papilionáceas.

Adiciones al estudio del anís, cominos, lino y cáñamo.

Cultivo y aprovechamiento de la barrilla, salicor, algazul, sosa y otras plantas saladas.

En esta Adición se contienen materias consignadas en la Memoria sobre plantas barrilleras de España.

Ilustraciones a todas las adiciones sobre Arboricultura. Detrás de la adición correspondiente a cada árbol o arbusto, va la ilustración adecuada. Alguna de estas Ilustraciones es de ocho páginas la referente a olivos y acebuches); pero en general son más cortas, aunque siempre interesantes.

Ilustración sobre las virtudes de las plantas hortícolas. Consta de 16 páginas y son de un alto interés para el cultivador.

Ilustración sobre las propiedades del orégano, poleo, romero, salvia y yerbabuena. Contiene noticias muy típicamente españolas; las Adiciones de La Gasca así como las que hizo S. de Rojas Clemente, no están copiadas de libros extranjeros ni nacionales, están redactadas teniendo a la vista, ante todo, las páginas del libro de la Naturaleza.

Lista 1.ª Plantas útiles para prados.

Lista 2.ª Plantas propias para parajes bajos, húmedos y otros varios parajes.

Lista 3.ª Yerbas inútiles y dañosas de los prados.

Estas tres listas, acusan una labor de pacientes observaciones, hechas al recorrer España durante muchos años.

Fácil es hoy, disponiendo de las Bibliografías alemana, inglesa y francesa, sobre plantas de prados; componer gruesos volúmenes de esta materia, en tiempo relativamente corto; pero, para que contengan las obras algo original y peculiarísimo de nuestro país, es preciso recorrer una o varias regiones durante algunos lustros y además leer lo que publicaron los que anteriormente hicieron semejante labor.

Son notabilísimas, y curiosas, las Adiciones al Calendario del Agricultor, del insigne talaverano.

Finalmente, los Apuntamientos sobre la vida del célebre Gabriel Alonso de Herrera, contenidos en 17 páginas de texto y 13 de Notas interesantes, y el estudio de las ediciones de Herrera, de que tuvo noticia el botánico aragonés, constituyen un trabajo meritísimo.

DISCURSO LEÍDO EN LA SALA DE LECCIONES DEL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID al principiar el curso de Botánica general el día 9 de Abril de 1821. Barcelona, 1821.

Se ocupa en él con patriótico celo de planes y reformas en nuestra Instrucción pública.

Habla de la primera enseñanza y afirma que:

«La primera enseñanza es la más general, la más necesaria y acaso la más costosa, mirada en totalidad.»

***

«Hubiera sido de desear se hubiese determinado desde luego, que la dotación menor de los maestros no bajase de 4.000 reales anuales.»



¡Sólo al cabo de un siglo se han realizado los deseos del idealista botánico aragonés!

Trata de la enseñanza superior de las Ciencias Experimentales y escribe:

«No es posible enseñar bien a muchos discípulos A UN MISMO TIEMPO las Ciencias de Observación.»



Se ocupa luego de allegar material científico y dinero; excita el patriotismo de los particulares pudientes y consigna estos renglones, dictados por su nobilísimo corazón:

«Se deja ver que tenemos más de lo que pensamos y sobre todo tenemos sangre española, que arde por ver llevada a colmo, la dicha de nuestra amada Patria.»



AMENIDADES NATURALES DE LAS ESPAÑAS, por D. Mariano La Gasca. Tomo I. Número II. Madrid, 1821.

Consta de 64 páginas, en 8.º, este Número II, y a pesar de haberse publicado diez años después que el 1.º, la paginación de éste, se continúa en dicho 2.º número.

Contiénense en esta obrita, dos trabajos sobre las Umbelíferas o plantas aparasoladas.

En el erudito Prólogo se hace la historia y la crítica de la evolución, que experimentara la apreciación de los caracteres, que permiten el estudio fitográfico de dicha familia de plantas.

La Gasca mismo nos dice en ese Prólogo, cuán difícil y personalísima fue su labor, antes de llegar a las hermosas conclusiones establecidas en sus Monografías sobre las Umbelíferas; cuando escribe:

«Mil veces emprendí y volví a dejar este estudio, los libros, por lo general, sólo servían para aumentar más la confusión, y así decidido por último a probar mis fuerzas en este campo de Agramante, abandoné la lectura de todos y en 1806 me dediqué con toda intensidad a consultar el de la Naturaleza.»

«Sacudido el yugo de toda autoridad, fui descubriendo en éste verdades que no había podido ver en muchos años.»...



El primer Estudio sobre las Umbelíferas es una Disertación sobre la familia natural de las plantas aparasoladas. Fue compuesta bajo la dirección de La Gasca y aplicando las teorías de éste; leyéndola en el Real Jardín Botánico de Madrid, el aventajado discípulo de aquel establecimiento, Sebastián Eugenio Vela; el 4 de Octubre de 1815.

En dicha Disertación se dan a conocer los caracteres de la familia y se hace una clasificación minuciosa y sistemática de los géneros de las Umbelíferas.

Termina este Número 2.º de las AMENIDADES NATURALES DE LAS ESPAÑAS con la Dispositio Umbeliferarum carpológica, cuyo autor es La Gasca.

Expone los caracteres de la familia, luego una curiosa clave sistemática de los géneros y hace mención de las especies, que reputa como ciertas o bien establecidas.

Es un verdadero estudio magistral, que contribuyó mucho al crédito botánico relevante de La Gasca.

Hallándose años más tarde en la emigración el insigne aragonés, publicó en Londres, 1825, sus OBSERVACIONES SOBRE LA FAMILIA NATURAL DE LAS PLANTAS APARASOLADAS.

Consta de 64 páginas, en 8.º, y se insertó en la Revista Ocios de los Españoles Emigrados.

En los comienzos de este trabajo, escribe su admirable autor:

«Arrancar a la Naturaleza el secreto de las reglas que deben seguirse en la formación de géneros en cada una de las diferentes familias es el problema que hay que resolver después de establecidas éstas.»

***

«¿Hay por ventura cosa alguna, más hermosa, ni que llene más de placer el espíritu humano, que el hallazgo de la verdad? ¿Y en qué ramo puede presentarse más halagüeña, más hermosa, más florida, más amena, más inocente, ni más útil que en la ciencia de las plantas?»



Cita, elogiándolas, las iniciativas de Crantz en favor de la valía de los caracteres de los frutos de las Umbelíferas, y más aún las claras afirmaciones del sabio matemático y fitógrafo Cusson.

Habla de los admirables y profundos estudios del eminentísimo C. Sprengel, sobre las Umbelíferas.

Elogia el profundo saber y la labor inimitable del gran R. Brown y el modo de ver del inmortal CAVANILLES, el cual fue el primero que después de Crantz y Cusson, ha afirmado, decididamente, que los caracteres genéricos (en las Umbelíferas) deben tomarse de la flor y el fruto; pero más principalmente de este último.»15

Menciona los hermosos trabajos de Hoffmann, Richard y Koch sobre las plantas aparasoladas, haciendo notar que algunas obras que le fueron desconocidas, al hacer sus primeras publicaciones, sobre las Umbelíferas, en España, había logrado estudiarlas, gracias a su permanencia en Londres.

Al ocuparse de la Iconografía de las Umbelíferas escribe:

«Lo mejor que en este género de trabajo pude ver son las estampas de Crantz, Gærtner, CAVANILLES y las de los artistas de la Flora Peruviana y Chilena de Ruiz y Pavón.»



De Candolle, en su magnífica Memoria sobre las Umbelíferas, publicada en París en 1829, hace un brillante elogio de los estudios de La Gasca, haciendo constar que nuestro compatriota sin conocer en 1.821, los que hiciera Sprengel, había coincidido con él, dando aún más precisión a algunas observaciones.

Hace mención de los géneros que La Gasca dejó bien establecidos, haciendo notar que CAVANILLES, Ruiz y Pavón habían creado géneros nuevos en la familia de las Umbelíferas.

Para dejar manifiesto una vez más el aprecio y estimación con que el inmortal ginebrino distinguía a La Gasca, diremos que en el Regni Vegetabilis Systema naturale, París, 1821, tomo 2.º, al hacer el estudio de las Crucíferas, dice que muchas especies nuevas se deben a La Gasca, y en el Prodromus Systematis naturalis regni vegetabilis, tomo I, París, 1824, al comenzar las Cistineæ, escribe que es deudor al bondadoso La Gasca del envío de una colección de Cistáceas Españolas, acompañadas de notas sagacísimas.

El número y las modalidades morfológicas y biológicas de las Cistáceas de España, son tales, que con razón afirma el ilustre y concienzudo botánico Dr. C. Pau: sin conocer las Cistáceas de nuestro país, nadie puede escribir seriamente de dicha familia.

DESCRIPCIÓN DE DOS PLANTAS NUEVAS HALLADAS EN LOS CONTORNOS DE SEVILLA y noticias de otras varias que se crían con ellas. Cádiz, 1824.

Las dos especies nuevas son la Malva anodæformis Lag., de la que define dos formas; y la Ononis subspicata Lag. Se mencionan, como conviventes con la primera, más de cien especies, y varias otras, como asociadas a la segunda.

SKETCHES OF THE BOTANICAL, HORTICULTURAL AND RURAL CIRCUNSTANCES OF SPAIN. Londres, 1827.

Artículo impreso en el Gardener's Magazine.

Uacute;nica publicación de La Gasca, que no he logrado ver.

BIOGRAFÍA DE D. SIMÓN DE ROJAS CLEMENTE, por M. de La Gasca. Se publicó en la Gaceta de Madrid del 27 de Marzo de 1827, y en Londres en el mes de Julio del mismo año 1827 en la Revista Ocios de los Españoles Emigrados.

Es un artículo breve pero sentidamente escrito y en el que se trazan con el buril del afecto, los méritos del eminentísimo valenciano, que, en la Botánica, en la Agronomía, en las lenguas orientales y en la literatura, llegó a ser gloria de España y de su región, que le era tan querida.

Veamos ahora los trabajos manuscritos de La Gasca:

TEORÍA ELEMENTAL DE LA BOTÁNICA.

Traducida de la obra de igual título de A. P. De Candolle.

HORTUS SICUS LONDINENSIS.

Cuatro fascículos de plantas secas, con anotaciones.

Acompañan a las especies, notas de las localidades inglesas, y cuando son plantas, que viven también en nuestro país, se consignan las localidades españolas.

FLORA ESPAÑOLA. Inédita, manuscrita, que se cree casi totalmente perdida desde 1823.

FLORA MATRITENSE. Manuscrita, muy incompleta e inédita hasta ahora.

Compuesta de papeletas, en medias cuartillas, que contienen las descripciones y localidades de las especies a que se hace referencia.

TRATADO DE LA FAMILIA DE LAS HESPÉRIDES.

Manuscrito cuyo paradero se ignora.

DISCURSO leído en la tarde del 8 de Abril de 1815, ante S. M. el Rey Fernando VII y los Ser.mos Infantes Don Carlos y Don Antonio y numeroso público.

Manuscrito de 30 páginas, inédito hasta ahora.

El objeto del Discurso es dar a conocer las ventajas que reporta a todos los españoles el que se den en el Real Jardín Botánico las enseñanzas de Botánica general o Botánica pura, las de Botánica Agrícola y Botánica Médica, y escribe:

Sin duda que entre cuantas (dádivas) puede hacer a sus pueblos un Monarca justo, ninguna es tan grande, ni tan provechosa como la ilustración de los dos ramos, que más inmediatamente contribuyen, a aumentar el verdadero poder de las Naciones, a multiplicar su riqueza territorial, con los frutos óptimos de la Agricultura y acrecentar la población, preservando la salud de sus individuos.»



Habla de los conocimientos de la antigüedad, que no han llegado a nosotros, y exclama:

«¡Qué de producciones útiles no se han perdido o al menos se desconocen, de las que poseía la Agricultura antigua! ¡Cuántos remedios admirables, de cuyas virtudes portentosas dejaron testimonio autores dignos de todo crédito, no han desaparecido para siempre!



Hace una reseña de los progresos experimentados en la Botánica, y al hablar de la Nomenclatura escribe:

«Ella enseña en corto tiempo a leer el gran Libro de la Naturaleza vegetal y a abstraer los caracteres indestructibles, que la Mano Omnipotente del Creador, imprimió en cada parte de las plantas.»

***

«El lenguaje es el instrumento más precioso que el Cielo ha concedido a los mortales, para analizar y ordenar sus pensamientos, para sacarlos de lo íntimo del alma, para imprimirlos en las de sus semejantes, para extenderlos por toda la tierra y transportarlos de generación en generación, hasta la más remota posteridad»... «Este don precioso... lo posee la Ciencia de las plantas más completo y exacto que otra alguna»... «El lenguaje de esta Ciencia es uniforme y universal.

***

¡Eterno reconocimiento al Botánico que lo creó! Al incomparable Linneo, que cual astro luminoso, ahuyentó para siempre con él, las tinieblas que impidieron al entendimiento humano, progresar en el intrincado laberinto, que presentaba el estudio de la Naturaleza vegetal.

***

Sin él perecerían los descubrimientos más importantes de la Agricultura, de la Materia Médica.

Desde el momento que el inmortal Cavanilles se encargó de este Real Jardín y demostró el verdadero método de enseñar la Botánica; desde aquella época feliz, se evita en esta cátedra desde el primer día, el tedio que pudiera ocasionar la Nomenclatura.»



Al ocuparse de la sublimidad de los estudios botánicos escribe:

«Son capaces de suspender por su brillantez y hermosura la imaginación pintoresca del poeta; de atraer por su exactitud, las meditaciones profundas del filósofo...»

Arrancan al más incrédulo, alabanzas eternas del Infinito Poder, Sabiduría y Bondad del Creador, por los prodigios que descubre a cada paso, la atenta observación, hasta en el átomo más mínimo de las plantas»



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CERES ESPAÑOLA, o mejor dicho CERES UNIVERSAL.

Trabajo emprendido en colaboración con Clemente, del que no llegaron a publicar sus autores más que fragmentos, que aisladamente dieron a la luz pública, como hemos visto en las noticias bibliográficas de ambos.

Lamentable es en grado sumo que la obra más extensa e importante del gran La Gasca, la FLORA ESPAÑOLA, fuera robada ignominiosamente al autor y que se completara tan inicuo atentado, destruyendo los materiales científicos allegados durante mucho tiempo y que tanto habían de engrandecer el prestigio de La Gasca y el de la Ciencia Nacional.

No es menos censurable el que la CERES ESPAÑOLA haya quedado sin ver la luz pública.

Los lectores que hayan pasado la vista por mis Notas sobre el Dr. Hernández, Mutis y Ruiz y Pavón, habrán visto cómo permanece desconocida la mejor parte de su portentosa labor. Recordemos que con amargura atribuyó Cavanilles y Centi estos abandonos a la «mala estrella, compañera siempre, de nuestras grandes cosas.»

Donde quiera que se hable de la Flora de España, Cavanilles, La Gasca, Clemente y Asso, brillan como astros mayores, en el cielo de la Ciencia de nuestro país.

Cuando se escribe de la Flora Americana, Mutis, Ruiz, Pavón y el mismo Cavanilles, aparecen como figuras de colosal relieve.

Sobre los nombres de todos ellos, flotan, como arco iris sagrado, los colores de la Bandera de nuestra Patria.