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1

Para la comparación entre las dos obras, vid., por ejemplo, A. E. SLOMAN, The Dramatic Craftmansih of Calderón, Oxford, 1958. Se ha señalado, más como coincidencia que como fuente directa de Lope (fuente desechada por Menéndez Pelayo, pero aceptada por Pidal) la historia que MASSUCCIO cuenta en Il Novelino: D. Fernando, príncipe de Aragón, yendo a Perpiñán a reducir una sublevación, paró en Valladolid y se alojó en casa de un caballero. Las dos hijas de ese caballero fueron deshonradas por dos caballeros que acompañaban al príncipe. Sabedor D. Fernando del hecho, les obligó a casarse y, a continuación los mandó degollar. Ver ahora sobre el problema los precedentes de Lope, J. FRADEJAS, «La posible fuente de El alcalde de Zalamea», AFA, XXXIV-XXXV, pp. 121-134.

 

2

En el Jardín espiritual de fray Pedro (Madrid, 1585) figuran dos composiciones de Cervantes («Oy el famoso Padilla», y «Qual vemos que renueva»); y en el Romancero (Madrid, 1583) un soneto que comienza «Ya que del ciego Dios aveys cantado». Padilla es muy aficionado a retomar temas tradicionales.

 

3

Probablemente así es, y no es el único caso, por ejemplo: «pues que Pero Pança el viejo / atamó ya su jozgado / que Sancho repollo diga» (fol. 351r.).

 

4

Recuérdese la síntesis ambigua e irónica de Cervantes en los juicios de Sancho como gobernador de la Ínsula Barataria.

 

5

Vid. Noël SALOMON, Recherches sur le théme paysan dans la «comedia» en temps de Lope de Vega, Burdeos, 1965.

 

6

Es ahora cuando la novela picaresca desarrolla la figura del soldado-pícaro (o viceversa), por ejemplo Estebanillo González.

 

7

En otro tipo de obras relacionadas con la que nos ocupa, v. gr. Peribáñez o Fuenteovejuna, el conflicto es diferente: no se trata tanto de la oposición campesinado/tropa, como de una respuesta desde la corte al proceso de refeudalización que se produce en el XVII y que lleva a los campesinos al abandono de las tierras realengas y a la ocupación de las de señorío. La razón es clara: los señores exigían menos impuestos que la corona. La oferta de la corona en esas obras teatrales intenta compensar la situación señalando el trato personal más favorable que el rey dispensa a los villanos, frente a los abusos de la nobleza.

 

8

Es, en definitiva, el planteamiento de la tragedia clásica, desde Edipo, pongo por caso: la profecía o anuncio que acabará por cumplirse a pesar de ser conocida (quizá por ello), y que se trata de evitar por todos los medios. El tema de la guarda cuidadosa e inútil aparece en obras más próximas, Celestina, Clareo y Florisea, Amadís de Grecia, Palmerín de Inglaterra, etc.

 

9

En La hija del aire y El alcalde de Zalamea se da también la coincidencia con otro tema típicamente calderoniano, me refiero a la doble lealtad (a la dama y al señor) que desgarra la conciencia del caballero, en El galán fantasma, por ejemplo, donde es también la alabanza de la belleza de una mujer desconocida lo que desata el conflicto.

 

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«Madre la mi madre / guardas me ponéis / si yo no me guardo / no me guardaréis».